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María de Zayas y Sotomayor

Biografía de María de Zayas y Sotomayor (Madrid, 1590-1653)

Por Elizabeth Treviño Salazar
Instituto de Investigaciones Bibliográficas
Universidad Nacional Autónoma de México

Portada de María de Zayas, «Novelas amorosas y ejemplares», Zaragoza, Hospital Real de Nuestra Señora de Gracia, 1638. Fuente: Biblioteca Nacional de España - Biblioteca Digital Hispánica.

Si bien es cierto que poco sabemos, con certeza, sobre la vida de María de Zayas, hoy podemos esbozar un perfil más atinado de la ínclita y enigmática escritora gracias a las aportaciones fundamentales de historiadores y filólogos del siglo pasado y del presente. Lagunas documentales impiden hilar una biografía precisa y completa de la escritora madrileña, constituyendo, muy probablemente, el motivo principal por el cual muchos han recurrido a sus textos, al universo de ficción zayesco, en aras de reconstruir su trayectoria vital. Máxime que, como advirtió con prudencia Manuel Serrano y Sanz a principios de la centuria pasada, fueron bastantes comunes en Madrid y en el siglo XVII el nombre y apellido María de Zayas[1]. En palabras de Margaret Greer, la biografía de Zayas se ha caracterizado por ser un bucle entre textos de ficción y biografía imaginaria[2]. Esto ha significado una revaloración de los datos biobibliográficos disponibles de la célebre narradora por parte de estudiosos e historiadores de la literatura, actividad que hemos visto intensificada en las últimas décadas con frutos capitales.

La biografía sobre la escritora más completa con que contamos, a la fecha, la debemos a Alberto Rodríguez de Ramos [2022], quien hace un repaso de la decena de mujeres homónimas que, para inicios del siglo en curso, habían sido consideradas por la crítica como identidades plausibles. Tras un meticuloso y riguroso examen documental, planteando las preguntas pertinentes y brindando respuestas cuando las hubiere, analiza todas estas posibles vidas que pudo tener la dramaturga y novelista y apuesta por una de ellas como la candidata que más se aproxima[3]. Pasado el año de publicación de este trabajo, Manuela Sáez González [2023] da a conocer una carta escrita por la autora en el año 1652 que no solo lleva a descartar dicha hipótesis, sino que permite despejar una incógnita que trascendió centurias, pues con el novel hallazgo ratifica el estado y condición de nuestra autora en el ocaso de su vida y explica, de cierta forma, el notable silencio que siguió a la publicación de la segunda y última colección de novelas de doña María, en 1647. Las aportaciones recientes de ambos estudiosos resultan cruciales para entender mejor el periplo biográfico de nuestra escritora, razón por la cual regresaremos a ellas en la semblanza de Zayas que ofrecemos a continuación (merece la pena aclarar que hemos dejado al margen las conjeturas que se han cimentado en sus obras).

Sabemos que doña María de Zayas y Sotomayor era madrileña, como consta en la portada de la editio princeps (Zaragoza, 1637) de su primera colección de relatos cortos, donde se lee: «Novelas amorosas y ejemplares, compuestas por doña María de Zayas y Sotomayor, natural de Madrid». El dato es corroborado asimismo por Joseph de Valdivieso, quien la llama «hija de Madrid» en la aprobación datada el 2 de junio de 1636 que se incluye en dicho testimonio. En la misma ciudad, fue bautizada el 12 de noviembre de 1590 en la parroquia de San Sebastián, según se ratifica en la partida bautismal que Serrano y Sanz [1905: 583-586] dio a conocer a inicios del siglo XX. En sus Apuntes para una biblioteca de escritoras españolas de 1401 a 1833[4] se incluye la transcripción del documento, misma que reproducimos aquí:

María de Çayas. – En doce días del mes de Septiembre de mill y quinientos y nobenta años, yo el bachiller altamirano, theniente de cura, bapticé a María, hija de don Fernando de Çayas y de doña María de Barasa su muger. Padrinos don Diego de Santoyo y doña Juana de Cardona su muger; testigos Bernabé Gonzalez y Alonso García–Altamirano.

