Acto I |
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Acción en el Palacio de
HADRIO. Están
HADRIO,
HERACLIO y
CASIRO.
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CASIRO | ¡Apenas sale el sol, y apresurado | | ya sales de tu casa acompañado | | solo de tus dos hijos! Di, ¿qué es esto? | | ¿Qué motivo, señor, fausto o funesto | | de este modo ha podido conmoverte? | 5 | ¿Qué novedad? |
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HERACLIO | Sin duda será fuerte. | | Al pisar estas salas, no sin llanto, | | que casi en nuestros pechos causa espanto, | | nos preguntas: ¿Sois hijos obedientes | | y como vuestro Padre sois valientes? | 10 | ¿Tenéis mi sangre? ¿Despreciáis la
vida? | | ¿Amáis la fama en riesgos adquirida? | | Y cuando a todo junto respondemos | | que somos hijos tuyos, que queremos | | de obediencia filial darte señales, | 15 | que honor tenemos y que de inmortales | | la fama deseamos que se adquieren | | los hombres Grandes que entre riesgos mueren, | | turbado el labio, callas. Solamente | | suspiras, gimes con dolor vehemente; | 20 | al cielo, a nuestros brazos, a tu espada | | vuelves la vista, de llorar cansada; | | segunda vez suspiras, nos abrazas, | | y nuestras diestras con la tuya enlazas. | | ¿Qué es esto? |
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HADRIO | Ser anciano y desvalido, | 25 | tener un enemigo envanecido | | de su carácter, cuya fortaleza | | agravia a vuestro ardor y a mi flaqueza. | |
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HERACLIO | ¿Y quién podrá agraviarte, Padre amado? | | ¿No eres el Senador más respetado | 30 | de Circasia? ¿Tu Patria toda entera | | no te ama tanto como te venera? | | Di, ¿no se acuerdan las demás naciones | | de tu guerrera edad y tus acciones? | | Pues, ¿qué más puede desear tu pecho? | 35 | Un pecho noble queda satisfecho | | cuando consigue aquel feliz estado | | de verse de su Patria venerado, | | y temido también del extranjero. | | Ambos consigues; debe ser entero | 40 | tu gusto. Qué, ¿tu edad adelantada | | no está con tantas dichas consolada? | |
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HADRIO | Sólo tengo, hijos míos, un consuelo, | | y es que mis males ha aliviado el cielo | | con dos hijos; su brío, ya probado, | 45 | de mí mismo me da noble traslado. | | ¡Con cuánta complacencia, oh hijos, miro | | de mi vigor pasado en ti, Casiro, | | y de mi actual prudencia Heraclio amado, | | en tu persona...! |
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HERACLIO | Padre venerado, | 50 | tu paterna ternura nos alaba | | sin merecerlo. |
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CASIRO | De explicarte acaba. | | No nos tengas, señor, así dudosos. | | Aquí estamos tus hijos; presurosos | | seguiremos tu voz, que respetamos. | 55 | Tus primeros acentos aguardamos. | | Estamos ignorando tus intentos | | entre dudas y amor, ambos violentos. | |
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HERACLIO | De serlo nos preciamos, | | y ser lo que tú fuiste deseamos. | 60 |
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CASIRO | No sólo de tu sangre nuestros pechos | | están con las reliquias satisfechos, | | sino que de tu antiguo brío y fama | | sienten las chispas, cuya ardiente llama | | abrasará algún día la Asia entera. | 65 | Porque ignominia, y no nobleza, fuera | | llevar tu nombre y no imitar tus prendas. | | Sepamos qué facción nos encomiendas. | | Verás tus hijos si merecen serlo. | | ¿Cuál es tu fin? |
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HERACLIO | Yo pienso conocerlo, | 70 | o por lo menos discurrir cuál sea. | |
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HADRIO | ¡Ay! Si es posible, que tu amor lo vea; | | excúsame el rubor de relatarlo. | | ¿Acaso, sin morir, podré contarlo? | |
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CASIRO | Si tú lo sabes, di; verás mi acero... | 75 |
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HERACLIO | De cierto no lo sé, sólo lo infiero | | de algunas circunstancias. |
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CASIRO | Dilo presto. | | Verás mi acero al ofensor funesto | | dejar cualquier agravio castigado | | apenas por tu labio pronunciado. | 80 | Por el cielo te juro... |
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HADRIO | ¡Ten el labio, | | que te agravias vengando el mismo agravio! | | Contempla que tu sangre y sangre mía | | ha de correr en este mismo día, | | pues de ella participa la que osada... | 85 |
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CASIRO | Enigmas proferís que yo no entiendo. | |
