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Libro III

De la elocución



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Capítulo I

De las partes de la elocución


1. Elocución es un modo perfeto de esplicar los pensamientos con palabras, o un buen acomodamiento de las palabras proporcionadas para decir las cosas i las sentencias inventadas. La elocución o es prosaica o poética. Esta última se aparta mucho del modo común de hablar en la invención de las cosas, en su disposición, en las palabras, en su colocación, composición i adorno. En la invención de las cosas, porque puede decir las que pudieron i devieron suceder. En su disposición, porque no se ata al orden natural, i por eso puede empezar la narración por el medio, o cerca dél, para hacerla más agradable. En las palabras, porque tiene muchas que son propias de la poesía i no de la prosa, i es más abundante de epíthetos. En la colocación de las palabras, porque tiene mayor licencia en la trasposición de ellas. En la composición de las palabras, porque la poesía es más harmoniosa, por estar atada a cierto número de pies de ciertas medidas, i tal vez a la rima. En el adorno, porque la elocución poética admite mayor ilustración en las descripciones, mayor licencia en los episodios i en las figuras, assí de sentencias como de palabras.

2. La elocución prosaica, o es filosófica o común. La filosófica o científica, pide la misma exactitud en las palabras i sentencias que en los pensamientos. Es más docta que popular.

3. La común, que comprehende la epistolar, dialogal, historial i oratoria, que es la más perfeta de todas, es la propia de nuestro principal intento.

4. La elocución o pureza de la frasis, se divide en tres partes, que son: elegancia, dignidad i composición.

5. Elegancia es aquella perfeción de la oración que hace palabras propias i escogidas se junten tan bien en la oración que cada cosa se diga pura i claramente.

6. Pureza de palabras o de estilo es lo que llamamos buen romance o castellano, esto es, una habla española no corrompida que diligentemente se deve observar. Lo que se dice, pues, ha de ser conforme no solamente a los preceptos de la gramática, escluyendo barbarismos i solecismos, sino también al uso de los mejores escritores i de los que con mayor emienda; i esto es lo que hace que el que habla parezca español bien criado i dotrinado.

7. El estilo cortesano (quando en la corte ai pocos estrangeros i mayor afición a la lengua propia que a las estrañas) tiene cierto aire i galanía que no se halla en los estilos provinciales, cuyo estilo tiene especial resabio verdaderamente vicioso, como aquel del modo de hablar de los paduanos que Asinio Polión, orador discretíssimo, reprehendió en Tito Livio llamándole patavinitas360, esto es, paduanismo, porque Livio fue natural de Padua; i esto es semejante a lo que en buen romance llamamos valencianismos, cathalanismos, aragonesismos i otros semejantes vicios, en que caen los que hablan diciendo incautamente algunas espressiones por las quales manifiestan que son de cierto reino o provincia. Esto es lo que tuvo presente el autor del Diálogo de las lenguas que yo publiqué en los Orígenes de la Lengua Española, quando notó en el Diccionario del maestro Antonio de Lebrija algunas voces andaluzas.

8. La habla o lenguage consiste en las palabras i en el modo de pronunciarlas.

9. Las palabras unas son sencillas, otras conjuntas.

10. Sencillas son las voces tomadas por sí, como hombre, cielo. Aquí entendemos también por sencillas las que se compusieron de muchas para formar una sola palabra, como antemuralla, boquirubio, plumas.

11. Conjuntas, son las sentencias compuestas de palabras sencillas como: Vemos hombres adornados de virtudes como el cielo de estrellas.

12. La elegancia deve estar en las palabras sencillas i en las unidas. En aquéllas se atiende al escogimiento, en éstas a la colocación.

13. El escogimiento, según decía Cayo César361 con mucha razón, es el origen de la eloqüencia.

14. Este escogimiento de palabras, no solamente se hace por razón de la elegancia, sino también de la dignidad i composición.

15. A la dignidad, o autoridad de palabras i sentencias, pertenece de qué manera los vocablos son propios o modificados. Estos últimos se trasladan con suavidad o dureza.

16. A la composición toca saber quáles son más suaves que otros.

17. De la dignidad i composición se tratará en su lugar. Ahora digamos lo que conviene saber del escogimiento en quanto es causa de la elegancia, esto es, de la pureza i claridad.

18. En este escogimiento se distinguen los vocablos por razón de su origen, significación i uso.

19. Por razón de su origen, o son españoles o estrangeros, que se llaman bárbaros.

20. De los estrangeros o bárbaros, deve abstenerse no solamente el buen rhetórico, sino también qualquiera que hable con los de su lengua; porque el barbarismo es vicio contra la buena gramática i mui contrario de la claridad, que es la prenda principal del bien hablar. Si algo, pues, no se pudiere decir en español, sino por rodeo, se dirá por él. Cicerón dice362, que él assí lo practicava. El emperador Tiberio, aunque, según Suetonio en su Vida363, tenía gran soltura i facilidad en hablar en griego (entonces mui común entre los romanos); con todo esso, para aver de nombrar la palabra monopolio, que era griega, delante del senado, le pidió licencia para usar de ella; i fue tan insolente Marco Pomponio Marcelo, gramático de aquellos tiempos, que diciendo Ateyo Capito, insigne letrado que ya se avía usado la palabra de que se valía Tiberio, i que, aunque no fuesse latina, lo sería en adelante; dijo Marcelo: Miente Capitán; porque tú, o César, puedes dar la ciudadanía a los hombres, pero no a las palabras. Tan remirados como esto eran los romanos en la conservación de su lengua. Si se ha de citar pues alguna sentencia griega o latina, dígase aquello mismo en romance, como lo practicaron Antonio de Aranda, Luis de León, Luis de Granada, Pedro de Ribadeneira, Pedro de Valencia i don Diego de Saavedra Fajardo, insignes maestros de la buena habla castellana. Lo demás es ostentación ridícula i hacer la oración monstruosa. Mucho mejor sabía Cicerón la lengua griega, entonces viva, que nosotros ia misma o la latina ya muertas, i en sus libros filosóficos, i especialmente en sus oraciones, no hablava en griego. No lo practicó assí el poeta Lucilio, i por esso mereció la reprehensión de Horacio364, el más juicioso de los poetas romanos. Pero por esso no se ha de entender que devemos huir de las voces latinas ya castellanizadas, porque esso sería impracticable, siendo la lengua castellana hija de la latina, sino que avemos de abstenemos de las meramente latinas; en lo qual no puso cuidado don Luis de Góngora, reprehendido por esse notable defeto de Pedro de Valencia, don Juan Jáuregui i de todos los hombres eloqüentes de su tiempo. Tan solamente dos palabras griegas hallamos en las oraciones de Cicerón contra Verres365, siendo tan largas i tan instructivas, i no porque usasse de ellas, sino porque se vio obligado a citarlas; i otra, en la oración contra Pisón366, por estar incluida en un verso que acotó de Plauto. I devemos considerar que se abstenía tanto de usar de palabras griegas, el que perturbó a los griegos quando le oyeron orar en su misma lengua367. Alguna palabra o sentencia griega o latina puede tener lugar en lo que se escrive a personas doctas, pero aun esto ha de ser quando se quiere espressar alguna cosa misteriosamente, como lo practicava Cicerón368; o quando algún testimonio es mui excelente, pero no con aquella pedantería que se ve en las cartas que escrivió a Gerónimo Zurita Fernán Núñez de Guzmán, en lo demás varón eruditíssimo369. Verdad es que el mismo Cicerón en sus cartas a Tito Pomponio Ático usó muchas veces de palabras i sentencias griegas, pero escrivía a un hombre amantíssimo de la lengua griega, que por ser tan amado de los griegos, voluntariamente le hicieron ciudadano suyo, esto es, de Athenas, ciudad cabeza de Grecia. Además desto tratava con él de negocios secretos que convenía escrivir con alusiones ocultas, con alegorías de propósito oscuras370 i maneras de hablar que solamente apuntassen i no explicassen las cosas, bien decifradas por Antonio Goveano; i assí tenía Cicerón muchas desculpas para escrivir a Ático usando freqüentemente de palabras i sentencias griegas. No niego que tal vez es necessario acotar testimonios latinos quando se controvierte sobre su inteligencia, i esto tiene mucho lugar en las cáthedras i theatros de letras, pero no en los púlpitos, ni en las demás juntas públicas, ni en las conversaciones no científicas.

21. Si acaso faltaren voces castellanas i se hablare con personas entendidas i científicas, se podrá usar de aquellas latinas o griegas en que se han explicado los que han escrito de aquella ciencia, como lo hacen los gramáticos, los rhetóricos i los dialécticos i otros professores de ciencias en los nombres propios de muchas cosas que enseñan. Los gramáticos en los nombres solecismo, barbarismo, sintaxis. Los rhetóricos en proemio, narración, epílogo; los dialécticos en silogismo, entimema, dilema; los geómetras en los nombres de muchas figuras; los anatómicos en los de las partes del cuerpo humano; los botánicos en las hierbas; los médicos en los remedios; los legistas i canonistas, en muchas voces propias de su professión, como antichresis, sinalagma, i otros muchíssimos, I desta libertad se podrá usar también en el lenguage común, siempre que lo pida la necessidad, como si se llamase idóneo al que es apto para algo; voz de que ya han usado muchos hombres eloqüentes.

22. Por razón de la aptitud o propriedad de la significación se dividen los vocablos en propios i impropios.

23. Propios son los que significan aquellas cosas para cuya significación fueron instituidos, como Dios, ángel, hombre, o que por el uso común se destinaron después para significar alguna cosa, como color entre los rhetóricos, que significando propiamente la modificación de la luz, en quanto es obgeto de la vista, se toma por un honesto pretesto de algún hecho, de cuyo assunto escrivió algunos libros Othón Junio, rhetórico del tiempo del emperador Tiberio, de quien hizo burla Marco Séneca371.

24. Vocablos impropios son aquellos cuyas significaciones no son propias, las quales pueden ser tales de nueve maneras.

25. La primera quando se toma la causa por el efeto, como Moisés por sus libros; o el instrumento, que también se tiene por causa, por la cosa hecha con él, como lengua griega o romana, por palabras griegas o romanas.

26. La segunda manera de impropiedad es quando el efeto se torna por la causa, como en el Génesis372: Dos gentes ai en tu vientre; esto es, dos cabezas de gentes.

27. La tercera, es quando la cosa sugeta se toma por la adjunta, como el corazón por el valor, i se ve en los refranes: Buen corazón quebranta mala ventura; El corazón manda las carnes; De gran corazón viene el sufrir, i de gran sesso el bien oír.

28. La quarta, quando la cosa adjunta se toma por la sugeta, quando los filósofos morales atribuyen las acciones humanas a las virtudes o a los vicios, en cuya significación trasladan a las virtudes o a los vicios lo que es propio de la voluntad; porque las virtudes o los vicios se cree que están en la voluntad como en sugeto suyo.

29. La quinta es quando el nombre semejante se pone por la semejante, como quando Platón llamó a la tierra cubo, no porque pensasse que tiene tal forma, aviendo demostrado que es esférica o redonda, sino para declarar con la semejanza del cubo el estado firmíssimo de la tierra, esto es, su estabilidad. Por este modo de traslación explicaron los poetas muchas cosas, i los pithagóricos i platónicos m dogmas filosóficos.

30. La sesena manera es quando se pone la parte por el todo, como un día por el espacio de tiempo que comprehende el día i la noche, tomando la parte más noble o principal i más a propósito para las acciones humanas; o una noche para significar el mismo tiempo de noche i día, según los árabes, tomando la parte primera de la creación del día por toda la cosa criada que se quiere significar, esto es, una noche i un día.

31. La setena es, quando se toma el todo por la parte, como la Filosofía por la Moral, por su excelencia.

32. La ochava es, quando el género se toma por la especie, como quando la invención, que es común a todas las artes, se toma solamente por la invención dialéctica, o rhetórica, porque con mayor novedad se inventan los argumentos por medio de los lugares comunes, que las demás cosas sacándolas de otra parte; porque los lugares están vacíos i solamente sirven de recuerdo para buscar; pero los argumentos se toman de otras partes, como de cada una de las artes, del propio ingenio i de la larga experiencia.

33. Finalmente la novena es, quando la especie se toma por el género, como la generación en los libros de Aristóteles de Ortu & Interitu, por todos los movimientos con que se adquiere nueva forma, ahora sea sustancia, como en el nacimiento; ahora sea cantidad, como en el acrecentamiento, o calidad, como en el trueque, o lugar, como en toda mudanza.

34. De la antecedente división de vocablos propios i impropios nace otra de más o menos significativos, o expressivos i no expressivos. Assí mejor se explica la alteración del ánimo con la palabra enojo, que desgusto. Más es persuadir que aconsejar; más aconsejar que apuntar. Una de las razones que tengo para juzgar que el dotor Benito Arias Montano ha sido uno de los escritores más eloqüentes que ha avido, es ver cómo va graduando en sus sentencias las varias significaciones de las voces.

35. I si consideramos que esta significación puede ser o de cosas que decorosamente se pueden nombrar, o indecorosamente; resulta otra división de vocablos decorosos i indecorosos. Por indecorosos entendemos los vocablos de cosas sucias o deshonestas, que no ai necessidad de nombrar; porque, si la huviere, como si se tratasse de la fidelidad de una relación, o de alguna acusación judicial, entonces no se falta al decoro pronunciando las cosas con sus propios vocablos, porque deve prevalecer la justicia a la urbanidad o, por mejor decir, a lo agradable. A veces se tienen comúnmente algunas palabras por indecentes, siendo mui propias i decentes, i usadas como tales en los escritos serios de los hombres más eruditos, juiciosos i eloqüentes. Tal es la voz anca, de que usó en la Guerra de Granada don Diego Hurtado de Mendoza, insigne maestro de la lengua castellana, diciendo assí373: Mataron el cavallo de don Pedro de Velasco, que aquel día fue buen cavallero, i salvóse a las ancas de otro. Pero sí que fue indecoroso lo de uno que se decía Gallo i otro Galera; fue el uno a buscar al otro i dijo: ¿Está acá Galera? Díganle que le busca Gallo.

