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Restos mortales de San Vicente Ferrer

Cesáreo Fernández-Duro





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Entre las instrucciones que se dieron á Diego Maldonado el año 1592, al pasar con misión del rey D. Felipe II al lado del duque de Mercurio (Mercoeur), gobernador de Bretaña, pretendiente de su corona ducal y jefe del partido católico, se le recomendaba procurar por cualquier medio la entrega y envío á España del cuerpo del apóstol de Valencia, enterrado en la catedral de Vannes.

No era el encargo tan sencillo como á primera vista pudiera creerse. Al ocurrir la muerte del santo, el miércoles 5 de Abril de 1419, las órdenes religiosas, singularmente la de Predicadores, quisieron darle sepultura en sus iglesias respectivas y disputaron judicialmente una honra que alcanzó al fin el cabildo catedral por decisión del duque reinante y del obispo de la diócesis, como testamentarios, inhumando el cuerpo con gran pompa dentro del coro, delante de la silla episcopal que mira hacia el altar mayor. El 5 de Abril de 1456 trasladaron los restos al sepulcro magnífico que al efecto se había construído, y pocos años después, dejando en él algunos huesos, se colocaron los más en capilla y altar nuevamente fabricados, dentro de urna de plata con tres llaves.

La ciudad del Turia tenía hechas muchas y apretadas gestiones por conseguir, si no el cuerpo todo, una reliquia al menos de aquel hijo predilecto, cuya última hora sonó al marchar con dirección y propósito de acabar la vida allí donde tuvo principio. Cuando el rey de Francia Francisco I, prisionero de Pavía, pasó por esta ciudad, á cambio de cortesías y agasajos le pidieron los jurados, apoyando al prior del convento de Santo Domingo una Real cédula, que firmó con agrado, ordenando á los canónigos de Vannes la entrega solicitada. Más tarde, en 1532, alcanzó el Padre Maestro Fray Luís Castelloti breve de Clemente VII juntamente con carta expresiva de la reina Doña Leonor de Austria,   —256→   hermana del emperador Carlos V; mas el ruego de la señora alcanzó más afortunada ejecución que el mandato del papa y la orden del rey: el cabildo se negó á desprenderse de la menor parte de aquel, que consideraba sagrado depósito, y gracias á circunstancias extraordinarias, que alejaron de la catedral á los más obstinados capitulares, y á la oportunidad con que las aprovecharon los diputados de Valencia, consiguieron al fin que por reliquias se les dieran un hueso del dedo índice de la mano derecha y otro de la garganta, con autos que se firmaron á 2 de Setiembre del año mismo de 1532.

Por gratitud á la embajadriz Doña Leonor May, que intervino no poco en el asunto, le fué ofrecido el dicho hueso del cuello, instalando el otro con las fiestas y alegría que son de suponer en el convento de Valencia.

No era, pues, sencilla ni fácil, como va dicho, la negociación que desde luego entabló Diego Maldonado, por más que se favoreciera con la legítima influencia del rey católico, cabeza de la Liga, y reclamara testimonios de gratitud al reciente envío de soldados, dineros y municiones, con que quedaba Bretaña asegurada contra la dominación de los hugonotes, por más que apelara con habilidad á los generosos sentimientos de la duquesa María de Luxemburgo, personalmente deudora á D. Felipe de mercedes y consideraciones. No ya el cabildo catedral de Vannes solo; el obispo, el clero todo y el pueblo de su lado andaban alborotados desde el primer rumor de sustracción, haciendo su actitud prudente la resolución de dejar las cosas como estaban.

Maldonado suspendió por consiguiente las pretensiones que siguió más tarde D. Mendo Rodríguez de Ledesma, al sustituirle en la misión general diplomática, transcurriendo siete años antes de lograr resultado.

Siete años de guerra y guerra de religión es intervalo que había de ofrecer necesariamente grandes variaciones. El partido real de Francia, auxiliado de los calvinistas de la nación y de los ejércitos y escuadras enviados por los de Inglaterra, Holanda y Alemania, hubiera dominado fácilmente las fuerzas que podrían reunir los señores bretones; más de una vez se vió en peligro Vannes, y sin los españoles, que heróicamente disputaron el   —257→   terreno dominándolo, el triunfo de Enrique IV no se hubiera dilatado tanto.

En uno de los amagos debió temerse por el cuerpo del santo, pues se sacó del altar en que tenía veneración, para ocultarlo en la sacristía. Si ha de darse crédito á un agiógrafo, el motivo fué, que algunos soldados valencianos idearon la realización violenta de sus piadosos deseos, anunciando una comedia en la plaza para que, distraídas las autoridades y el pueblo, aprovecharan la ocasión de abrir la urna algunos de sus compañeros; pero tal indicación tiene visos de cuento, y serviría cuando más de pretexto á la traslación y extracción en tales momentos de algunas reliquias. La mano de D. Mendo Rodríguez de Ledesma anduvo indudablemente en el asunto, y el maestre de campo D. Juan del Águila, jefe del ejército español, que la tenía pesada, se cruzó en el reparto; pues consta que estando en Madrid por Abril del año de 1600 este caballero, ofreció á la catedral de Valencia un fragmento de costilla, que dijo haberle donado su agradecimiento la ciudad de Vannes, y que por gran merced recibió la del Cid.

Vienen en apoyo de la hipótesis dos cartas del diplomático español, dirigida al rey D. Felipe la una, y al secretario D. Juan de Idiáquez la otra, en el tenor siguiente:

Primera carta.