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HERACLIO | Casiro, escucha lo que yo comprendo. | | Ausente está de casa nuestra hermana. | | Yo noté que Selin, en la mañana | 90 | que ella acudió, con otras, al sorteo, | | amante la miraba, con deseo | | de que la suerte se le destinase | | y del seno paterno la arrancase. | |
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HERACLIO | ¿Y qué harás si la encuentras? |
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HERACLIO | No, Casiro, suspende; mejor fuera | | al tártaro matar. |
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HADRIO | No. No hagas tal, ¡oh, joven arrojado! | | Él es Embajador, y es un sagrado | 100 | el Palacio en que habita. |
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CASIRO | ¿Qué te espanta? | | El fuero pierde aquel que lo quebranta. | | No, Padre. Y si en tu hija está el desdoro, | | tu hijo volverá por tu decoro. | | Arda el palacio, en cuya estancia habita | 105 | el crimen que te agravia y que me irrita. | | Queden en sus ruinas sepultados | | aquesos dos objetos desgraciados | | de tu dolor y mi venganza. |
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HADRIO | ¡Tente, | | intrépido! No borres de imprudente | 110 | la gloria que tendrás por valeroso. | |
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HERACLIO | Más vale que, sagaz y cauteloso, | | antepongas la industria a los rigores. | | Son los medios más suaves los mejores. | |
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HADRIO | Imita de tu hermano la templanza. | 115 |
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HERACLIO | Aún no tengo perdida la esperanza | | de que vuelva Solaya arrepentida | | al seno de su casa, que afligida | | resuena de los ayes |
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CASIRO | Aunque ahora | | a nosotros volviese, ya no es hora. | 120 |
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HADRIO | Nunca tarde sería. ¡Ay, si volviese, | | y al paterno cariño se acogiese, | | cuánto gozo tuviera en abrazarla! | | ¡Qué llanto de ternura al perdonarla! | | Heraclio, tú, que menos joven eres, | 125 | intenta cuantos medios discurrieres. | | Acuérdate que es hija, y que es hermana; | | acuérdala que es noble y circasiana. | | Infúndela terror de su delito; | | y cuando en ella veas el conflicto | 130 | que al pecho causan los remordimientos | | que nacen de la culpa, por momentos, | | añade, más y más, las reflexiones | | que inspiran el honor y obligaciones. | | Sin duda triunfarás, si no me engaña | 135 | mi corazón, como la inútil saña | | con que vine resuelto, a que mi mano | | lavase con la sangre del tirano | | la mancha que borró nuestra nobleza; | | y al tiempo de empezar, vi la flaqueza | 140 | de mi avanzada edad y sangre helada | | dejar mi débil mano desairada, | | y sólo propia, en infortunio tanto, | | a temblar, enjugando aqueste llanto. | |
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CASIRO | Padre, hermano: no somos los que fuimos; | 145 | ¿estamos desairados y vivimos? | | O morir o matar nos es forzoso. | | Un solo medio queda decoroso | | al infeliz a quien hirió la suerte. | |
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HERACLIO | ¿Y cuál es ese medio, di? |
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CASIRO | La muerte. | 150 | Voy a forzar la guardia del tirano | | para matarle; y si saliese vano | | mi intento, moriré. |
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HADRIO | No, no, Casiro, | | detente; yo lo mando y me retiro. | | Conmigo ven. Tan ardua diligencia | 155 | mejor fío de Heraclio en la prudencia | | que de tu ardor. |
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HERACLIO | Casiro, de tu furia | | resultaría alguna nueva injuria | | de mano de Selin. Ya se oye gente | | y guardias por la casa. Es evidente | 160 | el riesgo en que nos hallen de este modo. | |
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HADRIO | Y al descubrirnos, se perdiera todo. | | Que me sigas te mando, y que sosiegues | | tu cólera. Tú, Heraclio, cuando llegues | | a ver que no te bastan persuasiones, | 165 | avísame, que entonces mis razones | | pasarán de los labios a las manos. | | Solaya tiene padre. |
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CASIRO | Y tiene hermanos, | | si acaso se olvidara que honor tiene. | |
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HERACLIO | Sí, Padre; lo que mandas más conviene. | 170 | Retírate, que veo que se acerca | | Solaya con la guardia que la cerca. | | Yo le hablaré; también hablar intento | | con el mismo Selin.