36. Finalmente, por razón del uso se distinguen los vocablos de dos maneras; porque o el uso se considera en el pueblo, o en aquellos escritores de los quales tenemos algunas obras escritas.

37. Por razón de la costumbre popular se distribuyen los vocablos en antiguos i en nuevos.

38. De los antiguos ai unos que están en uso i otros no.

39. Los que están en uso, o solamente los usa el vulgo, como majagranzas; o también los doctos, como advenimiento, defendimiento, mandamiento, mantenimiento, merecimiento, perdimiento, prendimiento, pronunciamiento, salteamiento i visitación.

40. Aquellos de que solamente usa el vulgo, son vulgares i despreciables entre gente bien educada i enseñada.

41. Los vocablos de que usan los doctos, unos son freqüentes; otros, raros.

42. Los que dejaron de estar en uso, se llaman desusados, como ca, maguer, lueñe. Assí dijo Juan de Mena ca en lugar de porque.


Yo vos suplico i vos ruego
Me libredes de la pena,
Ca si muero en este fuego
No quizá hallaredes luego
Cada día un Juan de Mena.



I Christóval de Castillejo usó de maguer, en vez de aunque, diciendo:


Si supiéssemos contar
Quántas hierbas tiene el suelo,
Quántas estrellas el cielo,
Quántas arenas la mar.
I la tierra
Animales de la sierra,
I árboles con hoja i flores;
Tantas penas i dolores
Amor encubre i encierra
Maguer bueno.



I el refrán dice: Maguer loco, no del todo. D. Gómez Manrique dijo:


Quien se fía de su sesso,
No va lueñe de locura.



I se decía también lueñes tierras, por tierras lejanas: Lueñe de ciudad, lueñe de sanidad.

43. Las voces de que han usado i usan los doctos son las que deven componer nuestra oración. I dijo bien D. Luis Zapata, en su Carlos Famoso:


Que el uso es el que tiene a su alvedrío
Sobre el hablar dominio i señorío.



44. Las palabras desusadas, que por otro nombre se llaman antiquadas, i su uso antiquismo o afectación de la antigüedad, son aquellas que en otro tiempo se usaron, i después no, por averse sustituido en su lugar otras que están en uso. Pongo por egemplo, lo que antiguamente se decía apostura, ahora compostura; lo que antes se decía anim ahora animalia; ahora animal; desta suerte a amos i entramos se substituyó ambos i entrambos; a barragán, mozo; a barragana, moza; a conquerir, conquistar; a ca, porque; a caloña, pena; i assí ai innumerables voces ya desusadas que merecen tener un vocabulario aparte para que se conserven i se sepan sus significaciones quando se hallan en las leyes, historias o instrumentos antiguos. Estas palabras desusadas se han de evitar del todo, como escollos de la oración, según las llamó Julio César en su Libro primero de Analogía374. Sexto Pomponio, célebre jurisconsulto, refiere que porque Tuberón, hombre doctíssimo en el derecho público i privado, afectó escrivir con lenguage oscuro, fueron sus libros poco agradables375. Hoi en España suele ser el lenguage más ofensivo por la novedad de las voces que por la afectación de la antigüedad, cuyos libros son conocidos de mui pocos i leídos de menos; i quando serán devidamente estimados, no se hallarán a peso de oro, por el injusto desprecio de los que hoi viven, i no sólo no los conservan, sino que procuran consumirlos; i nos quejamos después de los siglos bárbaros, porque no reservaron todas las obras de Varrón, Cicerón, Livio, Tácito i tantos otros; i consumieron totalmente las de Nigidio Fígulo, Lucceyo i de otros insignes escritores sin número.

45. Las palabras raras, o son tales porque raramente se habla de las cosas que ellas significan: o porque ai otras que freqüentemente significan lo mismo. Si son raras por la primera causa, deven usarse no metafóricamente, sino quando sea necessario nombrar las tales cosas, i entonces conviene añadir alguna perífrasi, o rodeo, que explique la voz, como si uno usando de la palabra escucha, añadiesse que es la que con voz más moderna generalmente llamamos centinela, siendo escucha propiamente el descubridor en tiempo de noche i atalaya de día376. Pero si las palabras son raras, porque ai otras de la misma significación más freqüentadas, se usarán raras veces, i solamente entre los que las entienden, o con alguna explicación; porque es necedad persuadirse quien quiera que le es lícito lo que algún insigne escritor juzgó que se le permitiría, o lo que dijo inadvertidamente. Hasta aquí de las palabras antiguas.

46. En lo que toca a las palabras nuevas, unas son fingidas, o formadas de otras, i son recibidas, o de pocos, o también del pueblo; otras, se fingen o totalmente se forman la primera vez.

47. Todas las palabras en algún tiempo fueron nuevas, i el uso común i constante las hizo viejas.

48. Las palabras que primeramente se hacen nuevas, unas se inventan por imitación, otras por derivación, otras por composición, otras por imposición de nueva significación.

49. Por imitación, como si por el sonido de algún animal remedasse alguien alguna voz, como se fingió cacarear, graznar, relinchar; o por imitación de algún otro sonido, como crugido, gangoso, tartajoso, tartamudo, ronquido, estallido. I esto es lo que se practica en las onomatopeyas nuevamente inventadas.

50. Por derivación, como quando frai Luis de León en la Canción a todos los santos, de cizaña derivó cizañar, diciendo:


¿Quién cizañó tan mal tu buen sembrado?



De llanto formó llantear Christóval de Castillejo, diciendo:


Embevecido i beodo
Anda el gato por hebrero,
Con voces de pregonero,
Llanteando el día todo
Tras la gata.



De hambre derivó hambrear Gaspar Gil Polo escriviendo assí en su Diana enamorada:


No tiende aquí ambición lazos i redes,
Ni la avaricia va tras los ducados,
Ni aspira aquí la gente a los estados,
Ni hambrea las privanzas i mercedes.



De ufano formó ufanar Gregorio Silvestre:


Belleza al mundo sola i cara al cielo,
I que al uno suspende, al otro admira,
I a todos los ufana i enriquece;
Dichosa el alma que por vos suspira,
I el pensamiento que tomó tal buelo,
I el corazón que tal pena padece.



51. En este género de ficción de voces fue mui feliz don Estevan Manuel de Villegas, derivando de armiño armiñar i de vidro envidrar, diciendo377:


    Quando enero
Los collados armiña,
Los arroyos argenta
I los prados envidra.



52. I con igual felicidad de enero formó enerar, cantando con elegancia378:


Desacredite tarde
El tiempo tus verdores;
Ni el cierzo los enere;
Ni el euro los agoste



53. El mismo poeta de trofeo formó trofeísta379; de púrpura, purpurar380; de guirnalda, guirnaldar381; de artificio, artificiar382; de anciano, ancianar383; de diluvio, diluviar384; i don Diego de Saavedra385 de fiscal, fiscalear, quando dijo: Es de príncipes sabello todo; pero indigna de un corazón magnánimo la puntualidad en fiscalear las palabras.

54. Éstas se hacen nuevas por composición, como quando Juan de Mena de la proposición con i del verbo gloriar, formó congloriar, alabando assí al marqués de Santillana, Íñigo López de Mendoza:


Tanto vos quiso la magnificencia
Dotar de virtudes i congloriar,
Que muchos procuran de vos imitar
En vida, i en toda virtud i prudencia.



55. Miguel de Cervantes Saavedra de re i prueva, compuso reprueva, quando en boca de Don Quijote dijo386: Para sacar una verdad en limpio, menester son muchas pruevas i repruevas.

56. De la misma suerte santa Theresa de Jesús de in i sufridero, formó insufridero, diciendo assí387: Que quiera el Señor aparejarnos el descanso i que en nosotras mesmas esté el estorvo; no puede dejar de ser mui penoso i casi insufridero; i de la misma voz usó en su Vida388, siendo ahora frequente decir insufrible.

57. Don Diego de Saavedra de pre i ciencia, por necessidad formó preciencia389: Si los príncipes (dice) tuvieran preciencia de lo que ha de suceder, no saldrían errados sus consejos.

58. Por imposición de nueva significación, como quando don Estevan Manuel de Villegas la dio nueva al nombre Juvenal, haciéndole al mismo tiempo adgetivo deste modo390:


Pues diré de tus glorias immortales
Sin duda, quando más crecido el bello
Ancianaré mis labios juvenales.



59. Destos quatro modos, el primero se hace por onomatopeya según digimos; el último, por metáfora; i los otros dos, por arte gramática.

60. Es lícito usar de palabras innovadas, quando nos falta palabra antigua, o aquella que ai no es del intento; i principalmente tiene este uso en los assuntos amenos i agradables; porque fuera de ellos se ha de usar de tales voces con gran templanza, discreción i siempre es mejor tomarlas de alguna provincia de la propia nación que de otra estrangera.

61. Hasta aquí del uso de las palabras, en quanto consiste en el pueblo.

62. Fuera de lo que avemos dicho, el uso se atiende respeto de los escritores; i de aquí nace otra distribución de vocablos, es a saber, poéticos, historiales, oratorios i propios de los que tratan ciertas artes o ciencias.

63. Palabras poéticas no son todas aquellas de que usan los poetas, sino las que únicamente usan ellos i no otros. Pero, aunque en las obras de los poetas ai palabras de que deven abstenerse los prosistas, no por esso eleve uno privarse de la leyenda dellos, porque ésta, según Theofrasto, filósofo eloqüentíssimo, fomenta la eloqüencia; i como dijo juiciosamente Quintiliano391: De los poetas se toma en las cosas el espíritu en las palabras la sublimidad, en los afectos el movimiento, en las personas la decencia o decoro. Fuera desto es lícito acotar testimonios de poetas, especialmente si la oración no fuesse sagrada o mui grave, i el testimonio fuere bien apropiado.

64. Las voces historiales i oratorias, no se distinguen por lo regular. Solamente en las descripciones tiene la historia alguna mayor licencia; i aun éstas suelen también tener lugar en la oración.

65. Por lo que toca a las artes i ciencias, cada una de ellas tiene sus vocablos, de los quales deve usarse quando se trata de ellas; assí tiene la gramática, como ya se ha dicho, sus solecismos i barbarismos; la dialéctica, sus silogismos, entimemas i dilemas. Pero fuera de los casos en que se hace professión de explicar las artes i ciencias, es pedantería o afectación del arte o ciencia de que no se trata usar de los términos propios de ella, afectando que se saben sus reglas.

66. La otra parte del romance consiste en el sonido de la pronunciación; porque no solamente se ha de usar de las voces que no se puedan reprehender, sino que se ha de governar también la lengua, el huelgo i el sonido de la voz.

67. Hemos dicho en qué cosas consiste la habla española. Veamos cómo se consigue. Se adquiere con sólo oír; o con la letura i la imitación de los buenos escritores, que son pocos; i por esso es menester gran juicio para distinguir i elegir los mejores, entre los quales ciertamente podemos contar, de los prosistas: a frai Antonio de Aranda, a D. Diego Hurtado de Mendoza, a frai Luis de León, frai Luis de Granada, frai Pedro de Oña, frai Hernando de Zárate, frai Hernando de Sant-Iago, frai Pedro Malón de Chaide, a Pedro de Ribadeneira, a santa Theresa de Jesús, a Gaspar Gil Polo, a Luis Gálvez de Montalvo, a Matheo Alemán, a Pedro de Valencia, a Miguel de Cervantes Saavedra, a Antonio López de Vega, a D. Juan Vitrián i a D. Diego de Saavedra Fajardo; i de los poetas: a D. Jorge Manrique, a Garci-Lasso de la Vega, a Juan Boscán, a Christóval de Castillejo, a D. Diego Hurtado de Mendoza, a frai Luis de León, a Gregorio Hernández de Velasco, a Christóval de Virués, a Francisco de la Torre, a D. Estevan Manuel de Villegas, a los hermanos Argensolas, i a otros pocos. Para formar el estilo deven leerse con gran freqüencia mui pocos i los mejores; pero una vez formado, conviene estender la leyenda a otros muchos, para adquirir una gran abundancia de palabras i de cosas; i ningunos son mejores que los que han escrito chrónicas o historias. Entre aquéllas descuellan la del rei Don Alonso el Onceno; las de Pero López de Ayala; la del rei don Juan el Segundo de Fernán Pérez de Guzmán; i la de los Reyes Cathólicos, don Fernando i doña Isabel, de Fernando de Pulgar; i entre las historias, los Anales de Gerónimo Zurita, la Historia de España de Juan de Mariana, las de Antonio de Herrera i los comentarios del Inca Garci-Lasso de la Vega; advirtiendo que en casi todos los referidos, assí poetas, como prosistas, aunque se halla la propiedad del estilo falta muchas veces la emienda, porque como no se ha escrito una buena gramática de la lengua española, inadvertidamente se suele pecar contra los preceptos que ella deviera señalar, como sucedió a Pedro de Torrellas quando dijo:


Donde aposentan los ojos
Sin otro conocimiento,
Allí va el consentimiento
Acompañado de antojos.



Donde por decir allá; dijo allí; con solecismo, i Garci-Lasso, con barbarismo: gran paga, poco argen, largo camino, usando de argen, voz francesa, por dinero. Esto baste en quanto al romance.




