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ArribaAbajoAlegoría del Libro nono

Como este Libro es donde faltan más Octavas, no nos dilataremos en su Alegoría; Como tampoco en aquel donde falta la Relación de Carlos. En lo que deste está escrito se alude a la ferocidad de los Indios, que no sé cómo hay quien lo niegue, cuando discurriendo Peleaban por los Extranjeros los Elementos, y las Fieras, osaron tan obstinadamente resistirlos.

En los Portentos que favorecen el Héroe se da bulto a aquella imaginación, que siendo en fe de mil formidables Estragos, no pudo estorbar agregasen aquellos Bárbaros tan innumerables muchedumbres para tantas pertinacísimas oposiciones.

Faltan aquí las demostraciones de Agasajo que obró Guanagari con los Extranjeros; Y como se hizo Súbdito de Colón; También falta el Sacrificio Soberano que acción de Gracias celebró Jaime; Un grande Razonamiento que hace el Héroe a su Gente, advirtiéndole como habían de obrar para conservar la Reputación de Divinos entre los Indios; También se ha de introducir que la escuadronó, y allí le hizo manejar las Armas a vista de Guanagari, y su Corte, ofreciendo defenderlos de los Caribes, y demás Enemigos suyos. Luego quiere describir el Autor una Fiesta de Fuegos, que en demostración de la Amistad con Guanagari manda hacer una Noche Colón; Disponiendo sus varios, y vistosísimos Artificios el Ingeniero Diego; a cuya función concurren absortos todos los Pueblos Comarcanos; Y después desto falta también una grande junta que introduce tuvieron todos los Caciques, con la noticia de tan gran novedad.

El Nuevo Mundo

Poema Heroico de Don Francisco Botello de Moraes y Vasconcelos.




ArribaAbajoLibro nono




201


Al primer ruido de Suceso tanto,
furor a Naobacán bañó prolijo;
la Ausencia sin Amor lo dejó; y cuanto
desta Gente Corbágol le predijo.
Mas las Rabias que al Reino del Espanto
causó ver ya la Armada en Orbe fijo,
decidlo, oh Musas, refiriendo el duro
Combate que encendió el Abismo impuro.




202


A aparecer volvió, y el Viento estrecha
con Fuego aquel León de Llama sola
que dio el Volcán cuando se hundió deshecha
la breve Isla cercana a la Española.
Cual Cometa feroz cuando es estrecha
Cama espumante al Día cada Ola
las Noches encendía el Monstruo fiero,
Presagio aún tiempo, y ruina de su Agüero.




203


Por la Transmigración luego admirable
con que Uno pasa a ser Otro Elemento
su averno derramando inexorable
imperceptible se internó en el Viento.
Desleyéndose el Tósigo execrable
hizo el gran Bulto halituoso aliento;
y aguaron tristes para Infiel desaire
Gotas de Llama la Poción del Aire.




204


Bébela el Campo, y Bebe el Campo horribles
Muertes, y rabias, sólo horror chupando
las Válvulas del Árbol que insensibles
lo sorben, y lo escupen respirando.
Del risco está en los Mármoles terribles
pálida hierba Hogueras retratando:
Tostados al ardor que infiel madruga
sus Cabellos de Arista el fuego arruga.




205


Desfallecen las Selvas las Selvas, falta el Prado,
mueren los Ríos al calor violento,
afligido corriendo allí el Ganado
donde alegre nadó muge sediento.
Pequeño hilo de Humor, del disipado
Cadáver de agua postrer vena es lento;
y entre adustos Escollos por donde entra
gime buscando el Río que no encuentra.




206


Yertas las Fauces muda ya padece
cualquier Ave a quien no es la Selva arrimo;
Ceniza es la Campaña; desparece
aun el interno humor del Monte opimo.
Voz, y bulto a las Fuentes desvanece
el Alga seca, endurecido el Limo,
y entre Langostas tristes del contorno
los Manes del raudal vuelan entorno.




207


No llora el Alba, que su Llanto atierra
la Mañana en Vesubios no dormidos.
Seco no habla el Viviente; adusta Guerra
aún enjuga en la queja los sonidos.
Vierte al Aire rasgándose la Tierra
Vapores de Bochornos encendidos,
y son sus Nieblas porque el Sol se infeste
Espumas del Rabioso Can Celeste.




208


En los Hombres no sólo Ardores fieros
infunden los Abismos respirados,
mas Odio contra Cuantos Extranjeros
en su Patria atendían venerados.
El feroz Naobacán los más severos
más venenosos soplos bebe airados;
furioso sus Provincias discurría,
y aún a esotros Dominios le decía:




209


Infame Turba que ofrecéis Altares
a unos Extraños Hombres fementidos,
ya la Torpeza huiré destos Lugares
sacrílega infielmente envilecidos.
La Isla a quien respetaban aún los Mares,
por las Astucias de unos desprendidos
viles abortos de su Espuma, hoy se halla
Sierva infame: Dormid, dormid, Canalla.