(Vase.) |
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CASIRO | Escucha atento. | | Me voy porque mi Padre lo ha mandado, | 175 | pero mira que voy determinado | | a volver otra vez para matarla, | | si de Selin no bastas a arrancarla. | | Si la excusas, con el mismo acero | | Solaya ha de morir, y tú primero. | 180 | Adiós, piénsalo bien; al punto vamos. | | Me temo que no baste, y que volvamos.
(Vase.) | |
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HERACLIO | Allí viene Solaya; en su semblante, | | alegre con el logro de su amante, | | advierto algún extraño sentimiento: | 185 | la agita algún aciago pensamiento, | | en medio del exceso de alegría | | que natural parece en este día. | | ¿Si de su Padre y de su Patria amada | | la memoria verá representada | 190 | con los tristes colores de la ausencia? | | Ya llega; ya la turba mi presencia. | | Me mira, tiembla, llora, se detiene, | | tropieza, mas Casalia la sostiene... | | Yo me adelanto, porque no se aparte. | 195 | ¿Heraclio, hermano tuyo, podrá hablarte? | |
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(Salen
SOLAYA,
CASALIA, con
GUARDIAS DE TÁRTAROS.)
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SOLAYA | ¡Ay, justo cielo, qué es lo que he mirado! | |
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HERACLIO | Con muy digno motivo te has parado | | al ver a Heraclio, al ver en mi semblante | | el retrato más vivo y más constante | 200 | de tu Padre, tu casa, tu nobleza, | | y cuanto, ingrata hermana, tu flaqueza | | pospone por capricho necio y vano | | al tálamo afrentoso del tirano. | | ¿Te turbas al mirarme? Bien sabía | 205 | que a la virtud el vicio no podía | | mirar serenamente. ¡Desdichada! | | ¿De qué sirve tu guardia, si guardada | | por tanta tropa, miro los temblores | | que te causan tus miedos interiores, | 210 | y yo solo, rendido y desarmado, | | sereno, y aun altivo, te he mirado? | | De ti pendía que esa guardia fiera | | mi cabeza del cuerpo dividiera. | | Yo no tenía, ingrata, más partido, | 215 | que entregarme a tu brazo fementido. | | Y temes, y no temo. ¿Ves, aleve, | | que honor a la virtud el vicio debe? | | Haz retirar tu guardia; a hablarte vengo. | | Sólo un pequeño instante me detengo. | 220 |
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SOLAYA | Soldados, apartaos. Y tú queda, | | Casalia, en esa puerta, porque pueda | | saber si Selin viene, y que mi hermano | | evite la presencia... |
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HERACLIO | Del tirano, | | que quebranta las leyes más sagradas. | 225 |
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SOLAYA | No con esas injurias extremadas | | ultrajes a Selin. ¡Ay, no merece | | tales agravios el que me parece | | tan digno de mi amor! No, no es tirano. | | ¡Qué poco le conoces! Es humano, | 230 | que leyes quebrantó. Si es él amable, | | y mi pecho le amó, será loable | | tan dulce unión; no intentes dividirla. | | El cielo la trazó, debo seguirla. | |
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HERACLIO | ¿Tan poca es tu virtud, que así nos dejas? | 235 | Solaya, ¿no oyes las paternas quejas? | | ¿De tus hermanos el dolor y el llanto? | | ¿Y de Circasia el general quebranto? | | ¿A todos por Selin nos abandonas? | | ¿Tu ligereza con tu amor abonas? | 240 |
