Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.
Indice


Abajo

Las Noches lúgubres de Cadalso y la juventud romántica del Ochocientos

John Dowling


Universidad de Georgia



  —105→  

Montilla es una población situada en la provincia de Córdoba en la ruta que va desde la antigua sede del califato hacia Lucena, Antequera y Málaga. Desde dos elevadas colinas del recinto urbano se descubre en todas direcciones un vistoso horizonte de sierras. De clima benigno y saludable, Montilla es una ciudad antigua que, en la primera mitad del siglo XIX, poseía unas 1.800 casas. En ellas se observaba, según Pascual Madoz, «mucha limpieza y una estremada blancura tanto por dentro como por fuera...»1.

En una de aquellas casas vivía la familia de una viuda, cuyo nombre no sabemos, quien en la primavera de 1819 se encontraba muy preocupada por un hijo suyo. Se acercó a un familiar de la Inquisición, llamado don Nicolás de Martos Pazos, y, según documento que firmó don Nicolás el 14 abril de aquel año de 1819, la viuda le explicó sus cuitas en estos términos:

«Mi hijo... me quita la vida a pesadumbres. Él no sólo no hace caso de mis amonestaciones sino que es osado a decirme mil palabras injuriosas. A sus hermanos, especialmente a [uno], los trata cruelmente y dice que ha de matarle. Y ahora por último dice que a sí mismo ha de quitarse la vida; y temo que así lo ejecute, pues una de las tardes pasadas   —106→   se encerró en una sala, y diciendo que iba a matarse comenzó a cargar una arma con balas. Las criadas que lo oyeron y vieron esto dieron voces, acudieron todos los de casa y yo también, y quiso Dios que a fuerza de llantos y ruegos abriese las puertas; pero estaba con los ojos desencajados y como furioso. Le he podido quitar este librito en que con frecuencia lee, y temiendo que no sea bueno se lo doy a Vd. para que se sirva pasarlo, y si halla que contiene doctrina que pueda perjudicarle, le suplico que lo queme para que no pueda volver a mi casa»2.


El librito que entregó la madre al familiar de la Inquisición, y que fue denunciado al Tribunal de Córdoba, se titulaba Noches lúgubres del Coronel D. José Cadalso. Lo había vuelto a reimprimir en Valencia en el año pasado de 1817 el editor don Mariano de Cabrerizo3. En aquellos años entre el fin de la Guerra de la Independencia y el Trienio Constitucional, cuando imperaba el absolutismo de Fernando VII, eran todavía niños José de Espronceda, Mariano José de Larra, Antonio García Gutiérrez y tantos otros que iban a lucirse como furibundos románticos en los años treinta. José Zorrilla nació el mismo año en que el editor Cabrerizo lanzó a la calle su edición de tal librito de José Cadalso. Pero ya había en la España de la época fernandina jóvenes como el de Montilla que leían, «con los ojos desencajados», el lúgubre diálogo que había escrito un desesperado soldado casi medio siglo antes. Un estudio de la crítica inquisitorial de Noches lúgubres y de la historia textual y bibliográfica de la obra nos permite trazar la penetración y el desarrollo del espíritu romántico entre la juventud española del Ochocientos.

Se supone que Cadalso escribió el diálogo Noches lúgubres como desahogo al morir Filis, objeto de su pasión, quien, según una tradición bien establecida fue la actriz María Ignacia Ibáñez (1745-1771)4. La portada de las primeras ediciones afirma además que el autor imita el «estilo» del poeta inglés Eduardo Young (1683-1765). Sabido es que Cadalso   —107→   no llegó a publicar el diálogo en vida. Apareció por primera vez en letras de molde en cuatro números del «Correo de Madrid» en los meses de diciembre y enero de 1789-1790, más de siete años después del fallecimiento del Coronel Cadalso en el sitio de Gibraltar (1782)5. Nigel Glendinning, al publicar un manuscrito que fecha hacia 1775, o sea cercano al año de la composición, demuestra que ya en la versión del «Correo de Madrid» han entrado variantes6. Un estudio de sucesivas ediciones revela que el proceso de variar el texto sigue a través de los años. Aparte alguna variante que obedece a preocupaciones de religión y dogma y otras de poca importancia, se crean durante la época romántica, con base de la primera versión impresa, otras tres versiones bien diferentes entre sí. Hemos de recordar que tanto en el manuscrito como en la versión del «Correo» termina la «Tercera noche» in medias res al decir el protagonista Tediato al sepulturero Lorenzo: «Andemos, amigo, andemos...». Tediato no ha conseguido su objeto de desenterrar el cadáver de la difunta amada.

