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«El Pórtico de la Gloria»: Catequesis, melodrama y propaganda


José M.ª Folgar de la Calle




Señor Sant Yago de Galicia,
escucha nuestro razonar,
que venimos peregrinando
desde el otro lado del mar.



Estos versos pertenecen al pregón lírico que Guillermo Díaz-Plaja leyó en Santiago, en 19651, año jubilar compostelano también, el siguiente, jacobeamente hablando, al año de 1954, año santo para el que se filmó la película El Pórtico de la Gloria.

Trasladados de lugar, esos versos nos pueden servir para encabezar el comentario a otro «razonar», el que podíamos llamar lírico-religioso, desarrollado por la figura de fray José Francisco de Guadalupe Mojica.

No vamos a tratar en esta comunicación, estrictamente, la relación cine-camino de Santiago, porque nos acomodamos al enunciado. Sin embargo, no podemos dejar de mencionar que un año como éste de 1993, en el que la motivación religiosa, origen principal del camino ha quedado, está quedando sumergida por la adaptación del mismo a «los signos de los tiempos», presenta un claro efecto de contraste con lo sucedido hace cuarenta años, efecto basado, en lo esencial, en la distinta conformación de la sociedad española en los años de 1950 y la sociedad española de finales de este siglo.

Dividimos el trabajo, solamente a efectos expositivos, en esos tres apartados de catequesis, melodrama y propaganda, apartados que están bastante relacionados entre sí, aunque el primero constituye, a nuestro entender y como trataremos de mostrar, factor determinante en la historia del film, aspecto que, no obstante, no está explícitamente aludido en el resumen del argumento que a continuación recogemos:

Alejandra está encargada de la propaganda del jubileo compostelano. Se hace la encontradiza con el Orfeón infantil, dirigido por un religioso que antes fue cantante. Pero siempre el Padre le impide hablar con Jaime, uno de los niños, hasta que Alejandra confiesa que es su hijo. Jaime sufre un grave accidente y el Padre director llama a Alejandra. Esta joven viuda vuelve a ser feliz junto a su hijo y Diego, un antiguo admirador suyo2.



La posible intercesión de Santiago sí, en cambio, está mencionada en este otro resumen:

Un famoso orfeón infantil mejicano hace rumbo a España para actuar en varias capitales, uniéndose a ellos en Madrid una antigua artista que, en uno de los muchachos del orfeón, encuentra a su hijo, que creía muerto, logrando, merced a ello y en Santiago, recobrar su paz espiritual3.








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El tiempo histórico

La película se rueda en un año, 1953, muy importante para el sistema político español salido de la victoria militar. Los historiadores que han estudiado el período franquista así lo consideran. Por ejemplo, Ramón Tamames4 tiene un apartado con el siguiente encabezamiento: «Los pactos de 1953: España entre el Vaticano y Washington». En principio, la película tiene poco que ver con el segundo término de la relación, pero sí, en cambio, mucho que ver con el primero.

Dos años antes, en 1951, el general Franco había cambiado casi radicalmente su gobierno5, y uno de los nuevos ministros, Gabriel Arias Salgado, inaugura, podríamos decir, un período diferente en la sujeción ideológica y política del régimen franquista, etapa que controla en esta parcela un hombre que manifiesta que

los valores religiosos son, para nosotros, los esenciales, y de ellos se derivan los valores éticos, políticos, estéticos y sociales, y sin ellos quedan al aire, sin cimientos de piedra todas las prodigiosas creaciones de los hombres6 ,



y, en otro discurso, al final de la década, asegura que «en el fondo de toda cuestión política hay una cuestión teológica»7.

La relación de las ideas políticas con las creencias religiosas tiene, de seguir las afirmaciones de Arias, una conexión intrínseca que, obviamente, no podremos desarrollar con la minuciosidad que quizá requeriría.

Tampoco vamos a considerar aspectos de la vida de la sociedad española, que en 1951 había empezado a oponerse al gobierno con la convocatoria de huelgas de cierta importancia en Cataluña y en el País Vasco (v. n.5), ni tampoco la resonancia social que comenzaba a tener la radio, ya que 1953 fue el año del éxito de Lo que no muere, serial de G. Sautier Casaseca, triunfo que lo consagró como escritor de radionovelas8.

A comienzos de los años 50 se sitúa, en la sociedad hispana, un principio de desarrollo de conceptos y actitudes de relativismo moral que, en algunas manifestaciones venidas del exterior inquietaban «profundamente a los custodios de la virtuosa "España eterna"»9. Para evitar esas influencias era necesario mantener una actitud misionero-catequética.

En el ámbito internacional, a comienzos de marzo muere José Stalin. En el ámbito local, a finales de enero, entra en Santiago Fernando Quiroga Palacios, recién recibidos en Madrid, de manos de Francisco Franco, los atributos d e cardenal (ECG 25.1.1953)10.




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Catequesis

La Iglesia católica tuvo una, relativamente, tardía reacción ante la influencia creciente del espectáculo cinematográfico en los modos de vida de los distintos países del mundo.

Tenemos que llegar a 1936, en pleno apogeo del sonoro, para que el papa Pío XI escriba y firme, en 29 de junio de 1936, una carta-encíclica específica sobre el cine.

La encíclica «Vigilanti cura» fue publicada el 15 de julio de 1936, en fecha que impidió una normal difusión en España, que, días después, entraba en el período convulsivo de una guerra civil.

