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Poemas a la temprana muerte de Don Baltasar Carlos, Príncipe de las Españas

     En las honras que la Compañía de Jesús (siempre anticipada, siempre atenta al reconocimiento de sus católicos príncipes) hizo a la temprana muerte del heredero desta dilatada Monarquía, por declarar más lo cuidadoso de su afecto en lo particular del asunto: estudió su atención por fúnebre Pira, por honoraria aguja una hermosísima flor de lis, que nacía del tercer cuerpo, en que crecía en compasada altura lo capaz, y vistoso del túmulo, que se levantó en su iglesia: si guarnecido, y acompañado, y acompañado de variedad de hachas, y luces; si adornado de ingeniosos poemas; orladas también las hojas de su lis en proporción maravillosa, de multitud de bujías, y tan imitada al natural esta flor, que se podía atribuir a prodigio, cómo entre tantas llamas conservaba lozana su hermosura; cómo entre tantos incendios no se ajaba su florido candor. Cuyo vistoso aparato, cuya ingeniosa armonía se procuró descifrar en aqueste. [21]

                                                                                                                                           
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Soneto estrambotado

(10)
             ArribaAbajoEsa Pira, que asciende misteriosa           
     De tanta ardiente llama coronada,
     Esa Esfera de Estrellas ilustrada,
     Que a un sol hoy sostituye dolorosa:
Enigma es sacro, cifra es luminosa 5
     De nuestra Compañía, que ajustada
     A la pena común, tiene llorada
     La pena que le toca más ganosa,
Cuando haciendo sus lágrimas corriente,
     Fecunda así de Carlos la Ceniza, 10
     Que a su riesgo, su Lis brota fragrante;
Siendo el amor abeja diligente,
     Que de sus hojas bellas que eterniza,
     Néctar llora, y la cera vigilante;
Pues tanto verlo adquiere en lo elegante, 15
     La dulzura que goza, si esa Pira
     La cera, que en su humor tanta luz gira. [22]


                                                                                                                                                                                   
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A la flor de la temprana muerte del Príncipe Don Baltasar Carlos

                                Admirad flores en mí           
               Lo que va de ayer a hoy,
               Que ayer Lis de España fuí,
               Hoy flor de ese Cielo soy.
Glosa
 
          ArribaAbajoEn el jardín Español
               tan agraciada me hallaron,
               que las flores me juraron
               (Astros del prado) por Sol:
               pero al primer arrebol 5
               toda esta pompa perdí,
               y así en aquello que fuí
               no admitiréis la Majestad,
               antes bien la brevedad
               Admirad flores de mí. 10
          Ayer en botón vistosa
               fuí de todos aplaudida,
               que aún m apuntaba la vida,
               y ya me aclamaban rosa:
               mas �ay que acción tan ociosa! 15
               pues la muerte en que hoy estoy,
               me acuerda cuan breve soy,
               en mí dejando enseñanza,
               en que advierta la esperanza,
               Lo que va de ayer a hoy. 20
          Que breve vida, diréis,
               tiene el Príncipe de España,
               pues del hado a la guadaña
               morir tan en flor le veis:
               pero ya no os admiréis, 25
               responde Carlos, que así
               mi vida toda adquirí,
               que si hoy muerto he como flor,
               se declara así mejor.
               Que ayer Lis de España fuí. 30
          Sólo mi muerte temprana
               ha sido para este suelo;
               pero mejorando vuelo,
               flor vivo, eterna, y lozana:
               y si a mi primer mañana, 35
               tan otra me vi, y estoy,
               no siendo ayer lo que hoy,
               fue porque ayer deste prado
               fuí flor, y en luz mejorado,
               Hoy flor de ese Cielo soy. 40
 
 
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Lamento general en la temprana muerte de Don Baltasar Carlos, Príncipe de España

Canción
 
ArribaAbajo�En qué tristeza, en qué silencio el prado,
     admira la armonía
     de esta su vegetable Monarquía!
     �todo en un punto a asombro se ha pasado! [23]
     el rápido cristal de aquella fuente, 5
     que veloz se atropella en su corriente,
     un éxtasi de hielo
     detuvo el curso, y enfrenó su vuelo:
     con qué susto en su espejo, y las flores
     contemplan sus horrores, 10
     sin duda (dicen) que a su margen falta
     hoy la corona, que mejor la esmalta,
     que sólo a su raudal pudo esta pena
     prender el curso, aprisionar su vena,
Con qué quebranto allí una casta rosa 15
     desaliña su púrpura vistosa,
     y sin tiento a pedazos por el suelo
     siembra las galas que afeó el desvelo:
     la azucena, que al prado ilustra bella
     la luz apaga a su fragrante estrella, 20
     y deshojando aqueste, y aquel rayo,
     padece eclipse el campo a su desmayo:
     La flor Indiana, que se pule en oro,
     su pompa descompone sin decoro,
     y el pálido color, que antes la afea, 25
     con nuevo pasmo agora más la afea;
     y si hoy ajan a su aliño aquellas flores,
     la flor les falta, que les dio colores.
�Oh qué pena, dolor, qué sentimiento!
     faltó al mundo sin duda el lucimiento, 30
     faltó Carlos, faltó la flor lozana
     al primer esplendor de su mañana:
     que asustarse la fuente con el prado;
     ceder breve las flores a su hado,
     fue, que todas murieron a su herida, 35
     pues todas dependían de su vida:
     y si Monarca tierno las festeja,
     si Infante Sol con rayos las bosqueja,
     a su alentar peligren ya primero,
     sea su infancia el término postrero; 40
     pues hoy su Sol fenece con la Aurora,
     muere su flor cuando el botón colora,
Endéchenle jardines, y vergeles,
     pues el carmín faltó de sus claveles; [24] (11)
     y Flora toda en lágrimas bañada, 45
     la mente en él su gloria profanada.
     El bello Abril, el Mayo más florido
     enlute la esmeralda del vestido;
     pues si el verdor de Carlos se marchita,
     su hermosa gala en vano solicita: 50
     No pula ya la Primavera flores,
     pues que faltó la flor de sus primores;
     y en las aguas que vierte en llanto tierno
     no sea Primavera, sea Invierno;
     que del Abril, jardín, y Primavera, 55
     Carlos la gala fue, pero primera.
Este orbe todo se provoque a llanto,
     elemento no falte a dolor tanto;
     en la tierra el León ruja valiente,
     finja el valor, que alguna vez lo siente; 60
     pues de España el cachorro generoso
     al fatal golpe se rindió forzoso:
     Gima ese mar, pues en su propio puerto,
     al volar sus espumas, quedó yerto;
     el aire sienta, que a estrenar el vuelo 65
     tira del Austria esta Águila a su Cielo,
     piélago del olvido, sulco breve,
     ya un hasta el fuego aquel dolor se atreve,
     que si este ansioso anhela la alta esfera,
     a lo sublime Carlos se acelera. 70
Con más razón la Aurora a esta mañana
     el llanto vierta, que llorar el día,
     en la pena parece que se ufana,
     pues entonces se viste de alegría:
     llore el ocaso, si de un Astro Infante, 75
     y ese Cielo no sólo vigilante
     argos la mente en esa noche obscura,
     mas cuando Polifemo se apresura
     con ese Sol a su lucido Oriente,
     el Sol de Carlos llore tan reciente; 80
     pues los Astros, y el Sol de luz son flores
Alude a la Flor de Lis, de que se hizo la Pira.      al morir, y vivir sus resplandores:
     y aún por florida tierna aquesa Pira
     por llanto vierta llamas que respira. [25]
Pasó Carlos en postas de un instante, 85
     su juventud graciosa, y elegante;
     y de jazmín exhalación corriendo,
     apenas de su vista dejó estruendo;
     voló cometa fin dejar la huella,
     de que antes fuese aún aparente Estrella: 90
     y si el cándido copo de su infancia,
     Cloto en ampos trató con elegancia
     en usos de marfil, en ruecas de oro,
     todo eso fue debido a su decoro;
     mas qué importa, si toda esa eminencia 95
     de Atropos no resiste a la violencia;
     y al morir en tu flor, en fin seguiste
     de tu Isabela querida ocaso triste.
Mas �qué digo? Isabela fue el Aurora,
     que porque ilustres mejorado Cielo 100
     guía tu Sol a rayos que atesora;
     y en una vista al trasponerse el vuelo,
     las luces todas (joven peregrino)
     al resplandor registras ya divino:
     no vistas más la púrpura sangrienta, 105
     del eterno candor la gala ostenta,
     entronice tu planta generosa,
     peaña de los Astros luminosa;
     y tu madeja honore preeminente,
     ya del Iris lo vario, y lo luciente, 110
     beneficiando con eterno giro,
     todos tus Reinos hoy deste Zafiro.
 
