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  —203→  

ArribaAbajoEduardo Keller Sarmiento

(Eddy Bell)


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ArribaAbajoLied



El Sol es como un platillo
ebrio a fuerza de martillo
(polichinela que corre
a suicidarse en la torre).

   De una nubecilla que arde  5
cuelga el Ángel de la Tarde
(su cuerpo azul y profundo
sigue el péndulo del Mundo).

   Oigo tu infancia lejana
rosa azul de la campana  10
(la Sombra de Ayer asoma
su ala fresca de paloma).
—204→

   Ya tu cementerio es
un tablero de ajedrez
(abajo la gente fuma  15
su cigarrillo de bruma).

   Hasta tu oreja he subido
-oh torre- por un descuido
(antes cantaba un poema
que era un humo de alhucema).  20

   Ahora voy al arrabal
acordeón de Carnaval
(el Cielo tiznase sobre
su velería de pobre).

   Mujer no quiero perderte  25
el Árbol me desmenuza
(lo desconocido cruza
en los coches de la Muerte).

   Mi Pena dragón inmenso
me sigue por donde pienso  30
(y la Noche me proclama
en el beso y en la llama).

   Me voy, me voy; tengo frío
escaparate del río
ya bostezan las esquinas  35
poeta dime qué opinas.

   Suena el fragor como un tacho
lejano y sucio de greda
(mi sombra es como un borracho
acostado en la vereda).  40



  —205→  

ArribaAbajoEl carro fantasma del alba



   Alto agrietado flojo nadie lo ha visto nunca
tropieza con el sueño de las calles oscuras
(camina muy cansado lleva un carga enorme
sobreviviente carga no se sabe hacia donde
sobre la Tierra Virgen del Amanecer nuevo.  5
¡Sus sordas ruedas iban pesadas de Sueño!
¿Qué resplandor de Muerte brillaba en su fanal
tambaleante sobre el Musgo de la claridad?
Acaso era el difunto de la Noche sin santo
¿iba al confín del Mundo desierto a sepultarlo?  10
¡Ah Bruma que inventaste este carro dormido
que se adistancia en una caravana de ladridos!
Iba a mi lado y fingía extrañas formas
y cabeceaba -¡como si arrastrase mi Sombra!
De pronto su osamenta se atravesó en el Cielo  15
¡la Luz lo hizo crecer y lo borró en el Tiempo!




ArribaAbajoHildegaard



   El sol pega estampillas rojas en los canales
-Mientras lloran al viento los pañales dorados
-Hildegaard en tus ojos hay dos cirios pascuales
hoy velando al Infante de los besos pasados.

   Atardecer flamenco de lanchas y cigüeñas  5
ya el duende de las hondas campanas se ha dormido
Hildegaard cierra el libro de estampas donde sueñas
la Muerte es un perfil bello y descolorido.

   ¡Ay! el Vivir me envuelve como un falaz gusano
y el reflejo sonriente un deseo inhumano  10
—206→
hago un signo terrible sobre el vidrio del Ser
la Oración tiene un cuerpo desnudo de mujer.

   El Mundo es una marcha tonta y desafinada
y yo un Señor muy lento de pupilas lluviosas
la serpentina viva de la duda tirada  15
como una espiral loca al fondo de las cosas.

   La tarde es ya una larga procesión de luces
que huye de la mirada dura de la ciudad
-Hildegaard mi recuerdo está lleno de cruces;
mira mi amor ha sido siempre curiosidad.  20

   Escucha el Carillón su ceniza derrama
la hora se arrodilla en los altos Vitreaux
Hildegaard Lange vagas manos y ojos de llama
clara mujer del Alster voy a rezarte yo.

   Ah tu risa infantil tiene un vaivén de cuna  25
mi Amor calcomanías pintadas de cariños
-Hildegaard eres una salida de la luna
y yo un poeta absurdo que divierte a los niños.

   Sobre el agua grasienta del canal se suicida
un día paralítico de murallón de cal  30
Hildegaard temo mucho la sombra de la Vida
prolóngame en las voces dispersas del canal.

   Me miro en el espejo rojo de mi locura
soy un rincón del Mundo donde todo se pierde
ya anochece... es la Forma como una sepultura  35
tienda del horizonte vende una cinta verde.



  —207→  

ArribaAbajoAlegoría



   La mañana maestra de escuela le ha provisto
una cartilla rota que él va deletreando,
cuando el Sol no le engaña jugándole a los naipes
con el verde flotante de la espuma
y el lanchón solitario  5
en la vidriera móvil de su cuerpo de nubes
como un vejete que se cree muchacho.

   La tarde es un bazar de faros de colores
colgando sobre el río crucificado y mudo
la tarde niña tiene que entretener al río  10
que es un pobre mendigo que se acuesta desnudo
       y le canta y lo besa
       en el pecho velludo.

   Ah Corazón y ahora con la sombra le pone
un pantalón ilógico que llega hasta el crepúsculo  15
mirad: ¡la Noche quiere que el río se levante
mañana antes que nazca la claridad del mundo!




ArribaAbajoAgonía



   El cielo llora su última moneda de mendigo
faroles del crepúsculo
son húmedos y altos
atardecer
payaso herido  5
todavía no has muerto y ya te están volando.




ArribaAbajoIncendio



   Fue el canto de algún gallo que incendió el horizonte.
—208→
Violeta gris y sangre
se está quemando el mundo
el mundo es como un alarido profundo.

   Amodorra la sombra su postigo cerrado.  5
¿Dónde será el incendio que no se oye un llamado?

   De amanecerme tanto ya el alma húmeda siento
la Muerte se disfraza con los pasos del viento.

Traigo los ojos tristes de luz artificial
una campana sórdida gotea fantasmal.  10

   Hay un coro de Ángeles en la puerta del Cielo
saludando a los héroes espectrales del hielo.

   Y su voz es extraña canción de despedida
armonía fantástica -voz con color de Vida-.

   Corazón  15
mira el mar
mira el bosque oscilante
acostado en sus brazos trae un dormido infante.

   ¡El Día es como un niño que acaba de nacer
la Torre de la iglesia se empina para ver!  20





  —209→  

ArribaAbajoRicardo E. Molinari

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ArribaAbajoTres poemas para una soledad




I

Tu amor a la sombra de la Catedral
ya no tiene reparo.

