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Ibérica por la libertad

Volumen 6, N.º 7-8, 15 de julio-agosto de 1958

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IBÉRICA es un boletín de información dedicado a los asuntos españoles y patrocinado por un grupo de americanos que creen que la lucha de España por la libertad es una parte de la lucha universal por la libertad, y que hay que combatir sin descanso en cada frente y contra cada forma que el totalitarismo presente.

IBÉRICA se consagra a la España del futuro, a la España liberal que será una amiga y una aliada de los Estados Unidos en el sentido espiritual y no sólo en sentido material.

IBÉRICA ofrece a todos los españoles que mantienen sus esperanzas en una España libre y democrática, la oportunidad de expresar sus opiniones al pueblo americano y a los países de Hispano-América. Para aquellos que no son españoles, pero que simpatizan con estas aspiraciones, quedan abiertas así mismo las páginas de IBÉRICA.

Directora:

  • VICTORIA KENT

Presidentes de Honor:

  • SALVADOR MADARIAGA
  • NORMAN THOMAS

Consejeros:

  • ROBERT J. ALEXANDER
  • ROGER BALDWIN
  • CLAUDE G. BOWERS
  • FRANCES R. GRANT
  • JOHN A. MACKAY
  • VICTOR REUTHER

IBÉRICA is published on the fifteenth of every month, in English and Spanish editions, by the Ibérica Publishing Co., 112 East 19th St., New York 3, N.Y. All material contained in this publication is the property of the Ibérica Publishing Co., and may be quoted, but not reproduced in entirety. Copyright 1958, by Ibérica Publishing Co.

Price: Single copy, 25c. Year's Subscription $ 3.

Second Class Mail Privileges Authorized at New York, N.Y.






ArribaAbajoUna política y un programa

Julián Gorkin


Que España necesita salir del atasco actual mediante un cambio de régimen, eso lo sienten hoy casi todos los españoles. Y que ese cambio debe producirse, en la medida de lo posible, de una manera incruenta, eso parece que lo desean asimismo casi todos los españoles. (Sobre este punto volveré más adelante). Es decir: casi todos sienten que ha llegado el momento de liquidar el obstáculo franquista y casi todos aspiran a construir o reconstruir a España después de veintidós años de destrucción moral y material, a la reconciliación y a la convivencia después de tantos odios desatados y tantas intestinas desventuras. Pero es lo cierto que detrás de esta aspiración casi unánime todo son nebulosas, contradicciones e impotencias. De nada sirve que nos ocultemos este hecho en nombre de unas cuantas afirmaciones retóricas o formularias; de su reconocimiento hay que partir al tratar de establecer un análisis político. ¿Cómo lograr la liquidación del obstáculo y cómo articular el instrumento que permita el cambio? ¿Cuáles son los caminos que deben seguirse, los medios que deben ser empleados, las eventuales fuerzas operantes? Si Franco sigue secuestrando el poder y se permite hablar a estas alturas de jefaturas vitalicias y si la minoría cerril y paniaguada que le rodea puede montar artilugios sucesorios con la ilusión de salvar la realidad totalitaria, es porque los secuestrados y los expatriados no hemos sabido encontrar hasta ahora una respuesta a estas preguntas.

Dionisio Ridruejo, hombre enterado de la situación real de España, llega a esta conclusión en un reciente artículo sobre las perspectivas del futuro español: «Es indudable para mí que la monarquía tiene probabilidades grandes de ser un hechos a no muy largo plazo»1. Recuérdese que a esta misma conclusión llegué yo, hace tres o cuatro meses, en un artículo aparecido en IBERICA. Es evidente que la mayoría de los sectores del interior, aun aquellos que no se proclaman doctrinalmente monárquicos, aparentan creer que una transición incruenta sólo puede asegurarla la monarquía. Y no sólo el Vaticano, cuya influencia cuenta seriamente en España, sino los círculos oficiales de las potencias democráticas -e incluso importantes zonas de la opinión- al parecer creen lo mismo. Republicano y socialista convencido, a mí esta solución no me gusta nada; pero hay que ver las cosas como son y no como quisiéramos que fueran.

Como todo el mundo sabe, en el interior hay -por lo menos- dos clases de monárquicos. Nos referiremos ante todo a la primera clase -o mejor, a la primera clasificación-: la de los monárquicos tradicionales, opusdeístas, clérigorreaccionarios, absolutistas, interesados tan sólo en prorrogar hasta el límite máximo su dictadura y sus privilegios. Este amasijo, no sin fisuras, va de Carrero Blanco -paniaguado máximo de Franco- a Ángel Herrera y los Martín Artajo, pasando por el teórico (?) Calvo Serer y el sindicalista doméstico José Solís. (A Calvo Serer le da a hora por hablar en privado contra Franco, pero es lo cierto que sus teorías no valen más que las del franquismo).

«Estos monárquicos tradicionales ofrecen al dictador el utillaje doctrinal de la futura instauración de la monarquía tradicional, especie de adorno regio de los grupos en el poder, cuidadosos de sus solas prerrogativas». Así los define un personaje español, obligado a guardar el anonimato, en un muy serio artículo intitulado «Las bases teóricas del Opus Dei»2. La monarquía que estos elementos pretenden instaurar se reduciría a eso: a un adorno regio del totalitarismo franquista. Cualquiera que sea el desgaste del régimen -y ese desgaste es, según una opinión general, casi completo-, los tales elementos prefieren el callejón sin salida a una salida que, por escasamente evolucionada que fuera, no tardaría en precipitar su caída. El autor anónimo, que goza de incontestable autoridad para hablar, asienta esta afirmación tajante: «El régimen nunca ha contado con la menor posibilidad de liberalización y abertura sin un cambio fundamental de estructuras políticas y el consiguiente desalojo de Franco del poder». Valiosa conclusión, que sirve para todos los totalitarismos, imposibilitados de democratizarse sin perecer -sin suicidarse-; en todo caso el último discurso del dictador ante sus Cortes puede servirle de colofón. ¿Son esos los monárquicos y es esa la monarquía que parece dispuesto a aceptar Juan de Borbón? ¿Está dispuesto a ser el adorno regio de que se habla más arriba, a encerrarse en el callejón sin salida que le ofrecen esos franco-monárquicos? Según el mensaje que les entregó en Estoril, a fines de febrero, a los visitantes de la Comunión Tradicionalista, así parece. De entonces acá, que sepamos, no ha aclarado su posición. No la ha aclarado públicamente; privadamente, viene manteniendo un equívoco que no sabemos si responde a razones tácticas o á simple cerrazón mental. A unos visitantes españoles les hizo recientemente -hace unas semanas- grandes elogios del teórico opusdeísta Calvo. Serer y les dijo muy seriamente que lo haría su consejero en el caso de ocupar el trono. ¡Tranquilizadora perspectiva para los que tienen puesta su confianza en él! Y a unos monárquicos liberales que le solicitaron explicaciones a raíz de su mensaje a los tradicionalistas, les salió con una equívoca -y muy borbónica- respuesta que puede resumirse así: «He dicho que no he dicho lo que he dicho».

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Hay, en efecto, otros monárquicos en España que los tradicionalistas y domésticos del franquismo: son los liberales, los constitucionalistas, los que aceptan el libre juego de los partidos y un régimen de opinión pública como base funcional de las instituciones monárquicas. Franco y los franco-monárquicos los odian tanto o más que nos odian a nosotros; varios de los detenidos durante los dos últimos años son de esos. Los franco-monárquicos parecen hoy más fuertes porque controlan prácticamente los resortes del poder totalitario y pueden preparar sus mangoneos a su amparo. Pero los monárquicos liberales son numéricamente -potencialmente- mucho más fuertes, pues se sienten los intérpretes de la difusa masa monárquica e incluso de esa zona que, aun siendo republicana, cree necesaria la transición monárquica. ¿El drama de esos monárquicos liberales? No sólo les viene éste de la existencia! -y de los siniestros propósitos- de los franco-monárquicos, sino de la equívoca y sinuosa contextura moral de su candidato. Casi puede decirse que son unos monárquicos sin candidato solvente a la restauración; si este candidato fuera otro, ya estaría hace tiempo en el trono y, aun ahora -con unas posiciones claras y decididas-, le sería relativamente fácil agrupar en torno suyo a la masa monárquica y encontrar incluso un clima favorable -un prejuicio favorable- en un sector republicano. El autor anónimo a que nos referimos más, arriba, dice al final de su inteligente artículo: «Los grupos más conscientes y políticamente honestos que apoyan la restauración monárquica, saben cuál es el mayor enemigo de la monarquía: la colaboración con Franco para instaurar, cuándo llegue a estar incapacitado para el ejercicio del Poder, una monarquía reaccionaria, tradicional y absoluta como la diseñada por los teóricos de que acabamos de ocuparnos. Esos grupos saben que en estos momentos se juega, quizá para siempre, el destino de la monarquía española, y que la solución del tradicionalismo es la tumba definitiva de la institución regia». En lo mismo abunda Dionisio Ridruejo cuando, a seguida de reconocer que «la monarquía tiene probabilidades grandes de ser un hecho a no muy largo plazo», concluye así: «Es menos seguro que pueda afianzarse como hecho duradero. Tendrá dos maneras de intentarlo; pero a mi juicio una sola ha de conseguirlo: aceptar el riesgo renunciando a los métodos fáciles, pero inconsistentes, de la seguridad excesiva a corto plazo, y arbitrar la amplia ocasión para que el contacto posesorio de que antes he hablado se produzca de un modo verdadero y libre. La gratitud de un pueblo -y más aun- de un pueblo cohibido y cansado, puede valer en ocasiones más que su fe y que cualquier imperativo de la lógica doctrinal».

El problema está clara e inteligentemente planteado por ambos autores y, a mi juicio, por la situación real y por las perspectivas: la instauración monárquica a corto plazo, cargando con la herencia y aceptando las bases y los cuadros del franquismo -la simple transmisión de poderes, la solución fácil, el adorno regio-, dará al traste con la institución monárquica, pues sólo podría mantenerse algún tiempo mediante el secuestro y la violencia; el compromiso previo e inequívoco, por parte de los monárquicos liberales y de su candidato, a la instauración de una monarquía democrático-constitucional, en el caso de triunfar por su propia acción directa o como consecuencia de unas elecciones, le abre eventuales posibilidades. No interesa tan solo este problema a los monárquicos, de un conglomerado o del otro; tiene o puede tener un interés general para el porvenir de España. Encastillándose en una posición simplemente negativa a su respecto no se contribuirá a la solución del problema español.