De la primera versión, que -aparte el citado manuscrito- será la más cercana al texto original de Cadalso, salen cinco ediciones más durante el reinado de Carlos IV y antes de los conocidos sucesos del 18087. No obstante, la conclusión aparentemente truncada parecía causar preocupación. En el tomo IV de la edición de las Obras de Cadalso publicadas por Mateo Repullés (Madrid, 1803), se había añadido una nota anónima al fin del texto insinuando:

Desde luego habrá conocido el Lector que estos Diálogos no concluyen como deben. Y en efecto su Autor los dexó imperfectos o sin darles la última mano, como consta del borrador original en que según su plan, se proponía el reconocimiento de Tediato, detestando su furiosa pasión, sirviendo de escarmiento a los jóvenes incautos, para que se precaviesen, no dexándose arrebatar de un amor desordenado8.


  —108→  

¿Obraba tal «borrador original» en manos de los responsables de esta edición? ¿O desearían sencillamente desviar, inventando un propósito moral, una prohibición de la censura gubernamental o un posible golpe de la Inquisición?9.

Sea como sea, parece que las palabras de la nota de 1803 sembraran una semilla que había de brotar años después. Sabemos por documentos de la censura gubernamental de 1802 que la edición de Mateo Repullés de 1803 fue costeada por el librero José López de Orea10. Pasada la ráfaga de la Guerra de la Independencia y ya en el año de 1815, Francisco López de Orea, pariente sin duda de José, y «del comercio de libros de esta Corte» -tal se le describe en el documento inquisitorial11- costea una nueva edición de Noches lúgubres, publicada también por Repullés, que inicia la oleada decimonónica de ediciones de este texto de Cadalso. Fue anunciada en la «Gaceta de Madrid» el martes 5 de diciembre de 1815, como «un tomo en 16... con el final de la tercera noche que no se ha publicado hasta ahora»12. En el prólogo, el anónimo editor explica la conclusión de esta manera:

El público ha hecho justicia al distinguido mérito del imitador de Young, a pesar de que no ha visto completo este grandioso cuadro de sus Noches lúgubres. La nota que acompaña a las anteriores ediciones da a entender que Cadalso dejó incompleta la obra, que tal vez debía contribuir más que ninguna a su fama póstuma; pero felizmente se me ha proporcionado el gusto de ver lo que no pudieron hallar los otros editores, quiero decir, la conclusión de estas noches, tal como la escribió su autor, de cuyos borradores he copiado este trozo inédito. Poseedor de este que los literatos apreciarán, sin duda, como una verdadera alhaja, me he apresurado a publicarla, para tener la satisfacción de ser el primero que ofrezca a mis compatriotas una edición completa de estas celebradas noches13.


Los investigadores no han averiguado ni adivinado quién fuera el «poseedor» de esta «verdadera alhaja» y nadie se ha atrevido a conjeturar sobre el particular. Voy a   —109→   aventurar la teoría de que el autor de la conclusión de la «Noche tercera» fue un miembro de la familia López de Orea, del comercio de libros de Madrid. En 1803, al costear José López de Orea la edición de las obras de Cadalso en cuatro tomos, alguien añadió la nota citada dando a entender, sin decirlo abiertamente, que había visto un «borrador original». Entonces, en 1815, en una nueva revisión del prólogo, afirma el revisor que «se me ha proporcionado el gusto de ver lo que no pudieron hallar los otros editores, quiero decir, la conclusión de estas noches...» Esta edición la costeó Francisco López de Orea, quien en 1815 tenía 42 años y en 1803 contaba 30. ¿No podía ser el mismo librero quien se metiera a autor para dar cabo una obra que se le antojaba incompleta y al mismo tiempo para terminar con una preocupación que llevaba dentro desde hacía doce años? Tanto el prólogo como la conclusión serían ficciones del inventivo librero.

