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Flores Burlescas y Satíricas

     Si los poemas burlescos, las gracias, donaires y agudezas que en ellos se envuelven, excitan a la risa, no le falta esta a los prados, pues tienen su analogía con la risa del hombre; cuando alfombrados de verde y esmaltados de flores, están de fiesta, de alegría y de risa: Rident Prata, dicen los filósofos; y decimos todos; las fuentes están de gorja, cuando por labios de claveles, y dientes de sus guijas muestran sus risas. De buen humor estaba el otro poeta, cuando nos las pintó con tal gracejo.
                           
Es lazada de cristal
     en el pecho de una peña,
Jacinto Polo de Medina, Academias del jardín.      con armonía suave
     una fuente lisonjera.
Del Sol primer besamanos
     la bien llegada primavera,
     tan amigas, que la risa
     ella y el alba se prestan.
Gracejante de cristal,
     pues sin mormurar risueñas,
     burlándose con las flores,
     dice donaires de perlas. [215] (48)
 
     El mesmo, hablando de los claveles, no sólo los hace labios del Aurora, por donde vierte la risa; pero lo más gracioso y festivo de sus dulces ojos.
 
Del tocado del Aurora.
     encarnados martinetes;
     si no son rojo matiz,
     �por dónde la vierte?
Y más abajo. Del ingenio del Abril
     lucidos conceptos breves,
     y de la risa del Alba
     generosos descendientes.
 
     En un soneto en que se burla del lenguaje culto don Pedro de Castro y Anaya, expresa cuán de placer y gusto estaba la rosa en este terceto:
 
D. Pedro de Castro y Anaya, las Auroras de Diana. Mira la azucena, que en camisa
     se levanta de dormir y luego
     no se acertó a prender de pura risa.
 
     Con que no se extrañará el nombre que damos de flores a los poemas de gracejo, y sales donairosas; pues a estas les viene más nacidas el donaire, que a esotras flores materiales. Pregunto, �cuándo los poetas están para más flores, que cuando están para gracias y chanzas? Por esto Talía, que es la musa que se dedica a los donaires, como dijo Ausonio:
Auson. in Epigra. Mus. l. si mavis Virg.
Mimica lascivo gaudet sermone, Thalia.
Trae el origen, y derivación de su nombre del verbo, Thalein, que significa, maximo virere, ac florere, florecer y retoñecer, el mismo nombre produce, y se desabrocha en flores. �Qué poeta grande, así Latino como Castellano no ha brotado estas flores de donaires, no las ha salpicado por todas sus obras? Un Horacio, un Juvenal, un Percio, un Plauto, un Marcial, un Oven. De los nuestros, un Anastasio Pantaleón, un Jacinto Polo de Medina, un Alonso del Castillo, un Solórzano, un Lope, un [216] Tirso de Molina, un Moreto; mas qué digo, todos nuestros Cómicos; y está sin aliño el teatro, sin alma y sin gusto la representación, si le faltan estas floridas sales. Mas sobre todos se llevó la gala en las festivas flores de el gracejo y del donaire nuestro don Francisco de Quevedo. No hablo de su prosa donairosa y picante, lee su Parnaso y encontrarás artas con que divertir la vista y el ingenio; y sobre todo pasa los ojos por este romance y verás cuán bien pruebas mi asunto, y con que donaires expresa la trisca y risa de las flores, arroyos y demás plantas; y por darte este buen rato, he tomado trabajo de trasladar este buen rato, he tomado trabajo de trasladar todo. Oye la matraca que se dan las flores con la hortaliza:
 
Antiyer se dieron vaya
     las flores y las legumbres,
     sobre váyanse a las ollas,
     sobre píntense de embuste.
Oyendo estaban la grita
     unos cipreses lúgubres,
     con calzones marineros,
     que hasta el tobillo los cubre.
Un manzano muy preciado
     de haber dado pesadumbre
     a todo el género humano,
     y pobládole de Cruces.
Es cuclillas un romero,
     mata de buenas costumbres,
     la beata de los campos,
     muy preciado de virtudes.
Una cambronera armada,
     que no hay viento que no punce,
     disciplina de los aires,
     de tanto punzón estuche.
Una cornicabra triste,
     árbol, que sombreros cubre,
     y con más pullas, que flores;
     siempre verde donde sufren.
Descalzábanse de risa
     oyendo lo que se arguyen,
     sendas plantas con juanetes.
     un roble y un acebuche.
Una fuente boquimuelle
     a carcajadas los hunde;
     si el agua tiene asadura
     por la boca la descubre.
Por oír lo que se dicen,
     aun los vientos no rebullen,
     y con el dedo en la boca
     no hay urraca que no escuche.
Como más desvergonzado,
     aunque cohombro lo gruñe,
     la matraca empezó el berro,
     el vello del agua dulce.
Salgan diez, y salgan ciento
     flores moradas y azules,
     y cuantas en las mejillas
     las verdes coplas embuten.
Que mi flor las desafía
     en ensaladas comunes,
     pues andan más a mi flor,
     que a cuantas Mayo produce.
El hígado de las flores,
     que por tantos labios cunde
     el Cardenal de los tiestos
     sangre, que al verano bulle.
Encarado en un pepino,
     le dijo (49), nunca madures,
     Galalón de la ensalada [217]
     cizaña de las saludes.
Landre de las hortalizas,
     san Roque mismo te juzgue
     por verde sepulturero,
     y autor de los ataúdes.
La berenjena, que es sana,
     cuando las corozas tunde,
     y en granizo de hechiceras
     los pícaros la introducen,
Dijo: canalla olorosa,
     y verduleros perfumes,
     embusteros de narices,
     gente al estómago inútil.
Un gigote de claveles,
     �qué Cristiano se le engulle?
     pues mil jazmines guisados
     �qué caldo harán en el buche?
Un ramillete de nabos
     no hay flore de que no se burle,
     si le acompañan con hojas
     de los Sándalos de Rute.
Respondió por los claveles,
     viendo cómo los aturden,
     la rosa, estrella del campo,
     que brilla encarnadas luces.
Chusma de los bodegones,
     que no hay bodrio que no esculque,
     canalla de los guisados,
     que huesos y carne suple.
Picarones, que en los caldos
     mostráis villanas costumbres,
     mosqueteros de las ollas,
     que dais al pueblo que rumie.
El ajo con un regüeldo
     la dijo que no la hurgue,
     que armado de miga en sebo,
     no hay hambre que no perfume.
Una flor, que no se sabe,
     ni se topa, aunque se busque,
     que creciéndola, se traga,
     y en no habiéndola, se curce.
Aquella flore, cosa y cosa,
     que las doncellitas pulen,
     flor duende que hace ruido,
     y sin ser vista se hunde.
Quiso hablar, mas las acelgas
     cargadas de pesadumbres,
     dijeron, que se irritase
     con la flor de los tahures.
La azucena carilarga,
     que en zancos verdes se sube,
     y dueña de los jardines,
     de tocas blancas se cubre.
Dijo así las opalandas,
     que en las ollazas zabulle.
     el licenciado repollo,
     doctor in utroque iure.
Viles vecinos del caldo,
     que pupilajes consumen,
     arboleda de los bodrios,
     y plumajes de la mugre.
Mas la berza su consorte,
     que de lampazos presume,
     y hortaliza es con enaguas,
     mucho ruido y poco fuste.
Y el hongo, que con sombrero
     de verdulera se encubre,
     más preciado de capelo,
     que el Monseñor más ilustre,
Con una jeta de un palmo,
     hecha apodo de las ubres,
     y más pliegues y más asco,
     que zaragüelles Monsiures.
Y el rábano, ganapán
     de fuerzas indisolubles,
     pues lleva la corte en peso,
     contera de pan y azumbre.
Apellidando Tabernas,
     no hay turbión que no conjuren; [218]
     y la sopa en los Conventos
     por parienta los acude.
Las flores amedrentadas
     en ramillete se sumen,
     gritando, aquí de narices,
     sayones y escribas mullen.
Y para la batalla que quieren darse,
     aperciben sus flores tías y madres;
     aperciban los nabos la puntería,
     alas alzad madres y guerras tías.
 
