Primera parte |
| De la sitiada Ardea, apresuradamente, | | | | impulsado por alas de un infame deseo, | | | | abandona Tarquino su ejército romano | | | | y lleva hacia Colatio, el mal fuego sin lumbre, | | | | que oculto entre cenizas, acecha ese momento |
5 | | | de lanzarse y ceñir con llamas la cintura | | | | de la casta Lucrecia, amor de Colatino. | | |
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| Quizá aguzó el deseo el nombre de
la casta | | | | su embotado filo despertó su lujuria, | | | | cuando el buen Colatino, quizá imprudentemente, |
10 | | | no dejó de alabar la mezcla rosa y blanco | | | | que fulgía triunfal en su felicidad, | | | | donde luces mortales, igual a las del cielo | | | | a él sólo se le daban en peculiar encanto. | | |
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| Pues la noche anterior, hablando con
Tarquino, |
15 | | | le había descubierto su tesoro de dicha, | | | | esa inmensa riqueza donada por el cielo, | | | | al poseer por siempre a su bella consorte, | | | | cotizando su dicha a tan alto valor, | | | | que podían los reyes casarse con más
glorias, |
20 | | | pero ni rey ni par con dama parecida. | | |
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| ¡Oh, clamorosa dicha, gozada por tan
pocos | | | | y que apenas se obtiene se esfuma y se termina, | | | | cual plateado rocío fundido en la mañana | | | | con los primeros rayos del resplandor del sol! |
25 | | | ¡Oh, plazo que ya expira antes de su comienzo! | | | | La honra y la belleza en los brazos del dueño | | | | son débiles defensas para el pérfido mundo. | | |
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| La belleza, por serlo, resalta sin ayudas | | | | a los ojos del hombre sin pregonar su fama: |
30 | | | ¿para qué es necesario hacer su
apología, | | | | de una cosa por rara, siempre tan singular? | | | | ¿por qué Colatino, el público orador | | | | del valor de su joya, que debió proteger | | | | de oídos de raptores por ser su bien preciado? |
35 | |
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| Tal vez hacer alarde de la bella Lucrecia, | | | | sugestionó a este infame, primer hijo de rey, | | | | que por nuestros sentidos, se tienta al corazón. | | | | O tal vez fue la envidia de prenda tan valiosa, | | | | que sin igual retaba toda ponderación, |
40 | | | la que picó en su mente y un súbdito gozara | | | | de un lote tan dorado, que para sí quisiera. | | |
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| Mas sea lo que fuere, su osado pensamiento, | | | | le instigó con la prisa y sin mediar razones | | | | de honor o de linaje, de asuntos o amistad, |
45 | | | olvidándolo todo, se alejó raudamente, | | | | para apagar la brasa que en hígado ardía. | | | | ¡Oh falso arder envuelto en helado pesar, | | | | primavera marchita que no envejece nunca! | | |
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| Cuando llegó a Colatio, este
pérfido noble, |
50 | | | Fue muy bien recibido por la dama romana, | | | | en cuya faz luchaban, virtudes y belleza | | | | ¿cuál de las dos tendría mejor
reputación? | | | | Al loar la virtud la otra enrojecía | | | | y si esta se jactaba del rubor, por despecho, |
55 | | | la virtud lo borraba con palidez de luna. | | |
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| Mas sabe la belleza, que recibe su albura | | | | de palomas de Venus y acepta el bello reto; | | | | la virtud le reclama su carmín a la otra, | | | | pues fue un préstamo dado a las edades de oro, |
60 | | | para servir de escudo a rostros plateados, | | | | enseñando su uso al rubor que defiende | | | | de todas las vergüenzas, la dulce palidez. | | |
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| Este blasón tenía el rostro de
Lucrecia | | | | el rojo de belleza y el blanco de virtud; |
65 | | | respectivos colores de su real poder, | | | | probando su derecho desde el Génesis mismo, | | | | mas su ambición le instiga a proseguir la lucha | | | | y son tan soberanas estas dos combatientes | | | | que intercambian sus tronos en cada nueva lid. |
70 | |
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| Esta silente guerra de lirios y de rosas, | | | | Tarquino contemplaba en la faz de Lucrecia. | | | | Entre las castas filas sus ojos se aposentan | | | | y entre estas combatientes teme verse morir. | | | | Ya vencido y cautivo el cobarde se entrega, |
75 | | | ante los dos ejércitos. Mas le dejan partir | | | | antes que ver su triunfo, sobre un falso enemigo. | | |
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| Ahora piensa que el verbo del elocuente
esposo, | | | | el pródigo avariento, que tanto la ensalzó, | | | | a pesar de su esfuerzo, no explicó la hermosura, |
80 | | | pues esta, excede en mucho la estéril
narración. | | | | Así a las alabanzas de aquel fiel Colatino, | | | | hechizado Tarquino, responde con su mente, | | | | sin dejar de mirar con asombrados ojos. | | |
|
| Esta santa terrestre por Satán
adorada, |
85 | | | sospecha poco o nada del falaz orador | | | | que el noble pensamiento rara vez sueña el mal. | | | | Las aves no apresadas no temen a las sombras, | | | | por eso confiada le da la bienvenida | | | | y acoge con respeto al príncipe de huésped, |
90 | | | cuya interior maldad, no refleja su aspecto. | | |
|
| Amparado se encubre en su elevada estirpe | | | | ocultando sus fines entre pliegues reales. | | | | Nada en él revelaba su lujuria y desorden, | | | | si acaso la excesiva mirada de sus ojos |
95 | | | que abrazándola toda no le satisfacía, | | | | pues, pobre en su riqueza, carece de abundancia | | | | y hastiado de lo mucho aspira siempre a más. | | |
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| Y ella que no compite con miradas
extrañas, | | | | no puede hallar malicia en la osada mirada, |
100 | | | ni leer sus secretos, aun siendo transparentes, | | | | escrito en el cristal de semejante libro | | | | y al no usar tentaciones no temía el anzuelo, | | | | ni presentir siquiera en su falsa mirada, | | | | ya que sólo veía unos ojos
mirándola. |
105 | |
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| El le cuenta al oído, la fama de su
esposo, | | | | adquirida en los llanos de la fértil Italia | | | | y cubre de alabanzas la gloria de su nombre, | | | | ilustrando el valor del alto caballero, | | | | de sus melladas armas y coronas de triunfo. |
110 | | | Ella expresa su gozo, elevando sus manos | | | | y agradece en silencio los triunfos del marido. | | |
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| Con fingidos pretextos que ocultan sus
motives | | | | se excusa el vil Tarquino de su impronta llegada. | | | | Ninguna nube indica un tiempo de tormenta |
115 | | | en su divino cielo, ni ella presiente nada. | | | | Pero al llegar la noche madre de los terrores- | | | | derrama sobre el mundo sus oscuras tinieblas | | | | y esconde en su cubil el luminoso día. | | |
|
| Para entonces Tarquino, reclamará un buen
lecho, |
