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ArribaAbajoAlegoría del Libro décimo

Este Libro es todo Alegórico; Y se insinúa en él que el Héroe después de haber vencido, y sosegado aquellas Gentes, pensó que Leyes le daría, y como formaría la nueva Ciudad.

En Origuara que lo lleva a ver la República Dichosa, se explica es tan difícil Acción fundar, y hacer feliz un Reino, que es menester para acertarlo la concurrencia de especial Auxilio Divino (depositado en Origuara).

Carlos que lo acompaña, significa lo Benigno, y piadoso de Colón; Calidad sin la cual serían tiranas las Leyes; y quizá aludiendo a esto dice el Poeta en otra parte hablando de Carlos.

El Pecho que hacen Celestial las Ciencias.

Jaime es Emblema de la Religión; Y así al hacer Colón este Acto de Entendimiento, lo ilustra, y fortalece el Auxilio Divino; Y lo acompaña la Benignidad, y la Religión. El Rey luego del País oculto, que le muestra, mas no explica las Selvas portentosas, es el Entendimiento Agente, que de la Fantasía recibe los fantasmas, y los desnuda de la materialidad, para que con ellos se fecunde el Entendimiento Cognoscitivo. La justicia que le enseña lo admirable de Leyes, Estilos, y visible lo Espiritual, es este segundo, y mejor Entendimiento, donde se halla el Objeto proporcionado a la Potencia; Esto es Espiritualizado; Para que pueda conducirse a perfección el Acto Intelectual, que en la Reflexión, y Exclamación con que después Héroe prorrumpe, se muestra perfecto discretísimamente. Los muchos, y admirables misterios restantes, por no poder decirlos todos, los fío a la investigación de los Estudiosos; como también el aplaudir los aciertos de coronar el fin a la Obra, pues la concluye el Poeta hablando con la Majestad Cristianísima de LUIS DÉCIMO CUARTO El GRANDE.

El Nuevo Mundo

Poema Heroico de Don Francisco Botello de Moraes y Vasconcelos.




ArribaLibro décimo




1


Era al tiempo que nace en cuna fría
la niñez de las llamas que el Sol dora,
y se espereza tierno infante el Día
en el florido seno de la Aurora.
Por arrullos sutil murmureo hacía
al Rayo nuevo el aura voladora;
rasgando por mantillas felizmente
sus Arreboles el purpúreo Oriente.




2


Al pestañear Celeste que ilumina
la Esfera a balbucientes esplendores,
en la tierra, en el viento, y la marina,
se trasladan bultos a colores;
herida de su vista en grana fina
la Emperatriz se enciende en las flores;
y el ave y fiera, que su ardor regala,
estremece la piel, sacude el ala.




3


A este tiempo Colón: Mas oh inmortales
divinas Musas, ¿dónde mi ardimiento
sin vos huella caminos Celestiales
nunca emprendidos de otro Humano Aliento?
En mi gran tela, en quien a los Mortales
enseña lo Feliz profundo acento,
ya ha llegado la diestra, mal segura,
del mayor tramo a la alta contextura.




4


Si a vos (sumas Virtudes) cometido
fue un tiempo en Alas conducirme alternas
a Esfera em que aprender pude el sonido
de las volubles Cítaras eternas;
Si por vos, elevando el fiel gemido
en que Amor me dictó lágrimas tiernas,
inspiré de la Trompa la armonía;
Dad todas hoy vigor a mi Osadía.




5


La Tierra, Madre de ignorancias sólo,
donde Escipiones ya no hallan los Enios,
por linaje dulcísimo del Polo
hiere (Madrastra en fin) los sacros Genios.
Sin sombra o fuente que del fiero Apolo
o de la sed defienda los ingenios
míseros buscan por sendero horrible
de la Virtud la Cumbre inaccesible.




6


Reina la Adulación, Deidad se aclama
la Riqueza, de insultos ciega amante;
yo lo vi, cuando el Error que infama
los Palacios, me hurté al infiel semblante;
Cuando huí de la Corte en quien derrama
tantos monstruos Plutón, que cada instante
al negro Umbral para verterle enojos
rechina el Quicio, estallan los Cerrojos.




7


Ya la Corte habitó; ya en Obeliscos
vi esa Sierra de torres erizada
en cuyos Capiteles o altos riscos
por selva crece tanta Cruz dorada.
Mas a mucha impiedad formaba apriscos
la Pompa de sus Coches dilatada,
donde tronando ruidos vanamente
aún se afecta el Poder, Omnipotente.




8


Hoy pues (Celestes Ninfas) que dichoso
rompí del Laberinto el ciego lazo,
y que he podido conseguir ansioso
(Amiga Libertad) tu dulce abrazo;
En este mayor Vuelo misterioso
esfuerce mis Cadencias vuestro brazo,
porque a pesar de Invidia iguale atento
al raro Asunto el portentoso Acento.




9


Ya los Cuatro gloriosos en la incierta
sombra vían la luz confusamente,
en fe de fenecer la Gruta yerta
cuando empezaba el Sol resplandeciente.
Rompen Jazmines que a la bronca puerta
del risco eran cortina floreciente;
y a un Prado salen, donde suspendidos
el Deleite no cupo en los Sentidos.




10


A un Prado, donde para que eternices,
oh Abril, tus hermosísimos ensayos,
era el Alba, la Rama, y los Matices,
más que Flor, más que Selva, y más que Rayos.
Mostrando que sus ámbitos felices
la Delicia esmaltó, vestida Mayos,
formaba el Aura, el Sol, y el verde Suelo
más que Luz, más que Tierra, y más que Cielo.




11


Divino Alcázar de la Primavera
es todo el Valle entre Favonios roncos;
densa Bóveda de hojas lisonjera
que en las Columnas crece en los troncos.
Sino es que las Rosas en la hoguera
arde la Selva sin estruendos broncos,
y en cúpulas frondosas da su aliento
humos de Ramas a anegar el Viento.




12


Cuando difunde espíritu apacible
en Tempes vistosísimos Pancaya,
cuanto al Hidaspes en verdor plausible
florido exceso del Elisio ensaya,
Y cuanto aroma el Ave indefectible
junta en su hoguera, todo aquí se explaya;
son Babel de deleite, y de bellezas
Frutos, Bálsamos, Flores, y Cortezas.




13


Dulces arroyos mil rasgan el prado
traveseando en inquietudes sumas;
salpican allí un Lirio enamorado,
acá un Jacinto anegan sus espumas;
las Violetas impele aire templado
como que a huir del Agua busquen plumas;
y del Cristal temiendo los confines
se enredan por los troncos los Jazmines.




14


Desarrollan los Mayos florecientes
aquí sus lienzos; rompe Abril sus llaves,
y el Alba en tintas de hojas diferentes,
todos sus coloridos da suaves.
Llenan fragrantes ondas los Ambientes
donde Sirenas las traviesas Aves
baten cantando en Ovas de Esmeralda
leve escama de azul, púrpura, y gualda.




15


En competencia suya hermosas pieles
dan a la grama ejércitos sencillos;
vagando en la beldad de sus Vergeles
doradas Liebres, blancos Cervatillos;
Si la Corza fugaz con plantas fieles
sin inclinarlos corre en los Tomillos,
saltando el Conejuelo aja en las bellas
Flores el tierno humor de las Estrellas.




16


Compite con la Rosa la Granada,
de flor, y frutas Reinas superiores;
en cuya fe más triunfos de encarnada
a una las Frutas dan, a otra las Flores;
del Botón, y la Cáscara elevada
hojas vierten, y granos sus colores,
haciendo la ansia de ostentan tu Pompa
que una se desabroche, otra se rompa.




17


Apacible Niñez de la Arboleda
son los Guindos que ascienden poco al Pelo;
y sus frutas, a quien el Nácar ceda,
pendientes dijes que le feria Apolo.
En los densos Naranjos ver se veda
las Ninfas transformadas; quedan sólo
vivas Limas, palpitando en ellas
dorados pechos de Amadrías bellas.




18


Porque las peinen airecillos roncos
las Parras: vierten pompa dilatada;
las Parras, de la testa de los troncos
bulliciosa peluca enmarañada.
No las admiten sólo Álamos broncos,
mas de cualquiera Planta allí elevada
cuelgan a haces los Pámpanos opimos,
y penden los Racimos a racimos.




19


Poblaban verdes Chozas esparcidas
aquel Terreno bienaventurado,
ocupando sus márgenes floridas
tendido un carro aquí, y allá un arado.
Los Bueyes con las frentes mal erguidas
descansaban ociosos en el Prado,
y su aliento humear a luz temprana
con el fresco se ve de la mañana.




20


Allí cándidos Cisnes conducía
dulce Serrana que a la luz se atreve;
Acullá baladoras con el día
tierno Zagal las ovejuelas mueve;
Despierta el Labrador al Sol que vía
por la rendija entrar del seto leve,
y alegre sale de su choza yerta
haciéndolo agobiar la angosta puerta.




21


Todo el Valle es pacíficos objetos
y de halagüeño Amor imperio blando;
los rudos troncos aman, y entre afectos
están las varias hojas anudando.
Ríen las selvas; a su acción sujetos
los Riscos su beldad viven amando;
y toca ardiendo el Aura licenciosa
los rojos labios de la honesta Rosa.




22


Suspiran por el Céfiro, encendidos,
los matices espíritu de aromas;
las Tórtolas se besan en los nidos;
arrúllanse lascivas las Palomas;
mugen las Vacas; a su voz movidos
los Toros, a quien tú, Ciego Amor, domas,
se ven venir; y en ímpetu sencillo
vuela a la fiel consorte el jilguerillo.




23


A un lado del camino un monte estaba,
a quien Flora, esmerando sus pinceles,
dio siempre, por si al valle lo igualaba,
peso feliz de Mirtis, y Laureles;
al pie dél una gruta se rasgaba;
donde, cargado el risco de vergeles,
entre pintadas conchas y corales
oprimido sudó blandos Cristales.




24


Al Arco de la gruta fiel Boscaje
dulces Yedras y Pámpanos tejían,
que en lazos bellos, sierpes de follaje,
se enroscaban tal vez, tal se mordían;
algunas roto el alto maridaje
casi el Cristal tocando, allí pendían,
donde a abrazarlas, como Amor lo fragua,
falta la arena al borbollar del Agua.




25


Por una calle de Álamos, torcida
al vago arbitrio de la fiel Ribera,
va su espuma a ser plata entretejida
en los brocados de la Primavera.
Celosas aun del Sol, formas tupida
nube las ramas de su alegre esfera,
oponiendo en densísimo desdoro
escudos de Esmeralda a asaltos de Oro.




26


A pocos pasos bulliciosamente
ruedan varios molinos a su abrigo,
cuyos humildes techos felizmente
de lejos hace blanquear el trigo.
Quiébrase en los Rodeznos la corriente,
si en la piedra se riza el grano amigo;
y al Viento en blanca nube peregrina
polvos de agua exhaló, y ondas de harina.