 
     Por mías y por diminutas, querría dejar estas flores burlescas: y porque conozco en mi poco genio y aplicado poco a este asunto, que si semejantes versos no revierten mil sales y donaires, tan ajenos están de divertir a los lectores, que antes toda la trisca y risa se conjura contra el Autor que los compuso: con todo por complacer a algún amigo te los ofrezco, no por que juzgue que ha de ser conforme a tu humor y gusto.

[219]

                                                                                                                                                                                   
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A los oradores que oraron en la fiesta real

en que María Santísima fue elegida por Patrona de las Armas, aludiendo s particulares asuntos de sus Sermones.

Décimas
 
                  ArribaAbajoSolicita mi piedad           
        muchas gracias en el día,
        que en un Novenario a María
        aplaude la novedad:
        porque si es cierto y verdad, 5
        que pide gracia un Sermón,
        nueve con mayor razón;
        mas por hoy pido una gracia,
        y es, que no caiga en desgracia
        con alguno mi Oración. 10
Matt. 5 cap., v. 19.    La Ciudad, una Ciudad
        erigió en sus altos montes,
        logrando sus Horizontes
        en ella seguridad:
Padre Diego de Medina, de la Compañía de Jesús, que fue el primero en la fiesta que hizo la Ciudad.         y si atiendo a la verdad, 15
        Medina-Celi se llama,
        vocealo así la fama,
        y con razón, pues del Cielo
        pudo bajar tal modelo,
        que por divino se aclama. 20
   Aunque camino trillado
El Padre Fray Juan Benito de S. Francisco.         el Franciscano siguió,
        no por eso caminó
        por el Real tan celebrado:
        siguiole cierto su hado, 25
        pero si fue su valor
        de Jericó Explorador,
        corrió riesgo le encontrasen
        los que en el Real caminasen;
        y dejole por temor. 30 [220]
El Padre Maestro Fray Basilio de Ribera de San Agustín.    Feliz suerte, pues he hallado
        Ribera, donde las flores
        el nombre con sus colores
        de un gran Rey han rubricado:
        porque si es averiguado 35
        lo que aplaude la experiencia,
        lo que publica su ciencia,
        pues el objeto le abona,
        esta Oración fue corona
        de su florida elocuencia. 40
Al Padre Alonso de Rojas, de la Compañía de Jesús, alude el Sermón de San Pedro y de la Virgen, que predicó uno después de otro, ventajose el primero al segundo.    Grande fue su discurrir
        en el Apóstol, oh Rojas,
        mas si es Pedro y no te enojas,
        fue inspirado tu decir:
        pero aún más llego aplaudir 45
        aquel Sermón de MARÍA,
        por Ildefonso estudia,
        tanto en su amor te esmeraste,
Matth. 16, v. 17.         que por amante cegaste,
        de tu amor �qué valentía! 50
   Si en su Sermón le faltó
        la dorada voz a Peña,
        su dureza nos enseña,
        que con él se conformó,
        no por esto se abatió 55
        su agudeza y su cordura,
        que escala al Cielo su altura,
        y cuando más se avecina,
        ya que no teme ruina,
        no está de nieve segura. 60
   Esta vez a ti se debe,
        �oh Sebastián! la victoria,
        pues conseguiste la gloria
        de dar al blanco de nieves
        a esto ninguno se atreve, 65
        también certero anduviste,
        cuando valiente corriste
        sortija, que otros corrieron,
        aunque dicen, te sirvieron
        las lanzas que ellos viste; 70 [221]
El Padre Fray Hernando Dorado, de S. Francisco.    Si el más alto mineral,
        por tal, de Ofir el honor
        goza por rico favor
        de ese de el Cielo fanal:
        por pequeño este caudal 75
        le niega alguno a Dorado,
        vive sin duda engañado;
        vuelvo así por su decoro,
        mas por mucho es poco el oro
        si es que su vaso ha llenado. 80
 
 
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A cierto caballero andante

en una aventura que tuvo con un cántaro de miel, que le derramó a coces un macho, y él la recogió en sus barbas.

Décimas
 
   ArribaAbajoDe Apolo a la conservera,
        si es que la tiene, la invoco,
        y si con miel la provoco,
        vendrá sin duda ligera:
        mas a la entrada primera 5
        de barbas, bosque cerrado
        (�gran peligro!) me ha atajado;
        válgame la del Toboso
        Dulcinea, aunque celoso
        deje a su amante barbado. 10
   Con el esfuerzo que pudo
        un macho de Don Melchor
        mostrar quiso a su Señor,
        que aunque macho, no era rudo:
        y por despuntar de agudo 15
        a posteriori a probado,
        que fue su empleo extremado;
        callen cartas, dijo atento
        D. Melchor, que ese argumento
        mis barbas lo han aprobado. 20
   Que le quita, advierte el macho,
        su dueño la gurupera,
        por hacer su bigotera,
        con que arriscar el mostacho:
        y por sacarle de empacho 25
        serilla le ha prevenido,
        de su punto no ha perdido,
        porque a buen ojo la ha hecho,
        que el dueño está satisfecho
        por prueba que ya ha tenido. 30
   No le ataja aqueste empeño
        a este macho singular,
        quiso también regalar
        cortés a su noble dueño:
        sírvele, pues, desempeño 35
        de unos higos lo pajizo,
        con ellos le satisfizo,
        dando con la miel el punto,
        y es mejor el contrapunto
        su órgano en la solfa que hizo. 40 [222]
   Luego que vi que la mano
        a la barba la llegaba,
        y la miel la retocaba,
        fragüé un discurso no vano:
        pues es caso claro y llano, 45
        que dispuso Don Melchor
        la liga cual cazador,
        porque la mosca golosa
        en su boca, y en su prosa
        se embarazase mejor. 50
   En penitencia han vivido
        dos niñas por lo penoso
        de un silicio riguroso,
        que de su barba ha tejido:
        pero ya comparecido 55
        hoy las templa aquesta ley,
        mas no se excusa de cruel;
        pues un piélago de pena
        no se alivia, ni serena
        con una gota de miel. 60
   Mas si atiendo a la aspereza
        de su barba, �bosque extraño!
        puede todo un Ermitaño
        ocultarse en su maleza:
        en nada el decir tropieza, 65
        que a saberlo el gran Macario,
        el gran Antonio, el Hilario,
        y el Penitente Guillermo,
        todos dejaran su yermo
        (No lo dudo) solitario. 70
 