¿Qué hacer? Creo que por nuestra parte debemos empezar por definir una posición -una línea de conducta- lo más clara e inequívoca posible. Sin que suponga compromiso para ningún sector político, ya que mi voz es en estos momentos la de un republicano y socialista al margen de toda disciplina de partido -la de un español al que sólo le interesa la salvación de España-, voy a apuntar cuál creo que debe ser esa línea de conducta.

1) Con los franco-monárquicos no caben contactos ni compromisos de ninguna especie, sino una hostilidad y una incompatibilidad sin equívocos, una lucha consecuente y decidida y por todos los medios posibles. Ellos quieren la perpetuación del régimen totalitario y secuestrador de España y nosotros queremos su liquidación para que España pueda ser y existir libre y soberanamente. Debemos proclamar claro y alto que todos los que, dentro y fuera de España, se comporten como amigos y cómplices de los secuestradores, serán considerados como enemigos nuestros. En el área nacional como en el área internacional se impone una diferenciación -un deslinde tajante- entre esos elementos totalitarios y sus cómplices directos o indirectos y los que quieren, sean cuales fueren su procedencia y su doctrina, la libertad y la reconstrucción de España.

2) Establecida esta diferenciación, debemos llegar a un entendimiento claro con todas las fuerzas y todos los sectores dispuestos a luchar en favor de esa libertad y esa reconstrucción de España. Nuestro objetivo primordial: la reconciliación de los españoles, procurando el aislamiento de todos los que, en nombre de intereses bastardos, se oponen a esa reconciliación. Es decir: la conquista de la normalidad española frente a la anormalidad impuesta -y que pretende perpetuar- la dictadura. No sólo la reconciliación y la normalidad responden a un imperativo categórico, sino que pueden ser un arma psicológica y política de primer orden. El entendimiento debe abarcar a todas las fuerzas y todos los sectores republicanos y a los monárquicos liberales, ante todo para el debilitamiento y la neutralización de los otros. ¿Qué nos piden esos monárquicos? Que colaboremos, con todo nuestro peso, en el advenimiento de la monarquía. Me parece natural y lógica su pretensión, pero igualmente debe parecérselo nuestra negativa a aceptar esa condición. Todo lo que contribuya a socavar las bases del régimen actual y a preparar la necesaria transición, merece nuestro apoyo; lo que no podemos es atarnos de pies y manos en nombre de una institución que no responde a nuestras convicciones. Si esos monárquicos son capaces de traer la monarquía liberal o no lo son: si lo son, lo más que podrían pedirnos es un plazo para la liquidación del régimen totalitario y la preparación de una consulta electoral con las debidas garantías; si no lo son, el compromiso debe ser sin signo institucional previo y a resultas de lo que decida la voluntad nacional libremente consultada en un plazo prudencial. Por nuestra parte no podemos comprometernos a reconocer y a respetar otro régimen que el fundamentado en la libre expresión del pueblo español; ningún otro, además, representaría una solución duradera.

3) La reconciliación de los españoles, que va siendo ya una realidad espiritual, pero que sólo podrá sancionar y consolidar la normalización de la vida española, exige la elaboración previa de una política liberadora y de un programa constructivo. No sólo hay que pensar en la transición hacia la normalidad, sino en la construcción y en la consolidación de esa normalidad. Todo el mundo tiene conciencia de la pavorosa herencia que nos dejará el franquismo y de la necesidad de sumar todas las energías vivas y creadoras y todos los medios válidos y útiles para sacar a España de su terrible atasco moral y material. El problema institucional o constitucional, sea cual fuere el régimen que España libremente se de, va unido a los otros problemas básicos y permanentes: el de la reestructuración del Estado, el económico-financiero, el agropecuario, el de los transportes, el de la industria, -que lleva en sí las fuentes energéticas- el educacional, el sanitario, el religioso, y, finalmente el de fundamental importancia en el mando de hoy: el de política internacional. Me limito a apuntarlos, pero es evidente que todos y cada uno son interdependientes y forman un todo.

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4) Después de una de las más sangrientas guerras civiles que registra la historia humana y de una dictadura tan larga y tan abyecta como la franquista, es por demás lógico que los españoles no quieran conocer nuevas crueldades ni violencias. Es evidente que España no podría soportar una nueva guerra civil sin hundirse definitivamente, además de que no se cierra un abismo abriendo otro. El régimen ha explotado este sentimiento o este cansancio de todo un pueblo para durar. Pero todo tiene un límite y a ese límite hemos llegado. ¿Acaso ha renunciado un solo instante el franquismo a la violencia y al terror? ¿A qué responden los costosísimos instrumentos represivos que mantiene? ¿No reprime con saña las reivindicaciones obreras y las manifestaciones estudiantiles? ¿No multiplica los despidos y las detenciones, sin hablar de los tormentos policíacos aplicados a los detenidos? No queremos aumentar los sufrimientos de nuestro pueblo; sin embargo, puesto que la perduración del régimen supone la agravación permanente de esos sufrimientos, debemos hacer todo lo posible por desarrollar la resistencia e intensificar la lucha. Cada huelga obrera y cada manifestación estudiantil, las contradicciones de todo orden que conoce el régimen, las derrotas que registra en las posesiones españolas, el descontento que se manifiesta en una buena parte del Ejército... todo debe ser dirigido a un solo fin: la liberación de España del yugo franquista.

5) Internacionalmente, las cosas no pintan nada bien para el totalitarismo franquista. Las dictaduras hispanoamericanas que lo apoyaban han ido desapareciendo una tras otra; las que quedan están condenadas a desaparecer en plazo breve. El mundo musulmán y árabe, en el que esperaba encontrar sólidos apoyos, anda muy dividido y revuelto y no puede servirle hoy de mucho. A los países del África del Norte no se les puede ocultar que encontrarán en un régimen democrático interlocutores más comprensivos que los de la dictadura del general Franco. Ya hace tiempo que los movimientos europeístas tienen conciencia de que sólo una España libre será capaz de fortalecer la construcción de Europa y la defensa occidental. ¿Y no puede darse por seguro un próximo futuro triunfo del laborismo en Inglaterra? ¿Y no es posible, por otra, parte, que intervengan importantes cambios en los Estados Unidos? Debemos alimentar, reunir y movilizar todas esas posibilidades en nuestro favor. No lo lograremos con simples críticas negativas, apelaciones formularias y gritos de mal humor; sólo el día que seamos capaces de adoptar una política y un programa responsables, de reconciliación de los españoles y de reconstrucción democrática de España, conseguiremos ese resultado. Para inspirarles confianza y respeto a los demás debemos empezar por inspirarnos confianza y respeto a nosotros mismos.

JULIÁN GORKIN


OTRO TELEGRAMA AL PRESIDENTE

Insistiendo en la protesta formulada al Presidente Eisenhower el 7 de febrero del corriente año, el grupo antifranquista representado por IBÉRICA ha dirigido de nuevo al Presidente el telegrama que traducido copiamos a continuación:

Presidente Dwght D. Eisenhower
The White House
Washington, D.C.

13 de junio, 1958.

Señor Presidente:

IBÉRICA ha recibido informaciones de nuevas detenciones y torturas de estudiantes españoles. El uso de aparatos eléctricos para obtener declaraciones ha sido confirmado por fuentes responsables españolas.

Llamamos respetuosamente la atención de Vd. sobre el hecho de que nuestra ayuda a un régimen tan inseguro que tiene que recurrir a torturas de estudiantes de 20 años de edad, crea una situación altamente perjudicial a las relaciones futuras de los Estados Unidos y España, y que esta situación puede llegar a ser más seria que las que se han revelado en América Latina con ocasión del viaje del Vice Presidente Richard M. Nixon.

Lamentamos tales prácticas brutales en todas las dictaduras comunistas y militares que reciben ayuda de los Estados Unidos bajo el Programa de Seguridad Mutua, pero debemos recordar que a causa de nuestra acuerdo bilateral de 1953 con la dictadura de Franco hemos asumido una responsabilidad muy especial frente al pueblo español.

Por ello urgimos que el cumplimiento de la legislación suministrando ayuda adicional a España bajo el Programa de Seguridad Mutua y la extensión de cualquier préstamo adicional a España sean condicionados a que se ponga fin a la brutal represión contra los estudiantes y trabajadores españoles.

Respetuosamente,

NORMAN THOMAS, VICTOR REUTHER, FRANCIS R. GRANT, ROBERT J. ALEXANDER, LOUISE GRANE, del Comité de la revista IBÉRICA.




ArribaAbajo Más sobre la ayuda americana

Ignacio Lizarra


Intentaba yo en mi artículo anterior situar cabalmente la problemática que entraña la ayuda económica de Estados Unidos a España. Tema de numerosas vertientes que exigen un juicio no solo ponderado sino también diferente para cada uno de sus aspectos. Quisiera, pues, proseguir su estudio incidiendo en algunas de sus facetas, a saber: análisis detallado de la ayuda, de su volumen y de su eficacia; polémica sobre la naturaleza de algunos tipos de ayuda; la ayuda norteamericana y las relaciones económicas hispano-europeas; y, en fin, ayuda militar en cuanto a su repercusión política y tendencias de los grupos políticos españoles.

Si calculamos todas las ayudas concedidas por la administración americana hasta el 31 de diciembre de 1958 se suman hasta 638 millones de dólares, pero esta cifra hay que descomponerla de la manera siguiente: Ayuda económica para la defensa según acuerdo de 1953: 355 millones. Ventas de excedentes según ley 480; 186 millones. Donativos: 76 millones. Venta de trigo (en 1954): 20 millones. Cooperación técnica: 1 millón. Naturalmente, una gran parte de esta ayuda no ha sido aun otorgada. Por eso me refería yo en mi pasado artículo a 356 millones.

Tenemos pues, tirando por todo lo alto (¡y contamos hasta la leche en polvo de «Caritas»!) un total de 638 millones de los que había beneficiado España al terminar noviembre de 1957 en 516 millones, de los cuales la respetable cantidad d e 282,100 pertenecía a «ventas y donativos»; es decir sobrantes agrícolas3.

La primera observación que se impone es el descenso del conjunto de ayuda que alcanzó su punto álgido en 1956. Si esto es natural por lo que se refiere a la «ayuda para la defensa» (puesto que la tendencia norteamericana desde hace dos años es aumentar la ayuda en abastecimientos militares y servicios en detrimento de otros géneros de ayuda) lo es menos para los sobrantes agrícolas que pudieran muy bien aumentar de nuevo y sobre cuya oportunidad o no, insistiremos más adelante.

