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Reiteración y simbolismo en «Réquiem por un campesino español» de Ramón J. Sender

Borja Rodríguez Gutiérrez





Mosén Millán fue el primer título de esta novela. Y resulta lógico puesto que el personaje de Mosén Millán es el eje constructivo básico de la narración. En puridad asistimos a dos historias que se cuentan de forma intercaladas. Por un lado el breve espacio de tiempo en el que Mosén Millán espera inútilmente en la sacristía de la iglesia que lleguen los familiares y los amigos de Paco el del Molino para comenzar la misa de réquiem. Y por otro, la historia, extendida a lo largo de veinticinco años, de la vida y la muerte de Paco el del Molino. O mejor dicho, lo que Mosén Millán recuerda de esa vida, pues de la vida de Paco se nos dan una serie de escenas sueltas que son las que vienen a la memoria de Mosén Millán mientras espera el comienzo de la misa.

Esa doble línea narrativa se ve complementada por el romance anónimo que canta el monaguillo sobre la ejecución y la muerte de Paco. El romance cumple la doble función de dar entrada en la narración a una voz diferente de la de Mosén Millán y de realizar una narración anticipada, informando al lector de lo ocurrido antes de que los culpables recuerdos de Mosén Millán lleguen a ese momento.

Los recuerdos de Mosén Millán como hemos indicado son fragmentarios y no componen ni un discurso temporal ordenado. La información temporal es escasa y muchas veces desaparece (en una ocasión incluso es errónea aunque Sender no llegó nunca a rectificar ese error1). En su viaje mental por los caminos de la memoria Mosén Millán presenta al lector un retrato de Paco basado en una serie de escenas significativas. Se podía decir que la técnica de presentación del personaje es impresionista. No hay una descripción detallada y hay muchas facetas de la personalidad de Paco que no se nos presentan (la sentimental por ejemplo).

Este tipo de presentación va en consonancia con las pequeñas dimensiones de la novela que no son propias para detallados estudios psicológicos ni para caracterizaciones muy detalladas de los personajes. Casi todos ellos están presentados a través de estas técnicas impresionistas, por medio de escenas significativas que nos puedan hacer concebir una imagen del personaje. Así pasa con las apariciones del Sr. Cástulo en las que se insiste en su frialdad y en su capacidad para el doble juego, o en las de Don Valeriano del que destaca si hipocresía y su hipertrofiado sentido de la dignidad que le hace ofenderse porque Paco se ha servido de una botella sin pedirle antes permiso.

Esta caracterización básica de los personajes, con la que cada uno de ellos queda definido por uno o dos rasgos significativos es la más adecuada para la función que el autor quiere dar a la novela: una representación simbólica de la guerra civil española, de sus causas y de sus consecuencias, de los elementos principales y de los agentes del conflicto. En este sentido se puede definir el Réquiem por un campesino español como una cuidada y completa alegoría.

Esta representación simbólica puede resumirse de la siguiente manera.

