Hildegaard cierra el libro de estampas donde sueñas
la Muerte es un perfil bello y descolorido.
¡Ay! el Vivir me envuelve como un falaz
gusano
y el reflejo sonriente un deseo inhumano
10
—206→
hago
un signo terrible sobre el vidrio del Ser
la Oración
tiene un cuerpo desnudo de mujer.
El
Mundo es una marcha tonta y desafinada
y yo un Señor
muy lento de pupilas lluviosas
la serpentina viva de la
duda tirada
15
como una espiral loca al fondo de las cosas.
La tarde es ya una larga procesión
de luces
que huye de la mirada dura de la ciudad
-Hildegaard
mi recuerdo está lleno de cruces;
mira mi amor
ha sido siempre curiosidad.
20
Escucha
el Carillón su ceniza derrama
la hora se arrodilla
en los altos Vitreaux
Hildegaard Lange vagas manos y ojos
de llama
clara mujer del Alster voy a rezarte yo.
Ah tu risa infantil tiene un vaivén
de cuna
25
mi Amor calcomanías pintadas de cariños
-Hildegaard eres una salida de la luna
y yo un poeta
absurdo que divierte a los niños.
Sobre
el agua grasienta del canal se suicida
un día paralítico
de murallón de cal
30
Hildegaard temo mucho la sombra
de la Vida
prolóngame en las voces dispersas del
canal.
Me miro en el espejo
rojo de mi locura
soy un rincón del Mundo donde
todo se pierde
ya anochece... es la Forma como una sepultura
35
tienda del horizonte vende una cinta verde.
—207→
Alegoría
La mañana maestra de escuela
le ha provisto
una cartilla rota que él va
deletreando,
cuando el Sol no le engaña jugándole
a los naipes
con el verde flotante de la espuma
y el
lanchón solitario
5
en la vidriera móvil
de su cuerpo de nubes
como un vejete que se cree muchacho.
La tarde es un bazar de faros
de colores
colgando sobre el río crucificado y
mudo
la tarde niña tiene que entretener al río
10
que es un pobre mendigo que se acuesta desnudo
y
le canta y lo besa
en
el pecho velludo.
Ah Corazón
y ahora con la sombra le pone
un pantalón ilógico
que llega hasta el crepúsculo
15
mirad: ¡la Noche
quiere que el río se levante
mañana antes
que nazca la claridad del mundo!
Agonía
El cielo llora su última
moneda de mendigo
faroles del crepúsculo
son húmedos y altos
atardecer
payaso herido
5
todavía no has muerto y ya te están volando.
Incendio
Fue el canto de algún gallo
que incendió el horizonte.
—208→
Violeta gris y
sangre
se está quemando el mundo
el mundo es
como un alarido profundo.
Amodorra
la sombra su postigo cerrado.
5
¿Dónde será
el incendio que no se oye un llamado?
De
amanecerme tanto ya el alma húmeda siento
la Muerte
se disfraza con los pasos del viento.
Traigo
los ojos tristes de luz artificial
una campana sórdida
gotea fantasmal.
10
Hay un coro
de Ángeles en la puerta del Cielo
saludando a los
héroes espectrales del hielo.
Y
su voz es extraña canción de despedida
armonía
fantástica -voz con color de Vida-.
Corazón
15
mira el mar
mira el bosque oscilante
acostado
en sus brazos trae un dormido infante.
¡El
Día es como un niño que acaba de nacer
la
Torre de la iglesia se empina para ver!
20
—209→
Ricardo E. Molinari
Tres poemas para una soledad
I
Tu amor a la sombra de la Catedral
ya no tiene reparo.
Los niños
y los grandes
no se asombran
de verte conmigo.
5
Tu palabra es hoy una condescendencia
que me sigue desvirtuando
el mundo.
—210→
Yo
no sé nada más
que de un traspiés
10
y de una esfera que nos ha hecho
tornadiza la vida.
¡Yo no soy ya un bailarín!
II
En mi ignorancia
espero
15
que tu palabra me tienda un brazo...
Mi
universo es casi todo agua.
El
deleite no tiene amparo en mi ser,
una pobreza lo sigue
repitiendo
una misma aridez.
20
Tú
me hablas de una sombra
y de la muerte amarga
de todos
los pecadores;
y yo te digo
que será siempre
un gran encarecimiento
25
para que tu voz, no me aborrezca.
Vives en una presencia
que
jamás es escándalo;
tal vez
tú
nunca te hayas demorado en la muerte,
30
y yo sea
el
párvulo que todo lo confunde.
A
ti no te acobarda el sol
ni la incidencia repentina
de la nube que truena.
35
—211→
Tu inquietud no se sale de la
vida.
Tus pasos estarán hechos
para algo, que
en mí es incompetencia;
¡y yo no sé confirmar
esta compañía
40
que me dispensas!...
III
Las tardes de los domingos
están hechas para los pericos
y las travesuras
de las urracas.
45
En esta
tarde de domingo tú estarás
yo lo creo o
te veo,
desde cualquier ventana,
mirando cómo
se enternecen
y se distraen
50
las agujas
de los
relojes...
¡Yo no soy ya un
bailarín!
¡Hoy deseo
una soledad,
para que tu mano me hospede!
55
—213→
Pondal Ríos
Palabras a una niña muerta
Ya has comenzado a ser sólo un
recuerdo,
Pero estás a mi lado en
otra tarde.
Para tenerte junto
a mí, de nuevo,
Mi desesperación alzó
su brazo.
Quiso mover el cielo,
5
hacer retroceder días
y noches
hasta tenerte junto a mí, de nuevo.
