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Situación actual de la egiptología en España

Francisco Martín Valentín



[Texto publicado en Instituto de Estudios del Antiguo Egipto.]

[Curso de verano de Egiptología de la UAM en «La Cristalera».
Miraflores de la Sierra, 1 de septiembre de 1999.]






ArribaAbajoI. Del tradicional apartamiento de España en el mundo de la egiptología: sus causas


ArribaAbajoEl nacimiento de la egiptología

La egiptología nació como ciencia con motivo de la publicación a principios del XIX de la «Description de l'Égypte...» (1803-1828), y tomó carta de naturaleza a partir del año 1822 con la publicación de la «Lettre à M. Dacier» de Champollion. La primera cátedra de Egiptología se creó en el Collège de France para Champollion en el año 1832.

Así pues, fue el primer tercio del siglo XIX, el momento del nacimiento y asentamiento de esta ciencia. La escuela alemana tomó su bautismo egiptológico con la aparición, a la luz de la magna Denkmäler aus Ägypten und Äthiopien; de Karl Richard Lepsius, como fruto de las experiencias arqueológicas en el valle del Nilo de la expedición prusiana a Egipto durante los años de 1842-1845. El Servicio de Antigüedades de Egipto se fundó por Mariette el 5 de julio de 1858.

En Inglaterra, la egiptología nació al amparo de sus apetencias territoriales para garantizar el control marítimo de las rutas hacia la India. De este modo, Egipto se convirtió en escenario político de enfrentamiento entre las potencias europeas1, ansiosas por resolver la llamada eufemísticamente «Cuestión de Oriente», que no era sino la simple liquidación del Imperio Otomano en franca descomposición. En función de tales objetivos políticos y económicos, las potencias europeas pusieron sus ojos en Egipto, codiciada presa que, en 1881 cayó, finalmente, en poder de los ingleses, quienes establecieron una especie de protectorado que les hizo dueños indiscutibles del país y de sus riquezas arqueológicas2. La incorporación de los estadounidenses al mundo de la egiptología se produciría en los inicios del siglo XX, particularmente a través de las misiones arqueológicas del Metropolitan Museum de Nueva York.

Así pues, en el último tercio del siglo XIX la egiptología cobró un auge privilegiado que, en cierto modo, servía como «marchamo de reconocimiento internacional» de la condición de «potencia» a los países que la cultivaban. A lo largo del siglo se habían constituido colecciones de antigüedades egipcias en los principales países de Europa. Se habían fundado ya las más importantes instituciones egiptológicas del mundo y se habían formado varias generaciones de egiptólogos que constituirían la semilla de las futuras promociones de investigadores de esta ciencia histórica.




ArribaAbajoEl siglo XIX y el primer tercio del XX en España

Durante el siglo XIX, España vivió como comunidad nacional una dramática crisis de identidad. En el inicio del siglo su lucha por la independencia frente a los franceses fue seguida del desmembramiento del cuerpo, ya muerto, de las colonias americanas, lo que requirió un enorme esfuerzo humano, económico y bélico de la metrópoli y creó una innegable sensación de decadencia que se quiso resolver por unos, aferrándose a principios tradicionales, mientras otros, buscaron la redención en las ideas de la ilustración liberal. Así se fue el primer tercio del siglo XIX en España.

El segundo tercio de la historia española del XIX está indeleblemente marcado por las dos guerras civiles que desangraron esta tierra, no sólo física, sino también intelectualmente. El último tercio del siglo discurrió entre la instauración de la Primera República, la restauración monárquica con la liquidación de la última guerra civil carlista y el llamado «Desastre del 98». Como es sabido, dicho acontecimiento supuso la liquidación final de los últimos retazos del antiguo imperio colonial español, y fue elemento de constatación irreversible, (por parte de una privilegiada promoción de intelectuales españoles) de que, a la total decadencia de una nación exánime como la española, sólo podía seguir su extinción o su regeneración prácticamente ab initio, a base de un inmenso esfuerzo que permitiera remontar la enorme rémora de atraso y anemia social, cultural y política, que eran dos de los más acusados rasgos de la España del momento.

Todas estas cuestiones influyeron fuertemente en el quehacer de la comunidad española y, de este modo, el primer tercio del siglo XX estuvo dedicado a sacar de la agonía de muerte a esta nación, siendo finalmente marcado por la nueva tragedia civil de 1936.