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SOLAYA | No creas que en mi pecho se borraron | | los sólidos principios que grabaron | | en él mi educación y noble cuna, | | pero tu diligencia es importuna. | | Esos vínculos mismos poderosos | 245 | de mi Padre y hermanos amorosos, | | de Patria, casa, sangre y conveniencia, | | el héroe rompe en su marcial violencia, | | y el que cruza los mares avariento | | con leño débil y mudable viento. | 250 | Quien me obliga es Amor. ¿Y quién no sabe | | el atractivo poderoso y suave | | con que suplica y manda a un mismo instante? | | ¿Por qué no podré yo, feliz amante, | | hacer el mismo sacrificio que hace | 255 | aquel que a su codicia satisface? | | ¿O aquel que por el campo devastado, | | de sangre ajena y propia va manchado? | |
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HERACLIO | De otro modo pensaras, si supieras | | las amenazas justas y severas | 260 | que tu Padre y tu hermano te preparan. | | Del delito y castigo te apartaran. | | Yo mismo los detuve cuando, airados, | | estaban de rigor arrebatados. | | Bien sabes de Casiro la arrogancia: | 265 | criado con rigor desde su infancia | | entre las tropas, sólo honor le alienta. | | Cuando supo tu error y nuestra afrenta, | | su cólera intentó... |
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SOLAYA | No me ponderes | | los riesgos en que me hallo. Las mujeres | 270 | (mujeres como yo) de mi entereza, | | de mi resolución y mi firmeza, | | si no se rinden al halago y gusto, | | menos se rendirán al débil susto | | de tales amenazas. Vuelve, vuelve | 275 | y diles que Solaya se resuelve | | a proseguir constante en su palabra, | | que ninguna razón su pecho labra. | |
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HERACLIO | ¿Conque, al fin, menosprecias mis consejos? | |
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SOLAYA | Yo te aconsejo que te apartes lejos | 280 | de este palacio y de tu necia idea. | | De este, porque Selin hoy no te vea; | | y de esta, porque es vano cuanto intentas. | |
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HERACLIO | No me podrás culpar si experimentas... | |
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SOLAYA | ¡Oh, cielo! | 285 | Inmolarte al rigor de su recelo, | | si piensa que has venido a separarme. | |
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SOLAYA | Te excusaré diciendo que has venido, | | de saber mi destino complacido, | 290 | a despedirte de una hermana amada; | | que mi resolución está aprobada | | por Hadrio y por Casiro, nuestro hermano. | |
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(Salen
SELIN y
KAULIN, con
GUARDIA DE TÁRTAROS.)
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SELIN | Prended al atrevido circasiano | | que con Solaya está. Solaya hermosa, | 295 | ¿quién es esa persona sospechosa | | que habló contigo? En este mismo día | | que me había de ser todo alegría | | (pues toma en él mi pecho enamorado | | del tuyo posesión, dueño adorado) | 300 | es justo que... |
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SOLAYA | Es justo que deseches | | todo temor y nada en mí sospeches. | | Este es mi hermano Heraclio; si aquí vino | | es sólo que, gozoso en mi destino, | | el parabién me da. |
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SELIN | De mi nobleza | 305 | nada tema de hermano la fineza | | por Solaya. Bien puedes alentarla; | | la corte de mi Padre ha de adorarla, | | justo será, Solaya, permitirte | | que llames a tu Padre, y despedirte | 310 | puedes. Yo voy a despachar correos | | que anuncien bien logrados mis deseos, | | a mi Padre quedando decidido | | el punto del tributo, y que he tenido | | el gusto de adquirir, no por tratados, | 315 | sino es por suave influjo de los hados, | | tu mano. Llamen a Hadrio y a Casiro | | mientras a lo que he dicho me retiro.