120 | | | simulando cansancio y fatigado espíritu, | | | | pues después de la cena, alarga sus historias | | | | a la casta Lucrecia, mientras la noche llega. | | | | Lucha el sueño de plomo con las aladas fuerzas. | | | | Es hora del reposo, excepto los ladrones |
125 | | | y mentes turbulentas en permanente insomnio. | | |
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| Igual que estos, Tarquino, medita más que
yace, | | | | los peligros que encierra obtener su deseo. | | | | Su voluntad resuelve conseguir su capricho, | | | | débiles fundamentos le aconsejan ser cauto. |
130 | | | Desesperado insiste para lograr el éxito, | | | | que el premio que le espera aunque la muerte implique, | | | | bien merece el intento, sin reparar en nada. | | |
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| Los que mucho codician se muestran tan
ansiosos | | | | por adquirir sus logros, que por lo que no tienen, |
135 | | | disipan y derrochan sus propias pertenencias. | | | | Y en espera del más, obtiene siempre el menos, | | | | o si en algo mejoran, el fruto de su esfuerzo | | | | es tan escaso y pobre, tan lleno de inquietudes, | | | | que arruinan su riqueza, pagando el interés. |
140 | |
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| La esperanza de todos es mantener la vida | | | | con honor y con dicha en la edad del descenso | | | | y es preciso lograrlo, salvando los obstáculos, | | | | al exponer los bienes en falsas mutaciones. | | | | Por el honor, la vida, en las crueles batallas, |
145 | | | o el honor por el oro y más cuando este
entraña, | | | | la muerte de los seres y todo lo perdemos. | | |
|
| Así, nos exponemos y siempre
abandonamos, | | | | aquello que tenemos por lo que ya esperamos | | | | y hay en la odiosa fiebre de la vil ambición, |
150 | | | un oculto tormento: El de la mezquindad | | | | de lo que poseemos, de suerte que olvidarnos | | | | nuestro bien personal y faltos de razón, | | | | reducimos las cosas por querer agrandarlas. | | |
|
| Una suerte gemela, padecerá Tarquino, |
155 | | | al pignorar su honor por su sed de lujuria, | | | | para satisfacerse, necesaria es su ruina. | | | | ¿Dónde hallar la verdad si uno no cree en
sí mismo? | | | | ¿Cómo espera encontrar justicia en un
extraño, | | | | cuando él mismo se pierde y sin razón se
entrega, |
160 | | | a las lenguas infames y a los días más
tristes? | | |
|
| Ahora el tiempo ha robado la vacilante
noche, | | | | donde un sueño pesado hace entornar los ojos. | | | | Ninguna luz de estrella le presta claridad. | | | | Sólo se escucha al lobo y el grito de los buhos, |
165 | | | Ha llegado el momento de poder sorprender | | | | al cordero inocente. Duerme la mente en paz | | | | mientras el ladrón vela sus armas de matar. | | |
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| Tarquino, lujurioso, abandona su lecho, | | | | sobre su brazo lanza bruscamente su manto |
170 | | | y se agita febril de deseo y temor. | | | | El deseo le halaga y el temor le recela, | | | | pero el honesto miedo, al conjuro del otro, | | | | no le instiga ni apremia para que se retire, | | | | batido en la violencia del más loco deseo. |
175 | |
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| Golpea con su espada un duro pedernal, | | | | para hacer salir lumbre de la gélida piedra. | | | | De esta manera enciende una antorcha de tea, | | | | cual estrella polar de sus lascivos ojos. | | | | Deliberadamente le dice a sí a la llama: |
180 | | | «Como he logrado el fuego en esta fría
piedra, | | | | forzare a que Lucrecia se rinda ante mi fuerza.» | | |
|
| Pálido de temores medita en ese
instante | | | | los peligros que encierra, su detestable empresa | | | | y en su interior discute los males venideros, |
185 | | | que pueden por desgracia acarrear sus actos. | | | | Mas arroja temores y sus ojos desprecian | | | | la indefensa armadura de su voraz lujuria | | | | y censura en justicia su injusto pensamiento. | | |
|
| ¡Oh, mi brillante antorcha, no le preste
la luz |
190 | | | al rostro de Lucrecia, cuya luz te supera! | | | | ¡Y, morid pensamientos sacrílegos que manchan
| | | | con vuestras impurezas, aquello que es divino! | | | | ¡Ofreced puro incienso, en su sagrada ermita | | | | y dejad que los hombres aborrezcan la acción, |
195 | | | que empaña la modesta túnica del amor! | | |
|
| ¡Oh, vergüenza del arma y de los
caballeros! | | | | ¡Oh, deshonor innoble del familiar sepulcro! | | | | ¡Impiedad que encarcela a sus horribles
daños! | | | | ¡Un hombre tan marcial, esclavo de este amor! |
200 | | | El valor verdadero debiera ser respeto. | | | | Mas mi acto es tan vil, mi condición tan baja, | | | | que quedará grabada para siempre en mi rostro. | | |
|
| ¡Moriré y el escándalo ha de
sobrevivirme, | | | | hiriendo la mirada que vea mi armadura! |
205 | | | Inventará el heraldo la barra degradante, | | | | que atestigüe el exceso de mi propio delirio | | | | y mis hijos y nietos, también avergonzados, | | | | maldecirán mis huesos para salvar su alma, | | | | al desear que el padre nunca hubiera existido. |
210 | |
|
| ¿Mas qué gano si obtengo aquello
que deseo? | | | | Soñar, un soplo, espuma de un mal furtivo gozo. | | | | ¿Por gozar un minuto, llorar una semana? | | | | ¿Vender la eternidad por lograr un juguete? | | | | Por un dulce racimo ¿quién a ruina una
viña? |
215 | | | ¿Qué loco pordiosero, por tocar la corona, | | | | se expondría a morir por el peso del cetro? | | |
|
| Si viera Colatino en sueños mi
intención | | | | ¿no se despertará y en una rabia loca, | | | | correrá a este lugar a prevenir mis actos, |
220 | | | este asedio constante de su buen matrimonio, | | | | este borrón de imberbe, percance de cordura, | | | | virtud agonizante, superviviente mancha, | | | | cuyo crimen arrastra una deshonra eterna? | | |
|
| ¡Oh! ¿Qué excusa
podrá imaginar mi falta, |
225 | | | cuando en justicia acuses de tan oscura acción? | | | | ¿Será muda mi lengua? ¿Mis piernas
temblaran? | | | | ¿Se quedará al fin ciego mi falso
corazón? | | | | Cuando la culpa es grande, el temor es mayor | | | | y llevado a ese extremo ni lucha ni se esconde, |
230 | | | sino que de terror muere, como un cobarde. | | |
|
| Si Colatino mata a mi padre o mi hijo | | | | o tiende una emboscada para buscar mi muerte, | | | | si no fuera mi amigo, quizás este deseo | | | | de ultrajar a su esposa, tendría alguna excusa; |
235 | | | quizás en la vergüenza o lavar las ofensas. | | | | Pero como es pariente y mi preciado amigo | | | | la vergüenza y la falta no encontrarán
excusas. | | |
|
| Que vergüenza si el hecho llegara a
conocerse, | | | | es vil, pero no existe, el odio si se ama. |
240 | | | Imploraré su amor, sabiendo que es de otro, | | | | mas lo peor sería que ella me rechazara. | | | | Mi voluntad es fuerte, mas mi razón es
débil. | | | | Quien teme una sentencia o el refrán de un
anciano, | | | | se deja intimidar por un cuadro pintado. |
245 | |
|
| Irreprensiblemente, mantiene la disputa, | | | | con la fría conciencia y al ardiente
pasión, | | | | hasta que al fin despide los buenos pensamientos | | | | y estimula en su uso lo peor de su mente, | | | | la cual en un instante, confunde y aniquila, |