   Los niños y los grandes
no se asombran
de verte conmigo.  5

   Tu palabra es hoy una condescendencia
que me sigue desvirtuando
el mundo.
—210→

   Yo no sé nada más
que de un traspiés  10
y de una esfera que nos ha hecho
tornadiza la vida.

   ¡Yo no soy ya un bailarín!


II

   En mi ignorancia
espero  15
que tu palabra me tienda un brazo...

   Mi universo es casi todo agua.

   El deleite no tiene amparo en mi ser,
una pobreza lo sigue repitiendo
una misma aridez.  20

   Tú me hablas de una sombra
y de la muerte amarga
de todos los pecadores;
y yo te digo
que será siempre un gran encarecimiento  25
para que tu voz, no me aborrezca.

   Vives en una presencia
que jamás es escándalo;
tal vez
tú nunca te hayas demorado en la muerte,  30
y yo sea
el párvulo que todo lo confunde.

   A ti no te acobarda el sol
ni la incidencia repentina
de la nube que truena.  35
—211→
Tu inquietud no se sale de la vida.
Tus pasos estarán hechos
para algo, que en mí es incompetencia;
¡y yo no sé confirmar
esta compañía  40
que me dispensas!...


III

   Las tardes de los domingos
están hechas para los pericos
y las travesuras
de las urracas.  45

   En esta tarde de domingo tú estarás
yo lo creo o te veo,
desde cualquier ventana,
mirando cómo se enternecen
y se distraen  50
las agujas
de los relojes...

   ¡Yo no soy ya un bailarín!

   ¡Hoy deseo una soledad,
para que tu mano me hospede!  55





  —213→  

ArribaAbajoPondal Ríos

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ArribaAbajoPalabras a una niña muerta



Ya has comenzado a ser sólo un recuerdo,

   Pero estás a mi lado en otra tarde.

   Para tenerte junto a mí, de nuevo,
Mi desesperación alzó su brazo.
Quiso mover el cielo,  5
hacer retroceder días y noches
hasta tenerte junto a mí, de nuevo.

   Abrió su pecho
sosteniendo a la tarde que caía
volteada por los vientos.  10

   Dobló su espalda
bajo el tiempo.
—214→

   Pero algo tuyo queda entre nosotros.
Una presencia leve es el recuerdo.

   Por eso, de la muerte  15
saldrás, como una sombra, cada tarde.

    Vivirás levemente,
como una sombra en el paisaje,
cada vez que te recuerde.




ArribaAbajoEmoción de tiempo



   Sobre el paisaje inmóvil pesa un viejo silencio.
Un viento milenario cruza el cielo inmutable.
Es un agua de siempre la emoción que me ahoga
y antiguas las palabras que tengo para hablarte.

   El círculo de un día  5
alcanza para todo lo que existe.
Las cosas importantes son un puñado apenas
y un día y una noche que siempre se repiten.

   Con los cuatro elementos construyeron el mundo,
y con cuatro emociones nos hicieron el alma:  10
el amor, la alegría, la tristeza y la muerte
son simples y perfectos como el viento y el agua.

   El amor siempre ha sido vehemente como el fuego.
Mi alegría es alegre como un agua pequeña.
Tu tristeza es nostálgica como un viento grandote,  15
viendo la tierra en donde doblaremos la muerte,
que es el final del tiempo.
—215→

   Ya aconteció este mismo instante:
fueron dos almas, nuestras mismas penas
sobre un paisaje con la misma tarde.  20




ArribaAbajoTarde sentida



   En medio de la tarde
somos dos corazones
latiendo la tristeza del paisaje.

   Todos los caminos están regresando.

   Hablemos más despacio,  5
o no hablemos,
porque el tiempo se atarda cuando cruza silencios.

   Para construir este momento
vuelca toda tu pena.
Vivir es la tristeza de ir haciendo recuerdos.  10

   ¿No sientes como crece en nuestros pechos
una muerte pequeña?

   Otra tarde.
Otra jornada hacia el final del tiempo.
Ya hemos hecho otra legua irremediable.  15





  —217→  

ArribaAbajoHoracio A. Schiavo

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- I -

El regato de tu inocencia
florece los nenúfares de la mañana.

   Yo vuelvo de un horizonte anochecido
con los párpados pesados de recuerdos.
De un país nocturno sin música ni luciérnagas  5
buscando el agua de tus ojos vírgenes.

   Aquí el sol es más nuevo y las horas más anchas.
Por las cuatro lejanías huye siempre tu risa.
Flor de quince pétalos tu edad
destila un aroma de retoños.  10
En tu labio palpitan los atardeceres
y las mañanas se elevan
de los tres pájaros de tu nombre.

   Liliana... Y un sabor de cuentos infantiles
bajo las higueras agobiadas de siesta  15
o entre las paredes blancas de un solo brochazo
que velan el sueño de tu castidad.
—218→

   Liliana... Y se caen de bruces todos mis recuerdos.

   Aquí el sol es más nuevo y las horas más anchas.
Por las cuatro lejanías huye siempre tu risa...  20

   Golpeando en los nidos tus palabras de luz
despiertan a las aves.
Nuestros pasos ebrios graban en las sendas
una nueva ruta.


- II -

   Vuelvo desde nueve años a vivir estas calles{/ac}.  25
Las horas curvan el arco de mis sueños.

   Vengo con cien albas lucientes en los ojos
y un ritmo de mar en las venas.
Mis manos son dos nidos de caricias
aromados por los días que huyen.  30

   Hoy para cada árbol tengo una ternura.
Cada sombra guarda un nombre fresco de mujer.

   Cruzo el centro de la primavera.
Se abre en flores sonoras el silencio.

   Pero alguien aguarda en el límite de la estación.  35
Aventa su hoguera en los cerros de la noche.
Ata palabras en el tren de los vientos.

   Alguien más fuerte que el Olvido
aguarda a la vera de las últimas rosas.

   Allá donde mi marcha se arrodille  40
he de posar el largo beso del retorno.
—219→


- III -

   Mientras la lluvia deletrea su nombre
deshojo los minutos desteñidos de la tarde.
Mi mirada se tuerce para donde te fuistes
y mi corazón ahoga una marcha sin ecos.  45

Yo no sé que cosas me traerá la noche...
Esta noche que viene de tu cabellera
distante y azul.

