Revisión de Anatole France

Ricardo Gullón

Al cumplirse el cuarto de siglo de su muerte, la figura de Anatole France sigue en el purgatorio literario en donde ingresó nada más morir. Aún se recuerda aquel violentísimo panfleto que los surrealistas lanzaron contra él a raíz de su fallecimiento. En ese panfleto, titulado «Un cadáver», Bretón, Eluard y los restantes miembros del grupo, atacaron a France con una violencia sin precedente. «¿Ya habéis abofeteado a un muerto?» se rotulaba la contribución de Aragón.

Anatole France era un conservador, un radical conservador, si se quiere. Esto puede explicar los ataques surrealistas. Pero ahora, veinticinco años después, al plantearse de nuevo el debate, puede constatarse algo más grave que los insultos de Bretón y sus amigos: la indiferencia de los jóvenes. Jules Romains ha publicado en «Les nouvelles littéraires» (13 octubre), un excelente artículo en el que asegura que la gloria de France sigue un curso ascendente. Suponemos que se refiere a la gloria «oficial», pues por lo demás parece más certera la tesis de André Rousseaux, según la cual France puede tener un refugio: «El lugar del petit maître..., el del ingenioso fabricante de copias del dieciocho que casi rivalizan con las obras de época». No le comparemos con los grandes maestros, dice Rousseaux, si no queremos destruirle.