Basta Canción; por qué tan alta subes,
     que parece que atrás dejas las nubes;
     humilla el vuelo, y a este monumento 115
     de nuestro Carlos mirarás atento;
     que si rosas en él hoy esparciste
     (profana ceremonia sea, o triste)
     las rosas bellas Carlos se ha llevado,
     y solo del dolor nos ha dejado 120
     las espinas, que a impulso repetido,
     el pecho entre ellas se hallará oprimido. [26]
 
 
ArribaAbajo

Emblema

     Pintose un levantado cedro, que figuraba a nuestro Monarca Felipe Cuarto, la copa, aunque mostraba estar coronada de sus flores; pero tan marchitas, que apenas declaraban lo que habían sido, y un águila, que expresaba a la Reina, que despedazando el tronco, le sacaba el corazón, y volaba hacia el cielo, con este lema por una parte: Date sunt mulieri alæ duæ Aquillæ magnæ. Apocal. 12. Por otra este Ezequiel 17: Aquilla grandis magnarum allarum tullit medullam cedri, y esta versión de Santo Pagnino: Aquilla graudis tullit summitatem cedri, con estas
Décimas
 
          ArribaAbajo�Cómo el pimpollo florido
               deste cedro levantado
               de Felipo, se ve ajado
               sin que le valga lo erguido?
               Mas qué me admiro, si ha habido 5
               quien le robe el corazón
               de Carlos, y no es razón
               esté su pompa lucida,
               pues aquesta vive unida
               del corazón a la acción. 10
          No es robo, si atiendo al hecho,
               pues Isabela le emprende,
               y así sólo unir pretende
               el corazón a su pecho:
               Carlos lo fue en lazo estrecho; 15
               pero si al suelo murió,
               Isabel hoy consiguió
               cual Águila generosa
               su corazón, que amorosa
               en Carlos antes dejó. 20
          Águila fue, que en su vuelo,
               sin que peligro presuma
               en tanta vistosa pluma,
               escaló el más alto Cielo:
               y hoy pretende su desvelo, 25
               si Carlos muere reciente,
               (pues pollo se ve en su oriente
               de aquella Águila Imperial)
               que aquilate lo Real
               al rayo de Dios ardiente. 30
 
 
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A su anticipada muerte, aludiendo también al felice tránsito de su dichosa madre

Décima
 
          ArribaAbajoMarchitose al fin de Isabela,
               aquella pompa dichosa,
               siendo su vara gloriosa
               cetro, que al gobierno vela:
               Carlos, que a su centro anhela, 5
               viendo que su propia vida
               está densa desunida,
               (pues es de su vara flor)
               siega este humano verdor,
               por verla otra vez unida. 10 [27]
          Ya, pues, en rayos mayores,
               puedes, Isbela lucir
               pues gozas en el zafir
               de Carlos los resplandores:
               que si aquí a tus bellas flores 15
               gala añadió, y hermosura,
               pompa fue de cortadura
               a tu verdor permanente,
               y lámina más luciente
               en esta mayor altura. 20
 
 
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A la mesma muerte de nuestro Príncipe

Décima
 
          ArribaAbajoCarlos, lució tu esplendor
               tanto en tu Aurora primera,
               que todo este Orbe era esfera
               ya de aquel tu infante ardor:
               y si te vieras mayor 5
               muchas luces te sobraran,
               con que ociosas hoy se hallaran,
               y así te subiste al Cielo,
               que jamás en nuestro suelo
               tantas luces se lograran. 10
 
 
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Alúdese a su nombre de Carlos, y Lises de las Armas de España

Soneto
 
     ArribaAbajoSi el renombre de Carlos vitorioso,
          Oh Ilustre joven, te alentó al Oriente,
          Y aún al rayo primero, aún floreciente
          Enigma fuiste en todo misterioso:
     Del Carlos Quinto al número glorioso, 5
          Si número añadiste preeminente;
          Otro también creciste en tu occidente
          Al cuartel de tus Armas generoso.
     Cinco Lises te adornan el escudo,
          Mas advertido, Carlos, ya no dudo, 10
          Que de Lis tanta, de que se corona,
     Otra más bella en ti se perfecciona;
          pues al cortarte en flor el impío hado
          Con la sexta tu Escudo has mejorado. [28] (12)
 
 
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Funebre elogium, in mortem D. Balthasaris Caroli, Hispaniarum Principus, metamorfosimque, etiam eius in florem stematum splanans

Epigramma
 
ArribaAbajoMors ubi Adonis dira venustos occupat artus,
It cruor in florem, pullulat absque mora,
Inte Carole Adonis forma refugit am�na,
Dumque etate viges, robore bella moves:
Heu! iam teneras vires fera colligit vitro
Mors, tamen in florem Carolus iste viret,
Pungantur Balthasar flores stemmate sacro,
Pro cunctis ergo pullulet iste tuus.
 
     Ajustados tenía estos poemas, para darlos a la estampa, cuando en pluma de fidelidad, y del dolor, volaron a estos remotos climas las tristes, y lastimosas nuevas de la muerte de nuestro invicto monarca don Felipo el Piadoso, cuyo espíritu, confiados esperamos todos sus vasallos goza mejor trono, y más permanente corona en el empíreo. Y advirtiendo, que te ofrecía las Flores Fúnebres, que esparció mi maestro en las reales urnas de la Reina nuestra Señora Doña Isabel de Borbón, y del Príncipe don Baltasar Carlos; me pareció, que no que quedaba con el aliño, que yo deseaba, sino las acompañaba con las de nuestro Rey, esposo, y padre suyo; y que juntaste también la muerte, a quienes con lazo tan estrecho había unido la vida. Y ya que no pueden ser del mesmo espíritu, y numen; porque no puedo persuadirme, haya compuesto mi maestro a este asunto; no sólo por embargado de otros estudios más serios; pero por observador de un dicho ordinario suyo, en que solía repetir, que los versos eran las flores del ingenio, y que estas habían de permanecer cuanto durase la primavera de la juventud, y no más. Digo, pues, que ya que no pueda ser esto, ni tampoco me concede tiempo para averiguarlo; te las ofrezco de otro florido ingenio de la mesma [29] compañía, que como flores de un mesmo jardín, y aseo, no extrañarás se acompañen con las que aliñan este ramillete, y esmaltan su hermosura. Pasa los ojos por ellas, que aseguro has de quedar aficionado al numen, y al ingenio.
 
 
ArribaAbajo

Pintose la Fe con los ojos vendados. Llanto de la Fe

Décimas
 
          ArribaAbajoDos luces, parca fatal,
               eclipsas con tu guadaña,
               en Filipo un Sol de España,
               en mí su Corona Real:
          Todo mi ser, y caudal 5
               si llevas muerte en despojos,
               no es mucho, que con enojos
               clame al Cielo contra ti;
               pues cuando ciega nací,
               fuí la niña de sus ojos. 10
          Siendo yo como verdad,
               hija del entendimiento,
               parezco en el sentimiento
               afecto de voluntad:
          Obligome tu beldad, 15
               Felipo, a tal conversión,
               moriste, y yo con razón
               me pasé como entendida,
               para eternizar tu vida,
               al bando del corazón. 20
          Retrato de mi hermosura
               fue Filipo en su semblante,
               y la fortuna inconstante
               quiso borrar la pintura:
          Si bien en la sepultura 25
               es tanto más viva, que
               equivocada no sé,
               (pues cierra los ojos hoy)
               si acaso Filipo soy,
               o si acaso soy la Fe, 30 [30]
          Ciega no puedo alcanzar,
               si más pena he de tener,
               en no poderte yo ver,
               o en no poderte llorar,
          En los ojos ha de hallar 35
               mi pena alivio algún tanto,
               si lloro el pesar, espanto,
               si veo, alivio el tormento,
               pues para más sentimiento,
               ni quiero vista, ni llanto. 40
 
 
ArribaAbajo

Pintose un León muerto, aunque con los ojos abiertos, y un Panal de miel en la boca

Lema, de forti dulcedo.
Octavas
 
     ArribaAbajoGeneroso León, cadáver vivo,
          de tus vasallos Argos vigilante,
          aunque difunto, vida en ti percibo,
          y en la mortal pavesa más amante.
     Ya el dolor se retira más esquivo 5
          a vista de tu vista, y tu semblante,
          que por quitar del llanto la amargura,
          nos dejas en tu boca la dulzura.
     Si es el sueño retrato de la muerte,
          es tu muerte retrato de la vida, 10
          tan lejos está España de perderte,
          que ni dueño, ni muerte es tu homicida.
     Muerto, no ya mis ojos piensan verte,
          pues miran a tu muerte tan dormida,
          dormido no te mira mi cuidado, 15
          pues muerto te contemplo desvelado.
     Miel tus labios destilan olorosa
          por sutiles abejas fabricada,
          del clavel de tu boca, o de la rosa
          de tus mejillas bellas arrancada: 20
     Recoge, pues, si mano recelosa
          de aguijón, que amenace en la estacada,
          que abejas que en un Rey tienen su nido,
          para Reyes de abejas han nacido.
     Volantes escuadrones, como sabios 25
          entonan en su boca dulce canto,
          que de los pechos fúnebre resabios,
          de gemidos retiran, y de llanto: [31]
     En la miel que destila de sus labios,
          no me lloréis (nos dice) porque tanto 30
          me precio de León en lo robusto,
          que equivoco la muerte con el gusto.
 