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Capítulo II

De la claridad


1. Nuestro español Quintiliano, en el libro primero de sus Instituciones oratorias392, assegura que es mui viciosa la oración que necessita de intérprete, siendo su mayor alabanza la perspicuidad, o claridad. I en el libro segundo393 dice: «¿Qué diremos de lo que freqüentíssimamente sucede, que son mucho más fáciles de entenderse i más claras las cosas que dicen los más doctos? Porque no sólo es la primera virtud de la eloqüencia la perspicuidad, sino que quanto uno es inferior en el ingenio, tanto más procura levantarse i alargarse; como los pequeños en la estatura se empinan de puntillas, i los que tienen menos fuerzas, amenazan más. Porque tengo por cierto que los hinchados i corrompidos i amigos de sonsonetes, i los que pecan en otra qualquiera manera de mala imitación, no se pierden por falta de fuerza, sino por el vicio de la debilidad, de la manera que los cuerpos se hinchan no por la robustez sino por la enfermedad. I los que se cansan de ir por el camino derecho, muchas veces se desvían. Tanto pues más oscuro será uno quanto peor entendimiento tuviere». Hasta aquí aquel gran maestro de la eloqüencia. La claridad es más necessaria en el habla que el romance esquisito, pues el fin de hablar es darnos a entender. Quanto más oscura es la cosa, tanto más necessita de clareza, i aun de sencillez de estilo.

2. Para la claridad sc requiere que los vocablos sean propios i usados, i perfetamente significativos de ideas claras i distinguidas de las cosas que significan. Idea clara i distinguida es la que nos representa todo lo que contiene, de tal manera que pueda fácilmente distinguirse de todo lo demás. Son claras todas las ideas sencillas, como las de las sensaciones, que son tanto más claras quanto más vivas, esto es quanto mayor golpe dan al alma por medio de los sentidos. I por esso el alma atiende más i distingue mejor un obgeto hermoso de otro feo; un sonido terrible, de otro indiferente; el hedor molesto, del olor agradable; el gusto picante, del que empalaga; el tacto áspero, del blando. Estas ideas son por sí tan claras, que no admiten definición ni esplicación.

3. También son claras las ideas sencillas del entendimiento. I assí por medio de las abstracciones, o consideraciones separadas de algunas cosas, tenemos clara idea de lo considerado, aunque no la tengamos del sugeto, como de la sustancia. Bien que las diferencias numerales o individuales abstrahídas, o consideradas, son oscuras como la petreidad.

4. Ideas compuestas, claras, son aquellas cuyas partes, o ideas sencillas de que constan, se ofrecen todas a nuestro entendimiento bien distinguidas. I al contrario, ideas oscuras son aquellas de cuyas partes solamente se conocen algunas. Assí sabemos ciertamente qué monta una suma quando contamos todas sus unidades; pero si solamente contamos algunas unidades, ignoramos quánto monta la suma i tenemos una idea confusa de ella. Bien conocidas las partes de por sí, se conoce bien el todo. Si la cosa no puede conocerse por partes, el todo no puede ser bien conocido. Si preguntan a uno quántos dineros ai en un montón, no tiene vergüenza de tomarse tiempo para contarlos; pues si quiere hablar con verdad i nombrar alguna cosa cuya idea es compuesta, ¿por qué no ha de procurar antes conocer bien sus partes?

5. Supuesta pues la claridad i distinción de las cosas, los vocablos solamente han de significar una idea, o bien sencilla, o compuesta, a lo qual repugna la homonimia i la amfibología. Homonimia es la ambigüedad de uno o de dos vocablos fuera de la construcción, como Uro, que significa el buei salvage o una ciudad assí llamada. Pero si está dentro de la construcción, se llama amfibología, como el oráculo dado al rei Cresso, que según Cicerón394 decía assí: Cresso, atravesando el río Halis, echará a perder grandes riquezas; i en efeto perdió las propias, no las agenas, como avía entendido, siendo estilo de los embusteros, que por condutos cerrados de los ídolos davan los oráculos, usar de la amfibología para que en todo caso se verificasse el oráculo equívoco.

6. El dicho ambiguo, que significa dos cosas i primeramente se toma en un sentido i después en otro, se llama dilogía, que quiere significación de dos cosas, como quando hablando de Tisbe dijo Luis de Góngora, con ridículo juguete de palabras:


Halló en el desván acaso
Una rima que compuso
La pared sin ser poeta,
Más clara que las de alguno.



7. I si la voz espressada se toma con dos significaciones, se llama silepsis; figura de hablar de que se valió el mismo Góngora, quando escriviendo a una dama dijo:


. . . . . . . . . Mudad antes
Parecer, que parecer.



Un componedor de sonetos, aviendo hurtado uno a Gregorio Silvestre fuéselo a enseñar como propio i preguntarle qué tal le parecía, i diciéndole: Señor Silvestre, pues ha visto mi soneto, dígame, ¿qué le parece?; i respondió: Que me parece; dándole a entender por esta respuesta que era suyo i se lo avía hurtado. En casa del conde de Miranda, trayéndole un escabel o banquillo en que se assentasse, afrentado de que no le dieron silla, se estuvo en pie, i diciéndole el conde: ¿Por qué no se assentava? Respondió: Señor, no me siento porque me siento, dando assí a entender su intención no esperada, con tanta delicadeza i primor, que, sin fastidiar al conde, puso remedio a lo que pretendía por vía de donaire. El mismo Silvestre, en la Fábula de Píramo i Tisbe, usó desta silepsis:


En ella hicieron presa
El tormento i el dolor,
I quedó de amores presa;
I los ministros de amor
Mui ufanos con la presa.



I en una lamentación:


Tu cara de los ángeles tan cara
Me dé la paz, que en paz el cielo tiene.



8. Requiere también la claridad que las sentencias sean comunes i populares; los miembros, por la mayor parte breves, que por sí perficionen la sentencia; la composición, poco solícita en evitar encuentros de vocales; la narración, seguida sin interrupciones; la oración, poco adornada i mui apartada de hipérbatos, o trasposiciones de pensamientos i de palabras que oscurecen las oraciones, como se ve en las de frai Hortensio Feliz Paravicino, vicio en que caen los que usan de estilo afectado, como frai Manuel de Guerra i frai Damián Cornejo.

9. Egemplo del estilo claro puede ser el siguiente de don Diego Hurtado de Mendoza en la Guerra de Granada395, donde elegantemente refiere los motivos que tuvieron los Reyes Católicos, don Fernando i doña Isabel, para poner el govierno de la justicia en manos de letrados, i las conseqüencias políticas que desto resultaron. «Pusieron (dice) los Reyes Cathólicos el govierno de la justicia i cosas públicas en manos, de letrados, gente media entre los grandes i pequeños, sin ofensa de los unos ni de los otros. Cuya professión eran letras legales, comedimiento, secreto, verdad, vida llana i sin corrupción de costumbres; no, visitar, no recibir dones, no professar estrecheza de amistades, no vestir ni gastar suntuosamente; blandura i humanidad en su trato; juntarse, a horas señaladas, para oír causas o para determinallas, i tratar de bien público. A su cabeza llaman presidente, más porque preside a lo que se trata, i ordena lo que se ha de tratar i prohíbe qualquier desorden, que porque los manda. Esta manera de govierno establecida entonces con menos diligencia, se ha ido estendiendo por toda la christiandad, i está hoi en el colmo de poder i autoridad. Tal es su professión de vida en común, aunque en particular aya algunos que se desvíen. A la suprema congregación llaman Consejo Real, i a las demás Chancillerías diversos nombres en España, según la diversidad de las provincias. A los que tratan en Castilla lo civil, llaman oidores, i a los que tratan lo criminal, alcaldes, que en cierta manera son sugetos a los oidores; los unos i los otros, por la mayor parte, ambiciosos de oficios agenos i professión que no es suya, especialmente lo militar; persuadidos del ser de su facultad que (según dicen) es noticia de cosas divinas i humanas, i ciencia de lo que es justo e injusto; i por esto amigos en particular de traer por todo, como superiores, su autoridad, i apuralla a voces hasta grandes inconvenientes i raíces de los que agora se han visto. Porque en la professión de la guerra se ofrecen casos que a los que no tienen plática della parecen negligencias, i si las procuran emendar, cáese en impossibilidades i lazos que no se pueden desembolver, aunque en ausencia se juzgan diferentemente. Estirava el Capitán General su cargo sin equidad; procuravan los ministros de justicia emendallo. Esta competencia fue causa que menudeasen quejas i capítulos al rei; conque cansados los consegeros, i él con ellos, las provisiones saliessen varias o ningunas, perdiendo con la oportunidad el crédito, i se proveyessen algunas cosas de pura justicia que, atenta la calidad de los tiempos, manera de las gentes, diversidad de ocasiones, requerían templanza o dilación. Todo lo de hasta aquí se ha dicho por egemplo i como muestra de mayores casos, con fin de que se vea de quán livianos principios se viene a ocasiones de grande importancia: guerras, hambres, mortandades, ruinas de estados i, a veces, de los señores dellos. Tan atenta es la providencia divina a governar el mundo i sus partes, por orden de principios i causas livianas, que van creciendo por edades si los hombres las quisiessen buscar con atención». Esto es hablar con claridad.

10. Aunque la brevedad merece alabanza en el estilo, la oración demasiadamente breve suele ser oscura; i también, la prolija; porque, además de ser enfadosa, distrahe la atención, la qual es menester que esté recogida para unir las ideas, sin cuya unión inteligible no se perciben las combinadas, en cuya combinación consiste la verdad, i en ésta, la mayor fuerza de la persuasión.

11. La oración será distinguida si además de lo dicho las sentencias anticipan i proponen lo que se ha de decir; si tiene sus transiciones, si el méthodo es natural, i en caso de variarse, se advierte; si todo se dice con orden, partición i enumeración o recapitulación.

12. La suma perspicuidad, que llaman evidencia, obliga a la creencia, i ésta facilita la persuassión. I assí no podemos dudar que uno i uno son dos; dos i dos, quatro; i, si de tales verdades depende el escogimiento de los medios i el poner en práctica nuestros juicios, es raro el hombre que no tenga vergüenza de practicar lo que todos los demás han de reprovar.