En todo este tiempo no se puede negar que hubiera esporádicas iniciativas personalísimas en el mundo de nuestra inexistente egiptología. Pero resulta evidente que el Estado no podía impulsar, por no tratarse de un objetivo prioritario, el desarrollo de nuestra ciencia en paridad con el modo en que se hacía en otras naciones europeas.

A todo ello habría que añadir, sin ánimo de exhaustividad en la relación de causas, una curiosa característica cultural común de las naciones que, desde el principio, destacaron en el mundo de la egiptología: prácticamente todas pertenecían al mundo del protestantismo o, en todo caso, como en el supuesto de Francia, a un mundo secularizado y desvinculado de las trabas tridentinas. Italia comenzó a incorporarse al mundo de la egiptología dentro del indiscutible movimiento laico del Rissorgimento, que no era sino la búsqueda de la identidad nacional italiana, a partir de su enfrentamiento contra el Estado papal del Vaticano y del Imperio austriaco, también confesionalmente católico.

Todo lo expuesto permite comprender fácilmente el forzoso alejamiento e indiferencia de nuestro país respecto del mundo de la egiptología, máxime, si además, se tiene en consideración el tradicional condicionamiento, prácticamente absoluto, del estudio de la historia de la antigüedad en España, al mundo bíblico (área practicada especialmente por investigadores religiosos), o al mundo clásico, (Grecia y Roma), para los estudiosos laicos que, parece tomaron sus raíces intelectuales directamente del movimiento neoclásico que tan brillantemente floreció en España bajo la tutela de los primeros Borbones, hasta Carlos III, inclusive.

Es decir, que la «egiptología» resultó ser una ciencia extraña a nuestros esquemas culturales tradicionales que, además, se vio rechazada a causa de la vinculación que, en muchas opiniones, parecía que tenía todo lo egipcio con cierta simbología masónica, expresión de un pensamiento político de allende nuestras fronteras, no deseable por parte del poder religioso y temporal que rigió los destinos españoles durante todo este lapso de tiempo.

Así pues, causas políticas, religiosas y culturales marcaron desde el principio el apartamiento de España respecto del mundo de la egiptología.

No se puede negar que, todavía hoy, nuestras estructuras académicas están impregnadas de las consecuencias que provocaron todas aquellas consideraciones y prejuicios: Quiero decir con ello que, en la elaboración de los planes de estudio del área de Historia Antigua en nuestro país, se ha considerado siempre de modo sistemático la trascendental importancia del mundo grecorromano sobre la del mundo oriental y, desde luego, se ha consagrado una tradicional desafección y falta de interés respecto del estudio del mundo del antiguo Egipto. Esta situación sigue siendo en líneas generales la actual, a pesar de los meritorios esfuerzos puntuales que, desde dentro de los departamentos de Historia Antigua y Arqueología se realizan en orden a tratar de conseguir la presencia oficial de los estudios de egiptología en el mundo de la universidad. Hecha esta introducción, veamos ahora nuestro panorama actual.






ArribaAbajoII. De la incorporación de España al mundo de la egiptología

Si hubiera que concretar una fecha a partir de la cual se pudiera hablar de «incorporación» de España al mundo de la egiptología, tal sería el establecimiento de la Misión arqueológica española en Nubia, en 1961, a instancias de la iniciativa promovida por la UNESCO en la campaña de salvamento de los monumentos de la nubia egipcia y sudanesa que quedarían sumergidos a causa de la construcción de la Presa de Asuán. La labor española fue altamente valorada por la comunidad internacional y por las autoridades egipcias. Consecuencia directa de estas campañas fue la donación del templo de Debod por el Gobierno de la, entonces, República Árabe Unida, a España, y la concesión de la primera autorización para excavar en territorio egipcio, en la necrópolis de Masmás en el Alto Egipto, a la que seguiría la de Ihnassya El Medina en el año 19663.




ArribaAbajoIII. De la situación actual

El actual panorama de la egiptología en nuestro país ha sido definido recientemente del siguiente modo:

«La principal característica es la ausencia oficial de la egiptología en la Universidad española, así como la falta de tradición investigadora sobre el Egipto antiguo. Si a ello añadimos la falta, tanto de medios elementales (una buena biblioteca), como de una formación adecuada de los investigadores en disciplinas básicas (lengua y sistemas de escritura, estudio de textos originales, conocimiento de la bibliografía y del estado actual de las investigaciones), o de contactos y de colaboración con equipos extranjeros, debido a esa escasa preparación, no es de extrañar que la irrelevancia sea el rasgo que defina la mayor parte de una "producción científica" ya de por sí raquítica: la calidad de los estudios es en general muy mediocre y de tono "amateur"; están basadas en opiniones ajenas y no en el estudio de fuentes originales, su contenido es obsoleto por corresponder a debates superados hace muchos años en los círculos científicos internacionales, y su circulación está limitada a publicaciones marginales.