210


Los Ojos que hoy no velan, ya arrancados
Gemirán la execrable Tiranía;
serán los Brazos del Cordel Ligados
que hoy no vibraron la Macana impía.
Conmigo irán los Dioses desterrados,
y si no hay Gente que los sirva Pía,
ya es gran Culto apartarlos con alardes,
de unos Pueblos tan Viles, y Cobardes.




211


A estas Voces del Bárbaro Cacique
añadía Vigores más ardientes
ver a Corbágol que feroz dedique
al Poblado sus Huellas impacientes.
Deja los Montes porque esfuerzo aplique
lleno de impuro Espíritu a las Gentes;
hiere rabioso, yertos sus Cabellos,
el Viento con la Faz, la Faz con Ellos.




212


Rebeldes (clama) a todo el Firmamento,
y a cuantos Dioses, oh Gran Mundo, encierras;
auxilidad alomenos vuestro Aliento;
tomad las Armas; defended las Tierras.
Hombres son, no Deidades los que el Viento
conduce por el Mar a haceros Guerras:
Más quieren (Odio tal los mueve altivos)
veros Difuntos, que mirarse Vivos.




213


¿Qué Error hurtadas a Deidad precisa
tributa al Odio ofrendas no pequeñas?
¿Y aún el Cielo de Riesgo aquí os avisa
antes que Ostente vengadoras señas?
Yo vi, con Alma absorta, y indecisa,
los Dioses Circundarme allá en las Breñas;
Yo vi, difunto, en el Divino Labio
Cólera Celestial de Humano Agravio.




214


Busquemos ya la Lid; todo conmigo
el Cielo hoy corre, y auxiliaros quiere;
Este es, este es el tiempo; que el Amigo
Cielo aún todo el error Nuestro no inquiere.
Y aún mal fortificado el Enemigo,
aleve sólo con astucias hiere;
trunquen ya nuestras Huestes encendidas
el propio Engaño, y las ajenas Vidas.




215


Esos Extraños Escuadrones brutos
extraña Tierra huellan sin acierto;
¿qué harán cuando a advertir lleguen astutos
cierto el Contrario, y el Albergue incierto?
Y cuando venzan, arruinad los frutos;
queden los surcos de la mies desiertos;
y sirvamos, huyendo las Campañas,
más vecinos el Cielo en las Montañas.




216


Semejantes furores añadían
el Cacique, y Ministro al Ardor fuerte;
desatados en Tropas los seguían
los Pueblos donde allí su Voz se advierte.
Ya claman todos; ya la Lid pedían
buscando horribles una misma Muerte:
Un Orbe se agregó, y unió un Tumulto
de mil millares a una herida un Bulto.




217


Cesen de Jerjes en el Campo horrendo
cuantas condujo con Marciales brios
innumerables Huestes que bebiendo
apartaban del Piélago los Ríos;
Ni la Fábula cante encareciendo
sus Vagos Mirmidones desvaríos,
que infinito vía antes sin pereza
átomo bullir Negro la Corteza.




218


Van Gentes de la Tierra peñascosa
(a quien aún la Voz Ciba erizó el nombre)
con Lanzas, donde unió mano Estudiosa
punta de Pedernal que el Pecho asombre.
No había allí del Hierro la furiosa
Noticia, ya daban con igual renombre
ya mecánicos Filos, ya Marciales
al Leño en Betún fuerte, y Pedernales.




219


Sus Moradores hórridos Maguana
con Cotas de Algodón fió a las lides;
el Membrudo Bonao llevó inhumana
más hueste, Anteo a quien temiera Alcides.
La Plata de tus dulces Ondas Cana
con que, oh grande Hayna, Valles de Oro mides,
dejan tus Gentes; y a emularte impías
corren del Campo al Mar, Mar de Osadías.




220


Fiero Manicáotex inmensas Huestes
con Odios lleva a los de Averno iguales;
no pudieron templarle ardientes Pestes,
del Patrio Yangui inmensos los Cristales.
Y tú, Guatiguana, también que aprestes
Llama aleve hacen Llamas Infernales;
Van los de Higuey por cuya Flecha hundida
Muertes vil Zumo amontonó en la Herida.




221


De la parte Boreal mueve con ira
ya los Samanos Pueblos furia errante;
No perezoso su Tropel retira
de Ocaso el Tiburón Cabo arrogante;
Ni estotra Parte donde a Oriente mira
la Isla el Alba salir; y el Mar de Atlante
teje en Peines de Risco, y Fajas hace
de espumante Algodón al Sol que nace.




222


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263


Supo Colón que la Infernal Caterva
que ardiendo va contra él Marciales Lumbres,
una extendida Vega atroz reserva
para ordenar allí sus muchedumbres.
Corre, y a un Cerro que vistió de hierba
el Campo en medio, ocupa ya las cumbres:
Con Fiel marcha Nocturna eleva ufano
Bronces, y Gente a dominar el Llanto.