La «Noche tercera» de Cadalso empieza con el soliloquio de Tediato, que espera a Lorenzo en una esquina cercana al templo donde han estado las dos noches anteriores. «Aquí me tienes, fortuna, tercera vez expuesto a tus caprichos» (61: 4-5)14. Habiendo Tediato imprecado largamente «los caprichos de la suerte» (64: 6-7), se le acerca Lorenzo con un pico y un azadón y los dos se dirigen hacia el templo15 al pronunciar Tediato las palabras finales de la versión original: «Andemos, amigo, andemos» (66: 13).

En la conclusión de 1815 Lorenzo abre con llave la puerta del templo y los dos se ponen a cavar. Les interrumpe la Justicia, que lleva a Tediato ante un Juez. Éste, observando que «no puedo acomodarme a que en quien tanto mandó la razón, obedezcan de tal modo los sentidos» (ed. de 1951 de Helman, p. 123), decide desterrar a Tediato de la corte. Así termina la «Noche tercera» en la nueva versión. Tediato no ha reconocido y detestado su furiosa pasión, como insinuaba el prólogo de 1803. Por otra parte, se prevé   —110→   que posiblemente en el destierro a que le condena el Juez, el desordenado amante pueda recobrar el uso de la razón16.

La conclusión, racional en fin, fue capaz de satisfacer a lectores de distintos gustos y criterios. El sensato preveía que Tediato volvería desde las tinieblas al mundo de la razón mientras que el exaltado se regocijaba en la ambigüedad. Como la razón y la exaltación compartían el alma de la mayoría de los lectores de entonces, esta edición hizo fortuna. Se relegó al olvido la versión original, que no volvió a aparecer en letras de molde durante casi siglo y medio. De la versión con el nuevo fin de la «Noche tercera», hay entre 1815 y 1852 -o sea en un período de 37 años- al menos 25 ediciones. El número de ediciones es, como lo expresa Joaquín Arce, «prueba inequívoca de su clamoroso éxito»17. Esta obra, concebida medio siglo antes, armonizaba en su nueva versión con los sentimientos de la juventud española de las épocas fernandina e isabelina. Andando entre tinieblas, sentían y suspiraban almas atormentadas que proferían exclamaciones aprendidas en Noches lúgubres. Tediato iba dejando su huella en medio siglo de literatura hispánica. «O mucho me engaño, -escribió un estudioso de Espronceda- o las Noches lúgubres debieron de ser uno de los libros favoritos del autor de El estudiante de Salamanca»18.

A pesar del éxito de esta segunda versión, no satisfacía la exaltación de cierto sector de la juventud romántica. Precisamente durante el Trienio Constitucional -época políticamente exaltada- se publica una tercera versión de Noches lúgubres a la que se le añade una «Noche cuarta». Sale en Madrid en 1822 sin nombre de impresor. Con la «Noche cuarta» estamos claramente ante una ficción19. Sin embargo, el anónimo autor había encontrado presagiado a finales de la «Noche primera» de Cadalso el desenlace que fantaseó para su propia «Noche cuarta». Cuando el toque matutino de las campanas impide que Tediato y Lorenzo consigan la primera noche su fin de desenterrar el cuerpo   —111→   de la difunta amada, el desconsolado amante se dirige al «montón de huesos asquerosos» prometiendo: «pronto volveré a tu tumba, te llevaré a mi casa, descansarás en un lecho junto al mío: morirá mi cuerpo junto a ti, cadáver adorado, y expirando incendiaré mi domicilio; y tú y yo nos volveremos ceniza en medio de las de la casa» (35: 3-7).

