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ArribaAbajoIncidentes de viaje


ArribaAbajoNueva York

Mis aventuras de viaje en los Estados Unidos no merecen intercalarse entre las reflexiones que el espectáculo de aquel pais me ha sujerido, por lo que no referiré a Ud. sino algunas que creo pueden interesarle. Tomando balance a mi bolsa en Paris, hallé los últimos dias de julio que me quedaban escasos cosa de 600 duros. El viaje a traves del itsmo solo cuesta 700, i aun me quedaba por visitar la Inglaterra. Esta quiebra, que desfraudaba parte de mis esperanzas, aguzaba como sucede siempre los deseos. ¡No ver la Inglaterra, ni el Támesis, ni aquellas fábricas de Birminghan ni Manchester! ¡No entrar en aquel océano de casas de Lóndres, ni ver los bosques de mástiles de los docks de Liverpool!... ¡Maestro de escuela en viaje de esploracion por el mundo para examinar el estado de la enseñanza primaria, i regresar a América, sin haber inspeccionado las escuelas de Massachusetts, las mas adelantadas del mundo! A caza de datos sobre la emigracion, que habia querido estudiar en Africa ¿podria darme cuenta de ella, sin visitar los Estados Unidos, el pais adonde se dirijen todos los años doscientos mil emigrantes? Republicano en perspectiva i con la presciencia de la resurreccion de la república en Francia, ¿volveria sin haber visto la república única, grande i poderosa que existe hoi en la tierra?

Luego donde la realidad flaquea, la imajinacion continúa la obra. Si llegare a la Habana siquiera, allí me injeniaria, para pasar a Venezuela, donde por la prensa, la enseñanza, i otras trazas, me haria de recursos i de relaciones, para atravesar el continente hasta Bogotá, i de allí hasta Quito a asomar al fin la cabeza en Guayaquil, realizando por economía de medios, el viaje mas novedoso i sorprendente que haya hecho americano de nuestros dias. Los fenicios que circunavegaron el Africa, se detenian, al decir de Herodoto, de distancia en distancia a sembrar trigo i cosecharlo para continuar su viaje. ¿Por qué no me detendria yo en Caracas por ejemplo, a enseñar mis métodos de lectura, borrajear pájinas en la   —424→   prensa, abrir cursos pedagójicos, i cosechar unos cuantos pesos, para irme arrastrando poco a poco hácia los climas del sur, de donde había partido?

Por otra parte volver por el Cabo de Hornos a Chile, era tan prosaico, i tan desairado efecto hacia en la carta náutica que tenía abierta por delante, que cojiendo a dos manos mi valor de calavera por reflexion, i bien pesado el pro i el contra, resolví no solo visitar la Inglaterra, los Estados Unidos, el Canadá, i Méjico, i mas si en ello me venia la fantasía, a fin de completar la idea que de largo tiempo halagaba mi codicia, de hacer un viaje en derredor del mundo civilizado. ¿Qué podría objetarse a este plan? Marcharia con el reloj en una mano i la bolsa en la otra, i donde esta antorcha se me apagare... me quedaria a oscuras, i a tientas i con maña buscaria mi camino hasta Chile.

Tranquilizado con estas ideas, paseeme holgadamente en Lóndres, recorriendo despacio la línea de ferrocarriles, que por Birminghan, Manchester conduce a Liverpool, donde paré ocho días con un jóven arjentino emigrado D. N. de la Riestra i establecido de muchos años en una casa de comercio. Embarquéme en el Montezuma, buque de gran calado, paquete de vela, que hacia once millas a la menor brisa, i que llevaba cuatrocientos ochenta emigrantes irlandeses a Norteamérica. Mi poco ejercicio en el inglés me hizo tratar de cerca a una familia judía que hablaba el frances. Una vez al salir de la cámara, como no acertase a abrir la puerta un pasajero me dijo en español: tire Ud. que está abierta. Era Mr. Ward, de la casa de Huth Gruning de Valparaiso, i desde entónces pude creerme, gracias a sus deferencias, libre de perderme, desconocido en el nuevo mundo que iba a visitar. Un senador de los Estados Unidos regresaba de Europa, i conocia a Mr. Horace Mann, el célebre secretario del Board de Instruccion Pública de Massachusetts, i como llovida del cielo me venia una carta de introduccion para este eminente maestro, pudiendo en ella Mr. Ward responder que conocia la mision i la idoneidad del recomendado. Mi camino se aclaraba poco a poco, i todo temor, salvo el de flaquearme la bolsa, iba por grados desapareciendo.

La vida de mar es poco contábile. Por las tardes me acercaba a la cubierta, a donde salian como ratas de sus cuevas los infelices irlandeses, desnudos, macilentos, animada su existencia por la esperanza de ver en la tierra prometida, el término de sus miserias. Emigraban viejas sexajenarias, i un   —425→   ciego mendigo tocaba por las tardes la zampoña, para que bailasen damas mugrientas, chupadas i desmelenadas, con galopines en cueros o cubiertos de andrajos, lo que no estorbaba que se agrupase en torno de aquellas parejas con figuras de convalecientes de hospital, un público con trazas de turba de casas de correccion. Habíales entrado la gana de morirse i seis u ocho cadáveres se arrojaban al mar algunos días, sin que el baile de la tarde fuese por eso ménos concurrido.

Llegamos al fin a la rada de Nueva York, que por sus ensenadas i profundidad, como por la belleza del paisaje, recuerda, con colores mas suaves i formas ménos grandiosas, la de Rio Janeiro. La vista de esta naturaleza plácida despierta involuntariamente en el ánimo el recuerdo de los caractéres de Washington i de Franklin, prosaicos, comunes, sin brillo, pero grandes en su sencillez, good-natured sublimes a fuerza de buen sentido, de laboriosidad i honradez. Iba preparado al espectáculo, i no me sorprendieron ni las colinas hermosísimas cubiertas de bosques, ni las caletas, canales i ensenadas que rodean la ciudad, llenas de barcas i cruzadas por centenares de vapores. Nueva York es el centro de la actividad norteamericana, el desembarcadero de los emigrantes europeos, i por tanto la ciudad ménos americana en su fisonomía i costumbres de las que presenta la Union. Barrios enteros tienen calles estrechísimas i desaseadas, alineadas de casas de mezquina apariencia. Los cerdos son personajes obligados de las calles i escondrijos donde nadie les disputa sus derechos de ciudadanía. Ocupa el centro de la parte mas hermosa de la ciudad el Brod Way, la calle ancha que toca por un estremo en Garden Castle, i en su desenvolvimiento enseña Trinity Church, templo gótico de hermosa arquitectura i de cierta magnificencia, cosa rara en los Estados Unidos. Ha sido construido por acciones como todas las grandes empresas norteamericanas. Hai en el Broad Way hermosos edificios particulares, un bazar en mármol blanco que se cree no tiene rival en Europa, i un teatro en construccion para ópera italiana. En una hora conté en el Broad Way 480 carruajes entre ómnibus, carros i coches que pasaban frente a la ventana de mi Boarding-house. Por la noche dábase el Hernani en un teatro improvisado en Garden Castle, i allí nos reunimos seis sudamericanos. Osma del Perú; el jóven Alvear arjentino; el señor Carvallo i su secretario de legacion, mi amigo Astaburuaga; i un recien llegado que a poco se introdujo en la conversacion   —426→   preguntando, ¿conocen Uds. a un señor Sarmiento que debe haber llegado de Europa? Era D. Santiago Arcos, quien, reconociéndome por el tal, me dijo que venia desde Francia en mi seguimiento, que desde allí seríamos inseparables hasta Chile, i que éramos amigos, mui amigos de mucho tiempo, acompañando estas palabras con aquel reir de buena voluntad que tiene, i que haria desarmar la estrañeza mas quisquillosa.

La prima donna cantó por añadidura el jaleo, dirijiendo a nuestro grupo desde las tablas palabras en español que le fueron contestadas con una cuchufleta de manolo, de manera que estaba por decirlo así en pais de la lengua castellana i de relaciones antiguas, pues que al jóven Osma lo habia conocido en España, i vuéltolo a encontrar en Lóndres, si no me engaño. Hasta las antiguas glorias de la patria i sus actuales miserias encontraba allí representadas en el jeneral Alvear, con quien allanadas ciertas dificultades de etiqueta, i merced a reticencias convencionales, pasé tres dias oyéndolo hablarme de los pasados tiempos. El jeneral Flores, del Ecuador, habia tambien recalado por allí, asaz mohino i cariacontecido, de lo que nos divertíamos Osma i yo por los malos ratos que le habíamos dado en Madrid.

Nueva York es la capital del mas rico de los Estados americanos. Su municipalidad seria por su magnificencia comparable solo al senado romano, si no fuese ella misma compuesta de un senado i una cámara de diputados que lejislan sobre el bien de medio millon de ciudadanos. Solo la de Roma le ha precedido en la construccion de jigantescas obras de utilidad pública, si bien de los restos de los famosos acueductos que traian el agua a la ciudad eterna, ninguno ha vencido dificultades tan grandes, ni empleado medios mas adelantados. El acueducto de Croton ha costado a la ciudad de Nueva York trece millones de pesos; prodúcele una renta anual de seiscientos mil, i sus habitantes pueden en el cuarto piso de sus casas disponer de cuanta agua necesitan torciendo una llave.

El acueducto de Croton comienza en el rio Croton, que corre a cinco millas del Hudson en un condado vecino. El dam o depósito de agua, que de él se ha formado para dar igualdad a la masa de aguas, tiene 250 piés de largo, 70 de ancho en el fondo, 7 arriba, i 40 de alto, construido todo de piedra i cimento. Forma un lago dentro de estas paredes de granito, cuya área cubre cuatrocientos acres de terreno, conteniendo 500 millones de galones de agua. Desde este gran depósito   —427→   parte el acueducto perforando las montañas, o sostenido por arcadas sobre los valles como los acueductos romanos de Segovia i la Sabinia, dejando bajo puentes altísimos paso a los torrentes que atraviesa. Antes de llegar al rio Harlem, trae así recorridas treinta i tres millas. El acueducto es de piedra, ladrillo i cimento, abovedado por arriba i por abajo, con 6 piés 3 pulgadas de ancho abajo, i 7 piés 8 pulgadas en lo alto de las murallas del costado, i 8 piés 5 pulgadas de alto. Lleva desde 13 i media pulgadas por milla, i descarga 60 millones de galones de agua cada veinte i cuatro horas. Sobre el rio Harlem pasa en un magnífico puente de piedra de 1450 piés de largo con 14 pilares, ocho de los cuales sostienen arcos de ochenta piés de abertura, i otros de cincuenta, con superposiciones de 114 piés sobre el nivel del agua. El canal pasa aquí en tubos de hierro colado que dos hombres alcanzarán apénas a abrazar. El receptáculo que recibe las aguas en la calle 86, a 58 millas del de Croton, cubre 35 acres, i contiene 150 millones de galones. El depósito de distribucion sobre el monte Murrai, calle 40, cubre cuatro acres, es de piedra i de cimento i a cuarenta i cinco piés sobre el nivel de la calle, i contiene veinte millones de galones. Desde allí se distribuye el agua por toda la ciudad en tubos de hierro, colocados en la tierra a suficiente profundidad para que el agua no se hiele en el invierno. Los tubos de 6 a 36 pulgadas de diámetro miden 170 millas; el agua sube a los pisos de las casas, i hai otros tubos para volver a la tierra las aguas sucias. El derecho que la Municipalidad cobra sobre el agua basta para pagar el interes de 13 millones de capital invertido, los salarios de los empleados i dejar una utilidad anual de mas de medio millon, ahorrando a los vecinos los millones que gastaban ántes en proveerse de agua de calidad ménos esquisita que la de Croton.

Hacian mas gratas las emociones que el exámen de la grande obra del acueducto me causaba, los intelijentes comentarios, i las esplicaciones de incidentes prolijos que a medida que recorríamos los hermosos alrededores de Nueva York, me iba haciendo don Manuel Carvallo, enviado extraordinario de Chile en Washington. La solicitud de este amigo, pues desde entónces nos hemos dado este nombre, me sacaba de aquella especie de desamparo en que creia encontrarme entre los pueblos del norte de América i de lo que habia sufrido moralmente mucho en el norte de Europa. Con él visité el Saint James College de los Jesuitas, donde estudiaban varios jóvenes chilenos,   —428→   las fábricas de caoutchouc, donde se confeccionaban puentes militares impermeables i equipos completos de campaña, como asimismo todo aquello que en monumentos, construcciones i establecimientos merecia ser conocido del viajero.

Con su simpático secretario Astaburuaga emprendíamos las correrías de detalle, sazonadas por recuerdos de Chile, i animadas por la comunicativa causerie de dos amigos que vuelven a verse despues de algunos años. Llevóme a visitar el cementerio Greewdoa, separado de Nueva York por un canal.

Abraza el cementerio un espacio inmenso de terreno en el estado de naturaleza. Accidentado por lijeras ondulaciones, ofrece una variedad de aspecto que cambia a medida que se penetra en su solitario recinto. Bosques seculares sombrean los terrenos bajos i aun las aguas de las lluvias se depositan en lagunatos i zanjas. Un camino espacioso para carrnajes serpentea sin sujecion a merced de los accidentes del suelo; las yerbas del campo crecen a sus anchas en matorrales i arbustos, i en lo alto de las pequeñas colinas descuellan, ya aislados, ya en grupos, arbolillos graciosos de los que forman la variada fauna Norteamericana. Allí en el seno de la naturaleza reposan en sepulcros desparramados a discrecion por la vasta superficie, las cenizas de los que quisieron dejar algun rastro sobre la tierra de su efímero pasaje. A la sombra de una encina secular se abriga una tumba de estilo gótico; una linterna de Diójenes corona un montículo, i en el fondo de un vallecito, entre arbolillos vistosos, se muestra un templete griego, depositario de un sarcófago. ¿No es cierto que este sistema de cementerios a la rústica, verdadero campo de los muertos, infunde sentimientos de plácida melancolía, alijerada por la contemplacion de la naturaleza, volviéndole a ella los restos orgánicos de ella recibidos, para que disponga sin sujecion i a su arbitrio nuevas combinaciones i nuevas existencias? Al ménos esta impresion me cansaba la vista, desde alguna parte elevada del cementerio, apoyado en un sepulcro, de Nueva York coronada de humo, i Brooklyn su vecina, la Bahia hermosa con sus grupos de buques cual bosque de invierno, i los estrechos ajitados por la marca que levantan los poderosos vapores, terminando la perspectiva el océano, límite natural de cosas terrenas, frontera de lo infinito e imájen imperfecta de la inmensidad.

El santuario de mi peregrinacion era Boston, la reina de las escuelas de enseñanza primaria, si bien cuando objetos de estudio nos llevan a un punto, es permitido hacer un rodeo   —429→   en busca de sitios pintorescos. Para ir a Boston, pues, porque está al naciente del Hudson, dispuse mi derrotero por Búfalo que está exactamente al oeste. La cascada de Niágara i los célebres lagos estaban de por medio, i no habia que trepidar en mas o ménos dollars, no obstante el estado angustiado de la plaza, que no tenia víveres (hablo de mi bolsa) sino para contados dias. Embarquéme en Nueva York a las siete de la mañana para Albany (144 millas, un peso) adonde llegué a la tarde, pocos momentos ántes de la partida del tren de Búfalo (325 millas, doce pesos), en todo 469 millas en vapor o camino de hierro, i tres dias de marcha, con descansos de un cuarto de hora de distancia en distancia para comer i almorzar.

El Hudson es poética, histórica i comercialmente hablando, el centro de vida de los Estados Unidos. Camino de Boston, de Monreal, de Quebec, de Búfalo, del Niágara i de los lagos; arteria principal por donde fluyen los productos del Canadá, Vermon, Massachusetts, Jersey i el estado de Nueva York; sus aguas están de continuo literalmente cubiertas de naves, a punto de hacerse obstrucciones de la via, como en las calles de las grandes ciudades. Los vapores se cruzan como exhalaciones meteóricas, i los remolques traen consigo una feria de buques amarrados a sus costados que levantan con sus quillas una verdadera marea a su frente. Catorce naves cargadas preceden i siguen al motor, ocupando una ancha superficie del rio. Los vapores de trasporte asumen en los rios norteamericanos la forma i la elevacion de casas flotantes de dos pisos, con azotea i corredores.

Dan nuevo realce al espectáculo, de suyo grandioso por las formas colosales de estos hoteles ambulantes, la apariencia culta, esmerada i aun ceremoniosa de los pasajeros, pues es práctica jeneral de hombres i de mujeres ponerse vestidos de fiesta para hacer espediciones por agua o ferrocarriles, si bien la fria reserva del carácter yankee, i su sociedad imprimen a estas grades reuniones cierta fisonomía uraña que en Europa seria tachada de aristocrática, siendo considerada en el lugar de la escena por testigos europeos, como selvática, cuando solo es en verdad reserva necesaria. Las damas ocupan la parte anterior de los grandes salones i son el objeto de atenciones oficiales. Dan todavía mas animacion a estos vapores la colocacion de los prácticos i timonel a la proa del buque, en lugar alto i aparente, i a veces debajo de un elegante kiosco dirijiendo, por cadenas que mueven un torno, el timon   —430→   del buque, desde donde pueden descubrir a cada instante su ruta, cual si fueran realmente la cabeza i el alma intelijente de aquella máquina. La campana suena a cada instante anunciando la proximidad de un lugar del tránsito para que se preparen a desembarcar los que se dirijen a él.

Desde lo alto de la azotea del buque, dominando ambas riberas, el viajero ve desfilar delante de sí, villas risueñas, montículos coronados por edificios i árboles, i a sus costados centenares de buques de todas formas i dimensiones que hacen su camino en sentido opuesto en aquella calle pública, inmensa, resplandeciente i tersa como un espejo. Así pasan revista, desde la salida de Nueva York, al océano, la bahía con su movible panorama de buques, i las pintorescas islas, estrechos i canales. La ciudad de Jersey, enfrente del embarcadero, la roca de Weehoowken, que sale exabrupto de entre las aguas i sirve de base a una villa edificada en su cumbre, pintoresco término avanzado a la entrada de las Palizadas, que son una muralla perpendicular de rocas acantiladas, que se alzan cuatrocientos i quinientos piés sobre la superficie de las aguas, i costea el rio por espacio de veinte millas. Este accidente de la naturaleza da al paisaje una grandiosidad indescribible, miéntras que por el otro lado, la ribera ostenta villas, ciudades, arboledas, colinas i bosques que mantienen la animacion i despiertan la curiosidad. Alguna ruina tambien corona alguna altura, i los nombres de Hamilton i Washington son recordados por algunas piedras subsistentes de fuertes tomados i destruidos durante la guerra de la independencia. Monumentos vivos son, empero, Westpoint, la academia militar en cuyo recinto 230 cadetes guardan permanentemente el fuego sagrado de las tradiciones i la ciencia de la guerra. El asilo de los huérfanos, el hospital de locos i otros edificios públicos prestan, desde las alturas, sus formas griegas a la decoracion del rio que se las disputa al Rhin en belleza, i que no tiene rival sino en la China en actividad i movimiento.

Al fin se presenta Albany, la capital política del estado de Nueva York, porque parece que los congresos yankees huyen del bullicio de las grandes ciudades. Los edificios públicos corresponden al título de capital, aun mas que a la estension de la ciudad la importancia de sus edificios particulares. El camino de hierro recorre desde allí 325 millas al oeste, pasando por Amsterdam, Jonda, Utica, Roma, Verona, Manlius, Siracusa, Camillus, Séneca, Itaca, Watterloo, Jénova, Viena, Víctor, Byron, Batavia, Alejandro, Attica i otras muchas   —431→   ciudades que reunen en una línea los nombres de ciudades, paises i hombres de diversos tiempos i lugares.

Búfalo, término del viaje, está en el estremo este del lago Erie, que lo es a su vez de la navegacion del Huron, el Michigan i el Superior. La emigracion alemana sobre todo ataca esta línea de navegacion por Chicago, que está al estremo oeste del Michigan i en contacto con a cabeceras del Mississipi; i por Búfalo, que sirve de centro a la navegacion del Ohio por el canal de Clavelard; i del Hudson por el canal del Erie. La vista de esta ciudad, estrecha para el número de habitantes que contiene, me hizo un efecto singular. Una turba de buques de vapor dejaba escapar de sus chimeneas la gruesa mole de humo del fuego que aun se está encendiendo. La descarga de pieles de búfalo, i otras producciones del comercio con los salvajes, contrariaba el movimiento de la procesion de pasajeros que se dirijen al puerto, miéntras que volviendo la vista a la ciudad, descubríanse sobre lo alto de los edificios centenares de hombres ocupados afanosamente en construir edificios nuevos, agrandándose la ciudad de improviso para satisfacer a las necesidades de una poblacion que cada año aumenta de veinte mil almas. Búfalo tiene a su alcance, como todos los centros predestinados de comercio futuro en la Union, un depósito de carbon en la península que forma el Michigan i el contiguo Huron.