250 | | | los impulsos honestos y van tan en vanguardia | | | | que hasta lo vil parece una acción virtuosa. | | |
|
| Y se dice a sí mismo: «Ella fue
afectuosa | | | | y ha mirado en mis ojos buscando las noticias, | | | | de algún nuevo desastre de la facción
guerrera, |
255 | | | en la que bravamente luchaba Colatino. | | | | ¡Oh, cómo su terror la hizo ruborizarse! | | | | Primero, como rosas, volcadas sobre lino | | | | y luego como el blanco del lino sin las rosas. | | |
|
| Y ¡cómo fue su mano en la
mía encerrada, |
260 | | | que me obligó a temblar como temblaba ella! | | | | Esto la entristeció y se aferró más
fuerte, | | | | hasta que se enteró del bien del buen esposo. | | | | Entonces. sonreía, tan dulce y tan alegre, | | | | que si el propio Narciso así la hubiera visto, |
265 | | | nunca se hubiera ahogado por amor así mismo. | | |
|
| ¿Por qué voy a la caza de
pretextos o excusas? | | | | El orador es mudo si litiga belleza | | | | y al pobre desgraciado le remuerden sus faltas. | | | | El amor no prospera si el alma tiene sombras. |
270 | | | La pasión me conduce por ser mi capitán | | | | y si está desplegado el alegre estandarte, | | | | el más cobarde lucha sin rendirse jamás. | | |
|
| ¡Fuera, pues, pueril miedo! ¡Muere
vacilación! | | | | ¡La razón y el respeto escoltan a los
viejos! |
275 | | | Mi corazón, jamás, irá contra mis
ojos. | | | | Meditar lo pensado es trabajo de sabios, | | | | mi papel es del joven que en escena los tira. | | | | El deseo es mi guía. La belleza mi premio. | | | | ¿Quién teme, pues, hundirse, mirando su
tesoro?» |
280 | |
|
| Como el trigo se ahoga entre las malas
hierbas, | | | | la quietud se sofoca si media la lujuria. | | | | Se desliza este príncipe con el oído
atento, | | | | con su esperanza infama y recelo febril. | | | | Ambos son servidores de la vil injusticia, |
285 | | | que le turban con tantas, contrarias persuasiones, | | | | que ora proyecta un pacto y luego una invasión. | | |
|
| Mas dentro de su mente, sólo existe
Lucrecia | | | | y en aquel mismo trono, se sienta Colatino. | | | | Con uno de sus ojos adora a la más bella |
290 | | | y con el otro admira la fuerza del guerrero, | | | | mas este no se inclina por atender razones | | | | y trata de atraer al noble corazón, | | | | el cual ya corrompido toma el peor partido. | | |
|
| Y entonces estimula sus serviles poderes, |
295 | | | los cuales halagados por su jocundo jefe, | | | | le llenan de lujuria, como el reloj de horas | | | | y creen en la audacia que el capitán le inspira, | | | | pagando un homenaje más servil del que deben. | | | | Locamente guiado por su infame deseo |
300 | | | va el príncipe romano al lecho de Lucrecia. | | |
|
| Los cerrojos que existen, entre alcoba y
deseo, | | | | forzados por su ira, retiran sus escudos, | | | | pero al dejarle paso critican su maldad | | | | con su rechinamiento. Apenas reflexiona: |
305 | | | Los cerrojos chirrían advirtiendo mi paso, | | | | nocturnas comadrejas, chillan cuando me ven, | | | | me asustan, mas no sabe, que doy pavor al miedo. | | |
|
| Cada vez que una puerta le franquea la
entrada, | | | | a través de rendijas, de puertas y balcones, |
310 | | | quiere el viento apagar su antorcha y detenerle | | | | y le sopla en los ojos el humo que despide | | | | tratando de que muera la claridad que guía. | | | | Su ardiente corazón, abrasado en deseos, | | | | aviva con un soplo la luz de aquella antorcha. |
315 | |
|
| Con la luz reanimada, acierta a descubrir, | | | | un guante de Lucrecia, donde prende una aguja, | | | | lo coge de la estera en que está abandonado | | | | y al tomarlo, la aguja, le aguijonea un dedo, | | | | como para decirle: «Este guante no usa |
320 | | | de juegos tan lascivos, vuelve atrás raudamente | | | | ya ves que somos castos, por ser de la
señora.» | | |
|
| Los frágiles obstáculos no logran
detenerle, | | | | e interpreta el reproche en el peor sentido: | | | | Puertas, vientos y guantes apenas le retardan |
325 | | | y tal como accidentes que le prueban, los toma. | | | | O el resorte que impulsa la hora del cuadrante | | | | y retardan el tiempo que miden con su marcha, | | | | porque cada minuto quede en paz con su hora. | | |
|
| ¡Bah! dice, estos obstáculos son
para mi aventura, |
330 | | | como fugaz helada en primavera, | | | | para añadir encanto a los hermosos días | | | | y ofrecer a las aves la razón de su canto. | | | | Paga con interés, la fatiga, sus prendas. | | | | Las rocas, vendavales, piratas y mal tiempo, |
335 | | | son terror del que merca, su tesoro a su patria | | |
|
| Llega en este momento, al umbral de la
alcoba, | | | | que cierra a cal y canto el cielo de su mente. | | | | Mas sólo hay un cerrojo que le impide la entrada | | | | y separa en su busca el deseado objeto. |
340 | | | La impiedad le enajena a tal punto su alma, | | | | que por lograr su infamia, incluso reza al cielo, | | | | como si el cielo fuera cómplice de su crimen. | | |
|
| Mas en medio de aquella, plegaria
infructuosa, | | | | después de haber pedido la mediación
divina, |
345 | | | que le otorgue a Lucrecia para gozar su infamia | | | | y que en este momento los hados le consuelen, | | | | se detiene y exclama: «¡Difícil es mi
empresa! | | | | los poderes que invoco, me repudian el hecho. | | | | ¿cómo podrán estar a mi lado en el
acto? |
350 | |
|
| Sean, pues, mis estrellas, mi amor y mi
fortuna. | | | | Mi voluntad se apoya en mi resolución. | | | | El pensamiento es sueño, si no prueba su efecto. | | | | El pecado más negro, la absolución lo
limpia. | | | | El hielo del temor el amor lo derrite. |
355 | | | Ciego se encuentra el cielo, la noche tenebrosa | | | | cubrirá la vergüenza, tras el dulce
deleite.» | | |
|
| Con su mano culpable, salta el leve pestillo | | | | y abre con su rodilla de par en par la puerta. | | | | La paloma ante el búho, duerme profundamente. |
360 | | | La traición, así obra, cuando no es
descubierta. | | | | Quien descubre la sierpe se aparta de su lado, | | | | mas ella nada teme en su dormir profundo, | | | | yaciendo a la merced de la mortal punzada. | | |
|
| Ya dentro de la alcoba el vil se precipita |
365 | | | y contempla aquel lecho, puro e inmaculado. | | | | Corridas las cortinas, ronda a su alrededor, | | | | sus insaciables ojos en sus órbitas giran. | | | | Su alma se alucina por su enorme traición, | | | | que da en seguida orden a la traidora mano, |
370 | | | para apartar la nube que esconde al bello sol. | | |
|
| Igual que el reluciente sol de rayos de
fuego, | | | | que supera las nubes y ciega nuestros ojos, | | | | corridas las cortinas, los ojos de Tarquino, | | | | parpadean cegados por una luz mayor. |
375 | | | Quizás el resplandor que emana ella dormida, | | | | ofusca su mirada o un resto de pudor, | | | | mas están tan cerrados que al abrirlos se nublan. | | |
|
| ¡Si se quedaran ciegos en su oscura
prisión! | | | | Quizás hubiera visto el fin de su maldad |
380 | | | y hubiera Colatino, reposado a su lado | | | | tranquilo y confiado en su honorable lecho. | | | | Pero es preciso abrirlos y matar esta unión | | | | y que la santa esposa abandone su dicha, | | | | su alegría, su vida y su goce del mundo. |
