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Balbi entiende por dialectos las simples variedades provinciales y locales de un mismo idioma. De las lenguas que clasifica, corresponden 153 al Asia, 53 a Europa, 115 al África, 117 a la Oceanía y 422 a la América.

 

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Un notable ejemplo de esta inconsistencia de la clasificación genealógica ofrece el célebre grupo turaniense, que después de gozar de gran boga y ser admitido por todos los filólogos (incluso el reputado Max Müller) ha caído hoy en el más completo descrédito. Véase La Lingüística de Abel Hovelacque.

 

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Como ejemplos de esto podemos citar algunas locuciones de la lengua china. Ngo ta ni, significa yo te pego; ni ta ngo, significa tú me pegas; ngo gin, significa un mal hombre; gin ngo, significa el hombre es malo.

Otras veces, como en el texto indicamos, la significación de una palabra se determina acompañándola de otra; así tse, significa siempre hijo, sin distinción de sexo, y para decir hijo o hija, hay que servirse de las palabras nan (varón, masculino) y nin (hembra, femenino), diciendo nan tse, hijo; nin tse, hija.

 

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En la lengua china se observa ya la existencia de estas dos clases de raíces, unas principales y otras accesorias, que solo sirven para determinar el sentido de aquéllas. A las primeras llaman los chinos palabras llenas; y a las segundas, palabras vacías.

 

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Como ejemplo de aglutinación, puede citarse la conjugación del presente de indicativo del verbo turco bakar, que significa mirar: bakarim, bakarsin, bakar, bakariz, bakarsiniz, bakarlar.

Nótese la persistencia o inmutabilidad de la raíz bakar, y la facilidad de descomponer las palabras de la conjugación, separando la raíz de las desinencias que expresan el número y la persona.

 

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A los tres grandes grupos de la clasificación morfológica, agregan algunos autores el de las lenguas polisintéticas o incorporadoras, nombre que dan a las americanas. Lámanse éstas así porque en ellas se confunden la palabra y la frase, o lo que es igual, porque en un sólo vocablo reúnen todas las palabras independientes que en otras lenguas constituyen una frase. Esto, que puede definirse como la composición indefinida de las palabras por medio de la síncope y la elipse, es lo que se llama polisintetismo. Así, en dichos idiomas, se encuentran vocablos como amanganachquiminchi, que en lengua algonquino significa encina de anchas hojas. En realidad, el polisintetismo no es más que la aglutinación en grande escala, como lo prueba cumplidamente en su Lingüística Abel Hovelacque, y no hay fundamento bastante para convertirlo en base de un nuevo grupo de lenguas.

 

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En esta clasificación seguimos a Abel Hovelacque.

 

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Las lenguas uralo-altaicas unidas a las dravidianas, las malayo-polinesias y algunas monosilábicas constituyen, según algunos filólogos, la familia turaniense. Otros la reducen a las lenguas uralo-altaicas y algunos comprenden en ella todas las lenguas monosilábicas y aglutinantes. Ya hemos dicho que esta teoría está hoy muy desacreditada después de los trabajos de Schleicher, Whitney y otros.

 

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Schleicher y Whitney han señalado detenidamente estas diferencias.

 

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Es, en efecto, el único que tiene una verdadera gramática comparada, debida principalmente al genio de Bopp.