 
ArribaAbajo

A la Concepción de María, más acreditada en la muerte de Felipo IV

Décimas
 
          ArribaAbajoCual otro Jacob valiente,
               viendo a la Aurora María,
               al punto que amanecía,
               la acredité de valiente.
          Mi palma de ella pendiente 5
               queda en eterna memoria,
               y después de la vitoria,
               Israel es mi apellido;
               pues siendo el Ángel vencido,
               me llamaron de la gloria. 10
          Virgen, tu primer instante
               halló en Felipe guarida,
               y el último de su vida
               al tuyo fue consonante.
          Letor fue, que vigilante 15
               en el libro general
               de tu pureza cabal
               por levantar el asunto,
               en llegando al primer punto,
               hizo luego su final. 20
          No quiere Filipo, no;
               pues en vez de ir adelante,
               se vuelve al primer instante
               de María que buscó.
          Por su último fin lo halló, 25
               y con tan feliz agüero,
               que llegó a dudar certero
               en dos puntos deste día,
               si el primero de María,
               es de Filipo el postrero. 30
          De su muerte divertido
               muere con tanto contento,
               que si muere al sentimiento,
               mas no al piadoso sentido.
          Todo en él embebecido, 35
               hecho al dolor una roca,
               seguro al instante invoca,
               y gustoso en la partida.
               a causa con punto en vida,
               porque empieza el punto en boca. 40
          Siente su amor como sabio,
               (Sin permitir los enojos)
               mirando abiertos los ojos,
               cerrar solamente el labio.
          Por desterrar el resabio 45
               del más dudoso cuidado,
               de la muerte se ha ayudado
               para el misterio, pues que
               para que pase a ser Fe,
               los ojos hoy ha cerrado. 50 [32]
 
 
ArribaAbajo

Al eclipse del Sol, que precedió dos meses antes de la muerte de Felipo Cuarto

Décimas
 
          ArribaAbajoComo las demás Estrellas
               del Sol mendigan las luces,
               cuando él se pone capuces
               se escurecen todas ellas:
          No sin llanto, y sin querellas 5
               entre tinieblas se vio,
               que estrella el Sol pareció
               deste Planeta a los rayos;
               pues al padecer desmayos
               Felipe, el Sol espiró. 10
          Vulgar Astro el Sol parece
               viendo a Felipe subir,
               que no pudiendo lucir
               a su lado, se escurece:
          Tanto en luz, y rayos crece, 15
               que el más agudo, y dispierto,
               al subir Felipo, incierto
               duda, viendo su arrebol,
               si Felipo es vivo Sol,
               o el Sol es Felipo muerto. 20
          Hito a hito se miraron
               Águila, y Sol tan lucientes,
               que de los rayos ardientes
               entrambos hados cegaron:
          Al Águila coronaron 25
               los rayos por mejor vista,
               y pues vence en la conquista
               al Sol, truequen hoy las galas;
               el Sol se calce las alas,
               y el Águila rayos vista. 30
          Muere Felipo, y al punto
               para eco del sentimiento
               En ese azul firmamento
               se parece el Sol difunto:
          Cortó campo a tanto asunto 35
               un sepulcro se propone,
               con que su grandeza abone,
               el Cielo como entendido
               todo un Sol escurecido
               por epitafio pone. 40
 
 
ArribaAbajo

A la urna de cristal, que puso la Compañía en el túmulo de Felipo Cuarto

Décimas
 
          ArribaAbajoTú cual Moisés caminante
               de las lágrimas al mar,
               no te dejaba pasar
               a la promisión triunfante:
          Hoy la Compañía amante 5
               viéndote en conflicto tal,
               Impedido del raudal
               de lágrimas, peregrino,
               porque pases tu camino,
               las ha cuajado en cristal. 10
          Ya es bajel tu fatal hado,
               pues tiene por urna un mar;
               ya te llego a contemplar
               Narciso en llanto anegado:
          Ya el amor de ti encantado 15
               te juzga hermosa Sirena,
               siendo cenizas la arena;
               y en fin eres con primor, [33]
               al hado, al llanto, al amor,
               bajel, Narciso, y sirena. 20
          De lágrimas que vertía
               con justa amorosa ley,
               al cerrar la vista el Rey,
               se cegó la Compañía:
               ya explica la simpatía 25
               con efectos muy cabales,
               pues dicen finezas tales,
               que Filipo era sus ojos;
               pues por ponerse ella antojos,
               pone a Filipo cristales. 30
          Al espejo de la muerte
               tanto el Rey se componía,
               que de la ceniza fría
               sacaba llama más fuerte:
               hoy lleva la mejor fuerte, 35
               siendo justicia cabal,
               que si al Rey por ser igual
               en el ejemplo, y consejo,
               sirvió un sepulcro de espejo,
               hoy le sirva de cristal. 40
 
 
ArribaAbajo

A la Pirámide de luces de la Compañía

Décima
 
          ArribaAbajoSobre un Oriente de Estrellas
               yace Felipo eminente,
               que a no ser Sol Occidente,
               no pudieran lucir ellas:
               aprended antorchas bellas 5
               en ese cuerpo fatal,
               privado de un alma Real;
               porque es constante la ley.
               que el que es privado de Rey,
               no puede lucir igual. 10
 
 
ArribaAbajo

A la Águila Real; puesta sobre la Pirámide de luces

Décima
 
          ArribaAbajoTanto el vuelo has remontado,
               cuando en ese León estribas,
               que con la Corona arribas
               al Firmamento Estrellado:
               cuanto más yace postrado, 5
               su grandeza es de admirar,
               sin que se pueda dudar,
               cuando remontas el vuelo,
               que entre Felipo, y el Cielo
               no puede caber lugar. 10 [34]
 
 
ArribaAbajo

Jeroglíficos

I.
Una Corona pendiente de los garfios de una romana, con que pesa la muerte.
          Lema: Æquo pondere librat.
 
          Aunque le pese a la muerte,
          Siempre esta Corona hermana
          Con el fiel de la Romana.
 
II.

Un pergamino a modo de Breve Pontificio, con la firma del Pontífice, y en medio dél una Concepción, con esta letra. A instancia de Felipe IV.

             Al punto más delicado,
             Tanta prisa el Rey le dio,
             Que en Breve lo concluyo.
 
III.

Un nombre de JESÚS al lado del de MARÍA. Lema: In nomine Iesu omne genuflectatur. Murió el Rey día del Nombre de MARÍA.

             Si al Nombre JESÚS se reza,
             Doblándole la rodilla,
             Al de MARÍA en Castilla
             Se levanta la cabeza.
 
IV.
Una águila volando, con un nombre de MARÍA en la boca.
             Presto al Cielo llegará
             Esta Águila; pues hoy día
             Se va en una AVE MARÍA. [35]
 
 
ArribaAbajo

Mauseolo Panegírico a las venerables cenizas, y gloriosas manes de Doña Francisca de Santa Clara y de la Cueva

Fundadora del Ilustre Convento de Santa Clara de la Ciudad de Quito, erigido por mi maestro.

     Doña Francisca de la Cueva, glorioso asunto de estos poemas, en todos estados fue heroína ilustre; porque si la consideramos en el siglo, se aplaudieron por muy nobles venas, por donde se le comunicó lo generoso de su sangre. Pues el fator Juan López de Galarza, alguacil mayor de la ciudad de Quito, y vecino feudatario suyo; cuyos inmediatos ascendientes fueron, Martín Sáenz Mondragón, y Galarza, de los primeros conquistadores del Pirú; y en particular de la abundosa, y dilatada provincia de Quito; su madre doña Isabel de Andagoya. No fueron estériles tan eminentes árboles, pues se vieron coronados de los hermosos renuevos de cinco hijos, y dos hijas. Los tres se alistaron en las banderas del Serafín Francisco, llamados, Fray Diego de Otalora y Galarza, Fray Juan de Otalora y Galarza, y Fray Francisco de Galarza. A la conducta de Predicadores dio no poco honor Fray Domingo de Galarza: sobre el oro de sus virtudes, les adornó a los tres el lustroso esmalte de las letras pues fueron Predicadores, y maestros en sus Sagradas Familias; pero Fray Juan de Otalora y Galarza, fue compañero de aquel Apóstol deste nuevo mundo, el Beato Fray Francisco Solano; rindiendo en la flor de su edad su espíritu en sus brazos, para que a esfuerzos de su intercesión, más presto llegaste a la Gloria. Don Juan de Galarza, hijo mayor, sucediendo en los honores a su padre, sujeto el cuello a las Sagradas coyundas de Himeneo, como también doña María de [36] Galarza, y arraigados ya en el siglo, desabrocharon fecundos en vistosas flores, y sazonados frutos de hijos, y hijas, que ilustran su noble República, con dilatado progenie. Porque la segunda hija, llamada doña Francisca de Galarza, imitó a su madre en el estado, que después eligió de religiosa.
     Pues viéndose doña Francisca de la Cueva libre de las coyundas, o vendas de el matrimonio, sobrada de riquezas, después de haber puesto sus hijos en el estado, trató de dedicarse a Dios. Y así, a expensas suyas fue la primera fundadora de el ilustre, y numeroso convento de Santa Clara, llevándose consigo a doña Francisca de Galarza, su segunda hija, queriendo su amor, que fuesen dos holocaustos, que se sacrificasen en las aras de la Religión: y dejando en esta el apellido de la Cueva, se llamó Francisca de Santa Clara; tomando el nombre de su primera fundadora, como quien también la había de imitar en lo Santo, y acertado de su gobierno. La hija también consagró el renombre de Galarza en el de Francisca de San Buenaventura, por la dicha que tuvieron las religiosas por muchos años, en que las gobernó prelada, así en vida de su Santa Madre, como después de su felice muerte.
     Y si tanto ennobleció a los suyos en el siglo; mucho más ilustró su retiro, y acreditó sus religiosas hijas con lo relevante de sus virtudes; pues fundada en el menosprecio del mundo, en lo profundo de su humildad, y extremada paciencia, con que sufrió las enfermedades, y trabajos, que le envió su divino esposo, aseguró, y levantó el templo de su alma, hasta perfeccionarse con la caridad, víctima clave, y corona de todas. Esto es darte noticia por mayor, del grande sujeto que celebra mi maestro: cuyos números erigen este Túmulo Panegírico, y sagrado cenotafio a las venerables cenizas de tan ilustre matrona. Si trabajos en breve, e expensas del ingenio, ajustados con más velocidad, a vuelos del afecto, y a impulsos de la obligación, que tiene a tan generosos caballeros, que todo es menester, por ser tan corto siempre el tiempo que concede lo apresurado de unas exequias. [37]
 