   En la penumbra empinada de los árboles
te diseña el recuerdo  50
con dedos infantiles de cariño.
La lluvia en las acequias deletrea tu nombre...

   Flecha recién arrojada huye de mi todavía.
¡Impotencia de mis brazos estirados
que entibiaron tu carne!  55
¡Orfandad de mis ojos sin objeto!

   En el horizonte yo prendí una lágrima
que demarca tu sitio.

   En los labios me palpita el beso
que nunca terminaré de darte.  60

   Toque de soledad la lluvia
deletrea tu nombre en las acequias...





  —221→  

ArribaAbajoSoler Darás

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ArribaAbajoCarrero en una tarde de invierno



Parece genovés,
y curtido a la criolla.
Va cantando sobre el carro
—222→
como cortando el frío.
Las piedras del camino  5
cantan, bajo las llantas
de las ruedas trotadoras.
Y como una letanía
de su oscuro cantar.
Ha dejado en el barro  10
su canto tendido.
¡Allá va!... Cara al viento.
Calentando al frío.




ArribaAbajoRecuerdo de adolescencia



   Dejaré de cantarte.
Y el recuerdo será apenas
un paisaje desteñido.
Y como una adolescencia sin historias,
olvidará los recuerdos.  5
Y tú nada sabrás
de mis días vividos,
después de la tristeza de no verte.
Y como dos almas que fueron
para ser una sola.  10
Seguirán nuestras vidas por distintos caminos,
hasta que el olvido,
prolongue la distancia que produce tu ausencia.
En tanto,
la indiferencia del mundo,  15
no sabrá nunca que fuimos un poema de amor.
Ni las noches de penas
que esperaba en tu esquina
al pie de una ilusión.
Ni la gente del barrio  20
que me veían,
vestido de crepúsculo en la oración.
—223→
Ni la inquietud de las horas
que domaban tu ausencia.
Ni las estrellas primeras  25
que traían la noche
para verte llegar.
¡Hasta el poco de luna
que asomaba en tu calle
se cansó de esperar!  30
Desde entonces, mujer,

   se apagaron mis ansias.
Yo mojé los recuerdos
con un poco de lágrimas,
para romper los espejos  35
de mirarme a mí mismo.
Y quedé, como una isla
rodeado de imposibles.

   Que todas mis canciones
se amarren a tu espíritu,  40
para que Dios te salve
de todos tus pecados.




ArribaAbajoViaje



   Salió el tren ligero
y los paisajes vinieron a mirarme.
Yo fui el único viajero
que se puso a cantarle.
Y tuve la bondad de confundir  5
humo por nubes,
porque quise dejarle al paisaje
mi recuerdo de viaje.
Y mientras la máquina acostaba las nubes en el suelo,
yo imaginé que viajaba por el cielo.  10
—224→
Tanto así,
que me dormí,

   como un pájaro en su vuelo.




ArribaAbajoEl sauce



   Sauce:
Eres la momia del paisaje,
como un romántico sueño
en un lago encantado.
Siempre con el mismo traje  5
deshilachado.

   De humilde que eres no admites dobleces.
Prefieres la nostalgia en tu soledad.
Al verte, siempre me pareces
que ostentas tu silueta por pura dignidad.  10

   Sauce:
Eres la bandera del arroyo en un campo asoleado.
Y siempre el mismo en cualquier población.
Con un chaparrón de ramas, momificado.
Y un bíblico pasaje de resignación.  15





  —225→  

ArribaAbajoCésar Tiempo

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  —229→  

ArribaAbajo- III -

Anexo



ArribaAbajoRafael Jijena Sánchez

(1904)


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ArribaAbajoCanción de amor calchaquí



Añurita ella
la de mi querer;
ni la flor del aire
es como ella es.

   Tiene un nombre dulce  5
como agua de lluvia:
Amancay se llama.
Le dicen la Ñusta.

   Es fresca como una
tinaja de barro.  10
Y humilde, lo mismo,
que una cruz de palo.

   Achalay, ¡los ojos!
Achalay, ¡la boca!
—230→
Achalay, ¡el pelo  15
de mi novia coya!

   Cuando sea su día,
tocando mi cuerno,
con mis seis llamitas
bajaré del cerro.  20

   Cargaditas todas
con doce petacas
de albahaca y espliego
de cobre y de plata.

   De flores del aire  25
y de lechiguana.
De queso y quesillo,
de arrope y añapa.

   Y amás, el regalo
de mi tamboril;  30
de mi quena india...
De mi yaraví...

   Y a todas las gentes
que salgan a verme,
les irá diciendo  35
cómo es que me quiere.

   Cómo es que la quiero;
cómo nos quisimos;
que pronto andaremos
buscando padrinos,  40

   y una casa blanca
cerquita del río,
cerquita del cerro
—231→
y lejos del ruido.

   Para que la miren  45
estos ojos fieles;
para que la toquen
estas manos fuertes,

   y para que lata
con su corazón  50
este pecho mío
con sangre del sol.

   Añurita ella
la de mi querer.
¡Ni la flor del aire  55
es como ella es!




ArribaAbajo«Mor»



   No le cuente a naide
mi magre, que usté
me ha pillao llorando
como una mujer.

   De balde que me haiga  5
criao de su pecho;
de balde que lo haiga
desafiao al cerro;

   y al viento, y al tigre...
¡Mi sentío cobarde  10
como guagua'i teta
magre!

   Se han chupao mis ojos,
—232→
se h'arañao mi pecho,
de tanto hacer juersa  15
pa dentro.

   Y aura estoy quedando
lo mesmo
que trapo chaguao.

   ¡Malhaia el momento  20
que mi enamorao!




ArribaAbajoBaguala



   Con esta ausencia tan larga
viditay, ¡que no hi sufrío!
Le dije tu nombre al viento,
le dije mi pena al río.

    Por la puerta de mi casa  5
pasan el viento y el río:
y el viento y el río se paran
a oír tu nombre, tu nombre
y el lloro mío.

   Mitarcita de la noche  10
viditay, ¿que no has sentío
que el viento dice tu nombre
como un quejío?

   Mitarcita de la noche
viditay, ¿que no has sentío  15
bagualita, bagualita
que canta el río?





