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[248]

                                                                                                                                            
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Oraciones y Certámenes Poéticos











Hier. de Eustoch.



Chrysolo., Serm. 18.



August., l. 2. Chris. rethor.

     Estas prosas que aquí te ofrezco, no contradicen a la inscripción del libro, pues por invención, por su imitación, y por lo ameno de su estilo, es un poema florido, que como sabe el entendido, no tanto depende este de los números, cuanto de la imitación; y así según la fuerza de esta palabra griega, Poiesis, se llamará: Poema una invención, imitación o asunto, ingeniosamente fabricado con locuciones dulces; y que no le hagan falta los versos, nos lo advierten los Diálogos de Platón y de Lucano, y los Metamorfóseos de Apuleyo, a quien los eruditos califican con nombre de poemas. Que estas oraciones y certámenes, tengan las calidades que pide un poema, las advertirás si las lees con cuidado; que las sentencias, figuras retóricas y elegantes frases, sean flores, no puedes ignorar, y por este florido estilo se dice de los poetas y oradores que respiran flores; que hablan rosas. Por ventura no las razonaba Jerónimo, cuando escribiendo de la Virgen Eustoquio, dijo: Rosa est inter Virginum flores, pyropus Ecclesiæ, hortorum Christi purpura, odarum Zafirus, Aprilis oculus veris, f�ni, naturæ, et castimoniæ pompa. Y para los asuntos que en las oraciones sigue mi maestro de erudición, de elocuencia y humanidad, son más nacidas las flores, que no para la seriedad y gravedad, que pide un púlpito, y un escritor sagrado, como bien y al intento, lo decía el Crisólogo: In hac lectione, quid spiritualis intelligentiæ lateat, si scire volumus, verborum flosculos non quæramus, qui maturitatis fructum quæris, despicit am�na camporum; viole, rosæ, lilia, narcisus, gratia flores, sed gratior pavis. Quod est odornaribus, hoc est auribus sermonis ornatus, quod dat panis vitæ hoc scientia dat saluti, etc. Y que tampoco estas flores se extrañen, aun entre los doctores sagrados, el mismo [249] Crisólogo nos saca del empeño; pues cuando condena este estilo florido y elegancia de palabras, esparce rosas elegantes, irazana flores amenas en todos sus sermones. Y que no sea verdor, ni lozanía viciosa en materias graves, valerse de palabras floridas, lo dijo Augustino, hablando de la elegancia de Cipriano: Non dicuntur ista, nisi mirabiliter affluentissima f�cunditate f�cundiæ, nec floriditate nimia cordatæ gravitati displicent.
     Y si esto se permite, adonde lo serio de los asuntos, lo sagrado de los Temas no piden tanto follaje de palabras, mejor se las concederemos a los argumentos, que aquí se proponen, que por lo ameno de la imitación convidan a que el estilo sea todo flores; que ya Homero atribuyó a ciertos oradores: Vocem lirioessam; voz que esparcía o se deshojaba en lirios, que explicó muy a mi intento Luciano: Oratores Troianorum voces lirioessam immittebant, floridam videlicetquamdam vocem, liria enim appellantur flores. Y que no hable en general de todas, sino también en singular de los lilios, o jacintos, lo asegura el padre Pinto Ramírez de la Compañía de Jesús; porque aquella palabra lyria, se ciñe también a estas especies: Video tamen, quod nemo negaverit lyrium propie, pro quovis genere lyrii capi, maxime pro narciso, qui flos purpureus, et pure pute egenere lyliolum rubentium. Y si por lo bien hablado atribuyó el otro amante a su dama labios de rosas:
 
Græc. Flori. leg. 7, epi. 174.
Virunt me labia rosea, diserte loquentia,
Animam liquefacentia, oris nectarei ianua.
 
Con mayor razón se los atribuiré a mi maestro, de cuyos labios escuché las oraciones que aquí te propongo, no todas las que oró, que no he tenido dicha que llegasen a mis manos, que según las estimo, todas las ofreciera. Muy bien adornaran y esmaltaran este ramillete poético estas víctimas flores de su elocuencia. Ninguna prosa te ofrezco aquí mía, porque ya te deseo dejar paladeado con su dulzura, no quiero que te desazone lo ajado de mi estilo.
[250]  
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Acorde plectro, canora cítara y resonante Lira

a cuyo dulce contacto provoca a las mejores plumas de los más diestros Apolos, sonoros Orfeos y numerosos Anfiones: convida a las más delicadas voces del Coro del as nueve Hermanas, para que en armoniosa competencia con los nueve coros, soberanos ruiseñores, divinas filomenas de la gloria, celebren, festejen y aplaudan con suaves acentos la cítara del encarnado verbo: cuya dulce melodía en el venturoso celestes globos: festivos los arroyos, las flores y plantas, si antes quebrantó grillos de cristal al erizado diciembre, agora gustosos aprisionan de nuevo su libertad al encanto dulce de sus divinas cuerdas.

EXURGE GLORIA MEA, EXURGE PSALTERIUM, et Cithara. Psalm. 56., Vers. 9.

[251]  



Valerian. apud Cart., fol. 67.

Sap., c. 18, v. 14.

Psal. 59, 9.



D. August., hic.

     No en carroza tachonada de luces; en nave si, estofada de resplandores, jarciada de rayos, golfos de zafir, sulcaba el sol en el opuesto hemisferio: Solem non curru, sed navigio uti in suo cursu, atestiguó paradógico el Valeriano; cuando en el nuestro navegaba la luna por piélago de obscuridades: y por no peligrar en tan repetidos escollos de sombras, colgó tantos faroles, cuantos astros encendió el sol a este firmamento. Y cuando se hallaba en medio de su derrota ese bajel de plata: Et nox in suo cursu medium iter haberet; y las encrespadas olas de ese confuso golfo se atendían en leche, y en silencio todas: Cum enim quietum silentium continerent omnia. En la orilla de Belén, desde una gruta, o eminente roca, a quien rendidas besaban el pie sus negras ondas, templó el eterno Apolo, por manos de María Santísima la cítara sonora del encarnado verbo: Exurge gloria mea, exurge Psalterium, et Cithara: para dar una música suavísima a la media noche de este dichoso día; así a los mortales que aún fluctúan mares de penas; como a los bienaventurados, que seguros viven alcázares de glorias: (sonabat superme, dijo Augustino al escuchar tan soberana armonía) ut Psalterium, quia divina operabatur miracula; ut Cithara, quia humana patiebatur tormenta. Resonando ya en consonancias dulces de sus prodigiosos hechos, conque aún al rayar de la vida hizo ostentación de su divinidad; ya en lúgubres acentos de Infantiles quejas, mostrando humano sentir rigores del diciembre duro.
     La suavidad de tan divina cítara, no solamente llega a ser halago del sentido; pero de tal manera pasa a regalar el alma, que agasajadas de su dulzura las pasiones todas deponen lo bruto, desarman lo fiero. Y la cítara de Orfeo, obligaba suave, atraía dulce a las fieras de los bosques, a los pesados riscos, [252] y las mesmas selvas; refrenaba a los vientos y era canora rémora al furioso despeño de las aguas:
            
Hunc referunt duros lapides, et fulmina cantu,
Apolon., lib. 1. Argonaut. Detenuisse suæ captos dulcedine vocis,
Silvestres fagos inter confinia terræ
Threiciæ, quæ nunc frondent, vestigia cantus
Illius esse ferunt, quas secum adduxerat Orpheus,
Vertice Pierio Citharæ dulcedine, et artis.
 
Engaños son estos, que acreditó la ceguedad gentílica, no ya delirios, evidencias ciertas persuade lo prodigioso de tan alta cítara. �Oh cuántos duros guijarros el encanto dulce de su armonía transformó en hijos a Abrahán! Toscos peñascos desbastó su destreza, pulió su melodía, para que fuesen mejor, que en los tebanos muros, vistosos sillares del eminente alcázar de su iglesia.
 
Horat. in Arte. Dictus est Amphion Thebanæ conditor arcis:
Saxa movere sono testitudinis.
 



Isai. 11, v. 6.



D. Bernard., tract. de Pass., c. 8.

Intratables fieras, que habitaban esas incultas selvas del mundo, retiraban esas obscuras grutas de el siglo, redujo a vida política, y atrajo al redil sagrado de su Iglesia: Habitavit lupus cum agno, et pardus cum hædo accubabit, vitilus, et leo, et ovis simul morabuntur, et puer parvulus minabit eos. Rigiéndolas este tierno infante con el misterioso cayado que ya desde entonces gobernaban cual cetro sus delicadas manos, cargaban como imperio sus tiernos hombros; y para conducirlas más festivas, transforma en cítara ese cruzado leño, cuyas resonantes cuerdas fueron coyundas amorosas, que sujetaron su cerviz altiva: Cithara tibi factus est sponsus (cantó Bernardo, dulce en la voz, en el candor nieve, en todo Cisne) Cruce habente formam Ligni, corpore autem vicem supplente cordarum per ligni planitiem ex tensarum. [253]









Clement. Alexandr. de exortat. ad Gentes inicio.
     Si antes robles incultos, hayas silvestres vivían esos bosques en el mundo, a la apariencia sólo vegetables, ya racionales plantas pueblan jardín de más aseo, fomentadas de benigno cielo, cultivadas de mejor mano, lisonjeadas de más divinos cristales. Y si sonoros arroyos, que a quebrantos más de sus guijas, que de sus gorjeos, se lisonjean músicos de plata; y convidados de los amenos campos, halagados de la aparente beldad de las flores, que a tropas muraban sus orillas, sin meditar al riesgo, veloces corrían al precipicio; el contacto de tan divinas cuerdas fue éxtasi armónico, pihuela dulce, rienda suave que refrenó su curso, excusó su despeño. Corrió cortinas a engaños de el idólatra Clemente el alejandrino; y penetrando lince entre las gentílicas sombras, la luz de esta verdad acreditó metamorfosis tan raros, sólo de tan divina cítara, de tan sagrado Orfeo: Orpheus cantu feras redebat mansuetas; hæc est fabulæ Græca: solus meus Cantor, id est, Christus difficillimas feras homines mansuefecit; feras, et lapides ipse, o Cælestis cantus in homines transformat.


L. Reg., c. 16, 23.
     Si así triunfo en la fiereza humana acorde de esta lira, mejor avasalló la rebeldía, supeditó la arrogancia del infierno todo, al pulsar diestro nuestro David Divino, tirados hilos de plata de su Humanidad Sagrada: Quandocumque tollebat David Citharam, et percutiebat manu sua, recedebat enim ab eo spiritus melus.


Basil. Seleuc., orat. 14.
     Contrapunteó agudo en tanta Lira Basilio el de Seleucia; y al rasgar su pluma sus canoras cuerdas, se suspendió el oído a estas dulces consonancias: Lyræ melos, veluti telum iaciebatur in dæmonem, quis audivit trophæum cantibus exitatum? A arpones de melodía, a dardos de dulzura rindió a tanto obstinado ángel, confesando ya humilde su caudillo soberbio tan ilustre vitoria, celebrando, a su pesar, a las primeras luces de tan infante Sol, de tan tierno Apolo este glorioso trofeo:
[254]
Me puer Hebræus, Divos Deus esse gubernans
Nicephor., lib. 1, cap. 17. Celere sede iubet, tristemque redire subor cum
Aris ego de hinc tacitus abscedite nostris.
 


Luc. 2, 14.
Y si los espíritus rebeldes gimieron tristes a su melodía; alegres se regocijaron todos los coros angélicos, pues al pulsar tan soberana cítara, repartidos en dos bellas tropas, entonaron créditos gloriosos de la suprema Deidad, seguridades de nuestra achacosa mortalidad: Gloria in excelsis Deo, et in terra pax hominibus. Trinando los Cisnes de la gloria, desde esas supremas Esferas en facistoles de zafir tan misterioso himno; si en atriles de esmeraldas le repetían dulces, sucediéndose en los propios acentos las filomenas de ese empíreo, que poblaban las campañas venturosas de Belén: y compitiéndose diestras tan delicadas voces, terminaban a un tiempo tanta armonía en dulces suspensiones, en regalados quiebros: Angeli laudabant Deo in Cælis, laudabant etiam in terra; cum hæc multitudo Cælestis militiæ in terris apparuerit. Así de la eminencia del Carmelo cantó dulce un ruiseñor sagrado.




D. Bernard.
     No solamente los ángeles, los hombres también acompañaron las voces, mezclaron los gorjeos con tan divinos cantores; los príncipes del Parnaso digo, aquellos, que en su sagrada eminencia merecieron coronarse del laurel sagrado, por monarcas de las musas. Quién sino la pluma de Bernardo pudo escalar tanto monte, modular tan dulcemente. O si quis haberet oculos apertus! Videret procul dubio, quem admodum præveniunt Principes coniuncti psalentibus; videret quo tripudio intersunt Angeli canentibus.










Luc. ibidem.
     Pero veamos, cuál ha de ser el ingenioso asunto, el motete agudo, la canción dulce, que se ha poner en punto al temple de tan divina lira. El mesmo Cristo; pues no sólo sirve el nacido Infante de sonoro instrumento para tan dulces consonancias (61); pero también es el poema heroico, el galante lema, para que sirva de alma a la cifra más airosa de [255] el Apolo más diestro. Oigamos entre los primores del cantor rey segundo contrapunto a este cítara Sagrada: Exurge gloria mea, exurge Psalterium, et Cythara. El hebreo. Exurge carmen meum, sive canticum meum. A este pues poema heroico, a este divinizado asunto, convoca dulce, desafía galante, provoca ingenioso el celeste coro, a los más diestros Orfeos, a los Homeros más altos, a los Virgilios más graves, a los Marciales más agudos, a los Góngoras más cultos, a los López más fáciles, a los Garcilasos más afectuosos. Pero si este escuadrón gallardo de tanto espíritu Angélico les publica guerra en los campos del Parnaso, en las Campañas de Helicona: Facta est cum Angelo multitudo militiæ Cælestiis; como al oído les ofrece en acentos dulces la paz: Et in terra pax hominibus? Muy bien se dan las manos, es guerra de sabios, es batalla de entendidos, es combate de espíritus, que en la paz se coronan de glorias, se ciñen de triunfos, conseguidos a puntas de conceptos, a saetas de agudezas, a dardos de afectos, a luchas amorosas de ingenio. Aquí en tan soberana lira, se concuerdan alientos tan opuestos, se conforman consonancias tan encontradas; alternando en tanto Campión excelso, en tanto ilustre combatiente, ya el horror de Belona, ya la paz de Minerva, con impulsos más vivos que pudo la cítara de el otro famoso músico en su emperador troyano; pues al herir lo grave de sus cuerdas embrazan osados el rojo escudo: al resonar lo suave de sus consonancias, enarbolan alegres la vistosa oliva, coronando a un tiempo el sangriento yelmo de Palas, con lo pacífico de sus hojas.