 
ArribaAbajo

Discúrrese en su entrada a la Religión, y en el mando que tuvo en ella

               Aprended flores de mí,
               Lo que va de ayer a hoy,
               Que ayer flor ajada fuí
               Y hoy luciente Estrella soy.
Glosa
 
          ArribaAbajoFlores que esmaltáis el prado
               con tan distintos colores,
               vano es el mayor cuidado
               para excusar los rigores,
               que ya fulmina el arado: 5
               Flor como vosotras fuí
               pero este rigor huí
               por transplantarme temprana;
               y pues tal dicha se gana,
               Aprenden flores de mí. 10
          Era cuando florecía
               del siglo el prado lascivo
               menguada mi lozanía;
               pero hoy el verdor más vivo
               gozo en mayor valentía: 15
               Y pues la que fuí, no soy,
               de ayer al día en que estoy,
               bien presume mi entereza (13),
               que se expresa en mi belleza
               Lo que va de ayer a hoy. 20
          Las flores que Primavera
               copian el jardín de Clara,
               las preside por primera,
               siendo su belleza rara,
               lo que me aplaude, y venera: 25
               Mas ya no lo cree de mí.
               pompas que un tiempo aplaudí,
               porque mi contraria fuerte
               está enseñando en mi muerte,
               Que ayer flor ajada fuí. 30
          De la muerte el impío hielo
               bien pudo ajar mi candor,
               mas fue vano su desvelo,
               que ya en mayor esplendor
               soy pompa de aqueste Cielo: 35
               Porque en mi luz, desde hoy
               tan otra, y distinta estoy,
               que con cambio no pensado,
               ayer fuí flor deste prado,
               Y hoy luciente Estrella soy. 40
 
 
ArribaAbajo

Al mesmo intento, sobre aquel lugar de los Cantares

Columba mea in foraminibus petræ, in caverna maceriæ, ostende mihi faciem tuam. Cant. 2, v. 14. Aludiendo a su clausura.

Décimas
 
          ArribaAbajoTu belleza apenas, Clara,
               mira en retiro tu esposo,
               cuando te pide amoroso,
               no se la niegues avara: [38]
          Pero si bien se repara, 5
               tu beldad fue siempre igual;
               pues �qué tiene de especial,
               que agora por verla aspira?
               mas si se esconde, y retira,
               �qué aliño más celestial? 10
          En cárcel de reclusión
               sobresales más vistosa,
               cual la nacarada rosa
               de espinas en la prisión:
          Que en tanto la perfección 15
               conserva de su beldad,
               cuanto con menos piedad
               a la mano se defiende,
               que aquello vive que ofende
               gallarda su Majestad. 20
          Cuando tu cadáver yerto
               ocupa la losa fría,
               tu amante entonces porfía
               por gozarte al descubierto:
          �Oh qué soberano acierto! 25
               pues he llegado a advertir,
               que pudistes asistir
               viva enterrada en tu cueva;
               y así es bien, que hoy se te deba
               della en tu muerte salir. 30
          De tu consorte en la ausencia,
               cual paloma generosa
               la quiebra, vives gustosa
               de tu cueva en la asistencia:
          Mas luego que en la eminencia 35
               de aqueste Empíreo sagrado
               su reclamo has escuchado,
               sigues su voz diligente;
               porque ave tan eminente,
               no pide menor sagrado. 40
 
 
ArribaAbajo

Contienden las hijas que triunfantes viven en el Cielo, y las que militan en la tierra por su muerte, y vida, sobre aquel lugar de Salomón

Dixit Rex afferte mihi gladium, cumque attulissent glaudium dividite, inquit. Infantem vinum induas partes, et date dimidiam partem uni, et dimidiam partem alteri. 3 Reg. num. 24.

Octavas
 
     ArribaAbajoApenas de la Parca, al cierzo impío
          de una Clara la antorcha esclarecida
          casi agoniza aquel apenas brío,
          quiere rendirse a su mortal herida:
          al mar fatal aqueste humano río, 5
          apenas se recobra en su avenida,
          cuando sus hijas con piadoso aliento
          rompen del alma aqueste sentimiento.
     �Cómo, Señor, aquel farol luciente
          débil se eclipsa, yace ya extinguible? 10
          �cómo de aqueste Alcázar eminente
          la columna se rinde ya pasible?
          �cómo cede el Atlante ya doliente [39]
          de aqueste Olimpo al rayo imperceptible?
          sus hijas malogrando en un instante, 15
          farol, columna, y invencible Atlante.
     �Cómo de nuestra Cueva aquel sagrado
          profana Impura la violenta muerte?
          �cómo aquel firme monte organizado,
          es ya inconstante con variable fuerte? 20
          �dónde asilo el erizo del pecado
          mi Dios, y el Ave lograrán ya fuerte?
          no fe ultraje, Señor, aqueste templo,
          sirva a la eternidad, sirva de ejemplo.
     El labio enmudeció, porque el aliento 25
          en el pesar expira naufragante;
          mas �ay dolor! que el Cielo aqueste intento
          tan piadoso resiste vigilante:
          pues de sus hijas, las que aquel asiento
          gozan de asiento en escuadrón ovante, 30
          se oponen, y no sin armonía,
          si une el afecto, el juicio las desvía.
     No es bien (dicen) Monarca Soberano,
          que el sujeto de Clara tan divino,
          largo tiempo se ultraje por humano, 35
          adquiérale su culto su destino:
          porque entonces el pecho más profano
          peregrine a sus aras peregrino;
          �quién duda, sólo aquel humano vive,
          que en este mundo su vivir concibe? 40
     Ya de frutos el árbol coronado,
          quiebra, y se inclina con el peto al suelo,
          la espiga de oro en minas deste prado,
          del codicioso aldeano es el desvelo:
          ríndase a la hoz el grano el grano sazonado, 45
          y a la segur el fruto en útil duelo,
          porque en sus áreas sirva, y en su culto
          ofrenda limpia del menor insulto.
     Si es de tu ilustre ser blasón glorioso,
          que del justo al afán la paz suceda, 50
          de nuestra Madre, pues, triunfe el reposo,
          y del quebranto la balanza ceda:
          no más la noche oculte el Sol hermoso, [40]
          de sus tinieblas ya su luz proceda,
          Clicies, firmes seremos de sus huellas, 55
          huellas do logre el Cielo sus estrellas.
     Este litigio, el Dios omnipotente,
          de unas, y de otras escuchado había,
          y árbitro recto, Salomón prudente
          satisface, y concuerda su porfía: 60
          él compuesto divide, pues viviente,
          el alma al Cielo, al suelo el cuerpo fía,
          y las hijas su parte han conseguido,
          que aún no es el todo acá, ni allá debido.
 
 
ArribaAbajo

Declárase aquel lugar de San Pablo

Ne magnitudo revelationum extollat me, datus est mihi simulus carnis meæ, qui me colaphizet. Corint. 12, v. 7. Y acomódase al gusano, que sensiblemente percibía, que le atormentaba el pecho, viviendo, no sin prodigio, muchos años con él.

Soneto
 
     ArribaAbajoTanto tu vuelo al Cielo te avecina,
          Clara ilustre, que el alma más profana
          por alta te venera soberana,
          si en tu virtud te aplaude por divina.
     Cada mérito es luz que te ilumina, 5
          línea cada obra, que te niega humana,
          y cada heroica acción, que en ti se afana,
          aras te erige, cultos se destina.
     Pero pregunto, Clara, �tanta gloria
          desvaneciote? Pudo, que aun viviente 10
          no aseguraba en todo la vitoria;
     Mas de un gusano estimulo valiente,
          aunque en el pecho mora, en la memoria
          fue de mi polvo acuerdo diligente. [41]
 
 
FRANCISCA DE LA CUEVA
ANAGRAMA
 
ArribaAbajo

Fanal de su Nave rica

Soneto
 
     ArribaAbajoDeclara, ilustre Silca, el mar undoso,
          nave gallarda en noche desta vida,
          y porque ondas mejor, sombras divida,
          Fanal su celo enciende luminoso:
     El peligro registra cauteloso 5
          de Francisca la luz esclarecida,
          Y a cuya vigilancia al Leme asida,
          debe el rumbo el gobierno religioso.
      Mas la Parca a sus dichas vigilante,
          su paz en tempestad cambia inconstante; 10
     Y a su pesar, cuando al subir la estrella,
          su luz engasta por luciente Estrella;
     Con que norte a sus hijas se dedica,
          si antes Fanal, acá a su Nave rica.
 
 
ArribaAbajo

Epitafio

     ArribaAbajoHuésped mortal, detén el paso, para,
          no huelles sin respeto tierra pura,
          advierte, que esa humilde sepultura
          es urna heroica del honor de Clara.
     Y si en tiempo a su rueda un clavo echara, 5
          aquí de una Rebeca la cordura,
          de la noble Semíramis la altura,
          y las leyes de Débora admirara,
     Aquí la gran fecundidad de Lía,
          (bien el claustro lo dice, bien la espada) 10
          de una Ana la piedad, si de María
     La abalanza en sus Coros celebrada:
          mas ya prosigue, y sírvate de guía
          la luz de su virtud nunca eclipsada. [42]
 
 
ArribaAbajo

La propiedad de una planta de la India Oriental llamada Liptis

que desde la raíz, hasta la eminencia de su copa carga de fruto; se acomoda a su virtud, que desde la niñez, hasta la ancianidad prosiguió gloriosa.