385 | |
|
| En su mano de lirio, descansa su mejilla, | | | | como impidiendo el beso de la legal almohada, | | | | que airada ante el desprecio, se divide en dos partes, | | | | buscando en las orillas la gloria que le falta. | | | | Entre las dos colinas sepulta su cabeza |
390 | | | y tal así se ofrece, cual virtuosa estatua, | | | | al libertino ojo del profano Tarquino. | | |
|
| Su otra mano se posa, fuera del dulce lecho, | | | | sobre la colcha verde y su albura perfecta | | | | es una margarita de Abril sobre la hierba, |
395 | | | con el sudor perlado, cual rocío nocturno. | | | | Son sus ojos, caléndulas, cerradas a la luz | | | | y engastados en sombras, confiados reposan, | | | | hasta que en su abertura se adorne el nuevo día. | | |
|
| Sus dorados cabellos, jugaban con su
aliento. |
400 | | | ¡Oh, castidad lasciva! ¿Apasionada casta! | | | | Tal lucía la vida sobre el mapa mortal | | | | y la sombría muerte, sobre el último
aliento. | | | | En su tranquilo sueño, las dos eran hermosas, | | | | como si no existiera rivalidad alguna |
405 | | | y la vida y la muerte, vivieran hermanadas. | | |
|
| Sus senos como globos de marfil azulados, | | | | inmaculados mundos, aun sin conquistar, | | | | no saben de otro yugo, que el de su buen señor | | | | y bajo juramento, le eran fidelísimos. |
410 | | | Estos mundos engendran la ambición de Tarquino | | | | y usurpador se acerca su instinto criminal | | | | a derrocar del trono a su fiel propietario. | | |
|
| ¿Qué podía mirar, que
mitigue el deseo? | | | | ¿Cómo amainar su anhelo, sin codiciar el
mal? |
415 | | | Todo cuanto contempla le produce delirio | | | | y su voraz mirada se ceba con sus ansias. | | | | Hay más que admiración en aquello que
admira: | | | | Las azuladas venas, el cutis de alabastro, | | | | sus hoyuelos de nieve y el coral en sus labios. |
420 | |
|
| Como el león furioso que juega con su
presa, | | | | cuando el hambre se calma con la fácil conquista, | | | | así, Tarquino, goza, ante el alma dormida | | | | y su feroz deseo se calma con la vista | | | | aunque no se contiene, porque estando a su lado, |
425 | | | sus ojos que demoran su propia rebelión, | | | | excitan a su sangre a un tumulto mayor. | | |
|
| Estímulos esclavos del mísero
pillaje, | | | | cual vasallos curtidos por brutales proezas. | | | | Asesinos que gozan con toda violación, |
430 | | | sin respetar el llanto de niños ni de madres, | | | | se inflaman con su orgullo esperando el ataque: | | | | Su corazón latiendo, da la señal de alarma, | | | | advirtiendo cautelas en la fogosa carga. | | |
|
| El latir de su pecho ilumina sus ojos |
435 | | | y su ardiente mirada es guía de su mano. | | | | Orgullosos los dedos de tanta dignidad, | | | | humeantes de orgullo, toman sus puesto armado, | | | | en el desnudo pecho del dulce territorio. | | | | La mano va escalando las venas hacia el seno, |
440 | | | que pálidas se esfuman por las erguidas torres. | | |
|
| Las venas se dirigen al tranquilo aposento, | | | | donde duerme y reposa su dueña y soberana, | | | | advirtiéndole al punto del inminente asedio. | | | | Asustada la dama por los confusos gritos, |
445 | | | bruscamente despierta con asombrados ojos | | | | y al tratar de mirar el confuso tumulto | | | | se sienten deslumbrados por la humeante antorcha. | | |
|
| Figurarse a Lucrecia en la profunda noche, | | | | arrancada del sueño por la horrible visión, |
450 | | | de un lúgubre fantasma sin saber si es real, | | | | cuyo horroroso aspecto le hace temblar el alma. | | | | ¡Qué terror! Pero ella aun siente más
terror, | | | | pues, salida del sueño, claramente distingue, | | | | la aparición que vuelve su sueño realidad. |
455 | |
|
| Confundida y envuelta por miles de temores, | | | | como un pájaro herido por la certera muerte, | | | | no se atreve a mirar mas ve en su parpadeo, | | | | los terribles espectros que raudamente pasan. | | | | Piensa que estas visiones, son sueños del cerebro, |
460 | | | furioso al ver que el ojo se oculta de la luz, | | | | castigando su sombra con visiones peores. | | |
|
| La mano de él, que aun yace, sobre el
pálido seno. | | | | ¡Rudo ariete que arroya, semejante muralla! | | | | Nota su corazón. ¡Pobre esclavo asustado! |
465 | | | Que herido ya de muerte, se levanta y derrumba, | | | | golpeando la mano que saquea su cielo. | | | | Tarquino hierve en rabia sin la menor piedad, | | | | tratando de abrir brecha en la dulce ciudad. | | |
|
| Primero a trompetazos, comienza con su
lengua, |
470 | | | a hablar en son de paz a su tímida amiga, | | | | la cual bajo la sábana, asoma su mentón | | | | de albura y se pregunta la razón de este ataque. | | | | El le explica las causas, con gestos, sin palabras, | | | | mas ella le suplica que no existe razón, |
475 | | | ni motivo que albergue el color de su daño. | | |
|
| Tarquino le replica: «El color de tu
cara, | | | | que aun colérico hace palidecer al lirio | | | | y enrojecer la rosa púrpura de vergüenza, | | | | abogarán por mí y mi historia de amor. |
480 | | | Bajo ese colorido he venido a escalar | | | | tu inconquistable torre; tuya, pues, es la culpa, | | | | ya que han sido tus ojos los que a mí te
entregaron. | | |
|
| Y quiero anticiparme si quieres
engañarme: | | | | Tu belleza es la trampa que ha tendido este lazo, |
485 | | | en la que tú, paciente, debes ceder al acto, | | | | te eligió mi deseo a este gozo terrestre, | | | | al que con mi gran fuerza, traté de dominar, | | | | pero cuando el reproche y la razón lo matan, | | | | la luz de tu belleza, le daba nueva vida. |
490 | |
|
| También veo los males que ha de causar mi
empresa | | | | y sé que las espinas defienden a las rosas. | | | | Un aguijón defiende el robo de la miel | | | | y esto bien lo comprende la voz de mi prudencia. | | | | Pero el deseo es sordo y no escucha el consejo, |
495 | | | pues sólo tiene ojos para ver tu hermosura | | | | y al ver tanta belleza, va contra toda ley. | | |
|
| Aun en mi propia alma, esto lo he debatido | | | | y el daño y la vergüenza y el dolor que ello
engendra; | | | | pero nada controla mi curso de pasión, |
500 | | | ni ha de parar la furia de su ciega salida. | | | | Lágrimas de pesar, seguirán a este acto, | | | | mil reproches, desdenes y enemistad mortal, | | | | sin embargo, yo insisto en abrazar mi infamia.» | | |
|
| Dicho esto, va y blande, su romano jastial, |
505 | | | como un halcón que extiende en el aire sus alas, | | | | cubriendo así a la presa con la sombra del vuelo. | | | | Su pico la amenaza si trata de elevarse | | | | y ella bajo el insulto de su espada romana, | | | | oyendo lo que dice, se siente inofensiva, |
510 | | | como cuando las aves son presa del azor. | | |
|
| «¡Lucrecia!» exclama, loco,
«te gozaré esta noche | | | | y si tú me rechazas, me abrirá ese camino, | | | | mi fuerza, que en tu lecho, trata de destruirte, | | | | tras lo cual, mataré a tu mísero esclavo, |
515 | | | para quitarte vida y honra al mismo tiempo. | | | | Después, le dejaré, en tus brazos inertes, | | | | jurando darle muerte, cuando le vi abrazarte. | | |