De Búfalo adelante las obras humanas, ferrocarriles, villas nacientes i plantaciones nuevas, deslucen las sublimes obras de la naturaleza. Desde allí al norte principia el pedazo mas bello de la tierra. El rio Niágara sale del Erie manso i cristalino, reflejando en sus ondas rododendrones i encinas entremezcladas, formando a lo léjos lontananzas azuladas de selvas primitivas, bajo cuyas espesuras pueden aun verse los rastros miteriosos del mocasin del indio indómito. Ábrese en dos al formar la grande isla, i recoje luego sus aguas para prepararse al sublime juego de aguas que comienza en los Rápidos, i termina en la Cascada. El rumor lejano de este salto portentoso, la neblina que se alza en el cielo de partículas acuáticas, la excitacion que causa la proximidad de sensaciones de largo tiempo esperadas i presentidas, traen al viajero desasosegado i acusando de lentitud al tren que lo arrastra. Llégase por fin a Niágara Fallas, villa que alimenta la concurrencia de curiosos, desde donde el redoble pavoroso de la caida atruena los oidos, el torbellino de agua se hace mas visible, descollando blanquecino sobre las copas de los   —432→   árboles; i entre los claros que sus troncos dejan a medida que uno se acerca, divísase contrastando con la opacidad de la enramada sombría, algun pedazo de rápidos, como un fragmento de plata bruñida. Son estos rápidos cascadas subacuáticas en que la enorme masa del Niágara viene despeñándose, sobre un lecho de rocas escarpadas, que no se presentan a la vista, i que dan al agua un blanco marmóreo. Mil trájicas aventuras han ocurrido, desde el cazador indio que distraido un momento por el ardor de la persecucion sintióse llevado de la corriente en su frájil piragua, i despues de esfuerzos sobrehumanos para resistirla, apuró su calabaza de aguardiente, i de pié con los brazos cruzados se dejó llevar a la catarata, que ni los cadáveres entrega de sus víctimas, hasta los presidarios que apoderados de un vapor, no supieron gobernar i vieron descender la mal dirijida nave a los rápidos i la catarata, sepultándolos para siempre el abismo sin fondo que ha escavado la caida. Hablábase del reciente fin de un niño caido en los rápidos i que ya tenian de la mano en la isla de la Cabra, que promedia las dos caidas, i volvióseles a escapar de las manos.

Describir escena tan estupenda seria empeño vano. Lo colosal de las dimensiones atenúa la impresion de pavor, como la distancia de las estrellas nos las hace aparecer pequeñas. Cítanse con elojio los versos que el espectáculo inspiró a una señorita.


    «Flow en for ever, in thy glorious robe
Of terror and beauty. God hath set
His rainbow on thy forehead; and the cloud
Mantled around thy feet. Awe he doth give
Thy voice of thunder, power to speak to Him
Eternally -bidding the lip of man
Keep silence; and upon thine altar pour
Incense of awe-struck praise»53.



Teníame por pasajero pasablemente erudito en punto a cascadas. Había visto la de Tivolí, tan bella, tan artística i   —433→   tan poéticamente acompañada de recuerdos históricos; la del Rhin, la mas grande que ocurre en Europa, i aquellas cien que alegran el paisaje suizo en los Alpes. La de Niágara, empero, sale de los términos de toda comparacion; es ella sola en la tierra el mas terrífico espectáculo. Sus dimensiones colosales, la enormidad de las masas de agua, i las líneas rectas que describe, le quitan empero toda belleza, inspirando solo sensaciones de terror, admiracion, i aquel deleite sublime que causa el espectáculo de los grandes conflictos. Imajinaos un rio cristalino como el Bio-Bio, descendiendo de golpe de un plano superior a otro inferior. Cortado el borde perpendicularmente, el agua describirá un ángulo recto al cambiar del plano horizontal al vertical, i desde allí, despues de revolverse sobre sí misma en torbellinos plateados, seguirá el nuevo plano inferior con la misma mansedumbre que ántes de caer. La belleza de la cascada la hacen las puntas de rocas salientes, que fuerzan el agua a retroceder, lanzarse en el aire, subdividirse en átomos e impregnarse de luz.

La vista de las otras cascadas me había hecho sonreir de placer; mas en la del Niágara sentia que las piernas me temblaban, i aquella sensacion fiebrosa que indica que la sangre se retira de la cara. Llegándose a ella por la isla de la Cabra que la subdivide en dos, el ánimo viene alegremente preparado por la escena ménos tumultuosa que presentan los rápidos, en que el Niágara desciende cincuenta piés en una milla. El bosque primitivo que cubre la isla i oculta tras su ramaje la vecina ciudad, la perspectiva rio arriba en que el rio viene caracoleando, presenta uno de esos golpes de vista risueños, virjinales, tan comunes en los Estados Unidos. La cascada inglesa tiene la forma de una herradura i cuatro cuadras de desenvolvimiento, sin accidente ni interrupcion alguna. La cascada del lado americano tiene doscientas yardas de ancho i esto la hace llamar la chica. En ambas cae el agua 165 piés; i el canal escavado en la roca que la recibe, tiene cien varas de profundidad i ciento treinta de ancho. Al ver escritas estas cifras averiguadas por mensuras, nótase la incompetencia del ojo humano para abrazar las grandes superficies. San Pedro, en Roma, aparece una estructura de dimensiones naturales, i la cascada del Niágara se achica a la simple vista para ponerse al nivel de nuestra pequeñez.

El espesor de la masa de agua es de 21 piés, de manera que no pudiendo atravesarla la luz, conserva su color verde en el centro de la caida. Este accidente, que revela a los ojos   —434→   la magnitud de la escena, aumenta el pavor que inspira. Vésela desde una linterna o garito construido en la isla de la Cabra; vésela mejor todavía porque se llega al borde de ella desde el lado inglés, desde donde el ojo puede perfilar la línea vertical de la caida i medir el abismo que gruñe como una tormenta de rayos, o un aguacero de cañonazos a sus piés. Vésela en todo su esplendor i magnificencia desde a bordo de un vapor que sube todos los días del lago Ontario, llega cagado de pasajeros hasta cien yardas de distancia de la caida, detiénese allí con su motor listo para contrariar la atracción de los remolinos, tirita el casco sobre aquella agua atormentada, i espumando como si estuviera en delirio, i vuelve atras con los pasajeros, satisfechos ya de emociones terríficas. Pero la cascasa no se siente, no se palpa, sino descendiendo al abismo que le sirve de base, envolviéndose para ello en capotes de goma elástica i dejándose conducir de la mano por un guia debajo de la caida misma, donde se ha practicado un camino en la roca, con pasamanos de fierro, que garantizan de las caidas ocasionadas por la presencia de centenares de anguilas mucosas i resbaladizas que se acojen entre las sinuosidades de la roca. Colocado en el fondo de esta singular galería, aturdido, anonadado por el ruido, recibiendo sobre su cuerpo la caida de gruesos chorros de agua, ve delante de sí una muralla de cristal, que creyera dura i estable si las filtraciones de goteras no acusaran la presencia del líquido elemento. Salido de aquel húmedo infierno, volviendo a ver de nuevo el sol i el cielo, puede decirse que el corazon ha apurado la sensación de lo sublime. Una batalla de doscientos mil combatientes no causará emociones mas profundas.

Del lado inglés hai un magnífico hotel i un museo, donde se muestran búfalos vivos i se venden esponjas de mar i coral petrificados que se despreden del suelo en que está la cascada. ¡Aquello fué fondo del mar en otro tiempo!

Distínguese esta caida de las otras del mundo en que está situada en el centro de una llanura, sin que a primera vista se descubra la causa de su existencia. Descendiendo, empero, hácia Ontario, el fenómeno se esplica fácilmente. El lago Erie está en el centro de una plataforma espaciosísima sin accidente alguno. Este llano es la superficie superior de una meseta, cuyo borde está cerca del Ontario, el cual está situado sobre otra meseta inferior. La diferencia de nivel entre uno i otro lago es de 300 piés; i la caida del rio Niágara que los une entre sí, debe hacerse necesariamente en el borde del banco   —435→   o meseta superior, que está no léjos de las márjenes del Ontario. Pero la caida se encuentra siete millas mas arriba, i la roca está estavada en un profundo zanjon de la altura de la caida La catarata ha ido, pues, cambiando de lugar, o mas propiamente hablando, va lentamente en marcha hácia el Erie, ¡adonde llegará un día! Bastaba fijar por medio de la observacion la distancia que avanza al año a catarata, derrumbando o carcomiendo la roca que le sirve de lecho para sacar una de la cronolojía del globo. Segun el jeólogo Lyell, admitiendo que solo un pié retroceda por año, ha necesitado 39000 años para llegar desde el bordo de la escarpa que está cerca de la ciudad Queenstown. Pero modifican este cálculo las diferencias de la altura de la caida en cada uno de los lugares de su estacion, i la diversa resistencia que han debido oponerle la mayor o menor adherencia de las rocas que va encontrando. La primera vez que un europeo ha descrito la cascada, ha sido en 1678, que lo fué por unos misioneros franceses que levantaron de ella un diseño. Otra descripcion hai de 1751; pero las observaciones jeolójicas no comienzan sino de una época mui reciente. Desde 1815 adelante las dos caidas han ido alterando su forma por el derrumbe de enormes trozos de roca, i desde 1840 la isla de la Cabra ha perdido algunos acres de terreno. Mr. Lyell descubrió hasta cuatro millas mas abajo del lugar de la caida, el lecho antiquísimo del rio sobre la superficie de la tierra i aun a mayor altura de la que hoi tiene el Niágara. Las conchillas fluviátiles que se encuentran en bancos de residuos en la isla de la Cabra, se hallan pertenecer a las mismas especies i épocas, en una línea hácia el Ontario que señala la direccion que llevaba el rio. Tenemos, dice este jeólogo, en el costado de los barrancos que va dejando el Niágara, un cronómetro que mide ruda, pero significativamente, la inmensa magnitud del intervalo de años que separa el tiempo presente de la época en que el Niágara corria por muchas millas mas al norte sobre la superficie de la plataforma. Este cronómetro nos muestra, cómo los dos sucesos que creemos coetáneos, la desaparicion de los mastodontes i la época de la primera poblacion de la tierra por el hombre, pueden estar a distancias infinitamente remotas una de otra. El jeólogo, añade, puede cavilar sobre estos acontecimientos hasta que lleno de espanto i de admiracion, olvida la presencia de la catarata misma, i deja de percibir el movimiento de sus aguas, ni oye su estampido al caer en el profundo abismo. Pero así que sus pensamientos   —436→   vuelven al momento presente el estado de su espíritu, las sensaciones despertadas en su corazon, se hallarán en perfecta armonía con la grandiosidad i belleza de la gloriosa escena que lo rodea.




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El ferrocarril que corre al costado del zanjon formado por la cascada hasta Queenstwon, cerca del Ontario, lleva los pasajeros que se dirjien hácia Quebec o el lago de Champlain. Despues de haber saboreado aquel magnífico espectáculo, iba yo en mi banco rumiando las emociones pasadas, i dejando escapar de vez en cuando alguna esclamacion de la admiracion que habia esperimentado. Un yankee que me escuchaba con la plácida frialdad que distingue a este tipo de hombre, me mostró la cascada bajo un punto de vista nuevo. ¡Beautiful! ¡Beautiful! decia, i para esplicarme su manera de sentir esta la belleza añadia: ¡esta cascada vale millones! Ya se han puesto algunas máquinas a lo largo de los rápidos, de donde por canales poco costosos se sacan caidas de agua para darles movimiento. Cuando la poblacion de los Estados se aglomere hácia este lado, el inmenso caudal de agua de la cascada americana puede ser subdividido, i desviándolo por canales que corran sobre el terreno superior, traerlos a descargarlos al cauce inferior del Niágara, a los puntos donde se hallen establecidas máquinas de tejidos i de otras industrias. ¡Se imajina Ud., me decia, que pueden usarse motores de agua de la fuerza de cuarenta mil caballos si se necesita? Entónces el Niágara será una calle flanqueada por ambos lados de siete millas de usinas, cada una con su caida de agua del tamaña que la necesito el motor. Los buques vendrán a atracar a la puerta i llevar por el San Lorenzo, el Champlain, o el canal de Oswego, ¡las mercaderías a Europa o a Nueva York! ¡Beautiful! ¡Beautiful! añadia estasiado en la aplicacion útil de aquella mole enorme de agua que hoi solo sirve para mostrar el poder de la naturaleza. Yo creo que los yankees están celosos de las cascada i que la han de ocupar, como ocupan i pueblan los bosques.

Pasando de un ferrocarril a otro, en medio de bosques aun despoblados, atravesando villorrios apénas diseñados, sin poderse uno dar cuenta cómo pueden andar wagones por aquellas   —437→   soledades desamparadas, se pasa a uno de Stages, dilijencias que remiendan intervalos sin rieles, i en Queenstown va a alojarse a bordo del vapor que espera el tren para descender el Ontario, tocando en Oswego, boca del canal que liga este lago con el canal que une el Ontario con el Hudson. Van-Buren, el expresidente, promoviendo la abertura de este canal auxiliar, dió valor a unos terrenos que poseia en las inmedianes, sin que nadie haya criticado su procedimiento de egoista, pues el canal completaba realmente el estupendo sistema de comunicaciones acuáticas de que he hablado en otra parte.

El pais está aun despoblado por esta parte; el vapor del Ontario se acerca a los barrancos, a donde salen los paisanotes de fraque i las mozas envueltas en cachemiras a tomar pasaje. Divísanse a lo léjos aisladas en el bosque aquellas cabañas e troncos de árboles superpuestos, o de tablas descoloridas, que sirven de morada por los primeros años al plantador que recien está descuajando el bosque. El paisaje conserva toda la frescura virjinal que Cooper ha pintado en aquellos inimitables cuadros del Ultimo Mohicano. Ya he dicho a Ud. que desde Búffalo hácia esta parte está el pedazo mas bello de la tierra. Sin la petulante lozanía de los trópicos i sin la fria severidad de los bosques del norte de la Europa, mézclanse en la escena rios como lagos, lagos como mares, rodeados de una vejetacion primorosa, artística en sus combinaciones i grandiosa en su conjunto. Traiame arrobado de dos dias atras la contemplacion de la naturaleza, i a veces sorprendia en el fondo de mi corazon un sentimiento estraño, que no habia esperimentado ni en Paris. Era el deseo secreto de quedarme por ahí a vivir para siempre, hacerme yankee, i ver si podria arrimar a la cascada alguna pobre fábrica para vivir. Fábrica ¿de qué?... I aquí el deleite de tan bella vida se me tornaba en vergüenza, acordándome de aquellos ostentosos letreros chuecos que habia visto en algunas aldeas de España, Fábrica de Fósforos. I ¡qué fósforos! ¿Enseñar, o escribir qué? con este idioma ¡que nadie necesita saber! Para curarme de estas ilusiones i recuperar mi alegría, no necesitaba mas que tomarle el peso a mi descarnada bolsa, i echar una ojeada sobre mi contaduría en jeneral para no volver a pensar mas en ello.

Al vaciarse el Ontario en el rio San Lorenzo hai un punto que se llama Thousand-Islands, las mil islas, que no son ménos las que están aglomeradas en un corto espacio. La escena fluvial mas bella que la Europa presenta es el Rhin desde Maguncia i Colonia abajo. Yo lo habia recorrido hasta Harlem,   —438→   frontera de la Holanda, desde donde por Utrecht, va un camino de fierro hasta Amsterdam, i de allí por La Haya se desciende a Rotterdam para tomar el Escalda, que conduce a Amberes i a Bruselas. Embellecen el Rhin las tradiciones alemanas, los castillos feudales que aun coronan las alturas; las ciudades renanas que ostentan la estatua de Gutenberg i la catedral de Colonia. Fluye el rio silencioso por entre quebradas sañudas i oscuras, sale a esplayados que espacian la vista i enseñan las agujas de las iglesias de las aldeas, i los viñedos que se esparcen enanos i casi rastreros por los faldeos de las circunvecinas montañas. Mas allá, i aproximándose a la Holanda, el terreno baja, el rio se ensancha, los molinos de viento se suceden a los castillejos, i los ciénagos holandeses requiem los canales que surcan el pais en todas direcciones i los pasmosos diques que oponen su hombro al porfiado i ponderoso embate del océano, superior de nivel.

En él San Lorenzo la naturaleza, desnuda de todo atavío de arte humano, se presenta a luchar con toda comparacion posible. Aquí la escena se dilata hasta donde la vista alcanza, sin encontrar, sin embargo, objeto que introduzca la monotonía. El pasaje or entre las mil islas es un sueño de hadas. Era el otoño, i los árboles de la fauna americana estaban ya matizados de los colores de ópalo, amarillo i púrpura, que tanto codician los pintores para las escenas rústicas. Hai la encina norteamericana i otros árboles que se tiñen de rojo puro, i tan subido que de leguas atraen las miradas por su estrañeza. De este ropaje estaban vestidas las islas, grandes algunas como para contener una aldea, i tan pequeñas otras que parecian una canastilla de flores flotando sobre las aguas. El San Lorenzo vuelve a hacer rápidos de distancia en distancia, lo que da a sus aguas cristalinas un blanco esmaltado i sin espuma por estar a mucha profundidad las rocas que quiebran el agua. La corriente del rio se presenta entónces como un ancho reguero de plata, accidentado por aquellas cucas islas que traen al espectador alborotado, cambiando la escena a cada paso, agrupándose en formas i cadencias caprichosas, descubriendo nuevos horizontes a cada paso, hasta no entenderse en el laberinto que forman. Cuando el vapor va a entrar en los rápidos, el maquinista detiene el motor, la corriente de aquel canal de molino arrebata el buque, i el piloto con mano firme lo endilga por entre los escollos i remansos que se forman en aquella catarata continua. No sé si me han engañado; 60 millas hacemos, díjonos el piloto, mirando sin pestañar un pasaje   —439→   ¡difícil que teníamos por delante! El tren espreso entre Manchester i Liverpool hacia tambien 60 millas. Llégase a Kingston, ciudad del Alto Canadá, cómpranse manzanas por hacer alguna cosa, i la noche mediando, llegase a Montreal, la ciudad francesa de esta parte de las colonias británicas.

El hotel Donegana, grande como nuestros claustros i arreglado en todo como los grandes hoteles norteamericanos, acoje al pasajero desrengado i mal traido a merced de wagones, stages complementarios i vapores. El hong hong no falta para triturarle al infeliz los nervios si se obstina en dormir una hora mas.

¡Montreal! ¡qué joya para figurar en impresiones de viaja! ¡Dumas ignora el tesoro que hai allí sepultado a solo diez u once dias de vapor de Francia! Es la ciudad mas adelantada del mundo en cuanto a la aplicacion i jeneralizacion de los medios mas perfectos de construccion civil. Las casas son de piedra de cantería o ladrillo. Las techumbres están cubiertas de un manto de zinc, lo que da a la ciudad un aspecto reluciente. El pavimento de las calles todas es de palo a pique como el que se ha ensayado en Paris en frente la Opera Cómica, i construido bajo el mismo principio, i las veredas son de tablones atravesados i montados sobre barrotes que permiten al agua escurrirse por debajo. Bajo este respecto Montreal es la ciudad mas altamente civilizada que existe en el globo; pero hai un aspecto moral, por donde es una curiosidad fósil digna de observacion.

Sábese que el Alto i Bajo Canadá fué cedido a la Inglaterra por Luis XIV, al fin de una de las desastrosas guerras que amargaron el fin de sus dias i que le hicieron pagar caro a la Francia el orgullo de sus reyes i la arrogancia de sus ejércitos; triste i merecido fin que tienen esos triunfos con que la fortuna engalana los primeros pasos de la vida de los tiranos. La vejez trae sus arrugas, la conciencia sus remordimientos, i el cansancio i la estenuacion de los pueblos la debilidad que da reparacion a los ofendidos. Con Napoleon se repitió el mismo cuento, i con nuestro imbécil se reproducirá el mismo hecho, ¡mui a espensas nuestras!

¡Vuelvo siempre a mis carneros! La poblacion francesa de Montreal lloró, como Cartago condenada a la destruccion, el dia que se la anunció que habia sido trocada como mercancía, entregada cual vil rebaño a la odiada Inglaterra. Pero el llorar i el mezarse los cabellos en nada cambiaba la situacion que la madre-patria les hacia, i hubieron de resignarse a su   —440→   suerte desamparada. Desde entónces se rompió el vínculo que los ligaba a la madre-patria, i no oyeron hablar mas de la Francia. Sus revoluciones posteriores, la república, el imperio, la restauracion, i la casi restauracion, han pasado sin que el vulgo sepa de tan grandes sucesos, sino de oidas, aquello mas notable; pero sin sucesion, sin formar ya parte de la historia nacional.