Psalm. 48.
     Atendamos ya al mayor cantor, al músico rey, al Apolo de Sión, al Orfeo de Israel, que convoca a que escuchen todos las consonancias dulces de tan divina cítara, la armónica competencia de tan alta lira en los poemas, que ceñidos a sus cifras han de resonar dulces; en los enigmas que ajustados a su temple han de suspender graves; en las glosas, que concordes a su Solfa, han de alegrar sonoras. Y cortesano, no despide al rudo, aunque tan pobre, del opulento [256] tesoro de la sabiduría, igualmente le convida, como el sabio, que atesora rico la inexhausta vena de las ciencias: y a uno y otro llama a que atiendan, como discantan en tan sonora cítara, como despuntan en tan sagrada lira; y como se ajustan al pulsar de sus resonantes cuerdas tantos cisnes de más suaves voces, que escucharon las corrientes del Caistro; tantos ruiseñores, que bebieron métricos cristales de Hipocrene; y tantas y tan festivas plumas del Parnaso: Audite hæc omnes gentes, auribus percipite omnes, qui habitatis orbem: simul in unum dives, et pauper, aperiam in cithara propositionem meam.


Bernard., tract. de Pass., c. 8.





Ecclesiast. 24, v. 5.

     Y pues ya es tiempo, que con David en lo afectuoso desta mi cítara, disponga los asuntos, propositiones meas; proponga los enigmas, aperiam in cithara enigmata mea. Siendo siete las cuerdas que componen sonora a la más acorde cítara: Observa diligenter, (el cisne que otras veces) septem chordas habet cithara, cantat tibi, ludit tibi, et audiendum in vitat. Y halla Macrobio, por ser siete los planetas, halló que esa celeste esfera era una acordada cítara, que al pulsar la cuarta cuerda de ese mayor planeta, resonaban lucidas las otras seis, que la componen (62) admirable. Por ceñirme mejor a tan misterioso número, ajustarme a tan acordes acentos, compongo también de siete consonancias esta festiva cítara, consagrada a glorias de la divina cítara del encarnado verbo. Los músicos, que agudos quisieron discantar las ternezas de este infante, estudien en ella lo armónico de su cifra, busquen los retirados puntos de su solfa: Laudemus Viros gloriosos; in pueristia requirentes modos Musicos. A este convido con el Eclesiástico; y con Apolo, padre de las musas, presidente de este monte de dos simas, aseguro aventajados lauros a los que más diestros con lo sonoro (63) de sus plumas, y claro de sus ingenios, pulsar dulcemente tan acordada cítara: volando lo heroico de sus poemas en las alas del Pegaso, mejor que en las de la fama, por esas diáfanas regiones, hasta colocarse en la eminente cumbre de el Parnaso; adonde el coro de las nueve hermanas, en sus [257] bien templadas cítaras, aplaudan su glorioso nombre.
 
 
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Consonancia primera



Psalm. 59, 9.



Psalm. 23, n. 8.

     No sólo fue Cristo acorde cítara en su Natividad Sagrada; también la escuchó David sonora lira en su ascensión gloriosa: Exurge Psalterium; et Cythara. En una y otra ocasión oigo angélicas voces, que a su resonar dulce entonan festivos himnos. El Marcial más agudo, que en un epigrama, que ni exceda del sexto dístico, ni descaezca de el quinto, desenvolviere el misterio, diere la razón; porque en el Nacimiento se celebra la paz: Et in terra pax hominibus; y en la Ascensión solamente se aclama el triunfo, sea plaude el trofeo: Quis est iste Rex gloriæ? Dominus fortis, et potens, Dominus potens in prælio: siendo como es la paz, efecto de la victoria; y por esto debían aquellos divinos cantores anteponer los aplausos desta, siguiéndose después más oportunas las aclamaciones de esotra. Tendrá por mejor premio, el que más sutil despuntare, la gloria de haber dado en el blanco del Misterio.
 
 
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Consonancia segunda

     Dispuso ingenioso Zazinto filósofo pitagórico, una pirámide, con tal arte, que por cualquiera parte que se mirase, tenía su orden de cuerdas; representando por las tres frentes en que se dividía tres bien acordadas cítaras: y siendo un sólo el instrumento, y una la mano, que por una artificiosa rueda la regía, se escuchan a un tiempo tres consonancias tan diversas, que el más advertido juzgaría, eran tres cítaras distintas, pulsadas de tres manos, rasgadas de tres pumas. [258]







Isai. 3, 6.
     El Lope, pues, que con menos violencia ciñere la siguiente redondilla en metro de cuatro décimas, ajustando a Jesús, a María y Josef estas tres cítaras unidas a esta misteriosa pirámide; descubriendo también, que todas tres sonasen conformes en tan alto Sacramento. O si no discurra, como se pudo llegar a expresar el Misterio de la Trinidad Sagrada, adonde sólo se descubren menguas de la naturaleza humana, sin rastro a los mortales ojos de la majestad humana, sin rastro a los mortales ojos de la Majestad Divina; acomodando a uno y otro asunto aquel soberano himno, que concordes trinaban aquellos Serafines de Isaías: Et clamabant alter ad alterum, Sanctus, Sanctus, Sanctus. Tendrá el que mejor se ciñere, por escogido premio de su destreza, un célebre víctor del más ingenioso Apolo.
 
                    Si es una la mano, y pluma,
                    Tres Cítaras al oído,
                    �Podrá ceñir un sentido,
                    Tanto acento a breve suma?
 
 
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Consonancia tercera

     Tan prodigiosa en sus efectos, tan sombrosa en sus acentos fue la cítara de Orfeo, que juzgando a la tierra por indigno lugar de su soberanía, la colocaron los Antiguos por luciente astro de ese cielo; así en la suya la celebró Manilio.
 
          Et Lyra deductis per Cælum cornibus inter
Manil.           sydera conspicitur, qua quondam c�perat Orphæus,
          Omne quod attingerat cantu.
 








Gregor. Nisen. im Cathena.
Y si antes era sólo suspensión del oído, agora llega a ser gustosa ocupación de dos sentidos, pues si suspende a rayos, si se escucha a resplandores, es también norte seguro de la más atenta vista. El Virgilio que con [259] mejor tino en diez y seis versos hexámetros, combinare esta cítara convertida en astro, con la estrella de los Magos, y en ella descubriere la cítara del encarnado verbo, que no solamente llegó a ser la vista norte seguro para su derrota; pero sus canoros rayos fueron lucida instrucción al oído, gloriosa iluminación al alma de la divina alteza, que así pudo conducir tres monarcas. Ponderando, como esta luz al mesmo tiempo que se ve, se escucha; y en ocasión que llama a los ojos, instruye tan bien a los oídos: y saliendo de la esfera a que le ciñó la naturaleza, usurpa más dilatados términos a su capacidad: Lucis ullius (bien al intento Niseno, aunque habla de otra luz) velut in duorum obiecta sensuum divisa, ut in oculos splendore radiorum, sic in auditum immortale dogmatum insonabat. Y si quisiere mudar de idioma y pasar al castellano, y gustare de ponderar en un soneto, lo prodigioso desta cítara, transformada en Astro; cuyos rayos se escuchan aun cuando se miran, se ha de ajustar a estos consonantes forzados: -lira; luciente; fuente; gira. -Apira; obediente, sapiente, inspira. -Flamante; discante. -artificio, propicio. -Acento, Argumento.
 
 
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Consonancia cuarta





Apocal. 14, n. 1.
     Flores fueron los inocentes de tan corto alentar, que la mesma cuna que les arrulló a la aurora de la vida; esa mesma les sirvió funesta tumba a su breve ocaso; y que fuesen ciento y cuarenta y cuatro mil, sentencia hay que lo asegura, fundados, en que a este número se extendían aquellos, que alegres seguían al cordero en el sagrado Monte de Sión: Et Agnus stabat supra montem Sio, et cum eo centum quadraginta quatuor millia. Y aunque no me ajusto a este discurso por tan dilatado, es digno de aplauso por [260] lo recóndito de su Misterio: y en el que tropieza mi curiosidad, es que la voz que escuchó el Evangelista deste numeroso coro, aunque una, resonaba tan diversamente varia, que ya se escuchaba como tropel confuso de muchas aguas; ya asombraba como temeroso estallido de la más bien reforzada bombarda de las nubes; y al mesmo tiempo recreaba, como acorde música de muchas cítaras: Et audivi vocem de Cælo, tanquam vocem aquarum multarum, et tanquam vocem tonitrui magni, et vocem, quam audivi, sicut citharedorum citharizantium in citharis suis. El Ovidio que en diez dísticos de una elegía, o el Garcilaso, que en ocho liras discantare mejor, que el horroroso trueno de la sentencia de Herodes contra tantas vidas Inocentes; el tropel confuso de las aguas de las lágrimas, llantos y quejas de las madres, fueron regalada música de cítaras para el regocijado día de el Nacimiento de Cristo; tendrá por realzado premio de su decir, un subido aplauso del más bien intencionado.
 
 
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Consonancia quinta







Luc. 14.
     Cítara de la felicidad llamó un discreto a la voluntad, porque no suenan bien las dichas, cuanto no las elige esta potencia; las más prósperas fortunas suelen hacer música enfadosa al alma, si la voluntad no las templa; y los más deshechos pesares resuenan suavemente al corazón, cuando la voluntad lleva el compás; las penas amadas, son glorias; y las glorias no queridas, son penas: así, que todo el gobierno de la dicha, nace del temple de la voluntad. Esta aplaudieron los Ángeles en el día que celebramos la cítara del Encarnado Verbo: Et in terra pax hominibus bonæ volintatis; porque se entienda, que la voluntad humana, y la divina son dos cítaras, que templadas a un punto, resuenan a un tiempo con las mesmas [261] consonancias; el que emulando a la ninfa Safo en cinco estrofas de sus versos, o el Montalbán más sutil, que en cuatro décimas ajustare mejor las iguales correspondencias destas dos cítaras, para los hombres y las glorias por no apetecidas, son penas para Dios: conceptuando también cuan disonante es la música entre la voluntad humana y divina, si resonando esta lúgubre, sobresale esta otra festiva; si pulsando esta afectuosa, disuena esa otra desdeñosa.
 
 
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Consonancia sexta



3. Reg., c. 19, 8. Según la versión de los 70.
     En el seno obscuro de una gruta se hallaba el celador profeta, esperando la grandeza de la Majestad Suprema, precedió lo furioso del viento, lo ardiente del fuego; pero no apeteció el Señor por pías de su Sagrada carroza; ni lo fogoso deste elemento, ni lo arrebatado de esotro: sólo fió sus deidad de una blanda marea, de un Favonio apacible: Venit sibi luz auræ tenuis, et ibi Dominus. Por aquel blando Céfiro, cuyas alas sirvieron de peana a su grandeza, entiende Ruperto la venida de Cristo en carne: el parafastre Caldeo trasladó: Vox canentium in silentio: en lugar de sibilus aure tenuis. El Góngora, pues, que con más agudos conceptos en un romance de diez y seis copias moralizare, que estos cantores fuesen los humildes pastores, que a las consonancias de tan divina cítara festejaron en silencio la divinidad abatida; contraponiéndolos a los soberbios escribas y fariseos, si segurados en el fuego, y deshecho el viento de quienes no quiso el Señor ser adorados: y pasando adelante con el discurso, pondere también, como deshecho los eminentes palacios de los príncipes, escogió para depósito de su grandeza humilde cueva de Belén, figurada en ese otra de Elías: tendrá por lucida recompensa de su desempeño, lo plausible de la admiración de el mayor amigo. [262]
 
 
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Consonancia séptima

     No solamente los racionales merecieron gozar de la acorde armonía de tan suave cítara; pero también obtuvieron esta dicha los mesmos brutos; pues el buey y el jumento la atendieron suspensos. El ingenio de mejor aire, que en un poema de bureo, o en un juguete de entretenimiento ajustare los rebuznos del Asno y el silencio del Buey, sin que disuenen de tan alta cítara; tendrá por premio de su gracejo la risa del que mejor quisiere celebrarle. Y si su ingenio por humilde asqueare el asunto; pondere el amarte lo último deste Niño Dios para con el hombre, pues bajando de el abrigo, y claustro de su Eterno Padre y glorias de todo un Empíreo, se viene a la medida noche al mundo, en lo más sañudo del diciembre, sin reparar en lo rígido de sus nieves, en lo desabrido de sus vientos, por dar aquellas horas una música en una choza a la Lía asquerosa, y sea de la naturaleza humana; dejando la Raquel hermosa de los espíritus angélicos en el palacio de la gloria. Pídese se haga a este enamorado infante una sátira a lo divino, o se le de un capelo a lo religioso. No se señala metro, cada uno siga el que su espíritu le inspirare.
     Y porque desearás otro ejemplar, que por distinto rumbo que el pasado, te advierta entendido; doy este segundo, que aunque no es del mesmo ingenio, a pocas líneas declarará lo hidalgo de su origen. [263]
 
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Teatro alegre del Reconocimiento Angélico, y Canción heroica

cuando la rodilla por el suelo y el pecho al aire, vio el mundo la mejor adoración de nueve coros, ministros de fuego, que en un pesebre festejaron a Dios hecho Niño por el hombre.