|
| De esta forma tu esposo, si es que aun
sobrevive, | | | | será objeto de mofa de todo ser viviente. |
520 | | | Tus deudos, de vergüenza, no mirarán de
frente | | | | y todo tu linaje tendrá un nombre bastardo, | | | | mientras que tú, la autora, de tu propia deshonra, | | | | verás que tu delito será citado en rimas | | | | y cantado por siempre por los niños a coro. |
525 | |
|
| Mas si cedes, te juro, ser tu amante secreto | | | | y una falta ocultada es sólo un pensamiento | | | | y si un pequeño daño, alcanza un buen
final, | | | | es en cualquier política un empeño legal. | | | | Cuántas veces, la hierba venenosa, se mezcla |
530 | | | con un compuesto puro, y una vez aplicada | | | | la ponzoña en su efecto, por el se purifica. | | |
|
| Así, pues, por el bien, de tu esposo y
tus hijos, | | | | escúchame este ruego: no legues a tu dote, | | | | la vergüenza que ellos, jamás podrán
borrar, |
535 | | | la mancilla que nunca podrá ser olvidada, | | | | cual marca del esclavo o cruz de nacimiento, | | | | pues la señal del hombre, si la lleva al nacer, | | | | son faltas de Natura, no de su propia infamia.» | | |
|
|
Segunda parte |
| A este punto, sus ojos, son los del
basilisco. |
540 | | | Se yergue vacilante y hace una breve pausa, | | | | en tanto, ella, retrato de la piedad más pura, | | | | como una corza, presa, en las garras de un grifo, | | | | implora en un desierto, donde no existen leyes, | | | | al infame que ignora la piadosa clemencia |
545 | | | y no obedece más que su voz traicionera. | | |
|
| Mas si una nube negra amenaza este mundo | | | | y oculta entre su sombras los picos de las cumbres, | | | | surge una suave brisa del vientre de la tierra | | | | que arroja de las cimas el tenebroso humo, |
550 | | | e impide al dividirlos su eminente caída. | | | | Así, su nerviosismo, retrasa sus palabras, | | | | mientras Orfeo toca y Plutón parpadea. | | |
|
| Mas el gato nocturno en esto se entretiene | | | | con el débil ratón debajo de su pata. |
555 | | | La insoportable escena calma su sed de buitre, | | | | sima voraz que queda vacía en la abundancia. | | | | Oye dulces plegarias que el corazón no admite | | | | el permisible acceso a la más leve súplica. | | | | La lujuria es impía y el llanto la endurece. |
560 | |
|
| Los implorantes ojos de Lucrecia se fijan, | | | | en los pliegues austeros del rostro de Tarquino. | | | | Su modesta elocuencia se mezcla con suspiros, | | | | la cual da más encanto a su breve oratoria. | | | | Confunde con frecuencia los tiempos y el lugar |
565 | | | y en medio de una frase, se interrumpe su voz | | | | y vuelve a repetir de nuevo su oratoria. | | |
|
| La mujer le conjura al poderoso
Júpiter, | | | | al linaje, al honor y al voto de amistad, | | | | al repentino llanto y al amor de su esposo |
570 | | | a las leyes humanas y a la fe más común. | | | | Por el Cielo y la Tierra, por el poder de ambos, | | | | que por Dios se retire a su prestado lecho | | | | y que pueda su honor calmar este delirio. | | |
|
| Aun le dice Lucrecia: «No pagues tu
hospedaje, |
575 | | | con un acto tan negro como el que te has propuesto, | | | | ni embarres a la fuente que te dio de beber, | | | | ni rompas lo que nunca tendrá restauración. | | | | Renuncia a tu propósito, antes de usar tu flecha, | | | | que no es buen cazador, aquel que tiende el arco |
580 | | | para herir una gama si está el coto cerrado. | | |
|
| Si mi esposo es tu amigo, abstente de
tocarme, | | | | tu fuerza hará tu bien si logras dominarte: | | | | Yo soy frágil y débil, no me tiendas tu
lazo; | | | | que tu rostro es sincero, por Dios, no me defraudes. |
585 | | | A torrentes mi aliento se esfuerza por huir. | | | | Si alguna vez un hombre, se conmovió ante el
llanto, | | | | yo lo haré con mis lágrimas, suspiros y
lamentos. | | |
|
| Reunidos todos ellos en turbulento
océano, | | | | baten tu corazón que te advierte el naufragio |
590 | | | y trata de ablandarlo con sus olas continuas, | | | | pues, las piedras dispersas, se convierten en agua. | | | | ¡Oh, si no eres más duro que el mismo
pedernal, | | | | fúndete ante mis lágrimas y sé
caritativo! | | | | Que la piedad traspasa cualquier puerta de hierro. |
595 | |
|
| Te creía Tarquino y en mi hogar te
hospedé. | | | | ¿Usurpaste sus formas para así deshonrarlo? | | | | Me quejo ante la corte celestial y su Dios, | | | | de que dañas su honor y principesco nombre. | | | | No eres lo que aparentas y si tú eres el mismo, |
600 | | | no aparentas quien eres, un dios, un soberano, | | | | pues los reyes y dioses, gobiernan sobre todo. | | |
|
| ¡Cómo se extenderá tu
infamia en la vejez, | | | | si florecen tus vicios antes de ser maduro! | | | | Si por un mal capricho cometes un ultraje, |
605 | | | ¿cuál será tu osadía cuando al
fin te coronen? | | | | Recuerda que ninguna acción si es deshonrosa, | | | | si la hace un mal vasallo, jamás podrá
borrarse | | | | y el mal que hacen los reyes no se puede enterrar. | | |
|
| Te amaré en este acto, tan sólo
por temor |
610 | | | y un monarca feliz, por amor se respeta, | | | | has de ser transigente con el vil ofensor, | | | | cuando te culpen reo de parecido ultraje. | | | | Sólo por este miedo te debes retirar, | | | | que un príncipe es espejo, escuela y el buen libro |
615 | | | donde el súbdito aprende a leer y ser hombre. | | |
|
| ¿Y has de ser tú la escuela que
enseñe la lujuria | | | | y permitas lecturas de tus infames actos? | | | | ¿Has de ser el espejo que al verte nos descubra | | | | la fuerza del pecado y el aval de la culpa |
620 | | | y que en tu nombre tenga el de honor disculpa? | | | | Prefieres el desprecio al inmortal elogio | | | | y hacer de tu prestigio una vieja alcahueta. | | |
|
| ¿Tienes poder? En nombre del Dios que te
lo ha dado, | | | | guía a tu corazón por senderos de paz, |
625 | | | no desvaines tu espada en pro de la ignominia, | | | | que te ha sido prestado para otros menesteres. | | | | ¿Cómo podrás cumplir tus deberes
reales, | | | | si el pecado te acusa de haber sido modelo | | | | donde aprendió a pecar y tú fuiste su
guía? |
630 | |
|
| Medita solamente que circo vil sería, | | | | contemplar tu presente en otro ser humano. | | | | Las faltas de los hombres rara vez se les muestran; | | | | que ahogan parcialmente su propios atropellos | | | | y esta falta sería en tu juicio, sentencia |
635 | | | mortal para tu hermano. ¡Arropados de infamias | | | | están los que desvían sus ojos de sus
yerros! | | |
|
| A ti, claman mis manos, al cielo levantadas, | | | | no a tu voraz lujuria confidente y osada: | | | | Imploro el llamamiento de tu real destierro. |
640 | | | Déjale que regrese y olvida tus infamias, | | | | que tu honor verdadero aplastará el deseo | | | | y limpiando la niebla que te cubre los ojos, | | | | al ver tu situación, te apiadarás de
mí.» | | |
|
| «¡Termina!» exclama él,
«mi indomable marea |
645 | | | se crece en los obstáculos y nunca retrocede. | | | | La luz débil se extingue, mas la hoguera persiste | | | | y hasta el cielo se encarga de acrecentar su llama: | | | | Los arroyos le pagan a su salado rey, | | | | dándole el agua dulce, una deuda diaria. |
