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R. Fowler (1988: 62).

 

142

En Adiós, Robinson y otras Piezas. (Barcelona: Alfaguara, 1995).

 

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Citaremos otros ejemplos de apelación: cuando entre los versos de un poema de Blas de Otero, un lector dotado de cierta competencia literaria halla los versos «De los álamos tengo envidia 7 de ver cómo los menea el aire» («Cantar de amigo», de En castellano, 1960), no sólo puede ser capaz de evocar la canción tradicional medieval, sino de asignar un particular valor semiótico a los mismos en cuanto que componentes de un nuevo texto de creación. Lo mismo sucede cuando, como cierre del poema 'Canción para ese día', de J. Gil de Biedma (de La historia para todos, 1963), halla el verso 'rumor de pasos y batir de alas' y le resulta identificable, evocado desde el hipotexto becqueriano. Igual ocurre en la lectura de 'Poema Nuclear', de Celso Emilio Ferreiro (O Soño Sulagado, 1954), en el que entre los versos que describen una situación estremecedora, se encuentre con el verso final «[...] As estúpidas nais que pairen fillo / polvo serán, mais polvo namorado»; en este caso, es muy probable que sienta reactualizado el hermoso verso de Quevedo, que sirve para subrayar, gracias a su presencia y al contraste que sabe crear el lector, el sarcasmo de la composición de Ferreiro. En los tres ejemplos, la identificación poética hace que esos versos específicos adquieran el valor de signo particular, gracias a que pueden ser identificados (reconocidos) por un intertexto o por el repertorio de un lector competentemente formado (Mendoza, 1994).

 

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El verdadero respeto para con el lector supone compartir amigablemente el asunto y dejarle algo para imaginar a su vez, tanto como el autor mismo, dice W. Iser (1989: 278). Sus palabras, a la vez, justifican el interés de esta temática, por la atención que presta al carácter integrador de los diversos campos científicos que aborda el ámbito de la didáctica de la literatura.

 

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En los estudios de poética, actualmente se ha perfilado una «etapa de atención fructífera al lector y a la recepción, tras el momento anterior estructuralista caracterizado por el protagonismo del texto y de su estructura» (García Berrio, 1989: 183).

 

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Las propuestas de Fredericksen y de Otto (vid. Johnston, 1989) consideran que el proceso top down subordina los procesos de niveles inferiores de descodificación y reconocimiento de unidades gramaticales al efecto de la comprensión e identificación del significado textual (proceso bottom-up).

 

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Las hipótesis y expectativas en la recepción se generan a partir de las combinaciones de letras, palabras, oraciones, enunciados que presenta el texto y de las inferencias significativas que establece el lector en función de su intertexto. Esto de alguna manera coincide con la afirmación de Goodman, sobre el uso simultáneo e interdependiente de los niveles grafémico, sintáctico y semántico por parte del lector. En cuanto a las inferencias, Johnston (1990: 22-25) indica que éstas son actos fundamentales de comprensión, ya que nos permiten dar sentido global al texto y completar las partes de información ausente, sugerida o implícita. «Las inferencias son la esencia misma de la comprensión lectora [...] Es probable que en un principio las inferencias se basen en el texto pero que los buenos lectores se desplacen rápidamente hacia la generación de inferencias basadas en el modelo [...]. Es como si tratáramos de anticiparnos al texto, infiriendo adónde nos lleva, construyendo un modelo mental de lo que nosotros creemos que trata».

 

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Por todo ello, Petersen (1992) concluye, tomando las palabras de R. Sell, que «basically, the aim is to relate the production and reception of literary texts to all or some of the linguistic and sociocultural contexts in which those processes take place.» (Sell, 1992: 9). En parte, esta cuestión remite a la destacada con anterioridad por Jauss (1978: 46): «L'historicité de la littérature ne consiste pas dans un rapport de cohérence établi a posteriori entre des 'faits littéraires', mais repose sur l'expérience que les lecteurs font d'abord des oeuvres».

 

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«Todo objeto puede ser transformado, toda forma puede ser imitada, no hay arte que por naturaleza escape a estos dos modos de derivación que en literatura definen la hipertextualidad y que, de manera más general, definen todas las prácticas de arte de segundo grado», (Genette, 1982: 57). Y «El texto literario se inserta en el conjunto de los textos: una escritura es réplica (función o negación) de otro (de otros) texto(s). Por su manera de escribir leyendo el corpus literario anterior o sincrónico, el autor vive en la historia y la sociedad se escribe en el texto.» (Kristeva, 1969: 235).

 

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El (alumno) lector tiene la responsabilidad de actualizar el significado de un texto. La existencia virtual de un texto sólo se desarrolla mediante el acto personal y voluntario de un lector. Como explicó W. Iser, The Reading Process, los textos tienen la habilidad de activar nuestras capacidades lingüístico-comprensivas. Comprender un texto es también interpretarlo en su propio género, es decir, enmarcarlo en su específica tipología textual es parcialmente comprendido en base a lo que pensamos que es.