 
     Ni la priesa buscó aseo, ni la brevedad aparato: aveces el desaliño es gala, y la tez nativa mejor color. Si no fuese nuestro descuido tan de sueño hubiera prevenido el festejo el mandato, y la alegría tuviera aliento, y sin violencia se llamara la musa aun desperdicio. Mas ya que nuestra disculpa no es remedio, a lo menos la obediencia no es el daño. Vaya así.











Mach. 4, 2.

Sap. 18, 14.





Paul ad Hebr. 1.

     Ya otra vez, cuando dio la Omnipotencia el primer parto, en que por primeras hechuras se estrenó el pincel, o por primeras piezas se fundó el metal, brotó de un golpe tanta belleza, que puso casi al número en confusión; y casi al lugar en estrechura: ni las luces del cielo tuvieron más lindas envidias; ni el campo vio flores vivientes de más razón, que aquel prado de angélicas hermosuras, a quienes para principio de [264] su afecto les dieron en la vista con el anuncio. Clavaron con la rodilla la lealtad ante aquel verbo, que ya tan de lejos le miraban hombre. Pasaron las esferas de los siglos, y vino rodando la felicidad a los nuestros. No hay fin dilatado que no llegue, ni palabra divina que no se cumpla; y como la prosperidad entre el delirio se desvanece; así la miseria entre la paciencia se deshace: entre una, y otra congoja va la dicha, la cual suele aveces ser tan veloz que se previene al deseo, y aun casi a la esperanza se anticipa. Estaba el mundo tan dormido, que aun bostezo no permitía a la salud; y entonces entre las alas de la clemencia venía apresurada la medicina: Nam sanitas in pennis eius. Fue la noche señoreada de más hidalga luz, que la vida: Cum enim medium silentium continerent omnia, et noz in suo cursu medium iter haberet, Omnipotens sermo tuus ex liens de Cælo a regalibus sedibus durus debelator in medium es terminii terram prosi livit. Aquí fue donde la alegría puso el resto, y la admiración se llevó el pasmo; en ver arderse un portal en amores, el pesebre en dichas, la sombra en luces, en armonías la noche, y aquella choza hospedando en una cuna humilde la majestad. Aquí también fue donde segunda vez inclinó el cielo voluntariamente la cerviz, cuando a señas de la palabra no fue violenta la adoración, diciendo Pablo ad Hebr. 1: Et cum iterum introducit primogenitum in orbem terræ dicit, et adorent eum omnes Angeli eius. Viose en esto casi ociosa la citación, porque donde el ánimo suspira al vasallaje, la misma voluntad es el precepto. Vino pues el cielo colgado de sus amores, y toda aquella milicia de nueve coros, que en los primeros momentos del ser dio todo el ingenio al desafío, y al amor para el triunfo: ahora entre las pajas se arrojan, o por las telarañas se entapizan: y como mariposas dando cercos a la beldad, quieren sacrificarse entre la grama, por abrigar con todos sus afectos la mantilla, et adorent eum omnes Angeli eius. Las nueve Jerarquías fueron de alarde, como en otro tiempo nueve musas, su semblante es [265] el motivo, su dignidad el asunto; donde si quisiéremos dar un rato al alegría, no tendrá el gozo al escarmiento; porque los gozos de Dios, ni padecen sobresalto, ni se asustan con el recelo.
 
 
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Certamen primero

     Quien ofreció las primicias del festejo, fue el Serafín más alto, aquel que se acrisola de puro, y se pone precio de fino; aquel todo alas para abatirse, porque es todo ascuas para encenderse; aquel todo presteza en obediencia, porque es todo afecto a la ejecución. Vino el primero, que fue una voz para su fuego aquel eco de la divina llama: y era el caso, que otra deuda en plata se recompensa, mas el amor en sola la voluntad se paga, por eso le pusieron: Ardens, et incendens. Explícase allí el divino amor con tal incendio, que lo que llevó más la atención, es que no se quemase la paja, puesto que se ardió el mayor diciembre en la Noruega. Dígame una glosa sutil: �Cuál fue la causa de nacer Dios amor en noche helada, si acaso tiritase el fuego entre la nieve? O �por qué venía para encender, y se ayudó de la escarcha para abrasar? o por acrecentar el afecto con la antiparístasis del agravio, que a vista de la ingratitud se acrisola al beneficio. Tendrá por premio la mejor, un subido aplauso, discurriendo en estos consonantes.
 
                 Si fuego trae; �por qué al hielo
                    ofrece su amor? dirás,
                    que en nieve se enciende: y mas
                    si es amor fuego del Cielo.
 
 
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Certamen segundo







Abacuc 3.

D. Paschas.

     Después de la salva de el primer Espíritu se dio el Querubín al ofrecimiento. Preciose humildemente de discreto, porque nunca fue altivamente entendido; la mayor Sabiduría es la que se engaza con humildad; que lo que entre soberanías se desvanece, [266] o entre vapores exhala, o por las eminencias se despeña: sino es, que revienta de hinchazón, la que sólo se alimentó del viento. Mucho el Querubín en lo alto de méritos; pero en el portal halló una escuela de desengaños, o una Cátedra de formar remedios; allí toda la razón de Dios entre los animales, y libró su conocimiento en conversar con las bestias, según aquello de Abacuc 3: In medio duorum animalium cognosceris. Discurra libremente un Soneto, que es la causa de la Sabiduría de Dios, se hizo carne, o se puso en pesebre, o se vio entre bestias. Quizá porque la razón del hombre se hizo carne, por hacer a la carne una razón: Et Verbum caro factum est, ut caro proficerit in Deum Verbum. Decía Pascasio; o quizá, porque no halló hombres, sino animales: que quien pierde la razón, mucho tiene de ser bestia: y si quisiere algún alentado este pies para glosar el soneto, concluya así: La más alta razón entre animales.
 
 
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Certamen tercero











Chrysip. orat. 2, Deip.
     A este punto vinieron los tronos con la peana, porque vieron la majestad en corta silla; mas echaron de ver, que no le faltaba a Dios su grandeza, aunque parecía mentir la telaraña: que quien no depende del sitio, nunca le falta el sitial; antes bien aquel que no pudo subir por ser muy alto, vino a hallar escalón a la alteza por abatido, y tuvo nuevas creces en lo más bajo, el que tenía el dosel en la eminencia última. Vinieron, pues, los tronos a darle silla, y hallaron, que sobraban sitiales a donde sólo se descubrían pequeñeces: y era el caso, que como a Dios no hace rico el oro, tampoco le autoriza la peana; que quien tiene de su origen la autoridad, trae consigo la reverencia. Aquí se piden unas décimas de conceptos delicados, que den al discurso este asunto: �Dónde subió Dios más alto, en el pesebre, o en el cielo? Y si no, [267] vaya la musa empeñándose en decir: Si los brazos de María es el teatro de su gloria, que ya nació en la tierra, quiso el Padre que tuviese en la Madre trono del cielo; como sentía en esta sazón Crisipo, orat. 2, Deip.: Iste Thronus porro vere regius, thronus iste gloriosus, Thronus solus dignus, qui Sanctum Sanctorum gestaret in terra.
 
 
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Certamen cuarto



Isai. 16, vers. I.





Isai. 18.

     Ya en pos de los tronos casi no podían detenerse las dominaciones, viendo cumplido el vaticinio de aquel que entre los suspiros se exhalaba, cuando gemía así, Isaiæ 6: Emitte agnum, Domine Dominatorem terræ, de petra deserti ad montem filiæ Sion. Cordero, dijo, por mansedumbre, dominador por valentía; que no hay más valor para reinar, como llegar a ser manso, y más que siempre donde el cetro le formó clemencia, alcanzó el imperio sobre la seguridad el amplitud. Ni hay armas más defensivas, que beneficios, pues se hace inexpugnable fortaleza, mas que de diamante amor, que así decía el estoico: Unum est inexpugnabile munimentum amor civiis; y no mal el trágico: Decet timeri Cæsarem; at plus diligi. �Qué imperio, pues, el de niño tan dilatado! Dominabitur a mari usque ad mare. �Qué triunfo de las fajas! no de joya que vence conquistando la voluntad. Por eso era aquella tan anticipada victoria, Isai. 18: Antequam sciat vocare Patrem suum, et Matrem suam, auferetur fortitudo Damasci. Describía, pues, el ingenio con generosa pluma en canción, o en octava rima, o en el Virgiliano heroico, el imperio dilatado del Niño, o su victoria del mundo por la clemencia; tendrá por premio de su decir la piedad del Señor que nace: Apparuit benignitas, et humanitas Salvatoris nostri Dei. [268]
 
 
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Certamen quinto



D. Bonavest.
     A esto las virtudes eran vecinas, que en el nacimiento de Jesús trasladaron la naturaleza a prodigios, y las leyes a privilegios. Por esto sentía el doctor seráfico: Multis signis, et prodigiis est Christi Nativitas comprobata. Tres soles vio el cielo en aquel día, que ya se deshojaba en luces, porque no ocupase al hombre la ceguedad; que nunca más se necesita de la luz, que para conocer el bien; que el mal con la oscuridad se atina. También corrió un día entero una fuente de olio junto al Tíber, como declarando que aquel nombre tenía por divisa el verterse, porque traía por oficio con suavidad, el penetrarse: Oleum effusum. Florecieron las viñas de Engadi entre la escarcha; que quiso anticipar la delicia, tomando sobre sus labios la molestia. Un círculo vio Augusto César en el Sol, y en medio de su esfera una Virgen y un niño, como notando, que el que rodaba en el portal tenía su casa en el Sol: In Sole posuit. Y no fue menos, que la obscura noche fue más resplandeciente que el ufano día; cumpliose aquello, et nox sicut dies illuminabitur. Pase así, que alguna vez entre penas le darán en la mitad del día con las sombras, pues agora con gozos anda formando de las tinieblas día. Sazonen estos portentos y prodigios, unas cuartetas dobles o un romance señoril, o en unos alcaicos líricos de Horacio, la naturaleza se trasladó a prodigios y la ley a privilegios.
 
 
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Certamen sexto





Luc. 2.
     Llegaban en esto las potestades, aquellas que tienen por oficio ligar o prender al enemigo común, [269] que había andado muy libre, con estar en cárcel, y la verdad sea, que ya se reconocía el efecto, pues el mundo vivía en paz. No gusta el pacífico de la contienda, aunque sea con expectación de mejorarse. Porque donde la concordia es un bien sumo, la discordia es mal inmenso; esto mostró la Canción sonora de la lúcida noche: Gloria in excelsis Deo, et in terra pax. Como que la paz en la tierra sea como gloria en el cielo; pero que es aquella parte de la canción, et facta est cum Angelo multitudo militiæ cælestis laudantium Deum? Es como suele tener sus aceros un coro, hay ejércitos que pelean con cántico; Pero más es, que anunciaba, que la verdadera paz se alcanza con guerra. Venga, pues, aquí una epigrama latina, o española en décima, o soneto, dando a entender que la paz divina requiere guerra: y la mejor poesía tendrá por premio su paz, ganada a punta de lanza.
 
 
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Certamen séptimo

No podían ya detener el paso los principados, aquellos que tienen a su mandar los reinos; y venían casi a dar razón de la presidencia, o arrojar del hombro la prelacía. No hay cruz más afeitada que el gobierno, parece vara o báculo a quien rige, y es guayacán que le abruma. Es una enigma el mandar, que con corteza de el aparato, esconde mil acíbares del oficio. Es un sacramento a lo humano, donde con accidentes de honor encierra a toda la medula de el cuidado, o toda la sustancia de pesadumbre. Parece, que el echaron asombro al niño el peso: que sólo él con su omnipotencia puede llevar la cruz de la prelacía. Y así, Isai. 9: Parvulus natus est nobis, et filius datus est nobis; añadió luego: et factus est Principatus super humerum eius. Pero �cómo tan presto? �Apenas nace y le echan al hombro la mesma pesadumbre, que es donde muere? [270] es, que, como dice Augustino sobre aquello de dies Dieri eructat Verbum, se hablaron entre sí el día de la Natividad y de la Pasión, dies Nativitas, dies Passionis. Y dirían que el que comienza con gozo, acaba con tristeza. Forme aquí el poeta una elegía sentida, o unas liras llorosas, dándonos a reconocer, la que alegría es flor del llanto, y que el gozo del pesebre acabará en una cruz, mirando agora a la madre con alegría, a quien después contemplará con llanto.
 