  1. En (una pequeña aldea - España) viven (Paco el del Molino - El pueblo español) y (Mosén Millán - la Iglesia Española)
  2. (Paco el del Molino - El pueblo español) y (Mosén Millán - la Iglesia Española) han estado muy unidos cuando (Paco el del Molino - El pueblo español) era niño, pero cuando madura y empieza a tomar conciencia de las injusticias y de las contradicciones del lugar donde vive se va separando de (Mosén Millán - la Iglesia Española) y más cuando (Mosén Millán - la Iglesia Española) no le ofrece más solución a sus inquietudes que la resignación y la aceptación de la injusticia.
  3. (Paco el del Molino - El pueblo español) decide tomar parte en la política buscando una mayor justicia, conseguir favorecer a los más necesitados del pueblo y repartir mejor las propiedades entre todos.
  4. Los hechos de (Paco el del Molino - El pueblo español) provocan la alarma de (Don Valeriano y Don Gumersindo - La propiedad tradicional). Don Valeriano además no sólo es rico por derecho propio sino representante de (El Duque - capitalistas) que nunca viene por el pueblo ni hace nada por él pero que les cobra por el uso de las tierras. También se interesa por la actividad de (Paco el del Molino - El pueblo español) otro de los personajes importantes del pueblo (El Sr. Cástulo - La burguesía adinerada) que primero intenta congraciarse con (Paco el del Molino - El pueblo español) pero que cuando llega el conflicto se vuelve contra él y se alía con (Don Valeriano y Don Gumersindo - La propiedad tradicional).
  5. (Mosén Millán - la Iglesia Española) contempla con alarma y desconfianza la actividad de (Paco el del Molino - El pueblo español), se siente atacado por éste y se pone del lado de (Don Valeriano y Don Gumersindo - La propiedad tradicional) a los que se siente obligado por haberle ayudado económicamente. Además (Mosén Millán - la Iglesia Española) queda muy dolido cuando (Paco el del Molino - El pueblo español) toma la iniciativa de no suprimir ceremonias religiosas por las que (Mosén Millán - la Iglesia Española) cobraba.
  6. El conflicto fundamental estalla cuando (Paco el del Molino - El pueblo español) decide acometer el tema de las propiedades (Dejar de pagar las tierras al Duque - Reforma agraria).
  7. En Julio de 1836 (Los señoritos de la ciudad - tropas extranjeras) entran en (la aldea - España), asesinan a la población indefensa y nombran a (Don Valeriano - Franco) como (Alcalde - Dictador) deponiendo por la violencia al legítimo gobierno. Antes de ese mes de Julio (Mosén Millán - la Iglesia Española) y (Don Valeriano y Don Gumersindo - La propiedad tradicional) se han reunido con frecuencia para preparar el golpe, reuniones a las que ha querido asistir (El Sr. Cástulo - La burguesía adinerada) pero en las que no ha sido admitido por que no había confianza en sus intenciones. No obstante (El Sr. Cástulo - La burguesía adinerada) que siempre juega a dos barajas hace causa común con las tropas de (Don Valeriano y Don Gumersindo - La propiedad tradicional).
  8. Bajo el gobierno de (Don Valeriano - Franco) comienza un reinado del terror. (El zapatero - El librepensamiento) es asesinado, (El médico - la ciencia) encarcelado, (El Carasol - las reuniones populares) ametrallado y (la Jerónima - Las antiguas tradiciones populares) antes una figura importante en el pueblo queda reducida a una vieja enloquecida por el sufrimiento. Mientras reina la violencia (Mosén Millán - la Iglesia Española) se refugia en el interior de la iglesia y no hace nada para impedirla ni para aliviar los sufrimientos de la gente. Tan sólo presenta una protesta formal porque se asesina a la gente sin darle tiempo a que puedan confesarse.
  9. Para que la victoria de (Don Valeriano - Franco) sea completa es preciso la completa derrota de (Paco el del Molino - El pueblo español). Para ello presta una decisiva colaboración (Mosén Millán - la Iglesia Española) que traiciona a (Paco el del Molino - El pueblo español) y le entrega para su ejecución.
  10. La traición no es olvidada y por eso cuando (Paco el del Molino - El pueblo español) quiere volver a restablecer los lazos con los vencidos por medio de una Misa de Réquiem que nadie le ha pedido, se encuentra con una iglesia vacía a la que sólo asisten (Don Valeriano y Don Gumersindo - La propiedad tradicional) y (El Sr. Cástulo - La burguesía adinerada), los enemigos y asesinos de (Paco el del Molino - El pueblo español). Al final la misa se convierte en una burla sangrienta del sufrimiento de (Paco el del Molino - El pueblo español).

Esta alegoría está desarrollada por el autor a través de una técnica narrativa que se basa en la reiteración de elementos significativos y en la alternancia temporal a través de la intercalación de secuencias que van del presente (Mosén Millán esperando en la sacristía) al pasado (Historia de Paco) y viceversa.

Las secuencias son veintiuno y se ordenan de la siguiente manera.

  Presente Romance Pasado
1 Mosén Millán espera.    
Inmóvil. Ojos cerrados    
Ruido del Potro en la calle    
...el recuerdo de su desdicha
Esperaba que los parientes
acudirían...
   
...nadie la había encargado    
Amigos y enemigos
Pregunta al monaguillo - Nadie en la
iglesia
   
  Ahí va Paco el del Molino,
que ya ha sido sentenciado,
y que llora por su vida
camino del camposanto.
 
Recuerdo del monaguillo.
Extremaunción
   
  y al llegar frente a las tapias
el centurión echa el alto.
 
Pregunta al monaguillo - Nadie en la
iglesia
   
Zapatero nuevo y viejo    
2     Bautizo
3 Veintiséis años después    
Olor de las perdices    
  ya los llevan, ya los llevan
atados brazo con brazo.
 