13. Razón será poner un egemplo de la suma perspicuidad o evidencia del estilo; i egemplo tal que, aunque sea largo, no moleste por la importancia del assunto, qual es la manera del govierno de Jesu-Christo, nuestro rei i señor, que frai Luis de León nos representó con su acostumbrada sabiduría i eloqüencia varonil. Dice assí396: «Cosa clara es que el medio con que se govierna el reino es la lei, i que por el cumplimiento della consigue el rei, o hacerse rico a sí mismo, si es tirano i las leyes son de tirano, o hacer buenos i prosperados a los suyos si es rei verdadero. Pues acontece muchas veces desta manera que, por razón de la flaqueza del hombre i de su encendida inclinación a lo malo, las leyes por la mayor parte traen consigo un inconveniente mui grande; que, siendo la intención de los que las establecen, enseñando por ellas lo que se deve hacer i mandando con rigor que se haga, retraher al hombre de lo malo e inducirle a lo bueno, resulta lo contrario a las veces; i el ser vedada una cosa, despierta el apetito della. I assí, el hacer i dar leyes, es muchas veces ocasión de que se quebranten las leyes, i de que, como dice san Pablo397, se peque más gravemente i de que se empeoren los hombres con la lei que se ordenó e intentó para mejorarlos. Por lo qual Christo, nuestro Redentor i Señor, en la governación de su reino halló una nueva manera de lei, estrañamente libre i agena de aquestos inconvenientes, de la qual usa con los suyos; no solamente enseñándoles a ser buenos, como lo enseñaron otros legisladores; mas de hecho haciéndolos buenos, lo que ningún otro rei ni legislador pudo jamás hacer. I esto es lo principal de su lei evangélica i lo propio della. Digo aquello en que notablemente se diferencia de las otras sectas i leyes. Para entendimiento de lo cual conviene saber que por quanto el oficio i ministerio de la lei es llevar los hombres a lo bueno i apartarlos de lo que es malo, assí como esto se puede hacer por dos diferentes maneras, o enseñando al entendimiento o aficionando a la voluntad, assí ai dos diferencias de leyes. La primera es de aquellas leyes que hablan con el entendimiento i le dan luz en lo que conforme a razón se deve o hacer o no hacer, i le enseñan lo que ha de seguir en las obras i lo que ha de escusar en ellas mismas. La segunda es de la lei, no que alumbra el entendimiento, sino que aficiona la voluntad imprimiendo en ella inclinación i apetito de aquello que merece ser apetecido por bueno, i por el contrario engendrándole aborrecimiento de las cosas torpes i malas. La primera lei consiste en mandamientos i reglas. La segunda, en una salud i qualidad celestial, que sana la voluntad i repara en ella el gusto bueno perdido; i no sólo la sugeta, sino la amista i reconcilia con la razón, i, como dicen de los buenos amigos: que tienen un no querer i querer; assí hace que lo que la verdad dice en el entendimiento que es bueno, la voluntad aficionadamente lo ama por tal. Porque a la verdad en la una i en la otra parte quedamos miserablemente lisiados por el pecado primero, el qual escureció el entendimiento, para que las menos veces conociesse lo que convenía seguir; i estragó perdidarnente el gusto i el movimiento de la voluntad, para que casi siempre se aficionasse a lo que la daña más. I assí, para remedio i salud de estas dos partes enfermas, fueron necessarias essas dos leyes: una de luz i de reglas para el entendimiento ciego, i otra de espíritu i buena inclinación para la voluntad estragada. Mas, como arriba decíamos, diferéncianse aquestas dos maneras de leyes en esto, que la lei que se emplea en dar mandamientos en luz, aunque alumbra el entendimiento, como no corrige el gusto corrupto de la voluntad, en parte le es ocasión de más daño, i vedando i declarando, despierta en ella nueva golosina de lo malo, que le es prohibido. I assí las más veces son contrarios en esta lei el suceso i el intento. Porque el intento es encaminar el hombre a lo bueno, i el sucesso a las veces es dejarle más perdido i estragado. Pretende afear lo que es malo, i sucede, por nuestra mala inclinación, hacerlo más deseable i más gustoso. Mas la segunda lei corta la planta del mal de raíz, i arranca como dicen de cuajo lo que más nos puede dañar. Porque inclina e induce i hace apetitosa i como golosa a nuestra voluntad de todo aquello que es bueno; i junta en uno lo honesto i lo deleitable; i hace que nos sea dulce lo que nos sana; i lo que nos daña aborrecible i amargo. La primera se llama lei de mandamientos, porque toda ella es mandar i vedar. La segunda es dicha lei de gracia i de amor, porque no nos dice que hagamos esto o aquello, sino hácenos que amemos aquello mismo que devemos hacer. Aquella es pesada i áspera, porque condena por malo lo que la voluntad corrompida apetece por bueno; i assí hace que se encuentren el entendimiento i la voluntad entre sí, de donde se enciende en nosotros mismos una guerra mortal de contradición. Mas ésta es dulcíssima por estremo. Porque nos hace amar lo que nos manda; o por mejor decir, porque el plantar i engerir en nosotros el deseo i la afición a lo bueno, es el mismo mandarlo. I porque aficionándonos i, como si digéssemos, haciéndonos enamorados de lo que manda por essa manera i no de otra nos manda. Aquella, es imperfeta, porque a causa de la contradición, que despierta ella por sí, no puede ser perfetamente cumplida; i assí no hace perfeto a ninguno. Esta es perfetíssima porque trahe consigo i contiene en sí misma la perfeción de sí misma. Aquélla hace temerosos; aquesta amadores. Por ocasión de aquélla, tomándola a solas, se hacen en la verdad secreta del ánimo peores los hombres; mas por causa desta, son hechos enteramente santos i justos. I, como prosigue san Agustín largamente en los libros de la letra i del espíritu, poniendo siempre sus pisadas en lo que dejó hollado sant Pablo, aquélla es perecedera; aquésta es eterna. Aquélla hace esclavos; ésta es propia de hijos. Aquélla es ayo triste i azotador; aquesta espíritu de regalo i consuelo. Aquélla pone en servidumbre; aquesta en honra i libertad verdadera. Pues como sea esto assí, como de hecho lo es, sin que ninguno en ello pueda dudar, digo, que assí Moisén como los demás que antes o después dél dieron leyes i ordenaron repúblicas, no supieron ni pudieron usar sino de la primera manera de leyes, que consiste más en poner mandamientos que en inducir buenas inclinaciones en aquellos que son governados. I assí su obra de todos ellos fue imperfeta, i su trabajo careció de sucesso; i lo que pretendían, que era hacer a la virtud a los suyos, no salieron con ello, por la razón que está dicha. Mas Christo, nuestro verdadero redentor i legislador, aunque es verdad que en la dotrina de su evangelio puso algunos mandatos i renovó i mejoró otros algunos que el mal uso tenía mal entendidos; pero lo principal de su lei, i aquello en que se diferenció de todos los que pusieron leyes en los tiempos passados, fue que, mereciendo por sus obras i por el sacrificio que hizo de sí, el espíritu i la virtud del cielo para los suyos, i criándola él mismo en ellos como Dios i Señor poderoso, trató no sólo con nuestro entendimiento, sino también con nuestra voluntad; i derramando en ella este espíritu i virtud divina, que digo, i sanándola assí, esculpió en ella una lei eficaz i poderosa de amor, haciendo que todo lo justo que las leyes mandan, lo apeteciesse; i por el contrario aborreciesse todo lo que prohíben i vedan. I añadiendo continuamente de éste su espíritu i salud i dulce lei en el alma de los suyos, que procuran siempre ayuntarse con él, crece en la voluntad mayor amor para el bien i desminúyese de cada día más la contradición que el sentido le hace; i de lo uno i de lo otro se esfuerza de contino más aquesta santa i singular lei que decimos; i echa sus raíces en el alma más hondas i apodérase della hasta hacer que le sea quasi natural lo justo i el bien. I assí trahe para sí Christo i govierna a los suyos, como decía un profeta398, con cuerdas de amor; i no con temblores de espanto i con ruido temeroso, como la lei de Moisén. Por lo qual dijo breve i significantemente sant Juan399, la lei fue dada por Moisén; mas la gracia por Jesu-Christo. Moisén dio solamente lei de preceptos, que no podía dar justicia; porque hablavan con el entendimiento, pero no sanavan el alma, de que es como imagen la zarza del Éxodo, que ardía i no se quemava; porque era qualidad de lei vieja que alumbrava el entendimiento; mas no ponía calor a la voluntad. Mas Christo dio lei de gracia, que lanzada en la voluntad, cura su dañado gusto i la sana i la aficiona a lo bueno, como Hieremías lo profetizó divinamente diciendo400: Días vendrán, dice el Señor, i traheré a perfeción sobre la casa de Israel i sobre la casa de Judá un nuevo Testamento, no en la manera del que hice con sus padres en el día que los así de la mano para sacarlos de la tierra de Egipto, porque ellos no perseveraron en él i Yo los desprecié a ellos, dice el Señor. Este pues es el Testamento que yo assentaré con la casa de Israel después de aquellos días, dice el Señor: «Assentaré mis leyes en su alma dellos i escrivirélas en sus corazones. I Yo les seré Dios i ellos me serán pueblo sugeto; i no enseñará alguno de allí adelante a su prógimo ni a su hermano, diciéndole: Conoce al Señor; porque todos tendrán conocimiento de mí, desde el menor hasta el mayor porque tendré piedad de sus pecados, i de sus maldades no tendré más memoria de allí adelante. Pues éstas son las nuevas leyes de Christo i su manera de governación particular i nueva. I no será menester que loe agora yo lo que ello se loa, ni me será necessario que refiera los bienes i las ventajas grandes de aquesta governación a donde guía el amor i no fuerza el temor; a donde no lo que se manda, se ama, i lo que se hace, se desea hacer; a donde no se obra sino lo que da gusto, ni se gusta sino de lo que es bueno; a donde el querer el bien i el entender son conformes; a donde para que la voluntad ame lo justo, en cierta manera no tiene necessidad que el entendimiento se lo diga i declare. I assí desto, como de todo lo demás que se ha dicho hasta aquí, se concluye, que este rei es sempiterno, i que la razón porque Dios se llama propiamente rei suyo, es porque los otros reyes i reinos, como llenos de faltas, al fin han de perecer, i de hecho perecen; mas éste, como reino que es libre de todo aquello que trahe a perdición a los reinos, es eterno i perpetuo; porque los reinos se acaban, o por tiranía de los reyes, porque ninguna cosa violenta es perpetua, o por la mala qualidad de los súbditos, que no les consiente que entre sí se concierten, o por la dureza de las leyes i manera áspera de la governación; de todo lo qual, como por lo dicho se vee, este rei i este reino carecen. Que, ¿cómo será tirano el que para ser compasivo de los trabajos i males que pueden suceder a los suyos, hizo primero experiencia en sí de todo lo que es dolor i trabajo? O, ¿cómo aspirará a la tiranía quien tiene en sí todo el bien que puede caber en sus súbditos, i que assí no es rei para ser rico por ellos, sino todos son ricos i bienaventurados por él? ¿Pues los súbditos entre sí no están por aventura añudados con ñudo perpetuo de paz, siendo todos nobles i nacidos de un Padre, i dotados de un mismo espíritu de paz i nobleza?; i la governación i las leyes, ¿quién las desechará como duras siendo leyes de amor? Quiero decir tan blandas leyes, que el mandar no es otra cosa sino hacer amar lo que se manda. Con razón pues dijo el ángel de aqueste rei a la virgen401: I reinará en la casa de Jacob i su reino no tendrá fin. I David tanto antes deste su glorioso decendiente, cantó en el salmo setenta i dos...


Serás temido Tú mientras luciere
    El Sol i Luna, i quanto
La rueda de los siglos se bolviere.



I de lo que toca a la blandura de su govierno i a la felicidad de los suyos, dice:


   Influirá amoroso
Qual la menuda lluvia i qual rocío
    En prado deleitoso;
Florecerá en su tiempo el poderío
    Del bien, i una pujanza
De paz, que durará no un siglo solo.






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Capítulo III

De la dignidad de la oración


1. No basta que la dicción sea pura i clara, que es en lo que consiste la elegancia, sino que también son necessarias dos cosas más, es a saber, cierta dignidad o autoridad de las palabras i sentencias, i la composición feliz.

2. En una casa magnífica no solamente se hallan aquellas cosas que pertenecen a la necessidad, sino también a la decencia i al adorno. Lo mismo sucede en el lenguage del hombre eloqüente. Es necessaria la elegancia, esto es, el buen romance o la pureza del lenguage, que toca al gramático; i la perspicuidad o claridad, que pertenece al rhetórico, el qual añade la decencia i los adornos convenientes para la persuasión. La decencia consiste en apropiar las palabras i sentencias a las cosas que se quieren significar, hablando de Dios i de las cosas divinas sin mezcla de fábulas ni de narraciones sospechosas de falsedad; de las cosas naturales, con descripciones ajustadas a la naturaleza i circunstancias de ellas; del alma i de las costumbres, i de la república, con gravedad i justicia; de las cosas artificiadas, con inteligencia del arte i facilidad en esplicarla.

3. El adorno, que añade el rhetórico, puede considerarse, no solamente en las palabras i sentencias, sino también en la colocación de unas i de otras. En una casa magestuosa no basta que aya alhajas para su adorno, como pinturas, colgaduras, escaparates, sino que también es menester que lo que sirve a la necessidad i a la hermosura se coloque en sus lugares. ¿Qué cosa más desproporcionada que poner excelentes pinturas en la cocina, i la sartén i los calderos en las salas i retretes? Assí para que la oración esté embellecida de todos modos, no solamente deven escogerse las cosas que, a manera de las pinturas i tapicerías, en sí tienen adorno, sino las luces de las palabras i de las sentencias de que trata la dignidad; i también aquellas cosas que, o pertenecen al lenguage claro i emendado o al resplandor de las palabras i de las sentencias; todas deven colocarse según pidiere la naturaleza de lo que se trata: suave o ásperamente, periódica i numeralmente, o sencilla i naturalmente, lo qual enseña la composición rhetórica, de que se tratará en su lugar.

4. El uso de la dignidad i de la composición rhetórica es importantíssimo, pues no solamente hace que se hable i se escriva con adorno i belleza, sino también que se reciba gran placer de oír lo bien razonado o de leer los escritos agenos devidamente trabajados. Assí como el que anda a escuras en un magnífico palacio no ve las excelentes pinturas, las artificiosas tapicerías i colgaduras, el pavimento primorosamente debujado, los techos artesonados, i la hermosa orden de todas las demás alhajas, muebles i preseas, i consiguientemente tiene recreo alguno, assí también carece dél qualquier que no el arte con que está hecha una oración bien adornada.

5. Quáles sean estos adornos, es necessario saberlo. En lo que a las palabras, son los tropos; i en quanto a las sentencias, las figuras de sentencias i de palabras. Tratemos pues primeramente de los tropos i después de una i de otra especie de figuras.




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Capítulo IV

De los tropos i de las sentencias, en quanto sirven a la dignidad de la oración


1. Las ideas que nosotros tenemos de las cosas, o se espressan con los nombres, o con los verbos, a los quales pertenecen los tropos o traslaciones; i la combinación que nuestro entendimiento hace de las cosas se significa con los nombres i los verbos juntamente.

2. La unión del nombre i del verbo, por medio de la qual se atribuye a lo que se significa por el nombre lo que es o no es, se llama entre los gramáticos oración; entre los lógicos proposición o juicio; i entre los rhetóricos, sentencia i también oración.

3. Esta sentencia de alguna manera se ha de esplicar; i la esplicación, o se endereza a dar a entender lo que se piensa, o a persuadir lo que se piensa i se quiere. La lógica da reglas para la combinación de las ideas de suerte que representen la verdad; la gramática las da para hablar con pureza, sin dissonancia del uso común, facilitando la inteligencia de lo que se dice; i la rhetórica las da de ciertos modos de decir, que facilitan la persuasión. La gramática tiene por fin a la congruencia; la rhetórica, a la persuasión; la poética, al deleite; i la lógica, al juicio.

4. Si el hombre obedeciera en todo a la razón, sería superflua la rhetórica; porque propuesta sencillamente la bondad practicable, la practicaría sin necessidad de arte alguna de persuadirla. Pero conociendo muchas veces lo que deve obrar, i no obrándolo, es necessaria esta arte, la qual añade a la instrución de la verdad (que pertenece al conocimiento de las cosas, propio de las ciencias) la manera de decir persuasivamente. Según esto, ai dos maneras de decir: una natural i otra artificial. Natural, es la que se hace sin ayuda del arte, como aquella de que usa santa Theresa de Jesús. Artificial, la que se aprovecha del arte, como la de frai Antonio de Aranda, frai Luis de León, i frai Luis de Granada. Esta última, principalmente consiste en el discreto uso de los tropos i de las figuras, porque en lo demás, la mayor parte de los preceptos rhetóricos se reduce a una observación de la prudencia humana en las maneras de persuadir. Verdad es que todos usan de tropos i de figuras, i los más sin arte ni estudio antecedente, pero no se puede negar que los que hacen esto sin conocimiento i uso del arte, imitan a otros, i que el origen de hablar trópica i figuradamente, se deve al ingenio de los que primero inventaron tales modos de decir, lo qual no se hizo al principio sin necesidad i penetración de ingenio, i después no sin gusto i observación, i por consiguiente no sin alguna especie de arte, i finalmente, inventada ésta, se han freqüentado los tropos i las figuras mucho más, cuya freqüencia ha dado motivo a nuevas observaciones, i reducidas éstas a méthodo, han formado una arte cumplida i perfeta, que bien empleada en el uso de los tropos i de las figuras, hace que la oración persuasiva sea digna o tenga dignidad, que rhetóricamente hablando, es un adorno con que la oración se hermosea varia i agradablemente diferenciada402.