Ahora bien ¿cómo ha sido distribuida esa ayuda? Me refiero a su aplicación a los sectores económicos, porque en cuanto al método ya sabemos que pasa siempre por el canal gubernamental y por el complicado aparato sindical (aunque esto no siempre) más apto para estos negocios de patronos que para defender a los trabajadores.

De algodón hay 84 millones, pero teniendo en cuenta que también se da en las ventas de sobrantes según ley 480, resulta que hay 177 millones de ventas de algodón; además 66 de otras materias primas, 18 de productos agrícolas diversos y luego cerca de 200 millones de sobrantes agrícolas (previo descuento del algodón antes mencionado). En resumen, cuatrocientos cincuenta y siete millones sobre seiscientos veintitrés (623)4 en los que la «ayuda» consiste en comprar el algodón y otros productos agrícolas (¿maíz, cebada, semillas, aceites comestibles?) cuya exportación y colocación en el mercado internacional constituyen un quebradero de cabeza para Estados Unidos.

¿Y luego? 31 millones para electricidad y 30 para ferrocarriles; no hablemos de la industria del acero que vio 8 millones en 1954 y después ni un mal céntimo. La agricultura ha recibido 23 millones; poca cosa, para un país que solo tiene 2 4.000 tractores y que produce 225.000 toneladas de abonos nitrogenados (un tercio de su consumo y una quinta parte de sus verdaderas necesidades). En fin, se invierten cantidades pequeñas en cobre, laminados, etc. En pocas palabras, lo que queda para inversiones de capital no llega a 150 millones (computando en esta suma el 45 por 100 de los 56 millones asignados para el ejercicio fiscal en curso). Cuando se sabe que las inversiones por año en la España actual pasan ampliamente de los 30.000 millones de pesetas, se comprende la ridícula pequeñez y la ineficacia de la susodicha ayuda.

Es preciso insistir sobre algunas importaciones como el algodón. Uno de los raros éxitos de la economía española actual ha sido el desarrollo del cultivo algodonero mediante una capitalización del mismo. Verdad es que desde el punto de vista moral habría mucho que decir sobre el particular, pero hablando económicamente esto ha representado una producción del tercio aproximadamente del consumo nacional. Al terminar el ejercicio de 1956 se tenía un stock nacional muy superior a dicho tercio y se encontró la industria textil con algodón de «ayuda» en cantidad de 600.000 balas. Vino entonces una restricción de la producción nacional que, afortunadamente, parece se recuperará durante el presente 1958. Verdad es que la industria textil española tiene una producción muy baja, pero para resolver esta cuestión necesita dos cosas esenciales: a) aumento del poder de compra en el mercado nacional, b) reposición del outillage para tener precios competitivos en el mercado internacional. La reunión del Sindicato Textil celebrada en Barcelona el mes pasado ha servido para que los industriales expongan con agudeza esta necesidad de importar maquinaria para renovar la que, en muchos casos, data de la primera postguerra mundial. He aquí un punto clave para cualquier crédito o ayuda a España, ya que la penuria de divisas no permite soñar en pagar dichas importaciones en oro o divisas al contado. Verdad es que esas balas de algodón, pagaderas en pesetas, son balones de oxígeno en momentos de apuro, pero a la larga agravan el problema, más aún si sus precios no son ventajosos y si se puede pensar en otro género de intercambios para importar la materia prima que necesite la industria.

Si lo que se trata es de realizar una ayuda económica eficiente, es imprescindible estimular las inversiones agrícolas y la renovación del equipamiento industrial, tal vez empezando por las industrias de bienes de consumo, sin sueños de grandeza de los que tanto agradan al INI, a su director Sr. Suances y al mentor supremo.

Dicho esto, queda el grave problema de la distribución de la ayuda; los manejos incontrolables de Sindicatos y «Hermandades», el hecho de que organismos para-estatales (RENFE y otros) hagan y deshagan con los bienes para ayuda, de que Muñoz-Ramonet y su grupo se aprovechen del algodón y tantos otros problemas derivados de la constitución del régimen hacen mucho más dudosa la eficacia de la ayuda. Por eso, el asunto no es exclusivamente técnico, sino que tiene la siguiente implicación política: si la ayuda es insuficiente o ineficaz disgusta a todos menos al gobierno que especula con ella para fines políticos, pero si es eficaz corre el riesgo de desnaturalizarse a su paso por los canales gubernamentales españoles.

Queda otro aspecto, pero no tiene nada que ver con la ayuda, económica de Estado a Estado según los acuerdos. Me refiero a los créditos del Export-Import para determinadas industrias. En las últimas semanas podemos reseñar el crédito de 6, 8 millones de dólares a «Fábrica de Mieres S.A.» para instalar nuevos equipos de laminación en dicha ciudad asturiana; el suministro de maquinaria será hecho por la Blaw-Knox Company de Pittsburg y por la Westinghouse Electric International Company. También el «Export-Import» ha hecho una oferta de crédito al combinado de Avilés (del INI, pero que también ha emitido ya acciones privadas) para la instalación de un tercer alto horno. Por último ayer ha llegado la noticia de la concesión de 24,5 millones de dólares (también por Export-Import) para la construcción de una central termoeléctrica en Ponferrada por la «Empresa Nacional de Electricidad» (uno de cuyos consejeros es D. Javier Martín Artajo) y para una central hidroeléctrica de «Iberduero», dependiente, como se sabe, del Banco de Bilbao.

En fin, existe aun el sistema, menos interesante para nosotros españoles, de la participación directa en las empresas, como en el caso de la «Standard» y tantos más. Ahora mismo la «Westinghouse» se dispone a invertir una fuerte suma de dólares en la «Constructora Nacional de Maquinaria Eléctrica» sita en Córdoba.

También, y hace poco tiempo, en su discurso de la Feria de Barcelona -el embajador norteamericano Sr. Lodge se ha referido a unos posibles préstamos de Estados Unidos a España por valor de 5.000 millones de pesetas de los cuales 1.000 millones serían prestados por el gobierno a empresas particulares. Como se ve es una gotita más de agua con el inconveniente de seguir sometida al criterio un tanto caprichoso de la administración española.

Sabido es que la ayuda económica para la defensa y la consistente en venta de sobrantes agrícolas crean una cuenta de contrapartida en pesetas que el gobierno español deposita en el Banco de España. Veamos su situación. Al acabar 1957 se habían creado 21.000 millones de pesetas, pero en efectivo no se habían producido sino 16.314 millones. De éstos solo se utilizaron realmente unos 9.500 y el resto ha quedado en cuentas bancarias en España. Es cierto que al principio esta cuenta ha podido tener un efecto inflacionario, pero hasta ahora es más que nada un riesgo potencial. Como toda actividad económica creadora de bienes improductivos la construcción de bases, las expropiaciones para estas obras, los gastos de la Misión Militar Americana, etc., son fuentes de inflación aunque pequeñas en relación al volumen general de circulación en España.

Este aspecto de la cuestión nos lleva a otro, de orden más político y psicológico que económico, pero sobre el que resulta necesario insistir. Me refiero al Acuerdo de Ayuda para la Defensa Mutua y al Convenio defensivo de 1953, que forman un todo con el de Ayuda Económica y sin los cuales no se explica ésta. En todo ello hay un mal de principio; la cuestión económica que se estima principal es la de infraestructura, no a causa de las necesidades económicas nacionales de España, sino de las exigencias militares del Tratado. Si a eso añadimos que Estados Unidos (a diferencia de la Inglaterra de hace 50 años) no es solo país industrial sino exportador de materias primas y agrícolas, se produce el enrarecimiento de las relaciones económicas entre nuestros dos países. ¿Por qué? Porque el gobierno del Caudillo, que no puede contar con el apoyo de la opinión pública, se ve obligado: a) a hacer concesiones en el orden militar, procurando también así halagar la vanidad de los militares que constituyen el único soporte actual del régimen; b) a desnaturalizar el carácter de la alianza, y la ayuda americanas presentándolas como un favor especial para el Caudillo y como el producto de una comunidad ideológica entre Estados Unidos y España; c) a solicitar desasosegadamente «parches» que tapen las quiebras de su producción agrícola y la hemorragia constante de divisas.

Hace aun poco tiempo, el día 4 de mayo, Franco se encontraba en una situación política delicada. El hombre conoce sus recursos; aquel día hacía desfilar por la Castellana las baterías de 203 mm. entregadas por Norteamérica al ejército que sostiene la dictadura en España. «Hay cariños que matan», dice el refrán. El «cariño» de Franco por los Estados Unidos está matando las buenas relaciones hispano-americanas. Dejando aparte algunos incidentes aislados, el español medio no se queja de la conducta de los norteamericanos en España. Lo que segrega «anti-americanismo» día tras día es el «pro-americanismo» del Caudillo y sus secuaces.