 
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Cierto Sacristán envió un regalo de puercos y gallinas a una amiga suya

la cual regaló con ellas a otro galán.
Décimas
 
   ArribaAbajoDe un Sacristán reverendo,
        cierto amigo me advirtió,
        que a su amiga presentó
        de comer, a lo que entiendo;
        ella el regalo admitiendo, 5
        con él sirvió a otro galán,
        y es verdadero el refrán;
        que si él la yegua ha pensado,
        otro la silla le ha echado,
        sin que lograse su afán. 10
   Dos puercos dizque le envió,
        regalo a mi ver sin seso,
        porque si atento le peso,
        él a sí se degolló:
        pues luego que vi que dio 15
        estos a otro amante fino,
        dije, sin ser adivino,
        su San Martín se ha llegado
        a este galán desdichado
        en muerte de su cochino. 20
   Gallinas también trajeron,
        pero sin gallo, y es cierto,
        que él es lo que yo advierto
        gallos de las que vinieron:
        que mal mis ojos lo vieron, 25
        pues si a otro las llega a dar,
        es fuerza manifestar,
        que este es de su casa el gallo,
        y el Sacristán, en mí hallo,
        que ir puede a otro muladar. 30 [225]
 
 
Por llenar más este asunto, acomodé estos dos epigramas, que ha muchos días que traduje, si han salido de tu gusto, te prometo otros muchos de el mesmo autor en otra guirnalda de flores poéticas, que ya voy tejiendo, no sé se serán tan amenas, por haber de ser todas mías.
Oven. Epigram. 28 del libro 3, que es de las últimas del libro.
 
Ingenii Montane tui est vigor igneus. Unde
     Colligis hoc inquis? nascitur igne nihil.
 
   ArribaAbajoTiene tu ingenio, Montano,
        las calidades del fuego,
        que esto se colija, es llano,
        pues el fruto, como el riego
        deste y de aquel es en vano. 5
 
 
El mesmo Epigrama 91, lib. 2, que es de los últimos de todos sus libros.
 
Te Rex astrorum decorat, Regina gubernat,
     In vulto Sol, in pectore Luna tuo.
 
   ArribaAbajo�Quién más que Amarilis bella?
        �quién otra más inconstante?
        al sol lleva en su semblante,
        la Luna en su pecho sella. [224]ArribaAbajo



                                                                                                                                                                           
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Contra el pedir de las mujeres

Traducción de la elegía décima de Ovidio, de el libro primero de sus Poemas Amorosos