(Vase.) | |
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HERACLIO | ¿Se fue Selin? ¿Qué has hecho, hermana
infame, | | si acaso es justo que aún así te llame? | 320 | Más quisiera haber muerto por su espada | | que no que esta ficción le persuada | | que aprobamos, tu Padre, yo y tu hermano, | | que juntes nuestra Casa con su mano. | |
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SOLAYA | Remedio fue, sin duda, duro y grave, | 325 | pero en tan fuerte mal otro no cabe. | |
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SOLAYA | Finge astuto, | | con Hadrio, que tu encargo tuvo fruto, | | que ya me aparto de mi amante idea. | | Haz que Selin equivocado crea | 330 | que a confirmarme en su camino vienes. | | Así mi muerte y su rigor detienes, | | pues si mi Padre encuentra su esperanza | | frustrada, temo la mayor venganza. | | Y si sabe Selin que tú quisiste | 335 | privarle de mi amor, ¡ay de ti, triste! | |
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HERACLIO | ¿Fingir yo? ¿Me aconsejas tú que mienta?
| | ¡Tienes mi sangre, sin temer mi afrenta! | | Si tanto de tu honor te has olvidado, | | yo no me olvido; estoy acostumbrado | 340 | a despreciar los bienes que se adquieren | | por medios bajos, que a lo noble hieren. | | Mas, cuando yo pudiera complacerte, | | ¿cómo podrás, Solaya, defenderte | | del riesgo que tú misma te has buscado? | 345 | Selin a nuestras gentes ha llamado. | | Al declararles lo que tú dijiste, | | sin saber que con arte lo fingiste, | | cuando oigan a Selin agradecido, | | juzgando que este bien les ha debido, | 350 | siendo así que a su intento se opusieron, | | ¿cómo saldrás? |
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SOLAYA | Los astros, que me dieron | | resolución para emprender el lance, | | me sacarán de tan terrible trance; | | y si me deja el cielo, yo te juro | 355 | que en tanto mal, mi corazón seguro | | sabrá mirar la muerte con sosiego. | | Selin, el gran Selin, de amores ciego, | | no conoce más bien que mi esperanza, | | ni recela más mal que mi tardanza. | 360 | Mi muerte vengará; yo la desprecio. | |
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HERACLIO | ¿Tu Patria vendes a tan bajo precio? | | ¿El logro de un amor te determina | | a ver de tu familia la ruina? | | Alucinada estás. ¡Ay!, considera | 365 | lo que es, Solaya, y lo que ser debiera. | | Y mientras te resuelves, yo detengo | | a tu Padre y mi hermano, y les prevengo | | que ha sido engaño tuyo artificioso | | para evitar el lance más furioso. | 370 | Aparta con prudencia los rigores | | del rayo de los cielos vengadores, | | que por castigo de tu ligereza | | amenazan, Solaya, tu cabeza. | |
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CASALIA | Parece que ya vuelve el mensajero | 375 | que a tu Padre llamó. |
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SOLAYA | ¡Hado severo! | | ¡Mi Padre! ¡Ay, dura voz! ¡Ay, qué
tormento | | el escuchar su nombre! No me siento | | con fuerzas suficientes a mirarlo, | | para, después de visto, abandonarlo. | 380 | Retírome confusa. |
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HERACLIO | No te vea | | hasta que dejes tan malvada idea. | |
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SOLAYA | Vete, Heraclio. Casalia, ven. No puedo | | expresarte las penas en que quedo | | oyendo el nombre de mi Padre. Vamos, | 385 | a ver si en tanto mal remedio hallamos.
(Vase.) | |
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HERACLIO | ¿Adónde lo hallarás? Ya no te sigo. | | Decid, oh, cielos, qué mayor castigo, | | qué más llamas y furias infernales | | para pena y terror de los mortales, | 390 | que el interior verdugo y el suplicio | | que en el vicioso deja el mismo vicio. | |
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FIN DEL ACTO I.