650 | | | Aumentan su caudal, mas no alteran su gusto.» | | |
|
| «¡Tú eres!» ella
exclama, «un mar rey soberano. | | | | Mira como descargan en tus olas sin límites, | | | | lujuria, deshonor, vergüenza y mal gobierno, | | | | intentando manchar tu océano de sangre. |
655 | | | Si estos males menores trastornan tu virtud, | | | | se encerrará tu mar en un seno de lodo | | | | y ya jamás el lodo podrá en ti disiparse. | | |
|
| Reinarán tus esclavos y tú
serás su siervo, | | | | hundirán tu nobleza dignificando al vil, |
660 | | | tú infundirás su vida y ellos serán tu
tumba. | | | | Tú serás su vergüenza y ellos tu propio
orgullo. | | | | Las cosas más pueriles no ocultan la grandeza. | | | | El cedro no se comba ante el pequeño arbusto, | | | | que este se seca y muere en la raíz del cedro. |
665 | |
|
| Deja pues, que tu mente, sierva de tu
poder...» | | | | «¡Basta ya!» grita él, ciego,
«por Dios que no te escucho, | | | | cede ante mi deseo o mi odio brutal | | | | de pasión revestido, desgarrará tus carnes | | | | y una vez que lo haga, te llevaré en mis brazos |
670 | | | al miserable lecho de tu humilde lacayo, | | | | para hacerlo tu amante en tu infame destino.» | | |
|
| Después, pone su pie sobre la roja
antorcha, | | | | que la luz y el obsceno son eternos rivales, | | | | y el crimen si se oculta en la cegada noche, |
675 | | | suele ser más tiránico cuando es menos
visible. | | | | Toma el lobo a su presa. La fiel cordera grita, | | | | hasta que con su lana ahoga sus lamentos, | | | | sepultando sus gritos entre sus dulces labios. | | |
|
| La sábana camera con su albura la
cubre. |
680 | | | El trata de afisiar sus piadosos lamentos, | | | | refrescando su rostro en las lágrimas castas | | | | de tan púdicos ojos, rojos por el dolor. | | | | ¡Qué la lujuria infame manche lecho tan
puro! | | | | Si con llanto pudiera limpiar aquellas manchas, |
685 | | | Lucrecia, eternamente, estaría llorando. | | |
|
| Ella perdió una cosa más rica que
la vida | | | | y él quisiera perder la infamia que ha ganado | | | | y este pacto forzado, engendra nueva lucha | | | | y a este fugaz placer, meses de gran dolor |
690 | | | y el deseo se torna en un frío desdén | | | | al quedar la pureza, despojada de todo. | | | | La ladrona lujuria es más pobre que nunca. | | |
|
| Como el saciado galgo o el halcón
satisfecho, | | | | incapaz por su olfato o inútil para el vuelo, |
695 | | | persiguen lentamente o dejan escapar, | | | | la presa que a su instinto le parece un deleite, | | | | así, está el mal talante, del saciado
Tarquino. | | | | El manjar delicioso se le está indigestando | | | | y su torpe vivencia devora su deseo. |
700 | |
|
| ¡Oh, crimen repugnante de cavernosa
mente, | | | | que sumerge y ahoga el apacible sueño! | | | | El apetito ebrio vomita lo ingerido, | | | | antes que considere su propia repugnancia. | | | | Mientras lujuria impera, ninguna exclamación, |
705 | | | dominará su ardor ni reprime el deseo, | | | | hasta que su insistencia caiga como un rocín. | | |
|
| Con lacias y con flacas y pálidas
mejillas, | | | | ojos y ceño grave y el paso quebradizo, | | | | agotado el deseo, contenido y humilde, |
710 | | | como un pobre mendigo se queja de su estado. | | | | Mientras se jacta el cuerpo, la virtud y el deseo, | | | | luchan y se rebelan, mas si el vil se derrumba | | | | el rebelde culpable suplica su perdón. | | |
|
| Esto es lo que sucede a este noble romano, |
715 | | | que gastó con su ardor el logro de su intento, | | | | porque ahora pronuncia, contra sí esta sentencia: | | | | De aquí a la eternidad me hallo deshonrado | | | | y el templo de mi alma se haya profanado | | | | y en sus ruinas congrega legiones de inquietudes, |
720 | | | que inquieren ¿cómo está? la ultrajada
princesa. | | |
|
| Ella dice: «Mis súbditos en mala
insurrección | | | | han echado por tierra el curso sacrosanto | | | | y por su mortal falta, reducido a servicio | | | | a su inmortalidad, haciendo de ella esclava |
725 | | | de una muerte viviente y una pena perpetua; | | | | a quien con su presencia, siempre tuvo ganados, | | | | su voluntad imponen antes que su mandato.» | | |
|
| Con estos pensamientos a través de la
noche, | | | | es cautiva vendida que perdió en la ganancia, |
730 | | | arrastrando la herida que nunca sanará, | | | | la cicatriz eterna que ya no admite cura, | | | | que a su víctima deja vencida en el dolor. | | | | Ella soporta el peso, que él, dejó a sus
espaldas | | | | y la carga por siempre de un alma pecadora. |
735 | |
|
| Como un perro ladrón abandona la
estancia | | | | y ella como una oveja, queda allí palpitante, | | | | él refunfuña y odia el acto y su pecado | | | | y ella loca desgarra con su uñas sus carnes. | | | | El huye horrorizado con un sudor culpable, |
740 | | | ella está maldiciendo tan horrorosa noche, | | | | él corre y se reprocha tras el fugaz deleite. | | |
|
| El parte de la alcoba cual reo penitente | | | | y ella se queda aislada, náufraga y sin consuelo, | | | | él en su prisa anhela la luz de la mañana |
745 | | | y ella ruega no ver, jamás, la luz y dice: | | | | «Porqué el día descubre las faltas de la
noche | | | | y mis ojos sinceros, no han aprendido nunca, | | | | a encubrir las afrentas con su astuta mirada. | | |
|
| Ellos creen que otros ojos, no verán otra
cosa, |
750 | | | que la misma desgracia que ellos mismos contemplan | | | | y quieren siempre estar yaciendo entre tinieblas | | | | y así guardar oculto su secreto pecado. | | | | Por que si están llorando revelan su ultraje | | | | y como el agua roe el acero, en mi cara, |
755 | | | grabarán sin remedio la vergüenza que
siento.» | | |
|
| Así se queda ella contra la paz y el
sueño | | | | y condena sus ojos a una eterna ceguera. | | | | Llama a su corazón, golpeándose el pecho, | | | | para que salga a fuera, donde pueda encontrar, |
760 | | | algún seno más puro donde guardar su alma. | | | | Frenética de pena, exhala así su mal | | | | contra la indiscreción de la invisible noche. | | |
|
| «¡Oh, noche criminal, imagen del
infierno! | | | | ¡Sombrío protocolo, notario de
vergüenza! |
765 | | | ¡Escena de tragedias y crímenes horribles! | | | | ¡Encubridor del caos y aya del pecado! | | | | ¡Ciega y turbia alcahueta! ¡Albergue de la
furia! | | | | ¡Vil socavón de muerte! ¡Silente
delatora | | | | con la muda traición y el raptor de virtudes! |
770 | |
|
| ¡Odiada y negra noche, vaporosa y
brumosa! | | | | Ya que eres la culpable de mi incurable crimen, | | | | reúne tus tinieblas y busca el nuevo alba | | | | y haz guerra contra el curso del ordenado tiempo | | | | y si tienes poder, para que el sol escale |
775 | | | hasta su mediodía antes de que aparezca, | | | | teje con negras nubes el oro de su testa. | | |
|
| Corrompe la humedad el aire matutino | | | | y sus inhalaciones hace ponerse enfermo | | | | a la pureza viva y al soberano sol, |