Así se explica, por ejemplo, que las "investigaciones" se concentren en el período formativo del Estado faraónico, anterior a la aparición de la escritura, ya que ello permite a sus estudiosos librarse de la "enojosa" cuestión de tener que saber leer inscripciones jeroglíficas... Lo que no impide que las contribuciones realizadas sean ignoradas en los medios egiptológicos internacionales, y que sorprendan por su carácter anticuado e intrascendente a los escasos estudiosos extranjeros que los consultan. Para agravar aún más la situación, todos los esfuerzos se orientan o bien hacia la creación de capillas locales dotadas de revistas de un nivel lamentable, o bien hacia un afán obsesivo por aparecer como sea en los medios de comunicación, en vez de procurar adquirir una formación elemental. Basta comparar cualquiera de estas revistas locales con publicaciones similares europeas o americanas (como el Bulletin de la Société d'Égyptologie de Génève o del Bulletin de la Société Française d'Égyptologie), para darse cuenta de las diferencias colosales que las separan en cuanto a seriedad o rigor científico. Este panorama, desalentador, no es previsible que cambie en un futuro inmediato, agravado, además, por los recortes presupuestarios en investigación que obstaculizarán la formación de egiptólogos...».4






ArribaAbajoIV. Inventario de instituciones y actividades

Actualmente se pueden encontrar en España las siguientes instituciones:


ArribaAbajoa) En las universidades

En general hay que decir que han existido, y existen actualmente, puntuales y, en ocasiones, meritorias iniciativas personales que no han dado, hasta el momento, el resultado apetecido.

La realización de diferentes ensayos dispersos para la creación de Institutos universitarios, al amparo de la L. R. U., han solido quedar, finalmente, en agua de borrajas. Ejemplos de tal asunto los tenemos en la Universidad Central de Barcelona o en la de Sevilla; recientemente se ha creado en la Universidad Autónoma de Madrid, en el Departamento de Historia Antigua, de la Facultad de Filosofía y Letras, un «Centro Superior de Estudios de Asiriología y Egiptología», cuyos resultados en materia de egiptología están aún por verse. De igual modo en el departamento de Prehistoria y Arqueología de la misma facultad se imparten de modo regular lecciones de arqueología egipcia. Habría que añadir a este breve censo la enseñanza que, de asignaturas relacionadas con la arqueología, la historia o el arte del antiguo Egipto se imparte, cómo no, de modo disperso y dentro de un marco de formación general de las áreas de Historia antigua o prehistoria y arqueología. Pero, claramente, no es esa la cuestión que aquí interesa resaltar.

El Consejo Superior de Investigaciones Científicas, ya pionero en la filología egipcia a través del personalísimo Instituto de Estudios Africanos creado por el Padre Celada, que se extinguió con él, ha visto recientemente un florecimiento de sus actividades en el Laboratorio de Hermeneumática de su Instituto de Filología. El futuro incierto de tales actividades sigue siendo una realidad dependiente del exclusivo esfuerzo personal individual.

Finalmente la Universidad Autónoma de Barcelona, en el Instituto de Estudios del Próximo Oriente Antiguo proyecta desarrollar un Master en egiptología de dos años de duración.




ArribaAbajob) En la esfera privada

La Asociación Española de Egiptología, creada en 1986, es desde luego, una entidad pionera en este asunto. Sus actividades se han caracterizado por un criterio de universalidad no siempre bien comprendido. Entidad al servicio de la demanda social en materia de cultura egiptológica ha cumplido bien y fielmente sus objetivos en la medida que nunca se ha nutrido de fondos ajenos para financiar sus actividades y siempre ha tratado de realizar su labor dentro de los más rigurosos parámetros científicos y técnicos sin renunciar a su vocación de universalidad. Su actividad ha discurrido en el marco de la celebración de Cursos de extensión egiptológica, en materia de arqueología, historia y lengua. También forma parte del activo de esta institución la publicación de la primera revista científica anual de egiptología que consta ya de nueve números. La celebración de simposium con participación de figuras internacionales de la egiptología mundial e invitaciones puntuales de arqueólogos e investigadores extranjeros de primera línea, ha sido otra área de importancia dentro de las actividades de la AEDE. Su política de colaboración con la Universidad es una iniciativa ya antigua que ha dado desiguales resultados. Convenios con el Departamento de Historia Antigua de la Facultad de Geografía e Historia de Alcalá de Henares, cofinanciación de la excavación de Tell Ibrahim Awad, con la Fundación Holandesa para la Explotación Arqueológica en Egipto, o la celebración de este mismo curso, son una buena prueba de ello.