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Escena VII
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Los de la anterior, y
HADRIO y
HERACLIO.
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HADRIO |
(A
HERACLIO.) ¿Si habrá
espirado ya? ¿Pero, qué miro? | 185 |
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HERACLIO |
(A
HADRIO.) Con Solaya y Selin está
Casiro. | |
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SELIN |
(A
CASIRO.) Yo no la robo, ni tan fiero he
sido. | | Me agravias si de mí tal has creído. | | La vi, y me vio; mirarnos y querernos | | lo mismo fue; con mil halagos tiernos | 190 | yo procuré buscarla enamorado; | | correspondió su amor a mi cuidado. | |
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HADRIO | ¿Te parece, Selin, que es muy distante | | de robo, aquel falaz acento amante | | que a las mujeres sirve de violencia, | 195 | y en sus pechos inspira tal demencia, | | que ni pueden ni saben defenderse? | | Por más que por ladrón debe tenerse | | quien del alma las fuerzas ha robado. | | Si sabes que a Solaya te ha negado | 200 | el cielo, que se opone a tu deseo, | | libertando su nombre del sorteo; | | si sabes..., mas, ¿qué digo? ¿No conoces
| | que son traidores las amantes voces | | con que persuades su inocente oído, | 205 | conducto de su pecho seducido? | | ¿Tú, Príncipe te llamas? Considera | | que abates lo eminente de tu esfera. | | Mira que las empresas más gloriosas | | suele hacerlas amor ignominiosas. | 210 |
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SELIN | ¿Con qué poder te atreves, circasiano, | | a reprenderme con estilo ufano? | |
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HADRIO | Con el que dan las leyes, la justicia | | y mi razón, igual a tu malicia. | |
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HERACLIO | Con el de la virtud, que es invencible. | 215 |
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CASIRO | Y con el de este acero irresistible. | | Largo tiempo callé. ¿Si habías juzgado
| | que el valor circasiano me ha faltado? | | La espada, que saqué para mi hermana, | | tu sangre verterá. |
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SOLAYA | ¡Suerte inhumana! | 220 | ¡Amante! ¡Hermanos! ¡Padre! Considera | | que siento de mis ansias la postrera | | al ver que tantos males he causado. | |
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HERACLIO | ¿Y qué mal a los hombres no ha formado | | la belleza? Pues tú tantos causaste, | 225 | calma la tempestad que levantaste, | | antes que en sus horrores confundidos | | queden los vencedores y vencidos. | |
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CASIRO | Inútil es aquí el discurso; obremos. | | Tus fuerzas, oh Selin, bien conocemos, | 230 | y que están los contornos rodeados | | de tropa atroz de tártaros soldados, | | humanas fieras de rigor sedientas, | | y más feroces mientras más sangrientas; | | y podrás, por lo mismo, fácilmente | 235 | inmolarnos a todos, si, imprudente, | | alguno de nosotros remitiere | | a las armas el lance. Pero hiere, | | manda a tus monstruos ejercer sus furias: | | menos crueles serán que tus injurias. | 240 | Perezca, en este miserable día, | | de esa tu amante, de mi hermana impía, | | el triste Padre, el infeliz hermano, | | a las armas de amor y de un tirano. | | Derrámese la sangre desdichada | 245 | de toda mi familia asesinada, | | primero que se mezcle con la tuya. | | No será de la mía aquel que huya. | |
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SELIN |
(A
HADRIO.) Si mi pecho escuchara, oh sabio
anciano, | | de ese joven audaz el tono ufano, | 250 | ¿mi juvenil ardor no se encendiera | | y a cenizas tu casa redujera? | | Pero no, de tus canas he aprendido | | a templar el rigor. Enardecido, | | más que prudente, oh joven, me has hablado. | 255 |
(A