 
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Certamen octavo

     Ya se acercan los arcángeles, que de príncipes, y señores cuidan, y tomaban a su cuidado guiar a los reyes al portalejo; estos eran los que aquella hermosa estrella, que no le faltó nada para ser Sol, que en cumpliendo con su oficio, acabó en su nacimiento. Astro verdaderamente cortés, que supo de urbanidad, por inclinar a obediencia. Iba, pues, desperdiciando luces por el camino, y tan fugitivo de corte, como ambicioso del pesebre: y era que no temía empeñarse con la basura; pero temía eclipsarse en palacio: fue su carrera, hasta dar con el infante Dios; y sino se hizo voces, se hizo rayos, hasta decir con la seña, donde le llevaba la llama: Usque dum veniens staret supra ubi erat puer. Aquí podrá encresparse un alentado entre poeta y filósofo, notando primero que la Virgen es la estrella que guía a Dios, la cual es como demonstrativa de Dios sumo, que aunque tan increado ser no tiene causa para conocerse, tiene a María por madre para dejarse hallar, siendo la Virgen un antecedente o premisa, que induce legítimas consecuencias del sumo bien. Según aquello del idiota: Inventa Maria in venitur omne bonum. Doyle a escoger libremente la poesía, y a un buen discurso, un premio. [271]
 
 
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Certamen nono







Lucæ 2 cap.
     Llegó últimamente la escuadra última de los ángeles, que casi dejaron el ser custodios, por gozar de la admiración; con todo no retardaron en el oficio, que ya reventaban por el anuncio, que aunque el estarse pestañeando junto al niño era muy bueno, el cuidar del hombre no era malo. Dieron por aquellos aires las señales de su alegría, que como no tenían envidias de nuestro bien, no convertían el bien en mal. No se entraron por la ciudad, que los que duermen a sueño suelto, no son capaces de el consonante divino. Allá por el campo cruza; y a los que son pastores y no lobos, les dan la nueva solemne, que procurara la dignidad, o guardara la esperanza. Era ver �cuán prestamente enseñados, cuán cumplidamente lucidos! Nam claritas Dei circunfulxit illos. Aquí me sazone el entretenido una chanzonetas, o dialogismo sobre su danza, su oficio, baile o presente, o si no glóseme o discurra como mandare sobre los que aquí ofrezco:
 
                 Ya a lo negro, o lo pastor,
                    ya del adufe, o pandero,
                    ya de la danza, o mortero,
                    la cuchara, el asador,
                    las migas, o el majadero.
 
Y yo propongo que si con voces vivas y propias me guisa este entretenimiento, que no me ha de ver en otra ocasión más liberal. [272]
 
 
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Cithara Eloquentiæ canora Panegiris

LYRICEN PROPHETICUS ILLE (N. N.)
Lyricem propheticus ille
 
     Rex, vatesque idem, superos modulatus honores,
          Quo melius nemo.
Fortunat.      David (inquam) cura Dei, vatum decus;
          atque potentum.
 


Psal. 48, v. 1 et 2.



Translat. Hæbraic.

     Divino afflatus lumine, anhelo pectore ambiens saera summi Dei dogmata illustrare per orbem, ad regiam, cælestesque panegyrim, sic cunctos advocasse dicitur: Audite hæc omnes gentes, auribus percipite omnes, qui habitatis orbem; quique; terriginæ, et filii hominum, simul in unum dies, et pauperos meum loquetur sapientiam. Et ne tot spectantium dubiam traheret oratio mentem variis argumentorum ob volucris irretitum scinderetur in certum studia in contraria vulgus; atque ut melius omnibus aperire, quo ex fonte, qua ex harmonia, huius panegyris propositio, illico propallanda, suam deducere, suavitatem designans iam ubi fui scopi singulare patesceret argumentum; dulci sonis his clausit invitantia verba: Aperiam in Psalterio propositionem meam. Vocali in Cithara, mei auditores, canorisque in fidibus Cithare dus purpuratus ille fui propositionem thematis pollicetur [273] enodandam; ad pulsationem testudinis, fui intellectus fatidicum illum concentum omnium auribus obiscit captandum.
     �A enseñanzas de tan sublime maestro, a luces de tan gran doctor, a ciertos de tan infalible profeta, a ejemplo suyo digo�: Non solum vos omnes viri Principes ad eloquentiæ panegyrim, ut vales ille convoco illustres, non omnium gentium, non habitantium Orbem, non terrigenarum, non filiorum hominum, non pauperis, non divitis aures, mentesque tantummodo ambio; pero también, et quod illustrius, meæque cogitationi per oportunum. �Explicaré como otro David en la Cithara de la elocuencia el blanco de mi oración, el argumento de mi panegírico, y en fin, las apacibles consonancias de la retórica�. Aperiam in Cithara propositionem meam.
     O meæ Panegyris Cithara, numquam concelebranda numeris! Quæ suavius Caliope ipsa, ipsa Polimnia, Sirenibus ipsis, tuis harmonicis nervis resonatura es eloquentiam! Huis canoris fidibus aliarum cedant concentus, non per sonet tibia nablia cohibeant fistula humanas; et dum moderantibus digitis, pulsatæ manu distentæ resonat chordæ; tum canæ, tum tibia, tum fistula, tum nablia submittant Citharæ sonum, suo equidem melos Nasonis carmina personant.
 
          Distinctamque Lyram gemmis, et dentibus indis
          Sustinet a læva, tenuit manus altera plectrum.
Ovid., lib. II, Met.           Artificis status ipse fuit, tum stamina Docto
          Rollice sollicitat, quorum dulcedine captus
          Rana iubet imolus Cithariæ sumittere cannas.
 
     Non iam, Treicia fretus Cithara, sidibusque canoris, ut Orphæus ille; sed eloquentiæ Cithara fretus: Apperiam tandem propositionem meam. Et ne vos omnes huius Thatri, exornantes coronam [274] meæ orationis præter volet argumentum: �Requeridas, pues, las cuerdas, ajusstados los dedos, en proporción los puntos, solicitaré ya con el plectro del discurso la cítara de la elocuencia: y sea el primer rasgo de su armonía el proponeros que los mayores sabios, los más científicos doctores, las mejores luces de una y otra erudición, deben la consonancia del estilo, la suavidad de sus palabras, la dulzura de sus escritos al contacto de la cítara de la elocuencia, al rozar con sus plumas sus sonoras cuerdas�. Grande sane ad difficile vestrarum mentium obtutui, discutiendum argumentum propono. Num orationis limine in ipso difficultatum tricis hæ sitabo irrititur? Minime auditores incliti; sed talaribus Mercurii velocibus curram per meam penegirim convolabo celer. Agite vero, et mecum attentos defigite oculos in efigiem Mercurii.
In 8, Æneid. apud iam poster. antlq., lib. 2, cap. 9.

Cicer.

Cicer., lib. I ad Ath. Epist. 3.

     Sed qualem meæ cogitationi feligo, ut appositam? Num illam, quæ solo capite, amputatis manibus, domorum in propileis conspiciebatur erecta? Nominanbaturque Cyllenia? Non inepte pensitarem, si sic effigeretur Mercurius: quia vir sapiens, et eloquens ad speciem. Mercurii efformatus, non tam manibus ad conficienda munera, quam capite, et lingua indiget iuxta Ciceronis excogitatum: Non viribus (inquit) et celeritate corporum res magnæ geruntur; sed consilio, authoritate, et prudentia. Num Mercurii obversatur oculis simulacrum illud, quod Palladis signo, artificio mirabili, sic mirabatur implicatum, ut unum appareret ex utroque conflatum, ita ut eodem nomine a duobus compacto Hermathenan appellarent vetustussimi Græci? Non immerito equidem mei auditores, ut intelligant adolescentes, tam florentes ætate, quam litterarum studiosi, nec sapientiam indissertam, nec eloquentiam indoctam esse oportere: et enim si sapientiæ Pallas præsse putabatur, Mercurius etiam parens, actorque eloquentiæ credebatur.
     Sed ne divagari mente huc illuc videamini, [275] (64) atque tot verbis, veluti latebris, Orationis scopum occulari iudicetis, coniicite iam oculos in illud eiusdem Mercurii, non minus elegans simulacrum, prestantius equidem, meæque meditationi efformatius Adamusim, ergo admiraculum usque sic veteres expressere Mercurium. Læva subinet caducæum implicatis anguibus, geminis quoque religatis alis; dextera vero sonoram comprimit Citharam. Utraque manus, pedes etiam, atque caput, tam circumdata pennis, ut crederetis plumescere illum. Quid arcanum obciudit hæc forma variis effigiata hyerogliphicus? Et quod singulariteer mea allicit lumina. Quid Cithara tensis sidibus aptata, Mercurii sustentata manu referat misterii? Quis neget (asseverabit aliquis) quod talis depingebatur Mercurius, quia præses concelebratur Musicæ, inventor dicitur fuisse Lyræ, vel quia plauditur Cithara cicurasse feras, extirpase Sylvas, stitisse fluvios, sopivisse: �Con qué gala nos lo dijo Horacio (65)!:
 
               Mercuri, nam te docilis Magistro
               Movit Amphion lapides canendo,
               Tuque testudo resonare septem
                                        Callida nervis.
Horat., li. 3, Od. 11.                Tu potest tigres, comitesque Sylvas
               Ducere, et rivos celeret morari
               Cessit immanis tibi blandienti
                                        Ianitor aulæ.
               Cerberus.
 
     Sed aliam iam gradior viam se ad Orationis metam intendentem: nunc convoco, vos omnes, fidaque mente notate denique dicta. Erigitur ergo Mercurii simulachrum dextera resonantem, sunstinens Citharam, cum manus, cum manus, cum pedes, cum caput, undique circinent penne: �Porque las plumas de los mayores maestros, de los más eminentes Doctores, in Mercurii talarium pennis adumbratæ, deben la consonancia del estilo, la [276] (66) suavidad de sus escritos a la Cítara de Mercurio, Dios de la Elocuencia�. Veneretur equidem non effigies illa amputatis manibus, capite solum in propilæis erecta; concelebretur etenim non statua illa tali artificio implicata, ut Mercurium abire in Palladem crederetis: miretur tantum: concelebretur equidem, veneretur tandem simulachrum illud; cuius eloquentiæ Cithara sapientium pennis plectro, tanquam solicitatur dulcis. Ex illa suavitates, lepores, veneres, harmoniæ, omnes denique elegantiarum concentus emanabunt canori.
     Ex Egyptiorum litteris, ex humana eruditione, tamquam e escopulosis locis enavigavit Oratio, ut inter canas difficultarum cautes huius panegyris cymba feliciter (67) precedat sunt vela flatibus Divini Spiritus, et sacrorum voluminum transvadanda arcana mysteria; ut veritatis effigies prophanæ sapientiæ fuscis adumbrata coloribus, divinarum litterarum vivis expressa pigmentis pulchrior patescat.
     Sapientissimi Salomonis Epitalamium manibus versemus attenti. Sionitides ergo puellæ defigentes lumina in Sulamitem mystificam veri Salomonis Sponsam, tam magnam omnibus admirationem excitavit illius pulchritudo eximia, ut conantes sui decoris laudes exprimere, his dicitur magnificis honorasse verbis: Quæ est ista, quæ progreditur, quasi Aurora consurgens. Cum croce is invecta rotis fugat vaga lydera C�lo. Parum diximus: Pulchra, ut Luna, cum pleno Orbe fulget C�lo sereno. Nondum decoris pulchritudinem attingimus: Electa, ut Sol, cum Ph�bus C�li iter medium tenet, radiis tamen omnia lustrat. �Y porque no penséis, que deslumbradas estas damas con la eficacia de tantos rayos, no supieron apodar la hermosura de la esposa: consultemos a los poetas humanos, que ingeniosos Apeles se esmeraron en retratar bellezas de la tierra, y la admiraréis copiada tan al vivo en los rasgos de sus números, que dudéis, cual es el profano, cual es [277] (68) el sagrado pincel, advirtiendo de paso, como decía antes; cuan bien se dan las manos las letras humanas con las divinas; pues iguales en el primor, apuestan parejas en esta cabal copia sus líneas. Claudiano al encarecer lo grande de una beldad, la compara a la Aurora; y dejando atrás sus esplendores, dijo:
 
                                   Miscet quam iuxta pudorem.
Claud. in Epital.                Temperies? Nimio nec sanguine candor abundat,
               Auroræ vincis digitos, humerosque Dianæ.
 
�Ovidio agradado de la honestidad hermosa de la ninfa Herso, si se aprovechó del lucido globo de la Luna, fue para que a su oposición experimentase nuevo eclipse en su esfera; aun cuando más llena, descogía sus luces�:
 
               Quanto splendior, quam cætera (69) sydera fulget
Ovid. lib. 2, Meth.                Lucifer, et quanto, quam Lucifer aurea Ph�be,
               Tanto virginibus præstantior omnibus Herso
               Ibat eratque decus pompæ, comitumque; suarum.
 
�Pero aventajado a estas dos bellezas el dulce Fortunato la tercera, se avecindó al Sol, y desvaneciendo a su esplendor, aun átomos de imperfecta, contó sus perfecciones por sus rayos�.
 
               Sit tu diffundens formoso lumina vultu
Fortunato.                     f�mineos vincis pulchrior ore choros.
               Et tibi sic cedit muliebris turba decore,
                    ut Solis radiis lumine Luna minor.
 
�Ya veis cuan ajustadamente le vienen a la esposa la perfección de la Aurora, la hermosura de la Luna, y la belleza del Sol: y porque más nos ciñamos al intento�: Aperto iam sponsæ flameo, et complicato velamine, quo adhuc eius pulchritudo velata apparebat, ipsius ergo eximius decor omnium oculis propalletur reconditus; mentium tandem optutibus hoc arcanum sacramentum speculemur attenti. [278]





Math. 5, v. 4.
     Sole in isto (si sacrorum mysteriorum evolvantur interpretes) cæterisque in splendoribus asumbratur sapiens, egregius etiam quisque Doctor exprimitur. Atque iterum si divinum Oraculum consulo incarnata, denique sapientia his Solis fulgentibus radiis omnis condecorat Doctores: Vos estis, inquit) lux mundi. Doctorem lumine solaribus, tanquam candoribus ornatur illibata sponsa; scriptorum coruscantibus splendoribus, undique cingitus decor Ecclesiæ, quam agni sponsam plausibili fremitu concordes accinunt omnium sapientium voces: Porque de los Sabios, como de rozagante gala, tejida de los rayos de su suficiencia, se adorna la Soberana Esposa, cuando la aclaman Aurora, la celebran Luna y la entronizan Sol.
     Notable fue el pensamiento de Ambrosio, al oír estas palabras, pues le sonaron tan diversas, que en lugar de electa, ut Sol, leyó: Sonans, ut Sol. Que resonaba la divina esposa, cual cítara dulce, que era su armonía, como la que forma el Sol en sus esferas. Nonne vos omnes in magnum adducit stuporem speculatio Ambrosii? Assimilantur ne concentus musici radiciis fulgentibus Solis? Quien vio barajados dos sentidos, la música se hizo para el oído, la luz para los ojos. Quo modo ergo Sol mucet aures molunamine canorus? Mollit pectora cantu? Suis splenduoribus alliciat oculos, pascatur suo lumine visus; sed quid dubito? Quid tricis difficultatum irretitus ad hæbreo? Nonne Sol, nonne Apollo, nonne Ph�bus (70) inventor dicitur Citharæ? Magister harmoniæ, omnisque eloquentiæ concentus? Quis inficiabatur; non mihi; sed fides tribuntur Lucano.
 