Pero volvamos a los problemas económicos; un hecho cierto desde hace poco más de un año es el carácter más acentuadamente europeo de la política española, coincidente con el desarrollo de ciertas instituciones económicas europeas. Así es que la cuestión del posible ingreso de España en el Mercado común europeo se ha constituido en el polo que atrae todos los debates económicos y financieros. Verdad es que los industriales catalanes se muestran recelosos y aun más, que los Bancos Urquijo y Central (por no citar otros menos importantes) han expresado todo género de reservas a dicho proyecto en sus memorias anuales y que, aunque todos los españoles lo deseásemos, el procedimiento de accesión es bastante complicado (ratificación por los parlamentos de cada país actualmente miembro). Pero los medios gubernamentales ejercen toda clase de presiones en sentido contrario, y los «activistas» católicos de todas las tendencias (incluso los que forman parte de la oposición) defienden denodadamente la entrada de España en el Mercado Común al parecer por inspiración que más viene de Roma que de Madrid. Piénsese lo que se quiera de estas actitudes, lo cierto es que la postura de España ante el Mercado Común constituye hoy una de las preocupaciones centrales de los economistas y empresarios españoles. Para que España pueda participar con éxito en el Mercado común necesita renovar el outillage de una gran parte de su industria (mejorar también la preparación de sus técnicos) y capitalizar una parte considerable de su agricultura (inversiones en riegos y maquinaria, semillas, abonos, racionalización de cultivos, etc.). En estos términos abundaba hace días el consejero de Economía. Nacional D. Antonio Robert, añadiendo a ellos la necesidad de modernizar los transportes ferroviarios, por carretera y marítimos. El Sr. Robert dijo que la economía española necesita un plan propio antes de integrarse en el mercado común. Este criterio es compartido, aunque con diferentes matices, por la mayoría de expertos españoles y con él habrá que contar cuando la palabra «ayuda económica» sea algo más que un pretexto político. Nuestros amigos norteamericanos nos dirán que esta reestructuración de España es asunto nuestro, y llevarán razón. Pero bueno sería que no descuidasen su atención de ese aliado de ocasión que les ha salido en El Pardo. ¿Las pruebas? Las trae Ullastres, ministro de Comercio y «opusdeísta» distinguido, a su regreso de Bonn. El idilio germano-franquista recomienza. Los alemanes exigían y los gobernantes de Madrid comenzaron por la devolución de bienes «para poder entrar en tratos». Después, una comisión económica-sindical hizo un viaje en balde a Bonn. Lo de ahora es diferente. Alemania abre un crédito a España para que esta pueda soportar mejor la liberación de cambios que supondría su plena entrada en la OECE, cuyas modalidades se establecerán en una reunión con los banqueros españoles que se celebrará en breve en París. Los alemanes darán créditos para bienes de capital y, si se cree al Sr. Ullastres, «en cuanto al volumen de créditos están dispuestos a llegar hasta donde sea necesario». Claro que los Krupp y compañía (con quienes habló, Ullastres) piden participación de 49 por 100 en empresas españolas y libre transferencia de dividendos. Ullastres ha prometido mucho, pero en Madrid los criterios no son unánimes. Se sabe que las declaraciones del ministro sin cartera Sr. Gual Villalbí sobre un acuerdo bilateral con Estados Unidos causaron mala impresión en Alemania donde se quiere que España entre por la vía del comercio multilateral.

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No cabe duda que Alemania está interesada en que España sea su dócil aliado en el concierto europeo, pero ¿todas estas cosas no podrían motivar un replanteamiento de las condiciones de ayuda americana?

Y con esto pasamos a la última cuestión; se sabía hasta ahora que la extrema izquierda era opuesta a los acuerdos con Norteamérica y numerosas fuerzas de izquierda opuestas a que hayan sido suscritos con un dictador, pero no opuestas al fondo. Eso en 1953; la realidad hoy es diferente pues la ayuda económica ha defraudado. y la ayuda militar ha irritado. Entre las fuerzas moderadas crece la idea de una revisión de los Acuerdos hispano-norteamericanos. Se ha dicho que algunos líderes políticos (el Sr. Martín Artajo para llamarlo por su nombre) no hacía esto sino como maniobra combinada previamente con el Caudillo. Que sea o no posible, poco nos importa, porque otros sectores políticos conservadores, pero decididos enemigos del régimen, están también no por la denuncia de las Acuerdos sino por su revisión sustancial. ¿Razones económicas? D. Manuel Fuentes Irurozqui, que tan de cerca ha conocido el comercio exterior español de los últimos lustros, decía sencilla y lisamente en la Cámara de Comercio Americana hace mes y medio:

«La ayuda americana no solamente es insuficiente, sino, además, al dejar a un lado las prestaciones para la compra de bienes de equipo; que son las más necesarias para alentar el proceso de cambio de nuestra estructura económica -tendiente a la industrialización- sólo sirve para importar productos agrícolas y alimenticios».



Los bancos, en sus juntas anuales de accionistas, han dejado de prodigar los elogios de otras veces a la ayuda americana. Por el contrario, veamos lo que dice un documento tan importante como el «Estudio Económico» del Banco Central (cuya redacción ha sido dirigida por D. Jesús Prados Arrarte):

«Ante el cambio de coyuntura que se advierte en España, convendría estudiar de nuevo la situación y estudiar de nuevo si transcurridos unos meses y alcanzada quizá la estabilidad monetaria en el país, no podrían alterarse los términos de la ayuda para el ejercicio fiscal de 1959. Esa alteración podría significar un mayor apoyo para la agricultura española, destinado a incrementar substancialmente nuestras producciones agrícolas, disminuyendo al mismo tiempo los envíos de excedentes de Estados Unidos...»



El tono es discreto y no se aparta de la sugerencia. Se habla de «alterar los términos», porque no se puede decir «revisar». Pero la conclusión es la misma: los sobrantes agrícolas interesan muy poco; son «pan para hoy y hambre para mañana» y sólo sirven de balones de oxígeno para la desdichada política de divisas del gobierno. (Este año que hay una cosecha de trigo nunca vista, que va a permitir la exportación, esta cuestión se va a agudizar).

Los bancos están interesados principalmente en los bienes de capital de la industria pesada, que es la que principalmente controlan. Los técnicos de la Economía (comprenden también la necesidad perentoria de nuevos equipos para la industria ligera, cuya adquisición urge, pero que no se pueden importar contra divisas al contado. Todos coinciden en la necesidad de restaurarla infraestructura; poner un nuevo sistema de señales en los ferrocarriles y añadirle una docena de locomotoras es como querer vaciar el es tanque del Retiro con un vaso de agua. Ahora resulta que hasta las carreteras «firmes especiales» que hace 25 años eran magníficas están destrozadas, según declaraciones oficiales, a causa de los camiones pesados y de las velocidades que hoy soportan. Todo está por rehacer.

Sin duda, el hombre de la calle no suele entregarse a estos razonamientos; en cambio, experimenta directamente las consecuencias. Una ayuda económica encajada en un plan de reconstrucción nacional elevaría su nivel de vida. Ahora, el coste de la vida (según estadísticas oficiales de Barcelona) es de 127,85 a fines de abril de 1958 contra 100 en junio de 1946. En los mismos años, según el Sr. Bordegaray, director del Banco de Vizcaya, los dividendos de su empresa aumentaron en más del 40 por 100. Digamos, sin apasionamiento, que la ayuda americana es insignificante, pero la que existe, ¿a quien beneficia?

IGNACIO LIZARRA


ENRIQUE RAMOS RAMOS

Enrique Ramos ha muerto. Con él se va un hombre intachable, un republicano ejemplar y un leal amigo.

Fue en España abogado; catedrático de Derecho Civil en la Universidad de Madrid; diputado a Cortes por Málaga, la bella ciudad andaluza donde había nacido; ministro de Hacienda y ministro del Trabajo en la República.

Había sufrido Enrique Ramos dolorosas pérdidas familiares y pérdidas materiales durante la contienda civil española, todos los reveses familiares y de fortuna no amenguaron en él su ecuanimidad y esa nobleza que eran cualidades de su carácter.

Exilado en los Estados Unidos trabajó aquí como profesor de español y como abogado; en la actualidad, y desde hace años, era asesor de la firma Galuf and Jacobs, de New York. En representación de esa empresa desde el mes de abril hacía un viaje por Europa. En Munich, después de dos intervenciones quirúrgicas, falleció el 26 del pasado junio. En ese viaje le acompañaba su señora, Da. Henni Lorton, la que ha sido ejemplar y abnegada compañera.

La pérdida de Enrique Ramos no sólo es un rudo golpe para la causa republicana española, lo es también para sus numerosos amigos americanos y españoles que apreciaban en él su austeridad, su peculiar finura y esa franca simpatía que establecía inmediatamente una corriente cordial con cuantos trataba. Enrique Ramos era prototipo del desterrado español que ha sabido honrar en cada momento la razón de su exilio.




ArribaAbajoLecturas

«Teatro Real»


El último libro de poesías de Leopoldo de Luis5 nos fuerza un comentario. Decimos nos fuerza porque no acostumbramos a dar noticias sobre los libros de poesías -tan valiosas sean ellas. El libro de este joven poeta y crítico literario, amable en su formato y medida su extensión, lleva por título TEATRO REAL, el título en si es ya una promesa.

El poeta nació en Córdoba, tierra de serena y profunda belleza. Leopoldo de Luis lleva a su poesía ese equilibrio, esa serena contemplación de lo humano que otorga aquella tierra al que sabe amarla.

Se perfila en su poesía esa dignidad e inquietud españolas de la nueva generación que atesora esa especie de esperanza activa que habrá de florecer en un mañana próximo. Puede abrirse el libro por cualquier página, en cual quiera, en todas encontraremos esa cautivante manera de expresión poética, de pensamiento limpio, de protesta viril en un ambiente mefítico.

Aquí está su «NAUFRAGIO EN TIERRA»




No, capitán, las olas no nos vencen,
seguimos en el puente. Está la nave
a flote; míranos: vamos heridos,
haciendo presa está el lobo del hambre,
el tigre de la sed está arañando,
se endurece la noche, corta el aire.

Pero estamos en pie. La travesía
continúa. Que no abandone nadie
su puesto. Siguen listos
la vela, el gobernalle.

¿Adónde vamos, capitán? El rumbo
recuperado está. Ninguno sabe
hacia dónde conduce, pero estamos
tercamente en los puestos, como antes.


2

El mar está pintado sobre un lienzo,
la falsa proa avanza en un estanque,
medio navío está entre bastidores,
desde las candilejas los relámpagos nacen,
en la guardarropía, pobremente,
la galerna fabrica sus desastres.

Pero es verdad que estamos naufragando,
que vamos a ir a pique, que los mástiles
caen abatidos y que nos azotan
el agua, el viento de los temporales.

Falsos marinos, falsos pasajeros,
pero es verdad que nos asedia el hambre,
y la sed y el terror, y resistimos
de milagro en el puente de la nave.

Un falso barco sobre el escenario,
pero es verdad que nos hundimos, ¿nadie
se ha dado cuenta?
Capitán, seguimos
erguidos como antes.
Ignoramos el rumbo.
El falso faro
de un reflector está haciendo señales.

Y esta otra: «PATRIA OSCURA»



Hay una patria de esperanza y sombra
donde amanece el hombre cada día,
tierras aradas en silencio, campos
que en soledad siguen soñando vida.

Hay una patria donde el sol se pone
cada tarde dorándose en la misma
ladera, desatando iguales rosas,
igual sangre de ausencia y lejanía.

Hay una patria que alzan, que sostienen
graves manos cansadas, no abatidas,
esperanzadas manos silenciosas
que empuñan herramienta de esforzada sonrisa.

Patria de enmudecidos jornaleros,
de remotos pastores, de pacientes artistas,
que contra el tiempo clavan sus azadas,
conducen sus rebaños, en su taller ofician.

Callados metalúrgicos, mineros
que recorren ocultas galerías
donde entre lado aguarda el metal vivo
el esfuerzo y la fe que lo rediman.