Así, de esta fuente documental sabemos que la insigne novelista fue hija de Fernando de Zayas («Çayas») y doña María de Carasa[5]; y, según añade el ilustre historiador, fueron sus abuelos paternos, Alonso de Zayas, vecino de Los Santos, si bien nacido en Zafra, e Inés Sánchez, de Los Santos. Abuelos maternos, D. Antonio de Sotomayor y doña Catalina de Zayas, ambos madrileños[6].

Dos décimas de María de Zayas en los preliminares de «Prosas y versos del pastor de Clenarda», de Miguel Botello (Madrid, Imprenta de la viuda de Fernando Correa Montenegro, 1622). Fuente: Biblioteca Nacional de España - Biblioteca Digital Hispánica.

De la ascendencia paterna de María de Zayas, cabe mencionar que don Fernando de Zayas fue mayordomo de los VII Condes de Lemos[7], entró a la Orden de Santiago en el año de 1628 y, diez años más tarde, recibió el nombramiento de Corregidor de la Encomienda de Jerez de los Caballeros[8]. Y, por la línea materna, cabe destacar que la escritora fue sobrina de una pareja de notables impresores, importante hallazgo de Rodríguez Ramos [2014] que nos permite situarla en un contexto de estrecha vinculación con el mundo de las letras de su tiempo, hecho por demás significativo para alguien que se abriría paso por el mismo. Luis Sánchez, tío de la autora, sucedió a su padre, Francisco Sánchez, uno de los más famosos y conocidos impresores madrileños de la segunda mitad del siglo XVI[9], como Impresor del Rey a partir de 1590 y hasta su fallecimiento, en 1627. Los siguientes años, la imprenta ubicada en la Calle de la Encomienda, en Madrid, estaría a cargo de Ana de Carasa, hermana de la madre de nuestra escritora; la tía de María de Zayas sería Impresora del Rey durante seis años y dejaría la imprenta en 1633, año de su muerte[10]. El período en que Luis Sánchez se encargó de este establecimiento fue bastante prolífico. En el tiempo que el matrimonio Sánchez-Carasa estuvo al frente del establecimiento tipográfico, salieron a la luz obras de los más grandes ingenios de su tiempo, como Garcilaso de la Vega, Salas Barbadillo, Tirso de Molina, Juan de Piña, Lope de Vega, entre otros. La relación entre la familia de nuestra novelista y la pareja de impresores se antoja cercana, si reparamos en el hecho de que ambos fueron testigos del bautizo de Isabel de Zayas, la única hermana que le conocemos con certeza a doña María[11]. Así pues, podemos decir que el entorno familiar de quien fuera nombrada «Sibila de Madrid» por Castillo Solórzano estaba permeado por las letras.

Señala Rodríguez de Ramos [2014: 244-245] además que, después de que Ana de Carasa enviudara y tomara las riendas del negocio familiar, muchas de las impresiones que vieron a la luz en su taller se hicieron a costa del librero madrileño Alonso Pérez de Montalbán, lo que evidencia un relevante nexo entre dos familias de gran actividad literaria y librera. Para botón de muestra, el caso de una «salvilla sobredorada» que la escritora habría empeñado al propio Alonso Pérez de Montalbán documentada por el mismo Rodríguez de Ramos [2023: XXXIII].