264


Salió del Día Autumedón luciente
en su gran Carro el Sol, y presuroso
Polvo la rueda levantó en Oriente
nieblas de grana en vapor mucho hermoso.
Vibra de Luces el Azote ardiente;
Y al chasquido del Cáñamo precioso,
Humo es blanco el Lucero, y son suaves
estallidos dulcísimos las Aves.




265


Por entre el ramo su Beldad canoro
baja a adorar las Flores en las gramas;
formando fetos de Esmeralda, y Oro
se entretejen los Rayos, y las Ramas.
Herido de la Luz pasa a tesoro
el Hierro centelleante en rubias llamas;
hecho ascua cada peto que se enciende
en alas del reflejo a Joya asciende.




266


Al primer Rayo del brillar extenso
se vio en al parte opuesta un Furibundo
nuevo Orbe de Hombres, oh diluvio inmenso;
jamás tal Hueste unió Marte iracundo.
Escondió la Montaña el Tropel denso;
y al gran Llano obscurece el verde Mundo
viviente Niebla, o con ruidosa Salva
otra Noche de Gente, opuesta al Alba.




267


Bajan rabiando, y mezclan confundidos
a las bocinas gritos mil feroces;
Con desorden horrendo enfurecidos
disparaban las Flechas, y las Voces.
Llenan los Cielos Dardos, y Alaridos;
Sin ver el Aire a cuales cede atroces;
Pues era en furias de Venenos hechas
tanto bulto la Voz como las Flechas.




268


Derramarse en el Valle; Y la Colina
circundan que a Colón tiene, y su Gente;
No a su bárbara inculta disciplina
lugar dio el Odio que los rige ardiente.
Vago un Caos de muertes se fulmina,
Rayos del Campo en rueda allí inclemente;
Y es la Colina Centro a cuantas rectas
líneas da el vivo Círculo en Saetas.




269


Oh Compañeros (clama el Ligurino)
que hollasteis mayor riesgo en Orbe undoso,
a esta Empresa también favor Divino
dará este Día término dichoso.
Nadie dispare, pues feliz Destino
nos ofrece el Laurel menos dudoso;
dejadlos acercar, porque en tanta ala
ruede muchas Victorias cada Bala.




270


No dudéis que la Palma estreche abrazos
a nuestra Sien; Si vuestro ardor Guerrero
bastaría a poner tímidos lazos
de las Armas lo extraño al Indio fiero.
¿Cómo podrán sufrir en vuestro brazos
los durísimos Rayos del Acero?
¿Y cómo (cuando el bronce aún mal los sufre)
los Relámpagos negros del Azufre?




271


Dice: Y todo lo ordena, a todo atiende,
con detenida Cólera advertido;
Al Osado anunciando el triunfo, enciende;
Y a todos muestra estar de Indios ceñido.
Ya entonces el Tropel que hollar emprende
al Hispano, en gran turba se había unido;
Cuando el Héroe diseños Infernales
mandó vibrar los cóncavos Metales.




272


Como en alegre máquina de Fuego
con que enciende la Noche horror festivo,
llegando al Globo extremo su ardor ciego
donde Alquitranes más guarda excesivo;
Vuelan a todas partes sin sosiego
Flechas de llama, y arde el Aire hundido
en tanto inquieto a que es el Cielo Alfombra
Lucidísimo Surco de la Sombra.




273


Así al precepto de Colón exhala
de Mosquetes gran Nube ardiente ruina;
Tifeos los Cañones son; Se iguala
a Etna interior la faz de la Colina.
Una Tierra volante la gran bala
Filas enteras al rodar fulmina;
Barría, porque, oh bárbaro, te asombres
cada Mundo de Hierro un Reino de Hombres.




274


Las Cajas luego horrísonas bramaban,
gime el Clarín; Y al Viento (al encenderse)
Tumbas las confusiones que volaban
de Armas, Cajas, y Voz, vienen a hacerse.
Las Flechas, y las Balas se quebraban,
otra muerte aumentando en el romperse;
Encuéntranse los Ruidos: de otro herido
estallaba otra vez el Estallido.




275


Mucho entibiará al Indio tanto estrago,
y el ver que al Héroe sirva el Fuego mismo,
a no ser Naobacán Aliento vago
del Campo, y no irritarlo allí el Abismo.
Furia atroz los llevó de Sangre a un Lago;
Naobacán le infundió más barbarismo;
Y Corbágol los rige con la aleve
Superstición que tanto el Vulgo mueve.




276


Cual en grande avenida va el Villano,
y echar por otra parte el Río fragua,
Lodo arrima que rompe el Vidrio ufano;
mas pone más cuanto más rompe el Agua;
Así un Fila corre donde en vano
otra el Globo llevó de infernal fragua;
contra un diluvio porfiando ardiente
sucesivo aquel Légamo de Gente.