Hay una patria oscura, una hostil patria
a la que falta luz, como alegría
y pan al pobre faltan, como odio
y rencor sobran en la tierra ardida.

Me siento tierra de esa patria y sangre
me siento de su herida misma,
sequedad de su boca, piel quemada
por sus propias ortigas.

Esta pobre palabra responsable
siento de la verdad, de la mentira
de silenciar el rostro de esa patria,
de no cantar su dura geografía.

Oscuros ríos, rojos, negros ríos
venas de lenta lluvia desprendida,
montes de lenta soledad cerrada
que el hueco pecho azul del cielo frisan.

Profunda entraña forestal, cautivos
brazos de bosque, manos, voz cautivas,
sonora voz de viento entre los árboles,
voz arrastrada entre ásperas encinas.

Cautiva está mi voz también, mis manos
ramas atadas en la sombra. Encima
de esta tierra tendido árbol de llanto,
madera de dolor y esperanza, tendida.
Esta pobre palabra, como a tientas,
es una mano hacia la luz; ceniza
quiere apartar hacia la lumbre; humana
esperanza de amor la justifica.

La palabra no puede ya elevarse
ignorando que nace entre saliva,
como el viento no canta sin decirnos
la queja de las ramas que mutila.

Una espuma florece en la palabra,
una mojada rosa en carne viva,
una ola diminuta por la sangre
que en esa patria oscura tiene orilla.

Veamos por último su «EPÍLOGO» (Fuego en el escenario)


Parto mi vida en dos como podría
considerar los dos actos de un drama:
Antes de ti. Después de ti. La trama
cobra verdad a costa de alegría.
Todo lo agrava el tiempo: Cuando ardía
ya la decoración en roja llama
arrimaste la leña de tu rama.
Espero a ver si se consume un día.
Que se consumirá. Pero primero
tiene que arder el escenario entero.
Bambalinas, telones... Todo sobra.
Este es siempre el epílogo seguro.
Teatro hoy, ceniza en el futuro.
¿Vale la pena de estrenar la obra?

Leopoldo de Luis no es poeta de evasión, lejos de sentirse ajeno a la angustia que le rodea se sitúa en su puesto de combate, se siente responsable de la mascarada de su tiempo y su voz se eleva y sale de las tinieblas que la cercan en busca de un horizonte luminoso.

TEATRO REAL merece la lectura y la meditación de todos.

V. K.

Ilustración




ArribaAbajo Sin permiso de la censura

Información de nuestro corresponsal en España


El negocio es el negocio

Si el gobierno del general Franco no ha tenida nunca una verdadera audiencia acerca de la opinión pública hay que reconocer que la mayoría de las fuerzas del empresariado y las finanzas le han prestado su apoyo. La autarquía y el intervencionismo estatal de módulo filofascista sólo arrancaron quejas sordas de este sector social que esperaba pacientemente. Tenía razón de esperar. En primer lugar, la salida del gobierno de los falangistas de vieja cepa sustituidos por hombres de cuño conservador acrecentaba sus posibilidades; más tarde, ha sido preciso ejercer presiones, amenazar con la Monarquía... Hoy han obtenido una ventaja considerable con la puesta en venta en la Bolsa de 1.500 millones de acciones preferentes de la Siderúrgica de Avilés, hasta aquí propiedad exclusiva del I.N.I., que sigue la venta de 225 millones de acciones de «Frigoríficos Industriales de Galicia», también del I.N.I. La Siderúrgica de Avilés que tiene ya 11.200 millones de capital desembolsado llegaría muy pronto a 20.000 e incluso 30, si se creen los rumores que corren en los medios financieros bien informados. Se habla de «grandes y misteriosos compradores» interesados en transformar la siderurgia. Estas noticias y la publicidad hecha para que los compradores en Bolsa pidan «papel» de ENSIDESA (nombre de la Siderúrgica de Avilés) ha producido ya las protestas de los círculos sindicalistas de Falange (protestas platónicas, naturalmente). El hecho a retener es que el gobierno intenta comprar con un cierto «liberalismo» económico el apoyo o la neutralidad de los medios financieros a fin de yugular todo liberalismo político.

Llamamiento al capital extranjero

Pero además, los problemas económicos y financieros más perentorios exigen del gobierno tanto la renuncia a sus antiguos principios de «nacionalismo» económico -como la necesidad de hacer negocios con cualquier partenaire posible. Si la otra parte contratante es un viejo aliado, pues tanto mejor. Este es el caso de Alemania después del viaje a Bonn del ministro de Comercio, Sr. Ullastres. Este importante miembro de Opus Dei ha sido el primer ministro de Franco que ha declarado (a sus interlocutores alemanes) la posible evolución de la ley de 1939 limitando al 25 por 100 la participación del capital extranjero en empresas españolas y el funcionamiento de una cláusula especial que permite al gobierno elevar ese porcentaje, sobre todo si se trata de buenos amigos. Es innegable la importancia que para la política económica del gobierno español puede tener la ayuda prometida por Alemania a cambio de concesiones sustanciales a su capital privado. El gobierno ha emprendido la preparación psicológica de este nuevo abandono de uno de los mitos con que subió al poder. Diversos diarios publican artículos de inspiración oficial sobre la necesidad de dictar medidas que atraigan e inspiren confianza al capital extranjero. Pero esta política pudiera tener un trasfondo del que mucho se habla sin que se puedan hacer aseveraciones definitivas; me refiero a las concesiones petroleras tema que de nuevo se ha puesto de moda. Se sabe que el Consejo de Ministros ha preparado una Ley de Hidrocarburos cuyo articulado no es conocido, pero los bien informados aseguran que se prevé la posibilidad de una participación hasta del 100 por 100 , esto es, a la entrega total del hipotético petróleo (menos hipotético de lo que pudiera creerse, según dicen geólogos entendidos) a las compañías extranjeras. También se dice que el Sr. Ullastres se refirió a este aspecto de la ley de hidrocarburantes en sus conversaciones de Bonn.

La visita de Sir David Eccles

Como las necesidades económicas obligan a poner velas a todos los santos, el gobierno se ha visto colmado de felicidad por la visita de Sir David Eccles, ministro británico de Comercio, primer miembro del gobierno de Londres que visita oficialmente la España de Franco. Y si con los alemanes hay que mostrarse decididos partidarios del Mercado común europeo, con los ingleses se hacen guiños de simpatía a la zona de librecambio. Además, en la hora y media de conversación que Sir David tuvo con el Caudillo se tocaron problemas políticos. Si en algunos puntos no estuvieron de acuerdo -por ejemplo, en la apreciación del cambio intervenido en la política francesa- en otras obtuvieron plena coincidencia de puntos de vista. El Caudillo explicó a Sir David los peligros que representa la penetración comercial del mundo comunista, base de argumentación para solicitar un mayor intercambio comercial con Gran Bretaña. Parece ser que el ministro británico resultó bien impresionado de la entrevista y que Mr. MacMillan ha confirmado este punto de vista. Claro es que para que su impresión fuera más completa, se adoptaron precauciones policíacas extraordinarias durante los días de su visita, por temor a alguna manifestación popular, circulando los coches policíacos por Madrid con mayor ostentación que nunca.

Sir David Eccles se pasó dos horas y media de conversación con el Sr. Ullastres, y también conferenció con los Srs. Planell y Suances; ministro de Industria y Director del I.N.I. respectivamente. Pese a la falta de libras que padece España se proyectó un aumento de ventas británicas compensables por intercambio. Inmediatamente después de las conversaciones ha sido ya dada una licencia de importación de locomotoras eléctricas para la RENFE por valor de 317.500 Libras. Sin embargo, el clima de las conversaciones estaba animado por la promesa implícita española de hacer participar a Inglaterra en las instalaciones de energía nuclear proyectadas por España en unos tres años, pensando en un probable agotamiento de las reservas hidráulicas. Sin embargo, la asamblea de accionistas de NUCLENOR (Compañía de energía nuclear formada por las Compañías «Viesgo» e «Iberduero»), se ha manifestado favorable a la cooperación americana, cuyo primer paso está dado por el contrato con la «Internuclear Co. Missouri» para la instalación del primer reactor a orillas del Ebro, en Sobrón. Esta decisión parece indicar que serán los reactores de tipo americano los que se utilicen en las instalaciones españolas. No se sabe aun qué pensarán los ingleses del asunto.

Angustias económicas

Desde luego, el reciente crédito de la «Export-Import» para centrales eléctricas, por valor de 24,5 millones de dólares (el total del costo de esas centrales se elevará a 67 millones en números redondos) ha estimulado la confianza en ciertos medios oficiales sobre un posible aumento de créditos norteamericanos. ABC ha llegado a decir que en el próximo ejercicio fiscal España podría recibir unos 100 millones de ayuda por diversos conceptos.

Pero como decíamos al principio, «el negocio es el negocio» y el régimen no desperdicia la menor oportunidad de hacer baratillo. Las relaciones comerciales con la República Árabe Unida (país duramente tratado por la prensa dirigida del régimen) van de mejor en mejor y han motivado el nombramiento de un agregado comercial de España en El Cairo. Los muy recientes acuerdos sobre envío masivo de harina a cambio de algodón son prueba de ello. Además, aunque lentamente, se sigue comerciando con Polonia, Hungría y Checoeslovaquia, comercio que utiliza luego el Caudillo para hablar de las «presiones» económicas del Este y continuar así su habitual política de venta en subasta con maniobras de falsos postores. Y hay más; sabemos de buena fuente que se han recibido partidas de Bisulfato de Rusia, como intercambio de exportaciones de naranjas y limones, realizadas por España este invierno.

En resumen, no sabemos si en los principios de Opus Dei, que sigue el Sr. Ullastres está aquel tan popular de «a Dios rogando y con el mazo dando», pero el caso es que las angustias financieras del gobierno español le incitan a toda suerte de colaboraciones económicas, técnica del bifrontismo en la que no es ningún novato.