Abrió su pecho
sosteniendo
a la tarde que caía
volteada por los vientos.
10
Dobló su espalda
bajo
el tiempo.
—214→
Pero algo tuyo
queda entre nosotros.
Una presencia leve es el recuerdo.
Por eso, de la muerte
15
saldrás, como una sombra, cada tarde.
Vivirás levemente,
como una sombra
en el paisaje,
cada vez que te recuerde.
Emoción de tiempo
Sobre el paisaje inmóvil
pesa un viejo silencio.
Un viento milenario cruza
el cielo inmutable.
Es un agua de siempre la emoción
que me ahoga
y antiguas las palabras que tengo para hablarte.
El círculo de un día
5
alcanza para todo lo que existe.
Las cosas importantes
son un puñado apenas
y un día y una noche
que siempre se repiten.
Con
los cuatro elementos construyeron el mundo,
y con cuatro
emociones nos hicieron el alma:
10
el amor, la alegría,
la tristeza y la muerte
son simples y perfectos como el
viento y el agua.
El amor siempre
ha sido vehemente como el fuego.
Mi alegría es
alegre como un agua pequeña.
Tu tristeza es nostálgica
como un viento grandote,
15
viendo la tierra en donde doblaremos
la muerte,
que es el final del tiempo.
—215→
Ya
aconteció este mismo instante:
fueron dos almas,
nuestras mismas penas
sobre un paisaje con la misma tarde.
20
Tarde sentida
En medio de la tarde
somos
dos corazones
latiendo la tristeza del paisaje.
Todos los caminos están regresando.
Hablemos más despacio,
5
o no hablemos,
porque el tiempo se atarda cuando cruza
silencios.
Para construir este
momento
vuelca toda tu pena.
Vivir es la tristeza de
ir haciendo recuerdos.
10
¿No
sientes como crece en nuestros pechos
una muerte pequeña?
Otra tarde.
Otra jornada
hacia el final del tiempo.
Ya hemos hecho otra legua irremediable.
15
—217→
Horacio A. Schiavo
- I -
El regato de tu inocencia
florece los nenúfares de la mañana.
Yo vuelvo de un horizonte anochecido
con los párpados pesados de recuerdos.
De un
país nocturno sin música ni luciérnagas
5
buscando el agua de tus ojos vírgenes.
Aquí el sol es más nuevo
y las horas más anchas.
Por las cuatro lejanías
huye siempre tu risa.
Flor de quince pétalos tu
edad
destila un aroma de retoños.
10
En tu labio
palpitan los atardeceres
y las mañanas se elevan
de los tres pájaros de tu nombre.
Liliana...
Y un sabor de cuentos infantiles
bajo las higueras agobiadas
de siesta
15
o entre las paredes blancas de un solo brochazo
que velan el sueño de tu castidad.
—218→
Liliana... Y se caen de bruces todos mis
recuerdos.
Aquí el sol
es más nuevo y las horas más anchas.
Por
las cuatro lejanías huye siempre tu risa...
20
Golpeando en los nidos tus palabras
de luz
despiertan a las aves.
Nuestros pasos ebrios
graban en las sendas
una nueva ruta.
- II -
Vuelvo desde nueve años
a vivir estas calles{/ac}.
25
Las horas curvan el arco de
mis sueños.
Vengo con
cien albas lucientes en los ojos
y un ritmo de mar en
las venas.
Mis manos son dos nidos de caricias
aromados
por los días que huyen.
30
Hoy
para cada árbol tengo una ternura.
Cada sombra
guarda un nombre fresco de mujer.
Cruzo
el centro de la primavera.
Se abre en flores sonoras el
silencio.
Pero alguien aguarda
en el límite de la estación.
35
Aventa su hoguera
en los cerros de la noche.
Ata palabras en el tren de
los vientos.
Alguien más
fuerte que el Olvido
aguarda a la vera de las últimas
rosas.
Allá donde
mi marcha se arrodille
40
he de posar el largo beso del retorno.
—219→
- III -
Mientras la lluvia deletrea su
nombre
deshojo los minutos desteñidos de la
tarde.
Mi mirada se tuerce para donde te fuistes
y
mi corazón ahoga una marcha sin ecos.
45
Yo no sé que cosas me traerá
la noche...
Esta noche que viene de tu cabellera
distante
y azul.
En la penumbra empinada
de los árboles
te diseña el recuerdo
50
con dedos infantiles de cariño.
La lluvia en
las acequias deletrea tu nombre...
Flecha
recién arrojada huye de mi todavía.
¡Impotencia
de mis brazos estirados
que entibiaron tu carne!
55
¡Orfandad
de mis ojos sin objeto!
En
el horizonte yo prendí una lágrima
que demarca
tu sitio.
En los labios me
palpita el beso
que nunca terminaré de darte.
60
Toque de soledad la lluvia
deletrea tu nombre en las acequias...
—221→
Soler Darás
Carrero en una tarde de invierno
Parece genovés,
y curtido a la criolla.
Va cantando sobre el carro
—222→
como cortando el frío.
Las piedras del camino
5
cantan, bajo las llantas
de las ruedas trotadoras.
Y como una letanía
de su oscuro cantar.
Ha
dejado en el barro
10
su canto tendido.
¡Allá
va!... Cara al viento.
Calentando al frío.
Recuerdo de adolescencia
Dejaré de cantarte.
Y el recuerdo será apenas
un paisaje desteñido.
Y como una adolescencia sin historias,
olvidará
los recuerdos.
5
Y tú nada sabrás
de mis
días vividos,
después de la tristeza de
no verte.
Y como dos almas que fueron
para ser una
sola.