Su capacidad técnica quedó perfectamente acreditada por medio del encargo que recibió del comisario del Pabellón de la República Árabe de Egipto, para elaborar el catálogo en español de la colección de arqueología egipcia que se exhibió en la Exposición Universal de Sevilla de 1992.

La actividad de La Fundación Arqueológica Clos se destaca principalmente por su dedicación permanente al mundo de la divulgación egiptológica. El área más notoria de trabajo egiptológico de esta institución ha sido la obtención de concesiones de excavación, en el Guebel Barkal, en Napata (Sudán) y en Médium, para reexcavar las mastabas de esa necrópolis. Quedan por recogerse los frutos de estos trabajos por medio de las correspondientes publicaciones o memorias de excavación. (Oxyrrhincos).

La Societat Catalana d'Egiptologia, con sede en Barcelona, publica la revista Nilus y, dentro de dicha publicación ha venido elaborando desde el año 1995 un «repertorio de bibliografía Egiptológica Ibérica (¿)» que recoge en español y catalán extractos de las publicaciones egiptológicas aparecidas en España y Portugal.

El Instituto de Estudios del Antiguo Egipto, entidad fundada en Junio de 1997 que, desde el ámbito privado, dedica sus esfuerzos a la investigación y extensión del mundo de la egiptología y del patrimonio faraónico existente en nuestro país y fuera de él.

Los proyectos de esta institución abarcan diversas áreas de trabajo desde la publicación de estudios especializados, hasta la celebración de Jornadas Temáticas de egiptología que reúnen en Madrid a especialistas destacados. Sus estatutos prevén la colaboración en campañas de excavación, y restauración de los monumentos arqueológicos existentes en el valle del Nilo.




ArribaAbajoc) Las colecciones de arqueología egipcia en España

Las más relevantes son las existentes en el MAN, y en el Museo Egipcio de Barcelona, pero existen otras en el Museo Diocesano de Vich, en el de Montserrat, en el arqueológico de Huesca, en el de Coruña o en la academia de la Historia de Córdoba (colección Blanco Caro) de desigual importancia. La integración de la publicación de las colecciones egipcias del MAN en el «Proyecto Champollion» y el correspondiente intercambio de acceso a fondos de otros museos europeos, es expresión del avance que, en materia museística, existe en nuestro país.

No obstante, existe una «asignatura pendiente» en este apartado respecto de otras colecciones privadas existentes en nuestro país.




ArribaAbajod) Las exposiciones y muestras de arqueología egipcia en España

Hasta el momento, desde el año 1975, se han celebrado en España no menos de media docena de exhibiciones de arqueología egipcia, con la edición de sus correspondientes catálogos, ocasión de trabajos de investigación de primera línea, que, desgraciadamente, no siempre se producen adecuadamente aprovechando tan señaladas oportunidades.




ArribaAbajoe) Las publicaciones egiptológicas periódicas en España

I.- En cuanto a las revistas especializadas de egiptología en nuestro país se ha citado ya la década de España, el Boletín de la Asociación Española de Egiptología (BAEDE), de periodicidad anual (1987-1999).

Con nueve números publicados posee reconocimiento internacional en la medida en que hasta el año 1997 ha sido objeto de intercambio con las principales publicaciones egiptológicas periódicas del mundo y, en la actualidad está censada en la Annual Egyptological Bibliography siendo sus artículos citados en publicaciones extranjeras especializadas del ámbito de la egiptología.

La Asociación Española de Egiptología ha venido publicando igualmente la serie denominada Estudios Egiptológicos, dedicada a dar a la luz pública monografías puntuales no periódicas sobre temas de investigación egiptológica. El primero fue editado en el año 1995 y el último el año 1997. Se han publicado tres títulos.

II.- La revisa Nilus de la Societat Catalana d'Egiptologia. Con una periodicidad anual, habiendo aparecido su primer número en el año 1992.