En la «Noche cuarta», después del fracaso de las noches segunda y tercera, Tediato y Lorenzo vuelven a la iglesia por cuarta vez. Sacan de la tumba la caja sucia «que despide tan mal olor». La llevan en andas a la casa de Tediato, quien, habiendo despedido al sepulturero, nos cuenta en un último parlamento lo que hace y piensa:

... ya está todo prevenido; la mixtura para el incendio bajo la cama, la mecha encendida que el fuego va consumiendo, veloz el momento se acerca. ¡Ay, objeto antiguo de mis delicias, hoy objeto de horror! ¡Oh, tú ahora imagen de lo que yo seré en breve! ¡Y tu cuerpo está en el lecho junto al mío! ¡Vaya a morir mi cuerpo junto a tu cadáver adorado! ¡Ay, ya va a incendiarse el domicilio! ¡Voy a espirar! Ha llegado ya el momento de mexclarse nuestras cenizas con las de la casa. Adios, humanidad perversa y engañosa. Adios20.


La versión de 1822 de cuatro noches pasó por algunos años desapercibida de la juventud romántica. En 1847, el impresor madrileño D. José María Marés, basándose en la versión de cuatro noches, publica Noches lúgubres. Historia de los amores del Coronel D. José de Cadalso, escritas por él mismo. Nueva edición corregida y aumentada. Marés o un autor contratado por él crea una cuarta versión de Noches lúgubres. Reconociendo en la versión de 1822 una falta de continuidad lógica entre el destierro de Tediato a la conclusión de la «Noche tercera» de la versión de 1815 y su regreso a la iglesia con Lorenzo a principios de la «Noche cuarta», el anónimo escritor revisa la conclusión de la «Noche tercera». Al escuchar Lorenzo que la justicia empieza   —112→   a abrir, él y Tediato huyen. Entonces se introduce la «Noche cuarta» con un corto soliloquio pronunciado por Tediato delante de la iglesia antes de llegar Lorenzo. Aunque la tercera versión de Noches lúgubres no había tomado vuelo, la cuarta versión sí llegó a ser popularísima. La segunda y la cuarta conviven brevemente, y entonces la cuarta desbanca a la segunda. En una nueva edición de Marés de 1852, hasta se pierde el título de Noches lúgubres para llamarse solo Historia de los amores de D. José de Cadalso, escritas por él mismo (conservando sin embargo la forma femenina y plural del participio). Quedó convertida en literatura de cordel, saliendo más de una docena de ediciones de 24 páginas, muchas sin año expresado, durante las tres décadas entre 1852 y 1885.

Volvamos al furioso joven de Montilla de los ojos desencajados. La edición en que leía -Valencia, Cabrerizo, 1817- estaba basada en la de Madrid, Repullés, 1815, con la conclusión de la «Noche tercera». En el lustro entre 1815 y 1820 salen trece ediciones de la nueva versión; ocho en Madrid, Valencia y Barcelona; una en Madrid y París; y cuatro en París o Burdeos21. Las ediciones francesas se debían al gran número de españoles exiliados o establecidos en Francia durante la época fernandina.

Una modalidad importante ocurre con la publicación de la edición de Burdeos de 1818. A la editorial de Lawalle Joven se le ocurre unir Noches lúgubres de Cadalso al drama lacrimoso de Jovellanos, El delincuente honrado. Ahora bien, vale recordar que la composición de Noches lúgubres, hacia 1772, coincide con la de El delincuente honrado, estrenado en 177322. Otra coincidencia no será casualidad sino obediencia al Zeitgeist europeo: a la publicación de Noches lúgubres en el «Correo de Madrid», le sigue cinco meses después, el 22 de mayo de 1790, el estreno en el Teatro del Príncipe de la comedia lacrimosa El viejo y la niña de Leandro Fernández de Moratín, obra que hace hito en la historia   —113→   del modo sentimental en España. La yuxtaposición tan lógica del «drama en prosa» El delincuente honrado y el diálogo en prosa Noches lúgubres -ambos pertenecientes al modo sentimental- gozó de buena fortuna ya que hay nuevas ediciones en Burdeos en 1823 y 1827.