277


El Altivo Bonao feroz se arroja
contra la llama: Al Campo Ibero asciende,
dando su Espada la víctima congoja
a más de uno que el paso le defiende.
Es su Macana llamarada roja
teñida en Carmín vivo que desprende;
Cuanto respira el Bárbaro Sangriento
es Huracán, es Tósigo, no Aliento.




278


A Andrés cortó los brazos; La Cabeza
al triste Eustaquio de un revés derriba;
Y el Corazón divide con fiereza
a Luis, patente ya su Fuente viva.
De las piernas truncó la ligereza
a Baltasar donde el gran bulto estriba:
Pudo el Feroz, vencidos tantos brazos,
otro Enemigo unir de los pedazos.




279


Gira más fiero la Macana brava,
y rasga el Vientre a Juan; Al Suelo rueda
todo intestino; En ellos se anudaba
corriendo el pie sin que vengarse pueda;
Cayó del Risco en cuya Punta estaba;
mas las Tripas un Árbol allí enreda,
y Ellas su Cuello: Sin caer en el Prado
de un Dogal de sus Tripas pende ahogado.




280


Espigas que el Villano en haces trueca
siendo arboledas de Oro antes su brío,
cuando en Agosto aún la saliva seca
es Carámbano adusto del Estío,
No igualan cuanto él corta; Horrible rueca
de Cloto el brazo airado finge impío:
Cuelgan del (al mirar cuanto desangre)
hebras de venes mil, copos de Sangre.




281


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382


Corre Guatiguaná a las eminentes
Cumbres, del Noble Hispano defendidas;
Infama las Alfombras Florecientes
que en purpúrea Crueldad deja teñidas.
Mas mal lo siguen tímidas sus Gentes
de la Vista de Arana detenidas;
Sus Ojos las apartan; Tiene airada
más alcance su Vista que su Espada.




383


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450


Admírase Colón de la Constancia
del Indio, y que su ejército no ahuyente
lo nuevo de las Armas; Y la instancia
de tanto Ibero fulminar valiente.
Su Osar el riesgo aumenta, y vigilancia;
Lidia en mi sitios que corrió; Y ardiente,
al Campo con latir de Armas que agita
en todas partes, Corazón, palpita.




451


Mas el Cielo que el lauro felizmente
a su Aliento inmortal guarda infalible
cuando el Peligro más atroz se siente
con milagros lo eleva allí invencible.
¡Oh! amado de los Cielos sumamente
por quien lidia lo bruto, y lo insensible;
¡Y a quién sirven con bélicos Alientos
los Monstruos conjurados, Elementos!




452


¡Gran prodigio! No sólo se irritaban
retrocediendo el Dardo, y Flecha ardientes,
mas contra el Dueño allí se trasformaban
en roncas Aves, Brutos, y Serpientes:
Las Lanzas que en el Césped se internaban
latían Testa, y Garras impacientes;
las Flechas pluma; Y las que el Zumo infama
Tósigo nuevo en Silbadora Escama.




453


Calle el Toscano Anfión que a Orlando exalta
sus arrojadas Ramas sucesivas,
que a defender la Fe, de Huestes salta,
se volvieron Armadas excesivas.
No la fábula cante cual resalta
su Cadmo Agricultor de pestes vivas;
Solo tanto se junte fiel Trofeo
a la alta Vara del Glorioso Hebreo.




454


De Fareas, de Dipsas, y del vago
Jáculo atroz el Céfiro se llena;
enróscase el Quelidro; horrendo Estrago
amenaza en dos frentes la Anfisbena.
Harpías, Buitres, Grifos, triste amago
Visten al Sol contra la Faz Terrena;
son Trueno en Silbos de sus Llamas vastas
Dragones, Basiliscos, y Cerastas.




455


Víbranse los manchados Torbellinos
de Hircania; ondea el León Greñas, y Cola;
asila el Oso garfios Diamantinos;
Erimanto altas Cerdas enarbola.
Canes, Monstruos; Y en Orbes Peregrinos
para elevar la Cólera Española
(quizá en alas del Padre) voló atento
el Overo Andaluz, hijo del Viento.




456


Reconoce Colón los declarados
Cielos; y Oh Compañeros fuertes (dice)
Vencimos; nuestros son los suspirados
Triunfos, nuestro el Auxilio más felice.
Ocupad los Caballos; y esforzados
coged la Palma que alta Luz predice;
Sienta el Dragón que tanto su desvelo
lejos del Triunfo está como El del Cielo.




457


Dijo: y fue toda un Escuadrón volante
su Hueste, el Betis domeñando amigo.
No sé si de Aire el Cielo, o Centelleante
rayo los Brutos condensó que digo.
Todo lo acreditó el Volar tonante
de la Herradura contra el Enemigo:
Parecen los Bucéfalos atroces
Flechas que retroceden más Veloces.