Primer jeroglífico
 
     ArribaAbajoLiptis Indiana, cuya raíz, y cima
          de frutos colmas timbre a la nobleza,
          de tu virtud, que aún al morir te anima;
          pues hoy prosigue, si al nacer empieza.
 
 
ArribaAbajo

Pintose aquel árbol de Daniel

tan capaz que ocupaba la tierra, debajo de cuya sombra todos los animales, y en cuyas hojas las aves del Cielo se solazaban; cortado, y derribado por el suelo, menos un ramo que quedó asido a la raíz, con esta letra: Succidite arborem, et præcidite ramos eius, verun tamen germen radicum eius in terra fine te. Dan. Cap. 14, num. 11.

Segundo jeroglífico
 
     ArribaAbajoFrondoso albergue, generosa mesa
          en tus ramas, Francisca esclarecida,
          el que en la tierra arrastra en ti interesa,
          y el Ave ilustre, que en el Claustro anida:
          más fatal una voz allí atraviesa, 5
          que cruel intima ruinas a tu vida.
          �Oh qué en vano! qué asida al tronco queda
          rama en tus hijas, que tu vida hereda.
 
 
ArribaAbajo

Discúrrese sobre el modo milagroso como perdió la vista, que fue mirando una Diadema de luz, con que se le mostró la Virgen

Romance
 
          ArribaAbajo�Qué es esto! �quién arrebata
               las luces bellas al Norte?
               que ya naves de una Clara
               temen peligro en su noche.
          �Quién de una Francisca ilustre 5
               el resplandor toba noble?
               �con qué argos gobierna atenta
               el rebaño más en orden? [43] (14)
          Estratagema, sin duda
               fue, que la muerte dispone, 10
               que tanta vida, no pudo
               rendirla toda de un golpe
          Pudo vencer con cautela
               aquella murada torre,
               porque ya sus atalayas 15
               dormidas, no le socorren.
          Y si atrevida la muerte
               roba la joya más noble,
               primero apaga las luces,
               ardid propio de ladrones. 20
          Mas �qué inadvertencia es esta?
               �cómo atribuyo tan torpe,
               a delito de la muerte
               favor que el Cielo dispone?
          �Quién duda, que de María, 25
               al gozar los resplandores,
               perdió en tan gallarda empresa
               esplendor de sus dos Soles?
          Pues inundada de luz
               su celda; �oh qué esfera noble! 30
               de todo un Sol, que diadema
               a su cabeza dispone.
          Al distinguirle los rayos,
               que harta dicha conoce,
               que presos los suyos deja 35
               entre sus castos candores.
          No pretende, no, María
               su vista otro objeto logre;
               porque quien gozó su luz,
               otra cualquiera es disforme. 40
          Sin duda, que como Febo
               con su brillar otro esconde,
               más lucido, que el María
               sus dos estrellas recoge.
          Miraba el Virginio espejo 45
               para imitar perfecciones;
               pero herida de su Sol
               con su claridad se goce.
          Y aunque a los ojos humanos
               los dos vivientes blandones 50
               apagaste, fue cautela
               con que el alma te socorre.
          Porque así como la Luna,
               cuando a la vista en borrones
               se muestra, es porque hacia el Cielo 55
               descoge sus resplandores.
          Así tu lucir gallardo
               a nuestra vista interpone
               vanas nieblas, y así el alma
               el raudal de luces rompe. 60
          Y dejado este Hemisferio
               en horrores tus dos Soles,
               de tu espíritu en aplausos
               rayan mejor Horizonte.
          Y ya el bulto de María, 65
               en generosos ardores
               veneras, pues insculpido
               tu pecho conserva dócil.
          Con que sin recelo alguno
               rayos le cuentas menores, 70
               que como es Sol de otra esfera,
               ojos requiere más nobles.
          Y como humilde arroyuelo,
               porque el ruido no le estorbe,
               el manto viste de hielo, 75
               con que mejor al mar corre.
          No de otra fuerte a tus ojos
               con un velo los socorres,
               y sin estruendo volaste,
               y al mar eterno te acoges. 80
          Nave fuiste, que sulcando
               las aguas de tus dolores,
               del farol que te guiaba,
               fatal la luz supurose.
          Mas conseguistes el puerto, 85
               sin que perdieses el Norte,
               porque amor que es tu Piloto
               sin vista el mar mejor rompe. [44]
 
 
ArribaAbajo

A la fama póstuma del Ilustrísimo señor Don Fray Juan de Ribera

Obispo electo de Santa Cruz de la Sierra, en que se acuerdan sus cargos, sus muchas letras, y Cátedras.

Epitafio
 
     ArribaAbajoRecuerdo es tierno aquesta Pira ardiente,
          de aquel que vive a cuenta de su fama,
          del Ilustre Ribera, a quien aclama
          su honor heroico todo este Occidente.
     Y si ciño los siglos al presente, 5
          de la ciencia más alta, que declama,
          un Agustino en él todo se inflama,
          logra todo un Tomás en él su Oriente.
     Sutil un Aristóteles, no escuro,
          en él admiro, como en lo sagrado, 10
          un Ambrosio, un Jerónimo divino.
     Pastor rigió también rebaño puro;
          mas �ay! que al mejorar de su cayado,
          acaba ausente, muere en el camino;
          �que alto acuerdo! en todo es peregrino: 15
          el Sol sirva por lámina a su Pira,
          pues acaba, y renace como él gira.
 
 
ArribaAbajo

Pintose un arroyo, cuyas riberas estaban muradas de flores, íbalas pisando la muerte, y las que este ajaba con sus huellas, un jardinero las levantaba con sus manos, y daba vida con sus lágrimas

     Viven hoy más floridas las memorias del ilustrísimo señor don Fray Juan de Ribera, con el sentimiento que hace el M. R. P. M. Fray Basilio de Ribera, y la liberalidad con que acude a sus exequias.
Epigrama
 
ArribaAbajoHuella la muerte cruel (pero, �oh qué en vano!)
     tanta belleza, y flor en la Ribera;
     mas las mejoras hoy su Primavera
     con llanto tierno, con tu culta mano. [45]
 
 
ArribaAbajo

Pintose una alta Sierra, y en una de sus eminencias se enarboló una Cruz, en otra descollaba un girasol, y sobre él volaba un Sol con alas, a quien atento seguía el mesmo girasol

Hácese misterio, en haber muerto el ilustrísimo señor don Fray Juan de Ribera, antes de haber llegado a su Obispado de Santa Cruz de la Sierra.

Décima
 
          ArribaAbajoSierra pasas de vuelo,
               donde te espera tu esposa,
               y con ala presurosa
               lo arduo escalas de este Cielo:
               poco te debe el desvelo 5
               de tu esposa vigilante;
               pero no, que si triunfante
               eres Sol de ese Zafiro,
               quieres, que en eterno giro
               Clicie te siga constante. 10
 
 
ArribaAbajo

Al ayer muerto el Ilustrísimo señor don Fray Juan de Ribera, fuera de Lima, donde tuvo dichoso nacimiento

Décima
 
          ArribaAbajoDe tu patria peregrino,
               mueres, ilustre Ribera,
               y en tu fogosa carrera
               te sale al paso el destino:
               más según lo que imagino, 5
               acuerdo fue muy prudente,
               que si la América ardiente
               Sol te aclama en tu saber,
               distinto es fuerza tener
               el Ocaso, que el Oriente. 10
 
 
ArribaAbajo

A la muerte de la Excelentísima señora Doña Hipólita de Córdoba, y Cardona, condesa de Villaflor

dignísima esposa de el Excelentísimo señor Don Luis Henríquez de Guzmán, Conde de Alva de Aliste, Virrey de la Nueva España, y después destos Reinos del Pirú.

Soneto
 
     ArribaAbajoÁguila ilustre, Gloria de Cardona,
          cuyo poder, cuya grandeza suma,
          grata obedecen una, y otra espuma,
          rendida aclaman una, y otra Zona. [46]
     No estrecha, no, el poder que así eslabona, 5
          la Europa toda, a más voló tu pluma,
          al Imperio voló de Montezuma,
          que es corto, un mundo, y otro se eslabona.
     El Neptuno Guzmán, Numa prudente,
          consorte tuyo, a tanto honor te llama, 10
          y por dejar eterno monumento,
     La llama noble de su pecho ardiente,
          dos mundos se buscó para la fama,
          dos mares te previno al sentimiento.
 
 
ArribaAbajo

Al mesmo asunto

Pondérase la usencia de su esposo, en la muerte de nuestra Virreina, con alusión a los nombres de sus Estados.

Soneto
 
     ArribaAbajoBlanco lilio nací, cuando a mi Oriente
          rayó la Alva de Aliste generosa,
          y por gozarla siempre luminosa,
          de un excelso Guzmán ceñí la frente.
     Mas �ay! �que puesto aquel candor luciente, 5
          cambio en cárdeno lilio breve losa!
          pero si estaba ausente la Alva hermosa,
          que mucho me ocupase su occidente.
     No fue Occidente, no, pues ya más bella
          alientas flor al céfiro sagrado 10
          de ese jardín celeste que se honora:
     Y si de flor acá no dejas huella,
          perenne vive, que a pesar del hado,
          hoy flor te ilustra aquella eterna Aurora.
 