La «Vigilanti cura» estaba dirigida, en principio, a los católicos norteamericanos, y en apoyo de las medidas que había tomado una Legión de la decencia con relación a este espectáculo. Sin embargo, sus aseveraciones, y el mismo pontífice lo indica, pueden ser aplicadas en otras naciones y comunidades católicas.

Ante la situación del cine en todo el mundo, el Papa cree que es necesario «hacer que el arte cinematográfico fuera moral, moralizador, educador»11. Expone, luego, unas recomendaciones especiales:

- a los católicos que trabajan en la industria del cine: «el número de los católicos que son ejecutores, directores, autores o actores en las películas no es pequeño; y, sin embargo, su actuación en la producción de las mismas no siempre ha estado de acuerdo con su fe y sus ideas».


(Id., p. 682a)                


- a los obispos, que expliquen y pidan a los trabajadores del cine, sobre todo a los industriales, que lleven el cine por el camino de lograr su «altísimo fin de mejoramiento individual y social».


(Id., p. 682b)                


Pío XI justifica sus recomendaciones para una actuación católica en el cine, pues

De hecho, ¿por qué tan sólo se ha de pensar en evitar el mal? Las películas no deben ser una mera diversión, ni ocupar tan sólo horas frívolas y ociosas, sino que pueden y deben con su magnífica fuerza iluminar y positivamente dirigir al bien .


(Id., p. 682b)                


Con todo, las indicaciones prácticas para ese camino del cine hacia el bien se fijan más en la prevención que en la producción, por medio de la creación de oficinas de clasificación de películas. Los componentes de esas oficinas deberán reunir dos condiciones: ser conocedores de la técnica del cine, y tener firmes principios de moralidad y de doctrina católica. Un consiliario, sacerdote, será su guía (Id., cfr. 684a).

La doctrina de Pío XI ha servido, en lo esencial, para que un sacerdote italiano escribiera un libro, Cine y moral12, que es, en muchas de sus páginas, una exégesis de la citada encíclica.

Según L. Civardi, Cristo es el gran ausente del cine moderno (pp. 130-132), y ese olvido es un «pecado contra la historia» (pp. 134-135) y un «pecado contra el arte» (pp. 136-137). En la línea de la recuperación católica del cine debe ser vista la película de Salvia y de fray José Mojica. Y decimos de Salvia y de Mojica, porque Rafael Julián Salvia Jiménez fue ante todo guionista, con una carrera «larga y dilatada, sin parangón en el cine español. En este oficio destacó por su versatilidad y su capacidad para trabajar en colaboración (pocos guiones firmó solo)»13.

En los créditos de la película el texto dice: «Sobre un asunto de Fr. José Francisco de Guadalupe Mojica. Guión de Rafael J. Salvia».

José Mojica nació en Jalisco, en 1896, y murió en Lima en 1974. Fue cantor en Méjico, luego en Chicago, en cuya compañía de ópera alcanza fama, que se acrecienta con el cine sonoro. Se convierte casi en un mito, porque «daba la imagen del galán atildado que la moda convertiría en prototipo de la masculinidad»14. Se va a vivir con su madre, en Perú, y entra en la Orden tercera de San Francisco. Cuando ella muere, decide su paso al sacerdocio y da sus bienes a los pobres.


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El Padre Mojica y el proselitismo religioso

El P. Mojica asiste, en 1952, a un Congreso eucarístico que se celebra en Barcelona. Visita, luego, además de Madrid, diversos lugares de la península, relacionados con América y con el culto mariano: Sevilla, Granada, Guadalupe y Fátima.

Entrevistado por J. F. del Alcázar, a la pregunta de ¿le gustaría hacer una película de ambiente religioso?, contesta de esta manera: «No una, sino veinte o las que sean, pues esa es mi ilusión, pero haciendo siempre, únicamente, mi papel de misionero franciscano»15.

Y en otra entrevista reproducida en el mismo medio, a otra pregunta del P. Isorna, ¿Estima, en mucho, la eficacia del arte como instrumento de apostolado?, responde en estos términos: «En mucho. Y sólo deseo con mi arte llevar muchas almas al cielo. Un día Su Santidad Pío XII me dijo personalmente: "Llevad a Cristo a la radio, al teatro, al cine, al periodismo"»16.

Pienso, por tanto, que si el aspecto catequético de la película no está lo suficientemente apoyado en estas afirmaciones, las dos primeras llamadas al espectador, tras los créditos del comienzo del film, sitúan con nitidez la intención de los guionistas. Un texto que aparece en pantalla,

Damos las gracias más efusivas a Su Eminencia el Cardenal Arzobispo Dr. Quiroga Palacios, así como a todas las autoridades civiles y eclesiásticas de Santiago de Compostela y La Coruña por las facilidades concedidas para el rodaje de esta película, con la que «Suevia Films, Cesáreo González» aporta su iniciativa a la difusión del Año Santo Compostelano,


va seguido por la información de una voz en off que, literalmente, dice:

Por privilegio especialísimo de la Iglesia, el Año Santo Compostelano se celebra cuando la fiesta de Santiago cae en domingo, y cada vez que el magno suceso se produce, la llamada espiritual de Compostela se extiende por todo el mundo.


Sería prolijo considerar con detenimiento los distintos lugares, esparcidos a lo largo de los diálogos y de las imágenes del film, que pueden ser clasificados bajo este aspecto de catequización católica. Por ello se recogen, en apéndice, textos transcritos de la copia en vídeo doméstico que se ha manejado para la elaboración de este trabajo, y que son, claramente, ejemplos evidentes de esa intención de sus autores.

