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ArribaAbajo Los «rojos del fondo»

Bruno Ruiz


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Joven, antes de ser el hijo de un republicano español, yo era hijo de un extranjero. Un hijo de pobres. Me ha hecho falta mucho tiempo para poder decirlo sin rodeos. Para confesarlo sin orgullo. Simplemente porque es la verdad.

Vivíamos al final de un camino de tierra, seis en tres habitaciones, sin sanitarios.

Los vecinos nos llamaban los «rojos del fondo», no comprendía lo que esto quería decir. Simplemente tenía vergüenza de ser español por parte de mi padre. El sentimiento confuso, en la escuela, de que mi apellido era una desventaja social, un freno al éxito, a los encuentros. Nadie, ya sean mis padres o mis maestros, me ha explicado por qué mi padre tuvo que huir de su país. Mi padre era jardinero, español y trabajador, verdaderamente otra cosa que el intelectual o el revolucionario. No frecuentamos los héroes de los cuales se habla en los libros de historia. No pertenecemos a un club de letrados, de pintores, de poetas. No hay libros en casa. Formamos parte de la ciénaga del pueblo, sin otra referencia que aquella que los otros nos dan. Nos hacemos una opinión de una manera muy ignorante.

Creciendo, me he enterado de la causa de estas heridas secretas. Me he construido enteramente solo, en la inconsciencia, en una familia a puerta cerrada que se apiñaba para hacer frente a la miseria.

Me he construido en el silencio de mi lengua, con un odio contenido, un amor paterno inconfesable.

Era orgulloso porque no tenía la alternativa de ser humilde. Antes de ser capaz de analizar lo que fuere, estaba del lado de los oprimidos, del sufrimiento. Para siempre contra la injusticia social.

Antes de oír hablar de luchas de clases, ya identificaba a aquellos que no habían sido jamás como yo, aquellos que nunca podrían comprenderme verdaderamente. Instintivamente, los llamaba mis enemigos.

Hoy que mi padre ha fallecido, sé todo lo que le debo, todo lo que me hubiera gustado decirle.

Sé que mi vida se rompió por una guerra que él perdió cuando se encontraba del lado de aquellos que tenían razón. Sé que es un héroe que fue acogido en una playa arpada, por demócratas que preferían parlamentar con Hitler y reconocer la junta fascista del General Franco, en lugar de celebrar y tomar el partido de aquellos que defendían la Democracia y la Libertad.

Nunca olvidaré de dónde vengo.

Escribo esto para que se acuerden de él.