 
ArribaAbajoRendime, ya la confieso,           
     de amor a la dulce fuerza,
     mas que mucho, si Amarilis
     le armó de sus bellas flechas.
1  Qualis ab Europa Phrigiis aducta Carinis, Tan gallarda la vi un día, 5
Coniugibus belli causa duobus erat.      cual Paris pudo a su Elena,
     disculpa siendo a su robo
     lo rico que de tal presea.
Entregose al mar, y porque
     no peligrase su entena, 10
     el Norte buscó seguro
     de su hermosura en la Estrella.
Sintió Menelao el robo,
     y burlado, toca a guerra;
     que si la arrebata el alma, 15
     que a rebato toque, es fuerza.
2  Qualis erat lede, quam plumis abditus albis, Tan hermosa la contemplo
Calidus in falsa lusit adulter ave.      como el gran Jove a su Leda,
     que burló cisne en sus plumas,
     aunque del bosque sirena. 20
Queriendo en vivientes copos
     de amor encubrir un Etna,
     que si este miente las llamas,
3  Qualis Amymone sicus erravit in agris,      aquel mejor las fomenta.
Cum præmeret summi verticis urna comas. Admiré, en fin su beldad, 25
     cual pudo amor en las selvas [225]
     de Amimone los donaires,
     lo brioso de sus huellas.
Cuando coronó sus frente,
     y adornó sus rizas hebras 30
     de la urna, en que por agua
     amantes lágrimas eran.
O ya una urna misteriosa,
     que en suerte feliz y adversa
     a este le anunció sus dichas, 35
     si aquel a rigor condena.
Sino es que fuese la urna
     donde guardó las pavesas
     de tanto amante, que ha muerto
Talis eras;      al arpón de su dureza. 40
Esta es tu gala, Amarilis,
     cifra de esotras tan bella,
     pues que de tres borradores
     te copió naturaleza.
Viví a tu beldad rendido, 45
     y tanto, que mi fineza
     temió, que el amor en Jove,
     no innovase sus cautelas.
                    Aquilamque in te, taurumque timebat. Ya del Águila las plumas,
     del toro la media esfera, 50
4  Et quidquid magno de Iove fecit amor.      o en otra transformación
     te rondase la belleza.
5  Nunc timor omnis abest, animique evanuit ardor, Pero ya ingrata el temor
Nec facies oculos iam capit ista meos.      se acabó, que así me altera,
     ya del pecho se acabaron 55
     las amorosas centellas.
Ya tus gracias y hermosura,
     que me prendaron tan bellas,
     asombro son a mis ojos,
6  Cur sim mutatus quæris? Quia munera poscis.      no los rinden, no halagüeñas. 60
Hæc te non patitur causa placere mihi. Pero dirás, �qué mudanza
     es esta de mi firmeza?
     pues ya el pecho es hielo yerto,
     si antes del amor hoguera.
Antes a mi vista un Ángel, 65
     agora Caribdis fiera [226
     �qué mudanza en un instante
     hizo mi amor, o tu estrella?
No preguntes, no, Amarilis,
     la causa de mi tibieza, 70
     que tus labios al pedirme
     te darán cierta respuesta.
Tu codicia estorba al alma,
     que no te mire tan tierna,
     porque no es amar seguro, 75
7  Donec eras simplex, animum cum corpore amavi,      si el interés se atraviesa.
Nunc mentis vitio læsa figura tua est (50). Mientras me quisiste amante
     con la voluntad sincera
     aplaudí tu entendimiento,
     y celebré tu belleza 80
Mas, pervertido tu juicio
     adoleció en su entereza,
     desfigurándote el rostro
     el mal, que interior te altera.
8  Et puet est: et nudus amor, sine sordibus annos, Cierto es que es niño el amor, 85
Et nullas vestes, ut sit appertus habet.      y desnudo, sin que quiera,
     que algún vestido le adorne,
     porque así mejor se arrea.
Si es lucha la del amor
     desnudos mejor se esfuerzan, 90
     porque tener donde asirse,
     es perder en la contienda.
Si es una brasa que enciende
     voluntades contrapuestas,
     vestirla, es querer tu ardor, 95
     que oculten cenizas muertas.
Es del alma el Sol hermoso,
     mas descubierto, más quema,
     y adornarle con las nubes,
     es envolverle en tinieblas. 100
9  Quid puerum veneris pretio prostare iubetis? Indigna cosa será,
Quo pretium condat non habet ille sinum.      que Cupido y Venus bella,
     de sus deidad soberana
     por viles ganancias pierdan.
Este agravio conocido 105
     cualquiera hace a su grandeza; [227]
     pues del amor vende el culto,
     y por vil precio le aprecia.
Y si dones a Cupido
     quieren darle por fineza, 110
     sino riente que guardarlas,
     ociosa será la ofrenda.
10  Nec Venus apta feris, Venus nec filius armis: Si Venus por desarmada
Non decet imbelles æra merere Deos.      nunca fatigó las fieras,
     ni manejó fuertes armas 115
     Cupido por su terneza.
Impiedad será forzarles
     por la paga tan incierta,
     que militen a lo Marte
     sin disciplina en la guerra. 120
11  Stat meretrix certo cuivis mercabilis ære. Si mercancías de gusto
Et miseras iusso corpore, quærit opes.      saca la torpe Romera
     vendiendo el placer lasciva
     por una escasa moneda.
12  Devovet imperium hæc lenonis avari: Esforzada del rufián, 125
Et quod non facitis sponte, coacta facit.      a quien se sujeta necia,
     que por interés tan corto
     le fuerza a tales vilezas.
Pero quien libre nació
     sin esas bajas expensas, 130
     liberal franquee los dones,
     que le dio naturaleza.
13  Sumite in exemplum pecudes ratione carentes. Tomad ejemplo en los brutos
Turpe erit ingenium mitius esse feris.      Ciudadanos de las selvas,
     que aunque en policía ruda, 135
     os doctrinará su escuela.
�Oh qué vergüenza que en enseña
     a quien la razón adiestra
     la fiera, y que en ella se hallen
     de entendimiento más huellas! 140
Non equa munus equum, non taurum vacca poposcit; El caballo generoso
14  Non aries placidum munere captat ovem.      logra en la castiza yegua
     el premio de su deleite,
     sin que dones intervengan.
De Europa limada nave 145
     el agua surca halagüeña, [228]
     sin que por flete se pida
     la más corta recompensa.
Su exaltación tiene Venus;
     cuando al Ariete se acerca, 150
     más su detrimento en Libra,
     cuando en aquel signo entra.
15  Sola viro mulier spoliis exultat ademptis. Sola la mujer se alaba
     de ser harpía en las presas,
     siendo el robar a los hombres 155
     mayor triunfo de sus diestra.
Y es en sus mañas ocultas
     de poblado bandolera,
     pues por robar los vestidos,
     quita las vidas sangrienta. 160
Y si de las luces huye,
     se vale de las tinieblas,
     siendo con el día Azor,
Sola locat noctes, sola Iocanda venit.      y de noche Neblí diestra.
Valiéndose de las sombras, 165
     posada al amante arrienda,
     y porque pague el escote,
     hace que todo se venda.
Mercancía en compañía
     con el hombre tienen ellas, 170
16  Et vendet quod utrumque vivat, quod uterque petebat,      mas la mujer las ganancias
Et pretium quanti gaudeat, ipsa facit.      goza del gusto en la hacienda.
Gusta el placer deliciosa,
     y aunque también le interesa
     pide que el gusto le paguen, 175
     como si no le debiera.
17  Quæ Venus ex æquo ventura est grata duobus, Si las delicias amor
Altera cur illam vendit: et alter emit.      con igual balanza pesa,
     sin que entre los dos amantes
     se conozca diferencia: 180
�Por qué quiere la mujer
     con voluntad avarienta
     vender, y que el hombre compre
18  Cur mihi sit damno, tibi sit lucrosa voluptas,      lo que él propio le franquea?
Quam socio motu Foemina, virque ferunt. Si uno es el trato amoroso, 185
     que en dos amantes se aceta, [229]
     �cómo hace que esta en él gané
     y que el otro en él se pierda?
�Oh abuso loco del mundo!
     �Oh qué necedad tan necia! 190
     �que la mujer se haga ojos,
     y aten al hombre la venda!
Con que ciego no repara,
     que ha pagado sin que deba,
     mohatras en el amor, 195
     linces ejecutan ellas.
Las aras de Venus ambos
     igualmente las frecuentan,
     a este no escucha los ruegos,
     y de esotra los aceta. 200
�Un dios para el triste amante,
     y otro que a ella favorezca?
     deidad al fin en mujer
     a quien la pasión gobierna.
Si en la Audiencia de Cupido 205
     el hombre y mujer alegan,
     como con igual razón
     �siempre al hombre le condenan!
Mas si es niño, si es mujer
     los que le dan la sentencia 210
     que mucho que yerre el juicio,
     pues son jueces sin cabeza.
19  Non bene conducti vendunt periuria testes. Si los testigos se compran.
Non bene selecti iudicis arca patet.      que juramentos nos hicieran,
     que en las manos del dinero 215
     la mejor fama se arriesga.
Si el juez al soborno abre
     el arca más avarienta,
     vende la recta justicia,
     y hace esclava a la que es Reina. 220
20  Turpe reos empta miseros defendere lingua, Si el Abogado se (51) paga,
Quod faciat magnas turpe tribunal opes.      con injusticias alega;
     que una lengua finge mucho,
     si el dinero la cohecha.
Infamia es que un Areópago 225
     de jueces trate en haciendas, [230]
     porque con el hecho anula
     de sus equidad la ley recta.
También infamia es crecida,
     que una mujer noble y cuerda, 230
21  Turpe tori reditus census augere paternos,      censos hipoteque al lecho
Et faciem lucro prostituisse suam.      por réditos que le vuelvan.
Y por aumentar ganancias
     a las que tiene en sus rentas,
     pechos echan al amante, 235
     aun cuando el pecho le niegan.
Si es tu beldad la que obliga
     a que te aclamen Princesa,
     �cómo por leve interese,
     haces que sirva de cierva? 240
22  Gratia pro rebus merito debentur inemptis: Agradezco el beneficio,
Pro male conducto gratia nulla toro.      si liberal le franquean,
     que a una gracia, muchas gracias
     la celebran y cortejan.
Mas si el beneficio vende, 245
     no hay gracias por recompensa,
     que es tirana la avaricia,
     y a ninguno le contenta.
23  Omnia conductor solvit: merced desoluta. El lecho por beneficio
Non manet officio debitor ille tuo.      le juzgaba mi advertencia, 250
     mas ya después que se alquila,
     paso de lecho a ser fiera.
El que arrienda codicioso,
     al deudor no hace suelta,
     hasta que pague, y por eso 255
     no le agradece la deuda.
Pues si te pago, Amarilis,
     lo que me das avarienta,
     de cortés y agradecido
     desobligado me dejas. 260
24  Parcitæ formosæ prætium pro nocte pacisci: Oh beldades de este siglo,
Non habet, eventus sordida præda bonos.      dejad a la noche negra,
     no nos alquiléis sus sombras,
     que eso es vivir muy a ciegas.
No veis que es pesado agüero 265
     valeros de las tinieblas, [231]
     que es cortar lutos al gusto,
     cuando os juzgáis más de siesta.
Sin duda os valéis de sombras,
     porque la luz no os corriera, 270
     que el Sol como es liberal
     lo avaro le descontenta.
Mirad, que el logro en el gusto
     infeliz fin se acelera,
     como es en conciencia mala, 275
     se logra mal tal hacienda.
A la vida no perdona,
     que enemigo con cautela
     traidor entrega a su dueño;
     �y habrán quien le estime y quiera? 280
25  Non fuit armillas tanti pepigisse Sabinas, �Qué pensáis quito la vida
Ut præmerent sacri virginis arma caput.      a la traidora doncella,
     cuando entregó a los Sabinos
     de los suyos la alta fuerza?
La codicia fue del oro, 285
     las manillas y preseas,
     que por estas la mujer
     negará su sangre mesma.
Pues al recibir el precio
     de aquella su aleve entrega, 290
     dél propio murió oprimida,
     mas que alivia el oro, pesa.
Qué poco le aprovecharon
     las manillas, siendo ellas
     esposas que le ligaron 295
     para su fatal tragedia.
26  Ex quibus exierat, traiecit viscera ferro, Un rico collar fue causa,
Filius, et p�na causa monile fuit.      que infiel Eurífile fuera,
     pues por su precio a su esposo
     a la muerte entregó acerba. 300
Mas no perpetuó sus días,
     que fue dogal que le apremia
     con el aliento la vida,
     que es verdugo la riqueza.
Pues el hijo por vengar 305
     codicia en sí tan sangrienta, [232]
     quitó la vida a su madre,
     justa a tal delito pena.
Temed (52), pues al interés,
     que es siempre en la verde yerba 310
     víbora que rasga el pecho
     al mesmo que le fomenta.
Mas temo ya, que mis versos
     Amarilis aborrezca,
     y conjure contra mí 315
     el veneno de su lengua.
El mar goza sus bonanzas,
     no siempre tiene tormentas,
     ya el apacible Favonio
     lleve a su bajel las velas. 320
No quiero que no se pida,
     que esa es vida Anacoreta
     de mendicante también
     quiero profese la regla.
Sólo quiero que al pedir 325
     ande Amarilis más cuerda,
     porque demandar a un pobre,
     es pedir agua a una peña.
27  Nec tamen indignum est a Divite munera posci, Cosa gloriosa es pedir
Munera poscenti, quæ dare possit habet.      al que es rico, pues las venas 330
     de Ofir y de Potosí
     le tributan con franqueza.
allí podrá a sus raudales
     pagar la sed, que le aqueja,
     que es tántalo el apetito, 335
     si aquesto de un pobre espera.
Del mineral caudaloso
     las entrañas opulentas (53)
     os franquearán el tesoro,
     que os niega la tierra yerma. 340
Buscad en Ceilán rubíes,
     el Sur os dará sus perlas,
     la Camboya sus diamantes,
     el Pactolo de oro arenas.
28  Capite de plenis pendentes vitibus uvas. Coged de la vid fecunda 345
Præbeat Altinoi popa benignus ager.      pendientes las uvas tiernas, [233]
     y mejor el (54) fértil campo,
     la fruta os dará que engendra.
Pero el pobre represente
29  Officium numeret pauper, studiumque, fidemque.      la fe, que le guarda cierta; 350
     que como es dote del alma
     por más alto se precia.
Signifíquele su amor,
     que hallará correspondencia;
     porque una vihuela amante 355
     con otra muy bien se alterna.
Descúbrale sus talentos,
     de sus gracias haga muestra;
     que estas tal vez más la rinden,
     que el tesoro de Venecia. 360
Quod quis habet, Dominæ conferat omne suæ. Rinda cada cual amante
     a los pies de quien celebra (55)
     bienes, que le dio fortuna,
     le franqueó naturaleza.
Yo de mi parte no aplaudo 365
     de mi amor la gran firmeza,
     la fe, que guardo, a quien hice
     del alma perfecta entrega.
30  Est quoque carminibus meritas celebrare (56) puellas Sólo por tesoro gozo
Dos mea, quam volui, nota fit arte mea.      lo opulento de mi vena, 370
     cuyas diáfanas corrientes
     son vida a muchos poemas.
Con ella celebra Ninfas,
     retrato su gentileza
     mejor que el pincel de Apeles 375
     con las líneas de mis letras.
Y a la que ha adorado el alma
     con fe y amante terneza;
     la rotule en el Parnaso
     para su memoria eterna. 380
Divulgando su apellido
     a la parte más extrema,
     granjeándose más elogios
     en mis Versos que en su Estrella.
Que aunque su mesma beldad 385
     trompa de si propia fuera, [234]
     pero en alas de mi pluma
     mejor voló su grandeza.
Mayor don en mis aplausos
     su hermosura se granjea, 390
     que si del oro y las galas
     ataviara su belleza,
31  Scindentur vestes; gemmæ franguntur, et aurum: Porque las galas gastan,
Carmina, quam tribuent, fama perennis erit.      y el uso las piedras quiebra.
     el tiempo consume el oro, 395
     y destruye la riqueza.
Pero la fama que adquiere
     un generoso Poema
     de los días no consume
     la repetida tarea. 400
En el Templo de la Fama
     vive su memoria eterna,
     cuyo sagrado el olvido,
     ni los años atropellan.
Del laurel que le corona, 405
     el verdor nunca se altera,
     viviendo inmune a los rayos
     de la envidia más sangrienta.
32  Nec dare, sed pretium posci dedignor, et odi; Franqueo el don sin más ruegos
Quod nego poscenti, desine velle, dabo.      que mi natural largueza, 410
     y así obligarme a la paga,
     es irritar mi paciencia.
Pedir el precio, no arguye
     amor, de interés si es seña,
     que peticiones al don, 415
     de interesados alegan.
Porque en lo que niego avaro,
     la petición niego necia;
     pues cuando amo, me anticipo
     a la propia diligencia, 420
Que el ser franco, y ser amante,
     tan uno es sin diferencia
    que el que oyó decir amor,
     se equivocó con franqueza. [235]