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Capítulo V

De los tropos


1. Los hombres no quisieron esplicarse solamente con el movimiento de los ojos i varios visages del semblante, que bien pudieran, como se ve en los infantes, que aun antes de entender las palabras, conocen mui bien aquella manera de manifestar los afectos del ánimo. Ni quisieron tampoco declarar sus pensamientos i passiones del ánimo con los ademanes de las manos i meneos del cuerpo, haciendo generalmente usual este modo de esplicarse, sino que eligieron los sonidos articulados, de cuya mezcla se componen las palabras por ser éstas más sensibles, i a todas horas i tiempos, perceptibles, sin necessidad alguna de luz. Los pensamientos pues, i los afectos del alma, se esplican con palabras, pero la fecundidad de los pensamientos es tan grande, que la lengua más abundante es estéril para esplicarlos todos, porque el entendimiento considera las cosas con tan varias consideraciones, que no se hallan voces para poder significar tanta muchedumbre; aviéndose contentado los primeros inventores de las palabras de concertarlas con cierta propiedad o respeto de cada cosa, por no ser possible que una sola palabra esplicasse todas las relaciones que cada una de ellas puede tener, como se puede considerar en el egemplo siguiente. La ventana es una misma cosa en qualquiera nación. Los franceses, que consideraron que solía tener quatro partes, la llamaron croisse, de la palabra croix, porque muchas ventanas antiguas estavan hechas en forma de cruz; los portugueses janella, diminutivo de janua, latino, como si digéramos puerta pequeña o puertecilla por su semejanza; los valencianos finestra, de fenestra latino, que se deriva del griego phainein, que significa relucir, porque por ella entra la luz; los castellanos ventana, de viento, porque sirve para la ventilación. Siendo pues una sola cosa la ventana, las palabras con que propiamente se significan sus relaciones, son diversas, i el respeto que se significa con una palabra, no se espressa con otra, i por esso fue menester que la voz que propiamente, esto es, según su primera institución, significa una idea, después, por la semejanza i proporción que de algún modo tiene con otra idea, se traslade a significar estotra; i de aquí nació la distinción de palabras propias i trasladadas.

2. Propia, es la que se introdujo para significar una cosa determinada.

3. Trasladada, la que teniendo su propia significación, toma otra; la qual traslación, si es por falta de palabra, es necessaria i loable, i, si es por mero gusto, en tanto merece aprovación, en quanto por la semejanza significa lo que se pretende con mayor eficacia o gracia, siendo esta manera de decir una especie de adorno mui ingeniosa i agradable. La traslación pues, o se usa por necessidad, o para mayor espressión, i para causar en el ánimo del oyente más fuerte impressión, que también es especie de necessidad para el fin de persuadir. Por necessidad, como quando hablando legalmente decimos obligación. Para mayor espressión i más fuerte impressión, como quando don Alonso de Ercilla descrivió assí la codicia403:


    O incurable mal, o gran fatiga,
Con tanta diligencia alimentada,
Vicio común i pegajosa liga,
Voluntad sin razón desenfrenada:
Del provecho i del bien público enemiga:
Sedienta bestia, hidrópica, hinchada,
Principio i fin de todos nuestros males:
O insaciable codicia de mortales.



Donde por traslación llamó a la codicia fatiga i liga, i luego, para mayor claridad, añadió su definición voluntad sin razón desenfrenada. I bolviendo a renovar la traslación, la llama sedienta bestia, hidrópica, hinchada; i finalmente, esplicándola por la causa i fin, últimamente la llamó espressa i propiamente codicia, i assí felizmente hizo (aunque quizá fuera de su intención) que las traslaciones sirviessen a la propiedad.

4. Según esto, traslación, llamada en latín inversio o trocamiento, i en griego españolizado tropo, es una mudanza de la significación aplicando ésta a otra idea, o si no, inversión, es permutación o trocamiento de las voces al sentido. Suponiendo pues que cada voz significativa tiene su significación primeriza, que suele llamarse propia, porque se supone que quien la inventó la apropió i ajustó bien a la cosa significada; combinando estas cosas entre sí hallaremos que la cosa primitivamente significada, pudiendo ser respeto de la otra que se quiere significar o causa o efeto, o sugeto o adjunto, o semejante o dessemejante, o parte o todo, necessariamente se sigue que, siendo propia una destas ocho significaciones, puede aver en cada voz propia siete especies de significación trasladada. I si consideramos que en cada cotejo destos se contienen otras especies subalternas i debajo de ellas innumerables cosas, es maravillosa la fecundidad de las traslaciones i admirable i nunca bastantemente alabada el arte que enseña la invención i escogimiento de tantas significaciones. Pero reduciendo por medio de la facilidad i utilidad del méthodo que sabe comprehender mucho en poco, las causas i los efetos, i los sugetos i los adjuntos a un género de traslación; los semejantes a otro; i las partes i el todo a otro, se colige que solamente ai quatro géneros de tropos, que son: metonimia, metáfora, ironía i sinécdoque.

5. Como en la traslación o trocamiento de la significación se toma una cosa por otra, es menester que las dos cosas significadas tengan alguna proporción por la qual se venga en conocimiento de lo que se quiere significar. Por esta causa la idea del término del qual se toma la traslación, deve ser, o mui común o mui clara i mui inteligible, respeto de aquel con quien se habla, para que el pensamiento no se espresse oscuramente, ni tal vez se tenga por ridículo. I assí no todas las causas, sugetos, semejantes, opuestos i todos, son a propósito para que de ellos se traslade su significación a sus efetos, adjuntos, dessemejantes, contrarios i partes, ni al contrario; i en este escogimiento se descubre la discreción del rhetórico.

6. También se ha de procurar que quando se quiere engrandecer algo, se tome la traslación de las cosas grandes; i quando se quiere achicar, de las chicas. Quando se aya de alabar, deve tomarse de las cosas honestas, i quando deshonrar, de las feas; pero no de manera que causen feeza en quien las dice. I esto vaya dicho en general.

7. Pero dando principio a la esplicación de los tropos, metonymia en griego, en latín según Cassiodorio i Beda, transnominatio, como si digéramos nombramiento trasladado o trocado, es la mudanza de significación de las causas a los efetos; o de los sugetos a los adjuntos; o al contrario, de los efetos a las causas; o de los adjuntos a los sugetos. Los gramáticos, según Cicerón404, le dieron este nombre, i los rhetóricos el de hypallage, que significa transmutación; aquéllos aludiendo a que se truecan los nombres; éstos, a que se truecan los verbos.

8. Su primer modo es quando por las causas se significan los efetos, como leo a san Pablo, esto es, a sus cartas. Assí se pone el inventor por la cosa inventada; el presidente por aquella a que preside. Por esso dijo Terencio405: «Sin Ceres i Baco está Venus fría», aludiendo a lo que fingieron los poetas gentiles, que Ceres inventó el uso del trigo i Baco el del vino, i que Venus era la diosa de la lujuria, dando assí a entender que la fomentan la demasiada comida i bevida. Del mismo modo tomaron a Marte por la guerra, por tenerle por dios o presidente de ella. I como la materia es causa material según la escuela peripatética, se toma por lo que es hecho de ella. Assí en el Génesis406 se llama el hombre tierra, por ser formado de ella; i en el Éxodo407 se dice que «lloverían panes del cielo», esto es, el maná de que se harían panes.

9. El segundo modo es tomar el efeto por la causa; como decir que uno se puso amarillo, para significar que temió, porque la amarillez es efeto del temor. En el Génesis leemos408 que Dios dijo a Abrahán: «Ahora he conocido que me temes, como Dios que soi, pues por mí no has perdonado a tu hijo unigénito»; siendo éste el sentido: «Ahora te he hecho conocer». Pero como Dios es el autor del conocimiento, se dice por metonimia de efeto por causa que le conoce de nuevo. Divinamente san Pablo, hablando de Christo a los corinthios, les escrivió409: «Se nos hizo sabiduría, justicia, santificación i redención». Esto es: Christo ha sido el dador de la sabiduría, nuestro justificador, santificador i redentor. Acá pertenecen los atributos que son efetos de sus sugetos, como ira ciega, infancia llorona, niñez juguetona, mocedad divertida, juventud lozana, vegez triste, ancianidad caduca i que niñea. Ai efectos que se pueden tomar por sus causas en la prosa, i otros no; i de estas últimas traslaciones solamente usan los poetas llamando pena al pecado; teas a las bodas, i fasces o mazas a los consulados.

10. El tercer modo es quando el nombre de la cosa, que es sugeto, se traslada a significar lo que es adjunto. El nombre de sugeto se toma aquí estendidamente por aquello que contiene algo, o lo tiene, o se emplea en ello.

11. Por lo que contiene. Assí dijo Lope de Vega410 que Italia i Francia le llamavan ignorante, esto es, los italianos i franceses. De la misma suerte se toma la ciudad por los ciudadanos, el hospital por los enfermos, la cárcel por los encarcelados, la casa por los habitadores, la familia por los de ella, el vaso por la bevida. Assí dijo san Matheo411: «Turbóse el rei Herodes i con él toda Gerusalén». Esto es, todos los de Gerusalén.

12. El sugeto que tiene por la cosa tenida, como quando dijo Virgilio412: «Ya está ardiendo Ucalegón el más cercano», esto es, la casa que tenía, posseía o habitava Ucalegón. También decimos que alguno vive lejos de nosotros, esto es, de nuestra casa.

13. Assí mismo se varía la significación por la cosa en que uno se emplea, como Filón i Orígenes son alegóricos, entendiendo que lo son muchas de sus obras.

14. Finalmente, quando el nombre de la cosa significada se atribuye a la señal, como Dagón413 i Moloc414 a sus estatuas.

15. El quarto modo es quando la significación de los adjuntos se traslada a los sugetos. Como si digéssemos: amor crédulo, por amante fácil en creer; vicio por vicioso; maldad por malvado. Assí dijo Lope de Vega415:

16. «Decid a mi desdén, que por él muero».

Donde llamó desdén a su dama desdeñosa. I Sancho Panza a su muger Theresa, mi oíslo, con modismo alcarreño.

17. El quinto modo de metonimia es quando el antecedente se toma por el consiguiente, o el consiguiente por el antecedente. A uno i otro llaman comúnmente los griegos metalepsis, los latinos, según Quintiliano416, transsumtio, porque se toma de cosa mui diferente i se va poco a poco en conocimiento de lo que significa.

18. Usamos del antecedente por el consiguiente quando decimos: me mandaron, por obedecí; fui rico, por degé de ser rico; vivió, por murió.

19. Del consiguiente por el antecedente, como firmé, por consentí.

20. Se puede añadir la metalepsis, el discurrir por las circunstancias i grados de los adjuntos, que se hace de muchas maneras. Porque a veces ai dos adjuntos, o epíthetos anexos a dos sugetos, pero con impropiedad, i cada uno de ellos no se aplica al sugeto a quien pertenece. Como quando dijo Virgilio417 hablando de Eneas i de la Sibila, que ivan oscuros en la sola noche entre tinieblas, en lugar de decir que ivan solos en la noche oscura por las tinieblas. Este tropo, siempre que se dice algo invirtiendo el orden de las cosas, se llama hypallage, quando se contraponen las voces, o quando el sentido se trasporta con las palabras, i es más propio de poetas que de prosistas, i sirve para significar la misma perturbación de las cosas. I por esto no tuvo razón el dotor Gregorio Hernández de Velasco en traducir a Virgilio quitándole la metalepsis, la qual también se usa quando se pone un adjunto por otro, o una cosa cercana por otra cercana, o semejante por otra semejante, como triste por amargo, hablando de algún potage; alto, por aquel que tiene algunos años.

21. También es especie de metalepsis quando por ciertas gradas, passando de una en otra, se llega a significar lo que es propio. Desta suerte Cicerón intituló Filípicas sus oraciones contra Marco Antonio, porque las compuso a imitación de Demósthenes, que hizo varias oraciones contra Felipe, rei de Macedonia, padre de Alejandro el Grande.

22. Finalmente se puede añadir la metalepsis de acompañante, o de conexo, o consiguiente. Assí, en el Libro de los Jueces418 i en el primero de los Reyes419, según el texto hebreo, cubrir los pies significa, hablando cortésmente, descargar el vientre, porque como los israelitas usavan de vestiduras largas, quando se ponían en cuclichas i se bajavan, cubrían con ellas los pies.

23. Metáfora, que en griego quiere decir lo mismo que en español, traslación, es una mudanza de la propia significación trasladada a otra semejante. Tres cosas, pues, se deven considerar en la metáfora, significación propia, agena i semejanza. Assí Virgilio420 llamó a los dos Cipiones rayos de la guerra. El rayo del cielo es propiamente de las tempestades, impropiamente de la guerra. La semejanza consiste en que assí como el rayo es dañoso i terrible a los vivientes i arruinador de las cosas temporales, assí los Cipiones fueron dañosos i terribles a sus enemigos i destruidores de sus cosas.

