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Una nueva visión del sistema urbano regional: las áreas de cohesión en la Comunidad Valenciana

Julia Salom

Elisabeth Delios

M. Dolores Pitarch

J. M. AlbertosPitarch


(Departamento de Geografía, Universidad de Valencia).

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Resumen

Las nuevas tendencias del crecimiento económico y demográfico han cambiado en gran medida las relaciones jerárquicas tradicionales dentro de las áreas urbanas por relaciones horizontales de complementariedad. En esta comunicación la delimitación de áreas de cohesión mediante datos de flujos nos permite analizar el impacto que estas transformaciones han tenido en el sistema urbano de la Comunidad Valenciana.




Abstract

The new trends in the economic and demographic growth have changed the traditional hierarchic relations in the urban areas into horizontal and complementary relations. In this paper, the delimitation of «cohesión areas» by flow data allows us to analyze the impact of this changes in the Valencian urban system.




Introducción

Las actuales tendencias del crecimiento económico y demográfico, caracterizadas por la transformación de la estructura económica, la intensificación de las relaciones (personales, de empresas o de territorios) y el impacto de las nuevas tecnologías de información están dando lugar a la formación de nuevas áreas urbanas caracterizadas no sólo por las relaciones jerárquicas de dependencia propias de la fase anterior, sino también por relaciones horizontales o de complementariedad. Numerosos autores plantean que los nuevos modelos espaciales, tanto entre las grandes ciudades como en las de tamaño medio, son mucho más complejos y están caracterizados más por su estructura reticular que por las relaciones jerárquicas entre lugares (Dematteis, 1991; Dematteis-Petsimeris, 1989; Dematteis-Emanuel, 1992).

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Causa y consecuencia de esta creciente complejidad es la desaceleración del crecimiento demográfico de las grandes ciudades durante las dos últimas décadas, evolución que es más difícil de comprender si no se tienen en cuenta las nuevas características de organización espacial y, en especial, la ampliación de los ámbitos en los que se interrelacionan las personas y empresas que residen en los diferentes núcleos que conforman la ciudad. En este sentido, la tendencia durante la última década en Europa ha sido el aumento de la población y del empleo en el área en que se localizan las grandes ciudades, si bien su intensidad ha sido inferior en el centro que en la corona (Comisión Europea, 1994). Los núcleos de la corona han devenido, por lo tanto, en localizaciones más importantes tanto de ciertos tipos de actividad como de residencias y esto, lógicamente, altera las relaciones entre los núcleos del extrarradio y entre éstos y el centro.

Por ello, la definición tradicional de ciudad y la determinación de su ámbito de influencia exclusivamente a partir de relaciones de dependencia en cuanto a provisión de servicios quedan ahora en entredicho, siendo sustituidos, entre otros, por conceptos más complejos como el de ciudad real (ámbito de relaciones cotidianas de la población) o ciudad difusa. A diferencia de lo que ocurría en el pasado, la movilidad de la población residente en un área amplía progresivamente sus límites y es este nuevo ámbito de interrelaciones el que define la ciudad real, que ya no responde al modelo de edificación compacta y continua. Los límites de estas áreas funcionales son en buena medida indeterminados, variables según el criterio adoptado y, por lo general, están en contradicción con los administrativos.

En términos generales, el parámetro principal y básico a partir del cual se puede delimitar esta nueva dimensión de la ciudad es la movilidad laboral obligada (Castañer, 1994). Los flujos generados por trabajo no sólo permiten este tipo de delimitaciones sino también el análisis de las áreas de centralidad de las ciudades tal como ya ha sido realizado por los autores en un estudio financiado por el Instituto Valenciano de Estadística (Salom et al., 1996), o delimitaciones del área de influencia de los núcleos tal y como se plantea en el Plan de Desarrollo Urbanístico de la Comunidad Valenciana (Generalitat Valenciana, 1995). Cada una de estas delimitaciones tiene un objetivo y metodología diferente: las áreas de influencia y centralidad reflejan la polarización y estructura nodal que organiza el territorio, considerando sólo los flujos principales origen-destino. Las Regiones Urbanas Funcionales (FUR's) consideran los flujos desde las periferias urbanas hacia el centro (core o núcleo central) junto con criterios de continuidad del espacio construido, de especialización productiva y de densidad.