10
Seguirán nuestras vidas por distintos caminos,
hasta que el olvido,
prolongue la distancia que produce
tu ausencia.
En tanto,
la indiferencia del mundo,
15
no sabrá nunca que fuimos un poema de amor.
Ni
las noches de penas
que esperaba en tu esquina
al pie
de una ilusión.
Ni la gente del barrio
20
que
me veían,
vestido de crepúsculo en la oración.
—223→
Ni la inquietud de las horas
que domaban tu ausencia.
Ni las estrellas primeras
25
que traían la noche
para verte llegar.
¡Hasta el poco de luna
que asomaba
en tu calle
se cansó de esperar!
30
Desde entonces,
mujer,
se apagaron mis ansias.
Yo mojé los recuerdos
con un poco de lágrimas,
para romper los espejos
35
de mirarme a mí mismo.
Y quedé, como una isla
rodeado de imposibles.
Que todas mis canciones
se amarren a tu espíritu,
40
para que Dios te salve
de todos tus pecados.
Viaje
Salió el tren ligero
y los paisajes vinieron a mirarme.
Yo fui el único
viajero
que se puso a cantarle.
Y tuve la bondad de
confundir
5
humo por nubes,
porque quise dejarle al
paisaje
mi recuerdo de viaje.
Y mientras la máquina
acostaba las nubes en el suelo,
yo imaginé que
viajaba por el cielo.
10
—224→
Tanto así,
que me dormí,
como un pájaro en su
vuelo.
El sauce
Sauce:
Eres la momia del paisaje,
como un romántico sueño
en un lago encantado.
Siempre con el mismo traje
5
deshilachado.
De humilde que eres no admites dobleces.
Prefieres la nostalgia en tu soledad.
Al verte, siempre
me pareces
que ostentas tu silueta por pura dignidad.
10
Sauce:
Eres la bandera
del arroyo en un campo asoleado.
Y siempre el mismo en
cualquier población.
Con un chaparrón de
ramas, momificado.
Y un bíblico pasaje de resignación.
15
—225→
César Tiempo
—229→
- III -
Anexo
Rafael Jijena Sánchez
(1904)
Canción de amor calchaquí
Añurita ella
la de mi querer;
ni la flor del aire
es como ella
es.
Tiene un nombre dulce
5
como agua de lluvia:
Amancay se llama.
Le dicen la
Ñusta.
Es fresca como
una
tinaja de barro.
10
Y humilde, lo mismo,
que
una cruz de palo.
Achalay,
¡los ojos!
Achalay, ¡la boca!
—230→
Achalay, ¡el pelo
15
de mi novia coya!
Cuando
sea su día,
tocando mi cuerno,
con mis seis
llamitas
bajaré del cerro.
20
Cargaditas
todas
con doce petacas
de albahaca y espliego
de
cobre y de plata.
De flores
del aire
25
y de lechiguana.
De queso y quesillo,
de arrope y añapa.
Y
amás, el regalo
de mi tamboril;
30
de mi quena
india...
De mi yaraví...
Y
a todas las gentes
que salgan a verme,
les irá
diciendo
35
cómo es que me quiere.
Cómo
es que la quiero;
cómo nos quisimos;
que pronto
andaremos
buscando padrinos,
40
y
una casa blanca
cerquita del río,
cerquita del
cerro
—231→
y lejos del ruido.
Para
que la miren
45
estos ojos fieles;
para que la toquen
estas manos fuertes,
y para
que lata
con su corazón
50
este pecho mío
con sangre del sol.
Añurita
ella
la de mi querer.
¡Ni la flor del aire
55
es
como ella es!
«Mor»
No le cuente a naide
mi magre,
que usté
me ha pillao llorando
como una mujer.
De balde que me haiga
5
criao
de su pecho;
de balde que lo haiga
desafiao al cerro;
y al viento, y al tigre...
¡Mi sentío cobarde
10
como guagua'i teta
magre!
Se han chupao mis ojos,
—232→
se h'arañao mi pecho,
de tanto hacer juersa
15
pa dentro.
Y aura estoy quedando
lo mesmo
que trapo chaguao.
¡Malhaia
el momento
20
que mi enamorao!
Baguala
Con esta ausencia tan larga
viditay, ¡que no hi sufrío!
Le dije tu nombre
al viento,
le dije mi pena al río.
Por la puerta de mi casa
5
pasan el viento
y el río:
y el viento y el río se paran
a oír tu nombre, tu nombre
y el lloro mío.
Mitarcita de la noche
10
viditay, ¿que no has sentío
que el viento dice
tu nombre
como un quejío?
Mitarcita
de la noche
viditay, ¿que no has sentío
15
bagualita,
bagualita
que canta el río?
—233→
Carlos Muñoz
(Carlos de la Púa)
Viejos de Arrabal
Vinieron de Italia, tenían veinte años, con
un bagayito por toda fortuna, y sin aliviadas entre desengaños,
llegaron a viejos sin ventaja alguna.
Mas nunca sus labios
los abrió al reproche, siempre consecuentes, siempre
laburando, pasaron los días pasaban la noche, el viejo
en la fragua, la vieja lavando.
Vinieron los hijos ¡todos
malandrinos! llegaron las hijas, todas engrupidas. Ellos
son borrachos, chorros, asesinos y ellas las mujeres están
en la vida.
—234→
Y los pobres viejos, siempre trabajando, nunca
para el yugo se encontraron flojos pero a veces sola, cuando
está lavando, a la vieja el llanto le quema los ojos.