Lucan. ad C. Pi.                Dulcis apollinea sequitur dulcedine cantus,
               et recredibile est Ph�bo (71) didicisse magistro.
 
Intonet ergo Ambrosius præclara illa verba: Sonans, ut Sol, para que los Sabios figurados. Como oísteis en la luz, tocando sus plumas en la Cítara de la elocuencia, deban a su consonancia la dulzura de su estilo, la suavidad de sus escritos, resonando con la misma harmonía que el propio Sol, que el mesmo Apolo, padre de la [279] elocuencia, y Cítara luminosa de el Cielo, sonans ut Sol.
     Dubitabis adhuc, auscultate tandem cælestem illam harmoniam ex septem Planetarum motibus elicitiam, quia turnebo interprete, septem tantum fidibus Orphæus sua utebatur intestudine, ut septem Planetarum concentum imitarentur.
               Obloquitur numeris septem discrimina uncum.




Philon.
Dijo Virgilio al intento, itaque ex septenis tantum modo vocibus dicitur coalescere c�lestis illa Cythara; sed Sol inter Planerarum fides, quamvis medium inter illas locum obtineat, primam tamen tenet, suavior, et fanatior cunctis existit, maiores cæteris (72) funditans sonos, suavioribus recreat concentibus, audivit ni fallor eloquentissimus Philon, hanc c�lestem, solaremque cordam, cum hæc protullit verba: Sol inter Planetas, ex medius lucet, quartus a summo pariter, et infimo, temperans illud musicum, et divinum organum. Egregia sane, ingenioque Philonis digna sententia! �Pues si es tan sonora cuerda de el cielo el Sol, padre de la elocuencia, �qué mucho, que los sabios al tocar sus plumas en ella, imiten su armonía, logren su mayor dulzura!
     Sona igitur eloquens Cythara, et inter tot argutos ad stantium olores, intona dulcissimus concentus mulcens insipientium animos tuo modulamine, fuga eorum de pectore imperitiæ angores, invita omnes dulcedine, suavi resonanti plectro, ad elocuentiæ melos, et vos nonorati viri, clari cives, floridum sapientium concilium, ne Rhethoricæ studium, ut ineptum abiiciatis acervi; nec vos pro parvo sub pedibus iaceat contemptum. Etenim inter plures clara stirpe, novili splendore insignitos, magno floret honore eius elegantia (73). Multi nobilissimi Achilles, sapientissimi apollinis, dulcissimi vates, plurimum ipsius suavitatem facere: �Estuvo en mi pensamiento, cuando así discantó en su dulce Lira un sonoro cisne del parnaso�. [280]
 
                    Nec pudeat pepulisse Lyram,
                    Nec pudeat Ph�bo (74) Chelis
Lu. ad, C. Pi.                     Ipse fidem movisse ferex narratur Achiles,
                    Ille dulce melo Nereius extulit heros
                    Police, terribili, quo Pelias ibat in hostem.
 
Quot fructus nobilium pectora, generosique animi non fenerantur ex eloquentia Cithara! Illius nervis ad plausum hilariter, acriterve pulsatis, ad ordinatas animi affectiones commovet, allicit, et inflectit, præcipitem in audaciam refrenat, effussum in libidines coercet, proiectum in crudelitatem retardat, ignanum ad res arduas accendit. O vis summa eloquentiæ nunquam satis plaudenda trophæis!




Eccles. 54.
     Et vos meritissimi heroes, Rethoricæ alumni plaudite sapientes, qui ut oprimi Citharedi, ex eloquentiæ Cythara, eiusque ex suavitate indigentes concentus dulces, gratos sonos, musicos modos evasserunt a pueritia industri, extiterunt formosi. Concelebremus omnes elegantibus tubis, tam eximios viros: Laudemus (inquit sapientissimus Ecclesiasticus) Viros gloriosos in pueritia sua requirentes modos musicos. Laudemus equidem, et danto duce, tam claro buccinatore clangente, usque ad sydera tollamus eorum præconia; eorum inclitum (75) nomen cantemusia Orbe, et vos delecti, ac destinati ad Rethoricam Iuvenes (76) vultis omnium plausibus ad cælos vehere vestras laudet? Requirite in pueritia, investigate in adolescentia modos eloquentiæ musicos, suscipite alacritate animi aviditate mentis Citharæ studium, eloquentiæ harmoniam, et ne ignavia desides, ut imperiti anseres placidos constrepatis interlores? Ediscite equidem modos eloquentiæ musicos, et si vestras penas ad Mercurii eloquentem Citharam applicatis ipsius argutos effigentis concentus. Iterum si Solis, si Ph�bi, si Apolis Parentis Rethoricæ sollicit etis fides, sonantes, ut Sol, ut Apolo, est Ph�bus, concelebrabimus plausibus, plaudemus clangotibus, clangemus vocibus, vocitabimus [281] buccinis, buccinabimus laudibus, laudabimus præconiis, vos, o Iuuvenes, tanquam Viros gloriosos in Pueritia requirentes modos Musicos.
     �Oímos la suavidad, recreonos la dulzura que los mayores Sabios, los más Científicos Doctores consiguieron en su estilo, lograron en sus palabras y esparcieron en sus escritos, al contacto sólo de la cítara de ña elocuencia, al rozar con sus plumas sus sonoras cuerdas: Ya os acordáis. Solicitémoslas otra vez al plectro (77) del Discurso; y sin mudar de punto, sea su segunda consonancia; que es tal la harmonía de la elocuencia, y tal la eficacia dulce desta elocuente cítara, que al herir su suavidad en la insensible piedra del más rudo, al tocar sus dulzura en el tronco del más ignorante, este no sin asombro se halla cítara animada; aquel no sin pasmos, se admira organizada lira�.
     Quis enim magno cum stopore, tam peregrinam methamophorum non audivit? Respondentes equidem illam, tam affectus vos omnes admiratione contemplor, ut verear ne incredibili, tanquam mineme atributatis fidem. Sed iam desinant mirari omnes, et ne vulgaribus paradoxis vestra semper excolatis ingenia, ad sublimia patentes, tandem in arduis versamini mente.
     Megaris fertur ædificatam turrim, miraculosam nimis; non quia immania faxa in fundamenta demissa subiacerent ponderosæ machinæ; non quia ad libellam necteretur: fastigiata in proceritatem assurgeret; cuspidatim cingeretur candicantibus pinnis; non quia validissimis substentata columni: suam iactaret fortitudinem, eius culmine Cælum attingens, gloriatur sublimis; sed quod mirum, et pene inauditum, quoniam vocalibus lapidibus erecta mirabatur, qui calculo percusi modulatum sonum reddebant dulces, et solent canoræ fides solicitate plectro. Propigium sane portento sum! Quis ergo rudibus saxis, tam mirabilem suavitatem impertitus est: �Que cambiando su muda rudeza, en elocuente Cítara, llegue a competir su [282] dulzura con la del mesmo Apolo? �Ignoráis la causa? �No dais en el Origen de esta suavidad? Excipite iam attento animo Nasonis carmina, quibus paucis numeris misterii patefecit arcanum.
 
               Regia turris erat, vocalibus addita Muris (78)
Ov., lib. 8, Metam.                In quibus auratam (79) proles Letoia (80) fertur
               Deposuisse (81) Lyram, saxo sonus eius inhaesit (82).
 
Ya oísteis el Origen de su melodía: videlicet lapides contactu solo Apollinii Lyræ evasisse sonoros: Apollinæ citharæ adhærentes tam dulces obtinuisse modos. Atended ahora el pensamiento: imperitorum lapides, impolita insipientium saxa ad Apollinis Citharam accendentes, qui omnium (ut nostris, plausu vocitatur Rethoricæ Parens) dulci sonos eloquentiæ audientes concentus, ipsius melos auscultantes illico eius suavitatis stiterunt consortes. Fidicines etenim nominetur gloriosi, Citharedique iam plaudantur illustres, Lyricines denique concelebrentur præclari. �Porque es tal la eficacia de la cítara de la elocuencia, que al herir sus suavidad en la insensible piedra del más rudo, al tocar su dulzura en el escollo sordo del más ignorante, resuenan a su armonía cítaras animadas, organizadas liras. O trophæum! O prodigium buccis (ut aiunt) plenis prædicandum!
     Si iam vos omnes portentum, quod audistis in magnum rapuit stuporem; accipite aliud par equidem; atque consimilem, ut iudico, concitabit admirationem. Tradit igitur Pausanias lapides Orphæi condentes sepulchrum, eius tantummodo citharæ contactu effici sonoros: et quod mirabilius meo iudicio apparet, ex ipsorum lapidum, vicinitate sola, etiam luscirias argutiones fieri: �Y porque no descaezca en mi estilo el aseo, y gala de su decir, quiere que ahora lo debáis todo a sus palabras�. Traces perhibent (con qué cultura Pausanias) Luscinias, quæ nidificant, iuxta Orphæi sepulchrum suavius canere, velut si sentiam animatæ illæ citharæ inspirati sibi [283] Divini Vatis spiritus; vel si lapides a Cithara vocales facti, referre gratiam vellint Philomelis, ut pote animatis citharis: Quid dulcius? Agravio hiciera a tan florido decir ajarlo con el mío.
     O Iuvenes vos, inquam, qui frequentatis litterarum musæ, et erigite animos, et quamvis ad studia strepentes ansares, absoni corui videamini, inter concentus tamen citharæ eloquentiæ versamini assidui, et mihi creditem eius suavitatem consequemini felices (83). Et quamquam impoliti lapides iudicemini ab eloquentia. Non aliter Citharedum Amphionem commovisse dicitur præduras cautes in Thebanæ Urbis structuram, non vedibus, sed eloquentiæ viribus, non manibus, sed prece eloquentis citharæ blanda.
 
Saxa movere sono testitudinis, ac prece blanda. Ducere quo vellet. Celebraba Horacio en su Poética.
 
     �Y porque no se presuma, que este empreño desvalido del apoyo, recela incredito, afiáncele otro suceso, canora emulación de los pasados�. Memnon (teste Homero) Tithoni filius fratis Laomedontis ex Aurora susceptus, qui cum maxima orientalium copia in auxilium venisset Priamo in pugna a Thesalis infidiis occissus est: De este malogrado Joven, de este infelice mancebo, había una famosa Estatua en el insigne Templo de Serapis en Egipto, no ilustre. Quia sculptor (84) Thesellatam, multisque eximii artificii operibus, conscissurisque nobilitavit illam: No famosa; quia ex varietate picturarum, et cælaturarum pulchritudine, cæterisque artis ornamentis pelliceret lumina: No admirable; quia nigricantem lapidis materiam, ex qua compacta iudicabatur superaret opus. �Pero si ilustre, famosa, y admirable. Porque al descoger al Oriente el Sol sus rayos, al herirla con ellos, formaba tal melodía, como pudiera la acordada Cithara, solicitada del mejor Orpheo; cambian cambiando [284] al ocaso suyo la suavidad de su harmonía en acentos lúgubres, en desmayadas consonancias�: Cum Matris Auroræ lætari, tristari discessu putaretur.
     Quid concentus? Quid melos? Auditores incliti, ex insensibili illo Memnonis simulacro, tam suaviter editum, propalabat abditum? Fallar nisi vos omnes fateamini conocordes, eius in harmonis meæ mentis referari misterium; pulsatum dulcibus fulgoribus Solis, Peream, nisi meæ sententiæ iudicetis etiam resonare consonantiam: �Porque es cierto, que el tocar la pluma de la elocuencia, figurada en los rayos del Sol, o Apolo padre de ella, en la estatua aparente del más ignorante, en la piedra insensible del más rudo le transforma en cítara animada, en acordad Lira: Qué a tiempo ayudó a este pensamiento el ingenioso Clemente Alejandrino, cuando llamó al Sol pluma de oro de la cítara del Cielo, que al contacto suyo gozan su dulce melodía esos sublimes Orbes�: Plectrum, et iubar: Fulciens mundum, et veluti pulsans in concinnum, aptumque cursum lucem educens. �Púdose pensar más ajustadamente?
     O Divinum iubar! O fulgentissimum eloquentiæ plectrum! O prodigiosa Rethoricæ cithara! Deficiunt verba vox eximia tua dulcedine faucibus hæret, omnes denique de eloquentia benemeriti: Cur pendet tacita vestra Lyra; dum digito ergo compesco labellum, et ad vestri ubertatem ingenii, vestigii, vectrique ad auream dicendi copiam mea in fecundia exiles comprimit ore voces; concelebrate vestris canoris fidibus eloquentiæ citharam: vos floribus invitet Claudianus, ut iterum vestræ adolescentiæ repetatis eloquentiæ lyram, solicitetis nervos, placidis itaque vestrum plausibus, tam memorabilis eloquentiæ cithara, nomine, honore, fama celebretus per Orbem. [285]
 
               Tum patriæ festo lætatus tempore Vates
Claud., de Raptu Proserpinæ, in Præfat. ad Florent.                     Desuetæ repetit fila caora lyrae,
               Et resides leni modulatus pectine nervos
                    Pollice festivo nobile duxit ebur.
 