458


Al mismo tiempo como que entendían
el Noble alto rugir de las Trompetas,
se fulminaban más que se impelían
Fieras, Dragones, y Aves, más inquietas.
Disparar las Serpientes parecían
de sus Lenguas las hórridas saetas;
y erizaban los Monstruos importunas
en los Dientes las Sierras de sus Cunas.




459


Ya el Bárbaro Escuadrón que el Valor pierde
la horrenda Nube con furor desgarra;
abulta, haciendo Monte el Campo verde,
de Cuerpos que destroza atroz pizarra.
Despedaza la Escama; horrible muerde
Frentes, y Pechos la furiosa Garra:
Todas las Aves eran Buitres feos,
y eran todos los Indios Prometeos.




460


Contra Toctelt brioso se dispara
Rinoceronte airado horriblemente;
iba a huir; más las Corvas en Lid rara
le truncó un jabalí con feroz diente.
Una Onza a Manambá flechó en la Cara
torcidos rayos diez de Uña inclemente;
fue a morderlo, y los labios no cupieron:
de los Dientes las Garras lo escondieron.




461


Picó un Prester a Aitalt; feroz Culebra
que hunde el herido en su tez misma hinchado;
picolo, y vasta en roscas mil se quiebra,
y con mil vueltas lo estrechó anudado.
Hinchábalo el Veneno; la viva Hebra
de Escama lo ceñía: Hunde apretado
en sí la Sierpe, y por entre ella inculto
revienta en vil Ponzoña todo el Bulto.




462


Corrió contra Clolvembo una Pantera
que con Infiernos dos por Ojos mira,
cuando una Seps lo hirió; Sierpe ligera,
mas la que activa más imprime la ira.
Liquídase a la Vista de la Fiera
el hombre que buscaba; ella se admira,
viendo el Cuerpo, de podre con vil calma,
ser Charco hediendo en que se anega el Alma.




463


Abrazado un grande Oso con despecho
el infelice Ardamo oprimió airado.
Salta entonces un Jáculo, y bala hecho
pasa Hombre, y Bruto desde sí vibrado.
A Maccelbol un León desgarró el Pecho,
y un Dragón la Cabeza arrancó alado:
Distantes llueven desde el Aire inculto
rotos Nervios del Cuello Sangre al Bulto.




464


Parda Nube de Harpías graznadora
a Taxtim circundó trágicamente;
y en venenosos Vómitos traidora
Noche de Pluma infiel le dio Occidente.
Más de una Strix volaba, siendo ahora
mayor por sangre su anhelar ardiente.
¿Quién creyera que número, y injurias
pudiese hacer la Abeja entre estas Furias?




465


Rodearon a Totalque (en más Tirano
Furor bañadas, y hórridos Enojos)
por Boca, Oídos, y Nariz no en vano
se le entran con Mortíferos arrojos.
Si las aparta, cuájanle la Mano;
mirarlas quiere, y críbanle los Ojos;
lo esconden para hincharlo: es a su Estambre
Guadaña el Aguijón, tumba el Enjambre.




466


En otra parte los Soldados Fieros
eran más Monstruos de que el Sol se admira.
Rabias los Ojos, Garras los Aceros,
y son ardientes Tósigos la ira.
Dispáranse en los Céfiros ligeros
del Betis que el Infiel confuso mira,
llevan lejos la Muerte; el hijar bate,
y es parte de la Lanza el Acicate.




467


De Colón sólo busca el fiel Coraje
al feroz Naobacán; rojas Centellas
de sangre allí su Espada da al Boscaje,
que la Fama introduce ya en las Estrellas.
Volar parece con su Real Plumaje;
no imprime su Caballo al Monte huellas:
De la Herradura el diente en veloz modo
devora, sin morderlo, el Campo todo.




468


Mucho obraba su Diestra; mucho hería
su vigilante juicio en Direcciones;
como siempre alto ejemplo fue aquel Día
de inmensa Heroicidad a ambas acciones.
Infelice el que al Brazo se oponía;
feliz quien huye, o rinde adoraciones;
muestra a todos gran Muerte fulminante
escrita el Noble Horror del Real Semblante.




469


Dio Muerte a Ontaldo; a Chirucá oprimía;
luto a Dobayba le imprimió funesto;
muere Iocaymo; y nuevo tramo unía
Cotubam de sus Triunfos al Contexto.
La diestra de la Lanza, en que tenía
contra Alfonso ya Poncra impulso puesto,
le corta: Vuela en la Hasta, y sin el Lazo
lejos la mano vengar pudo el Brazo.




470


Venía Abrayba respirando Infiernos
contra el Héroe que el Campo de horror lista;
Colón, Laureles adquiriendo eternos,
le hizo dos la Cabeza en la Conquista.
Discordes deja el Golpe los internos
Ópticos parentescos de la vista;
dos medios Rostros caes; y con asombros
se estrellaron los Ojos en los Hombros.