CASIRO.) Calma tu furia, pues me ves
calmado. | | Para que ver podáis en este instante | | que no es Selin tan fiero ni arrogante | | que, de sus muchas fuerzas confiado, | | puede haber la razón atropellado. | 260 | Sin respetos de amante, ni de Padre, | | ella resuelva lo que más le cuadre: | | si seguirme a Tartaria determina, | | ceded vosotros, porque la ruina | | de toda vuestra patria originara | 265 | el que frustrar mis dichas intentara. | | Y si resuelve su pueril ternura | | no abandonar su patria, os asegura | | Selin dejarla en vuestros mismos brazos, | | porque tuviera por infames lazos | 270 | los que desde Circasia la llevaran, | | sí con su voluntad no la ligaran. | | ¿Qué os parece, decid, la idea mía? | |
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CASIRO | Cobardía. | | Virtud parece, pero miedo ha sido. | 275 | ¿Qué amante, por su amor, no es atrevido? | |
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HERACLIO | Prudencia, pues reserva tu nobleza | | para el último trance fortaleza. | |
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HADRIO | Virtud, pues dejas en el alma suya | | libertad porque busque o porque huya, | 280 | o del mal, o del bien que se presente. | |
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SELIN | Despreciando, Casiro, tu insolente | | orgullo, hasta que veas algún día | | si me mueve prudencia o cobardía, | | a vosotros repito lo propuesto. | 285 |
(A
SOLAYA.) Aguardo tu respuesta; dala
presto; | | pronuncia luego, de tu boca hermosa | | la sentencia infeliz o venturosa: | | esperamos tu Padre, amante, hermano. | | Tu labio, con dominio soberano, | 290 | con una sola voz, un leve acento, | | mudará a su placer, en un momento, | | a Circasia feliz, en desdichada, | | y un alma tristemente atormentada, | | entre dudas de amor, honor y susto, | 295 | en el sumo contento, paz y gusto. | |
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HADRIO | Hijos: logremos la ocasión dichosa | | que nos ofrece un alma generosa. | |
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SOLAYA | Yo también llena de ansia, Padre amado, | | momentos, como siglos, he callado. | 300 | Mujer, mujer amante y desgraciada, | | mucho tiempo callé. |
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SOLAYA | En tan tristes dudosas reflexiones, | | no veo más que sombra y confusiones. | | Los varios sobresaltos que os agitan, | 305 | cada uno separado, se ejercitan | | unidos contra mí, pues juntos miro | | las rabias y furores de Casiro, | | de Selin el amor y de Hadrio el llanto, | | con la razón de Heraclio y su quebranto. | 310 | Quiero decirlo todo, y nada puedo; | | moverme quiero, estatua inmóvil quedo. | | En vano en este caos que se ofrece, | | elijo un medio que mejor parece; | | apenas va mi boca a proferirlo, | 315 | cuando otro viene, y logra destruirlo. | | Dejadme sola todos, porque quiero | | de estos partidos ver el menos fiero, | | si hay medio en tanto mal. |
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HADRIO | Hijos amados, | | dejémosla al rigor de sus cuidados. | 320 | Determine por sí, no la estorbemos, | | y cuando esté resuelta, volveremos. | | Adiós, Solaya, adiós. Adiós te dice | | un Padre anciano, fino, e infelice | | si lo dejas.
(Vase.) |
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HERACLIO | Adiós, dice tu hermano. | 325 | ¿Será tu corazón tan inhumano?
(Vase.) | |
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CASIRO | Casiro soy; recela tu castigo.
(Vase.) | |
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SELIN | Y yo tu amante: nada más te digo.
(Vase.) | |
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Escena IV
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Los de la anterior,
SELIN y
KAULIN.
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SELIN | ¿Qué escucho? ¡Con tal gozo se entretienen!