Per belle Claudianus. Sileant Arionis, Amphionis sileant concentus, gratum compescat eorun cithara sonum; poscat ergo cithara eloquentiæ dulci sonus ex ea triumphos; testudo illa decantata Orphæi cedat eloquentiæ rauca; pressis nervis obmutescat vocitata hactenus Mercurii, iam aurea Apollinisquiescat Lyra. Suaviores eloquentiæ cithara edit sonos, dulciores movet concentus, quibus gloriosius Apolline; Mercurio, Orpheo, insipientium lapides, inperitorum saxa canoros excitant modos. Victrix igitur, o eloquentiæa; pete velex tandem æthereum Olympum, conscende celsa poli: Y elevada a esa esfera luminosa por astro de los sabios, por signo de los oradores, y por cisne de las musas, mejor que la Cithara de Orpheo resplandece, influye y resuena numerosa, a cuya sonora consonancia deberán esos celestes globos eternamente su armonía.
 
D I C E B A M
 
[286]  
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Panegyris Eloquentiæ Apes

     Tot Inter Eloquentiæ Simulacra (N.) tot inquam inter Eloquentiæ simulacra, quæ adamusim eius eximiam expressere pulchritudinem, mille plausibus Apis decantatur illustrius, ad eiusque similitudinem adumbrandam, mille titulis, omnibus numeris vocitatur absolutum; si pro aliis Stemmatum Commentatoribus uni Pierio adhibeatis fidem Sed quare omnes inter cælorum volucres distincta varietate decoras, egregia pulchritudine diversas, brevis apicula ad effigendam eloquentiæ formam eminet unam? Nonne Regalis Iovis ales, eius aptius existeret hieroglyficum? Ut pote Apolinis parentis eloquentiæ defixis oculis fulgentes ebibens radios. Nonne Iunoni Pavo eloquentiæ colorum varietatem demostraret? Si quidem mille trahit varios depictis pennis colores. Quid multi sonus scygnus, nonne suavitatem, qua eloquentiæ allicit pectora, lenotinia, quibus blanditur auribus, dulciter canoro exprimeret gutture? Quare dulci sonos inter scygni concentus, variegatos inter Iunonis alitis colores, regiosque inter Aquilæ splendores, apes antecellit dulcius, eminet pulchrius, illustrius clarescit eloquentiæ simulacrum?
     Nescio quis (auditores optimi) meas susurrat ad aures! Musitans, apem hanc eximiam præstatiam cæteras inter voluptes ad exprimendam eloquentiæ formam rogare; quia hortorum decantaru Domina, [287] lyliorum celebratur Regina; omniumque florum plauditur Induperatriz. Per illustre quidem, quod meo ab scopo non multum ab errare videtur.




Habla con D. Fray Pedro de Oviedo, Arzobispo, y Obispo entonces de Quito, de la Cándida Familia de Bernardo.
     �Porque las flores del saber, o por mejor decir, el florido vergel de las letras, deben toda su pompa y gala a la elocuencia, con mayores aseos que el que aplaudió Tesalia, veneró Babilonia y cultivó Flora. Aquí no ya para vanidad de el aire, lisonja del olfato, imán de la vista, descuellan las nevadas azucenas; si empero para ostentación gloriosa de la Teología: y el maestro en ella, no sólo por hijo de Bernardo, pero por doctor de las escuelas, debe el arreo cándido de sus sienes, y albura de su pontifical tiara a la nieve de sus hojas. La tiria flor, la estrella nacarada, la púrpura fragrante, no ya se mira lisonjeada del arroyuelo, que humilde besa su planta, sólo porque la mira grande; pero teniendo en mayores logros, las rozagantes púrpuras de este ilustre Senado, garnachas de las leyes y togas de la jurisprudencia. Aquí las azules violetas, pedazos de ese cielo; no ya el Favonio arrullo, infantes en cuna de esmeralda, rondó adultos en esferas de zafir; si empero se vieron firmamento, donde se engastaron astros los lucidos alumnos de la Filosofía. La flor indiana, oro rizado en hojas, florido desmayo del jardín; no ya se mira solicitada de las manos codiciada del aliño, para nuevo esmalte de las otras flores; buscada si de la sabia medicina, para gala de sus hombros, bella corona de sus sienes en el oro florido de su borla.
     �Y si tanta variedad de flores esmaltan el vistoso vergel de la Sabiduría, qué mucho que la elocuencia, como quien se apacienta (85) en ellas�; non iam Regali in Aquila, Iunonis variegata in alite, multi sonoque in scygno; sed illustrius ingeniosa in api suam eximiam præstantiam adumbraret, multicolorem varietatem expreimeret, atque eius melitam suavitatem reseraret: �Porque la elocuencia, como ingeniosa abeja, ronda la amena fragrancia de Plauto, [288] solicita las amorosas rosas de Ovidio, galantea los pomposos lirios de Virgilio, y se apacienta en la hermosa variedad de las más flores de oradores y poetas, enjugando oficiosa el sudor o rocío glorioso de todos los ingenios�.
     O gloriosissima eloquentiæ Apes! Non iam decoloratis pigmentis, sed virentibus, ac pulcherrimis coloribus vivam, ac spirantem tuam formam depingis! Atque ut hoc viridarium, vel ut melius dicam, paradisus (quod nihil iucundius indagari, nihil am�nius inveniri poterit) floridis librorum ambulationibus compositus gratissimis problematum areolis distinctus, ingeniosis argumentorum pulvinis ornatus, venutissimis omnibus sapientiæ floribus coronatus; ut melius, inquam, tanta am�nitas, tantaque pulchritudo perennet iucunda ad huius paradisi fores cherubinum aliquem ob armatum colocemus, fulminum ensem ad eius am�nitatem custodiendam digladiantem. Non abs mea mente multi sonus loquitor numeroso guttere Maro:
Virg.,4 Georg.                 Ignavum fucos pecus a præcepibus arcent.






Ezechi., c. 1, v. 10.





Ezechi., c. 10, v. 14.

Custodiat etiam, ne reliquæ aves eius elegantiam rostris discerpant diris, ne præcipites pedes pesundent viriditatem, tumultuosæ manus, immanesque digiti, ne eius deforment venustatem. Sed quem cherubim huius paradisi ad ianuam locaremus custodem? Quid hæsito, quibus cogirationum tricis implicor? Nonne hodierna luce memorantur D. Lucæ trophea? Ita sane, ille equidem, ut tetelaris cherubinis districto ense hunc paradisum servavit incolumen; minime hanc veritatem subdubio veritatis; et si adhuc penduli persistitis, ad Ezechielem cum oculis admove te sensus, et iuxta communem Doctorum placitum ad speciem vituli D. Lucam conspicietis expressum: Facies autem bovis afinist; is ipsorum quatuor. Quid inde? Bosne iste, in quo g[ra]fice exprimitur D. Lucæ simulacrum, evadere potuit cherubinis? Omni intellectus [289] acumine instructus, omni scientiatum splendore præditus? Videtur sane. Consulite tamen iterum vatem, animum, oculosque ad decimum eius vaticini caput intorquete. Deprehendendis equidem vitulum ipsum, taurina forma relicta, Angelicam adeptum speciem, de formi bovis, imagine nudata, C�lestis spiritus assumpsisse vultum, vituli similitudine omissa, eximiam Cherubini pulchritudinem innovasse; facies una (Divino statu hoc oraculum prænuntiavit vates): Facies una facies Cherub, facies, fecunda facies hominis, et in tertio facies leonis, et in quarto faces Aquilæ. Potuit ne illustrius meæ respondere menti? Potuit ne ad paradisi ianuam aptius cherubinum aliquem excogitare? O numquam satis decantata, huius viridarii exelentia tali costode munita!
     Solum sapientiæ apes eius am�nitatem ingrediatur, liberrimo vagetur volatu, iam carpat flosculos ex satiscente paulatim caliculo erumpentes; iam pedibus adsporter herbas suavissimos odores exalantes; iam puros latices ex perenni fontium scaturigine iucundissime delibet; iam C�lestem illum surgat rorem frondium lanugine infidentem iucunda viriditate conspicuum, in subtiles Orbes conglobatum, gemmas Cælo spolitas imitantem: inertes suci, aliæque ignavæ volucres tali costodia illibatos flores poluere reformident: gladio ancipiti pro floribus viridarii excubat Lucas, excubat Cherubinus:
 
Ænei. 6.                     Procul, o procul este profani,
                    Conclamat vates, totaque absistire luco.
 
�Y porque a la abeja de la elocuencia no se le pase en flor de la florida estación de el día, la sabrosa tarea de su diligencia; y lisonjeados nosotros de sus matices, adulados de su fragrancia, nos divirtamos de sus dulces frutos, sazonados más a impulsos de la industria, a fomentos del ingenio, [290] que a cuidados de el tiempo, asistencias del Sol, y desvelos de el suelo: atendamos, que nos los propone el soberano espíritu en lo dulce de esta sentencia y misterioso de estas palabras�: Brevis (o como traslada el Griego) parva involatibus apes, et initium dulcoris (86) fructus illius. ��Quién no repara en lo ajustado de este estilo! Ínfima y pequeña es la elocuencia al lado de lo levantado de la Teología, de lo eminente de la Filosofía, y encumbrado de la Jurisprudencia; pero en esas sus pequeñeces encierra el mayor primor de la dulzura, la mayor sazón del donaire; y lo más delicado de la elegancia: Parva involatibus apes, et initium dulcoris fructus illius.
     Sed iam istius apis selectorum fructum egregios proferamus in lucem thesauros; sed quales laboris, atque eius ingenii celebrantur præcipui, nonne ambrosia illa, nonne mellitum illud nectar ex cælestis roris pellucidis Orbibus, ex variegatis naturæ floseulis stipatum omnium celebratur plausibus. Ita unus pro mille Ioannes Baptista Montanus, asseveravit studiosus: Apem (polite Montanus) sapientem mellis effectricem. Elegantia, ac celsitudine, qua solet etiam hanc veritatem enucleavit Montanus:
 
Mont.                     C�lestes adiunge favos, et nectareum mel,
                    Quod vaga destorum vertice libat apes.
 