El P. Mojica publicó en México, en 1956, un libro autobiográfico, Yo pecador..., escrito por indicación de los superiores, y en el que expresa la idea que ha presidido su vida, desde incluso antes de pertenecer a la Iglesia católica como fraile y sacerdote: la de transmitir «el mensaje de felicidad y redención que encierra toda vida para quienes luchan, sufren, anhelan y esperan»17. En 1959, una película mexicana, con el mismo título, recogía, esta vez en imágenes, la vida de Mojica.

El P. Mojica, en el film, no atiende debidamente las cuestiones económicas relativas a la financiación del viaje del grupo coral por España, si bien se ocupa de establecer nuevas giras, haciendo que el coro cante ante representantes artísticos. Pasando al terreno de la realidad, una información periodística señala que Mojica

ha donado todo el importe de su trabajo en dicho film, cuya cifra asciende a 40.000 dólares a la Congregación Franciscana de Arequipa (Perú) para ayuda de la construcción del Colegio Seráfico de Nuestra Señora de Guadalupe, que se establecerá en El Cuzco.


(ECG 29.03.1953, 2)18                







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Melodrama

En el ya citado trabajo de Heinink y Dickson, las 11 películas reseñadas que José Mojica interpretó en Hollywood, tienen un denominador preponderante en la clasificación argumental de los autores. Cinco de ellas son consideradas como «melodrama»; dos, como «melodrama romántico»; una, como «melodrama de aventuras»; dos, como «comedia romántica», y solamente una como «drama»19.

Si tenemos en cuenta el tipo de papeles que el actor cinematográfico Mojica hizo en Norteamérica, deberíamos ver como forma de trabajo «natural» el tratamiento melodramático de la historia que se desenvuelve en El Pórtico de la Gloria. Por otra parte, estaríamos en los orígenes mismos de la palabra, mezcla de «música» y de «acción», si bien, en este caso, el significado se halla muy alejado de los matices a los que los autores cinematográficos clásicos en este repertorio nos tienen acostumbrados20.

El talante melodramático de la historia no pasa desapercibido a un periodista gallego que dedica una amplia información a la película que nos ocupa. El texto completo se recoge en el Apéndice, pero traemos aquí un comentario del autor: «sin las trascendentales coincidencias no cabe escribir melodramas ni pueden ocurrir tragedias» (La noche, 23.02.1953, 4(7)).

Y esa característica es subrayada junto a otras, en dos comentarios críticos a su estreno, respectivamente en Madrid y en Barcelona:

- (mejor hubiera sido un documental sobre Santiago) que esta película con su argumento y desarrollo llenos de recursos folletinescos y de situaciones falsas (...) Se ha tratado en ella de hacer vibrar las fibras más sensibles de cada espectador, llamando a su orgullo patriótico con el desfile de imágenes de una España disciplinada y laboriosa, tocando a su fervor religioso con palabras piadosas, excitando su ternura con el problema de una madre que busca a un hijo, que su corazón la dice que no murió, y, por fin, lo encuentra (...) la acumulación resulta artificiosa y el artificio trae consigo en el campo artístico la merma de emoción y veracidad21.

- Unas leves anécdotas marginales de carácter sentimental completan el cuadro literario del film, que en este aspecto incide con demasiada frecuencia en tópicos de escasa calidad y, por lo tanto, por debajo del tono formal del conjunto (...)22.




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Las canciones

Como película «musical», las canciones son un elemento primordial en su estructura. Enumeramos las que hay en el film, con indicación de sus intérpretes, lugar donde aparecen y una identificación personal del contenido23:

«Sancta Maria»: coro y P. Mojica; convento en México; religiosa. «La nueva España»: coro y Mojica; en un autobús; encomiástico-patriótica. «Peregrina»: coro; en un teatro; nostálgico-sentimental. «La blanca paloma»: coro; en el autobús; amoroso-festiva. «Viva la niña»: caro; en un restaurante; agradecimiento. «La niña negra»: Mojica; en el restaurante; de "solidaridad inter-racial". «Corazón mexicano»: coro y Mojica; en la coruñesa plaza de María Pita; "solidaridad entre los pueblos". «Las mañanitas del rey David»: coro; autobús; amorosa. «La bamba»: coro; en una sala; festiva. «Camino de Compostela»: Mojica y coro; varios lugares e imágenes de la catedral de Santiago; religiosa. «El charro Nicolás»: coro; en el hospedaje en Santiago; irónico-festiva. Himno al apóstol Santiago: con refuerzos de Mojica; cripta de Santiago; religiosa.



Una canción religiosa al comienzo, y otra al final, junto con «Camino de Compostela», que menciona el viaje de Francisco de Asís a esta ciudad, son elementos determinantes, entre el conjunto de las demás, desde el punto de vista estructural. Sin embargo, pienso que el espectador no se puede sentir adoctrinado con sus contenidos, ya que predominan las canciones no religiosas.






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Propaganda

De manera general, es algo comúnmente aceptado que todas las cinematografías, y las películas en particular, contienen elementos propagandísticos, en menor o mayor medida.

Desde un punto de vista industrial, la película de Salvia y Mojica se produce durante el comienzo de vigencia de unas nuevas normas de ayuda estatal al cine, aparecidas a mediados de 1952, pero que no surten efecto real sobre el conjunto de la cinematografía española hasta el año 195424. Dentro de esa política de «fomento» del cine, la propaganda es, en buena parte, un móvil más25.