27


Vueltas luego las Selvas portentosas
en Joyeles, se ilustran más triunfantes:
transformaron su pompa las hermosas
Flores en resplandor de Astros brillantes.
Muestran todos los troncos luminosas
de plata hojas, y frutos de Diamantes,
quedando el Sol que mira el dulce Prado
al súbito reflejo deslumbrado.




28


Los riscos coronados de Alelíes
son Crisólito y perlas de Luz llenas;
visten los brutos pieles Carmesíes;
Y lanas de Oro (oh fiel rebaño) estrenas.
Vierte el arroyo en guijas de Rubíes
preciosa tempestad a las arenas;
manan las peñas leche; y corredores
Nilos de Miel endulzan los verdores.




29


Todo era el valle Luces y hermosura,
a cuya vista con tropel urbano
aplaudiendo divina la espesura
toda la gente se agregó del Llano.
Tal, cuando enciende el Viento la Alba pura,
los que rinden al Sol incienso vano
velan devotos a adorar leales
las repetidas Llamas Orientales.




30


Suspendido Colón gustosamente
las transformadas selvas atendía,
y los concursos de la agreste gente
que el seno de las Chozas despedía;
Cuando del Montecillo floreciente
salir mayor escuadrón se advertía
a cuya novedad con yerto modo
fue calma la inquietud del Valle todo.




31


Era este el Rey, a quien los Magistrados,
y el Pueblo, acompañaba en facción tanta;
y a quien de la venida y los cuidados
de Colón dio noticia Visión Santa.
Del lecho, antes que el Alba los dorados
Luceros desvanezca, se levanta;
y compitiendo pompas con el día
el Huésped grande a recibir venía.




32


Vertió golfos de Gentes el camino
al dulce Valle con festivo alago,
rebalsando el viviente remolino
de la ancha Selva en el florido lago.
Ondeando en tanto Pueblo peregrino,
a ser de Hombres pasó Danubio vago,
Mar que antes era inmoble en mil colores
perezoso carámbano de Flores.




33


El príncipe a las selvas luego amenas
salió con las Togadas Jerarquías;
sus Carrozas, de varias Flores llenas,
agrestes Carros son, bueyes las Pías.
Corónanse los bueyes de azucenas;
y cada Carro es tal, que juzgarías
mirabas con prodigios halagüeños
lejos del tronco florecer los leños.




34


Penden haces de Rosas que lo abrazan
del cuello al tardo buey, que Elisios brilla;
y rojos tramos de Clavel se enlazan
por Ejes, Ruedas, Pértigo, y Toldilla.
El movimiento que los tumbos trazan
tal vez deshoja su beldad sencilla,
y volviendo a la selva sus pensiles
se anegan los Abriles con Abriles.




35


Mas ceda toda pompa a los doseles
del Rey, cuya Carreta unció vistosa
blancos toros; a quien vistió las pieles
labrada red de mucha flor hermosa;
parece que allí el Alba sus pinceles
probó; o teñir queriendo alguna Rosa
caer dejó en las pieles sin destreza
borrones de carmín Naturaleza.




36


Jamás Creta escondió en tales colores
algún toro que ofrenda a Jove sea;
Creta, halagüeña patria de las flores,
alabe o no su Idalio Citerea.
Ni al mugidor Osiris con primores
florecientes el Nilo así hermosea,
cuando en sus reses que adoró el Egipcio
transformaba en Deidad el Sacrificio.




37


Por Dosel iba una Águila de Rosas
haciendo blanda sombra al Rey sublime.
Abre las alas, y en las generosas
garras una enroscada Sierpe oprime.
Son flor la Sierpe y Plumas espaciosas;
y porque todo a un tiempo el Aura anime
finge en murmuréos, en temblores miente,
vuelo al Águila, y silbo a la Serpiente.




38


Los Costados del Carro en lisonjeras
pompas cada uno inmenso abril florece;
nieva el Jazmín tejido en sus esferas
dulce pared que en Rosas se enrojece.
Un Cielo de vagantes Primaveras
no ya Carro, se ostenta; en quien parece
que un Pensil cada tabla, un signo sea
cada buey, cada cuerno el de Amaltea.




39


Era el Rey vuelto, a quien daría
Chipre sus Solios entre los más bellos.
Pardo gabán fue el traje que vestía;
ampos el Rostro, y Oro los Cabellos.
De sus facciones dulce la armonía
los dulces prados enamora al vellos;
y atraídas quizá de sus primores
(Orfeo mudo) lo coronan Flores.




40


En llegando a Colón, del Carro augusto
a abrazarlo se antoja diligente.
Oh tú (le dice) Capitán robusto
ya esclarecida Luz del Occidente,
Dichoso llegue a nuestro Imperio el justo
blasón de tu Osadía; y felizmente
esta Aurora amanezcan sus Deidades
a esclarecer Horror de mil edades.




41


A mucha Profecía ha sido objeto
entre nuestros Mayores tu grande Alma
anunciando alto bien cuando el efecto
rompa a nuestro esperar la ansiosa calma;
Mas ya ¿quién no percibe de tu aspecto
esperanza mayor, de mayor palma?
Feliz quien llega a ver con Luz brillante
reiterada Edad tanta en su semblante.




42


Ya, queridos Vasallos, nuestro espanto
atiende la admirable fiel Victoria
que ha sido en la esperanza tiempo tanto
noble peso al afán de la Memoria.
¿No veis, en fe de que el Impíreo santo
vierte a estas selvas soberana Gloria,
como en su claro espacio reverbera
resplandeciente extraña Primavera?




43


Corred todos, llegad al peregrino
Celeste. Embajador del Orbe amante;
este es, dichosa Patria, este es el digno
felice Nuncio del Zafir brillante.
Así, aplaudiendo el Héroe Ligurino,
el Monarca a su pueblo hablaba errante;
admirando en Laurel de Estrellas dueño
ser más gloria al Presagio el Desempeño.




44


Deshecho luego el lazo en que ceñía
al gran Caudillo el Príncipe dichoso,
el Joven Carlos (lleno de alegría)
a Jaime, y Origuara abraza ansioso.
Llegan los Magistrados a porfía
rendidos con obsequio generoso;
y en todo el Valle suenan lisonjeros
aplausos de los grandes Extranjeros.




45


Corresponden Colón, Jaime, Origuara,
y Carlos a la Noble Cortesía;
admirándose todos de la rara
modesta no esperada Monarquía.
También del Indio en toda faz se aclara
cuanto asombro la Europa allí infundía;
viven absortos en el verde Polo
millares de Hombres con un rostro sólo.




46


Vuelven luego a los Solios, pretendiendo
que a ser de flores Mar vuelva el camino.
En el Real Carro, a todos precediendo,
con su Gente y el Rey, va el Ligurino.
Toman vuelta las ruedas, describiendo
largos giros al Valle peregrino;
y el Monarca a sus Pueblos imperioso
que guíen manda al bosque Misterioso.




47


Has de saber (dijo a Colón) que en esta
dichosa Patria de lo Floreciente
una Espesura está, cuya floresta
la antigua Religión guarda altamente.
Todo mi Imperio víctimas la presta
en el no osar tocarla; y reverente
lejos la adora; que en su Templo oculto
es la Distancia quien acerca al Culto.




48


Ni penetrar pudiera allá a los roncos
interiores murmúreos de sus ramos
nuestra Curiosidad, según sus broncos
vastos lindes tejidos admiramos.
Son muralla densísima sus Troncos;
o congelada peña en verdes tramos;
si no es que sola enlaza en su extrañeza
a toda una Espesura, una Corteza.




49


No sabrá ponderar, docta elegancia
los portentos que exhala augustamente
este Centro feliz, esta Abundancia
de eterna magnitud resplandeciente.
Hierve quizá en Deidad su sacra estancia,
y impidiendo las Plantas su Torrente
rebosa en Luz causando al Sol desaire
a ser glorioso escándalo del Aire.




50


Tal vez un dulce rayo que desata
apacible Volcán su verde Asiento
sobre la Corte nuestra se dilata,
penacho hermoso que engalana el Viento.
Tal vez un Iris baña de Escarlata
Blanco, Verde, y Azul, su Firmamento,
pintando en coloridos mil su anhelo
Cóncavo más Celeste que el del Cielo.




51


Hoy junto al triunfo de la blanca Aurora,
sin que el sueño mis ojos libertase,
una tropa de Ninfas voladora
me avisó cuanta dicha al Reino entrase;
y me ordenó que a su Floresta ahora
antes que a nuestro Pueblo te llevase:
Aquella es ya; mira su Rama atento
si es densa en su verdor más que en mi acento.




52


Hablando así; la Selva percibieron
venerada de tiempo en tanto curso;
Cuando a un raro suceso suspendieron
admirada la acción, yerto el discurso.
Portentos contaré; Rasgarse vieron
la Selva en dos mitades, y al concurso
Campos llenos dejar de flores rojas,
amontonada en dos Olimpos de hojas.




53


Por Segur invisible y mano oculta
caen los Fresnos, el Roble, y las Encinas;
ve el Sol las hierbas que la rama indulta
siglos ha, de sus Lámparas Divinas.
Yacen cortadas en la selva inculta
Plantas de tanta edad, que peregrinas
sobreviviendo a Dioses que hospedaron
Faunos (tomo cortezas) renovaron.




54


Sucede el Aire en el vacío asiento
que hereda de las copas la Aura pura,
porque densa hasta allí gran parte al Viento
macizaba de ramas la espesura;
Vuelan las aves viendo al pavimento
caer el nido y selva mal segura;
la gente a un lado y otro admiraba esta
monstruosa división de la floresta.




55


Así por el Destierro antiguamente
al acercarse al piélago Eritreo
todo el Golfo en dos ondas solamente
arrollado notó el Concurso Hebreo;
huyen los peces; pásmase la Gente,
cuanto del fondo (enjuto a su deseo)
vio ser Orilla por frustrar su pena
dos Montes de Cristal a un Mar de Arena.




56


A pocos pasos de rasgado el fuerte
denso estorbo de Troncos anudados,
llegó el vago Escuadrón con fausta suerte
a extraños bosques de Oro iluminados.
Tanta aquí mineral Virtud se advierte,
que el Sol divulga en Troncos a los Prados
los preciosos secretos que allá dentro
fió el silencio lóbrega del Centro.




57


Luego que nació el Mundo y se destierra
el Caos, tuvo esta Espesura Oriente;
y en ella el gran Vigor que el Todo encierra
lo florido elevó a resplandeciente.
El Verdor yerto se apartó; y la Tierra
que tanto concibió Monstruo Luciente,
al Día en Plantas con que (oh Sol) te agravias;
Potosíes produjo, abortó arabias.




58


Con pasmos se ve aquí desempeñado
cuanto fingen Poéticos Acentos;
Corre el Oro en Pactolos por el Prado;
los Riscos visten de Oro lucimientos;
parece mana el Monte liquidado
en las fuentes que exhala; y con portentos
hierve frío el Metal que el Campo llena
en el Crisol dorado de la arena.