Se utilizó una edición de Lawalle Joven para otra que se publicó en Nueva York en 1829 y que ofrece un interés especial. La casa editorial de Lanuza, Mendía y Compañía por aquella época, al igual que otras casas de Nueva York, retaba a los editores de Filadelfia y Londres para captar el mercado hispanoamericano. Junto con obras como las Fábulas literarias (1826) de Tomás de Iriarte y una novela titulada Anastasia, o La recompensa de la hospitalidad: anécdota histórica de un casto amor contrariado (1828), la casa distribuía a la juventud romántica de Hispanoamérica las Noches lúgubres de José Cadalso23.

Otra novedad de la casa de Lawalle Joven de Burdeos fue una obra en cuatro tomos titulada Biblioteca selecta de literatura española, o modelos de elocuencia y poesía. Los responsables fueron Pablo Mendíbil y Manuel Silvela, maestros de una escuela particular para jóvenes españoles de la colonia española de Burdeos24. Los modelos de diálogos que proponen Mendíbil y Silvela incluyen ejemplos de Cervantes, Gracián, Montengón y Moratín hijo, dos selecciones de El delincuente honrado y la «Noche primera» de Cadalso casi entera25. Es decir, a partir de 1819, en una escuela española de Francia, jóvenes españoles de la misma edad que el de Montilla estudiaban como modelo del buen escribir una selección de una obra que en España la Inquisición precisamente en 1819 prohibía y mandaba que se recogiera por contener «proposiciones falsas, temerarias, piarum aurium ofensivas, subversivas a la gerarquía natural y civil, y capaces de producir en la juventud las más funestas imprecaciones, tanto más profundas quanto el mismo terror abre las puertas del alma para que se introduzcan» (A.H.N.   —114→   Inquisición, Leg. 4448, No. 4, primera paginación, fol. 3v). Así escribía el Inquisidor Fiscal del Tribunal de Valladolid, que como el de Córdoba había recibido una denuncia de Noches lúgubres, basada la de Valladolid en la edición de Repullés publicada en Madrid en 1815, o sea, la que por primera vez contenía el fin moralizador de la «Noche tercera».

El Fiscal tenía a mano tres censuras preparadas por cinco calificadores, frailes de tres conventos de Valladolid. Uno de ellos, Fray Gil Marcilla del Convento de San Diego, se preocupaba especialmente por el efecto de la obra -que él concebía cómo teatral- en la juventud impresionable. Noches lúgubres era, según escribía, una obra «incentiva a la lujuria, con la que puede formar idea la juventud incauta de que es felicidad fomentar esta pasión y mucho más el logro de sus placeres» (fol. 8v). Observaba que «en tal librito... apenas hay una página que no esté brotando de sí una reprensible sensualidad» (fol. 9v). No cree el fraile que las máximas del Coronel Cadalso reprueben el vicio:

Pues juzguemos a buena fe: ¿qué efectos podrá producir un quadro tan lastimoso en una juventud espectadora, cuias pasiones necesitan muy pocas lecciones para excitarse, para ponerse en movimiento y para precipitarse? ¿Podrán aprender los jóvenes en la conducta de Tediato otra cosa más que la norma por donde puedan ellos formar su conducta a fin de lograr el cumplimiento de sus deseos desordenados, aunque sea por medios extravagantes y ridículos?


(fol. 9v)                


Andando el tiempo, los jóvenes de la escuela de Mendíbil y Silvela volverían a España para convivir con otros jóvenes -como el de Montilla- que habían leído o leían algún ejemplar de las sucesivas ediciones de este apasionado y doloroso diálogo publicadas en tres países y dos continentes. No consta que leyera las Noches el sobrino de Mesonero Romanos -aquel sobrino que figura en el cuadro costumbrista «El romanticismo y los románticos»-, pero   —115→   está cierto que el joven debería tener la oportunidad. De libros muy parecidos, si no de Noches lúgubres, había sacado los exaltados gustos que Mesonero nos describe: «recorrió día y noche los cementerios... trabó relaciones con los enterradores...» En sus poesías el sobrino cantó el suicidio en composiciones «de tumba y hachero». A su amante le decía que «era preciso que se muriesen para ser felices» y que «los enterrarían bajo una misma losa...»; «en unas ocasiones la suponía ya difunta...»; «sólo puede darte mi alma», le escribía, «una tumba... y una cruz»26.