«El entrerriano»
Entrerriano. Entrerriano; en tu reo
candengue,
va cumpliendo un plenario la emoción del suburbio
me batís, suavecito, la parola del yengue,
me
ortivas de la faca, de la cana, del dengue,
del jotraba
chorede y del laburo turbio.
5
Lo
batís a este viejo bailarín de la zurda
que apolilla en el pecho de pura contramano
el bagayo
atorrante de versos a la gurda
que le hizo a una grela
una noche de curda
después que por canchera le
ganara de mano.
10
Vivirás,
Entrerriano, mientras quede en el fango,
como un mate
curado, la amistad del amigo,
mientras haya algún
orre que no cambie de rango,
mientras viva un porteño
que se patine un mango
de emoción, en el verso
sincero que te digo.
15
Vivirás
mientras quede copando la patriada
un taura arrabalero
que desprecie la «yuta»,
mientras se haga un «scruche»
sin que salga mancada,
mientras quede la grela de la crencha
aceitada,
mientras viva un poeta, un ladrón y una...
20
—235→
Antonio A. Gil
Compañero
Lo espero por no ir solo, cansado del
eterno
camino hacia el trabajo... Nada más que por eso.
Entre los dos no caben intercambios de ideas.
Llega.
Dice «¡Buen día!» ¡Buen día! le contesto.
Saca de su bolsillo, la mitad
de un «toscano»,
5
saca de otro bolsillo su encendedor
a nafta,
—236→
y a pesar de que sabe que no molesta el humo
me nimba la cabeza con una bocanada...
De
los seis almacenes que halla por el camino,
por lo menos
en cuatro se toma una «chiquita»;
10
yo disminuyo el paso,
me alcanza, y una oleada
me envuelve de aguardiente, de
grappa y de «cachimba».
Haciendo
tabla rasa de mis delicadezas,
como si fuera solo, con
todo desparpajo,
se suena la nariz con dos dedos. Los
dedos
15
se los limpia después en la manga del saco.
Ya no me extraña verlo
pararse de repente
y contra un cerco, un muro o poste
de teléfono
hacer un balanceo, de espaldas al apoyo,
para rascarse el lomo, lo mismo que los perros.
20
Y todo lo disculpo al amigo salvaje,
recio como una peña, tosco como un ladrillo,
porque es un hombre manso y humilde, que conserva
a pesar
de ser hombre, la ingenuidad de un niño.
Y lo estudio, lo estudio en silencio,
y a veces
25
hace cosas que dichas, parecerían mentira;
otras veces lo observo con un poco de rabia
y, -por
qué no decirlo- con un poco de envidia.
De verlo así, tan bruto, insensible,
sonriendo
plantado
ante la vida.
30
—237→
Francisco Isernia
(1896)
Llueve...
Llueve sobre el camino y los sembrados
percíbese en la niebla, el monte, incierto.
Bajan
los goterones despiadados
sobre el espantapájaros
del huerto.
La serena humildad
de sus miradas
5
vaga sobre el camino. ¡Pasa el viento!
¡Este ilusorio ruido de pisadas
que ha traído
el silencio a mi aposento!
Junto
a la vieja mesa, con ternura
teje los calcetines nuestra
hermana...
10
¡Los calcetines para su criatura
que se
durmió con su corcel de lana!
A
ratos su mirada se desliza
sobre el pequeño con
materno celo.
Inclina la cabeza y una sonrisa
15
rueda,
sin hacer ruido, por el suelo.
—238→
Llueve.
La tarde entra al aposento
difundiendo su sombra: ¡El
viento pasa!
¡Somos ahora un solo pensamiento
un solo
corazón, en nuestra casa!
20
Y
encendemos la lámpara dorada
que refleja su luz
tras la ventana.
¡Afuera está -la cara iluminada-
tejiendo entre la lluvia nuestra hermana!
Vienes con la mañana
Vienes con la mañana por
la huerta,
con el jilguero que en su vuelo ondula...
¡Donde caminas tú, todo despierta!
Al reflejo del césped se te azula
la cara. Y cantas. En tu voz humana:
5
¿qué pajarito
su canción modula?
Te
contemplo pasar, por mi ventana,
y me das el buen día
que al sol suena
con vibración sutil de porcelana.
Dejas un fresco aroma de verbena,
10
de blancas florecillas de albahacas...
Aspiro: ¡el
alma se me torna buena!
Por
el campo, detrás de las estacas
que la glicina
húmeda reviste,
vienen a pasos lentos las dos vacas
15
que al verte asoman la cabeza triste.
(Vuelo)
—239→
Lysandro Z. D. Galtier
Saloon - bar
La rue, la nuit, geule son nom,
entrons: c'est ici.
Une
porte a ressorts qui nous cligne de l'oeil,
d'un amical
tatonement sur le dos
nous y entroduit.
5
Dedans,
on perd les yeux sur l'horizon des tables,
mais on
les retrouve
aussitôt
dans
un coin,
sur
un siège vide...
Le
salon
sent le marron-glacé du style Jacobean.
10
—240→
Jeunes gens,
cravattes étonantes,
cheveux gommés, lorgnons,
melons et batout.
Cigarettes, blondes.
Souiers vernis;
15
semelles en catchou,
tremplin
de l'allure feline...
Vieux
gagas
tout fauxcols, plastrons et diamants,
qui couvent
sous les tables d'enormes digestions...
Saluts...
20
Et par-ci et par-là
beaucoup de paroles vaines, de regarde louches et de gestes
tordus...
Dans un coin
sur
un treteau haut de deux mètres
une
orchestre de negres assombrit l'horizon
chargé
d'orage.
Les instruments
interrogent
leurs souvenirs...
halte
là!
Ça y est.
Attention!