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Propaganda religiosa

De algún modo, lo que hemos expuesto en el apartado 1, se puede poner en relación con este otro apartado. Un acto de catequización es, trasladado a un sistema laico, un acto de propaganda, un acto para convencer a los oyentes de la bondad de unas ideas y de su realización práctica.

El Pórtico de la Gloria es ejemplo de propaganda, reconocido por sus autores, como antes hemos visto. Por su parte, la prensa gallega destacaba esa intención en numerosas ocasiones:

Bellísimo aspecto que ofrecía en la mañana de ayer la plaza de María Pita durante el rodaje de diversas escenas de la película «El Pórtico de la Gloria», producción de Cesáreo González dedicada a la exaltación del Año Santo compostelano26.



El cardenal Quiroga (cfr. n. 10) menciona explícitamente el conjunto artístico-religioso que da título al film, en un texto autógrafo que reproduce uno de los periódicos locales el día 25 de julio de 1954:

Fieles de todo el mundo continuarán pasando por nuestro incomparable Pórtico de la Gloria para rendir viaje ante los restos del Hijo del Trueno, que vuelve a ser Maestro, Guía y Valedor poderosísimo de cuantos a él acuden. (ECG 25.07.1954).



Es, por tanto, una obra para fomentar la peregrinación a Santiago, como en el campo literario lo fueron, entre otras, los textos como el del P. Isorna (v. antes, 1.1 y n. 15) de manera especial: Itinerario del alma a Santiago, Santiago 1953, o el del P. R. Cué Romano, S. J., Una noche en el Pórtico de la Gloria (Interpretación lírica de Compostela), La Coruña 1954.


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Propaganda política

España necesitaba salir del aislamiento internacional en que se hallaba, como se ha indicado (v. 0, y ns. 4, 5). Como es sabido, México era uno de los países cuyo gobierno no tenía relaciones diplomáticas con el gobierno de España. Un contacto a través del folclore, conexión que no se rompió, servía para mitigar un poquito esa separación.

Hay dos canciones que sirven para esta actitud proselitista. Una de ellas, «La nueva España», que examinamos con cierto detalle en el Apéndice (4), es de la más cruda exaltación patriótica. La otra, habla de las relaciones entre los pueblos, por encima de las circunstancias (que se pueden entender como oposiciones hispanas o como oposiciones mexicanas, o ambas). La canción, fundamentalmente de Mojica, se canta en la plaza de María Pita, en A Coruña (v. n. 26):

Ay, corazón mexicano, / que cantas alegremente, / quiero estrecharte la mano, / mirándonos frente a frente. Qué caray, qué caray... / corazón mexicano, / si de mí eres hermano, / vamos pues a cantar, / qué caray, qué caray... / la canción de tu tierra / y la mía de mi sierra / se podrán igualar. (...) Son corazones hermanos, / aunque a alguno no le cuadre / todos los pueblos hispanos / hijos de una misma madre / (...).




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Conclusiones

La fama del P. Mojica, la popularidad que, según la prensa, tenía el coro del Orfeón infantil mexicano, no fueron suficientes para dar una aceptable carrera comercial a El Pórtico de la Gloria.

A pesar de que el titular «Dentro de mes y medio estará lista para ser estrenada la película PÓRTICO DE LA GLORIA», titular que dominaba la información sobre el film, de la que hemos extraído parte de la entrevista con Salvia (v. n. 12), el mes y medio se hizo más de medio año. No hemos investigado a qué se debe tanto retraso. Cuando se presenta en Madrid, lo hace el día 14 de enero, pasadas las fiestas de año nuevo, y está solamente 7 días en cartel27.

Ello pudiera deberse a la combinación, en proporciones desiguales, de una historia con motivaciones religiosas, la peregrinación a Santiago, conviviendo con una historia de matices melodramáticos, la recuperación del amor y del hijo perdido (por parte de Diego y por parte de Pilar, respectivamente), historia que responde a los módulos habituales en las narraciones folletinescas, literarias y cinematográficas, con una propaganda de tipo religioso, la nueva de otro año santo compostelano, al lado de otra propaganda de tipo cívico-político, los valores de la España reconstruida y regenerada tras la guerra civil, que no aparece como tal. Esa combinación, algo compleja, no ha mostrado ser un método con el que se pueden obtener resultados halagüeños.

En una selección cinematográfica de títulos representativos del cine español, 1951 es el año de Surcos; 1953, el de ¡Bienvenido, Mr. Marshall!; 1954, el año de Marcelino, pan y vino. Esta selección es escoliada en epígrafe de la siguiente manera: «El imposible neorrealismo»; «La esperanza de algo distinto», e «Infantilismo religioso»28. No pretendemos equiparar la película de Salvia a la de Berlanga, pero ¿podría tener un lugar al lado de las citadas? Es obvio que no. Ahora bien, si aceptamos la elección sin examen alguno, seríamos, quizá, parciales, porque ese enfoque es hijo, primero, de sus autores, e inmediatamente, de las circunstancias del entonces reciente postfranquismo.

Ahora bien, el fracaso puede achacarse a que el afán proselitista, dominante en el film, es uno de los escollos en los que suele tropezar el cine religioso que quiere ser católico, es decir, confesional, «el moralismo aleccionador, el afán de demostrar una tesis»29.

Si al comienzo traíamos un texto castellano de un catalán, ahora, en estas líneas finales, aportamos unas frases en catalán que enmarcan los juicios no favorables sobre la película: «L'art organizat i dirigit (sigui catòlic o comunista) acostuma a donar pocs punts de remarcable qualitat»30.