Monaguillo - No hay nadie    
4     Bautizo
    Presentación de la Jerónima
    y del médico
5 Jerónima, vieja y loca    
Monaguillo - No hay nadie    
...cerró los ojos y esperó...    
  Las luces iban po'l monte
y las sombras por el saso...
 
6     Infancia
    Unión Paco-Mosén Millán (6 años)
    Monaguillo (7 años)
    Visita del Obispo - Semana Santa
    Muerte del anciano en las cuevas
    Preguntas sin respuesta
    Influencia del padre
7 Veintitrés años después...    
Monaguillo - No hay nadie
...con la cabeza apoyada en el
muro...
   
...con los ojos cerrados...    
  ...Lo buscaban en los montes,
pero no lo han encontrado;
a su casa iban con perros
pa que tomen el olfato;
ya ventean, ya ventean
las ropas viejas de Paco.
 
8     Juventud
    Alejamiento de Mosén Millán
    Lavadero - Mozos del pueblo
    Ritos de iniciación
Rentas del duque. Padre. Preguntas
a Mosén Millán
¿Qué miseria? Todavía hay más
miseria en otras partes.
9 Llegada de Don Valeriano    
...seguía con los ojos cerrados    
y la cabeza apoyada en el muro    
...seguía con los ojos cerrados...    
...sin abrir los ojos...    
...siguió con los ojos cerrados...    
Hipocresía    
  ...en la Pardina del monte
allí encontraron a Paco;
date, date a la justicia,
o aquí mismo te matamos.
 
Pagar la misa    
10     Noviazgo y Boda
    Sacrificio del padre. Críticas de M. Millán
    Trabajador
    Incidente con la Guardia Civil
    Diferencias M. Millán - Paco
    Zapatero - Aviso del cambio político
    Sr. Cástulo
    Enfrentamiento Jerónima Zapatero
11 Siete años después...    
...sentado en el viejo sillón de la sacristía...    
No abría los ojos...    
D. Valeriano: Nunca escucha a nadie    
D. Gumersindo: No hay nadie    
  Ya lo llevan cuesta arriba
camino del camposanto...
 
...quería evitar que el monaguillo
dijera la
   
parte del romance en la    
que se hablaba de él    
  aquel que lo bautizara,
Mosén Millán el nombrado,
en confesión desde el coche
le escuchaba los pecados.
 
D. Gumersindo. Pagar la misa    
12     Boda
13 D. Gum. y D. Val. Hablan sin
escucharse
   
14     Actividad política
    Elecciones
    Gente baja
    Reforma agraria-Huida del Rey-
    Bandera tricolor
    Sr. Cástulo: A dos barajas
    Paco concejal
    Impago de rentas-Enfrentamiento
    D. Valeriano-Paco
15 ...desde su sacristía...    
  Entre cuatro lo llevaban
adentro del camposanto,
madres, las que tenéis hijos,
Dios os los conserve sanos,
y el santo ángel de la Guarda
 
16     Actividad política - Golpe de estado
    Paco se aparta de la iglesia
    M. Millán con los ricos (ingratitud)
    Paco - Avances sociales
    Disgusto M. Millán: romería.
    Cree a D. Valeriano y no a Paco
    Zapatero - Piedra y Cántaro
    M. Millán se ofrece como víctima
    Reuniones M. Millán y Ricos (no Cástulo)
    Julio. Se va la Guardia Civil
    Llegan los señoritos
    Paliza al zapatero
    Asesinato de seis campesinos
    Cadáveres en la cuneta
    M. Millán. Protestas a D. Valeriano (alcalde)
    extremaunción y rezos
    Burlas de Jerónima al zapatero
    Muerte del zapatero
    Arrepentimiento de Jerónima
    Asesinato de cuatro concejales
    Agente de Rusia
17 Desde la sacristía    
18     Represión
    Paco se esconde. M. Millán
presume ante la familia de saber su
escondite.
    El padre habla.
    Además de los asesinatos lo único
que aquellos hombres habían hecho
en el pueblo era devolver las tierras
al duque
    M. Millán presionado
    Pistola. Cobardía. Denuncias.
Promesas
    D. Cástulo. Ametrallamiento del
Carasol
    11/12 heridas. Muertas. Médico
encarcelado.
    Paco se defiende. Recurren al cura
19 Un año después...    
Don Cástulo. Pagar la misa.    
Cerró una vez más los ojos...    
  En las zarzas del camino
el pañuelo se ha dejado,
las aves pasan de prisa,
las nubes pasan despacio...
 
