Los cohetes o servidors en valenciano (distinto del catalán), son el anuncio de cualquier festejo callejero, celebraciones o día de gozo en la región levantina. Un levantino nace con el sabor de la pólvora en la boca, y el tronar de los cohetes o petardos en los oídos. Vive las fallas valencianas y hogueras de San Juan en Alicante con un tronar constante de humos y luces. Por ello la imagen de los cohetes o petardos, subiendo hacia el cielo nocturno, constituyendo, hoy día, lo que se llama el arte de la pirotecnia en una mascletà, representando el inicio de la fiesta, imagen que no podía quedar silenciado por un poeta mediterráneo como Miguel.
El fuego es el cuarto elemento en la tradición clásica, pero es el único que puede reproducir el hombre. Las fallas u hogueras, son como el Ave Fénix que renacerá de sus cenizas, representa la inmortalidad.
Esta octava real
no es más que una adivinanza de cohete o también
llamados fuegos artificiales por medio de las premisas de «subterfugio de luz»
, que como
lagartos o serpientes suben al cielo zigzagueando o
moviendo sus colas (cola de caña o junco del cohete a donde
está adherido el cartucho pirotécnico), que como
lista, o raya de color en las telas, sube por «encima de la palma»
o palmeras, que
como una «invención de colores a
la vista»
del hombre, cuando el cohete explota, es
efímera y transitoria, en el azul de cielo, y pirea
(sin acento) como adjetivo de pira u hogueras de los sacrificios
con la explosión consecuente.
La segunda parte:
«A la gloria»
, nos
repetirá el principio de la octava «III (Toro)».
A la gloria subirá el polvorista o pirotécnico, si
los cohetes suben rectos como cañas, hacen sus
círculos y planean, toman su curso de geometría y no
causan accidentes. Por lo general, al final de las
mascletadas u ópera de fuegos, los
pirotécnicos como tenores tras su actuación
recibirán un cálido aplauso en reconocimiento a su
arte.
Las primeras noticias que se tienen de la fiesta de la Nit de l'Albà, de Elche, que se celebra la noche del 13 de agosto de cada año, se remontan al año 1574 cuando se prohibió tirar cohetes servidors en la antigua muralla de la ciudad, bajo pena de 25 libras y ya hacia el año 1620 existe un manuscrito que habla de esta noche mágica y dice así:
En la ilustración aparecen dos lagartos que representan a los cohetes subiendo, la explosión de los fuegos. Se la he dedicado a Agustín Sánchez Vidal por su imaginación al definir cohete como un navío que boga sobre el azul celeste cuando es lanzado a los cuatro vientos.