Pero no queríamos terminar con un juicio poco positivo. Pensamos que, y por eso hemos trabajado en ello, «incluso la peor película plantea o explora un interesante problema social, moral o personal»31. No somos tan optimistas como Jarvie, pero hay ligeras preocupaciones sociales en la película, afán de cristianizar conductas y una muestra de las ideas de un cantante de ópera, luego actor cinematográfico, y por último sacerdote franciscano.




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Apéndices


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Ficha artístico-técnica de la película «El Pórtico de la Gloria»

Tomada de la cinta de vídeo doméstico empleada para el estudio de la obra. Seguimos el orden de aparición en los créditos, indicando entre comillas algunas especificaciones que aparecen en pantalla.

Producción: Suevia Films-Cesáreo González. Fr. José Francisco de Guadalupe Mojica O.F.M. (Padre José), Lina Rosales (Alejandra / Pilar), Santiago Rivero (don Marcial), Lolita Herrera (Manolita), José Sepúlveda (Butrón), Rosa Palomar (doncella), Ricardo Turia (chófer), Pilar Gómez Ferrer (tía Encarna), Mercedes Cora (taquillera), Aníbal Velo, Salvador Soler Marí, Isabel Herrera (Luz), Delia Luna, Joaquín Burgos, Francisco Bernal, Mateo Guitart, Luis Rivera, Francisco Amor (Felipín). «Y el mundialmente famoso Orfeón Infantil Mexicano de los que destacan Agustín Andra de Torres, Hugo Norman Martínez, Ricardo Magaña Álvarez, Carmelo Soto Castillo y el director Rogelio Zarzosa». «Con la colaboración especial de Otto Sirgo» (Diego).

«Sobre un asunto de Fr. José Francisco de Guadalupe Mojica, guión de Rafael J. Salvia». Música, Juan Quintero. Canciones de Leopoldo de la Rosa y Padre Mojica, Agustín Lara y Padre Mojica, J. M. Tena, Ricardo Palmerín y J. P. Contreras. Arreglos corales de Guillermo Pinto Reyes y Silvino Jaramillo. Jefe de producción, Rafael Vázquez. Ayudante de dirección, José Luis Robles. Secretario de dirección, José Luis de la Serna. Segundo operador, César Fraile. Maquillador, Francisco Puyol (hijo). Montador, Antonio Ramírez. Fotógrafo, Julio Ortas. Regidor, Ramón Baillo. Peluquera, Isabel Mellado. Ayudante de cámara, Salvador Gil. Ayudante de montaje, José Luis Ramírez. Constructor de decorados, Francisco Asensio. Sastrería, Humberto Cornejo. Mobiliario, atrezo, Antonio Luna.

Estudios Chamartín. Ingeniero de sonido, Fernando Bernáldez. Laboratorios, Madrid Film y Arroyo.

Director de producción, Juan Francisco Blanco Lavin. Decorador, Sigfrido Burmann. Operador jefe, Alfredo Fraile. Dirección, Rafael J. Salvia.

Hemos identificado los personajes no protagonistas a través de los datos que el regidor R. Baillo dio a un periodista de La noche, periódico que los publicó en su «Suplemento de escena y pantalla» de 20 de marzo de 1953, en su página 1.

Asimismo, la relación de Baillo tiene estos otros nombres que no hemos visto en los créditos de la copia de vídeo: ayudante de sonido, Alejandro Moreno; ayudante de maquillaje, Fernando Martínez; ingeniero de sonido, Alfonso Carvajal.






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Textos «catequéticos»

En la segunda secuencia del film, después de que el coro y Mojica han cantado la primera canción, otros niños del coro llevan al fraile la correspondencia, en la que hay un folleto de Santiago de Compostela. El folleto sobre Santiago ha sido presentado a los espectadores, antes, cuando aparece por vez primera Alejandra (nombre artístico), en compañía de unas amigas, demostrando el aburrimiento de una persona que no sabe a dónde viajar, porque ya ha estado en muchos lugares. Por medio de un fundido, el folleto relaciona a la mujer con el coro infantil. Los espectadores pueden leer luego, en un plano detalle en una etiqueta de una maleta, a la llegada de Alejandra al hotel en Madrid, el nombre de Pilar Lozano. Ella, avanzada un poco la historia, hace que los espectadores se enteren, al mismo tiempo que dos chicos del coro, que ha sido cantante con el nombre de Alejandra.

- Habla del año santo. ¿Por qué no vamos? ¿Por qué no hacemos nuestra próxima gira por España? (...)

- Además, necesitamos dinero para acabar el colegio.

- (P. José). Sí. Es necesario cumplir nuestra obra. ¡España...! Bien estaría volver allá, desde este convento, que lleva el nombre de Santiago, que fue el primero fundado por misioneros franciscanos en esta capital. Aquí recibió su vocación cristiana Juan Diego. Por él nos vino la Virgen de Guadalupe, patrona de las Américas. Sí, de aquí tiene que volver a España un regalo, una ofrenda musical, lo que nosotros podemos dar: nuestras voces...





Después de una celebración religiosa, y en una sacristía, el P. José dice a los muchachos:

Mañana es el cumpleaños de Antonio. Hay que aplicar la comunión por él. Parece que tiene vocación, y quizá ingrese en este grupo de futuros sacerdotes del Señor. Ojalá que cuando lleguemos a América, el grupo vocacional sea más numeroso. El Señor os conserve la perseverancia, y continuemos todos, sin ser forzados, libre y espontáneamente, al servicio del Señor y de su santa Iglesia.