«SEÑOR:

»No he querido ir cansando á V. M. con lo que se iba haciendo sobre la reliquia del bienaventurado Sanct Vicente Ferrer, hasta tener hecho algo. Ha sido tanta la dificultad de esta gente, que no ha sido posible con cuantas diligencias he hecho, y con ellas he venido á sacar una reliquia grande, que es una canilla entera de una pierna, desde el juego hasta abajo, con una parte del sudario con que se enterró, que es la mayor parte que en el cuerpo habia entera, por haber estado muchos años en tierra. Esto lo ha traido aquí el Abad de Milarruel, que es el que hace oficio de Vicario en aquella iglesia. Estase componiendo. V. M. se sirva de mandar enviar á decir aquien irá dirigido, y si lo enviaré en los navíos   —258→   que de aquí van, ó como se sirve, que cosa tan grande no me he atrevido á disponer dello sin la orden de V. M. aquien Dios Nuestro Señor guarde como la Cristiandad lo ha menester. De Nantes 3 de Marzo de 1597. -MENDO RODRIGUEZ DE LEDESMA.»



Segunda carta.

«Cuando escribí á V. S. la carta en que lo aviso que acompañará á la reliquia de S. M. otra parte que habido (sic) para V. S., no estaba cierto de ciertas diligencias que ha dias que hago con el prior y flaires del convento de los Dominicos que hay en esta villa, en la cual tienen una gran reliquia del bienaventurado Sancto Domingo, que truxo aquí un duque de Bretaña, y aunque entónces tenia grandes esperanzas, fio tan poco de palabras, que no me atrevo á avisallo á V. S. hasta tenella en mi poder. Ahora que lo queda, lo hago, de que irá para V. S. junta con la del bienaventurado St. Vicente Ferrer, que son dos cosas de más de estimar, fuera de ser tan grandes sanctos, ser del patron de la orden y de otro gran sancto de ella, para enviar V. S. á su convento. El de San Sebastian de Guipúzcoa? Irán con sus atestaciones como convienen.

»Recibirá V. S. la voluntad que será siempre de serville. De Nantes. 20 de Abril 1597.-MENDO RODRIGUEZ DE LEDESMA; -A Don Juan de Idiaquez, Comendador Mayor de Leon de los Consejos de Estado y Guerra de su Mag.»



Se hallan estas cartas originales, así como las otras en que primeramente daba cuenta al Rey de la inutilidad de sus gestiones Diego Maldonado, en el Archivo Nacional de Paris, fondo de documentos españoles, cajones K, 1581, año 1592 y K, 1600, año 1597, piezas 49 y 62, y tan guardadas han estado y secreto se ha mantenido el envío de las reliquias, que los que escribieron de la vida del santo no parece las conocieran, razón que me estimula á publicarlas.

No se hace indicación del contenido, al menos en la Historia de la vida maravillosa y admirable del segundo Pablo, apóstol de Valencia San Vicente Ferrer. Ya escribió el P. Mtro. Fr. Andrés   —259→   Ferrer de Valdecebro, Calificador de la Suprema, deudo del Santo. -Décima impresion. -Año de 1740. En Madrid á costa de Don Pedro Joseph Alonso y Padilla, librero de Cámara de S. M., en 4.º

Tampoco se menciona en la Historia de la portentosa vida y milagros del valenciano apóstol de Europa, San Vicente Ferrer. Con su misma doctrina reflexionada. Comentada la que escribió el M. R. P. Fr. Serafin Thomas Miguel, y con la misma Crisi, aumentada con muchas noticias, favores, apariciones y milagros del Santo, antiguos y de este siglo, con otras peregrinas noticias. Enmendada en algo la Cronología, y añadidas Reflexiones al espíritu al fin de los Capítulos de la Vida, Notas con Ilustraciones á la Historia; marginales, y copiosas tablas para alivio de los Predicadores aquienes suplican lean la autoridad de Santo Thomas al fin del Prólogo su autor el M. R. P. M. Fr. Francisco Vidal y Micó, hijo del mismo Real Convento de Predicadores de Valencia. Dedicada al insigne Colegio de la preclara arte de los Notarios de Valencia de quien el Santo fué hijo. En Valencia. En la oficina de Joseph Estevan Dotz. Año MDCCXXXV. Folio.

En esta segunda, ó más bien tercera obra, pues amplía la de Fr. Serafín Miguel, es más de notar el desconocimiento, por dedicar dos capítulos expresamente á la noticia de las reliquias de San Vicente que poseen las iglesias de España y aun del extranjero, empezando por las del convento y catedral de Valencia, siguiendo á la que en 1611 donó la reina de Francia, María de Médicis, de que una parte fué á manos de D. Juan José de Austria, por estar también en el convento de Predicadores y acabando por la que depositó en el colegio ó seminario de Corpus Christi, de la misma ciudad, el fundador y arzobispo D. Juan de Ribera, patriarca de Antioquía, el año 1601, conseguida por intercesión de la mencionada reina María de Médicis y del cardenal Pedro Goudi, habiéndole costado las diligencias y viaje á Vannes 5.500 ducados.

Es esta reliquia una canilla, pero no la misma que envió don Mendo Rodríguez de Ledesma, de paradero ignorado, pues en las Constituciones del colegio dícese haber declaración del Patriarca en esta forma:

«La canilla segunda de la pierna entera del bendito y esclarecido   —260→   San Vicente Ferrer, patron de esta ciudad y reino, la cual hubimos por particular misericordia de Nuestro Señor, alcanzada por los merecimientos é intercesion de este gloriosísimo Patron; habiéndose ofrecido en esta empresa dificultades tan grandes, que es milagro notorio haberse vencido, segun lo refieren Juan Bautista Almoradí, Pedro Martinez Santos y Juan Balón, criados de nuestra casa, que fueron enviados por mí á Paris con esta pretension, y partieron á 22 de Febrero de 1601. Entregóseles la santa y preciosa reliquia á 14 de Setiembre de dicho año, en Vannes.»







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