El modelo de cohesión tiene la virtud, frente a esos otros modelos que también utilizan los flujos de desplazamiento diario, de definir áreas compactas   —523→   y no sólo nodos de centralidad. A diferencia de esos modelos, establece una relación biunívoca entre los municipios considerando por igual las relaciones que se establecen a partir de los flujos origen-destino o destino-origen. Dicho de otra forma: se tienen en consideración tanto los movimientos desde el núcleo central hacia la periferia como en sentido contrario; los primeros valoran la localización de la residencia, y los segundos la localización de la actividad productiva. El área resultante, la ciudad real, pasa a ser un área funcional que se estructura a partir de una relación de flujos cruzados con un centro que la dinamiza, si bien existe una relación complementaria entre todas las partes (Castañer, 1994). A diferencia de otros enfoques que sólo consideran los flujos desde la periferia hacia el centro para delimitar áreas funcionales (FUR o SMSA), las áreas de cohesión reflejan tanto las relaciones de dependencia como las de complementariedad.

Estableciendo los límites territoriales de estas nuevas unidades funcionales, las áreas de cohesión, es posible comprender, desde una perspectiva diferente a la propuesta habitualmente, cómo funciona el sistema urbano en la actualidad y cómo se organiza el territorio. En la presente comunicación realizamos una primera aproximación a este tema en el ámbito territorial de la región valenciana utilizando los datos del Censo de 1991.






Metodología de delimitación de las áreas de cohesión

El método de análisis se basa en el valor relativo de los flujos entre los diversos municipios de la Comunidad Valenciana considerados de una forma biunívoca. Dados dos municipios A y B se toman en consideración los porcentajes que sus respectivos flujos en ambos sentidos (de A hacia B y de B hacia A) representan respecto a la Población Ocupada Residente (POR) y a la Oferta Local de Empleo (LTL) de cada uno de ellos. Se vincula el municipio A a la zona de cohesión de B si un 15% o más de la POR de A trabaja en B y/o si un 15% o más de la Oferta de Empleo de A está ocupada por residentes en B. El municipio B recibe la denominación de «municipio cabecera» (Generalitat de Catalunya, 1992; Palacio, 1991). Es decir, un área de cohesión se forma si al menos el 15% de la población activa de un municipio se desplaza a otro o bien si, al menos un 15% de los puestos de trabajo de un municipio están ocupados por activos de otro.

En el primer caso (relación de cohesión por POR), el municipio (B) que acoge más del 15% de los ocupados residentes en otro término (A) es la cabecera del área y, de hecho, es el núcleo receptor del excedente de mano de obra del primero. Contrariamente a lo que cabría esperar, el hecho de que más de un 15% de los puestos de trabajo de un municipio (A) esté ocupado por   —524→   residentes de otro ámbito (B) no implica que sea A la cabecera, sino el núcleo dependiente de B. Éste es el caso de los municipios en los que existe un polígono industrial o municipios hacia los que, por el menor coste del suelo, se ha dirigido la actividad secundaria y terciaria.

La determinación del umbral de interrelación es muy significativa porque de él depende el número y la extensión de las áreas generadas. El umbral del 15% viene refrendado por su uso en diferentes países, lo cual permite la comparación, o como mínimo, la asimilación de resultados (Generalitat de Catalunya, 1992). El siguiente ejemplo numérico ilustra la matriz de interrelación más elemental:

Imagen

Para calcular el área de cohesión es necesario realizar los siguientes cálculos:

1. Flujo A→B/ PORA = (50/300) * 100 = 16,66%

2. Flujo B→A/ LTLB = (30/280) * 100 = 10,71%

En este caso, el municipio A pertenece al área de cohesión de B ya que más de un 15% de los ocupados se trasladan diariamente hacia ese municipio (cohesión por POR). El segundo de los supuestos de adscripción (cohesión por LTL) no se cumple, ya que sólo un 10,7% de los puestos de trabajo localizados en A son ocupados por residentes en B. En ciertos casos existe coincidencia en el área de adscripción por POR y LTL de un municipio. En otros casos, un mismo municipio queda bajo la dependencia de dos «cabeceras», o sea, está cohesionado en grado igual o diferente con distintas cabeceras, siendo necesario determinar su adscripción única. Al analizar los flujos según POR y según LTL en la Comunidad Valenciana se detectaron 11 y 10 municipios respectivamente en esta situación. A excepción de Sedaví y Godella, municipios con casi diez mil habitantes, los restantes casos son en general poblaciones de reducido tamaño demográfico, por lo que los flujos, aun cuando sean débiles en términos absolutos, pueden adquirir una elevada intensidad en términos relativos aunque sólo tengan dos o tres destinos principales.

Para acceder a la adscripción única de estos municipios es necesario aplicar, más allá de la inmediatez de tomar el flujo más elevado como definitorio, un instrumento de ponderación gravitatoria que considera los flujos en ambos sentidos, la POR de ambos municipios y los LTL. Esta fórmula es:

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Fórmula

Siendo:

  • FlujoAB = Flujo con origen A y destino B
  • FlujoBA = Flujo con origen B y destino A
  • PORA = Población Ocupada Residente de A
  • PORB = Población Ocupada Residente de B
  • LTLA = Puestos de Trabajo Localizados en A
  • LTLB = Puestos de Trabajo Localizados en B

Una vez obtenidas las adscripciones de todos los municipios es necesario verificar que no se produce la inclusión de cabeceras en otras áreas de cohesión diferentes a la propia, situación que requiere el análisis y, en ciertos casos, la subrogación del área que forma una cabecera secundaria por parte de la cabecera principal.

Para aplicar en su totalidad esta metodología ha sido necesario reelaborar la información de base procedente del Censo de Población de 1991 mediante un costoso proceso informático previo al tratamiento de los datos y a la delimitación de las áreas de cohesión. En el tratamiento de la información se han utilizado el paquete estadístico SPSS, la hoja de cálculo Excel y el programa cartográfico Atlas Graphics, así como programas elaborados específicamente por los autores en lenguaje Basic.




Resultados: una nueva visión del sistema urbano regional

La aplicación de la metodología expuesta en el apartado anterior a los datos del Censo de 1991 ha permitido delimitar en la Comunidad Valenciana 45 áreas de cohesión que incluyen 243 municipios, un 45% del total de los municipios valencianos, que incluyen un 70,5% de la población total, un 71,1% de la población ocupada, y un 40,8% del territorio regional (ver tabla 1). Aunque la mayor parte de la población urbana valenciana se localiza en el litoral, especialmente en la provincia de Valencia y Castellón, existe un porcentaje significativo de áreas de cohesión en el interior (mapa 1).

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Tabla sobre áreas de cohesión

Tabla 1. Principales características de las Áreas de Cohesión.
(*) Población Ocupada Residente = Flujo hacia el exterior.
(* *) Empleo Localizado = Flujo desde el exterior.
Fuente: Censo de Población, 1991. IVE. Elaboración propia.

Mapa sobre las áreas de cohesión

Mapa 1. Áreas de Cohesión, 1991.
1. Área de Alcoi, Betxí, Carlet y Alcora; 2. Áreas de Alacant, Albaida, Bejís, Sagunt, Sueca, Ludiente y Nules; 3. Áreas de Alfarrasí, Almoradí, Benicarló, Denia y Valencia; 4. Áreas de Benidorm, Bigastro, Castellón, Pobla Llarga y Muro; 5. Áreas de Benissa, Burriana, Càrcer, Forcall, Orihuela y Vinaròs; 6. Áreas de Callosa d'en Sarrià, Llíria, Onda, Requena y Xàtiva; 7. Áreas de Canals, Elda, Gandía, Ontinyent y Segorbe; 8. Áreas de Ademuz, Alcàntera, Ayora, Benigànim, Vall d'Uixó y Villafranca.