La popularidad de Noches lúgubres entre la juventud de habla castellana coincidía con el favor que seguía gozando su supuesto modelo entre lectores de habla inglesa. Recuérdese que el título completo es Noches lúgubres imitando el estilo de las que escribió en inglés el Doctor Young. Cadalso se refería a una obra cuya primera parte se titulaba en el original The Complaint; or, Night Thoughts on Life, Death, and Immortality (La queja, o sea, Pensamientos nocturnos sobre la vida, la muerte y la inmortalidad). El autor, Edward Young, «a man of genius and a poet», según el Dr. Samuel Johnson27, publicó su obra por entregas entre 1742 y 1745; es decir, que el primer folleto salió en Londres un año después de nacer José Cadalso en Cádiz.

Muy distintos en la forma son el largo poema de Young y el breve diálogo de Cadalso. En éste los interlocutores, que hablan en prosa, son, además de Tediato y el Sepulturero Lorenzo, la Justicia, un Carcelero y un Niño, hijo de Lorenzo. La acción ocurre en tres noches sucesivas, o sea que la obra tiene la forma de tres actos. Las ediciones impresas ocupan de 30 a 80 páginas según la tipografía y el tamaño. En Night Thoughts el largo monólogo del protagonista es brevemente interrumpido muy de vez en vez por un interlocutor. El poema consiste en 9.635 pentámetros yámbicos sin rima divididos en nueve «noches» cada una   —116→   con su título. Un crítico francés ha comentado: «C'était beaucoup pour un poème oú il ne se passe rien...»28.

No obstante, tan populares fueron las ediciones sueltas de las primeras Noches de Young, en que lamentaba el poeta la pérdida de su mujer, de su hijastra y de su yerno, y tan pingües fueron las ganancias, que el «sacerdote de la Noche» no abandonó la pluma hasta acercarse a los diez mil versos. Coleccionadas, las Noches seguían saliendo de los tórculos ingleses en múltiples ediciones29. Al llegar José Cadalso a las riberas del río Támesis hacia 1755, con sus catorce años a cuestas, para aprender inglés en la escuela de Mr. Plunket en Kingston30, tantas ediciones había que difícilmente podía el joven dejar de conocer tan célebre poema en todo o en parte. Si no lo leyó en inglés en aquella época bien pudo encontrarlo después en inglés, o en francés a partir de 1769, es decir poco antes de componer Noches lúgubres31.

En efecto, la fama del poema de Young duraba muchos años después de la muerte de Cadalso. Es sorprendente que un poema que en nuestros días ha caído punto menos que en olvido haya tenido un éxito sostenido durante más de un siglo. A partir de la publicación de la primera entrega en 1742, y hasta el año 1856, solo había tres años (1759, 1799 y 1844) en que no apareció nueva edición o en Europa o en la América inglesa, después Estados Unidos. Hubo años en que salieron varias ediciones. El poema se tradujo al alemán, danés, español, francés, italiano, latín, portugués y ruso. El interés expiraba lentamente por los años entre 1860 y 1880 al declinar en Europa el movimiento romántico32. Durante casi siglo y medio, obedeciendo al Zeitgeist de la cultura europea, la melancolía y la tristeza de Young, experimentadas entre tumbas y tinieblas y expresadas en una retórica exclamatoria, seducían a lectores sensibles.