  —233→  

ArribaAbajoCarlos Muñoz

(Carlos de la Púa)


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ArribaAbajoViejos de Arrabal

Vinieron de Italia, tenían veinte años, con un bagayito por toda fortuna, y sin aliviadas entre desengaños, llegaron a viejos sin ventaja alguna.

Mas nunca sus labios los abrió al reproche, siempre consecuentes, siempre laburando, pasaron los días pasaban la noche, el viejo en la fragua, la vieja lavando.

Vinieron los hijos ¡todos malandrinos! llegaron las hijas, todas engrupidas. Ellos son borrachos, chorros, asesinos y ellas las mujeres están en la vida.

  —234→  

Y los pobres viejos, siempre trabajando, nunca para el yugo se encontraron flojos pero a veces sola, cuando está lavando, a la vieja el llanto le quema los ojos.




ArribaAbajo«El entrerriano»



Entrerriano. Entrerriano; en tu reo candengue,
va cumpliendo un plenario la emoción del suburbio
me batís, suavecito, la parola del yengue,
me ortivas de la faca, de la cana, del dengue,
del jotraba chorede y del laburo turbio.  5

   Lo batís a este viejo bailarín de la zurda
que apolilla en el pecho de pura contramano
el bagayo atorrante de versos a la gurda
que le hizo a una grela una noche de curda
después que por canchera le ganara de mano.  10

   Vivirás, Entrerriano, mientras quede en el fango,
como un mate curado, la amistad del amigo,
mientras haya algún orre que no cambie de rango,
mientras viva un porteño que se patine un mango
de emoción, en el verso sincero que te digo.  15

   Vivirás mientras quede copando la patriada
un taura arrabalero que desprecie la «yuta»,
mientras se haga un «scruche» sin que salga mancada,
mientras quede la grela de la crencha aceitada,
mientras viva un poeta, un ladrón y una...  20





  —235→  

ArribaAbajoAntonio A. Gil

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ArribaAbajoCompañero



Lo espero por no ir solo, cansado del eterno
camino hacia el trabajo... Nada más que por eso.
Entre los dos no caben intercambios de ideas.
Llega. Dice «¡Buen día!» ¡Buen día! le contesto.

   Saca de su bolsillo, la mitad de un «toscano»,  5
saca de otro bolsillo su encendedor a nafta,
—236→
y a pesar de que sabe que no molesta el humo
me nimba la cabeza con una bocanada...

   De los seis almacenes que halla por el camino,
por lo menos en cuatro se toma una «chiquita»;  10
yo disminuyo el paso, me alcanza, y una oleada
me envuelve de aguardiente, de grappa y de «cachimba».

   Haciendo tabla rasa de mis delicadezas,
como si fuera solo, con todo desparpajo,
se suena la nariz con dos dedos. Los dedos  15
se los limpia después en la manga del saco.

   Ya no me extraña verlo pararse de repente
y contra un cerco, un muro o poste de teléfono
hacer un balanceo, de espaldas al apoyo,
para rascarse el lomo, lo mismo que los perros.  20

   Y todo lo disculpo al amigo salvaje,
recio como una peña, tosco como un ladrillo,
porque es un hombre manso y humilde, que conserva
a pesar de ser hombre, la ingenuidad de un niño.

   Y lo estudio, lo estudio en silencio, y a veces  25
hace cosas que dichas, parecerían mentira;
otras veces lo observo con un poco de rabia
y, -por qué no decirlo- con un poco de envidia.

   De verlo así, tan bruto, insensible, sonriendo
      plantado ante la vida.  30





  —237→  

ArribaAbajoFrancisco Isernia

(1896)


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ArribaAbajoLlueve...



Llueve sobre el camino y los sembrados
percíbese en la niebla, el monte, incierto.
Bajan los goterones despiadados
sobre el espantapájaros del huerto.

   La serena humildad de sus miradas  5
vaga sobre el camino. ¡Pasa el viento!
¡Este ilusorio ruido de pisadas
que ha traído el silencio a mi aposento!

   Junto a la vieja mesa, con ternura
teje los calcetines nuestra hermana...  10
¡Los calcetines para su criatura
que se durmió con su corcel de lana!

   A ratos su mirada se desliza
sobre el pequeño con materno celo.
Inclina la cabeza y una sonrisa  15
rueda, sin hacer ruido, por el suelo.
—238→

   Llueve. La tarde entra al aposento
difundiendo su sombra: ¡El viento pasa!
¡Somos ahora un solo pensamiento
un solo corazón, en nuestra casa!  20

   Y encendemos la lámpara dorada
que refleja su luz tras la ventana.
¡Afuera está -la cara iluminada-
tejiendo entre la lluvia nuestra hermana!




ArribaAbajoVienes con la mañana



   Vienes con la mañana por la huerta,
con el jilguero que en su vuelo ondula...
¡Donde caminas tú, todo despierta!

Al reflejo del césped se te azula
la cara. Y cantas. En tu voz humana:  5
¿qué pajarito su canción modula?

   Te contemplo pasar, por mi ventana,
y me das el buen día que al sol suena
con vibración sutil de porcelana.

   Dejas un fresco aroma de verbena,  10
de blancas florecillas de albahacas...
Aspiro: ¡el alma se me torna buena!

   Por el campo, detrás de las estacas
que la glicina húmeda reviste,
vienen a pasos lentos las dos vacas  15
que al verte asoman la cabeza triste.

(Vuelo)





  —239→  

ArribaAbajoLysandro Z. D. Galtier

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ArribaAbajoSaloon - bar



La rue, la nuit, geule son nom,

entrons: c'est ici.

   Une porte a ressorts qui nous cligne de l'oeil,
d'un amical tatonement sur le dos
nous y entroduit.  5

   Dedans,
on perd les yeux sur l'horizon des tables,
mais on les retrouve
aussitôt
dans un coin,
sur un siège vide...

   Le salon
sent le marron-glacé du style Jacobean.  10
—240→

   Jeunes gens,
cravattes étonantes, cheveux gommés, lorgnons,
melons et batout.

   Cigarettes, blondes.

   Souiers vernis;  15
semelles en catchou,
tremplin de l'allure feline...

   Vieux gagas
tout fauxcols, plastrons et diamants,
qui couvent sous les tables d'enormes digestions...