Se desconocen pormenores de la infancia y juventud de María de Zayas. Sus primeros años de vida han nutrido especulaciones de diversa índole. Algunos de sus biógrafos se inclinan a considerar que residió en Madrid gran parte de su vida[12]; otros, posiblemente siguiendo las conjeturas de González de Amezúa, el primer editor moderno de las colecciones zayescas, sostienen que la infancia de la autora transcurrió en Valladolid y su juventud la pasó en Nápoles[13]. Cierto es que Barbeito Carneiro sacó colación aquel documento en el cual se relaciona a Fernando de Zayas y Sotomayor con el VII Conde de Lemos, Pedro Fernández de Castro y Andrade, quien fungiría como virrey de Nápoles entre 1610-1616, y abrió la posibilidad de que nuestra escritora hubiera acompañado a su padre, entonces al servicio de la casa de Lemos. En la misma línea, Sáez González [2023: 325] ha reparado en un documento que da cuenta de las señoras que irían delante de los carruajes en el viaje de vuelta a España, al finalizar el virreinato del VII conde de Lemos en Nápoles. En esta relación figura la mujer de don Fernando de Zayas y su familia. Es altamente probable que la novelista y dramaturga que nos interesa, así como su hermana Isabel, se encontraran entre los miembros de la familia Zayas-Carasa que regresaban a territorio español; no obstante, al no estar referida puntualmente, la presencia de la autora en Nápoles no es un hecho irrefutable[14]. Lo que sí podemos tomar como indiscutible es el hecho de que doña Zayas nunca contrajo nupcias[15], aseveración solo posible gracias al invaluable trabajo de Sáez González [2023]. Hoy sabemos que María de Zayas y Sotomayor nunca fue desposada, pero tampoco tomó los hábitos[16]; esta última idea, que remite al desenlace de Lisis, la protagonista del Sarao zayesco, ha sido y es bastante popular entre zayistas[17], una muestra de cómo se han tomado ideas incluidas en los textos de ficción que produjo nuestra autora como correlatos de su vida.

Ahora bien, independientemente de dónde se encontrara avecindada nuestra autora durante las primeras décadas del seiscientos, si damos por buena la suposición de Alessandra Melloni [1983: 10] respecto a la fecha de la redacción de la única obra dramática escrita por Zayas que ha llegado a nuestros días, quien sitúa la concepción del manuscrito autógrafo de La traición en la amistad[18] entre 1618 y 1620[19], tendríamos a una muy joven escritora incursionando en las aguas de la comedia nueva. Cabe precisar que la crítica tiende a situar la composición de la comedia no más allá del año de 1632, mas ninguna de las propuestas de datación ha sido corroborada por ahora[20]. Como se explora en «María de Zayas en el ambiente literario de su tiempo», entre la década de 1620 y la publicación de su segunda y última colección de novelas en el año 1647, son considerables las composiciones poéticas de su autoría que fueron incluidas en obras de otros escritores coetáneos, así como no son menores las menciones y halagos que, en vida, le confirieron otros exponentes de las letras áureas. En el año de 1637 salieron a la luz las Novelas amorosas y ejemplares, en Zaragoza, en el Hospital Real y General de Nuestra Señora de Gracia, a costa de Pedro Esquer. En 1643, aparece mencionada en un Vejamen del poeta Francesc Fontanella leído en la Academia de Santo Tomás de Aquino de Barcelona en el año 1643, acaso residiendo entonces en dicha ciudad, no se sabe. Y, en 1647, se publica la primera edición de la Parte segunda del sarao y entretenimiento honesto, también en la ciudad de Zaragoza, en la imprenta del Hospital Real y General de Nuestra Señora de Gracia, y a costa de Matías Lizau.

Portada de María de Zayas, «Parte segunda del sarao y entretenimiento honesto», Barcelona, Sebastián de Cormellas mercader y a su costa, 1649. Fuente: Biblioteca Nacional de España - Biblioteca Digital Hispánica.

Durante siglos, el silencio de la escritora madrileña después de la publicación de la Parte segunda del sarao alimentó el halo de misterio en torno a su figura, fraguado por la imposibilidad de probar su identidad: hasta hace poco, muy poco tiempo, solo contábamos con algunos datos certeros sobre su nacimiento y vinculación con el mundo letrado y casi una decena de posibles Marías de Zayas (debidamente revisadas por Rodríguez de Ramos [2022], como mencionamos anteriormente). Sabemos hoy que sus últimos años los pasó en situación de pobreza, como consta en aquella carta, rescatada por Sáez González, que la escritora firmó el 31 de julio de 1652, estando en Madrid. La misiva nos brinda información sobre el deteriorado estado de salud en el que se encontraba entonces, unos cuantos años después de que salieran a la luz sus desengaños; también patentiza las carencias que vivía. En sus líneas, doña María enuncia soy mujer principal y se describe como pobre doncella desamparada de todo favor humano y explica que ha tenido hartas necesidades, como es justo se crean las [ha] tenido una doncella pobre y sola, y con tan poca salud[21], razón por la cual se dirige a los testamentarios de la Condesa de Lemos suplicando su socorro. Ante las muchas Marías que se barajaron durante siglos, es oportuno enfatizar que no cabe duda de que el soberbio hallazgo de Sáez González concierne a nuestra escritora, pues, además de que se despide con sus dos apellidos, la firmante alude directamente a su padre, el capitán don Fernando de Zayas Sotomayor, caballero de la Orden de Santiago y mayordomo de mi señora la condesa de Lemos[22].