III.- Aegyptiaca Complutensia. Revista no periódica publicada a la sombra del departamento de Historia Antigua de la Facultad de Filosofía y Letras de Alcalá de Henares. Ha dado a la luz tres números (1991-1998). Actualmente ha dejado de publicarse.

IV.- También resulta relativamente habitual, con muy desiguales resultados científicos, la publicación de trabajos especializados de egiptología de forma dispersa en revistas de departamentos universitarios de Historia Antigua y otros centros, por ejemplo la revista Gerión de la Universidad Complutense, Aula Orientalis en Barcelona, o más recientemente en la recién nacida Revista sobre Oriente Próximo y Egipto en la antigüedad ISIMU, en la Universidad Autónoma de Madrid, así como en otras revistas tales como el Boletín de Asociación Española de Orientalistas.




ArribaAbajof) Especial aportación al mundo de la egiptología española por parte del Instituto Egipcio de Estudios Islámicos de Madrid

Hay que mencionar igualmente el ejemplo de instituciones no específicamente egiptológicas tales como el Instituto Egipcio de Estudios Islámicos, mediterráneos e Iberoamericanos de Madrid, dependiente de la Embajada de la República Árabe de Egipto en España, cuyo cincuenta aniversario se cumple en estos días, el cual ha sido también un sólido apoyo a las iniciativas de divulgación y conocimiento del mundo del antiguo Egipto entre el público español. Desde hace doce años viene celebrando cursos con la Asociación Española de Egiptología.




ArribaAbajog) De las tareas pendientes de realizar

1.- Como primer objetivo destaca la creación en la universidad de cátedras de egiptología. El aspecto formativo resulta fundamental para constituir las promociones de profesionales que puedan alimentar institucionalmente el mantenimiento de una actividad egiptológica regularmente sostenida en nuestro país.

2.- Otro importante objetivo es la creación de «centros de documentación egiptológica» (no forzosamente en exclusiva por los departamentos universitarios) y la ampliación de los ya existentes (¿).

Se trata de un conjunto de biblioteca depósito de documentación gráfica y convencional, conexiones informáticas con bancos de datos, que permitan el fácil acceso a fuentes epigráficas y publicaciones especializadas, colecciones de museos en imagen digitalizada, o documentaciones inéditas objeto de investigación y publicación, etc...

3.- Participación en más proyectos de trabajo de campo en Egipto, ya sea obteniendo concesiones nuevas o colaborando con equipos extranjeros, lo que facilitaría la formación de los profesionales españoles en conexión con otros, preferiblemente europeos. El área de la conservación y la restauración de monumentos absorbe hoy en Egipto cuanta ayuda y colaboración se quiera ofrecer.

4.- Mayor atención y dedicación a la conversación, investigación y publicación del conjunto arqueológico egipcio existente en España.

A título de ejemplo se citará el hecho de que, la casi totalidad de las colecciones públicas de egiptología permanecen inéditas o mal publicadas y en poquísimos casos, debidamente catalogadas, siendo alguno de los ejemplos conocidos tan lamentable, que la publicación en cuestión debería tenerse por no hecha en bien del interés que para el mundo de la ciencia tiene la colección en cuestión5.

Otro lamentable ejemplo de la incuria de la egiptología española es la situación del templo de Debod. Se trata del mayor templo egipcio existente fuera de Egipto y está pendiente de que, sobre el mismo, se publique un estudio debidamente actualizado que reagrupe todo el conjunto documental existente en relación con él.

Resulta especialmente urgente, ahora que se han cumplido veinticinco años de la llegada del templo a nuestro país, la actualización de los trabajos de Roeder y de Daumas, de los textos del monumento, tarea indebidamente asumida en su momento por personas de muy dudosa capacidad humana y técnica, no pertenecientes a la sección de los Museos Especializados del Ayuntamiento de Madrid, institución que, por otra parte, viene mostrando gran interés en la conservación y exhibición del monumento al público interesado.