471


Tucamol a quien rápida deslumbra
la Espada excelsa, verla allí no puede;
iba a huir, mas en vano; dentro alumbra
su Pecho el filo a que el Pulmón ya cede.
La Sangre en ansia tal como acostumbra
corría el Corazón; mas retrocede
con miedo al ver la punta: en mortal calma
enfría el Hierro, sin la Sangre, el Alma.




472


El Blasfemo Toaochán con repetida
afrenta contra el Campo el Aire azota;
rompiole el Gran Colón la enfurecida
garganta, de un revés que ansias denota:
Injusto iba a llamarlo: Entre la herida,
y boca estaba ya la Voz; mas, rota,
salió en la fauce el In, y a su disgusto
la Boca espira, y llama al Héroe justo.




473


A Queyba pasó el Cuello; aún no resiste
a la punta la Nuca; es su Faz gualda;
y arroyos dos de Sangre brolla el Triste
uno hacia el Rostro, y otro hacia la Espalda.
Por Estocadas dos del Pecho insiste
Guaymex tiñendo en Sangre la Esmeralda:
Así Ninfa de Mármol sucesivas
da a gran Pila en dos Pellas dos Salivas.




474


No es a la Humana Inteligencia dado
referir cuanto hirió Grande aquel Día;
Cante, o no el Griego al Héctor que ha inflamado
en continua Batalla su armonía.
Por estotra alta Diestra desatado
la Isla el Gran Mar de Sangre inundaría
a no estancarlo en vastos Horizontes
de los yertos Cadáveres los Montes.




475


Estaba Naobacán, bien que admirado
del esfuerzo, y portentos que percibe,
castigando su Gente que en helado
grande Asombro a la Fuga se apercibe.
Furia, Caudillo aún tiempo es, y Soldado;
de Bulto el Odio en sus Furores vive;
da Muerte a quien no lidia; hace en fiel Palma
del que sin Alma huyó que se huya el Alma.




476


La Macana Infernal, y el Brazo aún lava
en Sangre India, y Ibera su ardimiento.
Filos tienen sus Ojos; en tan brava
rabiosa Lumbre los tiñó sangriento.
Media cabeza de un Caimán llevaba
por Yelmo, empenachada en Crestas ciento;
su Cimera lo muerde: Es con fiereza
Lengua a una media Boca otra Cabeza.




477


A ti (dijo Colón) Bárbaro injusto
busca en mi Diestra el Celestial coraje.
¿Es esta la Piedad, que da sin susto
vuestra Infiel Patria al ínclito Hospedaje?
¿Así admitís de Dios el clamor justo?
¿Así atendéis? Probad Guerra, y Ultraje
ya que es preciso (oh Brutos más crueles)
haceros Hombres para haceros Fieles.




478


Mas tú, que en todos Pechos la violencia
Infernal viertes, y a la Luz te opones,
como indigno de vida la inclemencia
en mi Brazo verás de altos Arpones.
Los portentos que admiras, no influencia
de ruina sólo son a tus Legiones,
mas en la Isla Alma tanta se atesora
a ser Teatro de tu Muerte ahora.




479


Decía así; Mas Naobacán negado
a cuanto no era rabia fulminante,
ni a Ti, ni al Cielo temo (grita airado)
de Ti, y del Cielo hoy quedaré triunfante.
Dijo: y de la Macana el erizado
Rayo de pedernal vibra arrogante;
cortó el cuello al Caballo; cayó al Llano
Colón, y medias riendas vio en la Mano.




480


No el Rayo tan veloz deshace abrazos
con que impiden las Nubes su carrera,
ni Tigre así rompió los embarazos
de fácil red dispuesta a menor fiera;
Ni de Arboleda que a la Cumbre es lazos
sale en alto Volcán rápida hoguera,
cual Colón falta, y vibra ña Cuchilla,
de los estorbos del Estribo, y Silla.




481


Humo es el Viento en aura abrasadora
que respiran los dos con ciego ultraje;
Lidian los Ojos con los Ojos; Mora
contra una frente en la otra atroz coraje.
De Caimán la Cimera, cica ahora,
al Dragón amenaza del plumaje
de Colón; y Serpientes disparadas
mellándose se muerden las Espadas.




482


Entre Ellas roto el Aire, o silba, o gime
al impulso que altivo lo arrebata;
Crujen los yelmos en que el brazo imprime
Trueno que atroz Relámpago desata.
Luces con que a Colón el Cielo anime
a su parte se ven; y Horrendas ata
mil Nieblas en que anuda asombro eterno
a Naobacán anticipado Averno.