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KAULIN | A ver a su Solaya se previenen. | 130 |
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SELIN | ¿Qué es esto? ¡Circasianos! ¿Con
qué aliento | | publicáis vuestro gozo y mi tormento? | | ¿A Solaya esperáis? ¿Tan flaca ha sido
| | que su primer amor no ha mantenido? | | ¿Por vosotros me olvida? ¿Ya me deja? | 135 | Al cielo llevaré mi justa queja, | | por no haber ayudado a la franqueza | | con que yo me fié de su terneza, | | cuando teniendo a mi orden gente armada | | que apoyase mi idea, confiada | 140 | en sus ojos mi voz, con complacencia | | abandoné a su arbitrio mi sentencia. | |
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CASIRO | ¿Pues qué, Selin? ¿Tu corazón
creía | | falta de honor la triste hermana mía? | | Mujeres nobles, si, al primer rebato | 145 | de amor, lo admiten con semblante grato, | | al conocer que en el peligro se hallan, | | habla el honor, y las pasiones callan. | |
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SELIN | El estilo que escucho (diferente | | del que, ha poco, tenía vuestra gente) | 150 | me prueba que Solaya me ha dejado; | | pero como esto no se habrá logrado | | sin que vosotros, contra el pacto hecho, | | hayáis trocado su inocente pecho | | (sospecha que confirmo cuando advierto | 155 | la tropa junta con destino incierto) | | yo juntaré también las que he traído, | | aunque distinto su destino ha sido. | | Callasteis a mi voz; vuestros soldados, | | de los míos quedaron espantados; | 160 | y aún se ocultaron vuestros generales, | | conociéndose a mí tan desiguales. | | Sólo para impedir la dicha mía | | el furor, no el valor, es quien los guía. | | Del vil guerrero, que el honor no mueve, | 165 | la débil saña despreciarse debe; | | pero el traidor, que falta a lo pactado, | | debe ser por mi brazo castigado. | | ¡Adiós! No os digo más. Pero allí
miro | | a Solaya. Escuchad, Hadrio, Casiro, | 170 | Heraclio: no le habléis; dejad el puesto, | | no se provoque mi rigor con esto. | | Mi blanda suavidad, que habéis notado, | | se trocará en rigor. |
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HADRIO | Ya lo has mostrado, | | pues sólo de una débil apariencia | 175 | infieres la traición como evidencia. | | No creas que al tratado te faltemos; | | si algunas cortas tropas disponemos | | es sólo porque (oh, Príncipe, perdona | | esta ternura, que mi amor abona) | 180 | Solaya, de mil dudas combatida, | | está casi a dejarte decidida; | | en cuyo caso, como fácil fuera | | que tu amoroso pecho se opusiera, | | es justo que nos halles preparados | 185 | a defender los puntos ya pactados. | | Esta sinceridad debe aquietarte. | |
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CASIRO | Mas, ni por ella, debes tú gloriarte | | con la arrogancia que tu labio osado | | habló de nuestras tropas. A mi lado | 190 | serán héroes los hombres que desprecias, | | con hechos tales, no con voces necias. | |
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SELIN | Una vez que esto nace de aquel pecho | | (que tal vez yo perdí, por satisfecho) | | segunda vez palabra vuelvo a daros | 195 | no sólo de que no ha de arrebataros | | a Solaya mi ardor, sino que os juro | | que esté su corazón de mí seguro; | | no he de hablarla, ni verla; no merece | | mi amor aquella que dudar parece | 200 | entre varios respetos, vacilante | | sobre cualquier amor y el de su amante. | | Allí viene; dejadla. |
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HERACLIO | Si ella vuelve, | | y otra vez a tu afecto se resuelve, | | la dejaremos. |
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SELIN | Sí. Kaulin, detente. | 205 | Sin que atrevido seas ni imprudente, | | su rostro observarás; su voz escucha; | | de sus afectos notarás la lucha; | | y dame la razón de lo que veas. | |
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KAULIN | Observaré, señor, lo que deseas. | 210 |
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(Vase
SELIN.)
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HADRIO | Vamos. Ya te seguimos, venerando | | el pacto, no por ti, ni por tu mando, | | sino por la justicia, y porque es justo | | sacrificar a la palabra el gusto. | |
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(Vanse todos menos
KAULIN.)
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