Señor Rafael Altamira. Querido amigo: Acabo de recibir su afectuosa carta del 30 de junio escrita a la altura de Montevideo, y como esta tarde zarpa vapor para el Sur me apresuro a contestarla, si bien lacónicamente pues el tiempo me viene estrecho. Hoy por hoy, en el Perú, no hay campo para la labor pacífica de los hombres de letras. Ya estará usted ampliamente informado por los prohombres argentinos y por la prensa, del conflicto bélico con Bolivia, conflicto azuzado por Chile. Dejo al buen sentir de usted el resolver si las circunstancias de actualidad son propicias para su proyectado viaje a Chile y al Perú. Mis 76 febreros me traen ya muy abrumado. No salgo de la Biblioteca y apenas si media docena de viejos amigos vienen a discurrir conmigo sobre la accidentada crónica del día. A uno de ellos voy a encomendar que pregunte al doctor Villarán, rector de la Universidad de San Marcos, en qué términos ha contestado la invitación de nuestro amigo rector de la Universidad ovetense. |