483


Hiriolo el Héroe, cuya Espada choca,
y la Frente del Indio se ve ofenda;
Mezcla en el Rostro que a alto horror provoca
Sangre al Polvo y sudor, al atroz Contienda.
Ciega el humor los Ojos; Va a la Boca;
Bébelo el Indio, y brama furia horrenda;
Ruge, y no habla; Que Voces le retira
amasada en las fauces Sangre, y Ira.




484


Impélese en mil rabias disparado
contra Colón; Y todo el Odio uniendo,
en la Cimera golpe tal dio airado
que un Monte pareció abollarla horrendo.
Del plumaje voló el honor rizado;
o estremecido a tanto herir, o huyendo
de chispas con que el Yelmo se hizo Abismo
y otra vez se forjó en su Fuego mismo.




485


Recobrose Colón; de ira le muerde
el Pecho Áspid feroz; Exhala horrores;
y del Indio el siniestro brazo al verde
Campo arrojan truncado sus ardores.
Crece el Despecho en Naobacán; No pierde
perdiendo tanta Sangre, los furores;
Creyeras que Alma horrenda en Él se anida
el odio independiente de la Vida.




486


Ya la punta fatal impele al Pecho,
ya el corte a la alta Sien del Ligurino;
Aquel lo aparta, y en Coral deshecho
más; y más al morir lo hace vecino.
Errándose mil veces con despecho,
a estrellarse en el otro un Rostro vino;
sacó la guarnición de Sangre asomos,
en puntas transformándose los Pomos.




487


Hizo Colón la Espada al fin más roja
rasgando el Pecho infiel con fiel castigo;
Desesperado el Bárbaro se arroja
por la Espada a morder el Enemigo.
Mas diole el filo la postrer congoja
de lo vital hiriendo el Centro amigo:
Cae a los pies del Vencedor, y inmundo
baja el rabioso Espíritu al profundo.




488


Desciende (Alma feroz) desciende al digno
Centro Infernal que a tu Crueldad se debe;
No contamines más, de Vida indigno,
nuestra Aura que en tu aliento Infiernos bebe.
Ahora en Orbe atenderás maligno
si es el Alma inmortal; Ahora aleve
sabrás si es justo el Ser que antes dudabas:
¡Ah Necio! ¿en no negarlo que arriesgabas?




489


De ti de ti, con pasmos, furias nuevas
el Genio más atroz copiará inmundo;
Aún serás (¡tanto horror al Centro llevas!)
Infierno del Infierno más profundo.
Siempre blasfemo porque a Insultos muevas
todo el Orco, lo excedes furibundo;
Siempre te arroja impulso Omnipotente
a eterno Estrago, eterno Delincuente.




490


Arde el Monte; Arde el Aire sin que tarden
en morir aún sus Nubes abrasadas;
Arde el Campo intentando se acobarden
las Huestes; el Brazo arde, y las Espadas;
Arde la Isla; Las mismas Ondas arden,
y en rabiosas pavesas desatadas
es Ceniza el Peñasco; Es de horror llena
Carbón l'Alga, el Mar Polvo, Humo la Arena.




493


Más, y más el Raudal se exhala horrendo
de los sulfúreos Lagos del Abismo;
Llena Vientos; y Tierras, deshaciendo
cuanto vuelo encontró sus Barbarismo.
Saltan las Peñas; se Consumen; Siendo
la Lengua de la Llama a un tiempo mismo
Lengua que lame errando abrasadora,
Diente que rasga, y fauce que devora.




494


Los Vivos, y Esqueletos sorbe el roto
Campo atroz, y espesuras de ardor llenas;
A más Gentes que mueve hojas el Noto
fueron Urna aquel día las arenas.
Cansado de tragar el Terremoto
quedó; Y pudieron de la Tierra apenas
a tan muchas bastar Huestes extrañas
antes su Tez, y luego sus Entrañas.




495


Conocía los Hombres la honda hoguera,
y Tierra, que tembló en mil Grutas vaga;
Al Indio arruina, al Español venera;
Apaga Aquél, y deste al pie se apaga;
Pocos Hispanos en la ruina fiera
murieron, que de Sangre el Campo alaga;
mas muchos son los que se ven con vida
impacientes sentir bárbara herida.




496


Camilo a quien su altísima Osadía
puso de mucho riesgo en el empeño,
por mucha Sangre que perdido había
se rindió desmayado a un mortal Sueño.
Volvió después en sí, y mirando el Día
se halló en lo brazos de su Hermoso Dueño;
de aquella que una vez más dulce Aurora
vio en Nápoles, siempre ausente adora.




497


Rara es la Caso: cuanto el aliento acaba
se advierte en él una Sospecha necia;
Era Leonor la Dama que adoraba
Camilo; Viola cuando fue a Venecia.
De Sí misma con Celos Ella estaba
por lo que oyó al Galán; Mas hoy desprecia
su queja, y con piedad triunfó el cuidado
viendo el mísero Aniante desangrado.