24. La metáfora, o se toma de la analogía o proporción que se halla entre dos cosas, o de la que ai entre quatro. Assí vemos que entre el hombre astuto i la zorra ai una semejanza que consiste en la astucia. Desta primera especie de metáfora usó Jesu-Christo llamando zorro a Herodes Antipas421 porque en sus costumbres imitava al zorro. Se halla analogía o conveniencia entre quatro cosas en el egemplo siguiente: El príncipe es la cabeza del cuerpo de la república. Aquí ai dos semejanzas que suponen quatro cosas, porque la cabeza i el príncipe se semejan, i también el cuerpo i la república.

25. Se diferencia la metáfora de la semejanza en que aquélla dice identidad o mismedad, i por esso ai traslación de significación como: «Sócrates fue un burlón atheniense». I sería semejanza, si digesse: «Sócrates atheniense filosofó como un burlón». Si huviesse dicho Jesu-Christo que los escribas i fariseos eran sepulcros blanqueados, huviera hablado metafóricamente; pero quiso caracterizarlos con una propíssima semejanza, diciendo assí, según refiere san Matheo422: «Ai de vosotros, escribas i fariseos hipócritas, que sois semejantes a los sepulcros blanqueados que por defuera parecen hermosos a los hombres, mas dentro están llenos de huessos de muertos i de toda suciedad». Egemplo de una semejanza reducida a metáfora puede ser el que nos dio Saavedra, el qual teniendo presente lo que aconsejó el Eclesiástico diciendo423: «No creas a tu enemigo jamás, porque como el metal se toma de orín, assí él de su maldad»; trasformó esta semejanza en metáfora, diciendo assí424: «Una amistad reconciliada es vaso de metal que hoi reluce i mañana se cubre de robín». El mismo Saavedra de la semejanza passó a la metáfora diciendo assí425: «Siembra Medea (para disponer el robo del vellocino) dientes de sierpes en Colcos, i nacen esquadrones de hombres armados que batallando entre sí se consumían. Siembran algunos príncipes i repúblicas (Medeas dañosas del mundo) discordias entre los príncipes i cogen guerras i inquietudes en sus estados».

26. Siendo, pues, innumerables las semejanzas que puede aver entre las cosas, no se pueden reducir a pocas classes, i solamente deve advertirse que pues la metáfora consiste en la semejanza, donde no ai semejanza, o ai dessemejanza, no ai propiamente metáfora sino abusión, llamada en griego catacresis. Como quando dijo Góngora hablando de Polifemo:


Era un monte de miembros eminente.



Porque es cierto que Polifemo, por alto que fuesse, no podía tener proporción en la altura con un monte eminente. Fuera de que en esto devía Góngora seguir a la fama, o voz común de los poetas antiguos, griegos o latinos.

17. No aviendo, pues, cosa de la qual pueda sacarse alguna semejanza, el discreto rhetórico procurará tomarla más de unas que de otras; antes de las cosas sugetas a la vista que a la imaginación. En la persuasión de las cosas agradables, no las tomará de las desagradables. En la dissuasión, al contrario.

28. Nunca las tomará de las desconocidas o poco conocidas. I por esso, hablando con los ignorantes, no se ha de aludir a los términos científicos.

29. No se tomarán tampoco de mui lejos, como quando dijo el licenciado Thomé de Burguillos, o por mejor decir, Lope de Vega, en una canción426:


Dando más estornudos,
Que los tabacos dan por los embudos.



Donde llamó embudos a las ventanas de las narices.

30. No de las cosas demasiadamente grandes, como en el egemplo propuesto de Góngora.

31. Ni de las demasiadamente pequeñas, como si uno imitando a Marco Catón427, llamasse a los montes berrugas del mundo.

32. Ni de otras lenguas, si las voces no se han recibido i usado en la propia, en cuyo defeto incurrió don Jusepe Antonio González de Salas, quando en su tradución de las Troyanas dijo Arar el ponto, en lugar de navegar.

33. Ni de las cosas puercas, como quando dijo Góngora:


Quando ha de echarme la musa
Alguna ayuda de Apolo,
Desatácase el ingenio
I algunos papeles borro.



34. Ni de las cosas indecentes, como don Antonio de Solís en uno de sus sonetos:


Temió tu corazón, como mui hombre,
I se meó de miedo por los ojos.



35. Ni de las cosas indignas, como el mismo Solís en un diálogo:


Le dijo más oraciones
Con tal turbación, con tal
Titubear, que si acaso
Se las llegara a escuchar,
No las conociera el Papa,
Que las parió en el Missal.



36. Ni de errores, como quando González de Salas llamó en las Troyanas al alma racional immortal centella, aludiendo al error de los estoicos i especialmente de Séneca428. I fue también errónea metáfora la que hizo frai Hortensio Félix Paravicino, quando en el título del Panegírico funeral de la reina Doña Margarita de Austria, llamó429 gentílicamente manes piadosos i reales al alma de la reina.

37. Mucho menos se han de hacer las traslaciones de las cosas sagradas para traspassarlas irreverentemente a las profanas, como quando Góngora, escriviendo en un soneto las novedades de la corte i queriendo decir que se freqüentava mui poco la casa de las comedias, lo espressó assí:


Dada la estrema unción a la comedia.



38. Pero mucho peor es abusar de las traslaciones impíamente; de las quales será mejor no alegar egemplos, aunque abunda de ellos don Francisco de Quevedo Villegas en sus obras burlescas, imitando en esto a nuestros antiguos trobadores, cómicos i entremesistas.

39. Si se quiere continuar la metáfora, no se ha de passar de una semejanza a otra, como hizo Lope de Vega Carpio escriviendo un soneto a la verdad430, en lo demás ingenioso i elegante:


    Hija del tiempo que en el siglo de oro
Viviste hermosa i cándida en la tierra,
De donde la mentira te destierra
En esta fiera Edad de Hierro i lloro;
    Santa verdad, digníssimo decoro
Del mismo cielo, que tu sol encierra,
Paz de nuestra mortal perpetua guerra
I de los hombres el mayor thesoro;
    Casta i desnuda virgen que no pudo
Vencer codicia, fuerza, ni mudanza,
Del sol de Dios ventana cristalina;
    Vida de la opinión, lengua del mundo;
Mas ¿qué puedo decir en tu alabanza,
Si eres el mismo Dios, verdad divina?



El defeto está en variar el assunto de las metáforas, empezando a tratar de la verdad humana i confundiéndola después con la divina.

40. Pero don Jorge Manrique, poeta de sumo juicio, con mucho acierto continuó la metáfora deste modo:


Este mundo es el camino
Para el otro, que es morada,
Sin parar.
Mas cumple tener buen tino
Para andar esta jornada
Sin cessar.
Partimos, quando nacemos;
Andamos, quando vivimos;
I llegamos,
Al tiempo que fenecemos.
Assí que quando morimos,
Descansamos.



41. Mas no es necessario que el mismo que hace la metáfora la declare, como lo hizo don Jorge. La glosa que sobre sus coplas compuso Gregorio Silvestre compite con el texto.

42. Esta continuación de metáforas se llama alegoría, de que ai grande abundancia en los refranes: Quien siembra virtud, coge fama; Gloria vana florece i no grana. Pero para que aya alegoría, es menester que esta continuación de la significación se haga en el término metafórico, no en el propio. I assí no habló alegóricamente Saavedra quando dijo431: «Son los labios ventanas del corazón, i en abriéndolos se descubre lo que ai en él». Pero huviera hablado alegóricamente si huviesse dicho i en abriéndolas. Él mismo formó una alegoría mui ingeniosa quando, hablando de los thesoreros, contadores i recetores, dijo dellos432: «Son arenales de Libia, donde se secan i consumen los arroyos de las rentas reales que passan por ellos». A veces puede dudarse si ai alegoría o no, por no saberse con certeza a qué término se refiere la sentencia, al propio o al metafórico, o trasladado, como se puede observar en lo que ambiguamente escrivió don Diego de Saavedra deste modo433: «Son los príncipes i sus consejeros ojos de los reinos; i quando dispone Dios su ruina, los ciega434, para que ni vean los peligros, ni conozcan los remedios». Siguió mui bien la alegoría Lope de Vega en este soneto435:


    Rota barquilla mía que arrojada
De tanta embidia i amistad fingida,
De mi paciencia por el mar regida
Con remos de mi pluma i de mi espada,
    Una sin corte, i otra mal cortada;
Conservaste las fuerzas de la vida,
Entre los puertos del favor rompida
I entre las esperanzas quebrantada;
    Sigue tu estrella en tantos desengaños;
Que quien no los creyó, sin duda es loco.
Ni ai enemigo vil, ni amigo cierto.
    Pues has passado los mejores años;
Ya para lo que queda, pues es poco,
Ni temas a la mar, ni esperes puerto.



43. I con no menor agudeza en estotro soneto436:


    Hermosa parca, blandamente fiera,
Dueño del hilo de mi corta vida,
En cuya bella mano vive asida
La rueca de oro i la mortal tigera;
    Hiladora famosa a quien pudiera
Rendirse Palas i quedar vencida;
De cuya tela amor de oro tegida,
Si no fuera desnudo, se vistiera;
    Déte su lana el Vellocino de oro,
Amor, su flecha para el huso; i luego
Mi vida, el hilo que tu mano tuerza.
    Que a ser Hércules yo, tanto te adoro,
Que rindiera a tu rueca atado i ciego,
La espada, las hazañas i la fuerza.



Si bien yo en lugar de espada huviera dicho clava.

44. Hermosamente continuó también la alegoría don Luis de Góngora, cantando assí en uno de sus romances:


    Diez años desperdicié,
Los mejores de mi edad,
En ser labrador de amor,
A costa de mi caudal.
    Como aré i sembré, cogí.
Aré un alterado mar,
Sembré en estéril arena,
Cogí vergüenza i afán.



45. Pero con mayor gravedad i maestría, don Diego de Saavedra Fajardo diciendo assí437: «También conviene enseñar al príncipe desde su juventud a domar i enfrenar el potro del poder, porque si quisiere llevalle con el filete de la voluntad, dará con él en grandes precipicios. Menester es el freno de la razón, las riendas de la política, la vara de la justicia i la espuela del valor, fijo siempre el príncipe sobre los estrivos de la prudencia». El mismo Saavedra descrivió admirablemente438 la inquietud de Francia, en su tiempo, debajo de la ingeniosa alegoría de una terrible tempestad; i con no menor eloqüencia que ingenio, representó un falso amigo439, con la maravillosa alegoría del pasmoso volcán del monte Vesuvio. Pero deve observarse que las alegorías, si son mui frequentes, hacen la dotrina más admirable que provechosa, como se ve en las obras de Platón, que necessitan de un letor ingenioso, erudito i diestro en sacar el meollo de lo que dice; i por esso fue alabado Sebastián Fox Morcillo, que le entendía i esplicava con claridad. El mismo don Diego de Saavedra hizo un estraño uso de la alegoría, porque valiéndose de ella440, trasladó la aristocracia al harpa; i después del harpa sacó una semejanza para aplicarla a la república; i últimamente hizo una semejanza alegórica, tomándola del harpa deste modo: «Forma la harpa una perfeta aristocracia, compuesta del govierno monárquico i democrático. Preside un entendimiento, goviernan muchos dedos, i obedece un pueblo de cuerdas; todas templadas i todas conformes en la consonancia, no particular, sino común i pública, sin que las mayores discrepen de las menores. Semejante a la harpa es una república, en quien el largo uso i esperiencia dispuso los que avían de governar i obedecer. Estableció las leyes, constituyó los magistrados, distinguió los oficios, señaló los estilos i perficionó en cada una de las naciones el orden de república más conforme i conveniente a la naturaIeza dellas. De donde resulta que con peligro se alteran estas disposiciones antiguas. Ya está formada en todas partes la harpa de los reinos i repúblicas, i colocadas en su lugar las cuerdas; i aunque parezca que alguna estaría mejor rnudada, se ha de tener más fe de la prudencia i consideración de los predecessores, enseñados del largo uso i esperiencia, porque los estilos del govierno, aunque tengan inconvenientes, con menos daño se toleran que se renuevan. El príncipe prudente tiemple Ias cuerdas assí como están i no las mude; si ya el tiempo i los accidentes no las descompusieren tanto, que desdigan del fin con que fueron constituidas, como decimos en otra parte. Por lo qual es conveniente, que el príncipe tenga mui conocida esta harpa del reino, la magestad que resulta dél i la naturaleza, condición i ingenio del pueblo i del palacio, que son sus principales cuerdas, porque, como dice el rei don Alonso el Sabio en una Lei de las Partidas441: «Saber conocer los omes es una de las cosas de que el rei más se deve trabajar: ca pues que con ellos ha de facer todos sus fechos, menester es que los conozca bien». En esto consisten las principales artes de reinar.

46. Tal vez se anticipa una metáfora, se supone hecha alegoría, i después se esplica ésta, como lo hizo el ingenioso, docto i facundíssimo don frai Pedro de Oña, obispo de Gaeta, el qual, aviendo dicho que el alma es una nave, desta sencilla metáfora sacó la esplicación de la alegoría supuesta debajo del nombre de nave deste modo442: «Sin capitán no ai compañía, ni navegación sin piloto. El alma es la nave; el farol que la alumbra, el entendimiento; el governalle, la razón; la vela, la voluntad, que como la vela levanta todo el navío; la voluntad mueve i lleva tras sí todas las potencias i sentidos, pero el piloto es la prudencia, que con la carta de marear de la lei natural i la divina, va rigiendo i governando entendimiento, voluntad i las demás fuerzas del alma i a las demás virtudes que la rigen, que comparadas con ella son grumetes i gentes de servicio del navío».