   Saluts...  20

   Et par-ci et par-là
beaucoup de paroles vaines, de regarde louches et de gestes tordus...

Dans un coin
sur un treteau haut de deux mètres
une orchestre de negres assombrit l'horizon
chargé d'orage.

Les instruments
interrogent leurs souvenirs...
halte là!

Ça y est.
Attention!
 25

   La parole se fanne sur nos lèvres.

   L'ame s'aprète a l'evasion




ArribaAbajoWhen Hollywood dance



   D'un hanchement calin
   le saxophone incite
   stridant
   du shimmy-shake...
—241→

   Soudainement  5
l'urgence male du trombone a coulisse
faisant de la navette
ataque l'atmosphère
à la craqueler.

   La contrebasse hesite;
les violons pleurnichent;  10
les violoncelles boudent.

   Le clarinettiste
recolte et bat obstinément de la salive...

   Tout les pigeons roucoulent
sous l'avant-toit de la basse.  15

   Toute l'Afrique fauve rougit dans l'helicon.






ArribaAbajoCafé au lait special de la maison



   Les baguettes
sur la peau du tambour
brodent au vif
à merveille.




ArribaAbajoA. B. C. of mixing coktails



   Le sons font des images
sur les visages.
Toute la portée s'avale
dans une gorgée...

   Etabli à tintamarre,  5
echafaudage du Jazz:
       cymbales
       hallali
       cors de chasse
       klaxon  10
       pistolet
       water-whistle
Harmonies périlleuses.
—242→

   Éclats de précision
qui se nous colent au dos  15
comme un emplatre poreux...

   Cohue de gestes, de cris et de dechirement;

grouillement de poses.

   Voluptueuses volutes;
varech de désirs.  20
Les jambes sous la table
       se desarticulent
       et battent la mesure en pietinant.

   Les bras, los mains, les doigts,
sentent la chair capiteuse du Jazz.  25

   Il pleut du banjo maintenant:
       pluie oblique, elastique;
       pluie froide d'été;
       pizzicatto qui nous demange
       et fait pousser le poil follet...  30

   Le piano
qui sent la chair de poule
       en son inaptitude
       caquète le fracas...

Et la joie écume
cataracte.
 35

   La joie lancinant du Jazz.

   Le sons se poursuivent,
fusent et fuient par toutes les reienures,
par tous les trous de clef,
et tombent comme de la poussière;  40
se cachent dans l'ombre,
et s'amoncellent dans les creux des corniches,
sur les meubles,
parmi los moulures
et font du noir dans nos oreilles...  45

   Par tout ça se cole les sons du Jazz-Band;
—243→
par tout ça se cole et s'étire comme du CHEWING-GUM!

   L'orchestre a toute allure s'embale:

       VIRES ACQUIRIT CUNDO.

   JAZZ-BAND:  50
volupté d'un fougueux dynamisme;
GULF-STREAM qui sillone d'ardeur tous les corps
et les noie dans un frisson humide...
GRATTE-CIEL, du vertige ou l'âme y monte comme de la sève,
et y descend
comme
par un
tobogan!
 55





  —245→  

ArribaAbajoAsteriscos


ArribaAbajo- I -

A los problemas tácitos de la poesía, se ha agregado aquí, y podríamos asegurar que en América, el problema de lo nacional. Nunca se ha debatido tanto acerca de este punto ni se ha sentido casi con angustia como en la presente generación la falta de una tradición racial, única y milenaria. ¿Qué es lo nacional?, ¿quién hace lo nacional? Nacional es «Martín Fierro», pero no es una aspiración nacional el gaucho. Nacional es Carriego, pero tampoco será una cardinal el suburbio. Sin embargo, con estos dos focos se ha iluminado, con vistas a la eternidad, por una parte, una retórica de espuelas y pampitas, ultimada a metáforas, como gato con relaciones, y por la otra una retórica fatalista, sentimental, hecha de espíritu de tango, a ratos bravucona y atropelladora, pero siempre ingenua como una milonguita. En las dos corrientes prima la anécdota, la relación, y otro es el camino de la poesía pura. La anécdota nacional dejó sentada una conclusión de categorías: que para ser rioplatense aferrándose a la letra gaucha o a la letra suburbana hay que ser, sobre todo, payador. Es decir, artista primario, juglar, cantaor. Podríamos ejemplificar con multitud; pero el ejemplo más sustantivo lo da Silva Valdez, en la otra banda.

Acaso la lección de «Martín Fierro» sea de lo   —246→   épico, como la dio últimamente «Don Segundo Sombra» y como la dieron «Facundo» y «Guerra Gaucha». Toda literatura épica es nacional, pues vivimos una era de construcción. Walt Whitman como precursor de los rascacielos, imbuido de la moral utilitarista de Benjamín Franklin, es netamente norteamericano, y no lo es, en cambio, Edgar Poe. Creemos que el error, entre nosotros, ha sido y es de pretender seguir en las dos corrientes señaladas el espíritu de los tipos y no el de los creadores; el espíritu del gaucho, simple y superficial, y no el de constructor. En otro plano, exactamente, el caso de los románticos siguiendo a Werter y no a Goethe, a René y no a Chateaubriand.




ArribaAbajo- II -

Otro horizonte de lo nacional, acaso inédito aún: el folk-lore. Recientemente se hicieron varias publicaciones al respecto, algunas interesantes, como las de Jorge M. Fürt «Cancionero Popular Rioplatense» y Alfonso Carrizo «Antiguos cantos populares argentinos». En prosa se ha registrado una verdadera invasión de escritores regionales, explotadores de una literatura costumbrista a lo Giovanni Verga o a lo Erkman-Chatrian -pero inferior en todo caso- a tal punto que no queda provincia que no sea epígrafe del libro pertinente. Es el refugio de los escritores impersonales que quieren guardar una individualidad aparente. Especulando con un sentido más artístico y más profundo del terruño dieron libros sobradamente representativos Horacio Quiroga y Benito Lynch, en primer término, luego: Ricardo Rojas, Juan Carlos Dávalos, y anteriormente,   —247→   acaso, Joaquín V. González. En poesía las tentativas fueron contadas y entre las contadas acaso la única efectiva sea la de Miguel A. Camino, con sus poemas del Lacar. Pero, ¿es Camino un poeta de Folklore, o un poeta que manipula folklore? Porque hay que delimitar: o se escribe «en» popular o «con» popular... En primer caso se respeta la forma dialectal del idioma aferrándose a los barbarismos lugareños en una construcción verista y fotográfica; en el otro, se recoge el espíritu vernáculo, lo que hay en él de rítmico, de espontáneo y de limpiamente humano para una reconstrucción erudita, vale decir, de artista consciente.