Los libros franceses dejaron de penetrar en la colonia inglesa, i todo progreso en las ideas, toda novedad literaria o filosófica dejó para los infelices de ser continuacion i consecuencia de aquel movimiento de ideas que comenzó en el siglo de Luis XIV i continuó con Rousseau, Voltaire i el siglo XVIII. Para los franceses de Montreal, pues la Francia, la única Francia posible, es la Francia del gran rei con su corte de Versalles, su etiqueta i su lujo asiático; los únicos poetas Corneille i Racine, las únicas glorias militares las del gran Condé, Catinat, Willars i Turena. El canadense es ceremonioso como un cortesano antiguo, i tan quisquilloso en punto a hidalguía, que la jenealojía de las familias es allí espejo que no ha de empañar ni por el contacto mácula alguna. Viviendo bajo la dominacion inglesa de un siglo a esta parte, las madres no enseñan a sus hijas el inglés, para ponerlas en la imposibilidad de oir a los odiosos opresores de su raza; cuando en las calles se pregunta a los pasantes algo en inglés, puede desfilar toda la poblacion por delante, sin que haya una persona que de oríjen frances se dé por entendida, de lo que se le pregunta. Hablad en frances i entónces las miradas se vuelven de todas partes, los semblantes sonrien, i la buena voluntad i el deseo d'être agréable vése pintado en la blanda ondulacion de cada músculo. «¡Ah! señor, me decia un jóven, ¡con voz conmovida! ¡Viene Ud. de Francia! ¡qué feliz es Ud.! ¡Oh! la Francia, ¡nuestra patria! Si supiera ella lo que ha hecho, ¡entregándonos a los ingleses! Ya se ha arrepentido, ¿no es así?» Porque ni aun en sus reproches querrian ofender a este tipo de la nacionalidad de su raza!

La relijion se ha hecho un arma de oposicion a los dominadores, i el catolicismo una trinchera adonde se ha acojido toda la vida de este pueblo desmembrado. El catolicismo cuán estable es en sus dogmas, ha marchado, sin embargo con los siglos, i afectado nuevas formas, para adaptarse a las nuevas instituciones. Si quereis volver una pájina de un siglo de su historia i verlo tal cual era, despues de salido de la edad media, id a Montreal i lo encontrereis en todo su primitivo candor,   —441→   lleno de savia i de fuerza, i concentrando en sí, como en España en tiempo de la reina Isabel, el patriotismo, el poder, i la fuente del heroismo. Hácia la base de Montreal, que da nombre a la ciudad, se levanta una hermosa casilla de ladrillo rodeada de árboles i colocada en una pequeña elevacion del terreno que la hace mas pintoresca. Esta casa que me habia llamado la atencion, tiene tapeadas las puertas, i está abandonada. Preguntando a un canadense el motivo de lo que veia: ¡qué no sabe! ¿me dijo? La casa del Judío.-¡I bien!-Del alma en pena, ¡le revenant! Un judío (si esta apelacion no es como lo sospecho, todavía una muestra del viejo catolicismo) un judío era el dueño de esa casa. Una noche, tarde de la noche, ¡oyóse un tiro! Al dia siguiente los vecinos lo encontraron muerto, suicidado. Sus compatriotas quisieron ocupar la casa; pero el alma del condenado volvia a su habitacion todas las noches, revolvia papeles, oíanse ¡jemidos i ruidos de cadenas! En vano han querido despues habitar la casa; esto hace ya veinte años, algunos vecinos pobres han intentado ocuparla. El alma del condenado vuelve; las luces se apagan solas, i comienzan los jemidos i el ruido de cadenas. La autoridad ha mandado al fin amurallar las puertas, por miedo que la casa se convierta en guarida de ladrones». Yo escuchaba maravillado este cuento, que me traia a la memoria escenas de mi infancia, oyendo horripilado historias de ánimas i aparecidos; i miraba a mi hombre de hito en hito para ver si creia realmente lo que me estaba contando, i si no concluia como algunos clérigos en Roma que le enseñan a uno la mesa con tres patas en que almorzaba Jesucristo con San Pedro i San Juan, i que concluyen por reirse de la conseja cuando uno les pone cierta cara. Esta vez, empero, habia en la voz i en lo profundo de los ojos del narrador tal conviccion, que mostrar duda siquiera habria sido desmoralizarlo, porque la sencillez de su espíritu, la sancion dada por todos, aun por la autoridad, a esta tradicion, no lo habrian dejado sospechar que hubiera ser racional que dudase de la posibilidad de tales sucesos.

Sobrevino el domingo i me dirijí a la catedral para visitarla. Jamas habia podido imajinarme espectáculo mas imponente. Habíame enfriado Roma con su semana santa i sus ceremonias. San Pedro es en esos dias, como siempre, un suntuoso desierto. Los romanos preguntan: ¿Ha estado Ud. en San Pedro? ¿Ha visto al Papa? -Ellos no van nunca a la gran basílica i pocas veces a las demas iglesias. Si en Roma sucede eso, imajínese lo que sucederá en Francia, España i   —442→   el resto de la Italia. No recuerdo dónde he encontrado en diversas iglesias, tres sacerdotes que decian misa sin un solo oyente o alguna vieja mendiga por todo acompañamiento.

En la gótica catedral de Montreal habia ese domingo de quince a veinte mil almas oyendo la misa mayor. La poblacion católica no se desobliga del precepto, sino oyendo la misa episcopal, pontificada con una pompa sencilla, servida por setenta i dos acólitos, monacillos i oficiantes que pude contar por los bonetes en forma de conos truncados i altos de una tercia que llevaban los oficiantes. No ofreciendo suficiente espacio el pavimento de la catedral para tanto concurso, se han adaptado a las naves esteriores dos anchas galerías salientes que hacen dos corridas de palcos por ambos lados de la iglesia; i las cuatro i el piso estaban llenas. Predicaba a la sazon el cura la plática doctrinal; un profundo silencio reinaba en aquella inmensa congregacion, i una señora que me veia de pié, con los ojos i con la mano me invitaba cortesmente a tomar asiento a su lado, en las lunetas de madera que cubren toda la superficie del vasto edificio, mas ancho que la catedral de Santiago. Esto que veia entónces sucedia siempre, i las acomodaciones de la iglesia me lo decian demasiado.

Al día siguiente encontré en las calles larga procesion de niños en dos filas, i precedido por una cruz con paño llevada por un clérigo, que se dirijian a la iglesia cantando en coro as alabanzas, seguidos del cura i sotacuras, a oir la misa diaria, ántes de entrar a las clases. El cura, como fué la práctica en los antiguos tiempos, es el maestro de escuela de la parroquia, i los sotacuras son sus ayudantes si es numerosa. Adoctrínalos con amor en todas las creencias; fortifícalos contra toda innovacion peligrosa i contra toda tibieza que pueda dar entrada en sus almas al odiado protestantismo de sus amos. Así el catolicismo se ha endurecido i reconcentrado para hacer frente a la destitucion de la raza i del idioma, i se apega a las añejas prácticas i aun a las supersticiones mas frívolas por no dar su brazo a torcer. Todo esto es santo, bello, tierno, patriótico i ortodojo sin duda. Pero, ¡ah! que está de Dios que no ha de haber ¡cosa cumplida en este mundo! Los católicos de Montreal poseen i cultivan ¡una ignorancia desesperante! Alejados de la administracion porque temen contaminarse si aceptan empleos, viven ajenos de todo movimiento de la vida pública. Al lado de los yankees, gobernados por la Inglaterra, no poseen ninguna industria, cultivan   —443→   mal la tierra, i la pobreza, la oscuridad, la nulidad i la miseria, los viene cercenando i estrechando de todas partes. Hoi vende una familia patricia su casa que compra un comerciante inglés, i mañana sus hijos están en la indijencia, i como no tienen ni instruccion ni habilidad manual, concluyen sus nietos por ser mozos de cordel o domésticos. Calcúlase que en un siglo mas habrá desaparecido este pueblo, incapaz de vivir en la sociedad actual i obstinado por patriotismo en perpetuar un modo de ser que lo aniquila lentamente.

Los ingleses, en tanto, se desenvuelven por el comercio, por el ejercicio del poder, por la inmigracion i por la vida inglesa tan llena de espansion i actividad. Ajitan los ingleses la separacion de la metrópoli, i maldicen el dia que vencieron a Montgomery, que les traia la independencia.

Montreal es un emporio de las peleterías del norte, i los almacenes están llenos de la variedad infinita de producciones que forman este ramo. Despues de haber visto aquella ciudad encantadora i que bajo las formas mas modernas encierra la poblacion mas vieja, hube de dirijirme a Quebec, donde queria examinar una caserna que el gobierno inglés ha establecido para recepcion de inmigrantes irlandeses. Dáseles allí racion i ocupacion diaria hasta que se les destina a los terrenos que se han señalado para las nuevas plantaciones. A veces creo que no debemos pensar en cosas nuevas, sino buscar donde está ya realizada la idea que nos embarga. Traia desde Alemania el pensamiento de estas grandes hospederías, para acojer inmigrantes en nuestros paises, i hablándole de ello a Astaburuaga en Nueva York, indicóme la existencia de ésta. Al tomar pasaje en San Lorenzo abajo, vínome el remordimiento de aquella prodigalidad de dinero con que iba haciendo mis viajes, cual si fuera un príncipe ruso. Siete pesos debia costarme de ida i vuelta la escursion a Quebec, duplicado de Montreal, ciudad ménos bella i pueblo ménos vírjen que el que habia visto. ¡Siete pesos! Tomé un vapor para atravesar el San Lorenzo con asiento en el ferrocarril de la Pradera, que lleva a orillas del lago Champlain, camino de Nueva York, tomando a lo largo el larguísimo lago, viendo aproximarse las costas, alejarse o cruzarse puntas de tierra entrantes i ensenadas, variándose el panorama con una movilidad infinita, hasta que llega a Whitehall, donde se toma pasaje por un canal que conduce a Troya, desde donde el camino de hierro lleva a Boston, fin de mi escursion por este lado. Reasumamos la parte económica del   —444→   viaje. De Búffalo a la cascada, camino de hierro, 1 peso, 22 millas. De Niágara Falls a Lewiston, camino de hierro, stage, 6 pesos, 31 millas. Lago Ontario a Montreal, vapor, 10 pesos. De Montreal a la Prairie, vapor i ferrocarril, 1 peso. De la Prairie, Lago Champlain a Whitehall, 1 peso; dilijencia a Troya, 3 pesos; ferrocarril a Greenbush, 3 pesos.




ArribaAbajoBoston

La ciudad puritana, la Menfis de la civilizacion yankee, tenia 18000 habitantes en 17903300 en 1810 i 114360 en 1845. La ciudad esta fundada sobre una península, cuyo istmo de una milla sirve de principal comunicacion con el continente, si bien muchos puentes echados sobre la bahía interior establecen nuevas líneas de contacto. Suaves colinas accidentan el suelo i dan a la perspectiva puntos de vista agradables. Vive aun la encina a cuya sombra se reunieron los Peregrinos para darse las leyes fundamentales. En Boston se dictó aquella famosa lei de educacion pública jeneral i obligatoria de 1676, que ha preludiado a la habilitacion del jénero humano. En Boston se reunieron en meetings los colonos i resolvieron no pagar el derecho del té, abstenerse del uso de esta infusion i arrojar al mar las cajas de té del estanco. En Boston se disparó el primer fusilazo en la guerra de la Independencia. En Boston están las escuelas públicas convertidas en templos por la magnificencia de su arquitectura, i cada viviente paga un peso anual por educar a los hijos de sus semejantes, i cada niño pobre consume al año siete pesos de renta pública para educarse. En Boston está la sede i el centro del unitarismo relijioso, que propende a reunir en un centro comun todas las subdivisiones de secta i elevar la creencia al rango de filosofía relijiosa i moral. De Boston, en fin, salen esos enjambres de colonizadores que llevan al Far West las instituciones, la ciencia i la práctica del gobierno, el espíritu yankee i las artes manuales que presiden a la toma de sesion de la tierra. Cuatro líneas de vapores lo ligan con la Europa. Un ferrocarril corre la costa hasta Portland en el Maine; otro hasta Concordia lo pone en comunicacion con el Estado de Nueva Hamphire; otro con Troya i sus líneas i canales afluentes; tres con Nueva York, completándose con líneas de navegacion por mar o por la sonda de   —445→   Long Island. Sus hoteles son el primor de los Estados Unidos, i el Fremont Hotel pasa por superior a todos en elegancia i confort.

Habia llegado de noche i entregádome a ese sueño de ganapan que termina las trasnochadas e incomodidades de un afanoso viaje. A las tres de la mañana me despiertan golpes redoblados a mi puerta, i una risa prolongada i burlona que apénas podia contenerse. Acababa de llegar en la noche; alma nacida podia saber que yo me hallaba en Boston, i, sin embargo, el burlon repetia finándose de risa: abra, Sarmiento, soi yo. -¿Quién es yo? -I creia hacerme desesperar.- Yo, Casaffoust.

Una noche en Nápoles tomaba helados en un café con un jóven frances. Como viese entrar a un individuo, dije a mi compañero en frances: aquel joven es americano, del mediodía, es de Buenos Aires. ¿Hai realmente un tipo nacional arjentino? Ruguendas sabe reproducirlo con el lápiz, i yo esta vez acertaba a conocer por la fisonomía a un compatriota. Acercóse con reserva, miróme con frecuencia i al fin se aventuró a decirme: «Creo, señor, haberle oido que soi americano». En efecto era porteño, uno de esos caractéres enérjicos que se abren paso en el mundo por su propio esfuerzo. Salido jóven de su pais, se habia establecido en Rio Janeiro, pasado a Valparaiso, Bolivia i Lima, i últimamente asentádose en la América Central, donde, habiendo engrosado su fortuna, habia empezado a creer que el mundo no estaria satisfecho si él no lo recorria. Despedímonos en Nápoles, i nos encontramos de nuevo en Roma. Allí tomó él para Trieste i yo debia salir mas tarde para Florencia. Al entrar en un café en Venecia, Casaffoust nos tapó la puerta; acaba de desembarcar. No debíamos vernos mas. El día que llegué a Paris lo encontré de manos a boca en el Boulevard. Habia venido de Lóndres a hacerse ropa para regresar a América. En el hotel donde un mes despues fuí a alojarme en Lóndres, encontré a Casaffoust, ¡que comia a la sazon! ¡Era éste un fantasma que me perseguia! Despues de cruzar los brazos uno i otro para contemplarnos con estrañeza, nos echábamos a reir de esta singularidad. Desde Lóndres partió al fin para Belice en el Istmo, desde donde debia arribar a Costa Rica. No quiso dirijirse, como yo se lo aconsejaba, a los Estados Unidos. La noche que llegaba yo a Boston, partia él del mismo hotel, i miéntras pagaba su cuenta, leia en el libro de pasajeros, abierto ante sus ojos, D. F. Sarmiento, entre los últimos llegados.   —446→   Suspendió su viaje, acompañóme dos dias, i nos separamos prometiéndonos con las mayores veras, no volvernos a encontrar mas, porque aquella tenacidad me iba ya dando que pensar. Esta vez lo hemos cumplido; no nos hemos visto mas.

El principal objeto de mi viaje era ver a M. Horace Mann, el secretario del Board de Educacion, el gran reformador de la educacion primaria, viajero como yo en busca de métodos i sistemas por Europa, i hombre que a un fondo inagotable de bondad i de filantropía, reunia en sus actos i sus escritos una rara prudencia i un profundo saber. Vivia fuera de Boston i hube de tomar el ferrocarril para dirijirme a Newton East, pequeña aldea de su residencia. Pasamos largas horas de conferencias en dos dias consecutivos. Contóme sus tribulaciones i las dificultades con que su grande obra habia tenido que luchar, por las preocupaciones populares sobre educacion, i los celos locales i de secta, i la mezquindad democrática que deslucia las mejores instituciones. La lejislatura misma del Estado habia estado a punto de destruirle su trabajo, destituirlo i disolver la comision de educacion, cediendo a los móviles mas indignos, la envidia i la rutina. Su trabajo era inmenso i la retribucion escasa, enterándola él en su ánimo con los frutos ya cosechados i el porvenir que abria a su pais. Creaba allí, a su lado, un plantel de maestras de escuela que visité con su señora, i donde no sin asombro ví mujeres que pagaban una pension para estudiar matemáticas, química, botánica i anatomía, como ramos complementarios de su educacion. Eran niñas pobres que tomaban dinero anticipado para costear su educacion, debiendo pagarlo cuando se colocasen en las escuelas como maestras; i como los salarios que se pagan son subidos, el negocio era seguro i lucrativo para los prestamistas. Gracias a sus desvelos, el Estado de Massachusetts, de que es Boston la capital, contenia en 1846, en las trescientas nueve ciudades i villas que lo forman, 3475 escuelas públicas, con 2589 maestros hombres i 5000 maestras, asistidas por 174084 niños. Observe Ud. que el número de maestros de escuela es mayor en este Estado que el monto total del ejército permanente de Chile, i el tercio del de todos los Estados Unidos.

La poblacion del Estado es de 737700 habitantes, i los niños en estado de asistir a la escuela, 203877.

Las rentas destinadas para sostener la educacion pública   —447→   son 650000 pesos, recolectados por contribucion de escuelas54. A mas de las escuelas hai en Massachusetts 77 colejios públicos incorporados, con3700 estudiantes i 1091 colejios i escuelas particulares, con 24318 discípulos, los cuales pagan 277690 pesos por la enseñanza que reciben.

A mas de estas pasmosas sumas, cada localidad posee fondos cuyos productos están especialmente destinados a la enseñanza. Estos fondos producian quince mil pesos de censo, a los que se añadian mas de ocho mil pesos de sobrantes de rentas ordinarias que eran aplicadas por la administracion a este santo objeto.

Para mas ilustracion de mi asunto, añadiré a Ud. que este Estado solo tiene siete mil quinientas millas cuadradas o treinta leguas de ancho sobre sesenta i tres de largo. En este reducido espacio hai, como he dicho, mas de setecientos mil habitantes, dueños de trescientos millones de pesos.

Ud. ve, mi querido amigo, que estos yankees tienen el derecho de ser impertinentes. Cien habitantes por milla, cuatrocientos pesos de capital por persona, una escuela o colejio para cada doscientos habitantes, cinco pesos de renta anual para cada niño, i ademas los colejios: esto para preparar el espíritu. Para la materia o la produccion tiene Boston una red de caminos de hierro, otra de canales, otra de rios, i una línea de costas; para el pensamiento tiene la cátedra del evanjelio i cuarenta i cinco diarios, periódicos i revistas; i para el buen órden de todo, la educacion; de todos sus funcionarios, los meetings frecuentes por objeto de utilidad i conveniencia pública i las sociedades relijiosas, filantrópicas i otras que dan direccion e impulso a todo ¿Puede concebirse cosa mas bella que la obligacion en que está M. Mann, secretario del Board de Educacion, de viajar una parte del año, convocar a un meeting educacional a la poblacion de cada aldea i ciudad adonde llega, subir a la tribuna i predicar un sermon sobre educacion primaria, demostrar las ventajas prácticas que de su difusion resultan, estimular a los padres, vencer el egoismo, allanar las dificultades, aconsejar a los maestros i hacerlas indicaciones, ¿proponer las mejoras en las escuelas que su ciencia, su bondad i su esperiencia le sujieren?

En los alrededores de Boston, a distancia de doce millas,   —448→   unido a la ciudad por un camino de hierro para las personas i por un canal para las materias primeras, está Lowell, el Birminghan de la industria norteamericana. Aquí como en todas las cosas, brilla la soberana intelijencia de este pueblo. ¿Cómo luchar con la fabricacion inglesa, producto de injentes capitales empleados en las fábricas, i de salarios ínfimos pagados a un pueblo miserable i andrajoso? Dícese que las fábricas aumentan el capital, en razon de la miseria popular que producen. Lowell es un desmentido a esta teoría. Ningunas ventajas o escasísimas llevan a los ingleses en el costo de la materia primera; pues tanto vale llevar a Lóndres o a Boston por mar las balas de algodon de la Florida; pero las diferencias de salarios son enormes, i sin embargo los tejidos de Lowell sostienen la concurrencia con los ingleses en precio, i les aventajan de ordinario en calidad. ¿Cómo han hecho este prodijio? Apurando todos los medios intelijentes de que el pais es tan rico. El obrero, el maquinista son hombres educados; su trabajo por tanto es perfecto, sus medios injeniosos; i pudiendo calcular el tiempo i el producto, producen mayor cantidad de obra i mas perfecta. Las hilanderas i trabajadoras son niñas educadas, sensibles a los estímulos del deber i de la emulacion. Vienen de ochenta leguas a la redonda a buscar por sí medios de reunir un pequeño peculio; hijas de labradores mas o ménos acomodados; sus costumbres decorosas las ponen a cubierto de la disolucion. Buscan plata para establecerse, i en los hombres que la rodean no ven sino un candidato de marido. Visten con decencia, llevan media de seda los domingos, sombrilla i manteleta en la calle; ahorran ciento cincuenta o doscientos pesos en algunos años, i se vuelven al seno de su familia, en aptitud de sufragar los gastos de establecimiento de una nueva familia. Para obtener estos resultados hai en Lowell hoteles cómodos i espaciosos que dan de comer i alojamientos económicos a los obreros, disponiendo de bibliotecas, diarios i aun pianos para las niñas que saben su poco de música. De todo el mal que de los Estados Unidos han dicho los europeos, de todas las ventajas de que los americanos se jactan i aquéllos les disputan o afean con defectos que las contrabalancean, Lowell ha escapado de toda crítica i ha quedado como un modelo i un ejemplo de lo que en la industria pueden dar el capital combinado con la elevacion moral del obrero. Salarios respectivamente subidos producen allí mejor obra, i al mismo precio que las fábricas de Lóndres que asesinan a las jeneraciones.