Sin embargo, lo que queda de Edward Young en las Noches lúgubres de Cadalso son lejanos recuerdos: el lamento   —117→   de un hombre desesperado por la pérdida de un ser querido; los apóstrofes a la noche; el nombre Lorenzo -en Night Thoughts un mundano libertino, en Noches lúgubres un pobre hombre, un sepulturero, y en fin, la impresión de un diálogo. Por otra parte, no es de extrañar que Cadalso pensara en Night Thoughts, poema inglés, al morir su amante. En una memoria autobiográfica, al recordar su primera estancia en Inglaterra durante los años de su adolescencia, escribe: «Allí experimenté por primera vez los efectos de la pasión que se llama amor. Hubo de serme funesta»33. En efecto, de Night Thoughts queda en Noches lúgubres un espíritu, que será el significado de la frase «estilo de... Young» que dice Cadalso que imitaba. Ese espíritu, caracterizado por el cielo «triste, opaco y caliginoso... de Londres» -como dice el mismo Cadalso34- es el que llegó a España a fines del XVIII y allí triunfó en los primeros años del XIX.

La traducción al español de Night Thoughts y su publicación en España coinciden precisamente con las primeras ediciones de Noches lúgubres. En la última década del XVIII, emprendió la tarea de traducir a Young el canónigo Juan de Escoiquiz. El que había de ser tutor del príncipe de Asturias, después Fernando VII, no era nada temeroso ante los grandes proyectos, ya que en aquellos mismos años escribía un «poema heroico» titulado México conquistada que en 26 libros y unos 25.000 versos contaba las hazañas de Cortés en Tenochtitlán35. Escoiquiz dio a conocer las Obras selectas de Eduardo Young, expurgadas de todo error y traducidas del inglés al castellano, en dos tomos (Madrid: 1797) y apareció una segunda edición en 1798 y una tercera en tres tomos en 1804-1807. Es decir, que las primeras ediciones en español del poema de Young y las primeras ediciones de Noches lúgubres coinciden cronológicamente. Después, solo hay una edición nueva de Young en español: en 1828 el editor y propietario Francisco Razola   —118→   edita Lamento nocturno, o Meditaciones de Young36. Es que España poseía Noches lúgubres, un diálogo cuyo espíritu, parecido al del poema de Young, armonizaba con los sentimientos de la juventud española de las épocas fernandina e isabelina.

El número de las ediciones de las dos obras es prueba de que el espíritu de Night Thoughts y el de Noches lúgubres obedecían al Zeitgeist cultural de la época37. En el siglo XIX, durante los mismos años en que se publicaban para el mundo hispánico unas 42 ediciones de Noches lúgubres con la conclusión de la «Noche tercera» o con la nueva «Noche cuarta», en la Gran Bretaña, en Estados Unidos y en el continente europeo hay más de cien ediciones de Night Thoughts. En España, en Europa, en América, se había extendido un espíritu que seguía una trayectoria desde el sentimentalismo hacia la exaltación. De la pasividad de «Andemos, amigo, andemos...» llegamos a la furia de «Adiós, humanidad perversa y engañosa», que presagia las últimas palabras de Don Álvaro: «¡Infierno, abre tu boca y trágame! ¡Húndase el cielo, perezca la raza humana; exterminio, destrucción!».

Después, el sentimentalismo y la furia también van apagándose. Desaparece lentamente Night Thoughts de las librerías inglesas después de 1873. Se extingue poco a poco el gusto por Noches lúgubres y a partir de 1885 dejan de venderse nuevas ediciones en los cordeles. Es el año en que moría Rosalía de Castro y el espíritu romántico iba buscando nuevos cauces. Galdós publica el segundo tomo de Lo prohibido y está escribiendo Fortunata y Jacinta. La juventud, que por tanto tiempo había sentido y había clamado con Tediato, procura otros modos de ser y otros modelos. Cuando un joven de las nuevas generaciones, de Monóvar en la provincia de Alicante -Azorín- descubre a Cadalso, lee las Cartas marruecas38. A diferencia del joven de Montilla de principios del siglo, encuentra en su autor no la furia y la pasión sino el espíritu racional del XVIII.





 
Indice