Fin



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Otras Flores

Aunque pocas del culto ingenio y floridísimo poeta, el doctor don Hernando Domínguez Camargo, autor del poema heroico de San Ignacio de Loyola, fundador de la muy ilustre y sapientísima religión de la Compañía de Jesús.

     Cuanta es mayor la variedad de las flores, tanto más vistoso sale el ramillete que de ellas se compone; y mejor logran los ojos el desvelo de su atención, y el buen gusto de su curiosidad; y tal vez, para que salga de mejor aliño, es industria del que curioso la teje, mendigar las flores de distintos jardines, para que Flora, que atiende desvelada al aseo de todas, en unos estudia más el aliño de la rosa, en otro el candor de la azucena, y en otros tiñe mejor la púrpura del clavel; de esta traza se valió mi ingenio, al recoger las flores de ese ramillete, que te ofrezco, pues no sólo entretejí algunas del afeado vergel de mi maestro; pero también estas del culto jardín de el doctor Hernando Domínguez Camargo; porque con estas últimas sobresaliesen [236] más vivos los esmaltes de las primeras: el dolor que tengo es, que sean tan pocas, siendo tan buenas (quizás porque tuviese más de precioso por lo raro) más las distancias de estas partes del Pirú, a aquellas del nuevo Reino de Granada, donde floreció, nos franqueó tan poco de estas riquezas, que el interés de el ingenio no es tan poco decoroso, como el del oro. Y no por peregrinas, y extranjeras serán mal admitidas estas flores, serán mal recibidas estas rosas, como aquellas que enviaba Egipto al César Romano, pues el mesmo que las traía por nuevas, las despreció por comunes. Oye cómo lisonjea Marcial en este epigrama a su Emperador:

                       
                                   Ut nova donativi; Cæsar, Nilotica tellus,
                                        Miserat hibermas ambitiosa roas:
Mar. l. 6. Epig. 80.                                    Nativa derisit Pharios, Menphicus hortos,
                                        Urbis ut intravit limina prima tuæ.
                                   Tantus veris honos, et odoræ gratia Floræ,
                                        Tantaque pastani gloria ruris erat.
 




At an. Baso.
Pues en mí no se pueden hallar los motivos, que concurrieron en el poeta, porque ni pretendo adular a mi maestro, ni vivo tan pagado de las flores de mis poemas, que menosprecie las de otros; ni son de tan mala gracia, ni tan demasiado el nácar de la rosa deste gran poeta, que no pueden descollar: no digo ya entre los más cultivados jardines de Flora; pero entre los más amenos, y floridos vergeles de Hipocrene. Recibe en esa flor todo el jardín; en ese grano toda su dorada espiga; y en esa migaja todo el pan de flores de aquel fecundo ingenio, como rebién, aunque a diverso intento, el otro: In grano spicam, in mica totum panem.

[237]

                                                                                                                                         
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A don Martín de Saavedra y Guzmán

Caballero del Orden de Calatrava, y Presidente que fue en la Real Audiencia del Nuevo Reino de Granada.