Desconfianza en la política francesa

Naturalmente, aunque el criterio diplomático es cosa bien diferente de las relaciones económicas, a veces se interfieren. Tenemos algunos ejemplos concretos de este fenómeno; el acercamiento a Alemania y los estrechos lazos del Palacio de Santa Cruz con el Vaticano, sitúan a la España oficial en una política de apoyo al Mercado común europeo que no es compartida por la mayoría de los círculos financieros e industriales; más inclinados al proyecto británico de zona de libre-cambio. Por otra parte, en los medios oficiales se tiene cada vez más interés por una posible participación en las explotaciones petrolíferas del Sáhara. Esto parece más realizable, a los ojos de los pro-alemanes, a través de una integración euro-africana. Sin embargo, hay diplomáticos que prefieren entenderse directamente con Francia y con Marruecos. Ahora bien, lo único que parece haber sido prometido ya por Francia es la participación de España en un gigantesco pipe-line Norte de África-España-Francia. Porque el nuevo elemento que viene a complicar la cuestión es la impresión de que el gobierno del general De Gaulle no tiene ninguna prisa en la edificación europea. En los medios políticos del régimen no se acaba de tener confianza en la nueva orientación de la política francesa. Verdad es que en su gobierno figura una personalidad considerada como amiga, el Sr. Pinay, pero el antiguo jefe de la Francia Libre y, sobre todo, su ministro André Malraux, no dejan de inquietar a los espíritus conformistas y conservadores que integran la alta gobernación de España. Los más derechistas de ellos tienen puestas sus simpatías y "experiencia". En Argelia se respira la nausea contra los dos Comités de Salvación Pública de Argelia. Sobre este particular son significativos los artículos de varios «enviados especiales» de la prensa madrileña a Argel. Citemos, como ejemplo, el de Martínez Tomás: «Por el momento se confía en De Gaulle, pero se desconfía de las condiciones en que se ve obligado a hacer su "experiencia". En Argelia se respira la náusea contra los viejos modos de la Francia oficial.»

No cabe duda que esta simpatía es más acentuada en los medios del Ejército, lo cual nos lleva a otro aspecto de la política exterior: las relaciones con Marruecos. El gobierno tiene el mayor interés en dulcificarlas y la evacuación de los primeros 3.500 hombres de fuerzas españolas ha sido el primer gesto en dicho sentido. Pero el gobierno marroquí desea que sea seguido por una evacuación total y efectiva, mientras que los militares españoles murmuran cada vez más contra «el abandonismo de los políticos» (esto es, del gobierno). Hace pocos días, el Sr. Balafrej ha insistido mucho en este asunto cerca del embajador español que, a causa de dicho pleito, ha sido llamado en consulta a Madrid. El gobierno no tiene ningún interés, político ni económico, -en producir nuevos rozamientos con Marruecos, y sólo desea mantener sus posiciones en Ifni y Río de Oro. Pero los militares, descontentos también por la novísima ley que prevé el paso de numerosos jefes y oficiales a la vida y trabajos civiles, podrían obstaculizar más de lo esperado los propósitos gubernamentales. La desobediencia efectiva a las órdenes de Madrid que originó el incidente de Tarfaya con el príncipe Muley Hassan, podría muy bien repetirse.

En fin, las elecciones portuguesas (25 por 100 de votos a la oposición, pese a todas las coacciones e ilegalidades) seguidas de una oleada de huelgas de protesta, han inquietado seriamente a los gobernantes españoles que creían más seguro ese flanco de sus posiciones. Esto sucede a los pocos días de publicarse la entrevista del Caudillo con el periodista francés M. Serge Groussard, en la que el jefe del Estado hacía un ditirambo sin par de su colega portugués. Hoy resulta que los cimientos de la dictadura portuguesa crujen de modo análogo que los de la española.

«Ciertos excesos» del general Franco

No me refiero a la interviú precitada del Caudillo porque habrá sido conocida por el lector, pero sí a las reacciones de ciertos servidores del régimen (por ejemplo, el Sr. Arrarás, amigo de hablar alto con las espaldas seguras) que han prodigado sus injurias al periodista francés en las tertulias y medios periodísticos de Madrid por su valiente declaración final diciendo que si de nuevo se plantease la situación de 1936 estaría dispuesto con toda su alma a luchar en las filas republicanas. En cambio, la publicación de esta frase en la prensa, ha motivado ese día una venta extraordinaria de los periódicos. También ha sido muy comentado el reconocimiento por Franco de haber cometido «ciertos excesos» en la represión en los tiempos que sucedieron a la guerra civil.

¿Sólo entonces? A las detenciones de estudiantes acusados de pertenecer a la Agrupación Socialista Universitaria hay que añadir los de D. Ramón Marra, conocido también como escritor, estudiante de Filosofía y Letras; Fernando Santos, delegado de la misma Facultad y D. Pedro R. Moliner, ingeniero. Los estudiantes Juan Manuel Kindelán y Francisco Bustelo (subdelegado de Ciencias económicas) han conseguido huir al extranjero escapando a las persecuciones de la policía. Tenemos el deber de señalar que Fernando Santos, de 21 años de edad, trabajaba como secretario general del «American Field Service» de la Casa Americana (cuyas oficinas están en la Embajada de Estados Unidos) desde hace tres años. Su familia, al conocer los hechos, se entrevistó con funcionarios de la Embajada, pero esta no sólo se ha desentendido de todo sino que, según nuestras noticias de fuente fidedigna, se ha negado a prestarle cualquier género de apoyo.

Algo pasa en España

El escándalo de este proceso no para aquí, puesto que el coronel Aymar, ha hecho publicar una requisitoria contra el diplomático D. Vicente Girbau, que ya había sufrido un año de prisión después de los sucesos de febrero de 1956 y se hallaba sancionado con tres años de excedencia forzosa. El Sr. Girbau, que por sus trabajos reside ahora en el extranjero, ha designado como abogado al Sr. Ruiz Gallardón. Sabemos que si bien el Ministro y el Subsecretario de Asuntos Exteriores se han puesto al servicio del juzgado Militar de Excepción que entiende en este asunto, la medida ha causado una impresión penosísima entre bastantes miembros del cuerpo diplomático y funcionarios del Ministerio.

Hace días corrió el rumor por Madrid de que el procesamiento del Sr. Girbau obedecía a ciertas declaraciones de los Srs. Barros y Reiser, delegados de la COSEC, expulsados de España. Se ha podido comprobar que dicha noticia es falsa; al parecer, la policía efectuó previamente un registro ilegal en el cuarto que el Sr. Barros ocupaba en el Hotel Nacional y por ese procedimiento (tal vez por otros, procedentes del espionaje en el extranjero) ha llegado a montar un proceso harto discutible contra el Sr. Girbau.

En Barcelona se ha visto el proceso contra el comunista Sr. Fábregas (que compareció, esposado ante el tribunal) y otros acusados de reorganizar el PSU de Cataluña, y de participar en las huelgas de 1957. El Sr. Fábregas ha sido condenado a siete años de prisión y el resto de los acusados a penas que no exceden de un año. Se hace observar en los círculos políticos que este proceso, pese a la ideología de muchos de los procesados, se desarrollaba en términos difíciles ya que sólo había pruebas de actividades estrictamente políticas y se asemejaba mucho a «un proceso de ideas». Los abogados rechazaron varias veces por esta razón la jurisdicción militar que se encontraba así en una situación comprometida. Sin embargo, este hecho prueba la anarquía habitual del régimen en materia judicial, de prensa, etc. Sabemos que un industrial importante, amigo del Ministro de la Gobernación, le hacía ver hace días esta disparidad de criterios y le criticaba cordialmente la dureza empleada contra los universitarios de Madrid.

En fin; hay otras muchas noticias políticas, pero el espacio nos falta. La visita del Sr. Sanz Orrio a las minas asturianas ha sido un intento de amortiguar el descontento allí existente después de las huelgas. En los medios de la Democracia Cristiana hay actividad tendente a desenmascarar a los «colaboracionistas» con el régimen, en primer lugar los hermanos Artajo. Incluso en la jerarquía se dan orientaciones de distanciarse del régimen. Es falsa, pues, la idea de que «no pasa nada en España». Los gérmenes del futuro siguen desarrollándose mientras el Caudillo continúa pensando en los buenos negocios, y olvidando «el supremo negocio».

Madrid, 1 de julio, 1958

TELMO LORENZO






ArribaAbajoEditorial

Lo difícil es terminar


El general Franco, ha hecho unas declaraciones al redactor del diario parisién Le Figaro, Serge Groussard, que no carecen de interés. Y no es que haya expuesto el general ninguna idea nueva, no; el interés de algunas de sus afirmaciones lo encontramos en dos direcciones: en una coincidiendo por primera vez en algunos conceptos sostenidos siempre por sus adversarios; en dirección distinta se muestra, con una miopía de hombre carente de dotes políticos, despreciativo ante el gran problema que se yergue frente a él: los refugiados políticos.

Coincide con sus adversarios al afirmar que recibió como ayuda en la guerra civil el concurso de voluntarios del mundo entero: un batallón de católicos irlandeses, tropas italianas y alemanas sin precisar volumen, y que esa ayuda contribuyó al feliz término de la guerra. Coincide también con ellos al afirmar su admiración por Hitler y su cordial estimación por Mussolini. «Esta deuda de sangre con los Ejércitos italianos y alemanes -dice Franco, queriendo justificar así el envío de la "División Azul" contra los aliados-, debíamos pagarla». Esos ejemplos citados se refieren al pasado.

Respecto al presente, y en la otra dirección que hemos apuntado, hemos de analizar preferentemente su criterio frente al gran problema. Asombra -conociendo como conocemos las tragedias de toda índole de tantos refugiados españoles-, asombro que llega al estupor, su afirmación de que los vencidos en la guerra civil tienen los mismos derechos que los nacionalistas y su puesto normal en la nación. «Somos ahora un pueblo unido» -ha dicho el general Franco-; «Hay muchos antiguos "republicanos" que ocupan importantes funciones en nuestro país». ¿Por qué no ha señalado número y no ha citado nombres de esos antiguos «republicanos»? Esos republicanos, que pueden contarse con los dedos de una mano, han dejado de serlo; o no lo fueron nunca; esos son los pocos que han preferido mendigar al franquismo su pan en lugar de aceptar la dureza de un exilio digno. Ascienden todavía a medio millón los españoles expatriados en más de veinticinco países, medio millón que soportan con entereza una vida llena de sacrificios -aunque haya excepciones limitadas- honrando así la razón de su exilio.

Con desprecio aparente, pero indigno en un hombre que ocupa la jefatura de un Estado, trata de presentar el general Franco a ese medio millón de exilados políticos como personas ya acomodadas en otros países a quienes la patria ha dejado de interesarles: «Muchos de esos refugiados quieren seguir en posesión de un estatuto de refugiado político porque en el país donde se han instalado este estatuto equivale a ventajas. Otros han tomado raíces en su tierra de asilo y no puede pedírseles que abandonen situaciones que son a menudo muy apreciables».