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La significación de estas áreas es sin embargo muy diferente. Más de la mitad (52,2%) está formada por sólo dos municipios, mientras que sólo Valencia, Castellón y Gandía son cabeceras de áreas formadas por más de 10 municipios (ver tabla 2). Estas diferencias se deben en parte a la consideración simultánea de dos criterios de dependencia (por P.O.R. y por L.T.L.), lo que implica que se consideren tanto casos de dependencia del mercado de trabajo de la ciudad central como fenómenos generados por el proceso de descentralización de actividades industriales o de servicios.

Relación de municipios miembros del área de cohesión

Tabla 2. Municipios que forman las Áreas de Cohesión.
Fuente: Censo de Población, 1991. IVE. Elaboración propia.

Las diferencias van más allá de este hecho, ya que encontramos también fuertes contrastes en la intensidad y carácter de los flujos que nos indican la existencia de distintos procesos subyacentes de integración funcional. Así, en la Comunidad Valenciana es posible distinguir:

* Áreas extensas, formadas por más de tres municipios -Valencia, Gandía, Castellón, Alcoi, Benidorm, Alacant, Albaida, Alcora, Benicarló, Canals, Onda, Muro d'Alcoi, Segorbe, Sagunto y Xàtiva-, frente a áreas de cohesión reducidas, formadas habitualmente por dos o como máximo tres municipios próximos: Denia, Elda, Forcall, Vall d'Uixó, Llíria, Orihuela, Sueca, Villafranca, Pobla Llarga, Ludiente, Ontinyent, Requena,   —528→   Villena, Ademuz, Alcàntera, Ayora, Bejís, Benigànim, Benissa, Bigastro, Callosa d'en Sarrià, Càrcer Alfarrasí-Montaverner y Guadalest-Benimantell.

* Áreas complejas, caracterizadas por la presencia de fenómenos de subrogación (lo que indica subcentros y una mayor complejidad jerárquica) y procesos tanto de dependencia respecto a la ciudad central como de descentralización productiva -Valencia, Alcoi, Castellón y Gandía son los ejemplos más importantes- y áreas simples, caracterizadas exclusivamente por procesos de dependencia de los municipios próximos respecto a un lugar central que constituye el principal centro de empleo (Onda, Alcora, Canals, Albaida, etc. ).

* Áreas de carácter exclusivamente urbano, compuestas por una ciudad central y los municipios inmediatos, producto de la expansión urbana (Alicante), y áreas mixtas urbano-rurales, donde, además de la corona suburbana, encontramos fenómenos de dependencia funcional que afectan a un gran número de municipios rurales en algunos casos situados a una distancia considerable (sobre todo, Valencia y Castellón).

Un análisis detallado de estas diferencias permite explorar la organización territorial real producto de las tendencias de crecimiento más recientes y elaborar una tipología de áreas de cohesión que es posible relacionar con modelos espaciales y de crecimiento específicos: áreas metropolitanas con o sin subcentros metropolitanos, distritos industriales, centros comarcales de servicios, etc.

Por otra parte, el análisis de estas «ciudades reales» modifica de manera sustancial la visión que habitualmente se tiene tanto de la organización espacial de la región como de las características de su sistema urbano (grado de primacía, ajuste rango-tamaño, tamaño funcional y demográfico de los centros). Quizás uno de los aspectos más llamativos a este respecto sea el elevado grado de integración funcional que muestra el traspaís rural respecto a los principales centros urbanos litorales. Este fenómeno nos puede llevar a afirmar que núcleos rurales tan distantes como Domeño y Andilla, situados en la comarca del Alto Turia, o Dos Aguas y Yátova, en la Hoya de Buñol, podrían ser definidos como partes funcionales de la ciudad de Valencia. Lo mismo ocurre en el caso de la ciudad de Castellón en relación con algunos municipios de las comarcas de l'Alcalatén y Alto Mijares.