El coro ha llegado a Santiago. Recorre la catedral, y está ante el Pórtico de la Gloria.

- (Jaime) ¡Señora! ¡Qué alegría verla! ¿Por qué nos abandonó?

- (Alejandra) Me porté mal con ustedes. Perdónenme todos.

- (P. José) Esa palabra, perdón, dicha de corazón nos va muy bien a todos aquí, en el Pórtico de la Gloria, donde todos los que pasan piden perdón.

Dios, para mostrarnos el misterio arcano de su voluntad, quiso restaurar en Cristo, cumplidos los tiempos prescritos, todas las cosas de los cielos y de la tierra, reuniéndolas por Él mismo en un cuerpo o Iglesia. Cristo vino al mundo a predicar la paz, tanto a los que estaban alejados de Dios, los gentiles o paganos, como a los que estaban cercanos, los judíos. Por Él, es por quien tenemos cabida en el Padre, unidos en el mismo Espíritu. Es Él, quien da vida a los que están muertos espiritualmente, por sus delitos y pecados, a todos aquellos que viven según las costumbres de este siglo mundano, entre los cuales fui asimismo yo..., en otros tiempos.

Nuestro Señor Jesucristo es el principio y la cabeza de esta gran familia que está en el cielo, y también sobre la tierra. ¡Ah!, ya no somos extraños, ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos y también de la casa de Dios. En sus muros estamos implicados, sobre el fundamento de los apóstoles y los profetas, y unidos en Jesucristo, el cual es la principal piedra angular, sobre quien, trabado todo el espiritual artificio, se alza para ser un templo santo del Señor.





Jaime ha caído desde un balcón, al intentar ir a las fiestas de Santiago, para ver a Manolita, una chica que ha conocido en Madrid, de la que se ha enamorado, y que está, casualmente, en Santiago. El P. José ha logrado alcanzar a Alejandra, que se iba de la ciudad, y vuelve con ella al hospital. La situación del niño es grave, según dice un médico. El franciscano, Diego y Alejandra están en la capilla del hospital.

- (Diego) Padre, ruegue para que ese muchacho vuelva a la vida. La felicidad de Alejandro es lo que más me importa en el mundo.

- (P. José) A Dios le llegan todas las plegarias. Para nosotros pecadores vino Dios al mundo. Aquí, de rodillas, rezaremos todos.

Digamos de corazón esta oración de mi padre san Francisco: Dios mío, haz de mí un instrumento de tu paz. Donde haya odio, ponga yo amor. Donde haya ofensa, perdón. Donde haya discordia, ponga unión. Donde haya error, ponga verdad. Donde haya tinieblas, ponga luz. Donde haya desesperación, ponga yo esperanza. Donde haya tristeza, ponga yo alegría. ¡Oh, maestro!, que no busque yo tanto ser consolado, como consolar; ser comprendido, como comprender; ser amado, como amar. Porque dando, se recibe; olvidándose, se encuentra; perdonando, se alcanza el perdón; muriendo en tu gracia, se resucita a la vida eterna.

- (Alejandro) ¡Señor!, yo te prometo ponerme en tu gracia.

- (una enfermera) ¡Padre José!, el muchacho le llama. Ha recobrado el conocimiento.








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Melodrama

Anacos. «La película del P. Mojica». Por Borobó.

Dentro de unos días llegarán a Compostela para filmar los exteriores -y según parece también los interiores- de «El Pórtico de la Gloria» los cineastas que encabezados por Fray José de Guadalupe propagarán el Año Santo por las pantallas del mundo.

Ya es hora, pues, de prestar atención a la película que ha de sostener el prestigio espiritual de Santiago ante las muchedumbres de espectadores del cine. Hasta ahora sólo podemos dar una ligera idea del argumento que se lo oímos contar al Alcalde en una reunión de la Junta Local de Turismo celebrada hace una semanas (sic). Veremos si nos acordamos del sucinto guión, que pertenece al género melodramático sin desperdicio, pero quizá con atenuantes. Y reserven ustedes sus opiniones hasta el momento de ver la película en la pantalla, pues del argumento más disparatado (y no queremos prejuzgar que el guión del P. Mojica lo sea) puede derivarse una película estupenda. Todo depende del director, que en este caso es el que dirigió «El Judas», con gran éxito según dicen. Ustedes recordarán su nombre, pues el cronista no ha podido retenerlo en la memoria. ¡Y es que el seráfico nombre del P. Mojica oculta el apellido de todos sus colaboradores!

La principal protagonista de la película es una espléndida belleza mejicana.

- ¿María Félix?, preguntamos al Sr. Alcalde.

-No -nos aclaró- es mejicana en la ficción, pero en realidad creo que es española. Se trata de Lina Rosales.

No está mal. El público santiagués ya la conoce, pues actuó en el Principal como «supervedette» de una compañía de revistas hace un par de años. Después pasó al verso, es decir, al teatro sin música.

La hermosa y rica mejicana se halla en París, suponemos que haciendo turismo, al iniciarse la película. Es curioso que tanto el P. Mojica como Otero Pedrayo hayan partido de París para desarrollar sus guiones jacobeos. La coincidencia no es extraña: los lazos entre la capital de Francia y la de la Pequeña Francia que era Galicia, según Rodríguez de la Cámara, fueron constantes en el buen tiempo de las peregrinaciones.