 
ArribaAbajo

Hácese misterio en el campo de sangre, en que se ven estampados los Castillos del escudo de sus Armas, como también en las Vandas de púrpura, que se adornan

Décima
 
          ArribaAbajoSi atento llego a mirar,
               tu majestuoso Escudo,
               Cardona Ilustre, no dudo,
               que hay misterio, y no vulgar: [47]
               que llegar a naufragar 5
               en tanta púrpura roja,
               es, que tu postrer congoja,
               si es más rojo, esté vencido,
               espíritu tan lucido,
               es fuerza al Cielo se acoja. 10
 
 
ArribaAbajo

A Don Alonso de Mesa y Ayala, Oidor de la Real Audiencia de Quito, en sus honras

Alúdese a su nombre, con la mesa, y suceso de Baltasar.
Soneto
 
     ArribaAbajoSi la mesa deleites le propina,
          brindan también su muerte a un Soberano
          Rey, los caracteres de una mano,
          y en cada letra bebe su ruina.
     Libró recta sus obras, mas le inclina 5
          otro peso menor, quizás por vano,
          no es prodigio que estudia el más ufano
          (si sube altivo) presta su ruina.
     Noble Ayala, tu mérito excelente
          la balanza te exalta a lo eminente, 10
          cuando de Baltasar se abate al suelo,
     Balanza, que escalar pretende el Cielo;
          Logrando ascensos en tu propia Mesa,
          cuando aquel en la suya a caer empieza.
 
 
ArribaAbajo

Pintose una mesa, que el Fluctuaba entre las ondas, a quien una más furiosa la subía hasta las Estrellas: alude a sus continuas Comuniones

Octavas
 
     ArribaAbajoDel suelo al Cielo, una ola enfurecida,
          hizo en un punto consiguiese el puerto
          un Alfonso, encontrando en tal subida
          en la injuria la dicha, y el acierto:
          De un Sacro Pan fue mesa esclarecida,
          Viático Soberano a rumbo incierto;
          que si acá a Cristo recibió su Mesa,
Luc. 12.           allá a Cristo ejecuta en su promesa. [48]
 
 
ArribaAbajo

A Don Juan de Lizarazu, Presidente de la Real Audiencia de las Charcas, y después de la de Quito

A la inopinada muerte, y brevedad de su gobierno. Pintose un Águila, que se perdía de vista, y entraba por los Cielos, con este Lema.

Viam Aquilæ Cælo. Prov. 30, v. 19.
Emblema
 
   ArribaAbajoSi niega rastro el Águila en su vuelo,
        cuando veloz anhela al Cielo ardiente;
        Juan en tu vista, y Águila en tu celo,
        volaste en tu piedad tan eminente,
        que camino, ni huella no has dejado, 5
        porque a tu dicha compitió tu hado.
 
 
ArribaAbajo

A Doña Luisa de Chaves, Monja profesa en el Convento de Santa Catarina

Qué misterio encierra haber levantado la voz entre las agonías de la muerte.
Décima
 
        ArribaAbajoGuardó en continua clausura
             la lengua a prisión del labio,
             ciencia oculta, a quien en el Sabio
             llama, y aplaude cordura:
             mas si tan grande estrechura 5
             toda su vida guardó,
             �cómo en voces prorrumpió
             a la muerte? fue, que el Cielo
             es su casa, no este suelo,
             y porque la abran las dio. 10
 
 
ArribaAbajo

Ilústrase el prodigio de la luz que se le descubrió en las manos antes de expirar

Décima
 
        ArribaAbajoCumplió tan perfectamente
             de la limosna el consejo
             nuestra Lucía, que espejo
             ser pudo a todos luciente:
             pues nunca por diligente 5
             la noticia le alcanzó,
             y Dios la remuneró
             de su mano en resplandores,
             sacando a la luz favores,
             que tan humilde ocultó. 10 [49]
 
 
ArribaAbajo

A lo crecido del amor, y a lo vivo del sentimiento de una mujer, que miraba atenta el túmulo de su esposo

Soneto
 
ArribaAbajoAquí reposa, �ay Cielo ejecutivo!
     mustio el verdor, �ay sombra obscura, y fría!
     de mi querido esposo, �ay muerte impía!
     que el pecho adora, �ay rigor esquino!
Si su cadáver miro, �cómo vivo?
     y si el llanto me tiene en agonía,
     y el dolor a mi muerte así porfía,
     �cómo alientos con ella hoy avivo?
Mas �ay! que Fénix es mi amor ardiente,
     que a un tiempo muere en su fogosa llama,
     y aquese mesmo adquiere lo viviente.
Non est vivere, sed valere vita. Que si amor con la vida más se inflama,
     y el corazón con ella siempre siente,
     viva, pues, siempre, sienta al paso que ama.



                                                                                                                                                                                   
ArribaAbajo

A darle las nuevas de la desgraciada muerte de su esposo, le dio a su amada consorte un desmayo, que le quitó el sentido

(15)
alúdese con la Anagrama del Laurel al nombre del esposo.
Décima
 
                      ArribaAbajoSi sólo corta el Laurel           
          de Álvaro la parca impía,
          �cómo en marchitar porfía
          la vid de su esposa fiel?
          advertida, que cruel 5
          juzgó que anduvo la muerte,
          que si su dichosa suerte
          hizo de dos una vida,
          este en él quitó la herida,
          cuando en ella el dolor fuerte. 10 [50]
 
 
ArribaAbajo

A Doña Tomasa Vera, esposa que fue de Don Juan de Borja, Gobernador de Popayán

y a su temprana muerte, que la expresa este Anagrama de su nombre; nace y, muere Rosa: y publican las primeras letras deste

Soneto
 
ArribaAbajoNo rompe aún el botón, cuando desvela
     a la atención la Rosa, y la aprisiona
     con nieve, que aún oculta no blasona,
     en la grana, que aún virgen encarcela:
Y quien aún tierna triunfa, en vano anhela 5
     mayor trofeo, en púrpura, y corona,
     vano si del vergel bella Amazona,
     en flechas de oro al vencimiento vela.
Rinde, en fin, más al punto que avasalla,
     en su Oriente, �ay dolor! su muerte halla, 10
     ruina del Sol, envidia de su lumbre;
Hoy, pues, Doña Tomasa, de su cumbre
     se ufana flor; mas �ay! qué lastimosa
     al vivir nace, y muere como Rosa.
 
 
ArribaAbajo

Emblema al mismo intento

Pintose el Cielo, y el Mar alborotado, y a la orilla muchos nácares, que abortaban sus perlas

Octava
 
ArribaAbajoInquieto el mar, alborotado el Cielo,
     escalas nubes, la honda en que tropieza,
     y en esta lid, y pavoroso duelo
     rinde el nácar la perla que interesa:
     del ser apenas al primer desvelo, 5
     tierna perla Tomasa, en llanto empieza
     a congelarse en nácar la vida,
     cuando su fin le aborta en su ausencia. [51]
 
 
ArribaAbajo

Otro al mismo

Pintose al poner del Sol un Arco Iris, que se iba convirtiendo en lluvia, al tierno sentimiento, que hicieron todos en su temprana muerte

Octava
 
     ArribaAbajoVístese Primavera de colores
          el Iris matizado en ese Cielo,
          y cuando el Sol ausenta sus ardores,
          en rocío su muerte llora al suelo:
          Iris, pues esmaltado en tus verdores, 5
          ilustre vera te gozó el desvelo;
          y pues hoy del vivir el Sol te falta,
          todos se esfuerzan a llorar tu falta.
 
 
ArribaAbajo

A Don Jerónimo de Valencia

aludiendo al cuidado de su casa, y crianza de sus hijos, con este Lema:
Ubera mea sicut turris, Cant. 7.
Décima
 
       ArribaAbajoQuien hoy viere mi blasón
            de una torre en la grandeza,
            dirá que es van proeza,
            que fomenta el corazón:
            mas no es esa la ocasión, 5
            otra el alma ha meditado;
            que aquel pecho esforzado
            de una mujer generosa,
            que pechos tuvo oficiosa,
            ya a los hijos, ya al cuidado. 10
 
 
ArribaAbajo

A la mesma, aludiendo a su temprana muerte

sobre las flores de Lis de sus Armas, con este mote humano:
Latet angutis in herba. 3 Eglog. Virg. prope finem.
Décima
 
        ArribaAbajoQuien de tanta Lis, y Flor
             cercada ve a tu belleza,
             dirá, que sin duda empieza
             hoy a lucirse mejor: [52]
             mas si el humano verdor 5
             se reduce a un sólo instante,
             diré en mi fe más constante,
             que ya tu vida es muy breve,
             que el áspid mortal se atreve
             oculto en beldad fragrante. 10
 
 
ArribaAbajo

A la mesa, aludiendo al León de sus Armas, y a las Flores de Lises

Décima
 
Preg.      ArribaAbajo�Cómo este valiente León,
          que adornar miro tu escudo,
          aun vigilante no pudo
          defenderse en la ocasión?
Resp.      Fuera eso, si el corazón 5
          anhelara a aquesta vida,
          la razón, pues, advertida
          lograr queriendo su hado,
          de flores busca vallado,
          por ser más presto vencida. 10 [53]