Potro en la iglesia    
Ninguna persona,    
pero una mula ha entrado...    
Potro suelto    
padre enfermo    
mujeres medio locas    
animales y hacienda abandonados    
Se echa a la mula    
  Las cotovías se paran
en la cruz del camposanto
 
20     Represión
    Embajada de M. Millán
    Alusión a la familia
    Empujones y culatazos
    Aire culpable (cojera y barba)
    Discursos: imperio,
    destino inmortal, orden, fe
    Paco al camposanto
    M. Millán los confiesa
    ¿Qué puedo hacer yo?
    ¿Te arrepientes de tus pecados?
    Paco cubierto de sangre
    ¡Usted me conoce!
    Mosén Milláncallaba, con los
    ojos cerrados y rezando
    Él me denunció... Mosén Millán
    Reloj y pañuelo
    Desdén involuntario
    Dos semanas sin salir
    Locura de la Jerónima
21 Un año había pasado...    
Reloj y pañuelo. No se había atrevido...    
  ...y rindió el postrer suspiro
al señor de lo creado. Amén
 
Salió al presbiterio    
y comenzó la misa    
...en la iglesia no había nadie    

La estructura que hemos reflejado en el cuadro ofrece por lo tanto tres líneas narrativas: la espera de Mosén Millán que se sitúa en el presente y que apenas dura una hora, el romance que durante esa espera canta el monaguillo y que sirve para anticipar al lector algunos elementos del destino de Paco y los recuerdos de Mosén Millán que forman el grueso de la novela.

En las secuencias impares (las del presente) el autor acumula unas repeticiones que sirven para hacer más presente al lector algunos elementos que tienen gran fuerza dentro de la interpretación simbólica de la novela.

El primero de ellos es la pregunta de Mosén Millán sobre la presencia de gentes en la iglesia y la constante respuesta del monaguillo: No hay nadie en la iglesia. La pregunta y la respuesta aparecen en la secuencia uno (en dos ocasiones), en la tres, en la cinco, en la siete, en la once (esta vez responde Don Gumersindo), y en la diecinueve. Mientras se oye esta serie de negativas van llegando a la Iglesia las únicas tres personas que asistirán a la misa. Los tres ricos del pueblo, los enemigos y asesinos de Paco. Pero eso significa que la iglesia sigue vacía, pues el cura ha anunciado la misa de réquiem esperando a otros, como cuenta el narrador al principio: Esperaba que los parientes del difunto acudirían. Estaba seguro de que irían -no podían menos- tratándose de una misa de réquiem, aunque la decía sin que nadie se la hubiera encargado. También esperaba mosén Millán que fueran los amigos del difunto. Pero esto hacía dudar al cura. Casi toda la aldea había sido amiga de Paco, menos las dos familias más pudientes: don Valeriano y don Gumersindo. La tercera familia rica, la del señor Cástulo Pérez, no era ni amiga ni enemiga. Mosén Millán no se había atrevido, desde la muerte de Paco, a dirigirse a la familia a pesar de saber el lamentable estado de la familia de Paco (secuencia diecinueve). Prueba de ellos es la presencia del reloj y del pañuelo de Paco que había recogido del cadáver, en su sacristía. La llegada de los parientes y los amigos de Paco a la misa, la asistencia a un funeral oficiado por Mosén Millán (pues cuando murió Paco no hubo ningún funeral, ni Mosén Millán se atrevió a hacerlo) representa para el cura la redención del pecado cometido, el perdón de aquellos a quienes ha ofendido. Pero esa redención no llega porque el pueblo se ha apartado del cura. Lo certifica el narrador en la última secuencia, la veintiuno cuando subraya que no había nadie en la iglesia. Esta vez sin necesidad de ninguna pregunta. La iglesia vacía es una declaración de condena unánime del pueblo hacia Mosén Millán, y en el plano simbólico una valoración que hace Ramón J. Sender del papel de la Iglesia española en la guerra civil. El precio que va a pagar la Iglesia por su apoyo al bando franquista y a la dictadura será el del rechazo del pueblo a la iglesia, el de incontables iglesias vacías.