Eso no lo cree el general Franco, sabe muy bien que los exilados políticos, la masa de los exilados, ha tenido siempre la aspiración y tienen hoy la decisión de volver a su patria para rehacerla en paz y libertad e incorporarla a la marcha de las naciones libres y democráticas del Occidente. Esto lo sabe muy bien el general Franco, pero se ve obligado a seguir ocultando que es ahí donde radica el mayor enemigo para ese reino, sin rey o con él. La unión del interior y del exilio está hecha; la decisión de los exilados está tomada.

Franco retrasará cuanto pueda el fin de su dictadura. A semejanza de todos los dictadores conservará el poder como lo ha adquirido, por la fuerza y la violencia, porque no puede conservarlo de otra manera y no lo abandonará nunca voluntariamente. Pero toda dictadura es efímera y a medida que se aproxima su fin los dictadores náufragos se abrazan desesperadamente al poder y la catástrofe llega irremediablemente, si las fuerzas que les sostienen no son lo bastante lúcidas para obligarles a una salida antes de que la tragedia llegue. Tenemos datos de que los dos soportes más sólidos en que se ha venido apoyando el general Franco se resquebrajan, ven el peligro, y tratan de evitarlo. Que así sea.




ArribaResumen de noticias

Ayuda económica de Alemania a España

Un telegrama de Bonn, publicado en el ABC de Madrid el 18 de junio dice: «El Gobierno de Alemania Occidental ayudará a España para que consiga más íntimas relaciones con la Unión Económica Europea y supere sus problemas financieros, según ha informado un representante del Gobierno federal. Este anuncio ha sido hecho al final de la visita a Bonn del ministro español de Comercio, D. Alberto Ullastres.

«El Gobierno federal considera que la mejor manera en que España puede superar sus dificultades de intercambio internacional, principal obstáculo para que se convierta en miembro total de la Organización de Cooperación Económica, es la celebración de una conferencia de banqueros españoles, que se espera se celebre en París durante el mes de julio. En tales negociaciones, continuó diciendo el representante alemán, se establecerá un sistema en virtud del cual será concedido un crédito global a España con el que podría entrar en el mercado multilateral de mercancías y pagos».

«Por otra parte, la Compañía Aseguradora de Créditos "Hermes", propiedad del Gobierno, ha expresado ya su disposición para conceder de 200 a 300 millones de marcos a las exportaciones alemanas a España.

«Los alemanes expresan también la opinión de que no debe ser mantenido por más tiempo el límite del 25 por 100 de capital extranjero en industrias españolas, y que este porcentaje debe ampliarse al 49 por 100.

«Según el mismo portavoz, el Sr. Ullastres aseguró que este cambio está siendo objeto de estudio, así como un proyecto para liberalizar el tráfico marítimo, de acuerdo con las normas de la O.E.C.E.».


La viuda de Mussolini

Invitada por la sección femenina de Falange la viuda de Mussolini ha recorrido España dejando flores en las tumbas de los combatientes italianos que ayudaron a Franco durante la guerra civil. En Santander visitó el cementerio del Escudo, visitó también Bermeo, en la provincia de Vizcaya, donde cayeron muchos de sus compatriotas en la lucha contra los republicanos vascos.

La viuda de Mussolini se trasladó a Madrid acompañada del ex-comandante italiano Gambara. Ha sido recibida por el general Franco y su señora. La entrevista fue en extremo cordial -según versión de la prensa italiana- en ella «el general Franco volvió a confirmar la unidad de política y de ideales que le unió a Mussolini. Recordó el último encuentro con Mussolini, subrayando la exquisita humanidad y la sensibilidad del estadista italiano». (Il Socolo d'Italia, 22-6-58)

La viuda ha continuado su recorrido de los cementerios donde se encuentran los soldados italianos muertos en la guerra civil al lado de Franco.


Una carta del Sr. Alcalá Zamora

Sr. Director de Excelsior: D. Alardo Prats, colaborador en México del diario monárquico ABC -cualidad que, dicho sea de paso, no se menciona en el encabezamiento de unos reportajes que pretenden ser objetivos- es, naturalmente, muy dueño de creer que los maleen de España se remediarán con la restauración de una dinastía enemiga sistemática de la libertad y propensa siempre al incumplimiento de sus deberes constitucionales: Fernando VII, Isabel II y Alfonso XIII, no permiten abrigar dudas al respecto. Pero a lo que el señor Prats no tiene derecho es a sentar afirmaciones totalmente inexactas. Me refiero al pasaje de su artículo del 26 de mayo, en que sostiene que los republicanos del interior de España, únicos que, según él, cuentan, apoyan la solución monárquica. Permítame, señor director, que oponga a tan temeraria aseveración el mentis más rotundo. Comenzaría por resultar paradójico que los republicanos se mostrasen partidarios de la monarquía; pero es que ni siquiera se da la paradoja. Cuantos de manera ininterrumpida estamos en contacto con los republicanos de allá, y con todos los demás sectores de la oposición al franquismo, sabemos que los casi veintidós años de implacable persecución, lejos de disminuir su fe en la causa, la han fortalecido, aunque el régimen por descontado, no les permita exteriorizarla. Saben muy bien que en unas elecciones tan sólo medianamente sinceras, la República triunfaría sobre la Monarquía de manera arrolladora. Los primeros convencidos de ello son los propios monárquicos; hace algo más de un año, al darse cuenta en ABC de un folleto de propaganda dinástica, el general Kindelán, notorio palatino, se hacía eco del escaso entusiasmo de la juventud por la monarquía; y el 7 del corriente mes, desde el propio periódico, don Florentino Pérez Embid, destacado elemento del Opus Dei y una de las personas más metidas en el pastel de la restauración, efectuaba idéntico reconocimiento, en artículo esencialmente reproducido en la primera página de Excelsior entre el 15 y el 20 de mayo. Por eso, ni Franco ni la monarquía, si llega a restaurarse irán jamás a una consulta popular inobjetable.

Tampoco se tiene en pie la exclusión gratuita que de los republicanos del exterior hace el señor Prats, como acabamos de ver, más monárquico que Kindelán y que Pérez Embid. Aunque repartido por más de una veintena de países (lo que dificulta sobremanera una acción coordinada), el exilio representa, tanto por su cantidad (todavía medio millón de españoles) como por su calidad ética e intelectual la más tremenda acusación contra el franquismo; y l a colaboración entre republicanos del interior y del exterior, demostrativa de que éstos sí cuentan, se revela cada día más intensa y fecunda, pese a la censura, a la policía y... al señor Prats.

NICETO ALCALÁ-ZAMORA
México, D.F.


LA PRENSA EXTRANJERA

España y los Estados Unidos

Bajo este título, el periódico católico La Croix, en su edición del 15 de junio, ha publicado un artículo del que reproducirnos los siguientes párrafos:

«El discurso pronunciado por el general Franco ante las nuevas Cortes no ha tenido en cuenta más que de una manera parcial el ambiente nacional e internacional favorable a la restauración de la monarquía y poca repercusión del viaje de D. Juan a los Estados unidos».

«Se ha hablado mucho sobre la posibilidad de un viaje de Franco a Washington, pero no ha sido posible realizarlo a causa de los riesgos de un fracaso, teniendo en cuenta su manifiesta impopularidad. En todo caso lo que es seguro es que la ayuda americana no alcanza el volumen que le es necesario al gobierno de Madrid.

«Al proclamar Franco su Ley de principios del Movimiento nacional, ha pretendido calmar el malestar de las fuerzas que le sostienen: el Ejército, la Iglesia y las clases conservadores asegurándoles un porvenir en la situación actual. Pero para asegurar su poder personal ha obligado a los monárquicos a establecer un compromiso artificial con la Falange, aunque esto no sea la fuerza que condicione la política, sino el deseo de Franco de debilitar la presión monárquica por la creación de un Estado de derecho incompatible con el poder personal».

«Las medidas adoptadas por Franco en su nueva Ley», -se pregunta el articulista, «¿son suficientes para cambiar el clima internacional, especialmente el clima americano, respecto al régimen franquista?»

«Se ha repetido estos últimos meses que, de la misma manera que Franco ha debilitado políticamente la Falange, luego Acción Católica, trata ahora de debilitar al Opus Dei. Pero la compleja realidad política española no permite una tal simplificación. La política de división y de neutralización se agota también. En estos momentos esos falangistas están descontentos y tratan de vengarse de Franco, que, a su juicio, les ha traicionado... Los católicos están inquietos ante el porvenir y deseosos de precisar las responsabilidades de esta etapa. Al mismo tiempo el Ejército ha perdido confianza en el Generalísimo a consecuencia del derrumbe de su política árabe. No parece, pues, que ningún grupo organizado o institución cualquiera se hagan solidarios de la política personal de Franco».


El crepúsculo de la España franquista

El semanario The New Statesman, de Londres, ha venido publicando una serie de artículos sobre la España franquista firmados por Mr. Paul Johnson, que ha visitado recientemente España, en los que ha venido exponiendo los principales factores y dificultades que, a su juicio, surgen para la restauración de una monarquía duradera. Del último de sus artículos, 11 de junio, extraemos los siguientes párrafos:

«Quiénes durante cierto tiempo fueron partidarios del general Franco tratan ahora de ocultarse con vistas al futuro. Convencidos de que el cambio está próximo, comienzan a salir a la superficie dos grupos principales. Por un lado los católicos preparando un partido de centro demócrata-cristiano, con amplia base. El Adenauer o el De Gasperi del futuro es el señor Martín Artajo. Su programa se puede resumir así: Democracia -limitada en los primeros tiempos- y estabilidad. Temiendo una repetición de los actos sangrientos producidos en otros cambios anteriores, tratan ahora, por todos los medios, de disociarse del régimen».

«Más importante resulta todavía los frecuentes ataques dirigidos contra el gobierno por el clero. Hasta ahora sólo se había observado la actuación de algunos portavoces progresistas de la Iglesia, pero ahora se les ha unido la más alta figura de la jerarquía, el cardenal primado Mons. Pla y Daniel».

«Los obispos han recibido instrucciones de que se muestren en público lo menos posible junto a los ministros y a las autoridades del régimen. Se organiza Acción Católica con características parecidas a las de un partido político, preparado para salir, como tal en cuanto quede derogada la legislación actual que sólo permite la existencia de un partido».