Tentativas así hicieron, en España, los Machado, en Rusia: Essenine, y, en, otro arte: Igor Stravinski y Riniski-Korsakov. Entre nosotros, es honesto confesar que no ha aparecido aún el artista de comprensión profunda y de grande talento, que elevara lo popular a categoría. Se ha tentado hacer arte guaraní, quechua, incásico, rematando en lo infantil y casi siempre en lo tristemente ridículo, carnavalesco y anacrónico. Son respetables por el momento y por esta misma crisis, aquellos que ensayen una poesía «en» popular dentro de cada provincia, pero con cierto sentido consciente de lo puramente artístico, por lo mismo que preparan y facilitan la tarea del que habrá de construir con ello una obra orgánica y definitiva.






ArribaAbajo- IV -

Informaciones


  —251→  

ArribaAbajoAntologías que precedieron a esta exposición

1.- «Antología de Poetas Argentinos» por Juan de la C. Puig. 10 tomos. Buenos Aires. Editores: M. Biedma e hijo. 1910.

Tomo 1.

Fernández de Agüero y Echave, J. Gabriel Ocampo, J. Baltazar Maciel, J. Prego de Oliver, Pantaleón Rivarola, Manuel Medrano, D. de Azcuénaga, Miguel de Belgrano, Manuel de Andrade.

Tomo 2.

Labarden, V. López y Planes, E. de Loca, J. R. Rojas, E. Valdenegro y Leal.

Tomo 3.

J. C. Lafinur, J. Cruz Varela.

Tomo 4.

Fray C. J. Rodríguez, J. A. Molina, D. Vera y Pintado, J. A. Miralla, J. G. Godoy, Presbítero B. Muñoz.

Tomo 5.

Esteban Echeverría, N. Avellaneda, P. Varela, F. Balcarce, L. I. Domínguez, J. M. Cantilo.

Tomo 6.

J. Rivera Indarte, J. Mármol, C, Mamerto Cuenca.

Tomo 7.

Ventura de la Vega, Real de Azúa, B. Mitre, J. M. Gutiérrez, R. Gutiérrez.

  —252→  

Tomo 8.

J. M. Zuviría, H. Ascasubi, E. del Campo, José Hernández, J. Mitre.

Tomo 9.

O. Andrade, Carlos Encina, G. Méndez, A. Lamarque. D. D. Martinto, L. N. Palma, M. García Merou, Adán Quiroga, R. Oliver.

Tomo 10.

Guido y Spano, Rafael Obligado, Calixto Oyuela, M. Coronado. J. Castellanos, E. E. Rivarola, Leopoldo Díaz, Leopoldo Lugones. Almafuerte.

2. Ernesto Mario Barreda.

Nuestro Parnaso. Colección de poesías argentinas. 4 tomos. Juan L. Daseo y Cía. Editores (sin fechas).

Tomo 1.º

Juan B. Maciel, M. J. de Labardén, P. Rivarola, Fray C. Rodríguez, V. López y Planes, D. de Azcuénaga, Esteban de Luca, J. A. Molina, Cruz Varela, Florencio Balcarce, Ventura de la Vega, J. C. Lafinur, J. M. Gutiérrez, Florencio Varela, L. L. Domínguez, J. G. Godoy, C. M. Cuenca, J. Mármol, E. Echeverría.

Tomo 2.º

Guido Spano, H. Ascasubi, J. Rivera Indarte, B. Mitre, J. Chassaing, R. Gutiérrez, E. del Campo, J. Hernández, C. Encina, G. Méndez, M. Coronado, C. Oyuela, R. Obligado, O. Andrade.

Tomo 3.º

Almafuerte, L. Díaz, J. Castellanos, M. García Merou, D. Martinto, Moisés N. Castellanos, Fernández Espiro, D. Roldán, G. Stock, M. Ugarte, A. Ghiraldo, A. de Estrada, P. Naón, C. Ortiz, P. A. Riú, E. Díaz Romero, J. M. Quevedo, O. Tiberio, Leopoldo Lugones.

  —253→  

Tomo 4.º

M. Bravo, R. Rojas, F. A. Gutiérrez, A. Giménez Pastor, M. Gálvez, E. Méndez, J. Aymerich, J. de Maturana, T. Allende Iragorri, C. A. Leumann, Doolia. Míguoz, A. Arteaga, G. Caraballo, Delfina M. y V. de Bastiniani, R. A. Arrieta, L. González Calderón, L. M. Jordán, D. Robatto, A. Capdevila L. F. de la Fuente, [...] E. M. Barreda, Evaristo Carriego.

Poetas extranjeros: Ruben Darío, Jaimes Freyre, E. Fariña Núñez, Eduardo Talero, Felipe Sassone, B. Hidalgo, V. E. Montes, Antonino Lamberti, G. García Hamilton, Edmundo Montagne.

3. Ernesto Morales y D. Novillo Quiroga. -Antología Contemporánea de Poetas Argentinos. (1917).

Primera parte: R. A. Arrieta, F. F. de Amador, J. Aymerich, T. Allende Iragorri, A. Arteaga, E. Banchs, E. M. Barreda, M. Bravo, E. Berisso, L. S. B. de Bourguet, E. Carriego, A. Capdevila, G. Caravallo, A. Chabrillon, E. Díaz Romero, J. C. Dávalos, P. Della Costa (h.), P. M. Delheye, R. De Diego, A. De Estrada, D. Fernández Espiro, B. Fernández Moreno, J. L. Fernández, de la Puente, D. Fontanarrosa (h.), M. Goycoechea Menéndez, F. A. Gutiérrez, A. Ghiraldo, D. Bunge de Gálvez, M. Gálvez, L. González Calderón, A. Giménez Pastor, P. González Gastellú, A. Herrera, L. M. Jordán, L. Lugones, E. Lazcano Tegui, E. Montagne, J. de Maturana, A. Marasso Rocca, Evar Méndez, Doelia C. Miguez, A. Mendioroz, P. J. Naón, C. Ortiz, R. Rojas, D. A. Robatto, F. A. Riú, A. Storni, M. Ugarte, A. Vázquez Cey, Amanda Zucchi.