Llega también a París un coro de pequeños cantores mejicanos dirigido por Fray José Mojica, cuyo concierto va a escuchar la solitaria belleza mejicana, atraída por la voz de su tierra. Conoce a los componentes del coro y siente un enternecedor cariño por uno de los cantorcillos.

Ocurren algunos episodios secundarios y la mejicana orienta su turismo hacia Santiago y coincide -sin las trascendentales coincidencias no cabe escribir melodramas ni pueden ocurrir tragedias- con el coro del P. Mojica que ha llegado a Compostela para cantar al Apóstol. Pero uno de los cantorcillos, precisamente aquel que ha despertado en la protagonista tan instintivo afecto, viene gravemente enfermo. La mejicana se desvive por cuidarlo, e impetra en la Cripta del Apóstol su curación al Santo Adalid de España. Se salva milagrosamente el cantorcillo, y descubre entonces la caritativa mujer que aquel pequeño cantor es hijo suyo, fruto de unos trágicos amores en días de guerra y de revolución.

Tomado al oído el argumento no garantizamos su exactitud absoluta, pero los lectores podrán hacerse una idea de lo que será la película de propaganda del Año Santo. Por encima del guión, Compostela será la principal protagonista. Dependerá del «cameraman» singularmente el éxito del «film»; de cómo aproveche la piedra de Santiago para convertirla en celuloide ante todo. No sabemos qué ángulos y planos elegirá. Sólo tenemos noticia de que se filmará alguna escena dentro del Palacio de Gelmírez, tal como estaba durante el pasado Curso Medieval. Y aseguró el Alcalde que en esa escena se verá a una eminente figura.



Borobó es uno de los seudónimos, el más usado, del escritor y periodista Raimundo García Domínguez.

Ramón Otero Pedrayo (1888-1976) es una de las figuras más relevantes de la cultura gallega contemporánea. Otero había escrito una narración sobre la leyenda del Graal, y su relación con el camino de Santiago, base para un proyecto de una película cinematográfica que no se hizo.

Apostillamos que la historia del film comienza en México, sigue en Madrid, no en París, y el cantor enfermo lo está de una caída de un balcón. La curación no se consigue ante la tumba del Apóstol, sino ante un Cristo al que Mojica eleva la oración de San Francisco (v. antes, 2.4), y esos trágicos amores de «días de guerra y de revolución», han sucedido durante la guerra civil española, que no se nombra explícitamente, como a continuación vemos.



Sobre las «historias» de amor.

El personaje interpretado por Sirgo, antiguo pretendiente en España de Pilar, cree ver en los movimientos de su antiguo amor un seguimiento del fraile, poniéndose en contacto, quizá conscientemente por parte de Mojica, las dos vidas del franciscano:

Alejandra ha preparado una cena especial para el coro. Recibe una nota del Jaime, por la que se entera de que se ha ido el coro a otro lugar. Diego la recrimina: «Al encontrarte de nuevo, sentí revivir todo el amor que te tuve y que tú siempre despreciaste. ¿Y para qué? Para correr detrás de un fantasma. De ese artista convertido a fraile...»

Ya hacia el final de la historia, Mojica ha pedido la documentación de los niños del coro, después de la confesión de Pilar (que se reproduce a continuación), y trata de alcanzarla, en coche, durante la noche, para decirle que el chico ha tenido la caída, y está grave. Le sigue Diego, que se le interpone con su coche en el camino:

- Yo sí le conozco a usted, fraile hipócrita. Todavía con aficiones de galán. ¿Negará ahora que va tras una mujer?

- Voy tras la madre de un hijo moribundo.

- ¿Sí? A mí no me engaña. Pilar no tiene ningún hijo. Sepa que hace muchos años que quiero a esa mujer.

- Si la quiere usted de verdad, ayúdeme a llegar a ella. ¡Mire esta documentación, y convénzase!

- (Lee) Llevado a México, como huérfano de guerra.

- Lo acabo de descubrir. El niño ha sufrido un accidente. Hay que alcanzar a la madre.





La confesión de Pilar.

La mujer ha ido a ver a Mojica a un convento.

- Quiero a Jaime con el corazón de una madre que perdió a su único hijo. Y eso no lo comprende, ni lo comprendería nunca.

- Le aseguro que de haberlo sabido antes, hubiera obrado de otra manera.

- Cuando usted sepa quién soy yo, yo también sabré si usted es bueno o todo es una máscara.

- Créame, hija mía. Yo soy su amigo. Sea usted quien sea y lo que sea.

- Amé por primera vez a un hombre bueno. Nos casamos en secreto durante la guerra. Lo llevaron al frente, y allí murió. Quedé sola. Me hirieron durante un bombardeo, y en un hospital, casi en estado de coma, di a luz a mi pobre hijo. Para salvarnos a los dos, nos separaron. A él lo llevaron a un asilo. Se produjo una ofensiva, quedamos en campos distintos. Y cuando todo terminó, me gané la vida cantando, hasta que conocí a un rico brasileiro (sic). Me llevó a América, y me casé con él. Murió, dejándome su fortuna. Han pasado dieciséis años. Vuelvo a España, y me encuentro a Jaime, retrato vivo del hombre que me hizo feliz. Este niño me ha ganado el corazón. Pero usted se interpone como un muro, como un enemigo...

- No. Me interpuse para protegerle. Ahora que conozco su vida, trataré de devolverla a usted la fe.

