Carece de cuerpo, no tiene horas el meseguero, nadie le respeta y todos le acusan de no hacer nada contra las aves del cielo. Podría ser otro acertijo de espantapájaros, carente de lírica.
Esta octava real
no se considera complicada si se conoce, como ya sabemos, la
respuesta al acertijo. Nos habla de un maniquí que
«vive al viento»
entre los
trigos construido con la caña de una escoba, es poca cosa
para la fuerza enemiga: el viento y las aves armadas de picos y
garras. Evidentemente, estos pajarracos no tienen miedo al
débil espantapájaros, y se comen el trigo y «restan pan»
. El pobre
espantapájaros no impone, carece de una personalidad
agresiva de vendedor, por su aire de mendigo nadie le respeta,
porque a los mendigos todo el mundo los rechaza como molestos.
En «meseguero incorpóreo»
, (el que
guarda las mieses y las viñas sin cuerpo), una
extraordinaria metáfora del espantapájaros. Esta
palabra «meseguero», la encontré en la octava
real LX (si las numeráramos) de Fábula de
Polifemo y Galatea de Luis de Góngora, cuando en el
verso 5 y 6, escribe «tal redimiendo de
importunas aves / incauto meseguero sus sembrados»
.
Podemos interpretar el sentido de los versos de Góngora con
los de Miguel: «[...] a la fuerza del
pájaro enemigo. / Donde los picos restan pan»
(vv. 5 y 6). Teniendo en cuenta que
redimiento, es derivado de redimir (rescatar o liberar),
entendemos que el espantapájaros de esta octava XIX no ha
podido liberar al sembrado de las importunas aves, por su
negligencia «que has dejado /
riéndose tu cabeza en el granado»
(vv. 7 y 8), porque el espantapájaros no
tiene cabeza, ya que se la ha dejado olvidada en el granado.
La
ilustración que acompaño no tiene necesidad de
explicaciones, las escobas se fabricaban de un arbusto llamado
mirto según mi amigo Manuel Roberto-Leonís, y se ha
convertido en la cabeza del espantapájaros. El mirto es
arbusto que también nombró dos veces Góngora
en Polifemo, en la octava XXVII y en la XL. Muchos
años después en la cárcel de Torrijos
(septiembre de 1939), Miguel preso, al ser sancionado por no cantar
con atención suficiente el «Cara al Sol»,
según Concha Zardoya (1955), escribió el famoso
soneto titulado «Ascensión de la escoba» y en el
primer verso dice: «Coronada la escoba
de laurel, mirto,
rosa»
.
En esta ilustración he dibujado sobre lo que simula ser los extremos de los brazos, dos aves, que se ríen de la poca autoridad del espantapájaros, porque evidentemente han perdido el miedo, el respeto debido y ávidos, con los picos restan pan, lo que es lo mismo, se comen el grano del sembrado.