47. La alegoría, si es algo oscura, se llama en las sagradas letras parábola, que quiere decir semejanza o comparación. Usó mucho de ella Jesu-Christo, según san Marcos443, por ser este modo de enseñar proporcionado a los discípulos sencillos, que con la docilidad merecían i logravan mayor esplicación, según san Juan444; i también a los maliciosos, que por su intención depravada no entendían aquella manera encubierta de hablar. La rudeza de los tiempos cercanos al diluvio universal, buscó la declaración de las cosas del entendimiento en la semejanza de las cosas corporales espuestas a los sentidos; el deseo de no vulgarizar la enseñanza oculta, sugeta a la censura popular, i a la persecución de los poderosos ignorantes i sobervios, la hizo freqüentar debajo del velo de la semejanza. De aquí nacieron los geroglíficos de los egipcios, las enigmas de esfinge, los símbolos de Pithágoras, los apólogos de Isopo i de Locman, i las parábolas o sentencias por semejanzas de otras cosas, tan freqüentadas en Oriente, autorizadas por el más sabio de los hombres, Salomón, que propuso tres mil445, i santificadas por el hombre dios, Jesu-Christo, Señor nuestro446.

48. Si la alegoría es mui oscura passa a ser enigma, esto es, dicho oscuro i entricado, cuya naturaleza consiste en decir las cosas de manera que la espressión las haga parecer inconpossibles, cosa que no puede hacerse por una sencilla composición de palabras, sino que es menester que éstas sean metafóricas, o trasladadas, las quales dificultan la inteligencia, porque espressan una idea i ocultan otra, cuya declaración deve ser tan importante que el gusto de descubrirla recompense el trabajo de buscarla, como sucede en la siguiente enigma:


La madre puede nacer,
De la hija ya difunta,



que quiere decir que del agua se engendra la nieve i después de la nieve el agua. Vulgarmente, quando se hacen estas preguntas, suelen decir: ¿Qué es cosa i cosa?, de donde vino a la enigma el nombre de quisicosa. Entre las enigmas deven contarse los símbolos de Pithágoras, que ingeniosa i eruditamente esplicó Lilio Gregorio Giraldo, escritor de rara i esquisita dotrina. Esta enigma de Christóval Pérez de Herrera es mui intrincada, i dice assí:


    ¿Quién es aquel que nació,
Sin que naciesse su padre?
No tuvo madre su madre,
Ni de muger procedió.
Al fin aqueste murió;
I después que huvo espirado,
Fue en su madre sepultado,
A la qual virgen halló.



I se aclara deste modo. Abel nació antes que Adán su padre, pues Adán no nació, sino que Dios le crió, i formó del polvo de la tierra, ni Eva su madre la tuvo; porque también Dios la formó de la costilla de su marido. Abel fue muerto violentamente, de embidia que le tuvo su mal hermano Caín, i fue enterrado en su madre la tierra, a la qual halló virgen por no estar manchada, no aviendo sido sepultado antes otro alguno, i él fue quien la estrenó. I assí justamente llamamos madre a la tierra, pues de su polvo tuvimos principio i a ella iremos todos a parar.

49. Ai muchas metáforas recíprocas, como las que se hallan en estas palabras, flores i estrellas, diciendo que las flores son estrellas de la tierra i las estrellas flores del cielo. Otras, no recíprocas. Assí a la raíz del monte se podrá llamar pie; pero el pie del hombre no se llamará bien raíz, según Demetrio Falereo.

50. El sobrado uso de las metáforas oscurece el lenguage; porque por ellas se esplican las cosas trocadamente, i para su inteligencia es necessario el conocimiento de la cosa a que se aplica; i de la aplicada i de la semejanza de entrambas para entender la razón de la aplicación, i conocer lo que por ella se significa. I esto suele ser cosa tan difícil de saber, que muchos que toda la vida professan enseñar el arte rhetórica, no tienen ideas convenientes de la naturaleza de las propiedades de los estilos, que se significan con palabras metafóricas o trasladadas. Pongo por egemplo. Considerado el estilo respeto del entendimiento humano, recibe diversas denominaciones metafóricas. Porque atendida la capacidad del entendimiento, si le consideramos lleno de varias ciencias i perficionado con ellas, como el estilo es una imagen de los pensamientos, admite el mismo nombre que ellos i que el entendimiento por ellos. Por esso llamamos al estilo docto, erudito, sabio; i al contrario indocto, no erudito, necio. Si el entendimiento es prudente, sagaz o industrioso, el estilo se llama del mismo modo; si tiene ingenio penetrativo, se llama sutil i agudo; si no le tiene, grossero, boto i embotado. Si es dado a la enseñanza i comunicador de la dotrina que aprende, uno i otro se llama instructivo; i, si no la comunica, no instructivo. Si con los pensamientos distingue bien las cosas, el estilo se dice distinguido; si no las distingue, confuso; si recoge las circunstancias, circunstanciado; si las ordena i espressa con gracia, discreto, agraciado o salado; si falto de ella, indiscreto, desgraciado o soso. Si los pensamientos son muchos, se llama facundo; si pocos, infacundo. Si el entendimiento retiene con su memoria las noticias percebidas, trasladadas éstas al estilo, se dice noticioso, i si se trasladan con escasez, poco noticioso. Si los pensamientos son juiciosos, dando en el blanco de la verdad, al estilo se llama atinado; si no dan en él, desatinado. Si el contexto está sembrado de noticias útiles, se dice el estilo fecundo; si escasea de ellas, infecundo, seco i estéril. Si es áspero, no corriente i que tiene tropiezos, se dice escabroso. Desta misma manera pudiéramos ir apuntando las denominaciones metafóricas del estilo, tomadas de la voluntad, de los sentidos, de las acciones humanas, del trato civil, del tiempo i de otras innumerables cosas. Assí vemos que de las modificaciones del movimiento sacamos muchas metáforas i variamente llamamos al estilo tardo, lento, remisso, submisso, machacón, perezoso, ensubinado, fluctuante, ligero, veloz, voluble, comovido, arrebatado, violento, precipitado, exorbitante, extravagante; metáforas que con dificultad se entienden bien, si no se tienen unas justas ideas de la tardanza, lentitud, remissión i demás modificaciones del movimiento, sabiendo además desto lo que por ellas se quiere significar. Quando digo que las metáforas oscurecen el lenguage, hablo de las nuevamente inventadas, porque las que son freqüentes, por el común modo de hablar, ya han adquirido cierta i determinada significación que los oyentes están acostumbrados a entender: como niña de los ojos. Qualquier pues que quiera hacer una metáfora agradable, primeramente deve saber todos los nombres que la cosa tiene según sus varios respetos, efetos, o propiedades. Pongo por egemplo: si se trata del alma, deve observar que, en quanto anima, se llama alma; en quanto entiende, entendimiento; en quanto quiere, ánimo o voluntad; en quanto se acuerda, memoria; en quanto dicierne o discurre i juzga, juicio; i si con derechura, razón; en quanto contempla, espíritu; en quanto percibe las especies sensibles por medio de los órganos del cuerpo, sentido; en quanto está vestida de ciencia i egercita la destreza i sabiduría de juzgar, mente; i assí considerando el alma, verá qué es lo quiere decir de ella; i unas veces hablará con propiedad llamándola alma; i otras, metafóricamente, llamando a la razón luz natural. Pero para que mejor se vea i reconozca quán difícil es saber los nombres propios de las cosas, trasladaré aquí la mayor parte del capítulo 5 del libro primero del Arte de Ballestería i Montería de Alonso Martínez de Espinar, que dice assí: «La que produce, conserva i sustenta en sí todo viviente, es la tierra; que es indiferente por sus sitios. Tiene sierras, valles i llanos. Está compuesta de laderas, collados i cumbres. Cría diversos géneros de montes. Los más comunes en nuestra España son: encina, roble, alcornoque, pino, quegigo, haya, fresno, acevo. A todos los montes que son de pies derechos i que por lo bajo no tienen otra espesura, llamamos oquedales; i a los que tienen jaras i encinas altas, mohedas i montes cerrados. Ai otros montes espesos que no se levantan tanto i por lo bajo son todo rama. Estos son de muchos géneros: jara, estepa, madroño, piorno, ladierno, lantisco, orzaga, charneca, chaparra, coscoja, pimpollares de pino i roble, sabinas, enebros, tojos, ahulagas, todos estos sin ramas, llamámoslos montes bajos; i a los que se han quemado i buelven a tener mucha espesura, decimos verdugales. Ai otras malezas en riberas i vegas de tarahales, zarzas, espinos, acebuches, adelfas, álamos negros i blancos, mimbres i sauces, estos llamamos sotos. Campiñas se llaman las tierras rasas que sólo crían hierba; a las tierras altas, páramos. Las vegas i tierra cultivada, tierras de labor; los valles abiertos en medio de los montes, cañadas i prados; lo más alto de éstas, cañadas, i sus remates, collados; las veredas que en ellos hace la caza i el ganado en lo alto de los montes i páramos, trochas; las traviessas de ellos i caminos, encrucijadas; las partes donde comúnmente se recoge la caza mayor, querencias».

51. Ironía, dicha assí en griego, comúnmente significa dissimulo; pero entre los rhetóricos tiene otra significación. Quintiliano447 la llamó illusio; Julio Rufiniano448, irrisio, esto es, burla. La ironía es simulación, dissimulación, fingimiento i irrisión. Es una traslación de la propia significación a la contraria, como bien por mal. Assí, llamamos niño al viejo caduco i decimos que niñea para significar que en la falta de juicio imita a los niños de poca edad.

52. De tres maneras se forma la ironía. Por la naturaleza de la persona o de la cosa de que se trata, o por la pronunciación.

53. Por la persona de que se habla, como quando aviendo pecado Adán, dijo Dios en sí mismo a su Trinidad de personas o a los santos ángeles449: «Mirad como Adán se ha hecho Dios, como uno de Nos, sabiendo el bien i el mal. Guardémonos de que no eche la mano en el fruto de la vida i no viva eternalmente». Como si digesse que, no contento Adán con la semejanza divina que Dios le estampó en el fondo de su alma, aviéndole dado todas las bellezas del ser racional i las inestimables riquezas de su gracia, esto es, entendimiento, voluntad, derechura moral, inocencia, conocimiento claro de Dios, amor puríssimo deste ser primero sin segundo i seguridad de gozar con él una felicidad perdurable, con tal que quisiesse permanecer en la justicia original en que fue criado; sin embargo de todo esto, Adán desagradecido a tantos beneficios, quiso ser Dios a su manera adquiriendo a costas suyas i de todo el género humano, la ciencia del bien i del mal, esto es, del bien perdido i de la sugeción a todo género de males, perdiendo assí la verdadera sabiduría, que solamente consiste en conocer i amar a Dios; i impossibilitándose, por culpa suya, a conseguir la inmortalidad, pues fue condenado a muerte él i toda su decendencia.

54. Por razón de la cosa de que se trata, se conoce la ironía, como quando se llama donoso el mal agestado, o quando uno pierde jugando i le dicen: jugad, siendo el sentido verdadero: jugad i veréis como el mismo juego os castiga. I assí realmente se le da el consejo de no jugar.

55. Finalmente la ironía se suele dar a conocer con la pronunciación, usando de un tonillo de voz propio de quien habla burlándose i ayudándole con una especie de risita que solemos llamar falsa. I con tonillo deve pronunciarse aquello que dijo Dios a los israelitas450: «Andad i invocad a los dioses que elegistes. Ellos os libren en tiempo de apretura». Assí mismo deve pronunciarse el parénthesis que incluye esta sentencia de Miguel de Cervantes Saavedra451: «Tuvo muchas veces competencia con el cura de su lugar (que era hombre docto, graduado en Sigüenza) sobre quál avía sido mejor cavallero, Palmerín de Inglaterra o Amadís de Gaula?».

56. La ironía es lícita, supuesto que Dios muchísimas veces ha usado della. I la razón es manifiesta: porque la oración irónica no es falsa, ni se miente quando no ai ánimo de engañar, ni se engaña el que habla ni el que oye.

57. Si la burla es mui amarga se llama en griego sarcasmos, como si digéramos regañamiento; porque imita a los perros quando regañan royendo algún huesso en presencia de alguno que temen se lo quite, o quando rifan unos contra otros; pues en una i otra ocasión separan los hocicos mostrando los dientes, acción que imita la risa falsa. Pero, si bien se considera la voz sarcasmos, más es significadora del gesto que del tropo, de la manera que mycterismos o arrumaco, que es la mofa que se hace con la nariz. Pero si éstas fueran especie de ironías, también lo serían otros modos de fisga i escarnio, como imitar las orejas del asno, sacar la lengua, silvar, escombrar, hacer ronquidos con el gaznate, boca i narices, i otras acciones indecorosas, indignas de personas de juicio i de buena crianza.

58. Fuera de los casos sobredichos tiene lugar la ironía, quando decimos las cosas tristes con mejores palabras, como vivió; por murió.

59. Algunas cosas se significan por sus contrarias, i este tropo se llama en griego euphemismos, que quiere decir, nombramiento honesto. Assí vemos en las divinas letras, que tal vez bendecir significa maldecir, de cuyo modo habló a Job su necia muger, diciéndole452: «Bendice a Dios i muérete». Verdad es que muchas veces ai eufemismos sin contrariedad de cosa significada, como quando las malas mugeres se llaman del partido, rameras, cortesanas, cantoneras, mancebas, barraganas, amigas i tapadas. Elegantemente, como suele, practicó los eufemismos don Diego Hurtado de Mendoza, diciendo assí453: «El (nombre) de la Cava todas las historias arábigas afirman que le fue puesto por aver entregado su voluntad al rei de España don Rodrigo; i en la lengua de los árabes Cava quiere decir muger liberal de su cuerpo».