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Estos tejidos de Lowell, como los de Pittsburg i de doscientas fábricas que se levantan en diversos puntos del territorio de la Union, entran por poco todavía en la masa de productos fabriles que inundan los mercados del mundo. Consúmense la mayor parte en el interior del pais, i aun en esto los Estados Unidos presentan uno de esos resultados que muestran en cifras luminosas, cuánto es el bienestar de que goza la masa de la poblacion. Datos estadísticos de Francia muestran que aquella nacion solo consume al año un metro de tejidos de algodon por persona, i la Irlanda una i media yardas, miéntras que los Estados Unidos consumen veintiuna i media yardas por persona, lo que hace suponer que no hai ganapan que no tenga sábanas i varias mudas de camisas. De este dato los publicistas norteamericanos sacan una conclusion que no deja de tener su valor. En lugar, dicen, de buscar mercados en el esterior para nuestras fábricas, traigamos poblacion para nuestros bosques. Si nosotros hubiéramos de proveer de tejidos de algodon a la Irlanda, que tiene cuatro millones de habitantes, habriamos suplido a sus necesidades con seis millones de yardas de tejidos; miéntras que para consumir esos mismos seis millones, son bastantes 285714 inmigrantes, que es poco mas o ménos la cifra de la inmigracion anual. Veinte años de inmigracion nos dará colocacion para ciento veinte millones de yardas de tejidos de algodon.

El consumo de los otros artículos manufacturados está en igual proporcion con los tejidos de algodon. El año 1842 se introdujeron en los Estados once millones de pesos en tejidos de lana, veinte i un millones en 1836, bien que en 1840 i 1842 anduvo de ocho a nueve millones. En 1839 consumieron veinte i un millon de pesos en tejidos de seda, quince millones en 1841, i nueve en 1842. Nueve millones de tejidos de hilo en 1836, cerca de siete millones en 1841, habiendo bajado a tres i medio en 1842. A este enorme consumo de productos europeos corresponden cifras no ménos abultadas de producciones nacionales. Calculábase para el año 1843 como producto anual de la agricultura 654387597 dollars; de manufacturas, 239836224 dollars; i del comercio 79721086.

Hasta el año de 1825 no se habia estampado en los Estados Unidos una sola yarda de calicó (quimon). En 1836 se importaron de Inglaterra ciento cincuenta millones de yardas, lo que segun el censo de 1840 que dió diez i siete millones de habitantes, toca a cada mujer (el tercio del número total) dos vestidos de a diez varas. En 1842 los estampados norteamericanos   —450→   subieron a la enorme suma de ciento cincuenta i ocho millones de yardas, habiendo descendido la importacion inglesa a solo quince millones. Las manufacturas de los Estados de Nueva Inglaterra proveian en 1845 de mercado a un tercio del algodon que cosechan los Estados del sud, i los obreros consumian mas harina i granos que la cantidad esportada por el puerto de Nueva York.

M. Mann me favoreció con muchas cartas de introduccion para sabios, pedagojistas i hombres notables. Su nombre solo era ya por todas partes un pasaporte i un título de capacidad i de importancia para mí. Tuve una larga conferencia con uno de los ministros de Estado, quien me proveyó de una órden para que se me entregasen varias colecciones de libros i documentos públicos, que me ponian al corriente del estado de la educacion en Massachusetts; i despues de ver cuánto digno encerraba la ciudad de ser visto, púseme en camino para Nueva York, por una serie de ferrocarriles i vapores combinados, que me pusieron no sé cómo, de dia i de noche marchando, en el desembarcadero de Nueva York.




ArribaAbajoBaltimore, Filadelfia

Lleno aun de las emociones de este viaje, el mas impresivo que puede hacerse en quince dias; viendo aun en mi imajinacion la cascada de Niágara, asistí a una representacion del jeneral Tom Puce, el enano de 25 pulgadas de alto.

Don Santiago Arcos me aguardaba con impaciencia para que emprendiéramos el viaje de regreso a Chile. Cada vez que me hablaba de este asunto, poníale yo la cara de un ministro del despacho, cuando no sabe si se acordará o no lo que de él se solicita. Abriamos el mapa, trazábase la ruta, i ya estábamos punto ménos que en marcha, sin que yo diese síntomas de convenir en nada. Hubimos al fin de esplicarnos. Yo tenia en caja veinte i dos guineas i como treinta papeles de a un peso, ni un medio mas, ni un medio ménos. Al fin cojí a dos manos mi resolucion, i espuse mi situacion financiera con toda la dignidad de quien no pide ni acepta auxilio, intimando mi ultimatum de separarme desde la Habana, para seguir mi camino por Caracas. Arcos me habia escuchado con interes, i aun le tentaba la perspectiva de atravesar las soledades tropicales de la América del sud, correr aventuras ignoradas,   —451→   pasar trabajos, i no contar sino consigo mismo para sobreponerse a ellos; pero el lado romanesco i varonil le su carácter no es ménos aparente que la jovialidad i franqueza que lo distingue. Cuando yo me esperaba ofrecimientos i protestas, salióme con un baile pantomímico i un reir a desternillarse, que me puso en nuevos gastos de dignidad. ¡Qué bueno! decia, saltando i riendo; pues si yo no tengo sino ¡cuatro cientos pesos! Hagamos compañía, i donde se concluya el capital de ambos, proveeremos segun lo aconseje la gravedad del caso. Dispusimos, pues, que yo continuaria mi ruta a Washington por Filadelfia i Baltimore, que nos dariamos cita enFiladelfia para emprender la jornada por Harrisburg i Pittsburg, para descender el Ohio i el Mississipi hasta Nueva Orleans, distante 22234 millas del lugar donde nos hallábamos; i acercándose la hora de la partida del tren de la mañana para Filadelfia, hice aprisa mi mala i la entrega de billetes i guineas para que las cambiara, prestándome en cambio treinta o cuarenta dollars para gastos de la escursion. Este pequeño incidente, es sin embargo, el oríjen del mas espantable drama de que he sido víctima en mis viajes.

Lo fatigaria a Ud. si continuase describiéndole ciudades notables; pero Filadelfia i Baltimore son tipos de la construccion civil de los Estados Unidos, que a diferencia de Nueva York, conservan toda su orijinalidad. Tienen los americanos el don de reducirlo todo a arte, i aplicar el sentido comun i los cálculos de la conveniencia a todas las cosas. Conoce Ud. nuestras ciudades sudamericanas cortadas todas por un mismo padron, en calles a distancia de ciento cincuenta varas, de doce de ancho, i cortándose en líneas rectas. Este damero parécenos el bello ideal de la perfeccion. Pero propóngase Ud. ir del centro en una direccion oblicua, o para fijar mas los términos, si las calles corren de sud a norte i de este a oeste, ¿cuánto espacio se necesita andar para llegar al estremo sudeste o nordeste? Claro está que el doble de la distancia que hai en línea recta, porque es necesario hacer zig-zag de calle en calle, por el ángulo de cada cuadra a fin de buscar la diagonal. La manzana de ciento cincuenta varas da en el centro setenta i cinco de fondo a cada solar; espacio mas que suficiente para tener viña, hortaliza i arboleda en el interior de la casa; pero acumulándose la poblacion, este centro de las cuadras es un terreno inútil i que fuerza a tomar a las habitaciones un frente en proporcion, i diseminar las casas. Despues vienen los tubos de hierro para distribuir el agua potable,   —452→   los cañones de gas, etc., i se encuentra que los costos para superficies tan grandes exceden a los posibles de los vecinos. Los norteamericanos han inventado su plan de ciudades en atención a todas estas circunstancias. La manzana tiene o puede tener 140 varas de largo, pero solo lo dan 30 o 50 de fondo, de manera que dos casas puedan dar frente a ambas calles, i poblar bien la ciudad. Como la calle es materia de comodidad pública i de recreo, tiene de ordinario treinta varas, flanqueada a distancia de cinco o seis de los edificios, de árboles coposos, que esparcen sombra en todas direcciones. Las aceras son por tanto calles separadas e independientes de la central, ancha de veinte varas que está abandonada a carros, jinetes, ómnibus i aun a ferrocarriles, que todos tienen espacio para moverse. Crúzanse estas en ángulos rectos; altérnanse en anchas i angostas; intercéptalas de vez en cuando una ancha calle trasversal que conduce a los ángulos estremos de la ciudad; cambia de plan i direccion todo el sistema de calles, redúcense mas aun las manzanas cerca de los puertos, i por todas partes presentan las calles asonadas un bosque de árboles, que cierran a cierta distancia la perspectiva, i por sobre sus copas las cúpulas de los bancos o de los hoteles, las agujas de los templos, i los frontispicios de los edificios del Estado. Nada hai mas holgado, aireado ni silvestre que estas calles de árboles i de casas, en que el movimiento de los otros es una cosa que no nos atañe ni interesa.

En Baltimore tomé el ferrocarril de Washington, i a poco andar cata que venia en direccion opuesta i por los mismos rails otro tren de wagones. Grande alboroto adentro. ¡Qué sacar de cabezas por las ventanillas, que abrir de ojazos, al mirarnos unos a otros, qué ajitar de pañuelos, en fin, en ambos trenes, temerosos de que fuesen a darse una topada i que dáramos todos hechos tortilla! Era el caso que con las avenidas, se habia desgringolado un puente, i el tren que venia era el que habia salido de Baltimore el dia anterior. Tuvimos que echar pié a tierra, i entre todos los pasajeros, metidos en el fango, levantar punto menos que en peso la locomotiva i el tender i traerla a la culata del tren para que desde allí volviéramos a Baltimore.

No se podia, ir a Washington, porque en los Estados Unidos si no hai camino de hierro, o canal o rio, no se cree viable la tierra de otro modo. Improvisóse en el acto un vapor que debia llevar los pasajeros por un rio hasta cierto punto; de allí tomar un fragmento de ferrocarril; pasar a pié una distancia,   —453→   tomar otro ferrocarril i embarcarse en otro i entrar en Washington por la Bahía de Cheseapeake i el rio Potomack. El vapor de la Bahía era un cascaron de formas abominables i de mal talante, lleno de camarotes superpuestos en seis o siete pisos, como las gabetas de un inmenso armario. El steward me señaló el mio en el quinto piso; pasóse el dia en mirar el paisaje, sobrevino la noche, solicitóme el sueño, i como gallinas que miran de hito en hito la rama donde han de posarse, anduve a vueltas un rato, hasta que resolví emprender la jornada de llegar a mi camarote, subiendo por los otros a guisa de lagartija. Iba ya a medio camino, cuando empieza abajo un rumor de voces i de risas, que se convertia por segundos en un crescendo universal. Yo seguia tranquilo mi ascenso, i ya ponia una pierna dentro de mi agujero, cuando álguien me toma de la otra i me dice qué se yo qué barbaridades en el tono natal del yankee. Vuelvo la vista, i veo, ¡oh rabia! que era yo el objeto de la risa de trescientos gaznápiros. El tal me disputaba el lugar: habíale colocado un pañuelo en señal de posesion, i hacia rato a que me estaba haciendo oposition, sin que yo interrumpiese mi ascenso. Imagínese Ud., amigo, mi situacion en aquella postura incongruente, espuesto a la verguenza pública, hecho el objeto del ridículo de aquella turbamulta. ¡No habia mas remedio que descolgarse, ocultar la cara entre ambas manos, atravesar la muchedumbre i tirarse al agua! Yo hice algo mejor. Bajéme en efecto, dirijíme rápidamente a una luz que estaba por ahí, i poniéndome en lugar donde los rayos me iluminasen perfectamente la cara,

con voz llena i estridente, con semblante contenido pero severo, dije, dirijiéndome a la multitud que aguardaba alguna nueva peripecia para reirse mas: ¡Señores! ¡Si hai entre vosotros alguno que entienda español o frances, hágame la gracia de manifestarse, porque necesito esplicarme, dar i pedir inmediatamente una satisfaccion! Un profundo silencio se habia hecho en el intertanto. Los que no sabian el frances en que hablaba, para no dar materia nueva el ridículo con mi mal inglés, se miraban unos a otros, mientras que allá en el fondo oí quedo repetir mis palabras traducidas al inglés, se miraban unos a otros, mientras que allá en el fondo oí quedo repetir mis palabras traducidas al inglés. La escena habia cambiado completamente, el yankee es bueno de corazon, i todos sintieron que me habia llegado al alma aquella broma, que no tenia malicia de su parte. Acercáronse algunos, dandome cordiales esplicaciones, vino el opositor al hueco i me dijo en tono blando lo que sucedia, abandoné yo mi posicion de gato acosado, i fui a dormir en un espacioso   —454→   camarote que en cambio me dio el steward, que en pública audiencia habia declarado que él me habia asignado el camarote disputado. El dia seguiente pasélo tranquilo mirando las costas de la Virjinia, llanuras espaciosas cultivadas en parte, i en parte cubiertas de sotillos, hasta que remontando el Potomack llegamos a un barranco con honores de puerto mayor de Washington, la capital de los Estados Unidos.




ArribaAbajoWashington

Sobre una eminencia que domina el panorama adyacente se alza el Capitolio Americano, cuya primera piedra colocó Washington en 1793. Este monumento es la capital de los Estados Unidos, que no reconocen otra institucion madre que el congreso. Reunirse para deliberar sobre todas las cuestiones que afectan al interes de mas de uno, es el instinto nacional del pueblo norte americano. La naciente colonia de Virjinia, fundada por una compañía de Lóndres, a quien el rei había hecho una gran concesion de tierras, habia, despues de muchas vicisitudes, caido bajo el gobierno provisorio de un tal Argall, hombre violento i rapaz, que para hacerse obedecer de los colonos proclamó la lei marcial. El trabajo de los colonos era confiscado en favor del gobernador, i en castigo de lijeras faltas imponia meses de trabajo forzado en sus haciendas. Las violencias del gobierno, la trasplantacion de la tiranía a América contenian la emigracion europea mientras que los colonos, desalentados por los sufrimientos morales de la opresion, empezaban a desmayar en su ruda tarea de descuajar la tierra. Entónces los colonos elevaron su voz para pedir a la compañía de Lóndres desagravio; i acusaron a Argall de defraudar a la compañía misma, miéntras daba rienda suelta a sus pasiones sobre los colonos. Despues de acaloradas luchas sus quejas fueron oidas, Argall, depuesto y desaprobado, i en su lugar enviado Yeardley, un Washington que tomó a su cargo echar los cimientos de la futura organizacion de los Estados Unidos.

Así, pues, la arbitrariedad de los gobernantes que cual polilla se habia introducido en América entre los bagajes de los primeros colonos, fué estirpada ántes que lograse fecundar sus huevos en la patria americana; i la ocupacion constante de los colonos desde entónces, en cada punto de las nacientes   —455→   plantaciones, fué combatir ya las pretensiones de los gobernadores enviados por la corona; ya negar el exequatur a las prágmaticas i decretos de los reyes mismos de Inglaterra cuando invadian sus libertades; ya, en fin, oponerse a los avances del parlamento inglés, cuya autoridad en materia de impuesto no reconocieron jamas, por no estar las colonias directa i debidamente representadas en el parlamento. La revolucion de la independencia fué el último acto del drama principiado en 1618 en Virjinia, i que concluyó en 1774 con la última batalla de la guerra de la independencia.

¡Esto sucedia en 1618 a principios del siglo XVII, cuando la Europa, sin esceptuar a la Inglaterra, yacia entregada al desenfreno de la rejia autoridad, i la hoguera i el hacha del verdugo, la confiscacion i el saqueo, eran el castigo, mas que del crimen, de la debilidad de las víctimas. Puso Yeardluey órden en todas las cosas, libertando al diminuto plantel de colonos de todas las cargas hasta entónces impuestas, i que no fuesen estrictamente necesarias para la conservacion i adelanto de la colonia. La autoridad del gobernador fué limitada por un consejo, que tenia el derecho de revocar aquellas disposiciones que juzgare injustas o perjudiciales, i los colonos mismos fueron admitidos a participar en la legislacion. En el mes de junio del año 1819, fué convocado en Jamestown el primer congreso americano, la primera representacion popular, compuesta del gobernador i su consejo, i de dos diputados por cada uno de los once miserables villorios que componian por entónces la colonia de Virjinia, para discutir en él cuanta materia pudiese ofrecer medios de mejora i progreso para la naciente colonia. La compañía de Lóndres i no el rei, debia ratificar las leyes así sancionadas. Aquella nacion con congreso i consejo de estado componíase tan solo de seiscientas personas entre niños, mujeres i hombres, en 1619; i en 1851 en otra parte del suelo americano las hai de millones de hombres que no han tenido fuerza ni dignidad suficiente para poner límites racionales al poder inquisitorial i destructor que los domina. Aquella fué, pues, la aurora de la libertad norteamericana; los colonos llenos de entusiasmo i con el ánimo abierto a todas las esperanzas «empezaron a edificar casas, i sembrar trigo», seguros ya de tener una patria que no habia por qué temer abandonarian jamas.

Las lejislaturas entran desde los principios en la organizacion de casi todas las colonias, y se reunen congresos entre varias de ellas para resistir a las incursiones de los salvajes,   —456→   o mandar espediciones de milicias combinadas para escarmentarlos. Washington en una época posterior hizo conocer así a los Estados los talentos militares que mas tarde puso al servicio de la libertad de su patria. Cuando aun el pensamiento de separarse de la Inglaterra no habia apuntado en cabeza alguna, las diversas colonias enviaban diputados a congresos jenerales para acordar la marcha que debia seguirse a fin de resistir a las pretenciones del parlamento inglés, como habian resistido al Largo Parlamento, y como era la tradicion constante de la tierra. Durante la guerra de la independencia, el congreso emigraba de un punto a otro, i los soldados amotinados, cobrando sus salarios, era al congreso a quien dirijian sus quejas i sus amenazas. Todavía despues de asegurada la independencia, el congreso fue asaltado en Annápoles que le servia de asiento, i entónces Washington, dícese que sin otra idea política que la necesidad de fijar el lugar de su residencia, indicó a Washington para que reposase aquel tabernáculo de la alianza, como Salomon construyó un templo en Jerusalen para el area que contenia los libros de la lei del pueblo hebreo.

En los Estados Unidos no hai capital propiamente dicha, o, mas bien, segun la acepcion latina que damos nosotros a esta palabra. Descúbrese esto al contemplar la comparativa soledad de aquel monumento, arrojado como por acaso en el centro de una villa, que no es centro de nada, ni del pais, ni de la intelijencia, ni de la riqueza, ni de la cultura, ni de las vias comerciales. Colocada sobre la márjen izquierda del Potomack a 120 millas mas arriba de su embocadura en la bahía Chesapeacke, ni el nombre de puerto merece el desierto embarcadero adonde atracan algunos buques. El distrito de Columbia es la provincia de sesenta millas cuadradas que le queda, de las cien que orijinariamente le concedieron los vecinos Estados de Maryland i de Virjinia. Esta última retiró el año pasado cuarenta millas que estaban al lado opuesto del rio i que la capital jérmen no puede fecundar; i treinta i cinco mil habitantes es toda la poblacion del Estado, de la cual hai reunida en la capital mas de veinticinco mil. Como se sabe, el congreso es el soberano de este territorio.

La ciudad está rodeada de una serie de colinas de aspecto alegre, cubiertas de verdura, i en algunos de sus declives cultivadas. El terreno mismo de la ciudad es elevado, ocupando el centro el capitolio, desde donde parten calles con direccion a los cuatro puntos cardinales, dividiendo la ciudad en manzanas   —457→   cuadradas como nuestras poblaciones. Las calles llevan el nombre de los diversos Estados de la Union, i las principales de entro ellas tienen cuarenta i cinco i cincuenta varas de ancho. La mayor parte de ellas apénas están trazadas, pero la de Pensilvania, que conduce del capitolio a la casa del presidente tiene aceras de nueve varas de ancho, enlosadas i con líneas de árboles de ambos costados. En torno del capitolio se estiende un jardin de veintidos acres de terreno, adornado de gran variedad de árboles, i animado por el bullicio de fuentes cristalinas, de modo que aquel lugar, es tambien a mas de los altos fines de su existencia, un paseo que atrae a los habitantes i transeuntes por la belleza de la situacion.

El edificio pertenece al órden corintio i está construido con la hermosa piedra blanca norteamericana que llaman freestone. Está situado sobre una eminencia i elevado 78 piés sobre la altura de la marca, i se compone de un edificio central, dos alas i una proyeccion en el costado oeste, presentando un frente de 352 piés, incluyendo las alas. Al este el fronton tiene 65 pies de ancho, sobre el cual se avanza un pórtico de veintidos columnas de 38 pies de alto. La gran cúpula central tiene 120 piés de alto, i la rotunda que forma en el interior 90 de diámetro, adornada con esculturas, i altos relieves. En el ala del sud está la cámara en que se reune la Sala de Representantes, de forma circular de 96 piés de diámetro i 60 de alto, cubierta por una cúpula que sostiene veinticuatro columnas de jaspe americano con capiteles de mármol blanco de Italia. Al lado opuesto, i en una rotunda semejante, pero de mas pequeñas dimensiones, se reune el Senado; i en un piso inferior i ménos ornamentado, tiene sus audiencias la Suprema Corte de los Estados Unidos. Hai, ademas, setenta departamentos para reunion de las comisiones, i desidencia de los empleados del congreso. Una muralla de piedra rodea el edificio; un depósito de gas provee a la iluminacion especial de todo el espacioso monumento, pudiendo alimentar seis mil picos que se encienden para las iluminaciones; i en aquellos momentos estaba para terminarse el aparato para colocar sobre la cúpula central en un mástil de dieziseis varas de alto, una luz eléctrica que debia iluminar la ciudad i acaso el distrito de Columbia entero. ¡Bello símbolo por cierto de la mision de aquella casa, desde cuyo recinto sale la luz de la intelijencia, iluminando a toda la nacion! Acordábamonos con Astaburuaga, quien me servia de cicerone en el exámen del edificio, de aquella camarilla de diputados que habíamos dejado en   —458→   Chile, en la que los representantes están ensacados en unas especies de vainas laterales, o si pudiese llevarse la comparacion a terreno irrespetuoso, cual bostitas de cordero en una tripa, repitiéndonos al oido el viejo adajio: ruin es el que por ruin se tiene. Los locos en Lóndres, en Jénova i en otros puntos de Europa, moran en palacios mas nobles que el que cubre a nuestros congresos en América.