                                                                                                                                            
ArribaAbajo

Al Doctor Juan Martín de la Peña, salud

     Mucho arrastra un amor deseoso de obedecer; pues a lo que no se empeñara una corta suficiencia por su elección, arrebata la ajena a imperios gustosos de su voluntad, por reconocer tan declarada la de v. m. en la traducción de esa rosa, cultivada a aseos de el mayor ingenio de los pasados siglos, honor de Mantua, y mayos lustre de todos los presentes, me arresté a exponerla en ese español poema: empresa, que a consulta de mis fuerzas, aún no hubiera logrado los primeros amagos de su ejecución. Porque quien excusa de riesgo a la presunción, de escarmiento a la pluma, querer apostar vuelos a la mayor del orbe, correr líneas, competir copias con el mejor Apeles, que es fuerza, que los bellos esmaltes, y matices en el gran poeta, sean borrones al lienzo de mi confusión; mas no tan desairados, que no consiga loa en algún ingenio mi cuidado; pues no negará, que lo obscuro dellos ayuda en sombras a que mejor releven lo grande de tan valiente pintura.
     No ha sido mi atención en la dirección de esa silva, pues desatenta la notaron, que teniendo tan a la mano el asilo de v. m. quisiese peregrinar al alcance de otro, tan cierta en su acogido, que no extrañará agasajos favorables, cuando se gloria por tan suya (por serlo de su gusto) que este sólo le solicitará cariños de su padre, y amparos de interesado.
     Ofrezco a v. m. enseñanza clara de la humana belleza, ponderada de nuestro poeta en la beldad intacta de una rosa, que por no ajada, es más vivo imán de las voluntades, y más gustosa elevación de los sentidos; pero muy poco resguardada de su pompa, pues por haberla cifrado en su inconstante hermosura, se desvanece a los primeros empeños de su vida, compitiendo tan a una la gala de la rosa con la belleza de una virgen, que iguales horas las festejan a su Oriente, que aquejan a su ocaso; alternándose tan a un tiempo ambos, que no sólo al Mantuano; pero también otros ingenios quisieron corriesen parejas en su inconstancia. No pudo negar esta verdad el otro amante, aún cuando más ciego en su pasión, tejiendo con hilo deste desengaño, una guirnalda de rosas, que presentó a su dama. [54]
 
Libr. 7. Epigram. Græc.                  His tibi frontem ornans, elatæ
Sperme, viret, periit hæc rosa, tuque simul.
 
Y aún por infelice agüero de sus cortos días juzgó el apellido Rosa en la otra doncella el florido Pontano:
 
Non nomen tibi, qui nomen fecere parentes,
Pont. Iovian. en Epitah. Puel. Rosæ. Dixerunt cum te, bella puella, Rosam,
Utque Rosa brevius nihil est, æqueque cadum,
Sic cito, sic breviter, et tua forma perit.
 
�Con qué gala! Desengaño, que por instantes muchos latinos y españoles acuerdan en sus cultísimos poemas.






Bas. Epis. 149.

Idem eadem Epist.

     Y aunque para iluminarla, podía valerme de algunos matices poéticos, no he querido, sino sólo de el carmín de mi vergüenza, que es fuerza traslade al rostro, a vista de la cultura, y esmero de los versos, que a este asunto de la rosa tiene su pluma de vuesa merced tan gloriosamente ilustrados. Y porque no le falten los arqueros de espinas tan importantes a la majestad desta flor (que como advirtió el gran Basilio, son estímulos, que irritan más dulcemente a rondar su belleza, que desvían desapacibles deseos de alcanzarla: Natura tenues illas spinas, velut amatotios quosdam stimulos ad florem produxit, ad maius desiderium tactum irritans). Asistirán estas a lo inculto de mi estilo en las puntas de la tacita reprehensión, y noble advertencia de su ingenio de v. m. notando cuan poco correspondió lo desaliñado destos números, a lo que pedía tan hermoso asunto, y tan lustroso empeño. Queja, que con menor ocasión la había padecido de una amigo el mesmo Padre: Quæ florem quidem habebat Rosæ totum nobis verblande, verum quærelis quibusdam, et accusationibus contra nos spina erat. Pero aunque las conoce, no las extraña mi amor, que en lo pungente de un recuerdo, logra mayores incentivos de agradecimientos mi amistad: Ut mihi eloquentiæ tuæ (adelanta) etiam spina iucunda est, ad maius amicitiæ desiderium incendens.
     Y si mi ingenio, reconociendo etas imperfecciones, ha tenido alientos para ofrecerlas, ejecutadas a los ojos de vuesa merced ha sido por exhortarle, no dude coger otra vez la Lira, que suspendieron los embarazos, y continuar la melodía, esparciendo sus labios (no tanto por el asunto, cuanto por lo galano de las sentencias) las vistosas rosas de conceptos, que me prometo en tal poema, que por suyas no se atreverá a ajar su lozanía el aliento desapacible del más envidioso. Estas mis ansias apoyan unas palabras de Horacio, a un poeta amigo suyo, aunque dichas a otro intento: [55]
 
Cur pendet tacita fistula cum Lyra,
Hor. Lib. Od. 19. Parcentes ego dextras
Odi: sparge Rosas; audiat invidus
Dementem strepitum licus.
 
     Y antes que otras manos más dichosas cojan las que tan bellas promete el vergel culto de su ingenio; ampare v. m. aquesta rosa, empresa tan gloriosa, que tal vez se vieron agasajadas de un Dios, pues aquellos jacintos, que ennoblecían las manos del Esposo: Manus eius tornatiles, plene Hiacynthus, advirtió Beda, que eran purpúreas Rosas que las hermoseaban.
     Reciba ya esta guirnalda, fabricada dellas, que si el amor disimulado en la obediencia expresa, alentó al cuidado a comenzarlas, el mesmo hallo se entreteje en estas flores, al recogerlas mi desvelo.
 
Naug. to. 2, Poet. Ital. pag. 114.   Ecce Rosas inter latitantem in venit amorem,
Et simul anexit, floribus implicuit.
 
Así Naugerio, a otra que aliñó cuidadoso algún amante: y aunque se prometía corta vida esta rosa, por su inconstante naturaleza y más por la brevedad de su crecimiento en el cultivo de dos días (que a partos apresurados, se vincula mal la duración del tiempo) muchos, empero, se promete en repetido siglos, al abrigo de v. m. cuyo verdor respetara el Bóreas venenoso del maldiciente, son que en adelante la ultraje la canícula ardiente de la envidia: Si floribus illis.
 
Claud. Laud. Serenæ. Quos neque frigoribus Boreas, nec sirius urit
Æstibus, æterno, sed veris honore rubentes.
 
     Y si escribir de la rosa, en el sentir de Anacreón, es propio asunto de los poetas, y gustoso objeto de las musas:
 
Anacreon. Rosa opus, laborque vatum,
Et amica planto Musis.
 
     No le faltó esta gloria a mi maestro en la flor de su edad, cuando se puso a traducir esa rosa de Virgilio, o bien sea de el culto ingenio de Ausonio. [56]



                                                                                                                                                                           
ArribaAbajo

Silva a la Rosa, comparada a la inconstante flor de la hermosura

Traducción de Virgilio

Opusculum Virgilii de Rosa, in quo virgines hortantur, sic Domitius: Hieronymus Alexander assecit ese Ausonii; sed ego sentio cum Domitio.