Soneto
 
ArribaAbajoTu Espada, con tu Ingenio esclarecido
     Tu sangre, con tu Dicha, han fabricado
     cuatro partes a un Mundo, revelado
     al tiránico Imperio del olvido.
Sólo podrás de ti ser excedido, 5
     is rompiéndole el margen a tu hado,
     a lo imposible investigares vado;
     y habrás de humano dudas admitido.
Estrecho es a tu luz nuestro Hemisferio,
     al mundo del obrar le das columna, 10
     contigo tus Oficios acreditas.
El Rey te sobra en tu amoroso Imperio,
     mayor eres en ti, que tu fortuna,
     cuando eres más que tú, mejor te imitas. [238]
 
 
ArribaAbajo

A un salto por donde se despeña el Arroyo de Chillo

     ArribaAbajoCorre arrogante un arroyo
          por entre peñas y riscos,
          que enjaezado de perlas
          es uno otro cristalino.
     Es el pelo de su cuerpo 5
          de aljófar, tan claro y limpio,
          que por cogerle los pelos,
          le almohazan verdes mirtos.
     Cíñele el pecho un pretal
          de cascabeles tan ricos, 10
          que si no son cisnes de oro,
          son ruiseñores de vidrio.
     Bátenle el ijar sudante
          los acicates de espinos,
          y él es tan arrebatado, 15
          queda a cada paso brincos.
     Danle (57) sofrenadas peñas
          para mitigar sus bríos,
          y es hacer que labre espumas
          de mil esponjosos grifos. 20
     Estrellas suda de aljófar
          en que se duda a si mismo,
          y atropellando sus olas,
          da cristalinos relinchos.
     Bufando cogollos de agua, 25
          desbocando corre el río,
          tan colérico, que arroja
          a los jinetes alisos.
     Hace calle entre el espeso
          vulgo de árboles vecino, 30
          que irritan más con sus varas
          al caballo a principio.
     Un corcovo dio soberbio
          y a estrellarse ciego vino
          en las crestas de un escollo, 35
          gallo de montes altivo.
     Dio con la frente en sus puntas,
          y de ancas en un abismo,
          vertiendo sesos de perlas
          por entre adelfas y pinos. 40
     Escarmiento es de arroyuelos,
          que se alteran fugitivos,
          porque así amasan las peñas
          a los potros cristalinos. [239]
 
 
     A imitación del romance pasado hizo mi maestro éste en metáfora (58) de un toro; cotéjalos pero a mi entender, más airosa es la metáfora de el Potro; no sé porque no la siguió, debió de ser, porque se le debiese la gloria de ser el primero en esta. O lo más cierto, por lo que dijo Policiano: Sed ut bene currere nono potest, qui pedem ponere fiudet in alienis vestigiis; ita nec bene scribere, qui tanquam de præscripto non audet egredi.



Polic.
 
ArribaAbajo

Al mesmo arroyo, en metáfora de un Toro

Romance
 
     ArribaAbajoDe una elevada montaña
          un arroyo baja altivo,
          que agitado de sus hondas
          es un Toro cristalino.
     Al coso llega de un valle, 5
          donde en sonorosos silbos
          le azora el Favonio alegre
          entre las hojas de alisos.
     Furioso cava la arena,
          y envuelta en blanco rocío, 10
          al viento la esparce en nube,
          por segar al viento mismo.
     Festivo el vulgo de plantas,
          por segar al viento mismo.
          si provoca su furor, 15
          no menos burla sus bríos.
     Armados todo de púas
          se le atreve un verde espino,
          y al herirle con sus puntas,
          el valle llena a bramidos. 20
     Un alto sauce le llama
          de un ramo a los breves giros,
          y al embestirse furioso,
          hurta la rama advertido.
     Murado de sus puñales 25
          le azora un gallardo lirio;
          y cuando piensa le hiere,
          por mil partes sale herido.
     Hasta de menudas guijas,
          así se mira oprimido, 30
          que tropezando con ellas,
          todo el campo mide a brincos. [240]
     Mas de un peñón eminente
          le aguarda un hermoso mirto,
          que por ser galán del bosque 35
          caballo le sirve el risco.
     Con el rejón de un cogollo
          se cerviz hiere atrevido,
          y reventando cristales
          salpica el margen vecino. 40
     Donde los claveles rojos
          logran sus colores finos,
          y aun salpicada la rosa
          a trechos mira el vestido.
     Los árboles que enrejados 45
          son barreras desta sitio,
          al azotarle sus ramos
          espuma labran sus vidrios.
     Esgrime su media luna
          contra un escollo, que quiso 50
          dar escarmiento a arroyuelos,
          que se envanecen altivos.
     Pues a embestirle furioso,
          así deshace sus bríos,
          que esparcido todo en perlas, 55
          cada perla es un aviso.
 
 
ArribaAbajo

A la muerte de Adonis

hizo el insigne poeta Francisco López de Zárate un romance que comienza: Hojas deshojadas vierte a un valle que las recoge, etc. A cuya imitación hizo el poeta el que se sigue.

Romance
 
     ArribaAbajoEn desmayada beldad
          de una rosa, Sol de flores,
          con crepúsculos de sangre
          se transmonta oriente joven.
     Cortola un dentoso arado, 5
          que a no ser de hayal torpe,
          por la púrpura que viste,
          le juzgará marfil noble.
     Cerdoso Júpiter vibra
          rayos marfil sobre Adonis, 10
          y al alma que trae de Venus,
          hiere más, mientras más rompe.
     Espumoso coral vierte,
          que en verde esmeralda corre,
          mar de sangre, en quien a Venus 15
          naufragio prepara Jove.
     Verdugo monstruo ejecuta
          de inflexible Dios rencores,
          y siendo amor el vendado,
          son cadahalsos los montes. 20
     �Ay fiera sangrienta! Dice;
          si asegundarte dispones,
          advierte, que en la de Venus
          no en mi vida has dado el golpe
     Y matar una mujer 25
          con hazaña tan enorme,
          mas para escupida es,
          que para esculpida en bronce.
     Con esto se cino a tierra
          esta hermosura Faetonte, 30 [241]
          y exhala beldad ceniza
          del Sol que agoniza ardores.
     De la herida a la ventana
          el alma al golpe asomose,
          y aunque halló en la sangre escalas 35
          saltó atrancando escalones.
     Cuando de cansar las fieras,
          ciudadanos de los bosques,
          venía la Diosa Venus
          guisando a su amante amores. 40
     Perlas desata en la frente,
          y su cuerpo exhala olores,
          que en amorosa porfía
          mejillas, y aire recogen.
     Juega la túnica el viento, 45
          y entre nube holanda expone
          relámpagos de marfil,
          migajas de perfecciones.
     Arroyo de oro el cabello
          libre por la espalda corre 50
          de la cual pende una carcax,
          vientre de dardos veloces.
     Duplica en la espalda flechas,
          rigores ostenta dobles,
          bruñido dardo a las fieras, 55
          sutil cabello a los hombres.
     Al pequeño pie el coturno
          le pone arminas prisiones
          blando muro a dura espina,
          que a tanta beldad se opone. 60
     Fuentes le abrió de coral,
          quizá previniendo entonces,
          que tanto fuego tuviese
          por la sangre evacuaciones.
     Hilos de rubí desata 65
          para que su nieve borden,
          con que en late de las rosas
          lacteos purpureó candores.
     Ramos de sangres en tal Cielo
          fueron cometas atroces, 70
          que le escribieron desastres
          en tan sangrientos renglones.
     Espoleole a su desgracia
          con la espina, y arrojose
          desde el risco del amor, 75
          al zarzal de confusiones.
     Trajinaria de distancias
          la vista escudriña el Orbe,
          ve un atleta con la muerte
          luchando en rojas unciones. 80
     A Adonis vio jaspe yerto,
          por lo manchado y lo inmoble,
          y por dudar lo que ve,
          adrede le desconoce.
     Asómase toda el alma 85
          a los ojos, conociole,
          y por dudar o engañarse,
          con engaños se socorre
     Beber la muerte en sus labios
          cervatilla herida escoge, 90
          muerte bebe en barro y vida,
          en boca rubí propone.
     A voces le encaña el alma,
          y a la de Adonis sus voces,
          como se va por la herida, 95
          son a su prisa empellones.
     Mira al Cielo de su rostro,
          que alumbraban zarcos Soles,
          y halla que a eclipsarlos vino
          la Luna de su desorden. 100
     De las mejillas, que en rosas
          desabrocharon botones,
          si bordados, no alelíes,
          cárdenas violetas coge.
     El panal dulce del labio, 105
          que entre ambrosía daba olores,
          si es ámbar flor maltratada,
          hiel de néctar corresponde.
     Mas las víboras de sangre,
          que arrastran por las flores, 110 [242]
          nueva Eurídice la muerden,
          miembros de mármol la ponen.
     Rabiosamente se arroja,
          y es el remedio que escoge,
          beberle en la boca el mismo 115
          veneno que la corrompe.
     La boca avecina al labio,
          a heredarle el alma, adonde
          como llegó Venus muerta,
          alterna muerte matoles. 120
     �Ay Píramo! �Ay Tisve nuestra!
          riscos ablandáis que os lloren,
          pues caváis en una herida
          hoyo a dos vidas conforme.
     Con las palabras enjagua, 125
          y dando nieve en sudores,
          con cansados huelgos dice
          a estas quejas a los Dioses.
     �Ay Dios bronce! �ay Dios diamante!
          �ay Júpiter!, cuando adores 130
          a Europa toro, oro a Dafne,
          tus amores se malogren.
     �Ay Apolo vengativo!
          cuando con pies voladores
          sigas a Dafne, de ingrato 135
          laurel tus sienes corones.
     �Ay náufraga vida mía!
          que un mar bermejo te sorbe,
          y en la roca de la muerte
          te estrellas ya sin tu Norte. 140
     Dijo, y por la herida misma,
          hasta el corazón entrose,
          que aun más allá de la vida
          un dulce amor le traspone.
 