Hilando los diversos puntos que sobresalen de esta breve redacción seiscentista, y atendiendo asimismo las coincidencias con el perfil de la escritora, es posible aseverar que el Sarao zayesco y la referida carta pertenecen a la misma pluma, la misma que, un año después, en 1653, moriría «pobre de solemnidad» en territorio madrileño. Lo más seguro es que se trate de la misma persona a la que le corresponde la partida de defunción encontrada en el Libro de enterramientos de la parroquia de los Santos Justo y Pastor de Madrid, identificada originalmente por Agulló y Cobo [1970: 94] y sobre la cual ha insistido Rodríguez de Ramos [2014 y 2022], en donde constan igualmente los dos apellidos de la escritora. El documento, que encontró Agulló (1970: 92) e incluyó en un catálogo con más documentos de diversos escritores (muchos no confirmados) pasó completamente desapercibido por la crítica durante 44 años, no encontrándose mención alguna del mismo en estudios y ediciones de su obra hasta que, gracias a las contribuciones de Rodríguez de Ramos [2014: 246], se incorporara al entonces complejo entramado de defunciones de María de Zayas. El mismo investigador reproduce su original, inédito, en 2022 [Rodríguez de Ramos, 2022: XXXV], obteniéndolo del Archivo Histórico Diocesano de Madrid, donde hoy se conserva el Archivo Parroquial de San justo (Libro 8º de difuntos, f. 145 v.). El documento versa: En diez y siete de enero de mil y seiscientos y cincuenta y tres, murió doña María de Zayas y Sotomayor pobre de solemnidad, por lo cual no testó. Recibió los Santos Sacramentos. Enterrose con licencia del señor vicario y enterrola de limosna don Cristóbal de Moscoso del Consejo Real. Enterrose en San Millán. Diose a la fábrica cuarenta y cuatro reales[23]. Al margen consta: pobre. Doña María de Saias [sic]. A la espera de nuevas revelaciones y aportaciones documentales, presumiblemente es el fatídico desenlace de la aplaudida novelista.

Véase información complementaria en Textos biobibliográficos.

[1] Serrano y Sanz [1905: 584].

[2] Al escribir esto, Greer probablemente haya tenido en mente pasajes de críticos zayistas como este, de Eduardo Rincón [1968: 10-11]: Hay en María de Zayas un conocimiento del amor, de la pasión, que sobrepasa indudablemente la experiencia que puede lograrse a través de la lectura; un conocimiento obtenido de una experiencia directa -y seguramente trágica, infeliz y dolorosa-, vivida, que resulta para nosotros inexplicable no sólo porque los pocos que intuimos o suponemos desdicen en cierto modo la posibilidad de que tal experiencia exista. No parece que llegara a casarse; y siendo mujer y admirada por sus dotes intelectuales, jamás encontró quien loara su belleza, lo que resulta un tanto extraño en aquella época, a poca que hubiera tenido. ¿Será mucho aventurar que debió ser más bien fea o al menos, por decirlo con mayor dulzura, poco agraciada?; o estas palabras de María Martínez del Portal [1973: 29]: este tono de desengaño, que lleva toda la segunda parte, [quizá] tenga su origen en alguna amarga vivencia que dejase herida su vida sentimental.

[3] En pos de la verdadera identidad de María de Zayas, el joven zayista argumenta a favor de una persona del mismo nombre, viuda de Juan de Valdés, fallecida en Madrid en 1661.

[4] Lo localizó por vez primera Serrano y Sanz [1905: 584-585] en el Libro 3 de Bautismos, fol. 213, de la parroquia de San Sebastián de Madrid.