Sólo un amigo de Paco acude a la iglesia: su caballo, recuerdo constante de Paco para Mosén Millán. Y para certificar la representación simbólica de la iglesia vacía son los tres ricos del pueblo y el monaguillo, representación de la Iglesia, los que expulsan al único amigo de Paco que ha querido hacerse presente en la misa de réquiem.

La segunda repetición importante de las secuencias impares, las secuencias del presente, es la imagen de Mosén Millán con los ojos cerrados. La primera aparición de Mosén Millán ante el lector es significativa: inmóvil, espera que la gente acuda a misa. Reza, pero el novelista nos aclara que su rezo es rutinario: Cincuenta y un años repitiendo aquellas oraciones habían creado un automatismo que le permitía poner el pensamiento en otra parte sin dejar de rezar. Esta presentación del cura, este rezo sin sentido, va a aparecer de nuevo en otros momentos de la novela. Nada más denunciar a Paco: Entonces Mosén Millán reveló el escondite de Paco. Quiso hacer después otras salvedades en su favor, pero no le escuchaban. Salieron en tropel, y el cura se quedó solo. Espantado de sí mismo, y al mismo tiempo con un sentimiento de liberación, se puso a rezar. Cuando Don Valeriano dirige los asesinatos: En la iglesia, mosén Millán anunció que estaría El Santísimo expuesto día y noche, y después protestó ante don Valeriano -al que los señoritos habían hecho alcalde- de que hubieran matado a los seis campesinos sin darles tiempo para confesar. El cura se pasaba el día y parte de la noche rezando. En el momento de la ejecución de Paco: Quiso entrar, no podía. Todo lo manchaba de sangre. Mosén Millán callaba, con los ojos cerrados y rezando. El centurión puso su revólver detrás de la oreja de Paco. Este rezo maquinal, insincero, automático del cura, es una constante ya en su presentación: un personaje cuya apariencia oculta un profundo vacío, la representación que el autor ha querido presentar en la novela de la Iglesia española. Quien tiene los ojos cerrados no quiere ver, no quiere enterarse de cuanto ocurre a su alrededor. Y este es el retrato de Mosén Millán: un personaje pasivo, que entiende que nada tiene arreglo, que ante las preguntas de Paco repite una y otra vez el mismo argumento: No se puede hacer nada, así ha sido siempre.

Los ojos cerrados se mencionan en la secuencia uno, en la cinco, en la siete, en la nueve (hasta cuatro veces), en la once y en la diecinueve. Es significativa la secuencia nueve en la que llega Don Valeriano a la iglesia. La llegada del rico es el comienzo del fracaso de la misa de réquiem que Mosén Millán ha anunciado par comprar el perdón. Por eso en cuatro ocasiones, en esta secuencia, menciona el novelista al personaje esperando inmóvil con los ojos cerrados.

La caracterización de los ojos cerrados concuerda con la caracterización total del personaje. Mosén Millán es un personaje diferente a todos los demás porque es el único interiorizado de la novela. El autor nos presenta la historia a través d Mosén Millán y de sus recuerdos, por eso conocemos solamente el interior del personaje del cura mientras que de los otros, incluido Paco, solo tenemos la acción exterior para definirlos.