25
La parole se fanne sur nos
lèvres.
L'ame s'aprète
a l'evasion
When Hollywood dance
D'un hanchement calin
le
saxophone incite
stridant
du
shimmy-shake...
—241→
Soudainement
5
l'urgence male du trombone a coulisse
faisant de la
navette
ataque l'atmosphère
à
la craqueler.
La contrebasse
hesite;
les violons pleurnichent;
10
les violoncelles
boudent.
Le clarinettiste
recolte et bat obstinément de la salive...
Tout les pigeons roucoulent
sous
l'avant-toit de la basse.
15
Toute
l'Afrique fauve rougit dans l'helicon.
Café au lait special de la maison
Les baguettes
sur la peau
du tambour
brodent
au vif
à
merveille.
A. B. C. of mixing coktails
Le sons font des images
sur
les visages.
Toute la portée s'avale
dans une
gorgée...
Etabli à
tintamarre,
5
echafaudage du Jazz:
cymbales
hallali
cors
de chasse
klaxon
10
pistolet
water-whistle
Harmonies périlleuses.
—242→
Éclats
de précision
qui se nous colent au dos
15
comme
un emplatre poreux...
Cohue
de gestes, de cris et de dechirement;
grouillement
de poses.
Voluptueuses volutes;
varech de désirs.
20
Les jambes sous la table
se
desarticulent
et
battent la mesure en pietinant.
Les
bras, los mains, les doigts,
sentent la chair capiteuse
du Jazz.
25
Il pleut du banjo
maintenant:
pluie
oblique, elastique;
pluie
froide d'été;
pizzicatto
qui nous demange
et
fait pousser le poil follet...
30
Le
piano
qui sent la chair de poule
en
son inaptitude
caquète
le fracas...
Et la joie écume
cataracte.
35
La joie lancinant du Jazz.
Le sons se poursuivent,
fusent et fuient par toutes les reienures,
par tous
les trous de clef,
et tombent comme de la poussière;
40
se cachent dans l'ombre,
et s'amoncellent dans les
creux des corniches,
sur les meubles,
parmi los moulures
et font du noir dans nos oreilles...
45
Par
tout ça se cole les sons du Jazz-Band;
—243→
par tout
ça se cole et s'étire comme du CHEWING-GUM!
L'orchestre a toute allure
s'embale:
VIRES
ACQUIRIT CUNDO.
JAZZ-BAND:
50
volupté d'un fougueux dynamisme;
GULF-STREAM
qui sillone d'ardeur tous les corps
et les noie dans
un frisson humide...
GRATTE-CIEL, du vertige ou l'âme
y monte comme de la sève,
et y descend
comme
par
un
tobogan!
55
—245→
Asteriscos
- I -
A los problemas tácitos de la poesía, se
ha agregado aquí, y podríamos asegurar que
en América, el problema de lo nacional. Nunca se ha
debatido tanto acerca de este punto ni se ha sentido casi
con angustia como en la presente generación la falta
de una tradición racial, única y milenaria.
¿Qué es lo nacional?, ¿quién hace lo nacional?
Nacional es «Martín Fierro», pero no es una aspiración
nacional el gaucho. Nacional es Carriego, pero tampoco será
una cardinal el suburbio. Sin embargo, con estos dos focos
se ha iluminado, con vistas a la eternidad, por una parte,
una retórica de espuelas y pampitas, ultimada a metáforas,
como gato con relaciones, y por la otra una retórica
fatalista, sentimental, hecha de espíritu de tango,
a ratos bravucona y atropelladora, pero siempre ingenua como
una milonguita. En las dos corrientes prima la anécdota,
la relación, y otro es el camino de la poesía
pura. La anécdota nacional dejó sentada una
conclusión de categorías: que para ser rioplatense
aferrándose a la letra gaucha o a la letra suburbana
hay que ser, sobre todo, payador. Es decir, artista primario,
juglar, cantaor. Podríamos ejemplificar con multitud;
pero el ejemplo más sustantivo lo da Silva Valdez,
en la otra banda.
Acaso la
lección de «Martín Fierro» sea de lo
—246→
épico,
como la dio últimamente «Don Segundo Sombra» y como
la dieron «Facundo» y «Guerra Gaucha». Toda literatura épica
es nacional, pues vivimos una era de construcción.
Walt Whitman como precursor de los rascacielos, imbuido de
la moral utilitarista de Benjamín Franklin, es netamente
norteamericano, y no lo es, en cambio, Edgar Poe. Creemos
que el error, entre nosotros, ha sido y es de pretender seguir
en las dos corrientes señaladas el espíritu
de los tipos y no el de los creadores; el espíritu
del gaucho, simple y superficial, y no el de constructor.
En otro plano, exactamente, el caso de los románticos
siguiendo a Werter y no a Goethe, a René y no a Chateaubriand.
- II -
Otro horizonte de lo nacional, acaso inédito aún:
el folk-lore. Recientemente se hicieron varias publicaciones
al respecto, algunas interesantes, como las de Jorge M. Fürt
«Cancionero Popular Rioplatense» y Alfonso Carrizo «Antiguos
cantos populares argentinos». En prosa se ha registrado una
verdadera invasión de escritores regionales, explotadores
de una literatura costumbrista a lo Giovanni Verga o a lo
Erkman-Chatrian -pero inferior en todo caso- a tal punto
que no queda provincia que no sea epígrafe del libro
pertinente. Es el refugio de los escritores impersonales
que quieren guardar una individualidad aparente. Especulando
con un sentido más artístico y más profundo
del terruño dieron libros sobradamente representativos
Horacio Quiroga y Benito Lynch, en primer término,
luego: Ricardo Rojas, Juan Carlos Dávalos, y anteriormente,
—247→
acaso, Joaquín V. González. En poesía
las tentativas fueron contadas y entre las contadas acaso
la única efectiva sea la de Miguel A. Camino, con
sus poemas del Lacar. Pero, ¿es Camino un poeta de Folklore,
o un poeta que manipula folklore? Porque hay que delimitar:
o se escribe «en» popular o «con» popular... En primer caso
se respeta la forma dialectal del idioma aferrándose
a los barbarismos lugareños en una construcción
verista y fotográfica; en el otro, se recoge el espíritu
vernáculo, lo que hay en él de rítmico,
de espontáneo y de limpiamente humano para una reconstrucción
erudita, vale decir, de artista consciente.