Non solum redolentis mellis, sed etiam elaboratæ ceræ numcupatur magistra, molliturque sedula ex glutine florum eius pinguedinem, egregie quidem idem altisonus Maro:
                    Excudunt ceras, et mella tenacia fingunt.
En viri Principes, florilegæ apis celeberrimi fructus. En tot emolumentis, tot usuris, totque utilitatibus melificæ apis elaboratæ curæ. O gloriosissimi, et numquam plenis, ut aiunt, buccinis, apum satis celebrati [291] labores! Sed quid mirum? Etenim eloquentia sua dulcedine, sacaro tanquam, quæque insipida condit; nectare suo dulcescit amarum; et in omnia suam diffundit suavitatem. �Esta es la ingeniosa tarea de la elocuencia ilustre, hoy blanco de mi oración; porque si ella destila (87) almíbar de sus labios, templa lo más desabrido de las ciencias; solicitando con su sazón al ingenio más esquivo, atrayendo con su dulzura el gusto más extraño, estimulando con su suavidad el paladar más enfermo, rindiendo con lo apacible de su elegancia la voluntad más divertida; siendo el afán gustoso de la cera, el que ilustra las tinieblas del entendimiento; redime de las sombras de la ignorancia, introduce con su esplandor el día claro del saber. Estos dos discursos�: hanc meam panegyrim suis fulgentibus illuminabunt radiis, atque ipsam eximia condient suavitate. Ceptis aspiratis meis, et adeste, o superi votis, et vos auditores incliti, prius in eloquentiæ dulcedinem, non solum cum mente coniiciatis oculos, sed etiam omni alio sapore defeccatum præbeatis palatum.
     Eloquentiam lenotiniis titillare pectora, blanditiis allicere ingenium, suisque delitiis irritare studium, adeo illustre, atque apertum est, ut in dubium minime vocari possit, hanc ille inficiabitur iucunditem, qui nullo eventu, eius libarit dulcedinem, nec procul degustarit elegantiam, nec primis labris eius salutarit suavitatem. In medium adduco Platonem, Divo testor Ambrosio, quorum labra stillarunt dulcedinem, quorum elegantiam melle dulciorem esse dictarunt omnes; atque alios sexcentos posse producere testes; sed ex omnibus Piradarum seligio unum, curam apum per dulcem, gratum musarum alumnum. Etenim is puer, adhuc Thebis digressus, æstivo tempore cum Thespias proficisceretur, calore exuperante aliquant ulum a via declinavit, et subumbra non nihil acquievit; cuius artus cum sopor invaderet omnes, eius in labellis iam insomnum [292] soluti apes concedere, in osque eius (mirabile dictu!) Mel congessere suavissimum, ipso in ore patulo favum ædificare cæperunt. Proht Deus immortalis! Quanta cumulantur prodigia, quot compelluntur portenta, sed quid mirum? nonne illius fæcli omnium eloquentissimus Pindarus? Nonne inter cæteros sapientissimos vates suave eloquentia pollens? Polleat sane suavitate, polleat mellita illa orationis dulcedine apicularum nectare condita, eius os mel instillet suavissimum gratissimis verbis coagmentatum, gustui iucundum, animoque saluberrimum. En vobis, viri Principes, Pindarum, en vobis eloquentiæ parentem: desiderabitis aliquem nectareo guttere modulantem? Ecce Pindarum eximia suavitate resonantem, spectabatis aliquem insipida quæque Cælesti ambrosia condicentem? Ecce Pindarum dulci loquum inepta quæque mollientem.
     Sed ne apes eloquentiæ pascatur solum litterarum humanarum in hortus ingrediatur divinarum litterarum vividarium, libet eius varios molliter picturatos flores, ex illisque etiam C�lestem mellificet ambrosiam sacrum spiranten odorem: mecum igitur Divini Salomonis volui te Epitalamium, ex eius am�nissimis areolis aliquem seligamus florem, siquidem tot lylia, tot rosæ vernant, quot litteræ, quot verba, quot apices florent. Grafice postquam suæ sponsæ veneres minuratim Cælestis depinxit sponsus, fui oris purpureos delinaens radios, sic adamusim eius consumavit decorem: Sicut vita coccinea labia tua, et eloquium tuum dulce; intendens adhuc spirantem labiorum elegantiam, suavitatem eloquii, venuestatem verborum, tandem ipsorum enuntiavit dulcedinem: Favus distilans labia tua sponsa, mel, et lac sub lingua tua: �No reparáis, que engrandeciendo las divinas perfecciones de la esposa, el soberano y amoroso esposo, y apodando cada una con el debido elogio; ya las hebras de sus cabellos, cortadas de el atezado ébano, semejante la nieve de su cuello, al cándido marfil; lo [293] eminente de su cabeza al elevado Carmelo; sus mejillas a la abierta granada, que en lo rojo de sus granos y encendido de sus rubíes, descubre la púrpura, que revierte en ellas; las columnas (88) de sus pies, al alabastro puro; pero llegando a sus labios, si los matiza con lo rojo del carmín, tan bañados en dulzura los pone, que destilan (89) almíbar que atesora el panal de su boca: Favus distilans labia tua sponsa. �Cómo pues estos se levantan con el primor de la mejor sazón, siendo también la cifra de la mayor suavidad? Y si le atiendo a los dedos tan llenos de acíbar, los contemplo, que a manos llenas la derraman; manus meæ stilaverunt myrrham, et digiti mei pleni myrrha probatissima: �Qué diferencia es esta, qué variedad tan grande? Sed ne vestri sensus hac, illac dubii perterrent, accipite, quæ mecum pensitavi: Por la divina esposa ya sabéis los entendidos, que se significa la Iglesia Santa, por las partes, que adornan su cuerpo, las ciencias que la hermosean. Y así en los labios está expresada la elocuencia de sus oradores, que con su dulzura morigeran los más rebeldes ánimos. Qué maravilla, pues, que destilen (90) sus labios almíbar, que vierta suavidad su lengua, si la elocuencia la derrama en lo dulce de sus palabras, con que corrige lo más desabrido, y da punto a lo más desazonado del ingenio�.
     O eximium eloquentiæ suavitatem! O numquam satis decantatam eius m�nitatem, et dulcedinem! Quam vivum litterarum humanarum simulacrum! Quam expressum eloquentissimorum Oratorum ingenium mihi ob oculos observatur ipsos! Nonne Pindarus, cui infanti soluto insomnum apes mirabili fortunæ eloquentiæ portento in os favum intulerunt? Quid Platonis? Quid Demostenis? Quid Maronnis? Quid Homeri? Quid Nasonnis? Quid cæterorum ethnicorum elegantia? Nonne hanc suavitatem expressit illustris. Quid ex nostris Ambrosi? Quid Hieronymi? Quid Nazianceni? Quid Augustini? Quid Gregorii? Quid Basilii, [294] quid denique Ecclesiæ Cælestis Sponsae, nonne hanc melitam eloquentiam eius labia distilantia divinum illud nectar expressere?
     Vos auditores humanissimi, et præsertim vos rethoricæ delecti, et præsertim vos rethoricæ delecti, et destinari Iuvenes, venite, properate, currite, advolate, emite, et comedite, absque ullo labore, et comutatione sauvissimum istum eloquentiæ favum.
     Vidistis iam suavi loquentem apem, non solum fingentem mellam sed etiam ex floridis labellis stillantem ambrosiam; vidistis non solum carpentem pulcherrimos naturæ flosculos, sed etiam suum mellificantem favuum, florem nectaris stipantem, medullam suavitatis delitescentem, omnenque saporem inconditum modificantem. Agite iam mecum, et alium non minus eximium, saluberrimumque eius fructum in vestrum omnium proferamus conspectum. Siquidem eloquentiæ Apes scudit luminosam ceram, cuius fulgentibus radiis, non solum fovet ingenii lucubrationes, sed quod caput est, nubilosa quæque oboluta tenebris illustrat gloriosa. Vultis iam portentosum huius veritatis testimonium, dictam si meis verbis præbetis placidas aures.
     Quis enim cum stupore Dodoneum non audivit fontem? Quem dodoneos latices attente perpendentem in magnam admirationem non rapuit portentum? Non quia erumpit nativo suo fonte plenus, et iucundus; virentibus utrimque siivis in numbratus; lata am�nitate coronatus; sed quod extasi quadam animum assensibus eripit pendulum, tali scilicet appareat virtute præditus; ut ad istius fontis aqua extinctæ, si admoveantur faces accendantur, accensæ autem illius in aquas immersæ extinguantur: prodigium sane miraculosum! Miraculum certe portentosum! Portentum vere prodigiosum! Etenim eloquentia, ut fons dodoneus, suis lymphis inflanmat oratorum faces, quibus inflammati errorum tenebras, ignorationis caligines ab hominum mentibus longe, lateque diffussa luce veritatis amovent, et quorumcumque faces, [295] nisi ad eius aquas accendantur, estinguntur instabiles, eiusque lumen in fumum, et favillam vanescit: quid illustrius ad eloquentiæ splendorem adumbrandum? Quid gloriosus ad eius claritatem exprimendam?





Apoc. 12, v. 1.









Daniel 12, v. 3.

     Sed altius iam mentis extollamus oculos, et tandem cum Evangelistarum Aquila, Ioanne inquam, ardua astra patentes; fulgentissimi Soliis, reliquorum Syderum defixis oculis, animoque attento intueamur radios: siquidem perterritus vates tanti amictus pulchritudine erumpit in hæc verba: Sgnum magnum aperuit in Cælo, mulier amicta Sole, et Luna sub pedibus eius, et in capite eius Corona Stellarum duodecim: �Y si (91) guntamos, qué prodigio, oh Mujer es esta tan toda Cielo, tan toda resplandores�; concordi fremitu Doctorum ora huius mulieris splendorem ilibatæ Matris Ecclesiæ decorem mirabile adumbrare clamitant. �Resta averiguar, qué signifique el Sol, que de sus rayos le teje la gala, la Luna que le entroniza, y adorna las plantas, los Astros, que diadema le ciñen su nevada frente. Vana será su averiguación, cuando a tantas luces está clara su inteligencia�. Superva caneum erit probare Solem, et Dianam ingeniorum parentes venerari; siquidem Ph�bus eloquentiæ pater; eiusque soror, eademque Minerva, Rethoricæ plauditur Magistra; illa eminentia altra mulieris comas singentia, alumnos eloquentis, eiusque Magistros feliciter exprimere, minime etiam dubitatur. De fulgenti eorum splendore sic prænuntiabat Daniel: Qui autem docti sunt fulgebunt, quasi splendor firmamenti, et qui ad iustitiam erudiunt multos, quasi Stellæ in perpetuas æternitates. Quid inde? Quod abditum mysterium meæ menti enucleatur consentaneum? In promptu est, iam vestrum omnium ante oculos versatur: �Porque la iglesia figurada en aquella mujer, debe las luces de sus letras, la lustrosa ostentación de sus escritos, la claridad de sus textos; el esplendor de su doctrina, al Sol, oh Apolo, padre de la elocuencia; a Diana, oh Minerva, maestra de los oradores�. Vola, vola igitur mea felicissima oratio; sed iam siste gradum, [296] ne tot inter ardentes radios eloquentiæ liquæfactus.
Ovid., 1, trist. 1. Icarus, icareas nomine vertamaquas.
Vereor auditores ne inter fulgentes eius splendores amittam lumina. Quia mirum, cun tantum ex se fulgorem in me vibrat, ut perstricto videnti acumine mihi spes omnis infringratur. Pero qué recelo, cuando por templados venero los rayos de la elocuencia; y más fomentaran mi tibieza, que escarmienten mi temeridad.
     Et vos, magnimini Iuvenes, defixa oculorum acie inspicite eloquentiæ splendorem, et sicut Aquila pulos suos exitat ad volandum, vos etiam rethoricæ alumnos vestris ingeniorum pennis provoco strenuos, et ut puli ad eius radios, vestram etiam conspicuam nobilitatem indagate generosi.
     O eximiam Oratorum gloriam! O laurum Rethorum illustrem! O Stellatam Doctorum Coronam! I nunc eloquem. I generosum dodonei fontus decur: I C�lorum ornamentum maximum, eia age animorum dominatrix, pete velox ethereum Olympum, conscende celsa Poli, supera immensum C�li globum, super illum perenniter triunfa. Apolinis fulgentium readiorum candenti, indue amictu, Astrorum radiantium cinge diadimate caput, rapidis nitentis Dianæ tere rotis, Gaelo que invecta aperto, flecte equos, cumque volans da lora fecundo.
D I C E B A M. [297] (92)
 
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Minerva ob armata philophiæ Panegyris

     �A tercer empeño (NN.) de la repetida acción deste día, me arrebata hoy más la obligación de obediente, que la suficiencia de entendido: reconozco el alto honor mío en la continuada asistencia de vuestra cortesía y nobleza. Visteis, pues, en mi primer panegírico construir templo, consagrar aras a la sabiduría de Minerva: bien os acordáis que en el segundo tejí guirnaldas, labré panales de las flores de su elocuencia; pero en este tercero, al estruendo de las armas, que ya escucho, a los ecos Marciales, que excita el sonoroso parche de la Filosofía, no ya pacífica Minerva, sino guerrera Palas os la propongo�.
Claud. de Nup. Hon. et Mariæ.           Mavertia signa rubescunt
     Floribus et subitis animantur frondibus hastem. Cernimus enim vero iam tranquillam Minervam in furentem abire Bellonam; candida lilia mutari in sanguine aspicula; purpureas rosas incruentas hastas, martiumque; illum calorem delicatissimas exurere cariophylorum opes. Eia age Bellona inclita, age ergo bellicosa Pallas, atque, hodierna luce, meorum omnium sub auditorum conspectum, e Iovis cerebro iterum clypcata, hastaque iterum prosilire incipe. [298]
     En viri Principes litiorum Dialecticæ ad sonitus, tubarum Philosophiæ ad concentus, Pallas ipsa inflammata, atque undique; cataphracta incedit ad præelium. En ut dulcisonus cecinit Naso.
 
Sibi dat clypeum, dat acutæ cuspidis hastam
Dat galeam capiti, defenditur ægide pectus.
 
Sed inter tot, quibus belligera Pallas obtegitur arma, qualia hoc Philosophiæ ad prællum, ipsa recenseat strenua, lustret gloriosa? Forte:
 
Terribilem cristis galeam, flammasque vomentem,
Virg. 8, Æneid. Prope finem. Fatiferumqye ensem, loricam ex ære rigentem,
Sanguineam, ingentem, qualis cum cærulea nubes.
Solis in ardescit radiis, longe que refulget,
Tum leves ocreas electro, auroque recocto?
 