Mosén Millán se nos presenta a lo largo de la novela con unas atribuciones muy claras: es un personaje pasivo, inmóvil tanto físicamente como mentalmente, un personaje de espacios cerrados, para el cual el dinero es uno de los motores fundamentales de la vida, y cobarde tanto ante el riesgo físico, como ante la asunción de responsabilidades. La pasividad de Mosén Millán ya la hemos mencionada anteriormente, pues, en su opinión nada puede hacerse para cambiar las cosas. Su justificación es clara: hay sitios donde la vida es mucho peor que en el pueblo y donde hay más miseria. Su pasividad le lleva a la inmovilidad moral: no se cuestiona nada de lo aceptado, ni de si es justo o injusto, le basta con que haya sido siempre así para aceptarlo. De la inmovilidad física ya se ha hablado en el tema de los ojos cerrados. Tan habitual es en él la postura de estar sentado que el novelista nos llama la atención sobre ello: Rezaba entre dientes con la cabeza apoyada en aquel lugar del muro donde a través del tiempo se había formado una mancha oscura. Personaje de espacios cerrados es sin duda, y la iglesia su guarida: en la iglesia se refugia cuando asesinan a los campesinos, en la iglesia se reúne con Don Valeriano y Don Gumersindo para preparar el golpe, en la iglesia se queda y sólo sale para atender a los pobres y a los necesitados si no tiene más remedio y aún entonces vuelve lo antes posible, en la iglesia se queda sin atreverse a hablar con los familiares de Paco tras la muerte de éste... Por dinero se enfada con Paco, cuando pierde el pago de misa que se hacía tras la romería a la ermita, por dinero es fiel a Don Valeriano que ha hecho reparar una reja de la Iglesia. Cuando el padre de Paco sale como penitente en Semana Santa, no comprende el gesto y el sacrificio de Paco y le acusa de haberlo hecho para no tener que pagar un sustituto: todo es cuestión de dinero. De la cobardía de Mosén Millán hay abundantes muestras que van más allá del enfrentamiento directo con el centurión cuando revela el escondite de Paco. No hace nada para ayudar a Paco y ante las desesperadas súplicas de éste sólo repite su sempiterna razón: no se puede hacer nada, nada hay que hacer. Es incapaz de enfrentarse con la familia de Paco tras la muerte, lo mismo que es incapaz de enfrentarse con Don Valeriano o Don Gumersindo. El reloj y el pañuelo que aún conserva en su poder, tras un año de la muerte de su dueño, son buena muestra de la incapacidad del cura para hacer frente a sus responsabilidades. Su cobardía, su inutilidad queda puesta de relieve por una palabras del centurión, poco antes de delatar el cura a Paco, que llevan una carga de violenta denuncia irónica por parte del novelista: -Las últimas ejecuciones -decía el centurión- se han hecho sin privar a los reos de nada. Han tenido hasta la extremaunción. ¿De qué se queja usted? Para eso habían servido las quejas de Mosén Millán ante el alcalde: los asesinatos ahora eran con auxilio sacramental.

Otra repetición menor, pero significativa de la constante utilización de símbolos por parte del autor es la intención que tiene cada uno de los ricos del pueblo de pagar la misa. Según van llegando, van haciendo esa declaración y el último de ellos, el Señor Cástulo, nos da la información del precio de la misa: diez pesetas. Esa cantidad por tres nos da treinta pesetas, treinta monedas, la misma cantidad que Anás y Caifás entregaron a Judas por la traición a Cristo. Mosén Millán ocupa el papel de Judas, y Don Valeriano, Don Gumersindo y el Señor Cástulo, el de los fariseos.

La línea narrativa que se sitúa en el pasado, en los recuerdos de Mosén Millán es sustancialmente diferente. Y lo es porque se trata de la vida de Paco, vista con los ojos de Mosén Millán.

Paco es la contrafigura del cura. Si Mosén Millán es pasivo, Paco es activo: emprende tareas, acomete empresas, está dispuesto a empezar cosas, a probar, a buscar nuevos horizontes. Si el cura es inmóvil, Paco es un personaje en constante movimiento, que cambia continuamente de escenario. Si el cura es un personaje de espacios cerrados, recluido en la oscuridad de la iglesia y de la sacristía, Paco es un ser de luz y de espacio abierto. No es casualidad que el refugio del cura sea la iglesia y que el refugio de Paco, cuando le persiguen sea la naturaleza: la montaña de Las Pardinas. Sí el cura afirma que nada se puede hacer para cambiar las cosas, Paco está convencido de que todas las cosas se pueden cambiar y mejorar y a ello se dispone. Si Mosén Millán está dispuesto a aceptar la injusticia, con tal de que ésta sea antigua y tradicional, Paco se rebela contra esa injusticia y no encuentra sentido a las excusas de la tradición. Si el cura es cobarde ante la amenaza física, Paco se atreve, desarma a los guardias civiles del pueblo y una vez refugiado en el monte, los señoritos de la ciudad son incapaces de domeñar su resistencia. Si el cura no sabe hacer frente a sus responsabilidades, Paco no duda en ello y se gana la enemistad de Don Valeriano por la entrevista que entre ambos personajes se celebra, cuando el ayuntamiento se niega a pagar las rentas por las tierras del Duque. Su generosidad natural le lleva a interceder por sus dos compañeros de ejecución, mientras que Mosén Millán permanece mudo, sentado, inmóvil, legitimando el asesinato con su presencia y sin hacer nada para auxiliar a ninguno de los tres.