59


Aquí la Hija de Glauco misteriosa,
mejor que en las Euboicas regiones,
la ofrenda a Eneas enseñara hermosa
que abrió paso a las lóbregas mansiones.
Cualquier Árbol en copia da preciosa
los Pemos que a Atalanta eran prisiones;
Oro las Flores son, Oro las Gramas,
Oro el Tronco, Oro el Fruto, Oro las Ramas.




60


El Reflejo que el Prado al Cielo invía
compite con las Lumbres que él le arroja;
espesuras de Llama al Bosque el Día,
y al Día el Bosque exhala incendios de Hoja.
Quiébranse al encontrarse, con porfía
rayos en rayos; su esplendor se enoja,
y haciendo el Aura de Zenithdes centro
son ellos mismos chispas de su encuentro.




61


No es menos raro el ruido en sus Abriles
que al moverse el Metal logra el ambiente;
cada hoja suena a Cítara; y sutiles
sus fibras, cuerdas son de Oro luciente.
Quizá, por desagravio, si pensiles
movió un Mortal en Tracia dulcemente,
esta Selva nació que en sus Hibleos
pueda armoniosa embelesar Orfeos.




62


Un esférico Valle se mostraba
sin Troncos, de tal Campo en la alegría;
cuyo redondo espacio retrataba
la plancha de Oro que nos muestra el Día.
Elevarse en su centro se miraba
un Templo de Oro a la Región vacía;
Esférico también; cual aún la suerte
Gloriosa Roma su Rotunda advierte.




63


Parece que del Solio Omnipotente
robó la pompa esta Mansión dichosa;
tanta Preciosa Piedra felizmente
brilla esparcida en su pared gloriosa.
No Templo, Joya si resplandeciente,
su riqueza la ostenta; y misteriosa
porque el pecho a la Selva ha de adornalle
la guarda avaro el Corazón del Valle.




64


Junto al Rubí, el Berilo en sus colores
la Aurora renaciendo allí retrata;
el Ametisto, y el Diamante, ardores
entre Topacios y Ópalos desata;
brilla el Sardio, de quien los esplendores
el Éufrates en mármoles recata;
y congelado Cielo en pompas bellas
es manchada la Astroites de Estrellas.




65


Remata en medio globo la estructura
deste Monte de Luces venerado,
dominando glorioso la llanura
a los Reinos del Céfiro elevado.
Con divinos relieves la escultura
de su Techo adornó Cincel sagrado;
y corona la Cumbre de su Estancia
una estatua feliz de la Abundancia.




66


De Oro es la Estatua; cuyo bulto ufano
ciñe de Flores apacible copia;
un haz de espigas muestra la una mano;
la otra de Abriles lleno un Cornucopia.
Como caldo al Techo soberano,
de espigas rubio enjambre en él se copia;
donde, en sus visos pálidos grabadas,
las mieses finge el Oro sazonadas.




67


Por toda la inferior circunferencia
con preciosas Columnas divididas
en mil Nichos la Vista reverencia
las Virtudes, en bultos esculpidas.
Creyeras ver de alguna eterna Esencia
patentes las Deidades aplaudidas,
pues de Luceros y Virtudes pura
respiraba esplendor la Arquitectura.




68


Eran las puertas de Coral luciente;
y amaneciendo en él los tornasoles
se fingen de un Sol de Oro, a cuyo Oriente
parecía el Coral los Arreboles;
lisa plana de púrpura su ardiente
tabla se ofrece a rasgos de faroles,
resbalara la Vista en su tesoro
a no tenerse en los follajes de Oro.




69


Luego que se acercó la Compañía
feliz, se abrieron las sagradas Puertas;
y mil vivos Luceros que tenía
dentro del Templo al Vergel dieron abiertas.
¿Quién dirá el esplendor que opuso al día
su tropa Celestial? ¿y quién las yertas
calmas que en Colón y el Reino aunado
se agradeció el Sentido deslumbrado?




70


Tú, gran Platón, la Escuadra y sus felices
Ninfas copia; de ti, de ti fue vista;
pues si se viera el no adorarla dices
fuera imposible al ver la Luz que alista.
Sólo diré en su Traje los matices
de quien nunca pensó la Humana Vista
que junto Iris, Estrellas, Aves, Flores
pudiesen colorir tantos colores.




71


¿Qué Rueca hizo el Diamante hilo? ¿o lucidos
estambres de Crisólito en fanales?
Sólidas Telas arden, reducidos
a copos el Rubí, Perla, y Corales.
Con Topacios florecen los tejidos
Claveles del dibujo, en sus cendales;
y encendida corteza el verde ramo
obstina de Esmeralda áspero el tramo.




72


A unas cuajado de lucientes Flores
Celeste un dulce Mayo las cautela;
Otras hacen constantes los ardores
de tejido Relámpago en gran tela.
Seda es roto en Azules esplendores
el Polo; a otras cendal cándido cela,
y porque el Rostro en sacro ardor no lo aje
en tramas de ampos se congela el traje.




73


Quien un cruzado leño ansiosa abraza;
Quien Columna inmortal; Una a despecho
de la Traición, el velo despedaza
y de nieve un Fe muestra en el Pecho;
Cual un Cordero lleva; a cual enlaza
Abril la frente en mucha flor deshecho;
Y a cual contra el Abismo aun del coraje
copió llamas purpúreas el Plumaje.




74


Como cuando el Rocío ha hecho erarios
del Alba con las lágrimas, las Flores;
al herirlas el Sol, con visos varios,
apuestan a sus átomos colores;
Y cada Flor matices mil contrarios
Verde, Azul, Carmesí tiñe en ardores,
dudando el Aura misma que los mece
si se abrasa el Jardín o el Sol florece;




75


Así en la Selva de Metales bella,
y en el Palacio así resplandeciente,
de cada Ninfa el Traje en luz descuella,
floreciendo al teñir vario lo ardiente.
Vio Colón que una destas era aquella
Beldad que en Nave ya le habló luciente;
Y en ella en fin, respirando el Cielo todo,
dijo al mortal Concurso deste Modo:




76


Triunfantes Héroes, luz de otras Regiones;
y vos que hacéis un Reino de quietudes;
De la Edad veis del Oro las mansiones
donde todas moramos las Virtudes.
Díganlo de esa Selva los blasones,
que vegetando hermosas Magnitudes
de hojas todas Estrellas, lucimiento
apuestan con el alto Firmamento.




77


A ti, Excelso Colón, debe esta Gente
los permisos de entrar a esta Espesura,
destinado por Brazo Omnipotente
felice colmo a su inmortal Ventura.
Más también en su Imperio floreciente
grande aviso hallará tu Atención pura;
admirando en sus Leyes que profundo
te enseña un nuevo Cielo el nuevo Mundo.




78


A estos Pueblos dulcísima se presta
cuanta Felicidad acá es posible;
reside el Bien, no interrumpido, en esta
gloriosa habitación de los Apacible.
No altera mando injusto la Floresta;
ni los Hombres Invidia enciende horrible;
que en estas Selvas dulcemente hermosas
son siempre unos los Ojos y las Cosas.




79


Sólo en ardiente y cándida porfía
miente nieve el Jazmín, ascuas la Rosa;
mentira en fin, que con afán de un Día
la Luz del Sol deshace poderosa.
Roba el Favonio sólo cuantas cría
fragrancias la Espesura deliciosa;
sólo impelen los Céfiros suaves
no el Hombre a Lides, sino a Amor las Aves.




80


No impera aquí el Insulto; no es espanto
admira que, abrazado a Error monstruoso,
en ningún Tribunal, aún sacrosanto,
le falte absolución al Poderoso.
No se aprecia el que inventa al Reino el llanto
de nueva Carga; y firma escandaloso
que sobre el Pueblo, que oprimido cede,
todo se puede bien cuanto se puede.




81


No hay en su Corte Monstruos de Fortuna
que sin Mérito Cultos interesan;
no la Traición, el Odio, o la importuna
Hipocresía en ella se profesan.
No de altiva impiedad hay seña alguna;
ni hacen en los Oráculos que cesan
(Cual ya fingió el Gentil) con duras Leyes
mudos los Dioses los injustos Reyes.




82


Su Gobierno es Monárquico, oportuno
más que esotros que el Pueblo a muchos fía;
y más perfecto, pues no hay otro alguno
que no venga a acabar en Monarquía.
Depositaron el Poder en uno
por ver que sólo un Sol informa el Día;
un Dios el Mundo sin vigor diverso;
y un Alma el racional breve Universo.




83


Mas como debe ser Alma a su Gente,
Sol, y casi Deidad de alta pureza,
no penden de que inútil fatalmente
se lo produzca la Naturaleza.
Es Electivo el Dueño aquí eminentes;
y es dignidad perpetua tu Grandeza,
si tal vez bastardeando el soberano
Carácter, no declina hacia el Tirano.




84


Los Magistrados Grandes y Menores
cifran en clases dos de sus potestades;
Uno de los Segundos y inferiores
preside a cada treinta Vecindades.
Cada diez destos a uno en los Mayores
le reconocen superioridades;
y de unos y otros dura el Poder sólo
cuanto a los Signos da una vuelta Apolo.




85


Aquellos que presiden nunca indignos
a treinta Casas, hacen juramento
que un Hombre eligirán de cuatro dignos
que diga el Pueblo para el Real Asiento;
el que fuere de impulsos más benignos;
de mayor Religión, más justo aliento.
Y cada cuarto espacio señalado,
de la Ciudad, propone uno al Senado.




86


Cada Tercero día con frecuencias
el Consejo supremo y Rey consultan,
componiendo las pocas diferencias
que entre la Gente rara vez resultan.
Mas estas Juntas siempre en las presencias
de Dos de Esotros se hacen, ni se consultan,
porque ausente en tratados que repriman
al Pueblo el gran Consejo y Rey no opriman.




87


De todo dan a sus Familias parte
estos Dos cuanto allí se ha conferido;
con ellas se consulta, y se reparte
la Respuesta al Consejo esclarecido.
Delito es Capital tratar a parte,
o fuera del Senado preferido,
cosa alguna que pueda al ministerio
de las Leyes tocar y del Imperio.




88


Todo Juicio es verbal, en que se apura
de los Civil, y Criminal, la vista;
y la Verdad se encuentra más segura
sin las Cautelas del venal Jurista;
pues cual partido en hilos de Onda pura
un Río el fin de su Cristal conquista,
muere del todo exhausta entre otros Reyes
la Razón dividida en muchas Leyes.




89


Su Traje ya lo ves, mi otros mayores
en su Corte verás que esta llaneza;
basta Lana que observa en sus colores
el tinte que le dio Naturaleza.
Son de Lino sus ropas interiores;
y sirviendo, no el fausto, a la pureza,
lo limpio sólo su atención previno
en la Lana, lo cándido en el Lino.