Pues que ya he empezado a describir edificios, concluiré con los pocos que llaman la atencion del viajero en la presunta capital le los Estados Unidos. White House, la casa blanca como la llama el pueblo, es el palacio presidencial, i está colocado en la parte aun desierta de la poblacion, en el punto donde se cruzan las calles de Pensilvania, Virjinia, Connecticut, New York i Vermont, rodea da de un parque de veinte acres de terreno, i sobre una elevacion de cuarenta i cuatro piés sobre el rio. El frontis que sirve de entrada da a la plaza de Lafayette hácia el norte, i el que da al sur sobre el jardin domina un hermoso panorama de la ciudad, el rio Potomack i las costas de Maryland i de Virjinia. En el frente del norte hai un hermoso pórtico que reposa sobre cuatro columnas jónicas. Una intercolumnacion esterior sirve para poner a cubierto los carruajes de los visitantes. El espacio intermediario está destinado para el tránsito a pié, i una elevada plataforma conduce de ambos lados a la puerta de entrada. El interior del palacio está pasablemente ornamentado, aunque no tanto cuanto correspondiera al presidente de los Estados Unidos. El servicio de palacio es modesto, i aun mezquino en las esterioridades. Vése al presidente paseándose solo por las hermosas avenidas del jardin adyacente; uno o dos porteros en librea, únicos servidores que el Estado pone a su servicio, no siendo permitido al presidente tener guardias en torno de su persona. El presidente recibe sin ceremonia a los que desean verlo, i hai un dia de la semana, i dos o tres dias del año en que todo estante i habitante tiene derecho de entrarse hasta la habitacion del presidente. El 4 de julio la plaza de Lafayette se llena de carruajes de los visitantes en aquel dia de felicitaciones; descienden éstos del carruaje, i tras ellos el cochero, que encomienda la guarda de los caballos a algun muchacho mediante algunos centavos. El presidente está en aquellos dias en verdadera exhibicion; los cocheros se abren paso por entre la multitud haciendo resonar sobre el pavimento de mármol sus botas herradas, llegan ante el presidente i le tienden una mano callosa que   —459→   apreta la suya fuertemente i la sacude, mirándole la cara i riéndosele con fisonomía bonaza, provocativa, i satisfecha; tornan a sus caballos, volviendo de vez en cuando la cara a mirar al presidente, a obtener un último piping, de gusto i de felicitacion. ¡Pobre presidente de la democracia!

Hácia el lado oriente del White House hai estensos edificios, i otros dos hácia el occidente, los cuales están destinados para las oficinas de los ministros de hacienda, guerra i marina. La Posta jeneral es un palacio del órden corintio; i la tesorería ostenta una columnata de 457 piés de largo. La oficina de patentes, depósito de modelos de inventos, con un pórtico imitado en la forma i en la estension del Partenon de Atenas, tendrá, cuando se terminen las alas, cuatrocientos piés de largo, encerrando en la parte concluida un salon de 275 piés de largo i 65 de ancho.

Hai ademas en Washington 30 templos de diversas congregaciones, doce colejios (academias), una universidad, tres bancos, dos asilos para huérfanos, un consistorio municipal, un hospital, una penitenciaria, un teatro i algunos edificios particulares que dan cierta apariencia a aquel plantel de ciudad.

Mi residencia en Washington fué uno de aquellos oasis de felicidad íntima, doméstica, en que el corazon se lleva la mayor parte, i que tan preciosos son para el que vaga por luengas tierras. El señor Carvallo, enviado estraordinario de Chile, se obstinó en darme hospitalidad en la casa de su embajada; su señora me prodigó cuantas atenciones puede hacer recordar la familia, i si algo faltara para estar a mis anchas, mi amigo Astaburuaga, secretario del ajente chileno, me acompañaba a todas partes, poniendo a mi disposicion su práctica i conocimiento de Washington. Así él podia mostrarme en la avenida de Pensilvania entre las jóvenes transeuntes que llamaban nuestra atencion, cuál era la hija de un senador, la de un banquero, una simple modista u otra persona ménos calificable. La sencillez del vestido, sus paseos i trajines por las calles, sin nadie que las acompañe, i el de tenerse aun a mirar cualquiera cosa que llame la atencion, dan una idea del decoro de las costumbres norteamericanas, i de aquella libertad de que goza la mujer soltera entre ellos.

Queria mi amigo Astaburuaga ponerme en contacto con el redactor del Whasington Intelligencer, diario mui importante de la capital, i por tanto de oposition entónces, pues en aquel momento dominaban en el gobierno con Mr. Taylor   —460→   los demócratas. Encontrámoslo en campo abierto sobre el terreno destinado a la fundacion de un colejio, para cuyo sosten legó un ciudadano millon i medio de pesos, rodeado de siete u ocho jóvenes, i ocupados de discutir las bases, a lo que supe despues, de un gran proyecto. Mr. Jonhson, el diarista, era el presidente de edad nombrado para presidir a la instalacion. Acercámonos nosotros a distancia comedida, esperando que la sesion se levantase, temerosos de ser importunos, como cuando nuestras jentes rezan, que debe esperarse a que se santigüen para saludarlas. Dirijíales el presidente la palabra; contestaba álguno; replicaba un tercero en tono sentencioso i frio, i oidos los pareceres el presidente sometia a votacion la materia, contando los gangosos yes, yes, nay, yes, nay, i declarando cuál era el punto sancionado. Repitióse varias veces el procedimiento, i el fuego graneado yes, nay, nay, yes, yes terminó al fin el asunto. Entónces se acercaron a Astaburuaga, sucediéronse las recíprocas presentaciones de costumbres, i supe, andando la conversacion, que se habian reunido allí para echar los cimientos de una asociacion con el grande objeto de... ¡jugar a la bocha! ¡Oh! ¡yankees!

Habíase, pues, propuesto, discutido i aprobado a una fuerte mayoría de dos o tres votos. -1.º presidente, que lo fué Mr. Jonhson; local, aquel donde estaban reunidos; hora de reunion, las cuatro de la tarde; estension del juego, reglas, arbitracion en los casos litijiosos, multas por infraccion, etc. Era i es Mr. Jonhson55 un sujeto de cuarenta años, hijo de un jeneral de la independencia del mismo nombre, culto de modales e instruido, cual correspondia al director de un diario trascendental. Pasamos dias enteros en discusiones las mas acaloradas sobre un punto, en que no habria esperado contradictores en los Estados Unidos, a saber la democracia i la república. Mr. Jonhson estaba bajo la pata del partido demócrata que domina desde la presidencia Polk, i ofendido, desmoralizado por la tiranía de sus opresores, porque en los Estados Unidos la mayoría dominante en el gobierno es implacable e intolerante, maldecia de la república, de la democracia i de aquella licencia ignorante i brutal que se decora con el nombre de libertad. El mérito oscurecido, i eso es cierto; el interes público descuidado, i eso tambien es cierto en muchos casos; los servicios olvidados o miserablemente retribuidos,   —461→   cosa que es de regla en los Estados Unidos; en fin, la pasion de partido sirviendo de criterio i de peso i medida para juzgar de todos i de todo; el charlatanismo preferido a la ciencia, i las pasiones ménos justificables sirviendo de impulso a la direccion de la opinion pública, todas estas tachas i otras muchas que afean las democracias, las pasaba en revista para hacerme detestar aquella libertad de que yo me mostraba tan apasionado. Cuando yo me empeñaba en contradecirlo, me decia con sinceridad: «lo que yo quiero es que Ud. no se alucine con esta apariencia de órden, de prosperidad i de progreso, i los atribuya a la forma de gobierno. Bajo esta corteza no encontrará sino miserias, pasiones indignas, ignorancia i caprichos. Lo que yo me propongo es que no vaya Ud. a la América del sur a proponernos por modelo de gobierno». Otras veces mas aplacado me confesaba que la exasperacion en que lo tenia la tiranía del partido contrario, a él que era hijo de un jeneral ilustre, a él que estaba por la educacion preparado para ocupar en la sociedad lugar mejor, ofuscaba a veces su razon i le hacia exajerarse los inconvenientes mui reales del gobierno popular. Sin embargo de estas atenuaciones, deferiames en puntos esenciales. Sostenia él, por ejemplo, que la libertad es en las naciones una de las faces que recorren. La libertad enjendra la licencia; la licencia trae la anarquía; la anaquía el despotismo. Aquí hai un momento de alto; miéntras el despotismo se consolida, miéntras teme, es cruel, sanguinario i desconfiado. Cuando está de todos aceptado, entra en una época de induljencia i de tolerancia que hace nacer el bienestar, i da lugar al desarrollo de todas las facultades físicas i morales de hombre. Con la civilizacion i la seguridad, la libertad se desenvuelve, el pueblo conquista uno a uno sus derechos, discute en seguida el principio de la autoridad que lo gobierna, i de la estrema libertad pasa a la licencia, i de allí a la anarquía, volviendo a recorrer aquel cielo fatal en que está encerrada eternamente la vida de las naciones.

Esta doctrina que la primera vez que se presentó obtuvo de su autor el pomposo título de la scienza nuova, puede apoyarse con un poco de mafia i de sagacidad en la historia de todos los pueblos, desde Grecia i Roma hasta los tiempos modernos; i uno i otro la invocábamos en nuestro apoyo, luchando a brazo partido en la polémica i disputándonos palmo a palmo el terreno en cada hecho de aquellos que, sin poner en duda su autenticidad histórica, traducíamos de diverso modo.

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Mi argumentacion iba por otro camino. La humanidad, decía yo, que es el conjunto de las sociedades, tiene en la historia su alto, en las épocas su ancho, i su organizacion íntima en la vida de cada pueblo. Aseméjase el mundo moral al mundo físico. La historia de la tierra se encuentra en las capas jeolójicas que revelan el mundo monstruoso que ha precedido al nuestro; si se la toma desde los polos hácia el ecuador, mostrará las graduaciones de temperatura i de vejetacion que diversifican su superficie; i si la consideramos desde los valles, remontando hácia la cumbre de las montañas, nos ofrecerá el mismo fenómeno de graduacion de climas i de producciones.

La historia es, pues, la jeolojía moral. Veamos si sus capas diversas han esperimentado mejora i progreso. Supongamos un dia antiguo en que la tierra se nos presenta poblada. ¿Qué es lo que vemos? Casi todo el globo sumido en la barbarie; imperios poderosos cuyas facciones, si no es la conquista i la violencia, no alcanzamos a discernir bien. Al fin la Grecia, una mínima porcion de la tierra, brilla por la libertad, la democracia, las bellas artes i la ciencia. No entremos en detalles. Roma se asimila a la Grecia, destruye a Cartago i somete al mundo. Pero Roma desenvuelve la nocion del derecho i estiende su práctica por toda la tierra culta, que es, sin embargo, una pequeña fraccion del globo. Como los romanos a los griegos i al Ejipto, los bárbaros de todos los estremos del imperio romano se los absorben a ellos; esto es, se asimilan a él, se agregan a la masa civilizada. La edad media es la obra de fusion. A fines del siglo XV la Europa entera está en posesion de las conquistas hechas por el pensamiento humano en cuatro o seis mil años. Con el renacimiento concurren Lutero, Galileo, Colon, Bacon i otros. La América se agrega a la masa de pueblos civilizados, i en esta parte se pone en práctica la nocion del derecho que está en todos los espíritus i cuyo desarrollo embarazan aun en Europa las escorias que ha dejado la edad media. Lleguemos de un golpe al siglo XIX, i abramos el mapamundi. ¿Dónde están los bárbaros? Guarecidos en las islas, trabajados por la Rusia en las estepas de la alta Asia o sepultados en el interior inaccesible del Africa. La parte civilizada i en posesion mas o ménos de la libertad, o en via de completarla, es la mayoría de la humanidad, mayoría numérica, mayoría moral, de fuerza, de intelijencia i de goces. Tiénese hoi en su poder la parte mas rica, mas productiva del globo; tiene el cañon, el   —463→   vapor i la imprenta para someter el resto salvaje del mundo, asimilárselo o aniquilarlo. En vista de este espectáculo, ¿cómo se quiere someter a un ciclo el movimiento social de las naciones, comparándolas con los ejemplos truncos, aislados que nos han dejado las naciones antiguas? Si hubiera un ciclo tal, es preciso convenir en que, así como se ha agrandado inmensamente la esfera de las naciones que tienen que recorrerlo a un tiempo, así deben ser largas las épocas en que se han de suceder las diversas faces; i yo me rio de la jeneral tiranía que ha de pesar sobre el mundo desde la India i los confines de la Rusia hasta los Montes Rocallosos en América dentro de mil miles de años.

Ahora miremos a los pueblos por su espesor o su organizacion íntima, aunque no sea posible considerarlos sin relacion a las épocas históricas. Pero supongamos un pueblo de Italia que se perpetúa en un punto del territorio desde las épocas históricas; la poblacion de Fiézzole, por ejemplo, que es florentina, toscana, i ha sido romana, etrusca, pelasga, autoctona e indíjena, si no ha tenido otros nombres intermediarios. ¿Cómo eran estos pueblos i cómo son? ¿Qué trasformaciones han esperimentado? Primero antropófagos; en seguida haciendo sacrificios humanos en los templos, mas tarde haciendo esclavos a los prisioneros en la guerra, i ejerciendo la guerra de pillaje i de devastacion como industria i ocupacion. Los conquistadores se distribuyen el suelo conquistado i los hombres; nacen las aristocracias i el pueblo siervo, la chusma ignorante i sujeta a la tortura en los tribunales de justicia, a la miseria i la degradacion. El cristianismo encontró al mundo organizado así. Pongámonos ahora a contemplarlo desde el siglo XIX, i desde los Estados Unidos, desde el seno de esta democracia que Ud. maldice como el prototipo del desorden moral i político. No hai guerra, no hai señores ni aristocracia; no hai pueblo en el sentido romano; hai la nacion, con igualdad de derechos, con industria personal para vivir, con máquinas auxiliares del trabajo, ferrocarriles, telégrafos, prensas, escuelas primarias, colejios, asilos, hospitales, penitenciarias, etc., etc. Observe la organizacion íntima de esta parte de la humanidad, de esta Atica moderna que ocupa, sin embargo, medio continente; i cuán atras supongamos al resto de las naciones, no se necesita mayor esfuerzo de ánimo para suponer que han de llegar a ese grado de habilitacion de todos los individuos de la sociedad, porque todas están labradas por las mismas ideas i las   —464→   mismas instituciones. Desde que haya una escuela en una villa, una prensa en una ciudad, un buque en el mar i un hospicio para enfermos, la democracia i la igualdad comenzarán a existir. El resultado de todo esto es que la masa en elaboracion es inmensa, que no hai naciones o pueblos propiamente dichos i que la libertad individual está en cada punto del globo apoyada por la humanidad civilizada entera; i cuando hubiese un pueblo que se inclinase a entrar en el cielo fatal de despotismo que se les asigna, el espectáculo, la influencia de cien otros que entran en el período de libertad, lo retendrian en la fatal pendiente. El primer período del cielo fué la antropofajía. ¿Qué pueblo ha vuelto a recorrerlo una vez salido de él? El último es la democracia. ¿Qué pueblo ha sido demócrata en el sentido moderno i con los medios organizados hoi de hacerlo efectivo, la prensa i la industria, i un mundo civilizado en el esterior que le sirva de atmósfera favorable i que haya salido de ese terreno para fundar monarquías, aristocracias? ¿Las repúblicas italianas?

Sobre este tópico nos batíamos sin cesar Mr. Jonhson i yo. A veces me decía: «Nada fueran las masas americanas, si no viniesen todos los años trescientos mil salvajes de Europa que echan a perder la fusion i hacen de la mejora de la opinion una cántara de las Danaides».

-Ah, si tuvieran Uds., como nosotros en Sud América, que luchar con una masa en la cual el europeo, tan atrasado como lo encuentran Uds., es un elemento precioso i escaso de civilizacion i de libertad...




ArribaAbajoEl arte americano

A quince millas de distancia de Washington está Monnt-Vernon, la morada i la tumba de aquel grande hombre que la humanidad entera ha aceptado como un santo, grande por la virtud i el mas grande de los hombres por haber puesto la piedra angular al edificio de la nacion única del mundo que ve claro su porvenir i cuyo porvenir es el bello ideal de la grandeza de las naciones modernas. Tomo una descripcion que encuentro a mano del santuario yankee, de aquella Santa Caba de plácido recuerdo: «Despues de haber cabalgado un corto espacio por medio de bosques, que de vez en cuando se abren en oasis de culturas aisladas, mi amigo me señaló una   —465→   piedra hundida en el terreno al lado del camino; que, segun me dijo, marcaba el principio de la quinta de Monnt-Vernon. Todavía marchamos dos millas ántes de ver la puerta i la morada del portero. Despues de haber entrado recorrimos una distancia de cerca de media milla; i el camino de carruajes seguía atravesando un terreno mui variado i sombreado por árboles grandes en toda la lozanía de los bosques. Cruzamos un torrente, pasamos un arroyo, sintiéndonos tan en medio de la naturaleza primitiva que la vista de la casa i el huerto que la rodea casi hizo sobre mi ánimo el efecto de un encuentro inesperado. La aproximacion a la casa se hace por el frente del oeste. La puerta del gran patio da a una estensa habitacion en la cual entramos. No fué el hábito sino un sentimiento mas profundo el que me hizo quitarme el sombrero de la cabeza i marchar con precaucion como si pisara una tierra sagrada... Las piezas de la casa son espaciosas i campea cierta elegancia en su acomodo; pero el conjunto es notable por su estrema simplicidad. Todo cuanto la mirada abraza parece respirar la santidad de aquellas reliquias públicas, i todas las cosas se conservan casi en el mismo estado en que Washington las dejó. Todo americano, i principalmente los jóvenes que visitan este lugar, esperimentan una fuerte impresion que durará toda su vida... A cierta distancia de la casa, en un lugar retirado, está la tumba nueva de la familia, compuesta de una simple estructura de ladrillo con una puerta de fierro, por entre cuyas rejas se divisan dos sarcófagos de mármol blanco, el uno al costado del otro, los cuales contienen los restos de Washington i de su mujer. La antigua tumba de familia en que estaba colocado al principio, estuvo en una situacion mas pintoresca, sobre una colina dominando el panorama de Potomack; pero la presente está mas retirada, lo que fué una razon para determinar los deseos del hombre modesto».

¿Cuánto arte no se descubre en la colocacion de esta tumba, cuánta grandeza en su oscuridad, i cuán americano i nacional es aquel acompañamiento de bosques primitivos, torrentes agrestes i arroyuelos en el estado de naturaleza! Esta es la artística morada de Washington, el plantador norteamericano, el jenio de la democracia apénas posesionada de la naturaleza inculta. Adriano estaba bien en la que hoi es el castillo Sant-Anjelo; Rafael en la Rotunda de Agripa, que él puso sobre pilares en San Pedro; Napoleon bajo la cúpula de los Inválidos; pero los manes de Washington habrían vagado largo   —466→   tiempo en rededor de su sepulcro si le hubiese faltado la perspectiva i la sombra de los árboles seculares de los bosques, rodeando el asilo doméstico i combinando la naturaleza inculta con el fruto del trabajo personal del norteamericano.

