Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.


ArribaAbajo- 31 -

Letra para el almirante don Fadrique Enrríquez, en la cual se expone por qué Abraham y Ezechiel cayeron de buces y Heli y los judíos, de colodrillo.


Muy ilustre achimarino:

Grandes son las quexas que Vuestra Señoría me envía en esta su postrera letra; lo uno, porque no respondí ogaño a su carta, y lo otro, porque no le envié absuelta su duda, y, sabida la verdad y descubierta la poridad, creedme, señor, que ni yo seré culpado, ni vos quedaréis quexoso. La poridad que en esto pasa es que como a Mansilla, vuestro criado, le hurtaron el caballo, y jugó toda la moneda que traía para el camino, por buscar algún empréstido para pagar la posada, a él se le olvidó de recaudar de mí la respuesta. Pues yo leo de muy buena voluntad sus cartas y luego a la hora me pongo a estudiar sus dudas, no es justo que impute a mí la culpa, si vuestros criados olvidan la carta. Aína me corriera y aun aína me enojara de ver cuán azogada y colérica venía su letra, que a la verdad, para mostrar tanto enojo y escrebir tan aplomado, no tuvistes, señor, ocasión y mucho menos razón. Como vuestro cuerpo es pequeño y vuestro coraçón está mejorado sobre él en tercio y quinto, si le dais lugar a que diga todo lo que quiere, y se quexe de todo lo que siente, creed, señor, y no dudéis que con vos mismo viviréis penado, y de los otros seréis desamado. De ninguno cosa se han de presciar tanto los grandes señores como de tener grandes coraçones, los cuales han de emplear, si los quieren bien emplear, en moderarse en las grandes prosperidades y no desmayar en las adversidades. Sería yo de parescer que pues Vuestra Señoría naturalmente es colérico y mal sufrido, que nunca se pusiese a escrebir cuando está turbado, porque muchas veces escriben los hombres con enojo lo que después no querrían aun que les pasara por el pensamiento. Al argumento que dice que por tenerle en poco no quise responderle luego, a esto respondo que niego la premissa y que reniego de la consecuencia, porque Vuestra Señoría tiene mucho, puede mucho y vale mucho, y por eso le tenemos todos en mucho. Dexar yo de conoscer en vuestra persona tanta grandeza de estado, tanta limpieza de sangre, tanta delicadeza de ingenio, tanto exercicio en las letras y tanta destreza en las armas, causarlo ya en mi sobrada locura o falta de cordura. Será, pues, el caso que repartamos entre todos este enojo; es a saber, que Vuestra Señoría, de aquí adelante, vaya a la mano a su cólera, y que a Mansilla se le perdone el olvido de la carta, y que yo también me obligue a exponer su duda, y desta manera daremos enmienda en lo pasado y pornemos en lo advenidero silencio.

Pedísme, señor, que os declare por qué el patriarcha Abraham, en el valle de Mambre, y el propheta Ezechiel, cabe el río de Cobar, dice la sacra escriptura dellos que cayeron en el suelo de buces, y por contrario, Helí, el sacerdote, y los judíos, que prendieron a Christo, cayeron de espaldas. No penséis, Señor, que es tan poco lo que dudáis, que si yo no me engaño, cuestión es que la mueven pocos y la exponen cuasi ninguno, porque dado caso que he visto mucho y he leído mucho, no me puedo acordar de haber en ello dudado, ni aun haverlo predicado. Osaría yo decir que por estas dos maneras de caher, unos atrás y otros adelante, se significan dos géneros de los que pecan, en el que así como el caher de una manera o caher de otra, al fin todo es caher, por semejante manera pecar de una manera o pecar de otra, todo es pecar. Los que caen de colodrillo y hacia atrás vémoslos tener las caras descubiertas, y hacia el cielo mirando, y por esto son entendidos los que sin ningún temor de Dios pecan y después no han verguença de haber pecado. Por experiencia vemos que el que cae hacia adelante se puede ayudar con sus manos, con sus codos, con sus rodillas y con sus pies; quiero por esto decir que entonces hemos de tener esperança de salir del pecado cuando hoviéremos vergüença de ser pecadores. Lo contrario acontesce en el que cahe hacia atrás, el cual ni se puede ayudar con las manos, ni levantarse con los pies; quiero por esto decir que el hombre que no ha vergüença de ser pecador, tarde o nunca le veremos salir del pecado. Plutarco y Aulo Gelio dicen que ningún mancebo romano podía, entrar a las mugeres públicas sino llevaban las caras bien cubiertas, y si por caso alguno era tan desvergonzado que osase entrar o salir de allí descubierto, tan públicamente era castigado como si cometiera algún forçado adulterio. Es mucho de notar que todos los que cayeron hacia adelante todos fueron sanctos, como fué Abraham y Ezechiel, y por el contrario, los que cayeron hacia atrás todos fueron pecadores, como lo fué Heli, el sacerdote del templo, y los judíos que vendieron a Christo. Puédese de todo esto colegir cuánto y cuánto nos hemos de guardar, no sólo de no caer, mas aún ni de tropeçar, porque no sabemos si caeremos hacia delante, como el sancto Abraham, o si caeremos hacia atrás, como el desventurado de Helí. Como descendemos de pecadores y vivimos entre pecadores, andamos entre pecadores, y está el mundo tan falto de justos, que no podemos librarnos de algunos pecados, mas junto con esto roguemos a nuestro Señor que si nos quitare su gracia para que caigamos, a lo menos no nos quite la vergüença con que nos levantemos.

Mucho se aira Dios de ver en cuán poco tenemos el pecar; mas mucho más se enoja de ver cuán tarde acordamos de nos arrepentir, porque muy pocos son los que dexan el pecar, sino al tiempo que ya no pueden más pecar. ¡Oh cuántos más son los que caen con Helí hacia atrás que no con Abraham hacia adelante! Porque si hay uno que tenga vergüença de pecar, hay ciento que cuentan los pecados por su pasatiempo. Estímese cada uno en lo que quisiere y diga cada uno lo que supiere, que para mí yo no tengo por gran pecador sino al que tiene a sí por muy justo, y no tengo por muy justo sino al que se conosce por gran pecador. Bien sabe Dios lo que podemos y muy bien conosce las fuerças que tenemos, y de aquí es que no se enoja Él porque no somos justos, sino porque no nos reconoscemos por pecadores. Torno a decir que no se maravilla Dios porque seamos humanos en el pecar, mas de lo que se aira es porque, siendo, como somos, tan pecadores, queremos hacer en creyente al mundo que somos justos. Sea, pues, la conclusión en esta materia que aquellos solos caen atrás con Helí y caen atrás con los hebreos, que tan sin asco se asientan a pecar, como se asientan a comer, y se echan a dormir. De lo que más me maravillo en este caso es que estando, como estamos, en gravísimos pecados caídos, así vivimos y andamos tan contentos, como si tuviésemos de Dios salvoconducto de ser salvos.

He aquí, señor, pues, a vuestra carta respondida; he aquí vuestra duda absuelta; he aquí mi culpa disculpada y he aquí vuestra cólera deshecha. No más, sino el Señor le dé su gracia y a mí su gracia y gloria.

De Madrid, a XI de noviembre de MDXXVIII.