 
1 Ver erat; et blando mordentia frigora morsu, ArribaAbajoDe los tiempos del año era el Verano,           
Spirabat croceo mane revecta dies.    (El de Mantua cantó en su dulce Lira)
   esmalta nubes con que sale ufano;
   el austro templa, porque suave aliente,
   y así con blando diente 5
   muerde la flor, que aun tierna no se esquiva
   si aún solicita alientos más lasciva.
2 Strictior Eoos præcesserat aura iugales,    Cuando abreviando sombras el Aurora,
Æsti ferum suadens anticipare diem.    precede bella a la carroza ardiente,
   y en luces de esplendor, en luz canora 10
   despierta al Sol, madrúgale a su Oriente.
3 Errabam riguis per quadru compita in herbis, Entonces (dice, en dulce melodía,
Maturo cupiens me vegetare die.    aquesto Cisne) el campo discurría,
   y cuando en sendas deste sitio ameno,
   buscaba abrigo en esa adulta llama 15
   del Sol, que Salamandra ya se inflama,
4 Vidi concretas per gramina flexa pruinas,    vientre su basto seno
Pendere, aut holerum stare ca cuminibus,    en la garma pender blanco rocío,
   que a breve globo aprisionaba el frío,
   y en su lacio verdor me parecía 20
5 Caulibus, et patulis tere tes culludere guttas,    lágrima, que lloró la noche fría.
Et Cælestis aqua pondere tunc gravidas.    Si a esotras yerbas en sus cimas bellas,
   corona de cristal, de nieve estrellas,
   siendo a sus tiernos tallos por vistosas [57]
   sartas de perlas, perlas generosas, 25
   que en nácares celestes engendradas,
   del Cielo al prado fueron feriadas,
Al nacer el Lucero luminoso,
6 Vidi Pestano gaudere rosaria culta.    vi con primor, y aliño cuidadoso
Ex Oriente novo rosida Lucifero.    del esmero Pestano, 30
   del mejor hortelano,
   un rosal tan de gotas salpicado,
   que sudor se ha juzgado,
   que en la lucha valiente
7 Rara pruinosis canebat gemma frutetis,    por escadar de sombras, sudó ardiente. 35
Ad primos radios interitura die.    Desta piedra, que a engaste de zafiro,
   la observa el Cielo con su eterno giro,
   y a sus rayos primeros esmaltaban
   las Rosas, que por su Astro le aclamaban.
8 Ambigeres, raperet ne Rosis Aurora ruborem, Y si del Alba, y Rosa contemplaras, 40
An daret, et flores tingeret orta dies.    el nácar escogido,
   indeciso dudaras
   si el Alba hurtó a la Rosa lo encendido,
   o la Rosa envidiosa, al Alba bella
   della colores trasladó a su Estrella. 45
   El matiz, también vario de este prado,
   osada emulación del estrellado,
   admiraras, si el Sol sus resplandores
   comunicó a sus flores,
   como esmaltó los astros eminentes 50
   en colores de rayos florecientes.
Ros unus, color unus, et unam mane duorum; Uno es todo el rocío de la Rosa,
9 Syderis, et floris, nam domina una Venus.    y el que suda la Aurora luminosa
   en su estación primera,
   un color en entrambas persevera 55
   a un tiempo, pues la rosa se apellida,
   y la Aurora florida
   crepúsculo de nácar, en que se halla
   el Sol Infante en esta luz que calla;
   mas qué mucho en todo corran a una, 60
   siendo en las dos iguales su fortuna;
   pues en entrambas Venus predomina,
   Reina del Prado, y Cielo que ilumina.
Si ámbar la Rosa aspira, [58]
   sin duda al mesmo Venus se conspira, 65
Forsan, et unus odor; sed celsior ille per auras,    y si de ésta el sentido
10 Distatur: spirat proximus iste magis.    por torpe no percibe lo oloroso,
   es olor de otra esfera más subido:
   aquella sí, que al prado delicioso,
   en copa de rubíes néctar grato 70
   deleitosa propina ya el olfato.
Communis Paphiæ dea Syderis, et dea floris, Al lucero fragrante,
11 Præcipit unius muricis esse habitum.    a la Rosa galante,
   de Paso les preside aquella Diosa.
   y así entrambos, librea generosa, 75
   corta rica de púrpura eminente;
   con que el Astro luciente,
   si es que es Rosa equívoco, se duda,
   oh Lucero la Rosa se saluda:
   pues si carmín la Rosa de su vena, 80
   debe a la espina, que impía le barrena,
Monumentum intereat, quo se nascentia florum    el Lucero a su labio
12 Germina comparibus dividirent spatiis.    la púrpura que goza sin agravio,
   viviendo tan iguales,
   que por unos se cuentan ya sus males; 85
   y si el tiempo le ultraja
   a aquel el carmesí, él mesmo le aja
   a aqueste en un desmayo,
   siendo del uno, y otro el propio ensayo.
De aquestas bellas flores, 90
   del Cielo fomentadas a sudores,
   copia sangrienta la Floresta anega;
   mas el discurso entre sus ondas rojas,
   no sin miedo al peligro la navega,
   siendo escollos de nácar dél sus hojas: 95
   tantas arroja al prado
   el Rosal, en sus varas florecientes,
   cerradas, y patentes,
   que con rosetas de rubí, he pensado,
   se disciplina el suelo, 100
Hac viret angusto foliorum recta galero:    por aplacar rigores de ese Cielo.
13 Han tenui folio purpura rubra notat. Allí una Rosa Infante
   mece en su cuna el Céfiro inconstante,
   y en claustro de esmeralda detenida, [59]
   virgen se oculta menos pretendida: 105
   otra al prado se soma diligente
   por celosías de su verde Oriente;
   más al mirarla, trueca vergonzosa
   en carmín el candor su tez hermosa.
Hac aperit prima fastigia celsa obelisci. Al despuntar aquella 110
14 Mucronem absoluens purpurei capitis.    rompe prisiones de su verde Estrella,
   y con su roja punta se conquista
   desabrigos purpúreos a la vista,
   siendo cada hoja en que ella se dilata
   gota de sangre, que de sí desata. 115
Vertice collectos illa eri nuavat amictus.    Otra aquí muy de Venus presumida,
15 Iam meditans foliis se numerare suis.    de su guardada gala hace reseña,
   que el aseo al espejo le compuso
   de una fuente risueña,
   y por salir mejor del tiempo al uso, 120
   de carmesí en follera multiplica,
   hojas de galas, que su ingenio aplica.
Nec mora; ridentis calathi patefecit honorem. Mas otra del botón desenlazada,
16 Prudens inclusi femina densa croci.    y en rojos arreboles destocada,
   un Sol al prado ofrece generoso, 125
   que en rayos de oro ilustra luminoso:
   honor grande del valle, pues sus flores
   vanas, mas lucen con sus resplandores.
Hæc modo quæ toto rutilaverat igne comarum. Pero �ay! que toda aquesta pompa hermosa,
17 Pallida collapsis deseritur foliis.    del vergel, esta antorcha luminosa, 130
   esta hoguera, que roja al prado inflama,
   siendo cada hoja suya ardiente llama:
   este Sol, que a sus rayos fomentaba,
   cuanto aseo al jardín le coronaba;
   con desmayo fatal se descompone, 135
   su luz se apaga al inconstante viento,
   al Occidente el esplendor traspone,
   y la llama consume su ardimiento.
Mirabar celerem fugitiva at ate rapinam, �Oh! qué breve esta flor tiene la vida,
18 Et dum nascuntur, consenuisse Rosas.    Pues edad fugitiva la arrebata, 140
   de su beldad pirata,
   y de un punto al escollo la admiraba
   caduca, y lacia, cuanto más florida:
   saliendo al paso presta, y diligente, [60]
   prevenida la muerte al propio oriente, 145
   siendo la cuna en que le mece el viento
   su fatal Pira, y triste monumento.
Ecce, et defluxit rutilicoma punica floris, Y cuando este prodigio revolvía,
19 Dum loquor, et tellus tecta rubore micat.    y aqueste acaso el labio repetía,
   aún de vida no goza aqueste aliento; 150
   pues mustia vi la Rosa se despuebla,
   y que funesta se deshoja al prado,
   epitafio dejando de su hado
   hojas tiernas, que a letras de rubíes,
   en la esmeralda acordarán constantes, 155
   pues su vida se mide por instantes.
Tot species, tantosque ortus, variosque novatus, La varia diferencia,
20 Ipsa dies aperit; concecit ipsa dies.    que del tirio color matiza el suelo,
   no sin envidia, no sin competencia,
   las galas que renuevan estudiosas, 160
   por lucirse en el prado más hermosas;
   y las vidas que estrenan por flamantes
   allí Rosas Infantes
   el resplendor de un día las festeja,
   y ese mesmo a sus rayos las aqueja: 165
   y con fúnebre sombra oculta, y sella
   de múrice vistosa tanta Estrella.
Conquærimur, natura brevis, quæ gratia florum      est, �Oh tiempo! �oh días! �o naturaleza!
   avara, en cuanto ostentas más grandeza,
21 Ostenta oculis, illico dona rapis.    ya justamente todos nos quejamos; 170
   pues apenas nos pones a los ojos
   estas joyas de Flora por despojos,
   cuando al echarles mano,
   salió nuestro cuidado bien en vano:
   y dándoles más gracia a aquestas flores, 175
   apresuras más presto sus horrores;
   pero ya no me admiro,
   que es de muy corta dura
   cuanto crece en belleza una hermosura,
Quam longa una dies, ætas tam longa Rosarum; Cuantos mide de Oriente 180
22 Quas pubescenteis iuncta senecta præmit.    sus términos el día al Occidente,
   cuando en breve ceniza
   desta Fénix mejor se inmortaliza;
   aquesta propia edad goza la rosa, [61]
   que el Sol en su espacios le señala, 185
   siendo al prado su gala
   fimera, que le acaba lastimosa,
   en la instancia gozando edad adulta,
   y la triste vejez que la sepulta.
Quam modo nascentem rutilus cospexit Etus; Aquella a quien el Sol en la mañana 190
23 Hanc rediens sero vespere vidit anum.    en pañales de grana abrigó infante,
   a la tarde volviendo ya triunfante,
   su edad florida vio trocada en cana.
Sed bene, quod paucis licet in reritura diebus Pero qué importa, �oh Rosa! Que tu llama
24 Succedens ævum prorocat ipsa suum.    tan temprana se apague, aun cuando ardiente, 195
   pues ha tomado a cargo ya la Fama,
   hoy aplaudirte más de gente en gente:
   gozándote perenne, y más constante,
   cuanto antes tu vivir fue un sólo instante,
   permaneciendo fija en la memoria 200
   de tu belleza la pasada gloria.
Collige Virgo Rosas, dum flos novus, et nova      pubes, �Oh! qué ejemplo tan vivo al desengaño
   de una grande belleza:
25 Et menor esto avum, sic properare tuum.    lograd, oh Virgen pura,
   este cortés recuerdo en la pureza; 205
   coged las Rosas, pues, de la hermosura,
   cuando ayuda la edad, la edad florida,
   y en vistosas guirnaldas recogida,
   si intacto su verdor guardáis constante,
   vuestra cabeza ceñirán triunfante. 210
No ajéis su lozanía,
   mirad, que la beldad más grata, y bella,
   como la flor fenece con el día,
   que hermosuras, y flores materiales,
   se compasan a términos iguales. 215

Fin

     Hoc carmine Poeta nos ad voluptatem invitare videtur; sed prudentes magis deterret ab eius ebris; nam (ut Iob dicit): Homo quasi flos egreditur, et conteritur, et fugit, velut umbra. Stultus quisquis in hac, tam fragili vita, qui beatitudinem suam constituerit, et voluptatem inniaverit, Poeta concludens opus, his verbis: Collige virgo Rosas, etc. Sic Ascensiud circa hæc ultima Carmina.

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