I sin embargo Washington, el héroe de la independencia norteamericana, el fundador del pueblo trabajador i positivo, estaba destinado tambien a inspirar el sentimiento de las bellas artes a los hijos de los puritanos, i volver a esta familia, descarriada por preocupaciones relijiosas, al camino en que la humanidad ha marchado siempre, desde el fetiche informe que adora en su infancia, hasta las Pirámides de Ejipto, el Coliseo romano, el Partenon, o el moderno San Pedro. Las ruinas de Palenque, las esculturas encontradas por Stephen en Centro América, como las estatuas de Miguel Anjel o las pinturas de Rafael, son todas pájinas de un mismo libro, que señalan el dia en que cada nacion tuvo conciencia de sí misma i perpetuando la memoria de lo pasado o endureciendo en piedra o en bronce una idea, empezó a mirarse viva en las edades futuras, legando a las venideras jeneraciones monumentos, estatuas i obras públicas que demandan siglos de elaboracion. A veces me ocurre la idea de que tanto hicieron los ejipcios trabajar a los hebreos cautivos en la construccion de las pirámides i otros monumentos, que cuando aquella chusma se sublevó i tomó el desierto, juró no permitir que en la tierra de promision que iban buscando, se levantasen monumentos ni se erijiesen estatuas, acordándose sin duda de los palos que les habian dado los sobrestantes ejipcios. ¿Cómo esplicarse de otro modo el horror a los templos i a las imájenes que muestra Moises, el discípulo de los sacerdotes ejipcios? El arte es la realizacion del hombre, es el hombre mismo, puesto que no siendo al parecer necesario a su existencia, como lo muestran los demas animales, es sin embargo la preocupacion mas constante desde la vida salvaje hasta el pináculo de la civilizacion. Tengo para mí que Roma ha muerto sofocada por los monumentos, que este es el fin de las grandes ciudades de la historia i que Paris ha de acabar al fin por cuajar su suelo de monumentos públicos, de manera que al fin de los siglos la poblacion se acoja a las catacumbas, que minan el suelo, por no haber espacio para ella sobre la superficie de la tierra. Cuando se dice que los primeros cristianos se ocultaban en las catacumbas de Roma, huyendo de la persecucion, me parece que se toma un hecho por otro. La esploracion de aquellas   —467→   inmensas cavernas i perforaciones muestra hoi al arqueólogo los restos de tres siglos de arte cristiano primitivo, lo que prueba que durante tres siglos i hasta la destruccion de la ciudad munumental por Atila, la plebe romana vivió alojada en las catacumbas, donde tenia sus templos, plazas subterráneas, mercados i cementerios. Es ridículo pensar que en una ciudad vivan escondidos durante tres siglos cientos de miles de habitantes, que a cada momento necesitan ponerse en contacto con el esterior para proveer a sus necesidades.

Mahoma i los protestantes no deben citarse en materia de bellas artes como una nueva aberracion de la naturaleza humana, puesto que la obra de estas dos reacciones en contra no son mas que recrudescencias de la ojeriza de Moises contra las pirámides, a causa del mal trato dado a los hebreos; gato escaldado, en materia de asentar piedras.

Los norteamericanos creen que no tienen vocacion artística, i afectan desdeñar las producciones del arte, como fruto de sociedades viejas i corrompidas por el lujo. Yo he creido, sin embargo, sorprender el sentimiento profundo, esquisito, de lo bello i de lo grande en este pueblo que marcha de carrera en busca del bienestar material, i va dejando a su paso incompletas todas sus obras i a medio hacer. ¿Qué no entra por nada en el sentimiento del bello ideal, la beldad moral? ¿Qué pueblo del mundo ha sentido mas hondamente esta necesidad de confort, de decencia, de holgura, de bienestar, de cultura de la intelijencia? ¿Qué pueblo ha sentido mas horror por el espectáculo de lo feo, la pobreza, la ignorancia, la borrachera, la degradacion física i moral, que es como la corteza i la primera apariencia de las sociedades europeas? En Roma, de entre los monumentos i las basílicas se alargan manos mui cuidadas pidiendo limosna.

No hablaré de los hoteles, bancos, iglesias, embarcaderos i acueductos que en toda la Union asumen formas monumentales; mucho ménos de las columnas, obeliscos de cierta grandeza i elevacion que en honor de Washington i de Franklin se alzan en Boston, Filadelfia i Nueva York. Todas estas son muestras, o mas bien, productos artísticos pero que no revelan el sentimiento norteamericano del arte. Los europeos emigrados ahora dos siglos, o emigrando actualmente, comunican por fuerza i como necesidad de existencia los medios artísticos que poseen. Pero no es este el arte americano, pues que no doi este nombre sino a la manifestacion de aquella, constante i seguida aspiracion de un pueblo en prosecucion   —468→   de una idea nacional, que existe i se revela en cada hombre, por jeneraciones sucesivas. Llámole arte, no a los grados de civilizacion de los diversos pueblos, sino al jenio, al carácter nacional en cuanto reviste formas tanjibles i afecta su historia. ¿Cuál era el arte romano? Sin duda que no se dará este nombre a las diversas órdenes de arquitectura, a la estatuaria i demas decoraciones, cuyas formas habían adoptado de los griegos, imitándolas, entremezclándolas, i adaptándolas a sus trabajos. Llamo arte romano a aquel sentimiento grandioso que hacia concebir las Termas, el Coliseo, la tumba de Adriano, los acueductos de Segovia i el anfiteatro de Nimes; al espíritu monumental i dominador de la tierra i de los obstáculos que ella oponia a la continuidad i facilidad de dilatacion i permanencia de la grande i perseverante idea artística romana, la incorporacion de la tierra conocida bajo el dominio de sus leyes, i la adopcion de los cultos, de las civilizaciones i de las costumbres de todos los pueblos. Una revolucion interna, la elevacion de la plebe, i otra esterna, la incorporacion de los bárbaros, destruyeron la obra romana, como una plétora a que no pudo resistir aquel cuerpo que tenia que dijerir un mundo de un golpe.

Acaso los yankees están amenazados de sucumbir bajo el peso de una elaboracion interna tan amenazante como la de la plebe romana. Todos tiemblan hoi de que aquel coloso de una civilizacion tan completa i tan vasta no vaya a morir en las convulsiones que le prepara la emancipacion de la raza negra; incidente de una magnitud amenazante, i sin embargo, tan estraño a la civilizacion norteamericana en su esencia, como seria estraño a las leyes internas de nuestro globo el que un cometa de los millares que andan errantes por el espacio, se estrellase contra él un dia i lo hiciese periclitar.

¿Dónde está, pues, el jenio artístico americano? No léjos del Capitolio de Washington en una casita modesta, sobre un bufete de madera de pino sin barnizar, mostráronnos a mí i a mi amigo Astaburuaga, quien me conducia a aquel retrete, un modelo de un monumento que debia erijirse a la memoria del héroe norteamericano. La construccion se compone de un gran edificio de formas jónicas de cuyo centro se eleva una aguja. Segun la escala que tiene al pié el diseño, mide en alto todo él, dos metros mas que la pirámide de Cheops en Ejipto. La arquitectura es una combinacion mas o ménos feliz de formas i jéneros conocidos, herencia de todos los pueblos civilizados. Lo que en aquel monumento hai del jenio   —469→   yankee es la altura, es decir, el sentimiento nacional de sobrepasar en osadía a la especie humana entera, a todas las civilzaciones i a todos los siglos. Dos metros mas alto que el monumento mas alto construido por los hombres, he aquí el sentimiento de lo grande, de lo sin rival que caracteriza a aquel pueblo; sentimiento que ha preludiado o seguido a las mas grandes épocas que ha alcanzado alguna porcion del jénero humano. A este mismo sentimiento obedeció el pueblo que construyó las pirámides; ese mismo sentimiento aconsejó hacer del monte Athos una estatua de Alejandro, cuya mano tendria las fuentes naturales de un rio; ese sentimiento, en fin, inspiró la idea del coliseo de Neron, el coliseo su vecino, i ese sentimiento dirijió la construccion de San Pedro en Roma, el camino del Simplon, etc., etc.

La idea de elevar aquel monumento a Washington, ha sido acojida en la Union con entusiasmo febril, nada mas que porque respondia a la aspiracion nacional de sobreponerse a las demas naciones56. Vése este espíritu en la arquitectura naval. El buque que no mide dos mil quinientas toneladas no merece llamar la atencion ni engreir al pueblo como un trofeo de su gloria. ¿Qué dijera Colon que atravesó el océano en carabelas de ochenta toneladas, si viera flotar sobre las aguas aquellos monstruos que pueden esconder en su seno cincuenta mil quintales de nieve o de granito, porque granito canteado i nieve, son dos mercaderías de esportacion de que los norteamericanos hacen un comercio de algunos millones? Hace cosa como de diez años que atormenta a los yankees la idea de atravesar el continente americano con un camino de hierro desde Nueva York hasta el Oregon, uniendo el Atlántico con el Pacífico, o interponiéndose ellos entre la Europa i el Asia, de manera de pasarles con la derecha a los ingleses lo que con la izquierda hubiesen cojido en las costas de la China i del Japon57. No han inventado, sin duda, los americanos ni el camino de hierro, ni el buque, ni el órden jónico; pero suyas son las colosales aplicaciones i los perfeccionamientos   —470→   que introducen diariamente en su construccion; pues si no han podido mejorar los órdenes arquitectónicos, algo de un carácter nacional les han añadido a los conocidos, como la estatua de Franklin sosteniendo el pararrayos en el pináculo de las cúpulas, como ya lo he indicado ántes, i la mazorca de maiz como coronacion i remate, en lugar del piñon antiguo. El embarcadero de los caminos de hierro, el viaducto, el puente, el hotel i otras construcciones que reclaman las necesidades de nuestra época, pueden dar en los Estados Unidos formas arquitectónicas desconocidas en los siglos pasados i que estereotipen un carácter peculiar a cada clase de monumento.

La parte económica del monumento de Washington revela otro de los signos del jenio artístico de los yankees. Levántase aquella obra colosal, por medio de una suscricion popular de solo algunas monedas de cobre por individuo. Así cada año la nacion en masa trae a los piés de la estatua del grande hombre, tipo del bello ideal nacional, un tributo espontáneo de gratitud i alabanza; i en este punto pueden darse por vencidas todas las naciones de la tierra. Todos los monumentos del mundo están amasados con lágrimas e iniquidades; i el mismo San Pedro de Roma, no es gloriam Dei la que enarra, sino la perversidad i las estorsiones de sus ministros. Roma contiene hoi en monumentos, como ahora dos mil años, la sangre i los despojos de la tierra. Versalles, el Escorial, el Arco de l'Etoile, todos los monumentos del mundo protestan contra el despotismo de quien fueron antojo i vanidosa ostentacion. Pero el monumento de Washington es tan puro, como la idea inmortal que representa. Las jeneraciones pueden sucederse embelleciéndolo de año en año por siglos enteros, sin que una idea triste acongoje el ánimo del espectador mas complacido que asombrado. Veinte millones de ciudadanos, felices hoi, mañana ciento, consagran una ínfima parte de su trabajo a solemnizar el mas noble i el mas grande los recuerdos históricos, la personificacion de la dignidad moral mas alta que se haya ofrecido a la especie humana. ¿Qué es Napoleon mirado desde esa altura? El último i el mas sublime de los bandidos que han asolado la tierra i cubiértola de cadáveres, para poner su orgullo en lucha con la obra de la perfeccion social que destruyó con la república. ¿Qué es Washington sepultado al lado de su mujer en un oscuro i solitario rincon de la casa que habitó? El jenio de la humanidad moderna, el principio de una era que asoma, i que ya deja   —471→   marcado al mundo el camino de justicia, de igualdad i de trabajo laborioso que seguirá.

Deben decorar el interior del monumento de Washington, piedras e inscripciones enviadas por todos los Estados de la Union, las ciudades i las corporaciones, i sociedades científicas, filantrópicas, i aun industriales58. Aquel sistema de contribucion popular i espontánea para la realizacion de un pensamiento nacional, constituye, a mi juicio, la muestra mas clara de la existencia de un sentimiento artístico nacional. No sé si hai en Europa pueblos que en masa se apasionen por la realizacion de una idea, si no son los franceses de cierta clase, i lo que ha hecho en la edad media el catolicismo, por medio de las corporaciones de artesanos. Pero en los Estados Unidos, si este sentimiento no está del todo desenvuelto en la masa de la nacion, léjos de morir como el bello espíritu cristiano de la edad media, está en jérmen apénas, i toma cada dia formas mas aparentes. No hai ciudad de alguna importancia que no tenga en los Estados Unidos su rudimento de museo, en que están bárbaramente mezcladas obras del arte, curiosidades traidas por los navegantes, objetos de historia natural, i aun representaciones grotescas de escenas ocurridas en los mares u otros puntos i que han preocupado al público. Estas colecciones se enseñan al curioso por una retribucion, i aquella retribucion forma un capital que se emplea incesantemente en enriquecer, embellecer i completar las colecciones para excitar mas i mas la curiosidad. Durante mi permanencia en Nueva York, estaba en exhibicion una bellísima estatua en mármol de Carrara, ejecutada en Roma por Poper, jóven artista norteamericano de rara habilidad. La estatua representaba una cautiva jeorjiana, no siendo mas que una Vénus con cadenas. Era acaso la vez primera que los puritanos veían espuesta una de esas bellas desnudeces femeniles con que tanto se famillariza uno, ennobleciéndose el pudor, en los museos de Italia i de Francia. Los primeros dias hubo grande escándalo; pero concluyeron al fin las gazmoñas por levantar los ojos i habituarse a contemplar la beldad artística en aquel espejo de mármol. El resultado fué que la esposicion de la estatua produjo en algunos meses algunos miles para el artista, i que agotada la curiosidad de Nueva York, la estatua tomó el camino de hierro, i fué de ciudad en ciudad exhibiéndose a los ojos rudos del pueblo, i reuniendo   —472→   en cambio de sorpresas, cuchicheos i admiraciones de los espectadores, sendos pesos fuertes; por manera que el artista obtuvo en recompensa de su talento, mas que lo que Cánova u Horace Vernet obtuvieron nunca, por sus mas afamados capi d'ópera. Estas costumbres i esta ovacion popular prometen al arte americano estímulos mas poderosos, gloria mas retumbante que la que los reyes de la tierra han podido conceder jamas, gastando en fomentar las bellas artes rentas que no son suyas, i que arrancan para sus placeres al sudor de los pueblos. No es esta una paradoja; háse comprobado ya que los gastos que hacen por suscriciones gratuitas en Norte América los ciudadanos i aun las señoras para costear los trabajos de los astrónomos de Cincinnati, exceden en mucho a las rentas acordadas por el gobierno inglés para los mismos fines. No está, pues, léjos el dia en que los grandes artistas europeos vengan tras del lucro a pasear por los Estados Unidos sus obras maestras, recojiendo pesos a millares miéntras el gusto nacional se educa, i mas tarde codiciando la ovacion que al talento haga un pueblo, juez competente ya en materia de arte. Las cantatrices i bailarinas célebres empiezan a mostrar el camino que mas tarde seguirán los pintores i los estatuarios. Tan jenial es aquella ambulancia del arte en Norte América, que no hace muchos años hubo un teatro magnífico, construido sobre un buque que iba dando funciones a ambas márgenes de un rio, a medida que llegaba a una villa o ciudad de consideracion.

Tienen los norteamericanos costumbres públicas i privadas que se prestarian al desarrollo de las artes. La vida afanosa que llevan i la excitacion de los negocios los fuerza a viajar continuamente, mostrando cierta necesidad de emociones, de ver i de ajitarse, que los lleva en romería a la cascada de Niágara, a los lagos i a las ciudades de la costa. Esta parte antigua de la Union ejerce sobre la poblacion del interior una grande influencia moral, como que allí está el centro del movimiento intelijente i mercantil, el contacto mas inmediato con las otras naciones, i la sede del gobierno; i como todas las familias del interior son orijinarias de los antiguos Estados, los ojos se vuelven siempre hácia la patria primitiva, embelleciendo los recuerdos, la carencia de los goces a que los padres estuvieron habituados.

Washington, la capital nominal de la Union, aprovechará sin duda en un porvenir próximo de estas disposiciones del espíritu nacional, si el Capitolio, el Museo de Inventos i el   —473→   monumento elevado a Washington, hubiesen de ser acompañados por otras atracciones que hiciesen al fin de la capital un centro de espectáculos que muevan la curiosidad de los viajeros i despierten el nacionalismo. Residencia de los Senadores, ministros i altos funcionarios como asimismo de los representantes de las otras naciones, Washington podria embellecer sus veladas con la ópera, i las artes dramáticas i coreográficas si las ideas relijiosas no opusiesen a ello fuertes obstáculos.

Añádese a esto que el sentimiento de unidad, de centralizacion, i de direccion, lucha con desventaja contra la enerjía individual i local, base de la organizacion política de aquel pais, i resultado del espíritu protestante. No conozco hecho en contrario, si no es el Board de Educacion de Massechusetts, que ha logrado al fin sobreponerse a las resistencias i espontaneidad local en materia de enseñanza, imprimiendo una impulsion científica i sistemada a la educacion jeneral del Estado. ¿Podria estenderse esta influencia sobre toda la Union partiendo de un centro único i oficial? Si tal sucediera, lo que es obra del tiempo, diríase que se obraba una revolucion radical en la vida de aquel pueblo. El movimiento de mejora i sistema en la educacion primaria principió en Boston; Nueva York, Maine i los demas Estados, hasta los del Oeste, pusiéronse luego en movimiento; pero cada uno de por sí, adoptando variantes i aplicaciones, segun lo aconsejaba la direccion impresa a la opinion. Es posible que aquellos Estados lleguen a tener al fin una lejislacion idéntica, sin ser por eso comun, ni ligada a un centro jeneral. La civilizacion i el poder de los Estados Unidos es igual a la suma de la civilizacion i el poder de los individuos que la componen; pero no es esa suma, representada por el Estado, como nos lo dictan nuestras ideas latinas en materia de gobierno. La estadística, los monumentos, todo se hace por agregaciones parciales; i tal es la idea de la negacion de la personalidad del Estado, que despues de una guerra se venden en pública subasta los buques, los fusiles i los cañones que sirvieron para hacer efectiva la fuerza nacional.

En despecho de todo esto, los americanos han tenido la pretension de honrar un arte nacional, llamando tal a los productos artísticos salidos de injenios americanos. Idea, mezquina para nacion tan cosmopolita, i emigrada de los antiguos pueblos europeos. Los norteamericanos debieran, como nacion, emprender la conquista de los monumentos de   —474→   las artes de Europa. A cada momento se anuncia en Venecia, en Jénova i en Florencia la venta de Museos particulares que cuentan Ticianos, Españolettos Carrachos, i aun Rafaeles. Los franceses han saqueado la España de Murillos, Zurbaranes i Velazquez, i aun la Irlanda se ha enriquecido de bellezas artísticas, miéntras que los cónsules bárbaros de Norte América no sienten siquiera la tentacion de Marcelo al ver las estatuas de Corinto. Cien mil pesos anuales destinados a la adquisicion de las obras de los maestres antiguos i modernos, echarian en los Estados Unidos la base del futuro arte americano. En Francia, cuán adelantada es aquella nacion en las bellas artes, pues lo es mas que la Italia, siéntese la necesidad de trasportar en copia al ménos todos los grandes modelos del arte estranjero. Washington debiera enseñar las imitaciones perfectas i como para servir de escuela, de la Rotunda de Agripa, del Partenon de Aténas, de la Catedral de Ruan, como modelo del gótico, i de media docena mas de edificios célebres. Así se convertiría en capital artística aquella aldea buena para nada, i rebelde al tiempo i al progreso, que agranda i embellece a vista de ojo todas las ciudades americanas; pues Washington no siendo centro comercial, ni naciendo el movimiento político de su seno, adonde viene por el contrario desde afuera, está condenada a no ser nunca gran cosa, si no se apodera del único principio orgánico que ella puede centralizar, que es la impulsion artística i la concentracion monumental que atrae a un centro comun de vanidad, de gloria i de veneracion.

Hai ya un establecimiento en Washington, i que atrae las miradas de toda la nacion, el cual es visitado diariamente como escuela nacional. La Oficina de Patentes encierra en un museo de modelos la historia de los progresos que las artes industriales han hecho desde su creacion. Trece mil quinientas veinte i tres patentes por invenciones i mejoras se habian otorgado hasta 1844, perteneciendo al año de 1843 quinientas treinta i una. En este ramo de la actividad intelijente del país han procedido, como debieran proceder en todo lo que tiene relacion con la cultura, a saber: importando primero, plajiando, saqueando a las otras naciones para enriquecer de datos su espíritu, i obrar despues. Los resultados no se han hecho aguardar. De un estracto del informe sobre esportacion de máquinas hecho en 1841 ante la Cámara de los Comunes en Inglaterra resulta que preguntado el informante si la Inglaterra debe de una manera notable a los estranjeros invenciones   —475→   en maquinaria, fué respondido: «podria decir que la mayor parte le los nuevos inventos últimamente introducidos en las fábricas de este pais, vienen de afuera; pero necesito hacer comprender que no son mejoras en máquinas, sino inventos enteramente nuevos. Hai ciertamente muchos perfeccionamientos emanados de este pais, pero temo que la mayoría de las invenciones realmente nuevas, esto es, ideas nuevas enteramente en la aplicacion de ciertos procedimientos, por máquinas nuevas, o por medios nuevos, traen su oríjen de afuera, i principalmente de América».

Esta confesion de la Inglaterra de su esterilidad en la maquinaria, i de la invasora fecundidad de su jóven rival, es el grito lúgubre de los náufragos que saben que no hai socorro posible. Norte América invade hoi al mundo, no ya con productos e inventos, sino con injenieros, artífices i maquinistas que van a enseñar las artes de producir mucho a poca costa, osarlo todo i realizar maravillas.