60. La ironía, o escarnio disfrazado, se usa en las chanzas i en las invectivas, i quando se tiene mucha satisfación de ser bien recibida la verdad que se dice.

61. Synécdoque en griego, en latín intellectio, según Cornificio454 es una traslación de la significación del todo a la parte, o de la parte al todo. Significa lo mismo que comprehensión, porque el todo comprehende a sus partes. Quando aquí se dice todo i partes, se deven entender también el género i la especie, porque aquél es un todo universal respeto de su especie; como ave por águila. La sinécdoque se hace de quatro modos.

62. El primero, quando el todo se toma por la parte, como quando dijo santa María Madalena455: «Se llevaron a mi Señor i no sé dónde le pusieron». Esto es, al cuerpo de mi Señor. Al contrario, quando rogamos a san Pedro que pida a Dios por nosotros, entendemos por san Pedro, su bendita alma.

63. El segundo modo es quando la parte se toma por el todo, como la cabeza por el hombre, la popa por la nave, i con mayor freqüencia la vela.

64. El tercero, quando el género se toma por la especie o individuo, como pájaro por ruiseñor; el poeta, por Homero, si se habla de los griegos; por Virgilio, si de los latinos. Deste mismo modo entendemos por dotor de las gentes, a san Pablo; por apóstol de las Indias, a san Francisco Javier. Quando decimos ciudad, nombre común, entendemos a Roma; quando corte, a Madrid o otra a quien se refiera el nombre general; quando mortales, entendemos los hombres. Quando alguno es príncipe en algún género del estudio, le llamamos con el nombre general de tal estudio; como el salmista, por David; el filósofo, entendiendo a Aristóteles; el filósofo moral, a Sócrates; el geógrafo, a Estrabón; el theólogo, a san Gregorio Nacianceno. I a veces tomamos el nombre gentilicio de la patria por la persona que, aviendo nacido en ella, la hizo célebre, como el Estagirita, por Aristóteles, que nació en Estagira; el Nacianceno, por san Gregorio, obispo de Nacianzo; el Abulense, por don Alonso Tostado, obispo de Ávila; el Lebrisense, por Antonio Calá Harana i Lojo, natural de Lebrija; el Pinciano, por Fernán Núñez de Guzmán, natural de Valladolid, que erradamente se creía ser la antigua Pintia; el Brocense, por Francisco Sánchez, natural de las Brozas; Policiano, por Ángel Ambrogini, que nació en Montepulciano. Acá pertenece también el uso del número singular por el plural, como quando decimos el español, por los españoles; nosotros, por yo; lo que se usa para comunicar a otros nuestras alabanzas o evitar la nota de jactancia. Este tercer modo, con que la cosa por excelencia se llama diversamente, tiene su propio nombre griego, que es antonomasia; en latín, según Quintiliano, agnominatio456; en español, postura de nombre por nombre.

65. El quarto modo es, quando la especie se pone por el género, como grama por hierba, Creso por rico, porque lo fue en gran manera457; mecenas, por favorecedor de hombres de letras; aquilón, por qualquier viento. Desta manera pocas veces hablan los prosistas i muchas los poetas.

66. Lo dicho baste en quanto a las traslaciones. Los rhetóricos suelen añadir i esplicar los nombres de otras muchas, como son, hipérbole, perífrasis, onomatopeya i antífrasis.

67. Pero si bien se considera, la hypérbole, que Cornificio llamó exuberatio458, i poco antes superlatio459, como también Quintiliano460, i éste mismo superjectio461, i los intérpretes de Aristóteles excessus, porque es una especie de amplificación o engrandecimiento i manera de decir sobreabundante, que sobrepuja i acrecienta la cosa que se dice (o al contrario la disminuye demasiadamente) no es tropo distinto de los quatro ya esplicados, sino cierta manera de ellos, o por mejor decir, una especie de amplificación, porque nunca se halla en una sola palabra, como conviene a la naturaleza del tropo o traslación, sino en una sentencia o inciso, o miembro della. Por esso si uno digera que alguno es más malvado que la misma maldad, haría una metonimia hiperbólica, siendo el sentido verdadero de dicha sentencia, que es malvado en sumo grado. Diciendo Garci-Lasso de la Vega462:


Más que la misma hermosura bella,



hizo una metáfora hiperbólica.

68. Si hablando de un ciego, digera uno que su vista es más perspicaz que la de Linceo, haría una ironía hiperbólica.

69. Quando Horacio463 llamó a Plocio, Vario i Virgilio, almas las más cándidas que huvo en el mundo, usó de una sinécdoque hiperbólica, tomando la parte por el todo.

70. San Gregorio el Grande hizo una mui celebrada catachresis o abusión, quando dijo: «¡O culpa feliz que mereciste tener tal Redentor!»; cuyo sentido es: «¡Dichosos culpados, que logramos tener un tal Redentor como Jesu-Christo!». I al mismo propósito i con más atrevida catachresis, dijo Soria:


    ¡O qué dichoso pecado!
Eva gózate con él;
Pues el vientre consagrado
Remedió la culpa dél.



Huviera dicho más tolerablemente:


Gózate Eva después dél.



71. A veces la hipérbole no es afección de algún tropo o traslación, sino de alguna figura, como lo es de la antíthesis o contraposición esta hipérbole de Juan Boscán, ingenioso poeta barcelonés:


    Mi mal está en crecimiento;
Comienza, i es tan estremo,
Que no siento lo que siento
De temor de lo que temo.
    No hice lo que convino:
Ya no sé lo que conviene.
Témome del mal que viene,
    No pensando en el que vino.
En su primer movimiento
    Es mi mal; i es tan estremo,
Que no siento lo que siento
De temor de lo que temo.



72. Finalmente, la hipérbole es por sí figura, i no disposición de algún tropo o de otra figura, como quando dijo Pedro de Carthagena:


Lo que siento,
No fío del pensamiento.



73. La perífrasis dicha assí en griego, en español circunlocución o circunloquio, es otro género de amplificación, porque es una esplicación de la cosa por torcimiento i rodeo de palabras. Deve usarse della de manera que no parezca que se hace por ignorancia del nombre de la cosa, como el que decía que iva armado con unas armas a manera de escamas de pescado, queriendo significar que llevava unas coracinas. Se puede hacer sin traslación o con ella. Sin traslación, como quando se dice el más docto de los romanos, entendiendo a Marco Varrón; el más eloqüente, a Cicerón. Con traslación, como quando el profeta Isaías464 llamó metafóricamente a Jesu-Christo, Vara del tronco de Gessé, por decendiente, pues decendió de David, hijo de Gessé465; i David, Palabra de Dios466; i san Lucas, en los Hechos Apostólicos467: «Esta es la piedra que vosotros edificadores reprovastes, que es puesta por cabeza de la esquina»; o quando san Matheo468 llamó a los apóstoles, anunciadores de Christo, Pescadores de hombres; i a los fariseos en boca de san Juan Bautista469, Generación de vívoras.

74. La perífrasis, o rodeo de muchas voces, tiene lugar quando se quiere hablar con mayor pompa de palabras, cosa mui familiar a los poetas. Assí, para dar a entender que amanecía, dijo don Alonso de Ercilla470:


    Por entre dos altíssimos egidos
La esposa de Titón ya parecía
Los dorados cabellos esparcidos,
Que de la fresca elada sacudía,
Con que a los mustios prados florecidos
Con el humido humor reverdecía,
I quedava engastado assí en las flores,
Qual perlas entre piedras de colores.



75. I para significar que avía anochecido, dijo don Antonio de Solís entre serio i burlesco471:


   Dentro de pocos ratos,
Quedaron de un color todos los gatos:
I el sueño ya, a quien todos los mortales
Humillan la cabeza,
Hijo torpe del ocio i la pereza,
I pausa de los bienes, o los males,
La de marfil abría, i la de cuerno
Puertas (según Virgilio nos lo cuenta)
Por donde las fantasmas del infierno
I el cielo las verdades representa.



76. También tiene lugar la perífrasis quando la cosa se quiere representar más espressiva i vivamente, como quando Garci-Lasso de la Vega llamó al infierno472, los reinos del espanto; i don Luis de Góngora a un ladroncillo, hurón de faldriqueras; i nosotros a Dios cada día Padre nuestro que estás en los cielos. Verdad es que Dios no se puede nombrar sino por rodeo de palabras, por no ser possible aver alguna que por propiedad espresse su incomprehensible ser. Assí lo practicó Gregorio Silvestre en estos dos quarteles:


    Aquel que, sin moverse, manda i mueve
La máquina del cielo artificiosa;
Aquel a quien sería fácil cosa
Hacer elar el sol i arder la nieve;
    Aquel que a su querer serena i llueve,
I en todo tiene mano poderosa,
El que con siempre obrar, siempre reposa,
I paga, sin dever, a quien le deve.



77. Por la perífrasis significamos las cosas con mejores nombres; i acá pertenece aquello de Góngora:


Cierto dotor medio almud
Llamar solía, i no mal,
Al vidrio del orinal
Espejo de la salud;
Porque el vicio o la virtud
Del humor que predomina,
Nos lo demuestra la orina
Con clemencia i con rigor.



78. Finalmente, aprovecha la perífrasis o rodeo, para significar las cosas indecentes i otras muchas que la prudencia pide que no se hable de ellas abiertamente. Pero se ha de procurar que las perífrasis no sean muchas, porque hacen el razonamiento prolijo, desmazalado, flojo i molesto.

79. La onomatopeya, que es la ficción de una palabra cuyo sonido conviene a la cosa significada, no es traslación, aunque nuevamente se invente, como quando al sonido de la trompeta llamó Ennio, taratantara473; i Lope de Vega474 al que hace la bota quando se vacía beviendo, clo, clo, clo; i a este propósito imitando Juan Rodríguez del Padrón el ladrido del perro rabioso, dijo: «ham, ham, ham. Huid que rabio». I Bartholomé de Torres Naharro, en la comedia Soldadesca, contrahaciendo el tambor español:


Tan, tan, tan,
Ca ta la la la lan.



Acá pertenece también lo de don Luis Zapata, en el Carlos famoso, que para manifestar que oía tocar al arma, dijo:


Arma, arma, la, la, la, mis oyentes,
Que ahora veréis hechos excelentes.



80. Si la onomatopeya está ya en uso, valerse de ella es usar de una voz propia. Tales son las palabras siguientes: susurro de las abejas; zumbido, del abejarrón o zumbón; graznido del ánsar; el rebuznar del asno i también roznar sincopadamente; Gregorio Silvestre, en una sátira contra un mal poeta bermejo, escrivió assí:


Con vos no ai que sustentar
Si puse bien, o si no
El roznar, por rebuznar;
Mejor lo sabéis que yo;
La ventaja os quiero dar
En materia de animales;
Yo os lo confiesso a la rasa,
Que tenéis pocos iguales,
Porque sois ladrón de casa
Destos vocablos asnales.



Mugido i remugido, el bramar retumbando del buei; bramido, del toro; silvo, de la culebra; balitar, del cordero; las gorgoritas i el mormullo o murmullo, del agua, el relincho, del cavallo; rugido, del león; maído i maullar, del gato; gruñido, del puerco; bombarda, por el eco que hace; escopeta, que viene de scloppus, que assí llamó Persio al sonido que hace la boca hinchada de viento quando la sacuden; gañido, de las zorras; arrullo, de las palomas; gemir, de las tórtolas; traqueo, de la cigüeña; entonar, dar tono a las voces; la algazara, la chacota, la trápala i alarido, de la gentalla desasossegada; el ladrido, del perro, i uzmar quando el ventor va sacando de rastro por el olfato; i si muestra los dientes sin ladrar, regaña; i si contiende con otro perro, rifa; estallido, el sonido que hace la cosa que se hiende; estampido, el ruido del arcabuz; estruendo, el ruido de lo que se va al bajo; rechinar, el quicial de la puerta; ronquido, el ruido que se hace durmiendo con el gaznate, boca o narices: anhelar, resollar, sollozar, hipar, hijadear, farfullar; piar, del pollo; coclear, de la clueca; cacarear, del gallo; ahullido, del lobo; chasquido, ruido del latigazo; el charlar, del tordo; el retinte i retintin, de los metales; i de los oídos dijo Castillejo:


La lengua se me entorpece,
I de locos i aturdidos
Me retiñen los oídos.



El chillido, de la sartén; el chirriar, de la carreta; cuclillo i grajo, por el sonido de sus cantos; crugir los dientes, dar diente con diente, &c; assí dijo Miguel de Cervantes Saavedra con propiedad de voces i con ya usadas onomatopeyas475: «De quando en quando rebuznava un jumento, gruñían puercos i mayavan gatos, cuyas voces de diferentes sonidos se aumentavan con el silencio de la noche». I Gregorio Silvestre escriviendo contra un ruin poeta i bermejo:


Para golondrina os is,
Según uestro chirriar,
I es todo quanto decís,
Fui al mar, i vin' del mar,
I acabáis con chirrichis.



81. La antífrasis, que quiere decir contraria habla, si es una dicción que significa lo contrario de lo que espressa, es ironía, como si llamássemos a un enano atlante; pero si se toma por alguna palabra que por razón de su etimología o origen deviera significar lo contrario, no solamente no es traslación, pero ni aun es algo; porque tales vocablos no se hallarán por más que muchos gramáticos ayan intentado dar varios egemplos de ellos476. Pero si por antífrasi se entiende lo que suena que es una locución contraria, no es tropo, sino figura de hablar que pertenece a las de sentencia. Supuesto pues que no ai más tropos que quatro, passemos a tratar de las figuras.



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