También el análisis de la jerarquía urbana queda matizado por el uso de las áreas de cohesión. Así, el índice de primacía regional asciende significativamente si consideramos las ciudades reales en vez de los habituales términos municipales: el porcentaje que supone la ciudad de Valencia sobre la población de las cuatro primeras ciudades de la región pasa del 56,2% al 66,1%. Por otra parte, el   —529→   gráfico rango-tamaño de los centros teniendo en cuenta las áreas de cohesión (figura 1) permite observar mucho más nítidamente la existencia de una jerarquía urbana compuesta por cuatro niveles: capital regional (área metropolitana de Valencia), subcapitales regionales (Alicante, Elx y Castellón), centros supracomarcales (Benidorm, Elda, Gandía, y Alcoi) y centros y subcentros comarcales (Sagunto, Orihuela, Alzira, Vilareal, Ontinyent, Villena, Denia, Vall d'Uixó, Xàtiva, Algemesí, Burriana, Torrevieja, Sueca, Crevillent, Novelda, Onda, Ibi, Vinaròs, Oliva, Carcaixent, etc.).

Gráfico sobre población y áreas de cohesión

Fig. 1

El uso de las áreas de cohesión introduce las siguientes diferencias respecto a la jerarquía según población municipal:

a) Capital y subcapitales regionales: El orden jerárquico de las primeras cuatro ciudades valencianas se mantiene, si bien (salvo en el caso de la ciudad de Elx), la población incluida se incrementa respecto al análisis tradicional, aumentando así el grado de primacía. Resulta significativo que, pese a su proximidad y al voluntarismo de los proyectos de integración   —530→   funcional entre Alicante y Elx, ambas ciudades aparezcan netamente diferenciadas según este análisis.

b) Centros supracomarcales: Este segundo escalón funcional incluye las ciudades que ocupan los puestos que van desde el rango 5.º al 10.º, aproximadamente. El uso de las áreas de cohesión incrementa el escalonamiento de la gráfica, resaltando la importancia funcional de este grupo de ciudades, muy superior a la de la población contenida en su término municipal. Las principales diferencias en relación con la jerarquía demográfica municipal consisten en la desaparición de Torrent, subsumido en el área de cohesión de Valencia, y el ascenso de Benidorm, cuya área de cohesión es bastante importante.

c) Centros comarcales y subcomarcales: A partir del puesto 10.º las diferencias entre las jerarquías tradicionales y por áreas de cohesión aumentan, al desaparecer bastantes centros de entre 20 y 40.000 habitantes que pasan a formar parte de las áreas de cohesión encabezadas por otros municipios, en particular del área metropolitana de Valencia. Debido a ello, este nivel funcional resulta ser de bastante menor importancia de lo esperado, generando un mayor grado de primacía en la jerarquía urbana.

Las implicaciones de estas modificaciones en la política territorial y urbanística son evidentes. Destacaríamos en particular que la visión tradicional de un sistema urbano valenciano caracterizado por un relativo equilibrio debido a la abundante presencia de ciudades pequeñas-capitales de comarca deja paso a un sistema urbano con una primacía más marcada y una menor importancia funcional de lo esperado de los centros pequeños y medianos. Frente a esto, el potencial de ordenación se centra en algunos centros medianos como Alcoi, Sagunto, Elda, Gandía, Orihuela y Benidorm, cuyo papel queda así revalorizado.






Conclusión

Las transformaciones económicas y demográficas que están teniendo lugar en los últimos años exigen la aplicación de nuevos instrumentos de análisis que permitan descifrar los problemas y potencial territoriales de los sistemas urbanos regionales en el contexto de las nuevas tendencias de crecimiento urbano. El uso de las «áreas de cohesión» se revela en este sentido idóneo, ya que, como hemos podido ver sumariamente en el caso de la Comunidad Valenciana, permite desarrollar una nueva visión del sistema urbano y territorial, mucho más matizada y adecuada a las complejidades del modelo de crecimiento actual. Permite, entre otras cosas, observar en su verdadera magnitud el fenómeno   —531→   de la «ciudad dispersa», fenómeno que, como es posible ver en el caso de las ciudades de Valencia y Castellón, alcanza a áreas rurales relativamente distantes; estimar de manera más precisa el tamaño funcional de los centros intermedios; y verificar la existencia de distintos procesos de integración funcional, algunos de los cuales se superponen espacialmente dando lugar a una tipología urbana compleja.




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