90


La Seda ignoran; y castigo horrendo
está por ley precisa destinado
para el que otro Uso fuere introduciendo,
o labre el paño sutilmente hilado.
Ríense de todo esto, conociendo
que en fin la Lana y Lino más delgado
no alegará mayor, mejor no deja
progenitor, que el Césped, y la Oveja.




91


Mas la gran fuente donde más deriva
su gran Felicidad a estos Mortales,
es que no los distingue aquí, o la altiva
Nobleza, o diferencia de Caudales.
El Blasón más dichoso suyo, estriba
en no tener Blasones desiguales;
y lo que ajenos hace, sin vaivenes,
los Males, es no ser propios los Bienes.




92


Crecen las Plantas para todos; nace
para todos la Mies; cae el Rocío
para todos; y a todos satisface
en riesgos del Frutal pródigo el Río.
Así logran que Amor su unión enlace;
y ignorando la Astucia y el Desvío
no tan sólo comunes en sus calmas
verás los Bienes, mas también las Almas.




93


Y en fin porque mejor de cerca adviertas
otros Estilos, y otras Leyes tales,
la Abundancia, las Dichas nunca inciertas
que en la Tierra hacen Reinos celestiales;
Y porque aplausos en su Corte viertas
a Objetos no Ambiciosos, Naturales,
a ella ven, donde en ínclita conquista
más rapto el Alma deberá a la Vista.




94


Dijo: y dorando Floreciente Zona
surca su Escuadra el Celestial camino;
mas como altos avisos no perdona
de su Oráculo hermoso, el Ligurino,
Divina Astrea (dice) si es Corona
de una Corona augusta lo Divino,
¿dime cuál Religión descuella cedro
acá tan lejos del Galeón de Pedro?




95


En estos (Respondió) Reinos de Flores
todo está en todo con perfecto modo;
y de alta Religión los Esplendores
están mejor por lo mejor de todo.
Mas no sus Monarquías Superiores
con muchos Sacerdotes incomodo;
Cada Pueblo tiene uno solamente;
y uno la Corte, a todos eminente.




96


Está en el Templo, y este en erigidas
florestas que a este fin el Arte enreda;
y hacen más sus Presencia aplaudidas
respetosos mil velos de Arboleda.
Luego en Chozas, a número ceñidas,
viven (al que el Senado le conceda)
Monjes santos; el Sitio más tejido
el del supremo Sacerdote ha sido.




97


Preñez secunda de la Primavera
se hincha el Valle en un Ródope florido,
y no mezcla sus cumbres en la Esfera
porque a emularla asciende esclarecido.
Fanales de matices reverbera
en las Campañas diáfanas y, erguido,
del Arco de sí mismo a la lid clara
todo en Penachos de hojas se dispara.




98


Cárcel dulce al Oído es el ambiente
que hermoso la Floresta en quiebros hace;
Líquido aborto en risco floreciente
mucha Delicia allí se aljófar, nace.
A la Vista la Luz más felizmente
ríe el Alba; no hay Flor que Ámbar no enlace,
y en la alta suavidad que el Aura le entra
también sus luces el Olfato encuentra.




99


Sólo abrigan sus árboles blandura,
la Liebre de Oro, o pardo el Conejuelo
no la corre (tan densa es la Espesura)
la taladra oficioso, como el Suelo.
En fe de que otros Soles se asegura
ni aun de Luz le introduce sombra el Cielo;
y entran mal (cuando el Viento hojas desvía)
desgreñadas las Lámparas del Día.




100


El Dragón que mil Áspides tremola,
y por traerlas de las Hazas bellas
ató escamoso bálago su Cola
en la mies Celestial haces de Estrellas;
Ese, aunque ardientes furias enarbola,
pisado destas Ramas gime al vellas;
y sin tocarlas postra infaustamente
del Monte al pie la Cumbre de su Frente.




101


Con razón; pues la Gracia a la Espesura
en lo más alto siendo está guirnalda,
para que entre ella esté y la Sierpe impura
la hermosura del Monte y verde falda,
¿Quién negará que inmensa es la Hermosura
deste excelso Gigante de Esmeralda,
si mide su hermosura y fértil vista
cuanto la Gracia de la Culpa dista?




102


De Monjes santos luego Chozas ciento
pueblan el gran Desierto inaccesible,
y penitente el áspero Escarmiento
dulce en brazos se ve de los Apacible.
Así decía: cuando el Firmamento
florido, fue a sus Ojos perceptible.
Arrodillose el Rey; y a vista tanta
dice; y el Alma con la Voz levanta:




103


Salve Erario de Estrellas florecientes.
Jardín del Cielo en Cuadros de esplendores;
En ti son Flores líquidas, las Fuentes;
que riega otra Virtud Fuentes y Flores.
No al Céfiro de plumas diferentes
matices bate; anima tus verdores
(Mar que hunde Olas de Siglos sin medida)
la alta sin margen Fuente de la Vida.




104


Chupa, en vez de la Abeja artificiosa,
volador Escuadrón de Inteligencias
la escarchada Azucena, de la Rosa
las ascuas; del Jazmín las inocencias.
¡O nunca ardiente el Can tu pompa hermosa
muerda, o turben tu Abril frías violencias!
Logre una vez Hermoso eternizarse;
y sea Siempre un Nunca marchitarse.




105


Examina sutil Filosofía
Selvas donde son ramas los Metales;
y otras en que grabaron Simetría
de Hombre, o Bruto cinceles naturales;
Mas en tus Grutas penitente invía
vivo Esqueleto otra Alma a los Mortales;
da el pálido Semblante ejemplo activo,
y en el vivo Cadáver, nace el Vivo.




106


Cesen contigo cuantas selvas bellas
sudó Naturaleza o soñó el Arte;
manan tus peñas Miel, pues corre en ellas
dulce el Afán que la Virtud reparte.
Tus Héroes sacros con que el Mundo huellas
te hacen ser Paraíso en cada parte;
Floreces Gloria; y sólo juntan finas
sus penitentes rostros las Espinas.




107


Con tal Clamor el ínclito Horizonte
saludó el Pueblo Bienaventurado:
Y luego, porque a Glorias se remonte.
Cambian por la Montaña el verde Prado.
La senda que enroscándose va al Monte
pisa; Yedra de polvo, o filo hollado
conque barrena el Aura peregrino
el Caracol riscoso del Camino.




108


Canceles de Jazmines trepadores;
Entre Esmeralda inquietas Fuentecillas;
Céfiros, y Favonios voladores;
Variando el cuello amantes Palomillas;
Deliciosas techumbres de verdores;
Dulces enamoradas Tortolillas;
Cristales que entre piedras armoniosos
huyen de sí, y se buscan bulliciosos;




109


Cortezas que en aromas se liquidan;
Halagüeños murmúreos Celestiales;
Auras en que fragrancias siempre anidan;
Enjambres que unen Néctar en panales;
Grutas que entre las quiebras se solidan;
Claveles que ultrajando están corales;
Céspedes donde el Pardo la Alba mece;
son los Objetos que el camino ofrece.




110


En una parte el Eco en los ribazos
duplica el canto que el Jilguero informa;
gime en otra ausencia, y tiernos lazos
el solitario, de un peñasco forma;
El arroyo a las peñas dando abrazos
duerme en la taza que una quiebra forma,
y en el ondear del piélago que habita
cansado el pecho diáfano palpita.




111


Vuela el Deleite entre el Favonio blando;
mal despierto el Placer yace en su asiento;
son las Flores, su ambiente embelesando,
embriagueces dulcísimas del Viento.
Mas ya llegaban (mejor grama hollando)
a la cumbre del verde Firmamento,
cuando alta Claridad a ser desaire
del Sol, llenó los cóncavos del Aire.




112


Cual Relámpago el negro parasismo
baña a la Noche en llamas presurosas,
listó venciendo aquel luciente abismo
las Tinieblas del Día Luminosas.
Todo el Cielo un boca de sí mismo
fue rasgando sus vallas armoniosas,
por donde todo (ningún Sol limita)
en hermosos fanales se vomita.




113


Torbellinos de luz miran canoras
las Aves en ejércitos ligeros;
son espumas mil Rosas voladoras
en golfos de Esplendores lisonjeros.
Bellos entre Zenithdes, y entre Auroras
se descuelgan racimos de Luceros,
llegando a conocer en tropas bellas
de su Sol la presencia estas Estrellas.




114


Terremotos al Cielo misterioso
le prohija el temblor resplandeciente;
con alas de Carmín, y Gualda, hermoso
vaga mucho Escuadrón Inteligente.
Los airones del Ombro luminoso
baten rizados bulliciosamente,
y introducen sus rápidos celajes
a Banderas los trémulos Plumajes.




115


Corrían estos montes arrollados
de Cielos, Luces, Ángeles, y Flores
hacia el Templo que ocupa los collados
del misterioso Monte, superiores.
Colón, el Rey, la Turba, y Magistrados
Norte hacen de su pasmo los ardores;
síguelos; y a los Ojos que alta inflama
es fija Luz la arrebatada Llama.




116


Ver del Templo a la puerta en el boscaje
el Ministro, y no ver Astros lucientes,
fue todo uno. Al varón blanco ropaje
viste, y coronan plumas diferentes.
Misterio mucho en la Corona, y Traje
veneraban tejido aquellas Gentes
Todos se humillan; busca el Rey, postrado,
lo alto del Culto en lo ínfimo del Prado.




117


Propuso la Justicia el anhelante
Deseo de Colón, y alto Consejo
para saber cuál Religión constante
sigue esta Patria, de la Gloria espejo.
A instancias tales ordenó el semblante
compuesto más el Sacrosanto Viejo:
Gran cosa (dijo) si lo Humano mides,
difícil raro asunto (oh Huésped) pides.




118


Nuestros Mayores, como el Cielo fijo
se eleva a nuestro Ser, todo misterio,
cuanto no es venerar, vano y prolijo
condenaron en tanto Ministerio.
Mas pues, como ya el Numen nos predijo,
vienes Embajador suyo a este Imperio,
la Religión que adora nuestra Gente
diré; y la Razón della justamente.




119


En la Fábrica inmensa introducido
la vivifica Espíritu Constante;
siendo, a un Todo armonioso reducido,
todo Ente alta República elegante.
Por los acordes miembros infundido
Eterno Entendimiento vigilante
la gran Máquina agita, con un extremo;
de hermosas Obras; Este conocemos.




120


No pudo a Todo preceder la Nada,
porque de sí el Efecto Causa fuera;
para ser del No ser al Ser, llevada,
siendo Eterna la Nada, Nada hubiera.
Nada el Ser que no tiene le traslada
al Nada que ha de ser; fuerza es se infiera
Causa Universalísima, que en tramos
de Esencia todo anude; Esta admiramos.




