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ArribaAbajo[XIII] (Gallo)

Hay una adivinanza que dice: No vuela muy alto pero es presumido, calza espuelas, mira con ojos feroces, soberbio y distante, pésimo marido, se levanta pronto, grita a dos voces, qué es.

Aparecen las metáforas con temas religiosos, «Arcángel tomasol, y de bonete / dentado de amaranto». Los ángeles tienen alas con plumas como las aves, aquí el gallo aparece con bonete o solideo eclesiástico de color del amaranto, planta anual de flores aterciopeladas en forma de cresta, el amaranto era símbolo de la inmortalidad, porque no se marchita. Tomasol es un neologismo de Miguel como tornaluna (octava XXVI, v. 4), que se entiende fácilmente como tomar el sol. En la poesía de adolescencia de Miguel, en la octava «Pavo-aprendiz de albóndiga», escribe «Barba de nudos y amaranto hindúes / poma obispa». El gallo simboliza la pasión de Cristo, puesto que anunció a Pedro que le negaría tres veces antes de que el gallo cantase dos. También simboliza la resurrección porque su canto renace cada día.

La segunda parte, «la pura nata de la galanía / es este Barba Roja a lo roquete». Debemos imaginar a un gallo con el «moco de pavo», cresta inferior o barba color rojo (necesitamos una palabra específica para la barba del gallo, ¿qué tal bajacresta?), y con plumas de color blanco con roquete (ya apareció esta palabra en el verso 5 de la octava «VIII, Monja Confitera»), y el significado es el mismo: un gallo vestido de blanco semejando llevar una sobrepelliz o prenda blanca que usan curas, monjas y sacristanes con objeto de proteger la sotana o ropas de uso litúrgico, el «moco de pavo» que le cuelga bajo el pico de color rojo. Ferris apunta la idea del sultán con harén de gallinas y el turbante (cresta) que a su vez la tomó de Sánchez Vidal quien lo encontró en poesía de adolescencia en «sultán de los sultanes / de los patios, harenes», y en turbante de un verso de Góngora en Soledad Primera, II parte.

Los términos taurinos: clarinete y picando son obvios, el gallo como el picador pica en la cresta de la gallina, que se abre en alas como un abanico y nos remite a la octava «XXIV. (Huevo)», (vv. 7-8) «un rejoneador galán de pico / iría sobre el potro en abanico».

El verso 8 entre comillas «a batallas de amor, campos de pluma», es sabido que lo toma prestado del último verso de Góngora en Soledad Primera, donde como dice Ferris (2001, 353) «está incorporando a su poema, con toda la intención, un verso hermoso que dignifique la vulgar imagen de un corral de gallinas». Porque como dice esta famosa silva el amor es una deidad alada, un lecho que había preparado Venus con las plumas de la que baten más suaves. La palabra «alada» la incorporará Miguel a su vocabulario poético, la usará en la «Elegía» a Ramón Sijé «A las aladas almas de las rosas». Y en el poema «El herido» de El hombre acecha, con el «Retoñarán aladas de savia sin otoño».

La ilustración nos quiere recordar a la silueta del gallo pintado por Paco de Díe para la portada de la revista oriolana fundada por Ramón Sijé El Gallo Crisis, subtitulada «libertad y Tiranía» y la lámina está dedicada precisamente a su fundador, por aportar su prólogo a Perito en lunas.

El gallo



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