[5] El primero en enmendar la transcripción de Serrano y Sanz, coligiendo que se trataba de «Carasa» en vez de «Barasa» muchos años después, fue el presbítero Matías Fernández García [1995: 69]. Casi una década después, Rodríguez de Ramos [2014] señala pertinentemente las diferencias entre la transcripción de la partida bautismal consignada por Serrano y Sanz y la recogida por el padre Fernández García y se da a la tarea de ir en búsqueda de la fuente original.

[6] Serrano y Sanz [1905: 584].

[7] Este relevante dato sobre el padre de doña María lo debemos a Isabel Barbeito Carneiro [1986: I, 829-876]. Esta estudiosa apunta que se cita al Capitán Don Fernando de Zayas, Mayordomo como testigo de la declaración de la Escritura de fundación otorgada en la noble villa de Madrid, Corte del Rey don Phelipe Quarto deste nombre, nuestro señor, por la Excma. Sra. Doña Catalina de Zúñiga, Condesa de Lemos, madre del dicho Sr. conde, Don Pedro Fernández de Castro, difunto que Dios tiene. En la villa de Madrid, a 12 de mayo de 1625 años y de otra escritura más (Barbeito Carneiro 1986: 871-872). Asimismo, hemos encontrado otro documento donde es reconocido como «camarero del excelentísimo conde de Lemos» (cfr. Jornada que las galeras de España, Nápoles y Florencia han hecho a Barcelona y Berbería en servicio de Su Majestad, documento que recoge Fernández Duro [2006: 384]). Próximamente saldrá a la luz un estudio preparado por Rodríguez de Ramos y Colón Calderón que ahonda detalladamente en la familia paterna de la autora.

[8] En Hijos de Madrid, ilustres en santidad, más de un siglo antes de la noticia de Serrano y Sanz, Jospeh Álvarez y Baena [1791: IV, 48] había ya escrito sobre él: don Fernando de Zayas y Sotomayor, caballero del Hábito de Santiago, capitán de Infantería, que nació en Madrid año de 1566, hijo de don Francisco de Zayas, natural de la Villa de los Santos Maimona, y de doña Luisa de Zayas y Sotomayor. Rodríguez de Ramos [2022] se ha dado a la tarea de cotejar y estudiar estos documentos.

En la partida de bautismo se reconoce a don Diego de Santoyo y doña Juana de Cardona, su mujer, como padrinos; el primero, también perteneció a la Orden de Santiago y fue receptor de penas de Cámara del Rey. Esta noticia la dimos a conocer anteriormente: en el documento «Patronato y fundación del Convento de mínimos de la Señora Santa Ana» del 6 de octubre de 1645, recogido en la Historia de la ciudad de Compluto vulgarmente Alcala de Santiuste y aora de Henares: parte I, De todo lo tocante al antiguo Compluto, asta el año MLXXIX, de Miguel Portilla y Esquivel [1725: 435-437, doc. 269]), consta: [Bartholomé de Santoyo y de Ana Ondegardo y Zárate] Llamaron al patronato [del Convento de la Señora Santa Ana] a su hijo don Diego de Santoyo, recetor de penas de Cámara de su Majestad, caballero del Hábito de Santiago, y a su mujer doña Juana de Cardona; a sus hijos y descendientes, y en falta, a don Francisco Santoyo, hijo de don Sebastián de Santoyo, su hermano (véase Estudio y edición de la “Parte segunda del sarao y entretenimiento honesto” (1647) de María de Zayas y Sotomayor [2018: XIX-XX].

[9] Mercedes Agulló y Cobo 1967: 25.