Segunda parte: J. Burghi, H. P. Blomberg, J. P. Calou, N. Coronado, D. Ellas, H. Foussats, R. García Costa, A. Inzaurraga, C. Martínez Payva, A. Melián Lafinur, J. Muzzili, P. M. Obligado, Salvador Oría.

4. Nuestros poetas jóvenes. Hebe (1920). Antología de la Primavera. Edición América (1921).

5. Antología de la poesía argentina moderna (1900 - 1925) con notas biográficas y bibliográficas, por Julio Noé. Buenos Aires. Edición de «Nosotros» 1926.

Leopoldo Lugones. Segunda parte: E. Díaz Romero, A. de Estrada,   —254→   D. Fernández Espiro, A, Ghiraldo, M. Goicochea Menéndez, F. A. Gutiérrez, C. Ortiz, R. Rojas, M. Ugarte. Tercera parte: T. Allende Iragorri, F. P. de Amador, R. A. Arrieta. Enrique Banchs, E. M. Barreda, H. P. Blomberg, M. Bravo. A. R. Bufano, J. Burghi, J. P. Calou, M. A. Camino, A. Capdevila, G. Caraballo, E. Carriego, A. Chabrillón, J. C. Dávalos, P. Della Costa, P. M. Delheye, H. Díaz Leguizamón, Fernández Moreno, M. Gálvez, Rosa García Costa, R. Gutiérrez. A. Herrera, P. Herreros, L. M. Jordán, E. Lazcano Tegui, C. A. Leumann, A. Marasso, R. Mariani, E. Martínez Estrada, A. Melián Lafinur, Evar Méndez, A. Mendiroz, E. Montagno, E. Morales, C. Obligado, P. M. Obligado, O. Pinto, H. Ripa Alberdi, J. Max Rohde, Alfonsina Storni, B. Taborga, A. Vázquez Cey, R. Zapata Quesada. Cuarta parte: Margarita Abelle Caprile, E. M. Amorin, F. L. Bernárdez, Emilia Bertolé, J. L. Borges, Brandan Caraffa, Susana Calandrelli, L. Cané, Córdova Iturburu, F. Estrella Gutiérrez, L. L. Franco, B. Galíndez, A. García y Mellid, E. González Lanuza, O. Girondo, González Carballo, González Tuñón. C. M. Grünberg, Ricardo Güiraldes, H. M. Irusta, F. Isernia, R. Ledesma, F. López Merino, L. Marechal, E. Méndez Calzada, C. Nalé Roxlo, J. Obligado, J. Pedroni, H. Rega Molina, P. Suero, J. S. Tallón y P. J. Vignale.

REVISTAS QUE REGISTRAN LOS NOMBRES DE LA PRESENTE EXPOSICIÓN

Prisma.- Revista mural. 1921.

Proa.- (Primera época) 1922. Tres números.

Proa.- (Segunda aparición). 1924. Quince números.

Inicial.- 1923. 10 números. Esta revista continúa editándose, aunque con irregularidad.

Extrema izquierda.- Dos números. 1924.

Martín Fierro.- Periódico quincenal. Ha editado 40 números. En sus páginas ha colaborado casi toda la nueva generación literaria.

Claridad.- Órgano de la izquierda. Llamose primitivamente «Los Pensadores». En sus números, de contenido desparejo en valores, agrupáronse varios poetas con tendencias sociales y realistas.

Campana de Palo.- Dos períodos; cerca de 10 números.

  —255→  

Valoraciones.- (La Plata). Revista Universitaria, de Arte y Crítica.

Revista oral.- Leída en los salones del «Royal Keller» en el invierno de 1926. Editó, impreso, un número dedicado a Lenin.

Brújula.- (Rosario) de aparición irregular.

Revista de América.- Publicación suntuosa, aparece con irregularidad dirigida por Carlos Alberto Erro.

Además la revista bibliográfica «Noticias Literarias», editada por el librero J. Samet en 1923 - 1924.

Nosotros.- A partir de 1920 y de tanto en vez aparecieron en sus páginas colaboraciones interesantes de escritores jóvenes, entre ellas, el primer «manifiesto ultraísta», y la primer muestra de poemas afiliados a tal pragmática, firmados por Borges, González Lanuza, Lange, Ortelli, etc.

UNA ENCUESTA

Una sola pregunta nos interesa de las seis o siete que integraban la encuesta formulada por la Dirección de la revista «Nosotros» en 1923, y cuyas respuestas constan en los números editados de mayo a septiembre de ese mismo año (N.º 168-73). Inquiría la Dirección de la revista: ¿Cuáles son los tres o cuatro poetas mayores de treinta años que Vd. respeta más? Se recogieron unas cuarenta respuestas, que no negaron siempre a opiniones, y que pusieron de manifiesto cuando menos, un desconocimiento magnífico de nuestra literatura y la presencia general de un espíritu de broma y de suficiencia, muy porteño y muy joven y muy saludable sobre todo. Consecuencias críticas, acaso, la fundación de la revista, «Inicial». Consecuencias políticas, este tardío escrutinio que ahora verificamos y que da aproximadamente el fallo sobre la eternidad de algunos de nuestros poetas representativos. El cómputo favorece a Banchs y Capdevila, con 29 puntos; a Lugones, con 18; a Fernández Moreno, con 15; Arrieta, 9; Storni y Blomberg, 4; P. M. Obligado y Pedro Herreros, 3; Marasso y Allende Iragorri, 2; Chabrillon, Camino y Calou, 1.