780 | | | antes que alcance el astro su meridiana cúspide | | | | y ponga en sus vapores las brumas más espesas, | | | | y en sus filas veladas se ahogue la luz del sol, | | | | y en vez de mediodía sea una noche eterna. | | |
|
| Fuera Tarquino, Noche, en lugar de su hijo, |
785 | | | mancharía a la reina de plateadas luces, | | | | sus lucidas doncellas, también por él
violadas, | | | | no osarían mostrarse al seno de la Noche. | | | | De este modo tendría mi dolor compañero | | | | y un amigo en la pena, comparte los dolores, |
790 | | | que orando el peregrino hace breve el camino.- | | |
|
| Ahora no tengo a nadie que se azore conmigo, | | | | que se cruce de brazos e incline al cabeza, | | | | que se tape la cara y oculte su vergüenza; | | | | sino que debo sola sentarme a padecer, |
795 | | | sazonando la tierra con mis salados llantos, | | | | mezclando mis palabras con lágrimas y penas. | | | | Sepulcral monumento de mi eterno lamento. | | |
|
| ¡Oh, noche horno del odio y de espesos
vapores, | | | | que este celoso día no contemple mi cara |
800 | | | y que tu negro manto que todo lo oscurece | | | | oculte el impudor que me ha desfigurado! | | | | ¡Conserva firme el acto de tu poder sombrío, | | | | porque todas las faltas hechas en tu reinado, | | | | puedan quedar a un tiempo en tu sombra enterradas! |
805 | |
|
| ¡Que el día no me tome con sus
resoluciones! | | | | Que la luz en mi frente me mostrará grabada, | | | | la historia de mi dulce castidad derrotada, | | | | el roto juramento del sacro matrimonio | | | | y hasta el torpe iletrado, incapaz de leer |
810 | | | lo escrito en esos libros para su aprendizaje, | | | | descubrirá mi sucia violación en mis ojos. | | |
|
| El aya al dulce niño le contará mi
historia | | | | y espantará su llanto nombrándole a
Tarquino. | | | | El orador corriente, para ataviar su verbo, |
815 | | | asociará mi oprobio con el vil de Tarquino. | | | | Y el juglar en las fiestas cantando mi infortunio, | | | | cautivará al oyente con mágica palabra: | | | | Como el vil me ultrajó y yo al fiel Colatino. | | |
|
| Deja que mi buen nombre, mi impalpable
prestigio, |
820 | | | quede sin mancha en nombre de mi amor, Colatino: | | | | Si mi honor se convierte en tema de disputa, | | | | llegará lo podrido a otro tronco distinto | | | | y un injusto reproche le asignarán a él, | | | | siendo tan inocente de este pecado mío, |
825 | | | como yo era de pura, para el fiel Colatino. | | |
|
| ¡Oh, mi oculta esperanza! ¡Invisible
desgracia! | | | | ¡Llaga que no se siente! ¡Intima cicatriz! | | | | La vergüenza en la frente, mi Colatino lleva, | | | | y Tarquino podrá leer desde bien lejos, |
830 | | | que fue herido en la paz y no lo fue en la guerra. | | | | ¡Cuántos seres soportan los vergonzosos
golpes | | | | que sólo saben ellos y el vil que los ha dado! | | |
|
| Si tu honor, Colatine, radicaba en mi honra | | | | de mí, en violento asalto, ha sido arrebatado. |
835 | | | Mi miel está perdida y yo abeja holgazana | | | | en mi panal no guardo el fruto del verano, | | | | robado y saqueado por injuriante hurto. | | | | En tu frágil colmena se ha metido una avispa, | | | | consumiendo la miel que par ti guardaba. |
840 | |
|
| Aun así soy culpable de tu honor
naufragando, | | | | sin embargo, en tu honor, agasajé a Tarquino | | | | -viniendo de tu parte no podía negarme- | | | | pues desdeñarlo fuera de mala educación. | | | | Además se quejaba del cansado viaje |
845 | | | y hablaba de virtud. ¡Oh, maldad imprevista, | | | | cuando ella es profanada por semejante diablo! | | |
|
| ¿Por qué invade el gusano el
virginal capullo? | | | | ¿O incuban los cuclillos en nido de
gorrión? | | | | ¿O envenenan con fango los sapos a las fuentes? |
850 | | | ¿O el dictador se oculta en el pecho más
noble? | | | | ¿Por qué violan los reyes sus propias
ordenanzas? | | | | Será que lo perfecto nunca es tan absoluto, | | | | que no admita impurezas o algo lo contamine. | | |
|
| El anciano que guarda en su cofre su oro, |
855 | | | plagado de calambres, de gota y de dolores | | | | y apenas tiene ojos para ver su tesoro, | | | | que semejante a Tántalo siempre está
desmayado | | | | y es inútil granero su ambiciosa cosecha, | | | | no alcanzará otro gozo con su inmensa ganancia |
860 | | | que saber que no hay oro que cure sus dolencias | | |
|
| Así pues, la riqueza, ya de nada le
sirve | | | | y la deja al cuidado del ojo de sus hijos, | | | | los cuales, abusando, piensan rápidamente | | | | que su padre era débil y ellos mucho más
fuertes, |
865 | | | para guardar sin prisa su bendita fortuna. | | | | El deseado dulce, en ácido se torna, | | | | desde el mismo momento que lo llamamos nuestro. | | |
|
| Impetuosas ráfagas van con la
primavera, | | | | hierbas malignas, mezclan, sus raíces con flores, |
870 | | | suele silbar la víbora donde cantan los
pájaros, | | | | lo que engendra virtud, la iniquidad devora. | | | | No poseemos bienes que al fin nos pertenezcan, | | | | pues el fatal azar o la oportunidad | | | | acaba con su vida o altera sus valores. |
875 | |
|
| ¡Oportunidad! ¡Oh! ¡Enorme es
tu pecado! | | | | Tú eres la que ejecuta la traición del
traidor, | | | | tú guías a los lobos que atrapan los
corderos | | | | y al que piensa el delito le das hora y lugar, | | | | tú maltratas la ley, la razón y el derecho |
880 | | | y en tu soberbia celda, donde nadie lo ve, | | | | escondes el pecado que atrapa al alma incauta. | | |
|
| Haces a la vestal violar su juramento, | | | | avivando la llama de su temperatura, | | | | ahogas la honradez y matas la verdad. |
885 | | | ¡Provocadora indigna! ¡Conocida alcahueta! | | | | Tú siembras el escándalo y rompes el
elogio. | | | | ¡Corruptora traidora, ladrona desleal, | | | | tu miel se vuelve hiel y tu risa dolencia! | | |
|
| Tus secretos placeres conviertes en
venganza, |
890 | | | tus festines privados en públicos ayunos, | | | | tus lisonjeros títulos en despreciables nombres, | | | | tu azucarada lengua en amargo sabor, | | | | tu vanidad violenta no puede persistir. | | | | ¿Cómo puede ocurrir, vil Oportunidad, |
895 | | | que siendo tan nociva tanta gente te busque? | | |
|
| ¿Cuándo serás amiga del
suplicante humilde | | | | y le lleve tu mano donde está lo que pide? | | | | ¿Cuándo darás la hora del fin de las
penurias? | | | | ¿O liberas el alma del pobre encadenado? |
900 | | | ¿O dará al enfermo el bálsamo que
sane? | | | | El pobre, el impedido, están clamando | | | | tu ayuda, mas no encuentran esa Oportunidad. | | |
|
| El paciente se muere mientras duerme el
doctor, | | | | el huérfano desmaya y el opresor se sacia, |
905 | | | la lujuria está en fiesta mientras llora la viuda, | | | | la prudencia se goza mientras la pus se extiende. | | | | No concedes tu tiempo a la filantropía, | | | | la cólera, la envidia, el rapto, el asesino, | | | | escoltan como pajes tus horas más atroces. |
910 | |
|
| Si virtud y verdad necesitan de ti, | | | | siempre existen mil peros para obtener tu apoyo: | | | | Te compran los favores mas no paga el pecado, | | | | que se lleva de balde hasta tu complacencia, | | | | de oírle y concederle aquello que te pida. |
915 | | | Mi pobre Colatino, pudiera haber llegado | | | | en vez de ser Tarquino, mas tú le retuviste. | | |