Tentativas
así hicieron, en España, los Machado, en Rusia:
Essenine, y, en, otro arte: Igor Stravinski y Riniski-Korsakov.
Entre nosotros, es honesto confesar que no ha aparecido aún
el artista de comprensión profunda y de grande talento,
que elevara lo popular a categoría. Se ha tentado
hacer arte guaraní, quechua, incásico, rematando
en lo infantil y casi siempre en lo tristemente ridículo,
carnavalesco y anacrónico. Son respetables por el
momento y por esta misma crisis, aquellos que ensayen una
poesía «en» popular dentro de cada provincia, pero
con cierto sentido consciente de lo puramente artístico,
por lo mismo que preparan y facilitan la tarea del que habrá
de construir con ello una obra orgánica y definitiva.
- IV -
Informaciones
—251→
Antologías que precedieron a esta exposición
1.- «Antología de Poetas Argentinos» por Juan de
la C. Puig. 10 tomos. Buenos Aires. Editores: M. Biedma e
hijo. 1910.
Tomo 1.
Fernández de Agüero y
Echave, J. Gabriel Ocampo, J. Baltazar Maciel, J. Prego de
Oliver, Pantaleón Rivarola, Manuel Medrano, D. de
Azcuénaga, Miguel de Belgrano, Manuel de Andrade.
Tomo 2.
Labarden, V. López y Planes, E. de Loca,
J. R. Rojas, E. Valdenegro y Leal.
Tomo 3.
J. C. Lafinur,
J. Cruz Varela.
Tomo 4.
Fray C. J. Rodríguez, J.
A. Molina, D. Vera y Pintado, J. A. Miralla, J. G. Godoy,
Presbítero B. Muñoz.
Tomo 5.
Esteban Echeverría,
N. Avellaneda, P. Varela, F. Balcarce, L. I. Domínguez,
J. M. Cantilo.
Tomo 6.
J. Rivera Indarte, J. Mármol,
C, Mamerto Cuenca.
Tomo 7.
Ventura de la Vega, Real de
Azúa, B. Mitre, J. M. Gutiérrez, R. Gutiérrez.
—252→
Tomo 8.
J. M. Zuviría, H. Ascasubi, E. del Campo,
José Hernández, J. Mitre.
Tomo 9.
O. Andrade,
Carlos Encina, G. Méndez, A. Lamarque. D. D. Martinto,
L. N. Palma, M. García Merou, Adán Quiroga,
R. Oliver.
Tomo 10.
Guido y Spano, Rafael Obligado, Calixto
Oyuela, M. Coronado. J. Castellanos, E. E. Rivarola, Leopoldo
Díaz, Leopoldo Lugones. Almafuerte.
2. Ernesto Mario
Barreda.
Nuestro Parnaso. Colección de poesías
argentinas. 4 tomos. Juan L. Daseo y Cía. Editores
(sin fechas).
Tomo 1.º
Juan B. Maciel, M. J. de Labardén,
P. Rivarola, Fray C. Rodríguez, V. López y
Planes, D. de Azcuénaga, Esteban de Luca, J. A. Molina,
Cruz Varela, Florencio Balcarce, Ventura de la Vega, J. C.
Lafinur, J. M. Gutiérrez, Florencio Varela, L. L.
Domínguez, J. G. Godoy, C. M. Cuenca, J. Mármol,
E. Echeverría.
Tomo 2.º
Guido Spano, H. Ascasubi,
J. Rivera Indarte, B. Mitre, J. Chassaing, R. Gutiérrez,
E. del Campo, J. Hernández, C. Encina, G. Méndez,
M. Coronado, C. Oyuela, R. Obligado, O. Andrade.
Tomo 3.º
Almafuerte, L. Díaz, J. Castellanos, M. García
Merou, D. Martinto, Moisés N. Castellanos, Fernández
Espiro, D. Roldán, G. Stock, M. Ugarte, A. Ghiraldo,
A. de Estrada, P. Naón, C. Ortiz, P. A. Riú,
E. Díaz Romero, J. M. Quevedo, O. Tiberio, Leopoldo
Lugones.
—253→
Tomo 4.º
M. Bravo, R. Rojas, F. A. Gutiérrez,
A. Giménez Pastor, M. Gálvez, E. Méndez,
J. Aymerich, J. de Maturana, T. Allende Iragorri, C. A. Leumann,
Doolia. Míguoz, A. Arteaga, G. Caraballo, Delfina
M. y V. de Bastiniani, R. A. Arrieta, L. González
Calderón, L. M. Jordán, D. Robatto, A. Capdevila
L. F. de la Fuente, [...] E. M. Barreda, Evaristo Carriego.
Poetas extranjeros: Ruben Darío, Jaimes Freyre, E.
Fariña Núñez, Eduardo Talero, Felipe
Sassone, B. Hidalgo, V. E. Montes, Antonino Lamberti, G.