Minime, auditores incliti; sed inter tot belli apparatus, ut aliis illustriores, solum animosa seligit clypeum, ardens arripit hastam, Virgilius idem iam suggerit manibus: Hastamque, et clypei non enarrabile textum. Sed quare aliorum præsidio omisso, suæ beligeræ menti clypeum addicit consentaneum, hastam suo ardenti animo vindicat appositam? Dicam, generosi Dynastæ, paucis, si meis verbis præbetis placidas aures.
     �Porque la Filosofía se huella tan bizarra, tan arriscada, y sin temor se opone a todos los impulsos de las más aceradas puntas, fiada en el pavés de su verdad, que generosa las desprecia, e impenetrable a sus filos, burla sus aceros; siendo su cristalino escudo, quien tan alta gloria le consigue a Palas�. Advertite animum, eiusque virtutem percipietis strenuam. Scutum e toto armorum genere, unum est, quod ad tuenda omnia corporis membra fabricatur impenetrabile. Caput galea, thorace pectus lorica fe mur, alia corporis membra, aliis armorum generibus muniuntur; scutum versatur pariter omnium in præsidium, omnium flectitur, ac reflectitur in tutellam, [299] ad est pectori, ambit latera, servat caput, totum corpus protegit, ac circundat, omni denique ex parte belligeratorem reddit illesum, opponit impenetrabilem.
     �Y si defendida la visteis de el escudo, atendedla guerrera blandir la lanza, jugarla diestra, herir certera; pero tan afortunadamente, que la herida no acelera la muerte, impele si a la vida; siendo el estruendo del golpe glorioso eco de un dichoso alentar, heredando Fénix en el ocaso de sus filos, mejorado el oriente de su vivir�. Hoc sanæ prodigium, certamine in illo, innumeris plausibus celebrato, Neptuni cum Minerva conspicietis expressum. Ille ut urbis celeberrimam sibi vendicet nomen, aspera saxa valido tridente feriens, medio ipsorum evulnere pellutidus ebulivit fons: ista vero percutiens terram sua cuspide hastæ, ex ipsa pullulare fecit baccis f�tam olivam; eoque ictu non deturpavit terræ decorem, maiori equidem ornavit pulchritudine, suis ditavit fructibus, viventium finxit diademate foliorum. En generosi iuvenes Philosophiæ ingenium, en belligeræ hastæ gloriosa trophæa.
     �Porque si hiere con la sutileza de su discurrir, es para que a impulsos de ese golpe, introduzca la mejorada vida del saber, heredada del yerto cadáver de su ignorancia. Este será el segundo cuidado de mi atención�.
     Sed ne cæco pede per meam panegirim percurram, caliginemque vestris oculis ipso in limine offundam, atque ne præpostere hoc opus peraga: �Atended antes a mi primera propuesta, y es, que la Filosofía, de tal manera se halla defendida del escudo de la verdad, que es invencible a los combates, impenetrable a las ocultas puntas de un argüir, e ilesa a los ingeniosos encuentros de un acometer�. Vos ergo de Philosophia benemeriti huc adeste vocati, ne levi mente quæso mea dicta notetis.
     Quorsum ergo animus in sano martis amore incensus me præces invitat? Quo egregio duce, quo impavido Marte præunte insinuat ad prælium? Certe [300] primo in ipso belli conflictu imperitus miles infeliciter occubam tellis. Sed nescio quis subito fulgentibus armis incedens procul meis occulis apparet gloriosus! Galeam dat capiti, lateri subligat adamantium ensem, clypeo aptat sinistram, eiusque umboni Medusæ horridum caput affixum conspicio, talaria nectit pedibus aurea! Nosco ora, nosco vultus, signaque nosco. Perseus ille equidem est armi potens iuvenis, qui Medusam ex Gorgonibus unam iugulavit truculentam; qui belluam e ponto minitatem Andromedæ ad duras religatæ cautes occidit immanem; qui ex valido Atlante; qui ex perfido Polydecte; qui ex impio Phineo, eiusque cruentis sociis victoriam obtinuit memorabilem, ex omnibus triumphum reportavit gloriosum; quin tot eventibus ullum acciperet vulnus; immo tot e periculis evasit semper illæsus. Proht Deus immortalis! Quot devictis hostibus obtinuit trophæa! Sed quid tot iteratis discriminibus servavit illum incolumen? Quid? Vestris iam se se obiscit oculis. Ex omnium armorum generibus, quibus se instruebat invictum Clypeus crystalinus ille va lavit Perseum illæsum, munivit impenetrabilem. Sed quid mirum, quod tantis periculis illo erumperet victor; siquidem Pallas scientiarum Dea, Philosophiæ magistra ad illa Gorgonum bella suo cristallino clypeo bellicosum armavit Perseum. Illæsus ergo vocitet triumphum; etenim clypeus sapientiæ, scutum Philosophiæ opponit invulnerabilem sapientem illoque aptatus minime ullo onfligitur vulnere, nullis afficitur plagis.
     Ut inter horrisona arma mea panegiris secundum obtineat exitum, sub secundis iam milito signis, præso gressu alterius Martis lego vestigia, ac denique secundi ducis terga sequor attentus: Cadmi, inquam, Ph�meum Regis Agenoris filii, cui omnium primo, cum vastisimum Asiæ Imperium suo sitienti anmo augustum videretur, ampliora indagavit avidus; itaque transtulit in Europam. Pedibus eius proterit solum, glebæ miratur feracitatem; hic fontium gelidas perennitates; illic fluviorum multiplices meandros; [301] hinc inde diversas anim alium format errantes; alibi arborum numerosam prolem: ex itinere tandem lassus, calore exuperante aliquantulum declinavit a via, ut sub umbroso captaret auras, averteret ardentia spicula Solis.
     Sed ecce subito, mirabile dictu! Immanis draco, cristis capita alta ferens, squamis crepitantibus horrens, agitansque in verbera caudas, atque horrenda sibila tollens, ex penetralibus nigrantis antri cæco impetu eumpens, in Cadmus, minimæ fugæ terga præbet, imo ardenti animo, validis ingentem quatit viribus hastam, in latus squamiferi draconis, curvamque contorsit in alvum, aliis vulneribus repetiis illum peremit validus; atroque ex ore uncos convulsit dentes, atque aratro terram fubigens, illos credidit arvis, ex quibus clypeati exilvere milites, undique cataphracti e terra pullulare heroes.
     ��No os admira el prodigio! �No os pasma el portento! �Que al entregar al crédito de unos sulcos el valeroso Cadmo los dientes de aquella horrible sierpe, vuelva en rédito, retorne en usura hombres armados! �Qué cambio tan notable! �Fía al suelo envenenadas puntas de una fiera, y revientan Alcides en campaña, Martes a punto de pelea? Si es semilla de una sierpe, produzca biborreznos, nazcan dragones; pero no hombres, que en sus armas y especie degeneran de su origen�. Magno proculdubio hoc sane miraculosum prodigium omnibus vobis concitavit stuporem. Iam ergo definite mirari generosi auditores, voces meas auribus captate benignis.
     �Porque nadie ignora, medianamente entendido en divinas y humanas letras, que la sierpe es símbolo de sabiduría, y más expreso jeroglífico de la Filosofía; pues agora originarse de sus dientes hombres, por todas partes guardados de las armas, a quienes si el yelmo ciñe la cabeza. El escamado arnés les asegura el pecho, siendo el escudo muro de acero, que le defiende el cuerpo todo, es advertirnos que la Filosofía si expone a sus alumnos (93) [302] al combate de una juiciosa palestra, de tal manera los defiende con las armas, los arma el escudo de su verdad, que son invencibles a los combates, impenetrables a las ocultas puntas de un argüir, e ilesos a los ingeniosos encuentros de un acometer�.
     �No se me crea a mí, que por apasionado, podrá ser que choque con el escollo de un desacierto, que tal vez guiado por el rumbo de un osado presumir, engaña solapado en el remanso de una incauta confianza. Atiéndase, empero al Príncipe de los Emblemas, Orfeo de Apolo, y apeles de las Musas, que sin disonar en la armonía, ni desmentir en el pincel, pintó dulce, y cantó diestro este discurso todo en lo sonoro destas líneas, y bien sacados de estos números�.
 
Viper eos cadmus dentes, ut credidit artis,
     Sevit, et Aonio femina dira solo:
Terrigenum clypeata cohors exorta virorum est,
     hostili interse, qui cecidere manu.
Alciat. in Emblem. Evascere quibus monitu tritonidos armis
     abiectis data pax, dexteraque iuncta fuit.
Primus Agenorides elementa, notasque; magistris
     Tradidit, iis suavem iunxit, et armoniam.
Quorum discipulos contraria plurima vexant,
     Non nisi Paladia, quæ dirimuntur ope.
 
     Vidistis Palladem ob armatam, vidistis Philosophiam, undique munitam; buccinate ergo eius eximiam excellentiam, magnitudinem plaudite sublimem, ad Cælos, usque euchite eius incolumitatem gloriosam, clypeum denique, quo obtegitur invulnerabilis, celebrate per Orbem. Omnes belli terrores, armorum apparatus omnes, in Philosophiam conspirent, in eam intorqueant fallaciarum hastas Sophistæ, iaculentur argumentorum venenatas sagittas, ac cuta immitant spicula in eam ignitos globos ex rationum bombardis explodant, verun tamen tale cristalino clypeo illudet strenu[...], contemnet illæsa. [303]
     Gratulor vobis Philophiæ alumni tali Patrona, tam inclita Bellona: tanta adiutrice ne pavida formi dine vestrum trepidet pectus, imo valido animo medios victuri in hostes irruite; isto siquidem inviolabili clypeo victoria potiemini memorabili, quin turpi morte occumbatis, inermes. Mihi o Philosophi credite, maiori triumpho Perseo illo, qui de bellua, de Medusa, de Athlante triumphabit gloriosus, vos vulnerabiles evasuri: amplioribus trophæis illis Cadmi, qui eximmani illo dracone, tot viros armavit in prælia, vos invulnerabiles evasuri.
     �Ya visteis a Palas, a la Filosofía digo, tan vitoriosa con su escudo, que las más penetrantes puntas descaecen débiles al menos esforzado encuentro suyo, confesando en lo desmayado de sus bríos, lo invencible de su fortaleza; ya lo visteis. Miralda agora guerrera blandir la lanza, jugarla diestra, herir certera; pero esa herida no impele a la muerte, antes a impulso de este golpe introduce mejorada la vida. �Oh prodigio grande del saber! Atendedme a este empeño�.
     Magnimus Achilles cum belicoso Telepho Misorum Rege manus conferuit aliquando. Mutua inter se vulnera iactantstrenui, hic in illum validam dirigit lanceam, ille illudit scuto, hasta tanto conflictu tremit illisa. Iterum Telephus inixus viribus cuspidem contersit in latus Achillis, sed frustra impulit: Tandem prævaluit robustus Achilles, in pulverem deiicit adversarium lætali vulnere infixum. Cuius plagæ eum phisici nullum efficax adhiberent remedium, ad eum ministri Telephi divorum templa, tandem oraculo erat mederetur. Reconciliatus Achillis Rex ab eo impetravit hastam, imponitur vulneri; atque statim: O virtus memoranda stupore! Ad sanitatem Telephum reducit desideratam. Oportune equidem Ovidius illo carmine hunc expressit eventum:
 
Ovid. 13, Metam.      Ego Telephon hasta
Pugnantem domui, victum orantem refeci. [304]
 
     �Qué os parece, que la mesma lanza que le puso en las últimas líneas de su ocaso, esa mesma le revoque a los primeros albores del oriente de la vida�. Ita sanæ incliti Iuvenes. No veis: Quod istam portentosam hastam, cum ad Troianam expeditionem proficisceretur Achilles, Thetis eius chara parens, ob eximium Palladis munus suo nato præbuit Achilli; quid ergo mirum, quod illa Telephum in pristinam reddiderit sanitatem, a qua lætiferum acceperat vulnus: siquidem Pallas ipsa, ipsa Philosofi benefico ictu non trucidat; sed potius maiori emolumento amabilem vitam sapientiæ imperitissima morte commutavit ignorantiæ.
     Sed ne mentitas inter fabulas cæcos, quasi inter scopulos illisa huiusce panegiris fides ad naufragium periclitari credatur; divinarum litterarum tenaci anchora fulciatur etiam stabilis.











F. Fernando Quirós de Salazar.
     �Herido de una penetrante saeta, oigo quejarse a un amante de los Cantares, que flechada del atesado arco de unos ojos, hizo a un tiempo blanco su pecho, y aljaba su corazón: Vulnerasti cor meum, soror mea, sponsa in uno oculorum tuorum. No sólo me arrebataste el alma con el hermoso arpón de tu vista; pero también con un cabello, que a descuido por entre la frente y el manto, acertó el aire a brujulear licencioso, me llevaste allá la vida; In uno crine cæli tui. Los Setenta leen, ex cor dasti, decorazonásteme, abstulisti mihi cor, arrebatásteme el corazón. �Grande encarecimiento de amor! Que llegue a violencias de un amoroso dardo a perder tan fácilmente la vida, que esto es perder el corazón, que es el asiento della; pero extraño el movimiento de las voces, cuando no tiene en el pecho quien las aliente; mas qué maravilla, que al último desaliento tenía el alma en los labios, y aún con ella en los dientes, sabe quejarse un verdadero amante, si un ceño de unos ojos, si un echarle al trenzado le cuesta la vida. Nuestro insigne Salazar en lugar de aquél, abstulisti mihi cor, explica, mentem abstulisti, que le quitó el juicio, que lo que perdió fue la vida [305] del entendimiento, juráralo yo, que es lance forzoso, loco y amante, infelice fortuna de un enamorado, que ya que muere, no muere en su entero juicio: abstulisti mihi mentem�.


D. Greg. Nise. Sim.



Atanas. Basou.

     ��A qué corazón, aunque fuera más que de brince, no moviera a lástima tan triste caso? Enterneciose sin duda en esta ocasión el pecho de la esposa; pues vuelvo a oír al mesmo amante; no ya entre desmayos de mortal; pero si con alentados clamores de quien vive; cor mihi indidisti, introdujísteme de nuevo la vida, según traslada Niseno: Exitasti cor, volvísteme el corazón, y del mortal letargo de los sentidos desperté dichoso a la vida, como quiere Simaco. No reparáis que el mesmo herido confiesa, que a violencias de un dardo su querida le quitó la vida: Vulncrasti cor meum abstulisti mihi cor, y ese mesmo repite, que a diligencias de ese dardo y a industrias de esa mano consiguió mejorados alientos al ser; indidisti mihi cor, exitasti cor. �Qué cambio es este? �Qué metamorfosi tan nuevo? Qué otro sino el que vamos diciendo. �No está expresada, a juicio de muchos, en esta misteriosa esposa la Sabiduría, y en pluma de un docto moderno la Filosofía? Nadie lo ignora. Diga, pues, agora cualquiera que aspira a alto honor de las letras, que la mesma lanza y dardo de un sabio argüir, que le quitó la aparente vida de la ignorancia, fantástico ser de los necios, al golpe fatal de su entendimiento, como dije quería nuestro Salazar: Abstulisti mihi mentem; esa mesma saeta con la propia herida introdujo la verdadera vida del saber; indidisti mihi cor, indidisti mentem, que es fuerza, o ilustres mancebos, que consiga el saber el estudioso por la vital saeta de un delicado filosofar, dándole está glorioso paso a la vida, por la mesma puerta de la mental herida�.
     Quid gloriosus? Quid illustrius potuit meam exprimere mentem? Vos ergo dialecticæ curæ, Philosophiæ alumni, ne formi dolosi paveatis cospicientem [306] Palladem quatientem bellicosam hastam, Philosophia lanceam acerbam vibrantem, mehercle, quod non in lætale vulnus immittit, sed ut in gloriosorem impellat vitam contorquet.
     Tu vero ob armata Minerva, inclita Pallas, sublimis Philosophia generosa triumpha, cinge virenti tempera lauro, tua in fronte eius triumphalium foliorum contexta corolla, decenter, et ad numerum cadet illustrior. Non iam Apolinis beneficio; se præsidio; sed tutamine tuo Iovis iuculatum ipsis e nubibus fulmen laurus illud, et gloriosior.
     Totus Orbis innumeris plausibus tantum celebret tropheum. Quid victores, tot stragibus, tot calamitatibus, tot plagis suos plaudunt deturparos triumphos? Tuos æquiori merito omnes cælo laudabis æquent; non impia morte, non immedicabili vulnere, non cruenta clade; sed maiori emolumento vitæ, de omnibus pereniter triumphas. Tuos intonent sapientes memorabiles palmas, vox canat, et tantas mirentur theatra pompas, Triumpha igitur omnium don inatrix, triumpha generosum scolarum decus, triumpha ingeniorum victrix, nunquam tam celsi cadent honores, pasmasque; perpetuo memorabit carmine fama:
 
Quas referent Musæ vehet dum robora tellus
     Dum Cælum Stellas, cum vehet amnis aquas.
 
D I C E B A M.

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