|
| Por eso eres culpable de asesinato y robo, | | | | culpable de perjurio, culpable de soborno, | | | | culpable de traición, falsedad e impostura, |
920 | | | culpable de ese odio llamado vil incesto | | | | y culpable, también, tu propia inclinación | | | | de todo asesinato pasado o venidero, | | | | desde la Creación hasta el Juicio Final. | | |
|
| Tiempo desfigurado, compinche de la Noche, |
925 | | | ágil sutil correo del horrible cuidado, | | | | devorador de imberbes, doble falso del gozo, | | | | vil asno del pecado, la trampa y la virtud, | | | | que proteges la muerte y matas lo que existe. | | | | ¡Oh, vil Tiempo, escúchame, injurioso y
traidor! |
930 | | | Sé reo de mi muerte por serlo de mi crimen. | | |
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| ¿Por qué. Oportunidad, esclava,
has traicionado, | | | | las horas que me diste para el feliz descanso | | | | y destrozas mi dicha y me has encadenado | | | | a una fecha sin tiempo y a este dolor perpetuo? |
935 | | | Debe el Tiempo inmolar los odios enemigos, | | | | destruir los errores que engendra la opinión | | | | y no gastar la dote de mi lecho legítimo. | | |
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| Es la gloria del Tiempo calmar enemistades, | | | | revelar falsedades y a la verdad dar brillo, |
940 | | | dar el sello del Tiempo a las cosas más viejas, | | | | ser celador de día y de noche guardián, | | | | maltratar al injusto hasta que entre en razón, | | | | arruinar los palacios reales con sus horas | | | | y cubrir con su polvo las torres más doradas. |
945 | |
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| Llenar los monumentos de carcoma y de ruina, | | | | alimentar olvidos con todos los ocasos, | | | | borrar antiguos textos y variar su lectura, | | | | desplumar a los cuervos de sus alas más viejas, | | | | secar al viejo roble y nutrir sus raíces, |
950 | | | llenar de orín el hierro forjado más
antiguo | | | | y hacer girar la rueda de la veloz Fortuna. | | |
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| Mostrar a las abuelas las hijas de sus
hijas, | | | | hacer del niño un hombre y hacer del hombre un
niño, | | | | matar al fiero tigre que vive de la muerte, |
955 | | | domar al unicornio y al salvaje león, | | | | mofarse del astuto y dejarlo timado, | | | | gozar al labrador con la buena cosecha, | | | | y destruir las piedras con la lluvia más fina. | | |
|
| ¿Por qué causas el mal en tu
peregrinaje, |
960 | | | si no puedes volver atrás y repararlo? | | | | Ceder sólo un minuto en el tiempo de un siglo, | | | | te donaría miles y miles de amistades, | | | | dando prudencia al banco que presta al mal deudor. | | | | ¡Vuelve atrás una hora de esta terrible
noche, |
965 | | | para en esta tormenta, evitar el naufragio! | | |
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| Tú, lacayo inmortal de la perennidad | | | | a Tarquino en su fuga, detén con un percance; | | | | inventa más allá de cualquier duda oculta, | | | | algo por lo que jure contra esta noche infame, |
970 | | | deja que espectros cieguen sus impúdicos ojos | | | | y que el cruel pensamiento de su villana acción | | | | transforme cada árbol en un demonio informe. | | |
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| Atiende su descanso con agobios constantes, | | | | aflígele en su cama con postrados gemidos, |
975 | | | abrúmale las horas con accidentes graves | | | | y cuando gima y clame no escuches sus lamentos, | | | | lapídale hasta el alma con las piedras más
duras | | | | y las tiernas mujeres le pierdan con su amor | | | | y le traten lo mismo que al tigre más salvaje. |
980 | |
|
| Haz que el mismo se arranque sus rizados
cabellos, | | | | haz que sus ojos odien al mirarse a sí mismo, | | | | haz que se desespere del alivio del tiempo, | | | | haz que como un esclavo viva con su miseria, | | | | haz que pida y que implore las sobras del mendigo |
985 | | | haz que vea al más pobre que vive de limosnas, | | | | negarle con desdén los mendrugos que tira. | | |
|
| Haz que sus más amigos sean sus
enemigos | | | | y a los alegres locos mofarse cuando pasa. | | | | Haz que note que es lento el paso de las horas, |
990 | | | cuando el dolor aprieta y que ágiles y cortos | | | | sus tiempos de locura, sus horas de placer | | | | y así que tenga siempre, su crimen innombrable, | | | | tiempo para el lamento de haberlo derrochado. | | |
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| ¡Oh, Tiempo, eres tutor, de lo bueno y lo
malo, |
995 | | | enséñame a insultar a tu alumno del crimen! | | | | ¡Deja que ante su sombra pierda el juicio el
ladrón | | | | y él busque a cada instante la hora del suicidio! | | | | Sus manos miserables deben ser su verdugo, | | | | porque, ¿quién es tan vil que quiera hacerse
cargo |
1000 | | | de ser ejecutor de tan infame esclavo? | | |
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| Él es tan miserable que aun viniendo de un
rey, | | | | mancha sus esperanzas con sus viciosos actos: | | | | Cuanto más en el hombre, más poder tiene
aquello, | | | | que conquista su odio o su veneración. |
1005 | | | Cuanto más jerarquía, mayor es el
escándalo, | | | | si el cielo está nublado la luna no se ve, | | | | mas la estrella pequeña se oculta donde quiere. | | |
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| Puede bañar el cuervo sus alas en el
fango | | | | y al volar con su lodo, pasar sin ser notado, |
1010 | | | mas si el cisne en su albura deseara lo mismo, | | | | la mancha quedaría en sus alas de plata. | | | | Ciega noche es el paje y el rey glorioso día, | | | | cuando vuela el mosquito no se nota su vuelo, | | | | pero todos los ojos se fijan en las águilas. |
1015 | |
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| ¡Fuera inútil palabra, servidoras
de tontos! | | | | ¡Sones defectuosos, debilitados árbitros! | | | | Ocupad vuestro tiempo en aulas y senados, | | | | discutid donde estúpidos se divierten hablando. | | | | Al temor del cliente servir de mediadoras. |
1020 | | | Para mí estas razones, me son polvo de paja, | | | | pues mi caso está fuera del amparo legal. | | |
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| En vano insulto a coro a la Oportunidad, | | | | al Tiempo, al vil Tarquino, a la lúgubre Noche, | | | | en vano armo estos pleitos contra mi propia infamia, |
1025 | | | en vano he rechazado mi confirmada pena, | | | | este humo de palabras, no me hace ningún bien | | | | y el único remedio que puede darme cura, | | | | es derramar mi sangre odiosa y corrompida. | | |
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| ¡Oh, mano! ¿Por qué tiemblas
oyendo este decreto? |
1030 | | | Hónrate con librarte de esta infame
vergüenza, | | | | pues, si muero, mi orgullo, contigo vivirá, | | | | mas si a esto sobrevivo, vivirás en mi infamia. | | | | Puesto que no pudiste defender a tu dueña | | | | temiendo desgarrar al criminal rival, |
1035 | | | mátate y mátala, por así haber
cedido.» | | |
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