García Hamilton, Edmundo Montagne.
3. Ernesto Morales
y D. Novillo Quiroga. -Antología Contemporánea
de Poetas Argentinos. (1917).
Primera parte: R. A. Arrieta,
F. F. de Amador, J. Aymerich, T. Allende Iragorri, A. Arteaga,
E. Banchs, E. M. Barreda, M. Bravo, E. Berisso, L. S. B.
de Bourguet, E. Carriego, A. Capdevila, G. Caravallo, A.
Chabrillon, E. Díaz Romero, J. C. Dávalos,
P. Della Costa (h.), P. M. Delheye, R. De Diego, A. De Estrada,
D. Fernández Espiro, B. Fernández Moreno, J.
L. Fernández, de la Puente, D. Fontanarrosa (h.),
M. Goycoechea Menéndez, F. A. Gutiérrez, A.
Ghiraldo, D. Bunge de Gálvez, M. Gálvez, L.
González Calderón, A. Giménez Pastor,
P. González Gastellú, A. Herrera, L. M. Jordán,
L. Lugones, E. Lazcano Tegui, E. Montagne, J. de Maturana,
A. Marasso Rocca, Evar Méndez, Doelia C. Miguez, A.
Mendioroz, P. J. Naón, C. Ortiz, R. Rojas, D. A. Robatto,
F. A. Riú, A. Storni, M. Ugarte, A. Vázquez
Cey, Amanda Zucchi.
Segunda parte: J. Burghi, H. P. Blomberg,
J. P. Calou, N. Coronado, D. Ellas, H. Foussats, R. García
Costa, A. Inzaurraga, C. Martínez Payva, A. Melián
Lafinur, J. Muzzili, P. M. Obligado, Salvador Oría.
4. Nuestros poetas jóvenes. Hebe (1920). Antología
de la Primavera. Edición América (1921).
5. Antología de la poesía argentina moderna
(1900 - 1925) con notas biográficas y bibliográficas,
por Julio Noé. Buenos Aires. Edición de «Nosotros»
1926.
Leopoldo Lugones. Segunda parte: E. Díaz Romero,
A. de Estrada,
—254→
D. Fernández Espiro, A, Ghiraldo,
M. Goicochea Menéndez, F. A. Gutiérrez, C.
Ortiz, R. Rojas, M. Ugarte. Tercera parte: T. Allende Iragorri,
F. P. de Amador, R. A. Arrieta. Enrique Banchs, E. M. Barreda,
H. P. Blomberg, M. Bravo. A. R. Bufano, J. Burghi, J. P.
Calou, M. A. Camino, A. Capdevila, G. Caraballo, E. Carriego,
A. Chabrillón, J. C. Dávalos, P. Della Costa,
P. M. Delheye, H. Díaz Leguizamón, Fernández
Moreno, M. Gálvez, Rosa García Costa, R. Gutiérrez.
A. Herrera, P. Herreros, L. M. Jordán, E. Lazcano
Tegui, C. A. Leumann, A. Marasso, R. Mariani, E. Martínez
Estrada, A. Melián Lafinur, Evar Méndez, A.
Mendiroz, E. Montagno, E. Morales, C. Obligado, P. M. Obligado,
O. Pinto, H. Ripa Alberdi, J. Max Rohde, Alfonsina Storni,
B. Taborga, A. Vázquez Cey, R. Zapata Quesada. Cuarta
parte: Margarita Abelle Caprile, E. M. Amorin, F. L. Bernárdez,
Emilia Bertolé, J. L. Borges, Brandan Caraffa, Susana
Calandrelli, L. Cané, Córdova Iturburu, F.
Estrella Gutiérrez, L. L. Franco, B. Galíndez,
A. García y Mellid, E. González Lanuza, O.
Girondo, González Carballo, González Tuñón.
C. M. Grünberg, Ricardo Güiraldes, H. M. Irusta,
F. Isernia, R. Ledesma, F. López Merino, L. Marechal,
E. Méndez Calzada, C. Nalé Roxlo, J. Obligado,
J. Pedroni, H. Rega Molina, P. Suero, J. S. Tallón
y P. J. Vignale.
REVISTAS QUE REGISTRAN LOS NOMBRES DE
LA PRESENTE EXPOSICIÓN
Prisma.- Revista mural. 1921.
Proa.- (Primera época) 1922. Tres números.
Proa.- (Segunda aparición). 1924. Quince números.
Inicial.- 1923. 10 números. Esta revista continúa
editándose, aunque con irregularidad.
Extrema izquierda.-
Dos números. 1924.
Martín Fierro.- Periódico
quincenal. Ha editado 40 números. En sus páginas
ha colaborado casi toda la nueva generación literaria.
Claridad.- Órgano de la izquierda. Llamose primitivamente
«Los Pensadores». En sus números, de contenido desparejo
en valores, agrupáronse varios poetas con tendencias
sociales y realistas.
Campana de Palo.- Dos períodos;
cerca de 10 números.
—255→
Valoraciones.- (La Plata).
Revista Universitaria, de Arte y Crítica.
Revista
oral.- Leída en los salones del «Royal Keller» en
el invierno de 1926. Editó, impreso, un número
dedicado a Lenin.
Brújula.- (Rosario) de aparición
irregular.
Revista de América.- Publicación
suntuosa, aparece con irregularidad dirigida por Carlos Alberto
Erro.
Además la revista bibliográfica «Noticias
Literarias», editada por el librero J. Samet en 1923 - 1924.