«Pero la preparación se observa también en otros sectores. Alrededor de la organización sindical del régimen hay otro partido que comienza a tomar forma: izquierdista, progresista y semi-autoritario en apariencia. Sus dirigentes son funcionarios del régimen que ahora detestan a Franco. Son rabiosamente antimonárquicos y se nota en ellos un matiz bastante pronunciado de anticlericalismo que la reciente invasión católica en el campo sindical ha puesto más de manifiesto. Su portavoz es el diario Pueblo. Así como los católicos miran al canciller Adenatrer como guía, estos se inspiran en Perón proyectando la constitución de un gran partido obrero basado en los sindicatos. Su portaestandarte es el ex ministro Girón».

«Frente a estas fuerzas emergentes, y dándose cuenta de que alguna decisión por su parte es obligada, el dilema de Franco se presenta con carácter agudo. ¿Qué hacer? ¿Entregarlo todo en manos de una Monarquía, sin período de transición y corriendo el riesgo de una oposición brutal por parte de Falange? ¿Legalizar primero los partidos políticos y retrasar todo lo que se refiere a la Restauración? Pero es que hay, además, como todo el mundo lo sabe, un cuarto sector en España: los republicanos. ¿Es que hay alguien que razonablemente pueda pensar que estos van a aceptar pasiva y mansamente el hecho de que se les permita optar entre un "Adenauer", un "Perón" o la Monarquía? Está muy vivo el recuerdo de un millón de muertos y de doce mil asesinatos políticos y la persecución y la miseria, que subsisten todavía. Y Artajo, Girón y los monárquicos significados se ven incursos en las responsabilidades del régimen. Nadie quiere otra guerra civil, pero el pasado no se puede borrar de las mentes con facilidad. Es este cuarto sector el que motiva que cualquiera de las alternativas y cálculos de Franco sea de muy improbable realización».


Una confidencia a Franco

El redactor del periódico parisién Le Figaro, M. Serge Groussard, que recogió unas declaraciones publicadas en aquel periódico los días 12 v 13 del pasado mes de julio, al terminar su interviú, hizo al general Franco la siguiente confidencia. Dijo:

«Excelencia: en 1938 traté de alistarme en las tropas republicanas, y a última hora no pude hacerlo porque sólo tenía diecisiete años. No han variado, de entonces acá, mis sentimientos. Si la historia pudiera empezar de nuevo, en las filas de los republicanos españoles trataría yo, hoy todavía, de luchar con toda mi alma. Esto sentado he comprendido, en el curso de esta entrevista, que Vd. es un hombre digno de estimación. Es para mí un deber decírselo; en un sentimiento de honor».

El general Franco respondió: «Me gusta su franqueza. He tenido mucho gusto en conocerle». Así terminó la entrevista.


«De Gaulle no es Franco»

El semanario parisién Aux Ecoutes, en su número del 20 de junio, refiriéndose a una entrevista celebrada entre el general Franco y el ministro de Comercio británico Sir David Eccles y bajo el título «De Gaulle no es Franco», dice lo siguiente: «Sir David Eccles, ministro de Comercio británico, ha pasado diez días en España y ha visto al general Franco y al ministro de Asuntos Exteriores Sr. Castiella.

«-¿Sabe Vd. que, desde hace veinte años es Vd. el primer miembro del gabinete británico que llega a Madrid en visita oficial? -le dijo Franco. Todos los países del Commonwealth persisten en desconocernos, porque no creemos en las virtudes de la democracia parlamentaria. Sin embargo, vea Vd. lo que ocurre en Francia, que es aliada tradicional de ustedes. El parlamentarismo se viene abajo y los franceses llaman al "hombre fuerte"...»

«-¡Esta Vd. en un error! -replicó Sir David. En Francia "el hombre fuerte" llega para evitar a su país la guerra civil. En España vino para desencadenarla».

«Franco prefirió cambiar de conversación.

«Cierto que las calles de Madrid durante la visita del ministro británico patentizaban que "el hombre fuerte" no está muy seguro de su fuerza. En efecto, por temor a las manifestaciones estudiantiles que hubiesen podido producirse al conocerse el resultado de las elecciones portuguesas, Franco organizó en la capital un singular desfile: un largo cortejo de camiones de policía, nuevos, llegados de los Estados Unidos y provistos, como en Chicago, de lanza-gases lacrimógenos».



Resolución sobre España del C.I.S.O.L.

El Comité ejecutivo ele la Confederación Internacional de Sindicatos Libres, en su reunión celebrada en Bruselas en los días 3 al 5 de este mes de julio, adaptó la resolución siguiente:

El Comité Ejecutivo,

REAFIRMA el llamamiento hecho en el Manifiesto adoptado por el Subcomité en su 11 reunión. a todas las fuerzas democráticas del mundo en apoyo de un nuevo orden democrático en España que restablezca todas las libertades individuales y políticas y sea capaz de renovar y fomentar la economía española a la vez que mejorar el deplorable y bajo nivel de vida de la población trabajadora;

INSISTE en que el sindicalismo libre se halla inalterablemente opuesto a toda ayuda financiera a dar al régimen de Franco por los organismos internacionales o los gobiernos, así como a toda tentativa para el ingreso del actual Gobierno español en la NATO, la OECE, y la futura Zona de Librecambio;

MANIFIESTA su indignación ante el hecho de que no hayan cesado todavía las persecuciones de que son objeto los trabajadores a causa de las huelgas habidas en la primavera última;

FELICITA a la Conferencia Internacional del Trabajo por haber expresado su aguda repulsa hacia el régimen de Franco con motivo de las medidas de represión tomadas por éste contra los trabajadores y sus dirigentes que fueron a la huelga para defender sus intereses y derechos legítimos; y

AFIRMA que el movimiento sindical libre presta su máxima atención a la situación en España y proporcionará toda la ayuda posible a los trabajadores españoles de dentro y fuera de España.


Empleos civiles para militares

Ha sido aprobado en Consejo de Ministros, presidido por el general Franco, un proyecto de ley sobre el pase voluntario de jefes y oficiales del Ejército de Tierra al servicio de organismos civiles.

Dice el preámbulo del proyecto que «la organización del Ejército de Tierra prevista en la vigente ley de Presupuestos y en estudio por el Estado Mayor central del Ejército, lleva consigo una reducción del personal militar en relación con las plantillas actuales, tanto por la disminución de unidades y servicios como por la progresiva adquisición de material moderno que permite un aligeramiento de los efectivos».

Consta el proyecto de ley de siete artículos, en ellos se especifica que «los jefes y oficiales que pasen a prestar servicios civiles quedarán formando parte de sus respectivas Armas y percibirán los siguientes devengas: sueldo, trienio, gratificación de destino y de vivienda, cruces y diplomas e indemnización familiar; quienes disfrutan de casa militar podrán continuar en ella durante dos años. También tendrán derecho a solicitar vivienda de las que se proyectan por el ministerio del Ejército para el personal militar retirado».

«Por los servicios que presten en los organismos civiles, percibirán los emolumentos que se fijen por esos organismos»... «El tiempo que permanezcan en servicios civiles se considerará como de activo».

Resulta evidente que a los militares, sobrantes por tantas circunstancias, en sus respectivos cuerpos se les otorga una situación de privilegio frente a los exclusivos empleados civiles. Estos no ocultan su hostilidad frente a tal proyecto de ley.


Las organizaciones austriacas protestan

En respuesta al llamamiento hecho por el ICFTU, de que se formule una protesta sobre las represiones a que han sido sometidos los trabajadores españoles como consecuencia de las últimas huelgas, las Organizaciones Sindicales de Trabajadores Libres de Austria (OGB) han dirigido una carta oficial al embajador español en Viena para que la transmita a su gobierno. En dicha carta el OGB expresa su profunda inquietud por las detenciones en masa, las deportaciones y el tratamiento dado por las autoridades españolas a los trabajadores que fueron a la huelga para pedir un aumento de salario.

Los Sindicatos austriacos piden cesen inmediatamente las represalias contra los trabajadores detenidos como consecuencia de las huelgas y la instauración en España de la libertad de expresión, de asociación y de prensa.


Consejo de guerra en Barcelona

Se ha celebrado el 21 de junio Consejo de guerra contra 48 personas, entre ellas diez mujeres acusadas de haber intentado reorganizar el partido comunista catalán (P.S.U.C.) y de haber intervenido en la organización del boicot a los transportes públicos en Barcelona en enero de 1957.

La petición fiscal era de penas muy elevadas, pero el tribunal, presidido por el teniente coronel Arturo Cabre Balan, ha pronunciado sentencias de penas moderadas en relación con las peticiones del fiscal. La pena más severa ha sido de 7 años a Emiliano Fábregas, para quien el fiscal había pedido la pena de veinte años de prisión. A Juan Queyer Sabate se le ha condenado a 4 años, a José Bravo Almansa a 2 años y a Andrés Vera Guerra, Francisco Balaguer y Andrea Pereira Alonso a 1 año de prisión.


Carta al gobernador de Guipúzcoa

A pesar de las reiteradas declaraciones gubernamentales declarando, o pretendiendo declarar, que el nivel de vida de los trabajadores españoles se ha elevado, la situación es peor que en 1956, a causa del aumento considerable del precio de los artículos de consumo.

La dirección de una importante fábrica de aceros de Pasajes ha enviado una carta al Gobernador de la provincia de Guipúzcoa en la que se señala que desde agosto de 1956 a febrero de 1958, el presupuesto mínimo cotidiano de una familia con dos hijos ha aumentado de 115 ptas. a 146 ptas., es decir, un aumento de 27 por 100. De febrero a mayo de este año los precios de los artículos de consumo han aumentado en un 10 por 100 y el presupuesto familiar se ha elevado a 160 ptas., aproximadamente, por día. Entre agosto de 1956 y mayo de 1958, el aumento total de los salarios obreros ha sido de 30 por 100. El poder adquisitivo de los trabajadores actualmente es pues inferior a 7 por 100, a lo que era en agosto de 1956. El salario mensual medio de un obrero de la industria siderúrgica es de 1.200 ptas. por 200 horas de trabajo, es decir, 48 ptas. por día.

Si comparamos las 160 ptas. que son necesarias diariamente para el sostenimiento de una familia de cuatro personas a las 48 ptas. que percibe el trabajador, podemos ver que los trabajadores vascos no ganan sino 30 por 100 de su salario mínimo. El descontento creciente y las reivindicaciones de los trabajadores han sido las causas principales de las huelgas de las provincias vascas, de Asturias y de Cataluña.



Ibérica

comunica a sus lectores que no aparecerá en el mes de agosto. Nos despedimos, pues, hasta el mes de septiembre.



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