121


Toda Criatura entre el No ser se exalta,
y entre el Ser; y en su espacio poco extenso
que en parte exista Rica en parte Falta
este extremo, y aquél le influye intenso.
Son imperfectas porque un Bien les falta
mas el Bien que les falta es Bien Inmenso,
pues el que tienen si, mas no pudimos
cual no tienen decir; Este aplaudimos.




122


Cualquiera Operación obra ordenada
a una Ley, declarando pende Amante
toda Naturaleza Naturada
de otra Naturaleza Naturante;
Sin esta hubiera entendimiento en nada;
pues entre lo visible aún más brillante,
Sujeto Intelectual a quien debamos
lo Intelectual, no se halla; Esta abrazamos.




123


Posible es todo aquello que si al Acto
se reduce, no tiene inconveniente;
no le tiene un Inmenso Ser que intacto
Soberano existiese Inmortalmente.
Viniendo todo deste Rayo abstracto,
si es Posible, es en Acto juntamente;
que nada estorbará, sin bien miramos,
que sea lo que es más; Este ensalzamos.




124


La Natural Gran Madre con pureza
siempre nos grita dogmas soberanos;
Lenguas de hoja, acción de Astros su Belleza
fiel desvela instruyendo los Humanos.
Nunca puede engañar Naturaleza;
y en los súbitos riesgos inhumanos
naturalmente es cierto que imploremos
Mayor Ser; luego existe: Ese queremos.




125


Quien es Eterno es por sí mismo; y nada
eficiente, final Causa a sus dones;
que hollando del No ser la mayor Nada,
en la del No ser bien no halla objeciones.
La Esencia que de alguna no es causada
sola se limitara Perfecciones;
que el Ente es por si el todo, percibimos,
sin límites sufrir; a Este servimos.




126


El Máximo Existente no el Ser diera
a todas Perfecciones oportuno
si la perfección toda no tuviera,
y incomparable a todo no fuera Uno.
Si hubiese otro, fuerza es los distinguiera
una Virtud, o un Vicio, el importuno
Vicio desdice; y de aquel Ser no hallamos
fuera alguna Virtud; Uno adoramos.




127


Creemos luego que es Eterna el Alma
que en nosotros al Cielo corresponde,
Superior a los Brutos en quien Calma
la Esencia, y en la Nada al fin se esconde.
Horizontes llamamos con fiel palma
toda Criatura Racional, adonde
los Hemisferios dos que al linde apuntan
del Tiempo y de la Eternidad, se juntan.




128


El Ser Corpóreo acerca del que es Sólo
objeto Espiritual, Obrar no puede;
pues se viera que así la Causa el Polo
de su Naturaleza propia excede.
Todo Objeto nuestro Ánimo entendiolo
aún siendo Espiritual, pues se concede
a su elevado Vuelo que un abismo
dividiendo de Luz, llegue a Dios mismo.




129


Lo Espiritual no se divide; luego
¿quién que Eterno ha de ser podrá negarle?
Si muere el Cuerpo es por que abriga ciego
Contrarios mil que llegan a arruinarle.
Sus Contrarios posibles con sosiego
Ve el Alma, sin que logren minorarle:
Timbres cuanto Obra más la ilustran varios;
la aumentan si es posible sus Contrarios.




130


Si Mortal fuera el Alma, sólo fuera
su Fin durar; mas vemos que a Dolores
como súbdito suyo en quien impera
el Cuerpo obliga y lazos exteriores;
Tal vez (como Inmortal se considera)
Briosa los Sentidos Inferiores
lleva a la Muerte misma y Fin, que horrible
es el Terrible más de lo Terrible.




131


En todo Objeto nunca la Rudeza
de los Brutos, se abstiene hasta saciarse;
ni se dio de lo Eterno a su Torpeza
el Deseo que no hubo de lograrse.
Fuera Necia y Cruel Naturaleza,
si viera este Apetito dilatarse
en más que el Hombre en quien se enciende activo
lo Eterno a esclarecer lo Sensitivo:




132


De todo el Universo en la alta Esfera
nada hay que ilustre el Sol, y (oh Abismo) escondas
que del Alma del Inmortal que nos modera
no sea Objeto en Cielo y Grutas hondas.
¿Quién no la ve que inmensa casi, impera
conociendo Aires, Riscos, Llamas, Ondas?
Aún Laureles en sí consigue atentos;
pues aún conoce sus Conocimientos.




133


Este es el Don Mayor que a esotro justo
Incomparable Ser agradecemos;
Por el cual para el Bueno y el Injusto
destinadas Mansiones dos Creemos.
Sin fin en la Una ante el Criador Augusto
el no haber que Esperar, de un Siempre, vemos;
y hay con rabias, de la Otra en la espelunca,
el Infeliz Desesperar de un Nunca.




134


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163


Dijo: y toda la Gente y las Virtudes
dejando el Prado que Astros vegetaba
se encaminan con lentas inquietudes
a la Corte que junto al Bosque estaba.
Llevó el camino Heroicas Magnitudes
a una Colina que alta registraba
la Corte excelsa; un Río que la baña;
y hermosa en variedades la Campaña.




164


La Vista arrebata felizmente
la Población hermosa, que en bien hechos
Edificios, si bien poco eminente,
campeaba de las Plantas a despechos.
De un cándido betún resplandeciente,
que hay en aquella tierra, eran los techos;
pareciendo a reflejos que dilata
en Piélagos de Hierba Isla de Plata.




165


Estaban por el Campo derramadas
varias Ninfas en varios ejercicios;
Unas se ven a Bailes entregadas,
Otras cogen floridos desperdicios.
De Jóvenes también tropas aunadas;
se advierten por sus gramas; propicias
la hermosa Variedad del Prado exaltan;
Luchan aquí, allá Corren, allí salvan.




166


Algunos, de los Libros meditando
los Metales están ricos Tesoros;
Otros por el Florido Imperio blando
la Beldad siguen que causó sus Lloros.
Y Otros a Orfeo vencen, suspirando
al son de un Instrumento; tan Sonoros,
que ver esperarías en sus Tierras
aves Monstruosas mil volantes Sierras.




167


Quien examina con cuidado atento
las hierbas que la Selva da Florida;
y quien Versos compone que su acento
después con alma exalte esclarecida.
A tanta vista en su espesura el Viento
bien hallado, de ser fugaz se olvida;
y en suaves remansos sin desvío
se miraba que huyó de huir el Río.




168


Colón, que iluminar quiere su Idea,
preguntó en copia tal de ocupaciones
por cual causa, dejada su tarea,
busque la Gente agreste diversiones.
A cuya instancia la Divina Astrea
(en cuanto de las ásperas mansiones
del Monte, van al Prado descendiendo)
satisfizo Dulcísima, diciendo:




169


Aquí (donde los Dogmas ves perfectos)
la Agricultura y fértil desperdicio
es Empleo común, que a sus efectos
Varones y Hembras destino propicio.
Enséñase en la Escuela por preceptos;
y después con el útil Ejercicio
en el fecundo Prado cuya estancia
tiene de la Ciudad menos distancia.




170


Demás desto que a Todos los comprehende
y el Campo inclina a Cultivar divino,
distinta ocupación cada uno aprende
como las Lanas fabricar o el Lino;
La Cantería que los Riscos hiende;
La Herrería a que el fuego le es benigno;
o la Carpintería, en Selva instable
Peste de acero a Vulgo vegetable.




171


Bien es verdad que siempre estos Oficios
según su agrado el Profesor elige;
Lo común es que el Hijo en ejercicios
en que su Padre estudia, se prohije.
Mas cuando a otro diverso con propicios
dictámenes el Genio lo dirige,
pasa adoptado a hallar aquella Ciencia;
y en su Elección le nace otra Ascendencia.




172


Las Telas, Carnes, Frutos, y en fin cuanto
ha menester un Pueblo, en dilatadas
Lonjas ya Trojes, el Senado Santo
hace junten sus Gentes desveladas.
De allí cada Vecino lleva tanto
Como quiere de todo a sus Moradas;
y Nadie pide ni usurpó sin modo,
pues Nadie compra y todos tienen todo.




173


Después que Mieses ya logran bastantes
dan en Barcas el otro Trigo al Río,
por si hay más Gentes. A quien aun distantes
y ignoradas los junta Afecto pío:
Sus Piedades en Piélagos undantes
nadan allá encendiendo el Cristal frío;
y al Grano que de Surcos cárcel lo ata
vaga es la Espuma Libertad de Plata.




174


Hay Instrumentos para cualquier Arte
públicos sin que alguno los posea;
y en providencias ínclitas se parte
el Medio como el Fin de la tarea.
Si envejece una Casa, se reparte
Gente por quien compuesta al punto sea;
de todos es cada una; y sin engaño
suelen cambiar entre sí cada año.




175


Aquellos sólo que el Afán no obliga
los Estudiosos son, el Magistrado,
y Sacerdotes; que en mayor fatiga
lo Docto los detiene y lo Sagrado.
Aquí verás que Gran Laurel consiga
el Don de la Poesía sublimado;
mas Nombre tanto sólo da su Fama
al que lo Heroico y lo Divino aclama.




176


Procésanla Mujeres, y Varones;
y encendidos con Ímpetus propicios
mil Especies allá de otras Regiones
verter los hace el Rapto en desperdicios.
Describir para ejemplo las Acciones
grandes del Reino, y detestar los Vicios
es lo más a que sirve esta elevada
Ciencia de todas Ciencias agregada.




177


En fin por ser los que el Afán contrastan
casi todos en esta Monarquía,
tres horas de Mañana, otras tres bastan
que trabajen de Tarde cada día.
Y así del Tiempo lo restante gastan
(como ves) a su antojo en alegría;
bien que el que sea honesta, desvelado
lo ordena y lo examina el Magistrado.




178


Dijo; y a la Ciudad dio el Tropel puro
más Luces que transportan los Etontes;
Las Paredes con ramas en no obscura
verdor se ven tejer sus Horizontes.
Joven Tropa por dar tal Selva al Muro
a las Lomas vellosas de los Montes
con mil Tijeras de Segur activas
las Lanas esquiló vegetativas.




179


Las Ventanas, las Calles, parecían
más que llenas formadas ser de Gente;
hablando Unos con Otros discurrían
del Monstruo suceso, absortamente.
Aquel que Metal viste (Unos decían)
es din duda el Caudillo del Oriente;
Aquel que en largo Traje viene oculto
será Sagrado el que Ministra el Culto.




180


Pregunta al Alma anciana, con cuidado,
tierna Virgen: ¿Cuál Tierra hay peregrina
donde nacen de Hierro congelado
los Hombres? ¿Quién así el Metal afina?
Aquel Dragón de Plumas enroscado
que en su Cabeza al Aire remolina,
es vivo acaso, y con horror no amigo
silva por devorar el Enemigo.




181


El más Anciano inquieto le agradece
a su Edad que durase hasta aquel día;
las Damas cuanta Rosa Abril florece
de los balcones vierten a porfía;
a Azucenas caer allí parece
roto el Sol blanco de la Láctea vía;
y a Claveles venirse (ardiendo el suelo)
en Estrellas de grana abajo el Cielo.