Nosotros.- A partir de 1920 y de tanto en vez aparecieron
en sus páginas colaboraciones interesantes de escritores
jóvenes, entre ellas, el primer «manifiesto ultraísta»,
y la primer muestra de poemas afiliados a tal pragmática,
firmados por Borges, González Lanuza, Lange, Ortelli,
etc.
UNA ENCUESTA
Una sola pregunta nos interesa de las
seis o siete que integraban la encuesta formulada por la
Dirección de la revista «Nosotros» en 1923, y cuyas
respuestas constan en los números editados de mayo
a septiembre de ese mismo año (N.º 168-73). Inquiría
la Dirección de la revista: ¿Cuáles son los
tres o cuatro poetas mayores de treinta años que Vd.
respeta más? Se recogieron unas cuarenta respuestas,
que no negaron siempre a opiniones, y que pusieron de manifiesto
cuando menos, un desconocimiento magnífico de nuestra
literatura y la presencia general de un espíritu de
broma y de suficiencia, muy porteño y muy joven y
muy saludable sobre todo. Consecuencias críticas,
acaso, la fundación de la revista, «Inicial». Consecuencias
políticas, este tardío escrutinio que ahora
verificamos y que da aproximadamente el fallo sobre la eternidad
de algunos de nuestros poetas representativos. El cómputo
favorece a Banchs y Capdevila, con 29 puntos; a Lugones,
con 18; a Fernández Moreno, con 15; Arrieta, 9; Storni
y Blomberg, 4; P. M. Obligado y Pedro Herreros, 3; Marasso
y Allende Iragorri, 2; Chabrillon, Camino y Calou, 1.
La
realidad tal vez sea muy otra y la tiranía crítica
impone otro cartel a la eternidad, en cuyo juicio está
lejos de sujetarse a miopías, caprichos o simpatías
personales. No puede clasificarse a un escritor aisladamente,
en su obra, sino entroncándole al momento en que actúa
y por las influencias de toda índole que ejerza sobre
sus contemporáneos o en las generaciones sucesivas.
—256→
Todo escritor fértil es personal, aunque no siempre
lo personal es superior: a veces, no pasa de ser simplemente
característico. Una clasificación casi justa,
casi definitiva, sería ésta. En primer término,
el nombre de dos poetas anteriores, que son todo nuestro
pasado poético:
José Hernández
Almafuerte
En seguida, la lista de los «Dii majorum gentiun»:
Lugones,
Banchs, Carriego, Fernández Moreno, y luego los que
andan atropellando la gloria o la popularidad impacientemente,
y cuyos nombres llueven en cualquier memoria.
Tabla de colaboradores gráficos
Anónimos: Páginas 91, 169, 179 y 239.
Barradas:
107.
Bermúdez Franco: 127, 149, 225, 237.
Bonomi:
85, 119, 217.
Borges (Norah): 43, 93, 199, 209.
Centurión:
15.
Del Bueno: 203.
De la Puerta: 27.
Germani: 195.
Guido
(Alfredo): 23.
Linage, 183.
Parpagnoli: 99, 203.
Palacio
(Lino) 29.
Palomar (Fapa): 37, 55, 61.
Pérez Ruiz:
49.
Rossi (Roberto): 33, 67, 115, 163, 233, 235
Salguero
Dela-Hanty: 79, 221.
Saraví: 145.
Tallon (J. S.):
7, 47, 73, 123, 157, 187, 229.
Vallejo (A.), autografía:
137.
La carátula ha sido realizada por José
Bonomi.
Tabla de expositores
con su respectivas profesiones y domicilios
PRIMERA
SECCIÓN
Álvaro Yunque. (Arístides
Gandolfi Herrero) Profesor de matemáticas y naturalista.
Estados Unidos 1824. Buenos Aires 7
Oliverio
Girondo. Abogado. Lavalle 1035. B. A. 15
Ángel
Guido. Ing. Civil y Arquitecto. Montevideo 2122. Rosario
23
Luis Cané. (Luis Malmierca Cané)
Notario. «El Hogar». Río de Janeiro 254. Buenos Aires
27
Conrado Nalé Roxlo. Humorista.
Río de Janeiro 254. Buenos Aires 29
Carlos
Vega. Periodista. Cañuelas (F. C. Sud) 33
Luis
Leopoldo Franco. Campesino. Belén (Catamarca) 37
Alfredo Brandán Caraffa. Abogado.
Fiscalía de lo Civil. Rivadavia 1056, San Juan 43
Cándido Delgado Fito. Empleado
Nacional. Casa de Gobierno. Bs. Aires 47
Amado
Villar. Sonámbulo. Rojas 802. Buenos Aires 49
Cayetano
Córdova Iturburu. Secretario del Cons. Nacional. Cerrito
657. B. Aires 55
Horacio Ángel
Rega Molina. Periodista. Sarmiento 1546. Buenos Aires 61
José B. Podroni. Consignatario.
Esperanza (Sta. Fe) 67
Gustavo Ángel
Riccio. En las estrollas 73
Palabras finales
de A. Yunque 77
Eduardo González
Lanuza. Químico industrial. Villa Argentina. No. 23.
Quilmes (F. C. S) 79
Leopoldo Marechal.
Maestro. Monte Egmont 280 85
Enrique M.
Amorim. Actor cinematográfico. «La Nación».
Buenos Aires 91
Jorge Luis Borges. Políglota.
Av. Quintana 222. B. A. 93
Nicolás
Olivari. Periodista. Sarmiento 1546. Buenos Aires 99
Francisco
Luis Bernárdez. Globe trotter. «Don Goyo». Río
de Janeiro 264. Buenos Aires 107
Carlos
Mastronardi Negri. Estudiante de abogacía. Gualeguay
(Entre Ríos) 115