498


Desabróchale el Pecho, y el Retrato
suyo mira, y su engaño claramente;
¿Con qué ansia no acusó el Destino ingrato
al ver que es Ella la adorada Ausente?
Declarola el Dolor; ya un velo grato
le daba femenil traje decente;
pagaba al yerto Amante en mil despojos
Ondas de ardor; Cuando Él abrió los Ojos.




499


Abrió los Ojos; mas del Rayo heridos
cerró los del Discurso inmenso espanto;
Duda Ventura tal, que los Sentido,
¡oh cuánto engañan en Amor! ¡oh cuánto!
Ni negados sus Bienes, ni creídos
en su alborozo, mal bastarle en tanto
con heridas, y pasmos pudo atento
a formar estas Voces el Aliento:




500


Dulce Sombra de un Bien que alto reparte
cuanto respiro incendio sucesivo;
Si había de ser precio de mirarte
el Morir, ¿por qué ha tanto inútil Vivo?
¿Qué impulso a mi congoja en esta parte
hoy tu Rayo amanece fugitivo?
¿cuál Pecho Humano a que el desmayo invierte
miró el Cielo primero que la Muerte?




501


¿Quién eres Ilusión apetecida?
¿Eres Piedad de las Esferas Bellas
que ensayas mi Atención porque hoy mi Vida
pueda juntas sufrir todas Estrellas?
Mas muerto estoy sin duda: Tan lucida
que ha tanto adoro copia de Centellas
l'Alma es mía, en quien vuela misteriosa
la viva Imagen de mi Angustia hermosa.




502


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523


Colón en tanto, de la gran Victoria
cobraba en la Compañía heroicos frutos;
todos los Pueblos a admirar su gloria
corren, dándole el alma por tributos.
Graba al Indio alto yugo en la memoria
ver pocos riscos de su sangre enjutos;
todos se rinden; mueve a obsequio tanto
a algunos su lealtad, a otros su espanto.




524


Siente el Héroe que estorbe allí el lenguaje
reducir a Civiles tantas greyes
de rústicos Isleños, y que ataje
el darle luz de kas sagradas Leyes.
Con esta pena estaba en el boscaje
donde triunfo de los injustos Reyes,
a tiempo que alta dicha, y gloria rara
en Sacro aviso le explayó Origuara.




525


Origuara feliz, que desde el día
que el Cielo por el Aire lo arrebata,
corriendo aquel grande Orbe en él tenía
gran multitud al nuevo Culto grata.
Llegó a Colón, pisando cuanta unía
humana el Campo aún cálida escarlata,
y habló con suspensión de quien lo advierte
en la Lengua Española, desta suerte:




526


Admiraréis (oh vos de esotro Mundo
gran Timbre) oír en mí el Idioma Ibero:
Preceptos son de aquel Saber profundo
que raya, al oprimir, tanto lucero.
Ministro he sido yo del rito inmundo;
(¡oh cuánto hoy gimo aquel error primero!)
y el Cielo con portentos mil que inflama
a grande acción sin méritos me llama.




527


Prolija narración fuera contaros
con cual Lumbre eficaz Dios me retira
del Insulto; arrollando Soles claros
que la Vista adoró, y el Alma hoy mira.
A otro tiempo también dejo el mostraros
cuanta Nación por la alta Luz suspira;
la Luz, de quien nos era antes, sufriendo,
lento el Permiso el Odio más horrendo.




528


Tú, Excelso Capitán, fuiste eligido
para Legislador de un Orbe nuevo;
y en los Pueblos de Europa no has podido
ver justas Leyes que mostrarte hoy debo.
A llevarte a Región en que lo han sido
todas, por Sacra Ley los pasos muevo:
detrás desa alta Sierra está que eriza
un lado al Campo, en que aún el Ver desliza.




529


Murada de peñasco este Hemisferio
tiene grande ignorada tierra extraña.
Nunca otra Gente penetró el Misterio
que entorno abarca la áspera montaña.
Como allá en sus Batuecas raro Imperio
el Alba de los Duques vio de España,
así han celado estas felices Greyes
no manchado el Altar, puras las Leyes.




530


Aquí ilustrarte el Cielo porque formes
después grande República, previene.
Y esta hierba me dio con que te informes
de todo Idioma: tal Virtud contiene.
En su lengua Nativa oye conformes
todas las demás Gentes, quien la tiene;
y cuanto habla a los Otros nada impropio
lo escuchan Ellos en su Idioma propio.




531


Fiado desta en el verdor amigo,
me escucháis, y me ha oído el Occidente.
Tendrás por ella la instrucción que digo;
y el Cielo en tanto asistirá a tu Gente.
Que lleves della ordena Dios contigo
Carlos, y Jaime: Iremos cuando a Oriente
vuelva el Sol que ya entra al Mar profundo:
Dijo; y cayó la Noche sobre el Mundo.


 
 
Fin del Libro nono