182


Por la espaciosa Calle luego a una
de dos Plazas que aquella Corte tiene
el Pueblo los guió donde oportuna
gustosa salva la Atención proviene.
Dio lugar la Plebeya la importuna
muchedumbre al mirar que el Triunfo viene;
y encontraron los Ojos mil hermosas
Ninfas que animan, al pisar, las Rosas.




183


Danzando en dulces instabilidades
al extraño Concurso hacen cortejo;
parecía que el aire y las Deidades
dan las alas de Amor a su despejo.
¡Oh cuánto! ¡oh cuánto alienta sus Beldades!
con razón; pues triunfando en su festejo,
de Esferas tales al girar florido
debió la Inteligencia ser Cupido.




184


A la Música así vaga la planta
con bulliciosos pasos se ceñía,
que una sola cadencia en gloria tanta
lo errante y lo sonoro parecía.
Corre instable la Cítara, el Pie canta
em confusiones suaves y armonía
añadiendo la Huella al Instrumento,
cada Lazo que teje otro Acento.




185


Al Compás de los dos latía huraño
cualquiera Corazón blandas centellas,
copiando en palpitar que adula el Daño
el Vuelo deste la Inquietud de aquellas.
De sus Descuidos fue milagro extraño
saltar tropiezo a sus hermosas huellas;
que en cada Flor que el Blanco Pie nevaba
mil tiernos Vasallajes encontraba.




186


Más que el Respeto el Pasmo aquel recinto
de Gente suspendió; y en sus acciones
con las Plantas allí por tierno instinto
saltan unidas las Adoraciones.
Enrédanse en su instable Laberinto
Vidas; mas a pesar de las Prisiones
sigue al Ligero Alcaide y dulce Objeto
cargado con los Grillos el Afecto.




187


Es la Inquietud de su Belleza errante
Cansancio ajeno que el que vio padece;
y a la astuta fatal Cadena amante
un eslabón cada Mudanza crece;
apacible Dogal era triunfante
el Hilo que en sus Lazos no fallece;
y apretando Albedríos que atar pudo
cada Vuelta que estrecha fue otro Nudo.




188


Un Viento y otro vieron agregarse
luchando todos con ardor crecido,
y anhelando ambiciosos por rasgarse
de aquel Primor al Rapto esclarecido.
Si ya pudiera al Éxtasis hurtarse
destas Mudanzas el Mortal Sentido,
aprender dellas Movimiento viera
los Celestiales tumbos de la Esfera.




189


Desde aquí en la gran Calle, la Imperiosa
Astrea el Triunfo prosiguió aplaudido,
siempre explicando cuanta Misteriosa
Acción vía, al Varón della instruido.
Muchos Carros y Pueblo a la dichosa
función llegar miraron; y Escupido
por mucha Boca calle (oh Tropel) corres
de entre los gruesos Labios de sus Torres.




190


Aquella (Dijo Astrea) Tropa unida
a verte es de otros Pueblos concurrente;
gran gloria da a tu Gloria difundida
permitirse el viaje a tanta Gente.
Nadie aquí vaga; Angustia desmedida
dicen que es de su Patria estar ausente;
mezclan en esto Religión que observan;
y de Egipto la antigua Ley conservan.




191


Egipto indignos cuantos no formaban
su Reino, del juzgó con fiel justicia;
Res de Egipto en sus hostias y apuraban
en sus Caracterismo hierba Egipcia.
Menfis en piedras que las Nubes lavan,
de alumno Mármol ostentó propicia
duros, si antes divinos en su estilo,
los sacrosantos légamos del Nilo.




192


Aquí, bien como allá con vaga ausencia
peregrinar vedaron leyes pías;
Ninguno lo ejecuta sin licencia
del Magistrado, y con precisos días.
Muestra ésta donde a hacer va residencia,
y trabaja o ya en Pueblos o Alquerías:
sólo es Juez blando fija, en este suelo,
la intermisión del público Desvelo.




193


Un Carro con dos Bueyes aprestado
y Esclavos dos le dan a quien impera;
estos (cesando el Tiempo examinado)
vuelve a la Patria que feliz lo espera.
Vive a vista de todos y ocupado
en todo el Reino; en cuya acorde Esfera
son una Casa mil Comunidades,
y una Familia son muchas Ciudades.




194


Dejó de hablar: y de Alabastro puro
ven gran Palacio, en cuya simetría,
mordido el mármol de cincel no obscuro,
cincel monstruoso el Céfiro mordía.
Más a las Casas enramando el muro
festiva mano aquí reverdecía;
y en la flor que inmensa amontonó a la Calle
para el Pueblo vestir defundó el Valle.




195


Aquí (prosiguió Astrea) de las Ciencias
se enseña el preciosísimo tesoro,
parte deste alto Alcázar a excelencias
sirviendo del feliz sabio decoro;
guárdanse en otra parte con decencias
sus Leyes que fiel culto escribió en Oro;
y en medio está del todo que la abarca
la Real Mansión del ínclito Monarca.




196


En otras grandes Salas cuanto apresta
verás Marcial el Reino acero horrible;
con Causa justa no hay Nación como Esta
tan Fiera; aun Odio imprimir en lo Insensible.
Parece hacen sacuda la Floresta
la Baqueta del Austro imperceptible,
y le formen bramando Parches roncos
las verdes Pieles de los altos Troncos.




197


No dan lugar a las Civiles Guerras
sus Leyes que se abrazan felizmente,
y también el no haber en estas tierras
división de Caudal que Odio alimente.
Forman otras acá menores Sierras
linde entre esta Nación, y una infiel Gente;
lidian allí; y cesando la Pelea
también sabrás como el Comentario sea.




198


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299


Desde aquí la gran Calle a la otra Plaza
los Concursos llevó, en cuyas mansiones
el Docto Gremio de estudiosos traza
Festejos a Colón y aclamaciones.
Con Arcos de Jazmín toda se enlaza;
y en ellos, llenos de altas Inscripciones
por más Floridos Genios Celestiales,
mil Epígrafes son Rosas Mentales.




300


Había un gran Teatro en que Gloriosa
recitar suelen contra el Tiempo y Parca
la alta Poesía; y en fe desto, hermosa
sombra le hace un Laurel que el Viento abarca.
Aquí (apenas la Plaza honró espaciosa
Colón, con las Virtudes, y el Monarca)
de Flores Coronada una Doncella
se ostentó; más que su Diadema Bella.




301


Todos pendían de la Ninfa atentos;
Cuando añadiendo nueva Gloria al Día
se oyó apacible en varios Instrumentos
ordenado Desorden de Armonía.
A su Compás la Ninfa en los Acentos
que enseñaron al Cielo melodía,
dando a Colón aplausos Inmortales
vertió al Aura feliz Cláusulas tales:




302


Triunfa; Oh excelso Caudillo, oh más que humano
Legislador, en quien vivió lo Justo;
sea eterna en tu Frente y en tu Mano
Divina la Balanza, el Yelmo Augusto.
Rendidas las Escuadras y Error vano
adoren ya tu Espíritu robusto,
por quien se ve en aciertos que eslabona
Ser Fiel de Astrea la Hasta de Belona.




303


Triunfa; oh Tú, a cuyo Nombre al atenderse
los Caudales del Reno Corredores
rinden Cultos, llegando a conocerte
Descendencia de sus Emperadores.
Bebieron Luces para esclarecerse
las Águilas augustas, y Colores
de Esmaltes rojos a tu Sangre ufana
dio la Cesárea Púrpura Alemana.




304


Triunfa; Pues porque el Erebo se asombre
Rayos la Religión te da Invencibles,
y tu Constancia te adquirió el renombre
de que aún Suceso harás los Imposibles.
Mandas; y es tu Prudencia más que de Hombre;
Lidias; y haces tus Palmas infalibles;
siendo en Saber y Impulso peregrino
tu dictamen Deidad, tu acción Destino.




305


Triunfa; Pues ya dio Aplauso a tu decoro
más Mundo que ese adonde celebrado
es el Tajo feliz tempestad de Oro,
es el Tíber de Luz raudal Sagrado.
A admirarte clarísimo Desdoro
de cuanto Semidiós vive exaltado
Tierras te aguardan, de riquezas llenas,
que anhelante el Leucadio abraza apenas.




306


Triunfa; Que emula al Sol tu Heroica Llama
otra Eclíptica forma en las Riberas;
y a señalarle término a tu Fama
no hallan Trópico alguno las Esferas.
Ya, en común beneficio que te aclama,
excede tu Esplendor esas Hogueras
con que es en blando Espíritu fecundo
la Pupila del Cielo Alma del Mundo.




307


Triunfa; Pues a tus Hechos excelentes
logras que el Manto azul papel se exalte;
las Luces tinta; y plumas las ardientes
del Cisne, o Fénix que es al Polo esmalte;
Carro es la Eternidad, y concurrentes
vulgos los Siglos sin que alguno falte;
y a ceñirse se tejen de faroles
una Zona Laurel y hojas mil Soles.




308


Cantó así: Y en airosas claridades
el Concurso obsequiando reverente
dejó el Teatro, oyendo inmensidades
de víctores que da a su Voz la Gente.
Mas en Carlos feliz que sus Beldades
y Acentos percibía absortamente
pasaron con dulcísimas prisiones
de admiraciones las Admiraciones.




309


(¡Suceso extraño!) Su Jacinta bella
en la Hermosura misteriosa vía;
aun sin su rostro gritan hoy que es Ella,
la Música, el Lenguaje, y la Poesía,
Grande en el Joven suspensión descuella;
a la Vista el Vivir todo corría;
y tuvo harto que hay en fin más arrojos
en tener Alma allí para los Ojos.




310


Cuando libraba que alto el Oceano
sus Luces le apartaba furibundo,
y era invidia su Rayo soberano
a estotro Cielo, honrando estotro Mundo
en dos Soles sus Ciclos mira ufano;
y ve escrito en un rostro sin segundo
(¡ay cuánto deletrea su Memoria!)
con rasgos de Carmín Esta es tu Gloria.




311


Albricias (oh Jacinta) ya el Tormento
no hará sus ansias de tu Albor lunares;
Ya aquel Carlos, aquel tu amado Aliento
pidiéndote perdón, te dan los Mares.
Si te miró con Ceño hasta hoy violento
la Suerte injusta pródiga a pesares,
de tu Amante en el rostro ya oportuna
la Risa viendo estas de la Fortuna.




312


Corre (oh Carlos) del Héroe Victorioso
turba el Triunfo, que a Amor haces agravios;
Corre, y frustre a la Ninfa Amante ansioso
sus Compases tu Unión, su Voz tus Labios.
Artes del Grande Autor son portentoso
Fuegos de Amor que todo encienden sabios;
y acaso es más, si este gran Triunfo calma,
nacer un Reino que hallar Vida en Almas.