La realidad tal vez sea muy otra y la tiranía crítica impone otro cartel a la eternidad, en cuyo juicio está lejos de sujetarse a miopías, caprichos o simpatías personales. No puede clasificarse a un escritor aisladamente, en su obra, sino entroncándole al momento en que actúa y por las influencias de toda índole que ejerza sobre sus contemporáneos o en las generaciones sucesivas.   —256→   Todo escritor fértil es personal, aunque no siempre lo personal es superior: a veces, no pasa de ser simplemente característico. Una clasificación casi justa, casi definitiva, sería ésta. En primer término, el nombre de dos poetas anteriores, que son todo nuestro pasado poético:

José Hernández

Almafuerte

En seguida, la lista de los «Dii majorum gentiun»:

Lugones, Banchs, Carriego, Fernández Moreno, y luego los que andan atropellando la gloria o la popularidad impacientemente, y cuyos nombres llueven en cualquier memoria.




ArribaAbajoTabla de colaboradores gráficos

Anónimos: Páginas 91, 169, 179 y 239.

Barradas: 107.

Bermúdez Franco: 127, 149, 225, 237.

Bonomi: 85, 119, 217.

Borges (Norah): 43, 93, 199, 209.

Centurión: 15.

Del Bueno: 203.

De la Puerta: 27.

Germani: 195.

Guido (Alfredo): 23.

Linage, 183.

Parpagnoli: 99, 203.

Palacio (Lino) 29.

Palomar (Fapa): 37, 55, 61.

Pérez Ruiz: 49.

Rossi (Roberto): 33, 67, 115, 163, 233, 235

Salguero Dela-Hanty: 79, 221.

Saraví: 145.

Tallon (J. S.): 7, 47, 73, 123, 157, 187, 229.

Vallejo (A.), autografía: 137.

La carátula ha sido realizada por José Bonomi.




ArribaTabla de expositores

con su respectivas profesiones y domicilios


PRIMERA SECCIÓN

Álvaro Yunque. (Arístides Gandolfi Herrero) Profesor de matemáticas y naturalista. Estados Unidos 1824. Buenos Aires 7

Oliverio Girondo. Abogado. Lavalle 1035. B. A. 15

Ángel Guido. Ing. Civil y Arquitecto. Montevideo 2122. Rosario 23

Luis Cané. (Luis Malmierca Cané) Notario. «El Hogar». Río de Janeiro 254. Buenos Aires 27

Conrado Nalé Roxlo. Humorista. Río de Janeiro 254. Buenos Aires 29

Carlos Vega. Periodista. Cañuelas (F. C. Sud) 33

Luis Leopoldo Franco. Campesino. Belén (Catamarca) 37

Alfredo Brandán Caraffa. Abogado. Fiscalía de lo Civil. Rivadavia 1056, San Juan 43

Cándido Delgado Fito. Empleado Nacional. Casa de Gobierno. Bs. Aires 47

Amado Villar. Sonámbulo. Rojas 802. Buenos Aires 49

Cayetano Córdova Iturburu. Secretario del Cons. Nacional. Cerrito 657. B. Aires 55

Horacio Ángel Rega Molina. Periodista. Sarmiento 1546. Buenos Aires 61

José B. Podroni. Consignatario. Esperanza (Sta. Fe) 67

Gustavo Ángel Riccio. En las estrollas 73

Palabras finales de A. Yunque 77

Eduardo González Lanuza. Químico industrial. Villa Argentina. No. 23. Quilmes (F. C. S) 79

Leopoldo Marechal. Maestro. Monte Egmont 280 85

Enrique M. Amorim. Actor cinematográfico. «La Nación». Buenos Aires 91

Jorge Luis Borges. Políglota. Av. Quintana 222. B. A. 93

Nicolás Olivari. Periodista. Sarmiento 1546. Buenos Aires 99

Francisco Luis Bernárdez. Globe trotter. «Don Goyo». Río de Janeiro 264. Buenos Aires 107

Carlos Mastronardi Negri. Estudiante de abogacía. Gualeguay (Entre Ríos) 115

Roberto Ledesma. Periodista. Canning 432. Bs. As. 119

Jacobo Fijman. Músico. Zelaya 3166. Dto. 8. B. A. 123

Pedro Juan Vignale. Maestro y Entomólogo. Lamadrid 399. Villa Ballester (F. C. C. A.) 127

Antonio Vallejo. Nadador. Tucumán 612, 3er. piso. Buenos Aires 137

Francisco López Merino. Empleado provincial. Calle 7, No. 49 (La Plata) 145

José Sebastián Tallón. Pugilista. Brasil 1388. B. A. 149

Mateo Aristóbulo Echegaray. Telegrafista. Monroe (F. C. P.) 157

Raúl González Tuñón. Periodista. Yapeyú 578. B. A. 163

Norah Lange. Tronador 1756. B. Aires 169

SEGUNDA SECCIÓN

Andrés Luis Caro. Violinista. Salta 147. 2o. piso 179

Santiago A. Ganduglia. Periodista. Catamarca 1946 183

Juan Guijarro (Augusto Gandolfi Herrero). Estudiante de Medicina. Hortiguera 259. B. A. 187

Antonio Gullo. Empleado del Registro de la Propiedad. Colpayo 482. Buenos Aires 195

Guillermo Juan (Borges). Tennisman. Procurador. Moldes 2141. Buenos Aires 199

Eduardo Keller Sarmiento. Turista. 24. Rue Toulouse. París 203

Ricardo E. Molinari. Empleado del Congreso Nacional. Donado 2544. Buenos Aires 209

Leopoldo Pondal Ríos Periodista. Sarmiento 1546. Buenos Aires 213

Horacio Ángel Schiavo. Ciclista. Triunvirato 537. Buenos Aires 217

José Soler Darás. Astrólogo. Bolívar 917. B. Aires 221

César Tiempo. (Israel Zeitlin). Espectador. Entre Ríos 1583. Buenos Aires 225

ANEXO

Rafael Jijena Sánchez Folk-lorista. Turdera (F. C. S.) 229

Carlos Raúl Muñoz. (Carlos de la Púa). Periodista valuador. Sarmiento 1546. Bs. Aires 233

Antonio A. Gil. Pintor. Sgo. del Estero 1859. B. A. 235

Francisco Isernia. Lobo de mar. Aristóbulo del Valle 539. Buenos Aires 237

Lizandro Z. D. Galtier. Alfarero. Tucumán 612, 3er. piso. Buenos Aires 239

Asteriscos 245

Informaciones 249

Antologías que precedicieron a esta «Exposición» 251

Revistas que registran los nombres de la presente «Exposición» 254

Índice de la colaboración gráfica 257