- ¡Devolver la fe...! Si usted supiera lo que he rezado, lo que he pedido. Y nada. Todo deshecho, todo terminado.

- Con humildad...

- Ya sé que soy soberbia, orgullosa. ¿Qué más...? Pero cuando la vida ha sido tan cruel...

- Dios siempre nos oye. Quizá usted desconoce el camino. ¿Hace mucho tiempo que no se acerca usted al Señor?

- Mi vida no le importa a nadie.

- No sea usted infantil. ¡Si ya me la ha contado toda! Una mala formación religiosa es como una bala disparada con la mira torcida. Y Dios está tan cerca. ¡Qué daría yo por verla comulgar, unida a Jaime! Él es recto, honrado, sincero. Lo único que los separa...

- ¡Basta! No quiero que me siga usted humillando. vine a buscar consuelo, y ya veo que me he equivocado.



Aunque muy oculto en medio de ese sentimentalismo materno-filial, hay una alusión a lo desgarradoras que son las guerras («nuestra» guerra). Aunque no se dice el bando en el que Pilar se encontraba, podemos deducir, por lo hemos transcrito antes («huérfano de guerra», su hijo es llevado a México), que Pilar había dado a luz a su bebé en la «zona nacional».



Casi todos los personajes de la película participan, comulgando, en una misa en la iglesia de la Corticela, en la catedral de Santiago. Después de ese acto se producen varios efectos beneficiosos. El representante del coro, que estafaba a los mexicanos, es perdonado porque se ha arrepentido. Una taquillera, que había incitado a la reventa de entradas para una de las actuaciones, y a la que había adelantado dinero, que, sigue el melodrama, emplea para que su madre pueda ser operada de urgencia, y que lógicamente no puede devolver, ve como su problema se desvanece. Por último, Pilar y Jaime, se encuentra en la cripta de Santiago. Suena, como fondo musical, la letra y la música del himno al apóstol Santiago.

- Señora. Ahora que Jaime está bueno y sano, aquí, junto a la tumba del Apóstol milagroso, pienso dar a usted la mejor de las noticias. ¡Su corazón no le había engañado! Lean esto...

(la estrofa del himno religioso dice: «a tus plantas, postrados te ofrecemos...»

- Abrace usted a su hijo...

(el himno: «defiende a tus discípulos queridos, protege a tu nación»).








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La canción que examinamos es la que hemos llamado «La nueva España». Aunque hay otras canciones, y situaciones, en las que se recurre a una planificación muy fragmentada, la planificación que acompaña a la letra y música interpretada por Mojica y el coro, es la más variada de la película. Esta preocupación formal puede ser reflejo del director por dar una imagen «actual, moderna» del país, en unos momentos en que se iniciaba una salida internacional, después del importante ostracismo del final de la guerra civil.

La canción comienza y termina con un mismo plano fijo, el de la plaza de España, de Madrid, con el monumento al Quijote, árboles del jardín y fondo del hotel Plaza. Al no poder realizar el seguimiento de esta secuencia en moviola, puede que no sea totalmente exacta la relación que se expone. Debo la identificación de algunos planos a A. L. Hueso.

1. Plaza de España.

2. P(lano) de desfile militar en Madrid.

2.1 p. de cadetes desfilando.

3. p. de explanada de un estadio, llena de personas que asisten a un acto religioso (Congreso eucarístico de Barcelona).

4. p. de desfile militar.

4.1 p. concreto de «jeeps» con soldados.

4.2 p. de marineros desfilando.

4.3 p. de cadetes desfilando.

5. p. de unas cosechadoras, como desfilando.

6. p. de un tren Talgo.

7. p. del muro de un embalse.

8. p. graderíos de una plaza de toros.

9. p. imágenes de una carrera de autos.

10. p. de remeros, en esfuerzo de competición.

11. p. de corredores de atletismo.

12. p. graderíos plaza de toros, con pañuelos blancos.

13. p. «jeeps» en desfile militar.

13.1 p. de un regimiento de paracaidistas.

13.2 p. de una batería de cañones, remolcados.

13.3 p. de varios regimientos.

14. p. de autopista de Barajas-Madrid. Un autobús.

14.1 p. interior del autobús, con Mojica y coro.

14.2 p. de seguimiento del autobús entre los puentes de los estudios Cea.

15. Madrid: cruce Gran Vía-Alcalá (p. aéreo).

15.1 p. de Alcalá y Cibeles.

15.2 p. del Viaducto.

15.3 p. de la confluencia Sevilla-Alcalá.

15.4 p. de la Telefónica.

15.5 p. de Gran Vía-Alcalá (en ligero contrapicado).

15.6 p. de facultad de Medicina.

15.7 p. de una avenida y otros edificios universitarios.

15.8 p. de tejados de Madrid (Alcalá).

15.9 p. de otros tejados.

15.10 p. de puente de la Moncloa, y tranvía atravesándolo.

15.11 p. de otros edificios universitarios.

15.12 p. de plaza de España. Entra en campo el autobús y se detiene. Corte, y encadenamiento al vestíbulo de un hotel.



La primera estrofa, cantada por Mojica, que se repite como estribillo, dice lo siguiente: «España nueva, nación en marcha, madre fecunda de nuevas razas. Mis labios besan tu tierra santa, y grito alegre ¡que viva España!».

Hay, pues, una intención de mostrar una nación despierta, en movimiento, activa, una potencia en desarrollo, y todo bajo una dirección férrea (abundancia de planos militares), cuyo representante, sin embargo, no aparece en imagen.



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