313


¡Mas ay! Que juzga el Joven admirado
que no es Jacinta la que a ver alcanza,
mas Beldad parecida, y engañado
tiene la Identidad por Semejanza.
El Idioma atribuye al venerado
Poder que le desmiente la mudanza;
Ni halla camino que a otro Mundo atento
la llevase, lino es su Pensamiento.




314


Callaba Inquieto; Ansioso suspiraba;
y intentando explicar su Angustia muda,
el Metal de su Voz siempre gastaba
la interior Lima sorda de la Duda.
¡Fiera impiedad de Amor! Cuanto empezaba
a renacer el vínculo que anuda,
para que en vivir tarden las Uniones
hace que mueran las Respiraciones.




315


Aquella Luz (decía) que allá, en prueba
de que supo ser Luz, supo ser suya,
podría tanto errar que en Beldad nueva
vuele a que nuevo Resplandor la incluya;
¡Oh cuánto el Corazón que es Ella aprueba!
Latiendo el Alma pide puerta en que huya;
O vos, Corazón mío, en Luz distinta,
no sois mi Corazón, o esta es Jacinta.




316


¿Cómo haría en dos Centros Caos vano
mi amoroso Universo otra Belleza?
¿y quién copiar podrá aquel más que humano
último Esfuerzo de Naturaleza?
Ella es; Ella es; el Mundo, el Oceano
todo hollé, y en Región de más pureza
pasado el Occidente llegó ahora
a ver cómo en su Patria está la Aurora.




317


Así discurre viendo arrebatado
con qué alborozo el Corazón palpita;
el Corazón, que el Nombre Idolatrado
en el rumor de los Latidos grita.
Sigue en el gran Concurso con cuidado
la Causa que su Incendio no limita:
Calla lo que discurre, y solamente
parte exhala del Pecho en Eco ardiente.




318


Díjola allí:¿ Por qué hermoso Tirano
acordes ruinas labras en tu Acento?
¿Quién advirtió jamás que el Mayo ufano
dulcísima ponzoña exhale al Viento?
Vence la Voz al áspid inhumano;
mas tu Canto es estrago más sangriento,
y Áspid tu Lengua da a la Vida agravios
de entre las frescas Rosas de tus Labios.




319


No mi Oído enajenes que ansias cobra;
bastan mis Ojos; y en mi Pecho herido
a tu Parcialidad bella le sobra
la Confidencia ya de otro Sentido.
Si por vencer mi Aliento hechizos obra
tu Voz, cese su encanto apetecidos
siquiera porque puede en tal conquista
robar tu Acento palmas de tu Vista.




320


Negándose a su fuga voladora
embelesados en el Viento y graves
tu Armonía atendieron hoy sonora
los ejércitos leves de las Aves;
Daban por culto, aunque te ven Aurora,
fiel Silencio y no Músicas suaves;
que sola dulcemente se divisa
digna tu Voz de saludar tu Risa.




321


Estaba toda el Alma en mi suspensa
sin ver el Corazón acometido,
antes amando la apacible Ofensa
se abrevió en las Regiones del Oído.
Hallaste el Pecho (oh Ninfa) sin defensas
venció tu Voz; tan luego, que en su ruido
fue el Clarín mismo que emprendió tus Glorias
el Estruendo triunfal de tus Victorias.




322


Canta en los Giros de su instable anhelo
el Azul, el Luciente Paraíso;
Que sin esta halagüeña gracia el Cielo
sus altas ruedas impeler no quiso.
La Hermosura, a quien llama Cielo el Suelo,
ser de facciones Música es preciso:
¿Que mucho triunfes, cuando tu pureza
enlaza otra Armonía a la Belleza?




323


¡Oh! si dos Almas esta vez mi Aliento
con nueva Animación tener pudiera,
porque dos Cultos en mi Rendimiento
tengan tu Voz y hermosa Primavera.
Mas pues son imposibles deste intento
las Víctimas que ansioso considera,
si Cantas, deja el Alma a tu Voz pura,
y vuélvela en Callando a tu Hermosura.




324


Con una hermosa Risa cautamente
muda al Amante respondió la Dama;
hasta que se declara ya Impaciente,
y la arrebata Amor hacia su Llama.
Cuanta Gloria en un Pecho y otro ardiente
creciese entonces, júzguelo quien ama
Así en fin de un Pesar encanecido
Hijo el Placer, por tardo es más querido.




325


Al absorto Congreso el Curso, ciego
de sus Casos Jacinta hermosa cuenta.
Refiere que Deidad Auseolo luego
la veneró después de la Tormenta;
Dice como la huyo el Raudal del Fuego,
y como Naobacán seguirla intenta,
y allá en el Barco se libró confusa,
con cuanto ya ha descrito nuestra Musa.




326


Las Virtudes la hallaron; la Venida
de la Armada le advierten, y su Amante;
Y por Poetisa y Música la unida
gran Corte el Himno le encargó Triunfante.
Ella al fin y Leonor enternecida
se ven y abrazan; y en Unión constante
las junta con aplausos de alto estilo
dulce Himeneo a Carlos y a Camilo.




327


Ya había visto todos los Misterios
Colón, de aquel Impíreo de Amaltea;
Cuando antes que dejase sus Imperios
le preguntó la Soberana Astrea:
¿Héroe Feliz que de otros Hemisferios
estos ilustras en nadante brea,
te parece este Extraño Emporio digno
del Nombre de República benigno?




328


Oh Virtud Santa (respondió) ha gran rato
que arrebatado en mudas suspensiones
luchando estoy cuando explicarlas trato
acá dentro con mis adoraciones.
Felice el Rey, Felice el Pueblo grato
que mereció habitar estas mansiones
pues República en cuanto alumbra Apolo
no sólo es Esta, mas lo es Esta sólo.




329


En ninguna otra parte está atendida
la Pública Salud que aquí florece;
mas la Abundancia, en pocos detenida,
es Obstrucción de que el Común fallece.
Junta el Avaro bienes sin medida,
y aún cauteloso finge que parece;
y por nuevo Caudal, con sed traidora,
del Caudal las noticias atesora.




330


Los pocos a quien vemos los recuerde
allá el Trabajo, con Dolor constante
cual Esclavos la anciana Edad la verde
en opresión consumen incesante.
Da Vida a la República, y la pierde
en continuo trabajo el Laborante;
y tanto suda en angustiadas leyes
el triste Agricultor como los Bueyes.




331


Huella Ciencia y Virtud no alimentadas
quien tiene; y para a Alguno hallar propicio,
por viles medios (¡oh maldad!) ajadas
han menester las apadrine el Vicio.
Niega el sustento, niega las Moradas
la Tierra al Racional docto ejercicio;
y a los que son más que Hombres da sin frutos
menos comodidades que a los Brutos.




332


Por ventura ¿no es fiera, no es Ingrata
la República Infiel que en sus Errores
inmensas Sumas de Caudal desata
para Grandes? ¿de Vicios Inventores?
¿y nunca atiendo a cuanta Hueste grata
lidia, o profesa doctos Esplendores?
¿ni a las Agrestes Gentes, y Oficiales
del Civil Cuerpo espíritus Vitales?




333


¿Y cómo no será ciega Locura
que al Indigno haga Ilustre un gran Ropaje?
¿y que siendo exterior su Contextura
de Espíritu, o lo quite, al Pecho el Traje?
Quien se viste de Seda o Grana pura
trata al menos pomposo con ultraje;
Ser da Quien no le tiene; Es en su Abismo
el Hombre menos parte de sí mismo.




334


¿Pues qué de los Deleites inhumanos
diré que el Ocio y el Poder conduce?
¿y de las Artes y Ejercicios vanos
que la Necesidad fiera introduce?
De rodillas están muchos Humanos
delante de Otro, y Gloria esto le induce;
con que llamarlo la Lisonja aleve
duda Hombre ya, si Dios aún no se atreve.




335


Pues luego los Togados que encubierta
Maldad abrigan con la Ley desleales,
alimentando el que a pleitear acierta
Astucias sólo en tantos Tribunales;
Cual Jayanes de Mármol que a la puerta
de algún Palacio vemos, son los tales;
muestran que el Reino elevan en sus Cuellos,
y le son Carga y lo desploman Ellos.




336


¡Oh Desorden! ¡Oh Edad! y ¡Oh cuán distantes
desto las Leyes son que ahora he visto!
Bien creo yo que a todas las restantes
Tierras daría este Gobierno Cristo;
Sino se interpusiera a sus amantes
Sacras Piedades, con horror mal quisto,
la Rabia que en la Tierra está extendida
de la impura Soberbia enfurecida.




337


Este Espíritu inmundo apoderado
de todos los Humanos Corazones,
hace que Nuestro Error contra sí armado
se oponga a Nuestro Ser, piense traiciones.
Si infama al Áspid el Veneno airado
que dio Naturaleza a sus Acciones,
¿qué hará al Hombre que en ruinas que se adquiere
nuevos Venenos, Peste ajena inquiere?




338


Ya el Mundo vio por este Imperio ciego
el Caballo en las Clines lisonjeras
(que a adornar nació el Prado con sosiego)
las Plumas competir de las Cimeras.
Ya el Ganges (aprendiendo en nuestro Fuego
llama los brutos) miró en sus Riberas
brotar su vasta Fiera a sus Caudillos
Monte animado Selvas de Castillos.




339


Ya las Aves que en diáfano Elemento
estaban sólo a ver sus Vuelos hechas,
se admiraron rasgar notando el Viento
huéspedas alas de rabiosas Flechas.
Los metales el Odio armó sangriento,
y salió el Hierro infiel de las deshechas
entrañas de la Tierra, con Renombres,
a esconderse en los Pechos de los Hombres.




340


¿Qué diré del Cañón donde el inmundo
Infierno por nosotros vio emularse?
¿y qué de la Carcasa, furibundo
Monstruo mayor, más digno de execrarse?
Nuevo Globo de Acero sobre el Mundo
revienta en Llamas; Como al acabarse
será el Abismo, para hacerle Guerra,
Respiración postrera de la Tierra.




341


Mas pues hace este Error que se reprima
sólo aquí Imperio tal que Auroras vierte,
¡oh! eternícelo el Cielo; y siempre oprima
los deleznables vuelos de la Suerte;
Pues si el Ave que a Arabia la sublima
costar tanto milagro al Sol se advierte,
más debida será luz más segura
de tan rara Provincia a la Edad pura.




342


Dijo Colón: y Astrea misteriosa
que las Leyes impresas vio en su Mente,
y en su Pecho el Afecto que piadosa
fomentó la República excelente;
Ya (le dice) la vuelta victoriosa
es preciso que des a ver tu Gente,
porque fabriques em el Orbe Nuevo
nuevo, Muro que tema el mismo Erebo.