He insistido en aquel estraño atraso artístico, fruto de preocupaciones heredadas, porque no solo en las artes útiles, sino en los trabajos de la intelijencia los norte-americanos empiezan a tomar una posicion propia. Conoce Ud. a Cooper, a Washington Irving, a Prescott, a Bancroff i Sparks, como historiadores de primer órden de las cosas americanas, osando algunos de ellos emprender la aclaracion de algunos episodios de la historia europea; pero aun es grande el número de escritores de renombre que han tratado las cuestiones especulativas de filosofía, economía, política i teolojía. Baste decir que en doce años hasta 1842, se han publicado ciento seis obras orijinales sobre biografía; ciento dieziocho sobre jeografía e historia americana; noventa i una sobre lo mismo con respecto a otros paises, diez i nueve de filosofía; ciento tres de poesías; i ciento quince de novelas, miéntras que casi en el mismo tiempo trescientas ochenta i dos obras orijinales americanas habían sido reimpresas en Inglaterra, i aceptadas por aquel público mismo que veinte años ántes preguntaba por boca de una revista: ¿quién lee libros americanos? Oradores i estadistas como Everett, Webster, Calloum, Clay, los poseen iguales solo en la Francia i la Inglaterra, siendo de notar que el brillo en los trabajos históricos i en la elocuencia, empieza a ser como en Francia, escalon que conduce al poder i a la influencia sobre la opinion pública. Los viajeros, los naturalistas, arqueólogos de cosas americanas, jeólogos i astrónomos que emprenden enriquecer i aun rehacer la ciencia,   —476→   abundan comparativamente, mostrando por los resultados que obtienen en sus trabajos, que están mucho mas adelantados que lo que la Europa hubiera creido, a no tener a cada momento que aceptarlos.

Diráme Ud. que toda esta reseña de los progresos intelectuales de los americanos no tiene nada de comun con Washington, la desierta capital; pero, ¿dónde colocar estas reminiscencias i cómo darles cuerpo i unidad sí no se inventa un centro a que referirlas?

Mi permanencia en Washington se prolongó de un dia mas sobre el tiempo convenido con Arcos, pues nos habíamos dado cita últimamente, en Harrisburg en el United-States-Hotel, que yo habia señalado como punto de reunion.

Hube de regresarme a Baltimore i de allí tomar el ferrocarril que conduce a aquella ciudad; i no bien hubo llegado a la posta, empecé a inquirirme del United-States-Hotel. ¡Cuál fué mi sorpresa al saber que en Harrisburg no habia hotel con aquel nombre! Como en toda ciudad norteamericana hai uno que lo lleva, yo habia dado a mi futuro compañero de viaje cita al que suponia debia haber en Harrisburg. Con trabajo pude indagar el paradero de Arcos, que había dejado escrito en el libro del hotel de la posta, estas lacónicas palabras, dirijidas a mí: «Lo aguardo en Chamberburg». Asaz mohino i cariacontecido por este contratiempo me dirijí a Chamberburg, donde, despues de recorrer las posadas con inquietud creciente, nadie supo darme noticia de la persona por quien preguntaba, tanto mas cuanto que hablando Arcos el inglés con una rara perfeccion, gangoseándolo por travesura cuando se dirijia a norteamericanos, nadie, ni los mismos que habian hablado con él, me daba noticia del jóven español por quien yo preguntaba en un inglés que hacia estremecer las fibras a los pobres yankees. Entreteníame aun la esperanza de que estuviese en los alrededores cazando, pues en nuestro programa de viaje entraba una espedicion campestre en los Montes Alleghanies. Al fin supe que habia dejado en la posta una esquela, en quo me repetía lo de Harrisburg: «Lo aguardo en Pittsburg». ¡Malheureux! esclamé yo acongojado. ¡Cincuenta leguas de Chamberburg a Pittsburg, los Alleghanies de por medio, diez pesos de pasaje en la dilijencia, i no cuento sino con tres o cuatro en el bolsillo, suficientes apénas para pagar el hotel en que estoi alojado! Supe, pidiendo detalles circunstanciados sobre la indiscreta partida de mi intanjible precursor, que no habiendo   —477→   asiento en el interior de la dilijencia, se habia metido saco de heno que lleva encima para proveer a los caballos, i que allí debia viajar dos dias i dos noches, impulsado a tanto sacrificio por la inquietud juvenil de una sabandija incapaz de aguantar en un lugar ocho horas, que era la diferencia de tren a tren que nos llevábamos en el camino de hierro. Héme aquí, pues, en el corazon de los Estados Unidos, como quien dice tierra adentro, sin un medio, haciéndome entender a duras penas i rodeado de aquellas caras impasibles i heladas de los americanos. ¡Qué susto i qué aflicciones pasé en Chamberburg! A cada momento llamaba al dueño del hotel i de palabra i por escrito le esponia mi situacion. -Un jóven que va adelante lleva mi dinero, sin saber que yo no traigo el necesario para los gastos de camino. Me piden diez pesos de pasaje en la posta i no tengo sino cuatro para pagar el hotel. Pero tengo algunos objetos de valor intrínseco en mi maleta, i quiero que la posta los retenga hasta que haya cubierto mi pasaje en Pittsburg.- El posadero, al oir esta lamentable historia, se encojia de hombros por toda respuesta. Contaba mis cuitas al maestre de posta i se quedaba mirándome como si no le hubiese dicho nada. Dos dias de continuo suplicio i de desesperacion habian pasado ya, i lo peor era que no habia asiento en la dilijencia, por venir todos contratados desde Filadelfia, como complemento del camino de hierro que termina allí. Al fin me sujirieron escribir a Arcos por el telégrafo eléctrico, lo que hice en cuarenta palabras por valor de cuatro reales, i en los términos mas sentidos. No obstante aquel laconismo telegráfico, «no sea Ud. animal»... era la introduccion de mi misiva, i le contaba lo que por su indiscrecion me sucedia. -¿Dónde está el sujeto a quien se dirije?- En el United-Stades-Hotel, contesté yo, dudando ahora si en Pittsburg habria un hotel de aquel nombre; i para no darme un nuevo chasco, indiqué que se le buscase en todos los hoteles mas aparentes de la ciudad.

Tardaba la respuesta a mi impaciencia i a mi miedo de no dar con aquel calavera, i no despegaba los ojos de la maquinita que con golpecillos redoblados indicaba a cada momento el paso de misivas a otros puntos, i que no se anotaban allí, por no venir precedidas de la palabra Chamberburg i la señal preventiva i convencional para llamar la atencion del oficinista. Voi a preguntar me dijo; i tocando a su vez su aparate, se sucedieron los golpecillos, con cuya mayor o menor duracion trazaba el punzon magnetizado a cincuenta leguas   —478→   la pregunta que se hacia desde Chamberburg. -¿Qué hai del jóven Arcos que se mandó buscar?...I un momento despues... señal de atencion a Chamberburg... Contestan, me dijo el oficinista, acercándose al aparato; i el punzon de Chamberburg trazaba sus puntos sobre la tira de papel que el cilindro va desarrollando poco a poco. ¡Qué hubiera dado por leer yo mismo aquellos caractéres que consisten en puntos i líneas, obrados por la presion en la superficie blanca del papel. Concluida la operacion, tomó la tira de papel i leyó: «No se le encuentra en ninguna parte. Se ha mandado de nuevo a buscarlo». -Dos horas despues nueva interrogacion, nuevo martirio de aguardar un sí o un nó de que dependia el sosiego o la desesperacion, i nuevo i definitivo... no hai tal individuo...!

Quedé punto ménos que si me hubiese caído un rayo. Entónces, interesándose en mi suerte i haciendo conjeturas el hostelero, nombró a Filadelfia. ¡Cómo Filadelfia! le interrumpí yo; es en Pittsburg donde está Arcos i donde han debido buscarlo. -Acabaremos, me respondió; como es en Filadelfia donde se paga la dilijencia, el oficinista del telégrafo ha creido que es allí a donde Ud. recomienda que le tomen pasaje; but no matter, voi a correjir el error; i dirijiéndose a la puerta se detuvo, i señalando a la oficina me dijo: ya cerraron, hasta mañana a las ocho... Las grandes pasiones del ánimo no pueden desahogarse sino en el idioma patrio, i aunque el inglés tiene un pasable godman para casos especiales, preferí el español que es tan rotundo i sonoro para lanzar un ahullido de rabia. Los yankees están poco habituados a las manifestaciones de las pasiones meridionales, i el huésped, oyéndome maldecir con excitacion profunda en idioma estraño, me miró espantado; i haciéndome seña con la mano, como para que me detuviera un momento ántes de morderlos a todos o suicidarme, salió corriendo a la calle, en busca sin duda de algun alguacil para que me aprehendiese. ¡Esto solo me faltaba ya! i aquella idea me volvió repentinamente la compostura que en mi afliccion habia perdido por un momento. Minutos despues volvió a entrar acompañado de un sujeto que traía la pluma a la oreja i que con frialdad me preguntó en inglés primero, en frances en seguida, i luego alguna palabra en español, la causa de mi turbacion, de que lo habia instruido el posadero. Contéle en breves palabras lo que me pasaba, indiquéle mi procedencia i destino, suplicándole intercediese en la posta para que se tomase mi reloj i   —479→   otros objetos en rehenes hasta haber satisfecho en Pittsburg el pasaje. El individuo aquel me escuchó sin que un músculo de su fisonomía impasible se moviese, i cuando hube acabado de hablar, me dijo en frances: -Señor, lo único que puedo hacer... (¡Qué introduccion! me dije yo para mi coleto i tragando saliva)... lo único que puedo hacer es pagar el hotel i el pasaje de Ud. hasta Pittsburg, a condicion de que llegado Ud. a aquella ciudad, haga abonar en el Merchants-Manufactory-bank, en cuenta de Lesley i Ca. de Chamberburg, la cantidad que Ud. crea necesario anticiparle aquí.- Tuve necesidad de tomar una larga aspiracion de aire para responderle: pero, señor, gracias; pero Ud. no me conoce, i si puedo darle alguna garantía... -No vale la pena; personas en la situacion de Ud., señor, no engañan nunca; i diciendo estas palabras se despidió de mí hasta mas tarde. Comíme en seguida un real de manzanas, pues que hambre era lo que habia despertado la serie de emociones porque habia pasado durante tres dias. Aproveché la tarde en recorrer la ciudad i alrededores; necesitaba caminar, ajitar mis miembros para creerme i sentirme dueño de mí mismo. En la primera noche se me apareció mi ánjel custodio, cargado de libros; traíame un tomo de Quevedo, otro del Tasso en italiano i uno o dos mamotretos en frances para que me distrajese. Consagróme algunos momentos hablando alternativamente en español i en frances; díjome que conocia el latin i el griego, inquirióse sobre algunos detalles de mi viaje i me deseó buena noche al retirarse.

Al siguiente dia volvió i me dió cuatro billetes de a cinco pesos, no obstante mi empeño de devolverle uno por innecesario; i como ya se retirase, regresó diciéndome casi ruborizado: Ud. me perdono señor, pero se me ha quedado otro billete en el bolsillo que ruego a Ud. agregue a los anteriores. Este hombre habia excedido mas de la suma que yo habia indicado, porque en resumidas cuentas yo solo necesitaba diez pesos. Comprendí el sentimiento delicado que lo impulsaba e hice una débil resistencia a recibirlo, aceptándolo con cordialidad.

La dilijencia partió al fin, i yo volví a mi estado de quietud de ánimo ordinaria, complaciéndome de haber tenido ocasión, aunque tan penosa para mí, de dar lugar a manifestacion tan noble i simpática como aquella del caballero Lesley. La noche sobrevino, apareció la luna plácida en el horizonte, i la dilijencia empezó a remontar pausadamente los montes   —480→   Alleghanies. Cuando habíamos llegado a la parte mas elevada, bajaron algunos pasajeros, i una voz de mujer dijo en frances dentro de la dilijencia: bajen a ver el paisaje que es bellísimo. Aprovechéme de la indicacion, descendí tras los otros, i pude gozar en efecto de uno de los espectáculos mas bellos i apacibles de la naturaleza. Los montes Alleghanies están cubiertos hasta la cima de un frondosa i espesa vejetacion; las copas de los árboles de las lomadas inferiores, iluminadas de lo alto por los rayos de la luna, presentaban el aspecto de un mar nebuloso i azulado, que por el cambio continuo del espectador iba desarrollando sus olas silenciosas i oscuras, sintiéndose, sin embargo, aquella escitacion que causa en el ánimo la vista de objetos que se conocen i comprenden, pero que no pueden discernirse bien, porque el órgano no alcanza o la luz es incierta i vagarosa.

Al llegar a una posada despues de habernos recojido a nuestro vehículo, la misma voz dijo, siempre en frances: aquí se desciende a tomar algo, porque marcharemos toda la noche sin parar. Bajé yo, en consecuencia, i presentándose a la puerta una señora, ofrecíala la mano para que se apoyase. Volvimos a poco a tomar nuestros asientos, continuóse el viaje, i empezaba a sentir somnolencia, cuando la misma voz de ántes, i que era la de la señora aquella, me dijo con timidez: creo, señor, que Ud. se ha visto en algunas dificultades. -¡Yo! no, señora, contestéle perentoriamente, i la conversacion terminó ahí; pero miéntras yo recapacitaba sobre esta pregunta, la señora añadió con visibles muestras de turbacion, Ud. me dispense, señor, si le he hecho una pregunta indiscreta, pero esta mañana en Chamberburg, me hallaba por casualidad en una pieza, desde donde no pude dejar de oir lo que contaba Ud. a un caballero.- En efecto, señora, pero Ud. supo sin duda que todo quedó allanado. -I ¿qué piensa Ud. hacer, señor, si no encontrase a su compañero en Pittsburg?- Me asusta Ud., señora, con su pregunta. No he pensado en ello, i tiemblo de sospechar que tal cosa sea posible. Me volveria a Nueva York o a Washington donde tengo conocidos. -¿I por qué no continuaria su viaje adelante?- ¿Cómo he de engolfarme en un pais desconocido, señora, sin fondos?- Le decia a Ud. esto, porque mi casa está cinco leguas mas acá de Nueva Orleans, i deseaba ofrecérsela a Ud. Desde allí puede Ud. tomar noticia de su amigo; i si no lo encontrase, escribir a su pais i aguardar a que le manden lo que necesita. -La noble accion de Mr. Lesley habia, segun   —481→   lo visto, sido contajiosa. Aquella señora lo habia oido todo, i queria a su vez completar la obra. Esta reflexion me vino ántes, tocado como estaba por el buen proceder, de otra a que, su sexo podria haber dado pretesto; la señora me dijo en seguida, acaso para responder a la posibilidad de una sospecha, que hacia seis semanas que acababa de perder a su marido, i que iba a poner órden en los negocios de su casa de Orleans. Acompañábala una hijita de nueve años i ambas vistian luto completo. Era la madre, pues, i no la mujer, la que ofrecia el asilo doméstico a un desconocido que debia tambien tener madre; i obedeciendo a esta idea que santificaba la oferta i la aceptacion, traté en adelante a la señora con ménos reserva, seguro, sin embargo, de que no llegaria el caso por ella previsto.

Llegamos a Pittsburg, i la señora me hizo prevenir que partia por un vapor i que si aceptaba su ofrecimiento fuese a tomar pasaje en el mismo vapor. Salí a buscar a Arcos en el United States-Hotel; porque ¿dónde habia de encontrarlo sino allí? Afortunadamente para mí habia en efecto en Pittsburg un hotel de los Estados Unidos, donde encontré a mi Arcos, que a la sazon escribia en los diarios un aviso, previniéndome su paradero i justificándose de lo que ya empezaba a sentir por mi demora, que habia sido una niñería. Venia dispuesto a reconvenirlo amigable, pero seriamente; mas me puso una cara tan cómicamente angustiada al verme, que hube de soltar la risa i tenderle la mano. Salimos juntos inmediatamente, i contándole mi historia en el camino nos dirijimos al vapor Martha Washington en que habia tomado pasaje la señora, a fin de darla las gracias i prevenirla de mi hallazgo, para que no partiese con el temor de que quedase yo aislado. En efecto, no bien hube puesto el pié en la espaciosa cámara del buque, cuando del estremo opuesto, levantóse la señora que habia estado en acecho aguardándome, i dirijiéndose hácia mí con disimulo, finjió darme la mano para pasarme ocultamente un bolsillo de oro. Presentéle sin aceptarlo la buena pieza que me acompañaba i que habia ocasionado todas aquellas trajedias, i ambos la dimos un millon de gracias por su solicitud; i como si la ingratitud fuera la recompensa de tan desinteresado proceder, he olvidado su nombre habiéndonos separado en Cincinnati para no volvernos a ver mas.



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ArribaCincinnati

De Pittsburg, que no tuve tiempo de examinar, el vapor por 5 pesos lleva al viajero a Cincinnati cuatrocientas cincuenta i cinco millas Ohio abajo. El magnífico rio da nombre al Estado, si bien principia a ser navegado desde la Pensilvania. Otra vez he hablado de la riqueza de aquel suelo privilejiado, dónde sobre lechos inconmensurables de carbon bituminoso, se estienden llanuras de bosques i de cultivo, accidentadas por montes que esconden el hierro en sus flancos, i de cuyas faldas fluyen canales como el Ohio que se liga al Missisipi i sus afluentes, i somete un mundo al alcance de sus manufacturas.

Para darle noticia del progreso asombroso del estado del Ohio, debo principiar por el sicut erat in principio, es decir, el aspecto del pais ayer no mas. Este estado se estiende unas 40000 millas cuadradas desde la márjen del Ohio hasta el lago Erie, al norte. La arte sur i este del terreno es llano i fertilísimo; el resto, accidentado de montículos, encierra valles hermosos, sábanas, pantanos, i terreno quebrado. La cantidad de tierras arables se reputa en 35000 millas, el resto es la parte cenagosa, quebrada o estéril. Hasta 1840 la parte labrada no pasaba de 12000 millas. El primer establecimiento se hizo en 1788 en Marieta. La poblacion cristiana se presentó en Estado en 1802, en número de 50000 habitantes. En 1810 habia aumentado a 230760; en 1820, a 937679; i en 1840, a mas de un millon i medio. Hoi tiene mas de dos millones. No soi yo ahora quien hace esta comparacion. Copio de un librejo. «Dícese que el territorio de los Estados Unidos es un noveno o cuando mas un octavo de la parte del continente colonizado por los españoles. Sin embargo, en todas aquellas vastas rejiones conquistadas por Cortes i Pizarro no pasan de dos millones de habitantes de sangre pura española, de manera que no sobrepasan en mucho en número a la poblacion del Ohio en medio siglo, i quedan mui atras en riqueza i en civilizacion». Si la observacion no es del todo exacta el aumento de poblacion de la América española desde aquella época es sin duda infinitamente inferior. Méjico i la República Arjentina han disminuido el número de sus habitantes; bien es verdad que es artículo orgánico de la constitucion   —483→   política de los nuevos estados sudamericanos ignorar siempre cuántos bípedos habitan el pais. Nuestros gobiernos sabrán un dia oficialmente cuántas estrellas hai en el cielo, como los niños traviesos suelen deshojar una rosa para saber cuántos pétalos tiene; pero es saber cuál es el número de habitantes de su pais, ¡fi donc! Un gobierno descender ¡a tan mezquinos detalles! Toda la organizacion norteamericana reposa en el censo decenal i en el catastro de la propiedad; i hai reglas para calcular cada dia el aumento de poblacion, i sus resultados tienen certeza administrativa. El censo de 1850 está calculado en veinte i dos millones59; el de 1860 en veintinueve; el de 70 en treinta i ocho millones; el de 80 en cincuenta millones; el de 1890 en sesenta i tres millones, i el de 1900 en ochenta millones. Habrá error quizá en un pico de diez o veinte millones de mas.

El valor de los productos del Ohio ascendió en 1840 a circun circa de veinte millones de duros, entre los cuales figuraban cinco millones de cecinas i animales domésticos, i cinco millones de artículos manufacturados. Como la poblacion de aquel Estado es aproximativamente la que se e atribuye a Chile (porque la verdad es un secreto que Dios se reserva entre los inescrutables de su política a lui) juzgará Ud. que Chile ha debido producir veinte millones, todos los años que hace que está teniendo millon i medio de habitantes. Es verdad que no contentos los habitantes del Ohio con las facilidades que les ofrece su rio, han abierto siete canales navegables que penetran en el pais, los cuales producian de beneficio ochenta i ocho mil pesos en 1843, i ciento setenta i dos mil seiscientos cincuenta i nueve en 1844, esto es, el doble del año anterior, lo que prueba que la cantidad de productos habia doblado de un año a otro.

Este Estado está poblado jeneralmente por los nuevos inmigrantes compuestos de alemanes, irlandeses i otras naciones. Estos labradores aumentan en número todos los dias, i forman una mayoría sobre los yankees pur sang, de donde resulta que les ganan siempre las elecciones, unidos los estranjeros de oríjen al partido demócrata. Esto desespera a los puritanos, pues que siendo por lo jeneral mui ignorantes los europeos, i en gran número católicos de Irlanda, lo que no constituye una patente de sapiencia, se oponen a todas las mejoras útiles, i se niegan a contribuir para escuelas, canales,   —484→   caminos, mostrando la mayor indiferencia por la llegada de cartas i periódicos, «al mismo tiempo, dice un autor, que están siempre dispuestos a dar sus votos a los demagogos, que estarian prontos a hundir el pais en la mas violenta carrera de cambios políticos». Esta coincidencia con ciertos paises que nosotros conocemos, me hace creer que cuánto mas ignorante i ménos dispuesto a promover las mejoras útiles, es un pueblo, mas aspira a cambios políticos, como aquellos animales despeados que dejan el camino trillado por mejorar, i se meten en la pedrazon i en los derrumbaderos.