 
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Al agasajo con que Cartagena recibe a los que vienen de España

 
ArribaAbajoEsta mal de la tierra descarnada,
     si con poca bisagra bien unida,
     está mal en las ondas embarcada,
     si bien de sus impulsos repetida:
     Península Cartago, que ha que nada 5
     foca de arena, siglos mil de vida,
     a uno y otro Jonás, que el mar le induce,
     a Nínives de plata los traduce.
Esta de nuestra América pupila,
     de salebrosas lágrimas bañada, 10
     que al mar las bebe, al mar se las destila (59)
     de un párpado de piedra bien cerrada:
     digo de un Metro Real, que recopila
     es su niñera breve dilatada
     Babilonia de pueblos, tan sin cuento, 15
     que les ignora el Sol su nacimiento.
Esta sedienta imán de inquietos mares, [243]
     esta pina de excelsos edificios,
     consagra a la piedad cultos Altares,
     para libar en todos sacrificios, 20
     a los que Europa trasladó a sus lares,
     a los que en trechos recibió propicios,
     que sorbidos de hidrópicas marinas,
     a sus templos consagran sus ruinas.
Esta blanco pequeño de ambos mundos 25
     de veleras saetas asestado,
     que vencidos mares iracundos,
     a su puerto su proa han destinado:
     do de Europa, de América fecundos
     partos le expone aquel, este costado, 30
     que al Sur remite, al Norte le desata
     la plata en ropas, y la ropa en plata.
Esta en la selva de sus techos rica,
     uno y otro ciprés de piedra erige,
     en una y otra torre, que edifica, 35
     Norte, que mudo los abetos rige:
     argos esta sus cumbres se dedica,
     y linces ojos a la mar dirige,
     por albergarlos en sus ojos antes,
     aun en poder del mar, aun cuando errantes. 40
Esta, pues, Cartagena está varada
     Nao de piedra, en la tierra, cuya popa
     Templo a la Virgen se erigió sagrada,
     timón dedica un cirio a errante tropa:
     que de Argo naveta mudó voz callada, 45
     ecos oye de luz, en los que Europa
     faroles le responde, con que luego
     mudos se hablan con la voz de fuego.
Esta, pues, monte verde Polifemo,
     que ilustran los espacios de su frente 50
     de un ojo de un farol, así supremo,
     que es mucha llama su pupila ardiente:
     su pie le da a besar a cuanto el remo
     desde las naos le aborta hesperia gente
     en hormigas de pino, en las barquillas, 55
     que de Españoles pueblan las orillas. [244]
Estos su patria no extrañan suelo
     en esta, que es común patria del Orbe,
     en tan pequeño sitio, en tanto Cielo,
     que sin que inmenso número le estorbe, 60
     multitudes alienta su desvelo,
     millones su piedad de pueblos sorbe,
     pues firmamento ya del suelo medra
     el que ciñe Zodiaco de piedra.
 
 
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A la Pasión de Cristo, por Hernando Rodríguez Camargo

a imitación de otro del muy R. P. M. Fr. Hortensio Feliz Paravicino, Predicador de las Majestades de Filipo Tercero el Piadoso, y Filipo Cuarto el Grande.