343


Esto el Brazo que en triunfos te levanta
decreta a tu Desvelo; y que advertido
la dirección imites sacrosanta
deste felice Reino esclarecido.
Así imperaba: Cuando Carlos Santa
Divina Astrea este alto don te pido;
si adore digno estas Espesura bella,
permítenos vivir más tiempo en Ella.




344


Yo que heredando Nobles Esplendores
logré que la Fortuna en Pompas vanas
me de, al nacer, esmaltes triunfadores
de Ilustres Ascendencias Lusitanas;
Y inundando el Espíritu de Ardores
en brazos de las Musas soberanas
tuve la Cuna, porque el Tajo luego
de Jacinta cantaste el dulce Fuego;




345


Varias Tierras corrí; traté lo Raro;
mas lograr admiré en la Gente astuta
si aplausos la Virtud y el Plectro claro
premios la Fraude y la Lisonja bruma.
No de Monstruos tal copia en el Tenaro
vio Orfeo; En el Tenaro, en cuya Gruta
de sí propio el Vacío hasta el Abismo
se precipita trágico en sí mismo.




346


No canté en Breñas; ni en el Juicio urbano
fui indigno del Laurel que excelso adoro.
Teatro ha sido el Orbe Carpentano
siempre Augusto, a mi Espíritu sonoro.
Atendí en Mantua el Coro Soberano;
Mantua me oyó y me admitió Gran Coro;
veneré, embelesado a suavidades,
cuantos Poetas vi tantas Deidades.




347


Ya notando me arrogan Sacras Lumbres
muchos Doctos Espíritus atentos,
furiosa de la Invidia la costumbre
calificó mi Estudio y mis Acentos.
Corto es el Monte si la verde Cumbre
no le opugnan airándose los Vientos;
Bajo es el Cisne si contra el no lidia
rabiosa la Ponzoña de la Invidia.




348


Más de una vez del Carro Luminoso
vi los Perros ladrarme en el profundo,
y al Compás del aullido tenebroso
surqué, riendo el estrellido Mundo.
En mi Plectro de Alcides armonioso
mordió tal vez la Clava Diente inmundo;
mas a Todos la Sangre ardiendo agravios
le vi teñir el Tósigo en los Labios.




349


Y pues sólo en Región donde habitando
las Virtudes están, que el Cielo inspira,
de la Docta Poesía el Eco Blando
libres del Odio los Aplausos mira.
Aquí dichoso exaltaré Cantando
la Razón, la Virtud, y en mayor Lira
aclamaré el Vigor, que da fecundo
Pompa al Mar, Gala al Cielo, Vida al Mundo.




350


Soliciten en la Europa Algunos
labrar Palacios, cumular Riquezas,
o Estatua a los umbrales importunos
de algún Prócer adulen sus Torpezas,
Que mayor Pompa da, más oportunos
adornos la Virtud en sus purezas,
y más Alcázar en aquel de donde
mira Elevada cuanto el Mundo esconde.




351


Ardan con Lumbres de Oro martillado
los Rayos de la Rueda nunca firme,
y aún todo el Coche en que se ve exaltado
quien causó mi Destierro al Competirme;
Que yo Felice en mí a pesar del Hado
haré que digno quieran admitirme
de las Musas las ínclitas Beldades
Compatriota Inmortal de las Deidades.




352


La Heroica sólo alta Virtud imprime
Venturas que no acaba Edad alguna,
y en sus Regiones para ser sublime
no ha menester el Hombre a la Fortuna.
Vendrá Gente que Eterno me sublime
y ignore desos Vanos la Real Cuna,
que para excelsa Fama y sus Clamores
no el ser Más falta donde hay ser Mejores.




353


Tú, Gran Colón, fomenta que yo ansioso
trate los Cisnes desta extraña parte,
pues Aquel soy sin duda que armonioso
destinaron los Cielos a aclamarte.
Dijo: Mas siendo ya el partir forzoso,
Colón mejor Neptuno y nuevo Marte
tierno del Reino allí se despedía
y a Todos abrazándolos decía:




354


Vivid felices; ignorad pesares
oh Vos, Nación que diviniza el Hado
a mí por nuevas Tierras nuevos Mares
de unas ansias en otras me ha arrojado.
Segunda vez fiado a los azares
del Golfo miraré que en vidrio airado
maleza de Cristal nieguen a mis lumbres
de la alta Europa las fugaces Cumbres.




355


No penderá infeliz del viento leve
o del Feroz Neptuno, vuestro Aliento;
ni temeréis que al Norte le remueve
divorcios del Imán el Firmamento.
No tendréis que vencer Tormenta aleve
ni, vencido ya el Golfo el Norte y Viento,
más infiel que sus riesgos desiguales
la ingrata Sinrazón de los Mortales.




356


Príncipe Augusto, Estrellas que glorioso
rayáis este Orbe bienaventurado,
a Dios, pues yo de aquí brazo imperioso
lo fugaz me honestó en lo violentado.
En cuanto vean mis Ojos el hermoso
Día, siempre en mi Pecho y mi Cuidado
más raíces tendrá vuestro amor puro,
que esta Selva feliz, por quien lo juro.




357


Dijo: y con Origuara en nuevo ambiente
fundó (cual lo que ha visto le aconseja)
Ciudad a quien el Nombre dio excelente
de Sacra Navidad que el Daño aleja.
Contar, como dejando alguna Gente
al nuevo Muro, a Guanagari deja;
y como luego Europa lo aplaudía,
nuevo Poema y nuevo ardor pedía.




358


Y ya al Sosiego anhela fatigado
mi Aliento. ¿Durarás a mis Despechos
o Asunto? Ya, ya te oyen exaltado
de la Ibera Nación los Claros Pechos;
Nación, que en mí Destierro dilatado
así atrajo mi Canto con sus Hechos
cual del Viador la Vista y la Presencia
Ciudad que está fundada en Eminencia.




359


¡Oh España! ¡Oh Nación fuerte! Que pensamiento
siempre de tu Gobierno tus Blasones,
sin él, viste el Estrago más horrendo;
con él, todas venciste las Naciones;
Mira en tu Edad primera mereciendo
Mundos Nuevos Gloriosos tus Pendones,
y advierte que en la Infamia o en la Gloria;
de ti pendo tu Ruina o tu Victoria.




360


A tu Celo y Aceros nunca enjutos
de la África sangre en las corrientes
dio el Cielo los vastísimos tributos
de otro Mundo, otros Mares, y otras Gentes.
No tus Caballos, no tus muchos frutos
compraron tanto Emporio, o tus lucientes
minas preciosas, mieses singulares
desa Luz que se siembra en nuestros Mares.




361


Tales Palmas y Timbre esclarecido
cuando hay Justicia su esplendor produce,
cuando el Premio y Pavor apetecido
tiene por Norte el Mérito que luce;
Cuando una misma puerta al Templo unido
de la Virtud y del Honor conduce,
cual un tiempo admiró la Vencedora
Roma, en fe deste lazo triunfadora.




362


Pondera en cuanta extraña portentosa
Empresa tu Ardimiento se ejercía;
Tanto era fabricar la Generosa
¡Española Triunfante Monarquía!
Mas mira que conserva poderosa
sólo a un Reino la Causa que lo cría;
y no permitas que en suspensas Calmas
se olviden tus Esfuerzos y tus Palmas.




363


Tú, Soberano LUIS, que Alto atropellas
lo Infiel y Invidia que a tus Plantas arde,
a quien todo el Gran Mundo en que descuellas
debe el ser una Gente con quieto alarde;
Y hoy ruega pises tarde las Estrellas,
y que pisando las Estrellas tarde,
ninguna Nube a su Adorar impida
la Presencia de LUIS Esclarecida;




364


Suspende esas que admiro Operaciones,
y admite entre otros Cultos el Misterio
de más preciosa Ofrenda que esos dones
lucientes que abortó el otro Hemisferio.
No desdeñen tus Sacras Comprehensiones
tanto Objeto armonioso; ni en tu Imperio
se diga que ultrajadas y confusas
su clamor Celestial rompen las Musas.




365


Entre los Doctos Cisnes que ya admiro
en tu Heroica Nación que al Orbe espanta,
otro admite que nada ya en el giro
del Sena, y Fiel, aunque Extranjero, Canta.
Felice Yo si el último Suspiro
(anticipado por fatiga tanta)
es estallar con ínclito renombre
reventando al Gran Peso de tu Nombre.




366


¿Quién como Tú fue digno Heroicamente
del Renombre de GRANDE, esclarecido?
Entren con tu primor Carlos Valiente
los Teodosios de quien huyó el Olvido;
Entre el primero Otón; y el orto ardiente
Casimiro Polaco así aplaudido;
Cederán Todos ya con el suceso
a la Alta Luz de Soberano Exceso.




367


Si al Joven Macedonio tanto ufano
Blasón el Mundo por perderse ofrece;
Si al Sucesor a quien Venció el Romano;
Si a Fabio que en Tumulto desvanece;
Si Pompeyo tal Gloria al Pueblo urbano,
sin dar a grande Empresa fin, merece;
si en Chingi, Ismael, Mahometo, hereditaria
la empezó Tracia infiel, Persia y Tartaria;




368


A ti que las Virtudes Triunfadoras
mostrando al Mundo; ¿a sólo esto anhelabas
que Aclamación no debe? las traidoras
ansias lo digan de mil Pestes bravas:
De la infiel Hidra Herética por otras:
renacían las Frentes que truncabas,
a nuevo Golpe, porque den sus menguas
en más Cabezas a tu Acción más Lenguas.




369


Tú en una y Otro Piélago profundo
Leyes diste a las Cumbres Espumantes;
Tú las primeras Gentes dos del Mundo,
la Española y Francesa uniste amantes.
Arruínese el estorbo sin segundo
del Pirineo que era Escarpas antes,
y gástense con siempre excelsos modos
en tus Estatuas sus Peñascos todos.




370


Ya me parece miro que tu horrendo
Brazo aún hiere la bárbara garganta
al Jove que en sus Libias residiendo
Ponzoña fue Mental del Garamanta.
Triunfarás allá en Meca, donde viendo
que se crea en su Pozo Espuma Santa,
Vergonzoso Color viste a Nereo
la Roja Faz del Piélago Eritreo.




371


Vendrá Edad que a Salén tus impacientes
Huestes rediman; y del Nilo undosas
sean Lenguas que aclamen reverentes
las siete Bocas que huyen caudalosas.
Dosel tuvo tejerse florecientes
del Líbano verás ramas frondosas;
y en la Alta Sien describirán Trofeos
las Palmas de los Campos Idumeos.




372


Entonces sí, que a Eternas Fama uniendo
Calíope Inmortal las Voces mías,
mis Plumas cortará tu Acero hiriendo,
y encenderán mi Ardor tus Osadías.
Ampara en tanto este Armonioso Estruendo
que ensalza tus amadas Monarquías;
y para cuando con tu Acción lo estorbe
granjéeme tu Ejemplo atento el Orbe.


 
 
Fin del Libro décimo