[10] De Ana de Carasa, Agulló y Cobo [1992: 53] también documenta que fue: Impresora de Su Majestad, a la muerte de su marido, Luis Sánchez, el 28 de abril de 1627. Una hermana suya, doña María de Carasa, estuvo casada con don Fernando de Zayas, caballero de la Orden de Santiago y mayordomo del Conde de Lemos. Añade Rodríguez de Ramos [2014: 244] que las relaciones entre el matrimonio Sánchez-Carasa y los Zayas-Carasa se evidencian en algunos documentos como la partida de velaciones del impresor, en la que fueron padrinos Fernando de Zayas y Ana de Carasa, o en el bautismo de Juana Sánchez, hija de los impresores en la que fueron padrinos de igual modo. Para profundizar en el perfil de esta y otras impresoras del siglo XVII, recomendamos el micrositio Impresoras en Madrid s. XVII de la Biblioteca Nacional de España.

[11] Gracias al presbítero Fernández García [1995: 69]. Las ceremonias bautismales de las dos hermanas tuvieron lugar en la parroquia de San Sebastián de Madrid. Reproducimos la transcripción de la partida bautismal de Isabel de Zayas que nos brinda Rodríguez de Ramos [2014: 242-243]: En 31 de marzo de 1594 baptizó Aº de Zamora, teniente de cura de esta iglesia a Ysabel hija de don Fernando de Çayas y de doña María de Carasa, vive en la calle de la cabeza, fueron padrinos Luis Sánchez y Ana López, testigos Francisco [Miguel] y Bernabé González. El estudioso subraya, a propósito de este testimonio, otro dato: vivían al menos en ese momento en la calle de la Cabeza, en el madrileño barrio de Lavapiés, muy cerca de Antón Martín y a pocos metros de la calle de la Encomienda.

[12] Este lo considera incluso cosa indiscutible (Serrano y Sanz, 1905: 584). Coincide en ello Lena Sylvania [1922: 2], quien afirma: It seems probable that Dona Maria de Zayas y Sotomayor lived in Madrid during the greater part of her life, if not the whole of it. The fact that her novels were first published in Zaragoza is not sufficient reason to conclude that she necessarily lived at any time in that city, although this seems to have remained a question in the minds of some authorities on Spanish literature. Para profundizar en la relevancia de esta ciudad para María de Zayas, tanto biográfica como simbólicamente (es decir, en su obra), véase el estudio de Rodríguez de Ramos y Colón Calderón [2023].

[13] Acaso con estos (los padres) se traslada a Valladolid en la efímera mudanza de aquella (Corte) (1601-1606), (González de Amezúa 1951b: 3) y añade: el argumento de su novela Al fin se paga todo pasa todo en Valladolid, y doña María dice que tuvo noticia de él por los mismos a quienes sucedió. Ora ella, ora sus padres, pudieron conocerlo allí (González de Amezúa 1951b: 3, n. 8).

Barbeito Carneiro [1986: I, 833] también remite a las creaciones de ficción de Zayas para apoyar la hipótesis de que esta pasó la primera parte de su vida fuera de Madrid: Es muy probable que […] permaneciera algunos años de su infancia en Valladolid y otros cuantos en Italia. La propia autora lo da a entender en su Novela VII y en el Desengaño IX [13]. En realidad, la estancia en Italia y más concretamente en Nápoles (cuyo reino demuestra conocer con mucha proximidad en sus novelas) es más que probable, por cuanto hemos comprobado documentalmente, merced a otro nuevo y feliz hallazgo, que D. Fernando de Zayas fue mayordomo de los VII Condes de Lemos […] Y hasta es posible que la propia María de Zayas años más tarde estuviera al servicio de la IX Condesa de Lemos, sobrina de D. Pedro y Da. Catalina, puesto que al dedicarle un romance en el Desengaño III la llama "mi señora".

[14] Difiere de esta apreciación la propia Sáez González [2023: 326], quien concluye que: Este dato nos revela que, además de la mujer de Zayas, también se encontraba su hija, teniendo en cuenta que, al hacer referencia a la mujer de don Fernando de Zayas se añade "y su familia". Eso nos lleva a dilucidar que se trata de María de Zayas, quien se encontraba en Nápoles con sus progenitores, pues no existe otra persona que nos haga suponer lo contrario. Es un testimonio que nos inclina a suponer la presencia de la joven en Nápoles; allí conoció sus costumbres y lugares que utilizó posteriormente en sus novelas.

[15] En la carta que recoge Sáez González [2023: 329], redactada en el ocaso de su vida, la escritora se describe como mujer principal y doncella.