Romance
 
     ArribaAbajoEn dos cruzados maderos,
          nudosos monstruos del bosque,
          que aún para leños son rudos,
          si para troncos disformes.
     Con más heridas que miembros 5
          vinculado miro a un hombre,
          víctima, que pensil muere,
          porque vivan Absalones.
     Sierpes de rubí se arrastran
          por la livia de aquel monte, 10
          benjamines, que si nacen,
          es porque matan atroces.
     Matricidas que revientan,
          porque la piel los aborte,
          y en la vaina de las venas 15
          son palpitantes estoques.
     Racimo en mostos bañado,
          blandido el vástago enorme,
          hueso a hueso y nervio a nervio
          descoyuntado lo expone. 20
     Insensible se estremece
          a tanto tormento el roble,
          no más, que de afinidad,
          que contrajo en los dolores.
     Muchas blasfemias le vibran 25
          del vulgo las irrisiones,
          sin que su inocencia muda
          por sus agravios abogue.
     Oídos sus muchas llagas
          le vocean cuantos oyen, 30
          y el hidrópico de injurias
          ecos las consagra dobles.
     Bárbara impiedad estudia,
          Diadema, Clavos y Mote,
          que afrentado lo lastimen, 35
          que atormentado lo mofen.
     Rayo inmundo las salivas,
          en sus hermosas facciones
          vibra más en la bella
          desgarrados deshonores. 40
     En el campo de su carne,
          los azotes, los cambrones,
          purpúrea vid se desatan,
          que mucha hermosura estorbe. [245]
     Las que encadenó zafiro 45
          selladas gotas se encogen,
          preñados racimos son,
          que vendimiaron sayones.
     En las bien surcadas pieles,
          porque hondas orillas logren, 50
          por entre rocas de huesos,
          torrentes purpúreos corren.
     Feo hermosamente el rostro,
          a pesar de los rigores.
          derrotada beldad nada 55
          en náufragas perfecciones.
     �Qué Sol vivió aquellos miembros,
          que aun entre cenizas torpes,
          con ser tan grande el Ocaso,
          le están latiendo candores? 60
     Mal se doctrinan (60) los clavos,
          porque opriman y no corten
          manos, que trastornan Cielos,
          pies que huellan esplendores.
     Ejes deste Cielo ceden, 65
          y es forzoso que se agobien;
          que manos que cargan mundos,
          doblan atlantes de bronce.
     Cuatro rosas desnudan
          de los clavos los botones, 70
          para que en manos y pies
          caliente carmín deshojen.
     El peso le da a las manos
          roturas que desabrochen,
          para que en los pies el clavo 75
          rugosos labios le doble.
     Espinoso laberinto
          la cruda diadema impone
          duro yugo a la melena,
          Zodiaco de Escorpiones. 80
     Nilo es dorado el cabello,
          porque en rojos marañones
          las avenidas de sangre
          crecientes de oro arrebolen.
     Greñas en la espalda ondean, 85
          de oro y carmín chamelotes,
          crenchas en el rostro baten
          de sangre y luz tornasoles.
     Su descabellado enredo
          en dubias inundaciones 90
          si hace al oro que se anegue
          hace al carmín que se ahogue.
     Anegados en su sangre
          de los ojos los faroles,
          entre el golfo del cabello 95
          ya aparecen, a se esconden.
     Crece el Piélago sus iras,
          y en sus últimos angores,
          en rocas de mermellón
          hace que su luz zozobre. 100
     Lirio destroncado el labio,
          que clavel ardió en rubores,
          nácar fue de blancos dientes,
          ayer perlas, hoy carbones.
     Cuna arrulló de rubí 105
          todo el Sur en netos Orbes,
          ya sepulcro de ceniza
          hace que en sombras reposen.
     La barba partida enredan
          torzales de nácar, donde 110
          carámbanos de coral
          los cuajados nudos formen.
     Al cadáver de la lengua
          entre cárdenos terrones,
          poca hiel y mucha sangre 115
          el túmulo le componen.
     Elevado el paladar
          es escollo, donde topen
          en la canal del aliento
          en hilos, que se derroten. 120
     Rosada mejilla estraga
          de acerada mano el golpe;
          menos crudo sea el arado,
          cuando los claveles tronche. [246]
     Como el piélago en la brilla 125
          blancos lame caracoles,
          como al lilio en los vergeles
          le están peinando los nortes.
     Lágrimas y sangre inundan
          cruentamente salobres 130
          en la nariz la eminencia
          de una escollada torre.
     Una mujer a su lado,
          a tanto mar roca inmoble,
          al piélago de tormentos 135
          yunque inflexible se expone,
     Madre la dije afligida,
          de aquel Hijo, que socorre
          con beberle esponja viva
          de sus ansias las mayores. 140
     En su vista arden las almas,
          en su dolor tan conformes,
          que se engazan en sus penas
          yedras los dos corazones.
     Ecos se alternan y rocas, 145
          en quien quiebra, en quien responde
          una alma sola en dos pechos,
          mucho amor en pocas voces.
     En la vista bebe aquel
          de aquesta las aflicciones, 150
          y en los párpados se brindan
          de mucha hiel amargores.
     Inorme el rigor jubile
          en su carcax los arpones;
          pues linces dardos se tiran 155
          amorosamente atroces.
     El siniestro lado ocupa
          ave Real, aquel Joven
          que peinó con sus pestañas
          átomos a sus fulgores. 160
     Heliotropio es de aquel Sol,
          que aunque el carmín lo arreboce
          legítima simpatías
          de sentimientos acordes.
     Este mira Sol de pluma, 165
          o esta Águila de flores,
          que con hojas siguió luces,
          que con ojos miró Soles,
     Ave, en la herida del pecho
          rayos de sangre conoce, 170
          flor del abierto costado
          rocíos de agua recoge.
     Un delito a dos mancebos.
          fija a dos troncos vi formes,
          de quien en coros alternos 175
          glorias atiende y baldones.
     Bebe tósigos el uno,
          si el otro antídotos coge;
          que tan nuevo centro hizo
          antípodas dos ladrones. 180
     Bastarda araña es aquel,
          si es abeja aqueste noble,
          que del jugo de una rosa
          miel y venenos componen.
     Porosa imán una imagen 185
          quiere que su labio agote
          tanta hiel, cuanta ella atrajo
          de acibarosos licores.
     Liba hiel, quien ya la tuvo
          para vibrar el azote, 190
          no la bebe, que te huye
          letargos a sus dolores.
     Esto se ha acabado (dijo)
          en corpulentos clamores,
          y al periodo vital 195
          punto la muerte le pone.
     De los Cielos las Esferas,
          ruedas son de ebrios relojes,
          que en sus ruedas desvanece
          Corifeo el primer moble. 200
     Por despeñarse a si fía
          el freno furioso coge,
          pues la virtud, que lo impele
          dándole está remezones. [247]
     A su volumen cerúleo 205
          un vaporoso desorden
          violentamente arrancó
          de sus dos ejes conformes.
     De su encaje se desatan,
          y con excéntricos topes 210
          se descaminan sus vueltas
          al precipicio discordes.
     Desanudados sus globos
          de sus diamantinos gonces,
          hacen, que en giros opuestos 215
          unos en otros se rocen.
     Al rubio Fanal del Cielo,
          que mariposa a Faetonte
          ardió golosa de luces,
          diole un soplo y apagole. 220
     Globo lleno el de la Luna,
          descarnado de arreboles,
          esqueleto es de los Astros,
          en que se arguyen feroces.
     Gotas de ese mar de luz 225
          les enjugó resplandores
          a las Estrellas, que son
          de lo que fueron borrones.
     Ciego al Cielo Polifemo
          le niega sostituciones, 230
          Argos, que acedó sus ojos
          con nocturnos alcoholes.
     Pabón de Zafiro el Cielo
          cerúleas ruedas depone,
          que hace agitada la tierra, 235
          que Astros su polvo le borre.
     Caducos riscos se mueven
          tan ágiles, tan veloces,
          como si arterias tuvieran
          con espíritu de azogue. 240
     Golfo la tierra parece,
          que en confusos Horizontes
          los olajes de collados
          se están alternando choques.
     El velo que le oyó a ludas 245
          las mal pagadas traiciones,
          rotas, como él, las entrañas,
          el aire puebla de horrores.
     Tejido Jordán se rasga,
          y en las orillas que rompe, 250
          maretas de lino grita,
          que arca a Cristo reconoce.
     Absalón de lino pende
          roto el pecho, porque el bote
          de la lanza, que hirió a Cristo 255
          le está desgarrando broches.
     En su caos los elementos
          confusos se desconocen,
          y en una pella se enredan
          leve y grave, luz y noche. 260
     Lenguada llama, ancho hierro
          en la muerte Antorcha entonces,
          pavesas de rubí apura,
          cenizas de agua descoge.
     Ambiguos raudales bebe 265
          aquella luz de dos cortes,
          y embriagada de agua y sangre,
          derrama lo que no sorbe.
     Intimándole a los clavos,
          que los huesos perdonen, 270
          como a Cordero la ley
          da regalías que goce.
     De sus carnes se revisten
          almas de muchos Varones,
          que a sus sustancias las urnas 275
          químicos fueron crisoles.
     Pío afecto dio al cadáver,
          porque tres Soles lo alojen,
          túmulo Virgen, que anime,
          plebeyo mármol, que informe. 280

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