5.- Creación de más instituciones egiptológicas privadas, mucho más dinámicas en la obtención y gestión de los fondos necesarios para financiar proyectos culturales (en nuestro caso relacionados con el mundo de la egiptología) que las instituciones públicas. Esta es una realidad insoslayable. Se equivocan absolutamente quienes sigan pensando que la egiptología en nuestro país (como en los demás) es materia susceptible de monopolios o proscripciones, coto privado a regir con criterios gremialistas propios del siglo XVI. En la egiptología española no sobramos nadie. Todos somos necesarios... porque la tarea a realizar es ingente y se consigue más en la unión que en la separación. Se ha de evitar caer en la tentación de recrear un movimiento inquisitorial con pretensiones de conocer el reconocimiento de la «limpieza de sangre egiptológica». Tal actitud, viva expresión de la falta de madurez humana y profesional de quienes la practican, sólo suele traer más perjuicios que beneficios. Dedíquense esos esfuerzos a la investigación, a la docencia, a la publicación, a la integración de las gentes de la auténtica valía, tal como fuera de España se hace.

El tiempo y la comunidad científica se encargarán de juzgar el trabajo realizado por cada quien sin necesidad de que «censores auto designados» expidan a nadie el nihil obstat egiptológico.

En suma, hemos de dedicar nuestros esfuerzos a producir egiptología del mejor modo posible, dentro de nuestras superables limitaciones, para conseguir ponernos a la altura de otros países en el desarrollo de esta ciencia.




Arribah) De las previsiones de futuro

En todo lo hasta ahora dicho resta por hacer un pronóstico de futuro para la ciencia de la egiptología en nuestro país.

En primer término, hay que declarar que las visiones agoreras y sombrías de nuestro panorama, sobran.

Nadie puede negar que, desde finales de los ochenta hasta ahora, se ha producido un enorme crecimiento en España, a veces desordenado, como todos los fenómenos en brote, de la egiptología.

Este auge se ha producido, primero, a un nivel popular, diríamos horizontal, y después, institucional. Las publicaciones egiptológicas en español (no hablamos de la novela histórica) han aumentado en progresión geométrica, lo que es una indudable muestra de la demanda social creciente respecto de este producto cultural.

Las inquietudes de ciertos integrantes de los departamentos de Historia Antigua y de Arqueología de nuestras universidades se orientan de modo creciente a tratar de llenar «el vacío histórico» de nuestro sistema docente. La celebración de cursos, jornadas, muestras y exposiciones relacionadas con la egiptología es cada día más frecuente.

Los medios informáticos permiten, o permitirán en breve plazo, el acceso generalizado del investigador a bancos de datos y de documentación especializada en los más importantes centros del mundo.

En suma, hay que reconocer que nuestro movimiento progresa y nunca hemos de olvidar cuál fue nuestro punto de partida.

Las frustraciones existentes suelen partir más de quienes desearían que en nuestro país existiese ya un ambiente profesional especializado, cauce de sus legítimas expectativas laborales, considerando que la egiptología debe ser patrimonio exclusivo de iniciados. Pero esto, al menos de momento, tardará en suceder.

Sin embargo, se otea en el horizonte otra perspectiva de indudable alcance. En el futuro no habría que hablar más de egiptología española, sino de egiptólogos españoles. El proceso de la unidad europea abre ante nosotros una expectativa de cambio notable. Cualquiera puede comprobar dos hechos evidentes: el primero que, desde hace ya tiempo, nuestros profesionales acuden regularmente a formarse en egiptología en universidades y centros extranjeros. El segundo, que, incluso en los países donde la egiptología ha sido una habitual tradición cultural, hoy se viven también difíciles momentos a causa de los recortes presupuestarios gubernamentales de los fondos dedicados a mantener los estudios de las humanidades.

En consecuencia, el libre tránsito de ciudadanos europeos y la concentración presupuestaria (expresada por la unión monetaria) de la unidad europea, traerán, sin duda, consigo profundos cambios que, quizás nos obliguen a no hablar más de «egiptología española, francesa, o alemana, sino de egiptología europea». Los mejores y más cualificados profesionales españoles colaborarán en proyectos europeos de investigación o de campo, integrados en equipos europeos y pagados con fondos europeos.

En este movimiento que se anuncia, ha de intentarse, como baza de importancia que impida el fenómeno internacional de la lengua española como idioma de expresión y producción egiptológica, lo que depende exclusivamente de nosotros. Naturalmente, ello no eximirá a nuestros investigadores de la necesidad de conocer adecuadamente las demás lenguas en las que, tradicionalmente, se ha producido la obra científica.

Es para ese momento, que ya está llegando, para el que debemos estar preparados. Y estoy seguro que sabremos integrarnos en el proyecto común de manera satisfactoria y adecuada... para ello hemos recorrido este penoso camino y pensando en ello, hemos trabajado y seguiremos trabajando incansablemente.







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