[16] Salvador Montesa Peydró [1981: 27], por otro lado, plantea la teoría de que pudo sufrir un fracaso amoroso, como justificación del cambio de tono entre la primera colección de sus novelas y la Parte segunda, pero le parece poco probable: Algo debió pasar en la vida de la escritora que la condujo a un rechazo total del sexo masculino, atacándolo despiadadamente. Pudo ser un fracaso amoroso, un gran amor defraudado que deshiciera totalmente su vida sentimental.

[17] Algunos, como González de Amezúa [1951b: 45-46], justifican el silencio tras la publicación de los Desengaños con un probable ingreso de nuestra autora en un convento, pues subraya el hecho de que al final de esta segunda y última colección de novelas la protagonista del marco narrativo -Lisis, quien conecta e hila las dos colecciones- sigue tales pasos: A partir de su publicación en 1647 desaparece doña María de la vida literaria y documental, como si se la hubiese tragado la tierra: ni poesías, ni cartas, ni noticia personal alguna de ella. ¿Acaso retirose voluntariamente del mundo, yendo a acabar sus días en un convento? No niego que la conjetura es atrevida y sin más fundamento que el pasaje de una obra donde todo es ficción; pero a mí, por el carácter que doña María revela en sus escritos, impulsivo, ardoroso y vehemente; por el gran desprecio que muestra a los hombres; por su fe religiosa, tan acendrada y honda, nada me sorprendería que, desengañada del mundo, buscase entre los muros de un convento -como tantas otras damas acostumbraban hacerlo por entonces- la paz y el consuelo de su espíritu, acaso conturbado por grandes penas amorosas. Barbeito Carneiro [1986: I, 835] también se encuentra entre los que han seguido esta línea de pensamiento: ¿Cómo y cuándo concluyó su vida? Quizás algún día se le pueda aplicar a ella el final dado a la heroína del Desengaño IX, curada milagrosamente de su ceguera: "Ya no había reino ni esposo en el mundo para ella, que el esposo celestial y al reino de la gloria solo aspiraba".

[18] En la Biblioteca Nacional de España se localiza el manuscrito autógrafo (Res/173) pero no está fechado.

[19] Esto lo menciona en su edición de La traición en la amistad; aunque, anteriormente, en María de Zayas fra commedia e novella, Melloni [1978: 488] sugeriría que se habría escrito a inicios de 1610.

[20] Por ejemplo, Susan Paun de García considera que esta no pudo ser escrita antes de 1630, tesis que sustenta en gran medida en el hecho de que Pérez de Montalbán se refirió a una comedia de excelentes versos escrita por Zayas en su Para todos, publicado en 1632. Explica: me parece significativo que diga que María de Zayas "tiene acabada (el subrayado es mío) una comedia...". Para mí esto sugiere una fecha de conclusión de Traición en la amistad más cercana a la de Para todos (1632), (Paun de García, 1988: 378). La estudiosa también toma el criterio de Morley y Bruerton para la datación de las obras de Lope y lo aplica a esta obra de Zayas. En sus respectivas ediciones, Felicidad González Santamera y Fernando Doménech Rico [1994] y Teresa Scott Soufas [1997] se acercan a las conclusiones de Paun de García y fechan la obra alrededor de 1630; en la más reciente edición electrónica de esta pieza teatral preparada por el Grupo Te@doc de la Universidad de València, a cargo de Teresa Ferrer Valls [2015], no se aborda el tema de la datación de la misma.

[21] Citamos por la transcripción que brinda Sáez González [2023: 329], tomando la libertad de modernizar grafías.

[22] Respecto a la carta en cuestión, la estudiosa aclara: Desconozco si la carta es autógrafa o mandad escribir por la autora al encontrarse tan delicada de salud, por no haber hallado otro escrito suyo con qué cotejarla. Sin embargo, me inclino por no atribuirla a su propia mano, porque de lo contario al menos pondría su firma, (Sáez González, 2023:327, n.10).

[23] Seguimos la transcripción de Rodríguez de Ramos [2014: 246]; también hemos modernizado grafías.

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