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ArribaAbajoEpigrama


A un mal poema titulado «Las miserias del hombre»

ArribaAbajo    Las miserias del hombre
canta Talidio;
y yo al oírle, todas
ya las olvido.
Porque es entre ellas  5
el escuchar su canto
mayor miseria.




ArribaAbajoLetrilla anacreóntica


ArribaAbajo    Venga, Fili,
bullicioso
el sabroso
de Jerez.
Del buen mosto  5
de la uva
la honda cuba
vaciaré.

    Si en la plácida
hermosura  10
mi ventura
toda está,
y en la cepa
deliciosa,
¿justo, hermosa,  15
no será

    que unas veces en mi vaso,
y en tus labios otras beba,
ya del rancio de Peralta,
ya la dulce miel hiblea?  20

    Si del vino
todo el año
no has engaño
en el beber;
en la copa  25
vacía, chico,
suave y rico
moscatel.

    Si en el pecho
conmovido  30
late henchido
corazón,
¿por qué, Fili,
pues, te aíras,
y me miras  35
con rigor

    porque a veces en mi vaso,
y en tus labios otras beba,
ya del rancio de Peralta,
ya la dulce miel hiblea?  40

    Mientras haya
vino y bellas,
las querellas
depondré.
Es mi gozo  45
su sonrisa,
mi divisa
es el placer.

    Ese brazo
blanco y bello  50
a mi cuello
le has de uncir.
Vayan lejos
las quimeras
y no quieras  55
impedir

    que unas veces en mi vaso
y en tus labios otras beba,
ya del rancio de Peralta,
ya la dulce miel hiblea.  60

    Ese trozo
de cervato
que ya ha rato
rojo está,
saca, Fili,  65
de entre el humo,
con el zumo
venga acá.

    Echa en tanto
que algo quepa,  70
de la cepa
el buen licor.
Y esta, Fili,
entre placeres,
es, si quieres,  75
ocasión

    de que a veces en mi vaso
y en tus labios otras beba,
ya del rancio de Peralta,
ya la dulce miel hiblea.  80

    Mientras pasa
el crudo frío,
que vacío
nunca esté.
Lejos vayan  85
de tu pecho
el despecho
y el desdén,

    mientras Fabio
el bosque umbroso  90
va cuidoso
a registrar,
yo gozando
con mil lazos
tus abrazos,  95
bien será

    que unas veces en mi vaso
y en tus labios otras beba,
ya del rancio de Peralta,
ya la dulce miel hiblea.  100

    Mientras huye
del montero
el artero
jabalí;
y la jauría  105
que acaudilla
la corcilla
ve morir;

    en los restos
de una encina  110
la cecina
se ha de ahumar,
y empinando
el Valdepeñas,
pues me enseñas,  115
bien querrás

    que unas veces en mi vaso
y en tus labios otras beba,
ya del rancio de Peralta,
ya la dulce miel hiblea.  120

    Y el cabrito
venga, que asas
en las brasas
y el pernil,
y de mieles  125
rica torta
presto corta
y dame a mí.

    Con el brazo,
más desnudo,  130
hazme un nudo
alrededor,
y la copa
tan vaciada,
llena, amada,  135
que es razón

    que unas veces en mi vaso
y en tus labios otras beba,
ya del rancio de Peralta,
ya la dulce miel hiblea.  140

    Gira, suerte,
aquesa rueda,
si me queda
que empinar:
que las penas  145
de contino
en el vino
se han de ahogar.

    Ya se dobla,
Fili hermosa,  150
temblorosa
aquella luz.
Mosto, Fili,
vacía el resto,
toma presto  155
y bebe tú,

    ya que a veces en mi vaso
y en tus labios otras beba,
ya del rancio de Peralta,
ya la dulce miel hiblea.  160

    ¿Quieres, necia,
los traguillos
repetillos
como yo?
Deja, Fili,  165
el loco intento
que aun me siento
con vigor,

    y otro fuerte
desafío  170
de más brío
has de acabar.
Cada brindis
que alce el brazo
un abrazo  175
tú me da;

    mientras tanto que en mi vaso
o en tus labios, Fili, beba,
ya del rancio de Peralta,
ya la dulce miel hiblea.  180

    Si quisieron
los amores
tus colores
encender;
si fue la uva  185
desgajada,
ya preñada
del placer;

    como el pece
el agua hendiendo,  190
que bebiendo
ha de morir;
ya beodo
tú me deja
cual la abeja  195
en el jazmín,

    que unas veces en mi vaso
y en tus labios otras beba,
ya del rancio de Peralta,
ya la dulce miel hiblea.  200

    Si al tocarte
brotas luego
vivo fuego
en el mirar;
cual la chispa  205
al golpe fiero
del acero
el pedernal:

    Si contino
tus caricias  210
mil delicias
vierten ya
¿Por qué, Fili,
a mis placeres
no les quieres  215
agregar

    que unas veces en mi vaso
y en tus labios otras beba,
ya del rancio de Peralta,
ya la dulce miel hiblea?  220

    Porque apenas
en el año
el rebaño
guardo yo,
y vaciando  225
aquí a la lumbre
una azumbre
del Chinchón;

    de las nieves
a la llama,  230
o en la cama
cuido huir;
me aborrecen
dañadores
los pastores  235
del redil,

    y no quieren que en mi vaso,
o en tus labios, Fili, beba
ya del rancio de Peralta,
ya la dulce miel hiblea.  240

    Ni me pueden
las hermosas
envidiosas
ya sufrir,
porque nunca  245
tan travieso
yo las beso
como a ti.

    Mas ¿qué importa
si reímos  250
y vivimos
bien los dos?
Mientras tú
besar te dejas,
guarde ovejas  255
el pastor.

    Y entre tanto que en mi vaso
o en tus labios dulce beba,
ya del rancio de Peralta,
ya sabrosa miel hiblea.  260

    Si disfruto
de mil modos,
digan todos
mal de mí;
que yo vengo  265
mis agravios
en tus labios
de carmín.

    Vaya entonces
por cada uno  270
que importuno
me haga mal,
otro beso,
y de la bota
del de Rota  275
un trago más,

    y haz que siempre ya en mi vaso,
ya en tus labios, Fili, beba
ya del rancio de Peralta,
ya la dulce miel hiblea.  280

    Y la cama
has de mullirme
que dormirme
siento ya;
y ya miro  285
tu belleza
y la pieza
vueltas dar.

    Cuando un tiempo
ya en la bota  290
no haya gota,
del Chinchón,
trataremos,
Fili hermosa,
si es que es cosa  295
justa o no

    que unas veces en mi vaso
y en tus labios otras beba,
ya del rancio de Peralta,
ya la dulce miel hiblea.  300

    Y echa presto
bien mullido
del ejido
ese vellón;
que mis venas  305
va inflamando
fuego blando
del amor.

    Cuando pasen
treinta abriles  310
juveniles
por tu tez,
pensaremos
ya sin susto
si es que es justo  315
o no lo es

    que unas veces en mi vaso
y en tus labios otras beba,
ya del rancio de Peralta,
ya la dulce miel hiblea.  320

Abril 1829