En la diferencia de los personajes, está la diferencia de las dos líneas narrativas. Las escenas del presente son lentas; las acciones, pocas, se describen con parsimonia, y apenas se cuenta nada más que la espera del cura y la llegada de los ricos. Tan solo en el episodio de la entrada del potro en la iglesia la narración adquiere algo de ritmo. En las escenas del pasado es todo lo contrario. La velocidad en la narración es alta dado que el autor quiere condensar la vida de Paco en unas pocos momentos significativos. La narración avanza con más lentitud en las escenas dos y cuatro que describen el bautizo de Paco, escenas que le sirven a Sender para darnos un panorama del pueblo y de sus habitantes. Pero después el narrador, a través de los recuerdos de Mosén Millán, nos resume veintiséis años de vida en una serie de momentos claves. Vemos por ejemplo que la boda se celebra hacia 1930, pues la conversación de los invitados versa sobre el tema. Desde entonces hasta la muerte de Paco pasan seis años, pero narrado sin indicaciones temporales, de tal manera que parece que entre la boda y el golpe de estado de julio del 36 apenas ha pasado el tiempo.

En esta segunda parte aparece igualmente el simbolismo. Así, por ejemplo, es el coche del señor Cástulo, en el que parten los novios al viaje de bodas y en el que Paco viaja hacia su ejecución. Es el Sr. Cástulo un hombre frío: Con sus apariencias simples, el señor Cástulo era un carácter fuerte. Se veía en sus ojos fríos y escrutadores. Al dirigirse al cura antes de decir lo que se proponía hacía un preámbulo: «Con los respetos debidos...» Pero se veía que esos respetos no eran muchos. Siempre se mueve por el interés: Del zapatero se podía dudar, pero refrendado por el señor Cástulo, no. Y éste, que era hombre prudente, buscaba, al parecer, el arrimo de Paco el del Molino. ¿Con qué fin? Había oído el cura hablar de elecciones. A las preguntas del cura, el señor Cástulo decía evasivo: «Un runrún que corre». Y no duda en cambiar de bando y volverse contra Paco cuando le interesa: Cuando la gente comenzaba a olvidarse de don Valeriano y don Gumersindo, éstos volvieron de pronto a la aldea. Parecían seguros de sí, y celebraban conferencias con el cura, a diario. El señor Cástulo se acercaba, curioso, pero no podía averiguar nada. No se fiaban de él. El señor Cástulo es la representación de la burguesía española que al principio colabora con el gobierno republicano, pero que luego va a hacerse cómplice de Franco, de tantos y tantos políticos de la CEDA que luego colaboraron con régimen franquista. El coche representa lo que para Sender, anarquista en los años treinta, significa la alianza del pueblo con la burguesía: una trampa que le llevará a la destrucción.

Además de los asesinatos lo único que aquellos hombres habían hecho en el pueblo era devolver las tierras al Duque. Estas palabras, de la secuencia dieciocho, nos dan la clave de la guerra civil según Sender: ahí está la motivación. Ahí está la verdad que se esconde tras las vacías palabras de orden, destino inmortal, imperio y fe, que son el núcleo del discurso de los señoritos en la secuencia veinte. Todo es una simple cuestión de defensa por parte de los poderosos de unas propiedades que utilizan para mantener al pueblo en la dominación, la humillación y la pobreza. No hay nada más en el régimen de Franco. No es casualidad que Mosén Millán recuerde en la secuencia siguiente, la diecinueve, las consecuencias de la devolución de las tierras al Duque: Todo el mundo sabía que el padre de Paco estaba enfermo, y las mujeres de la casa, medio locas. Los animales y la poca hacienda que les quedaba, abandonados. Se refiere a la familia de Paco, pero esta situación es una representación simbólica del estado de esa España en la que reinan el orden, el destino inmortal y la fe.

Por más justificada que esté la indignación de un escritor, por legítima que sea su denuncia, por vergonzosos que sean los hechos denunciados, si el escritor no los convierte en arte, la denuncia no se mantiene en el tiempo. Y ése es el mayor mérito de Sender. Nadie más justificado que él, con su hermano ejecutado, con su esposa asesinada, simplemente por ser su esposa, para perder el tino y componer un panfleto. Sin embargo el Réquiem por un campesino español es una historia que emociona y conmueve, en la que los personajes son seres vivos, además de símbolos, donde la emoción es genuina y verdadera. Sender compone una obra de arte, sin excesos, sabiendo que la brevedad da fuerza a su mensaje y presentando una visión que quedará para mucho tiempo de lo que fue, para muchos, la guerra civil española y el régimen de Franco.





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