Para azuzar a estos demócratas indisciplinados hai la Stump oratory, así llamada por la ocurrencia de algun candidato popular de treparse al copa de un árbol para dirijirse a su rudo auditorio. Un viajero inglés refiere en estos términos el discurso que le tuvo uno de estos personajes. «Un labrador que entró en el coche en Worcerter, habló con vehemencia contra la nueva tarifa, que dijo, sacrificaba los agricultores del oeste a los manufacturos de Nueva Inglaterra, quienes querian forzarlos a comprar sus efectos hechizos, miéntras que las materias primeras de Ohio i del oeste estaban escluidas del mercado de Inglaterra. Elejióme las ventajas de que gozaban en los Estados Unidos, compadeciéndose de la masa el pueblo inglés, privada de sus derechos políticos, i espuestos a la opresion i tiranía del rico. Con la mira de distraerlo le dije que un dia ántes habia visto en la ciudad de Columbus, a un ministro predicando en idioma welche ante una congregacion de trescientas personas; que estos i otros pobres labradores irlandeses i alemanes eran ignorantes de las leyes e instituciones norteamericanas, i personas sin educacion alguna, i que ¿cómo se les habia de permitir influir i dominar en las elecciones como sabia que lo acababan de hacer en el Ohio? Sobre este tópico me espetó una oracion, cuyo tema fué la igualdad de derechos de todos los hombres, la division que algunos querian establecer entre los antiguos i los nuevos plantadores, la buena política de recibir a los inmigrantes cuando la poblacion era escasa, la ventaja de las escuelas comunales, i últimamente el mal de dotar universidades, que dijo son «un nido de aristócratas».

Este odio popular contra las universidades no quita que haya, i mui bien dotada, una universidad en Atenas, otra en Oxford, otra en Willoughly; siete colejios en varias otras ciudades; varios institutos teolójicos; setenta i cinco academias, i cinco mil doscientas escuelas.

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La ciudad principal de este Estado es Cincinnati, cuya poblacion es de cincuenta mil habitantes, i está situada en la abertura de un valle delicioso formado por colinas que van ascendiendo suavemente hasta la altura de trescientos piés, enseñando en sus flancos grupos de árboles i aun manchas de bosque. La ciudad está situada en dos terraplenes uno mas alto que el otro quince a veinte varas. En el desembarcadero la playa está cubierta de losas hasta la parte mas baja del rio, i hai muelles cuya superficie sube i baja con la marea. Las calles están sombreadas de árboles i mui bien pobladas de edificios. Sus comunicaciones con el interior las facilitan canales que la ligan con el lago Erie i el canal Wabasch. Hai ademas ferrocarriles, caminos macadamizados i vecinales. El canal Whitewater se estiende 70 millas al interior. Como es bueno saber lo que puede hacerse en treinta años, recordaré a usted que esta ciudad fue reconocida tal en 1819 i fundada aldea en 1789. De su puerto parte un vapor diario para Pittsburg, i otros para San Luis, Nueva Orleans rio abajo, tambien diariamente. Dilijencias hacen la travesía entre las vecinas ciudades en todas direcciones. Hai cuarenta iglesias, un teatro, un museo, una oficina de venta de tierras del Estado, cuatro mercados, i un consistorio. La ciudad se suple de agua del rio, levantada por poderosas máquinas de vapor.

Pero lo que mas distingue a Cincinnati son el crecido número de sociedades literarias, científicas i filantrópicas, de las cuales haré a Ud. breve mencion, tanto mas que en adelante me abstendré de entrar en estos detalles. Me complazco en enumerar los elementos que entran en la composicion i en la vida de la sociedad americana, aun en estos Estados de ayer, porque la comparacion puede ser para nuestros compatriotas una útil enseñanza. Un viajero inglés, Robertson60 hablando de corrientes i entre rios, en la República Arjentina dice: «me espanta al contemplar estos bellos paises, considerar lo que han dejado de hacer los españoles en tres siglos». La idea es sublime i profunda. ¡Lo que no han hecho en tres siglos! Espanta en efecto. El colejio de Cincinnati fundado en 1819 tiene excelentes tierras i un hermoso edificio en el centro de la ciudad. El colejio de Woodward i el de San Javier, fundado por los católicos, i el seminario presbiteriano tienen dieziseis mil volúmenes en sus bibliotecas, dotacion i profesores correspondientes a los ramos de enseñanza. El colejio   —486→   de medicina del Ohio, fundado en 1825, posee hermosos edificios, i está bajo la direccion de un consejo de directores; tiene dos mil volúmenes i aparatos completos de anatomía, anatomía comparada, cirurjía química i materia médica. El colejio de jurisprudencia está relacionado con el de Cincinnati. El instituto de mecánica fué creado en 1829 para instruccion de mecánicos, i da cursos de artes i ciencias; posee importantes aparatos de física i química, una biblioteca i un salon de lectura. En una de sus salas se reune la Academia Occidental de ciencias naturales; en otro salon se tiene una feria anual para fomento de las artes i de las manufacturas. Una escuela normal para instruccion de maestros fué establecida en 1821. La biblioteca mercantil para jóvenes dependientes tiene un salon de lectura i dos mil volúmenes. La biblioteca de aprendices cuenta mayor número de volúmenes. Hai dos asilos católicos, el asilo para huérfanos i una casa de pobres. Los establecimientos que no son sostenidos por asociaciones espontáneas, costéalos el Estado con rentas especiales cobradas para el objeto. En materia de rentas de escuelas la lei obliga a contribuir al sosten de las que existen, aun a aquellos pobladores que están diseminados entre los bosques. Los poseedores de vastas estensiones de territorio desierto están ademas obligados a contribuir a todas las cargas del Estado, i cuando están ausentes i atrasados en el pago, el sheriff toma una porcion de terreno i la vende en pública subasta. De este modo la lei cuida de que los propietarios ricos no monopolicen la tierra, esperando sin cultivarla aprovechar del valor accesorio i progresivo que le va dando el tiempo. La ocupacion de este pais empezó desde las márjenes del Ohio hácia el norte. Cuando se terminó el canal del Erie, que ponia en comunicacion el Ohio con los lagos, el Hudson, Nueva York i el Atlántico; otro movimiento de poblacion comenzó a invadir desde el lago Erie hácia el sud, quedando un inmenso bosque en el centro para dar colocacion sucesiva a las jeneraciones venideras, pues la prevision de la lei de hacer pagar su parte de impuesto a los poseedores, hace que pocos quieran hacer la adquisicion, si no es con el ánimo de trabajarlas inmediatamente.

Cincinnati es el emporio de la esplotacion de los cerdos, i hai una clase de la sociedad a quien dan el apodo de la aristocracia de los puercos, por haberse enriquecido con esta industria. Anualmente se salan en los saladeros de Cincinnati doscientos mil puercos, i llegada la estacion de la cosecha,   —487→   puéblanse los establos de madera de los alrededores i acuden de toda la Union los compradores de manteca, jamones, etc. Apénas es posible creer a qué sumas enormes da oríjen esta industria. Lo mas notable es que en Cincinnati los puercos viven por millares en las calles sin propietario particular. Los vecinos toman uno para engordar en sus casas, los niños se montan en ellos si los logran cojer, i la policía manda matarlos cuando se propagan demasiado. Cincinnati es, pues, el pais donde se amarran perros con longanizas i no se las comen.

Cuatro o cinco dias pasamos con Arcos en Cincinnati dejándonos llevar por el placer de recorrer sus calles i alrededores, visitar su museo, i holgarnos en el far niente del turista. En Cincinnati fué donde Arcos viendo a un pacífico yankee que leia su biblia, sentado a la puerta de su tendejon, se paró delante de él, le sacó de la boca el cigarro que fumaba, prendió el suyo, volvió a metérselo, i siguió su camino sin que el buen hombre hubiese levantado la vista, ni hecho otro movimiento que abrir la boca para que le ensartaran el cigarro. Paciencia, hermano, en cambio de alguna impertinencia vuestra.

Embarcámonos en un vapor de grandes dimensiones i el tercero que descendia el Mississipi desde que se tuvo noticia me habian ya cesado los estragos de la fiebre amarilla, periódica en Nueva Orleans, en el verano. De Cincinnati a aquella ciudad hai 1548 millas, que se hacen en once dias de navegacion de vapor, marchando de dia i de noche sin otros intervalos que los necesarios para cargar leña o cambiar pasajeros en las ciudades i embarcaderos del litoral. Cuatro comidas abundantes i opíparas se sirven, contando con el lunch; i viaje, comida i servicio de once dias cuesta ¡quince pesos! algo ménos que lo que se pagaria por vivir el mismo tiempo en un hotel.

Poco diré a Ud. de las ciudades a cuyos puertos i muelles va sucesivamente atracando el vapor en el trayecto, pues que en ninguna permanecimos lo suficiente para conservar ni aun reminiscencia distinta de ella. Marieta, Luisville, Roma, Cairo, se suceden de dia en dia, hasta que el pais bárbaro, el Far West empieza, i la escena recobra su carácter agreste i semisalvaje.

El viaje del Mississipi es uno de los mas bellos i que mas duraderos i mas plácidos recuerdos me haya dejado. El majestuoso rio desciende ondulando blandamente por el seno del valle mas grande que existe en la tierra. La escena cambia a   —488→   cada ondulacion, i el ancho moderado del mas grande de los rios permite que la vista alcance en esta i la otra ribera a calar por entre la sombría enramada de los bosques, i esparcirse en las sábanas i aberturas que hace la vejetacion mayor de vez en cuando. El encuentro de un vapor es un incidente deseado, por la proximidad i rapidez del pasaje, miéntras que la vista cae desde lo alto de las galerías del palacio flotante, sobre una escuadra de angadas que descienden a merced de la corriente cargadas de carbon de piedra; vése mas allá un falte o mercachifle que va en su buquecillo de vela, vendiendo en detalle por las vecinas aldeas sus chismes i baratijas. Descender a las ciudades i aldeas adonde el vapor toca, correr por las calles, meternos en una mina, curiosearlo todo, comprar manzanas i bizcochos, con el oido atento a la campana que anuncia la próxima partida, era regalada i codiciada variante que no dejábamos de añadir a nuestras emociones, como nunca dejábamos de saltar sobre un barranco, ganar el bosque i correr un rato, miéntras el vapor estaba cargando leña para quemar en sus hogueras.

Arcos, que habia principiado nuestra asociacion con una niñada, se propuso en aquellos dias conquistar mi afecto, haciendo ostentacion de cuanto salero i jovialidad hai en su carácter, alimentados por un inagotable repertorio de cuentos absurdos, ridículos, eróticos, tales cuales solo sabe atesorar la juventud calavera de Paris o de Madrid. Ibamos con esto de zambra i fiesta permanente, a punto de ser conocidos i notados por trescientos pasajeros del vapor.

Servíase a bordo la mesa tres veces para dar abasto a tan crecido número de comensales, i como todos se atropellasen para tomar asiento en la primera, nos quedamos el segundo dia para la segunda, la que dejamos el tercero para estar a nuestras anchas, hasta que al fin nos arreglamos a comer en la cuarta con los criados, en lo que nos iba perfectamente, prolongando la sobremesa los dos solos por horas como lo habríamos hecho en el Astot hotel Gustáronnos las melazas que los primeros dias nos sirvieron de postre, i como faltasen el quinto, reclamamos pidiendo la presencia de las melazas; razon por la que un mozo descendia corriendo en los desembarcaderos a comprarla en los bodegones vecinos, «para los señores españoles que se enferman, decia, si no comen melazas». Hablábamos recio en español en la mesa, i reíamos con tal desenfado que atraíamos en torno nuestro un círculo de huasos ya hartos, a vernos comer, gozándose en nuestro inestinguible   —489→   buen humor. Una mañana Arcos la emprendió con un bonazo de ministro protestante. -Señor le decia, de qué profesion es Ud.?-Presbiteriano, señor. -Dígame, ¿cuáles son los dogmas especiales de esta creencia?- I el padre procedia bondadosamente a satisfacerlo. -Pero Ud. señor, le decia, Arcos con aire convencido, i como si ambos estuvieran de intelijencia, Ud. ¡no cree nada de eso por supuesto! Es Ud. demasiado sensato para poner fe en esas bromas.- Las facciones del infeliz sometido a tortura semejante, se contraian como cuando nos pisan un callo. El buen clérigo se ponia de todos colores, i medio indignado, medio suplicante hacia profesion de fe solemne de su creencia. Pero el implacable i serio burlon le replicaba con un aplomo imperturbable: -¡Comprendo, comprendo! Ud. predica i sostiene ante el público esas doctrinas; vive Ud. de ello y la dignidad de su carácter así lo exije; pero aquí entre nosotros, vamos; yo se lo que hai en plata.

Otra vez estaba rodeado de un grupo de yankees horripilados de oirlo, i levantando mas i mas la voz, para que el escándalo fuese mayor. -Gobierno, decia, es ¡el del Emperador de Rusia! ¡Eso si que es un gobierno! Cuando un jeneral delinque o desagrada a su soberano, ¡se le desatan los calzones i se le dan quinientos azotes! ¡Pero estas repúblicas! esto es un escándalo i un desorden. ¿Qué significan vuestras elecciones; i qué sabe Ud. ni Ud., añadia, dirijiéndose a este o a el otro de sus auditores espantados, lo que conviene al estado; cuándo debe hacerse la guerra, i cuándo la paz? Al pueblo solo le toca pagar los gastos de la corte del soberano, que gobierna por derecho divino...

I esto dicho con una seriedad i una afectacion de estar de ello convencido, que aquellos hombres se hacian cruces de oirlo; i pasada la tormenta se lo señalaban unos a otros, mostrándolo como a un animal estraño, un ruso o un loco peligroso. Todo esto para reir despues i alimentar la francachela. ¿No se le antoja una vez persuadir a una cuarentona llena de colgajos i de colorete que yo en sobrino de Abd-el-Kader que viajaba incógnito, favoreciendo esta broma la circunstancia de ser el único en aquellos parajes que llevara la barba entera i la birreta griega? Habíala ya medio persuadido, hablábame en español para que ella creyese que era el árabe, exajerando el sonido de la j, i se empeñaba en que me pusiese albornoz para completar el chasco.

Mas tarde me mostró este jóven la parte seria de su carácter, que no es ménos notable por el buen sentido que lo caracteriza,   —490→   a lo que se añade mucho trato de la sociedad i la rara habilidad de revestir las formas populares en lenguaje i porte, cualidades que, con su instruccion en materias económicas, lo harian un jóven espectable si supiese dominar las impaciencias de un espíritu impresionable que no contienen ideas fijas i sentimientos de moralidad teórica, aunque su conducta sea regular. Necesito añadir estas rectificaciones por temor de que sin ellas hiciese pasar plaza de truan en mi narracion a un compañero de viaje que me acompañó cuatro meses i me prestó amigables servicios.

La vecindad de Nueva Orleans se deja presentir por alteraciones visibles en la materia de la cultura i por la forma de los edificios. Divísanse haciendas, i en ellas líneas de casuchas de madera de la misma forma i capacidad todas, mostrando que el libre albedrío no ha presidido a su construccion. La tierra está dividida en lotes mas grandes; la poblacion rural aislada desaparece, i las raras habitaciones que de cuando en cuando se presentan, asumen formas i estension que acusan la presencia de una aristocracia campestre. Aquellas casitas iguales son, en efecto, las habitaciones de los esclavos, i las grandes a que se arriman, las mansiones de los señores amos. Esta es la aristocracia de las balas de algodon i de las bolsas de azúcar, fruto del sudor de los esclavos. ¡Ah! ¡la esclavatura, la llaga profunda i la fístula incurable que amenaza gangrenar el cuerpo robusto de la Union! ¡Qué fatal error fué el de Washington i de los grandes filósofos que hicieron la declaracion de los derechos del hombre, el dejar a los plantadores del sud sus esclavos; ¿i por qué rara fatalidad los Estados Unidos, que en la práctica han realizado los últimos progresos del sentimiento de igualdad i de caridad, están condenados a dar las postreras batallas contra la injusticia antigua de hombre a hombre, vencida ya en todo el resto de la tierra?

La esclavatura de los Estados Unidos es hoi una cuestion sin solucion posible; son cuatro millones de negros, i dentro de veinte años serán ocho. Rescatados, ¿quién paga los mil millones de pesos que valen? Libertos, ¿qué se hace con esta raza negra odiada por la raza blanca? En tiempo de Washington i treinta años despues, el cinismo de la teoría no venia a justificar en el ánimo de los amos la codicia de la práctica; pero hoi la esclavatura esta apoyada en doctrina, porque se ha hecho el alma de la sociedad que la esplota. Entónces era mas reducido el número de esclavos, i por tanto mas   —491→   cancelable económica i numéricamente. Miéntras tanto la esclavatura tiene en los estados yankees jenuinos, i éstos son los mas ricos, poblados i numerosos, antagonistas implacables, fanáticos. El espíritu puritano de igualdad i de justicia se eleva en el norte a la altura de un sentimiento relijioso. Abominan de ella como de una lepra i de una mancha que deshonra a la Union, i en su ardor predican la cruzada contra los réprobos que esplotan la abyeccion de una raza maldecida.

Echámosles en cara a los norteamericanos su perpetuacion. ¡Dios mio! Vale tanto como aflijir i humillar las canas del padre virtuoso, echándole en cara los desmanes de su hijo pródigo. La esclavatura es una vejetacion parásita que la colonizacion inglesa ha dejado pegada al árbol frondoso de las libertades americanas. No se atrevieron a arrancarla de raiz cuando podaron el árbol, dejando al tiempo que la matase, i la parásita ha crecido i amenaza desgajar el árbol entero.

Los estados libres son superiores en número i riqueza a los estados de esclavos. En el congreso, en las leyes no conquistará la esclavatura un palmo de terreno mas al norte de la línea que el hecho existente se ha trazado. Si la guerra sobreviene, ¿los negros irán a batirse con los blancos para evitar que les quiten sus cadenas? ¿Los amos formarán ejércitos para guardar sus esclavos? La separacion en estados libres i en estados esclavos, tan cacareada por los estados del sud, traeria la desaparicion de la esclavatura. ¿Pero adónde irian cuatro millones de libertos? Hé aquí un nudo gordiano que la espada no puede cortar i que llena de sombras lúgubres el porvenir tan claro i radioso sin eso de la Union Americana. Ni avanzar ni retroceder pueden; i miéntras tanto la raza negra pulula, se desenvuelve, se civiliza i crece. ¡Una guerra de razas para dentro de un siglo, guerra de esterminio, o una nacion negra atrasada i vil, al lado de otra blanca la mas poderosa i culta de la tierra!

Desde Pittsburg hasta Nueva Orleans habíamos atravesado diez estados de los que no entraron en la primitiva federacion. La ciudad de Nueva Orleans es la capital de la Luisiana, orijinariamente francesa i cuya promiscua poblacion se compone hoi de criollos americanos, españoles i franceses. La apariencia de la ciudad desde el puerto es magnífica, i los vapores solo, que están de continuo en sus ancladeros por centenares, bastan para revelar la actividad comercial de sus   —492→   habitantes. Puede decirse que el vapor se inventó para el Mississipi. Antes de su aplicacion a la navegacion fluvial, echaban meses i meses las raras barcas que remontaban los rios, como sucede hoi en el Paraná i Uruguai; los buques de alta mar cruzaban muchos dias en el golfo de Méjico acechando la ocasion favorable de tomar la difícil entrada del caudaloso rio que a muchas leguas de la costa lleva aun su caja en el fondo del mar flanqueada de bancos peligrosísimos. Inventóse, empero, el vapor, i bandadas de remolques remolinean en la embocadura para lanzarse en el golfo, apénas divisan en el lejano horizonte una vela. Millares de vapores recorren el rio arriba, dispersándose hácia todos los rumbos del horizonte, siguiendo las vias acuáticas en que por centenares se subdivide el canal principal a medida que se lo incorporan rios tributarios; i cuando el valle del Mississpi esté ocupado por el hombre, espantará sin duda la masa de productos que vendrá a acumularse en Nueva Orleans, quedando estrecho el canal anchuroso que desde aquella ciudad conduce al golfo para la no interrumpida procesion de buques que han de ir a desparramarse como puñados de granos en la inmensidad del océano, porque el Mississipi es la única salida que ofrece un mundo entero.

Desgraciadamente Nueva Orleans es incurablemente enferma; la fiebre amarilla aparece periódicamente en su recinto todos los años desde tal dia del año, hasta tal otro; mata a los que no huyen del seno de la ciudad, i vuelve a convalecer i restablecer su salud hasta la misma época del año siguiente. A una legua de la ciudad la salubridad es completa, i ni por contajio alcanza aquel azote periódico. Tenia en 1840 ciento dos mil habitantes, número que no aumenta en grandes proporciones, no obstante ser el desembarcadero de la emigracion francesa.

Residimos en Nueva Orleans diez dias hasta contratar pasaje para la Habana, en un malísimo i pestilente buquecillo de vela, que como la falúa del Mediterráneo que me condujo de Mallorca a Arjel, llevaba su carga de cerdos, con el aditamento de tres o cuatro tísicos moribundos, que partian con nosotros camarotes estrechísimos, calientes i llenos de tela de araña. El mundo norteamericano concluia, i principiábamos a sentir con anticipacion las colonias españolas a donde nos dirijíamos.






 
 
FIN DE LOS VIAJES