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ArribaAbajoV. Monedas autónomas de Segisa

Celestino Pujol y Camps


En el último de mis artículos, impreso en el BOLETÍN de esta Real Academia7, presenté grabadas por primera vez varias especies numismáticas de Segisa, raras y preciosas. ¿De qué región provinieron esas monedas? ¿Dónde estuvo la Segisa ó Sethisa que ha suministrado una serie tan abundante? De palabra me permite hacer algunas observaciones sobre este punto en la sesión memorable por haber dado el Sr. Lafuente cuenta8 de un mosáico romano, descubierto en las ruinas de Durón, importante despoblado arqueológico de Belmonte en la comarca Bilbitana. Hice presente al ilustre Académico que «de Belmonte han salido con mayor abundancia que en otro cualquier paraje las monedas autónomas de Segisa

Con este coinciden otros hechos que entonces alegué. Durante la última estación veraniega, al recorrer algunos pueblos, digámoslo así, monetarios de Aragón y la Nueva-Castilla puedo sumar nuevos datos á los que anteriormente tenía coleccionados. He de apartarme, pues, por completo y resueltamente de las opiniones sustentadas sobre este particular por los sabios numismáticos que me han precedido.

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Heiss, que gozó conmigo en Madrid de la enseñanza del insigne Delgado, haciendo suyas las investigaciones de nuestro maestro, llevó las monedas de Segisa a Sax, entre Almansa y Alicante.

D. Antonio Delgado, que en el año 1866 terminó sus estudios, presumía que las acuñaciones de Segisa nacieron no lejos de Almansa, fijándose principalmente en que el rótulo de la moneda corre debajo de la línea que sirve de base al caballo, circunstancia que le aconsejó reunir en un grupo casi todas las monedas que ofrecían esta particularidad, considerándola cuerdamente como detalle característico de varias cecas entre sí vecinas. Buscando la procedencia de las monedas, el sagaz investigador pudo allegar un dato que pesó grandemente en su apreciación crítica: «Entre cuarenta monedas ibéricas que existían en el año de 1855 en el gabinete del Sr. Marqués de las Escalonias de Córdoba, vimos hasta diez y seis con la leyenda expresada imagen. Toda esta colección se había reunido en Córdoba, moneda por moneda. Esto nos hizo formar el juicio, no de que habían sido acuñadas en Córdoba, ni en la Bética, sino de que procedían de un pueblo ibérico próximo a Andalucía.» Movido por estas razones el eminente numismático atribuyó las monedas de Segisa a Saz, elevada colina proxima á Almansa, en el camino de Madrid a Murcia. (Nuevo método, tomo III, pág. 375.)

Zobel se adhirió á la opinión del Sr. Delgado. Adelantó, no obstante, un paso más, compelido por su propio sistema, altamente ingenioso, de buscar fortalezas o mansiones romanas, donde alojar las cecas productoras de las monedas ibéricas. Reuniendo en la región numismática meridional las especies cuya leyenda campea debajo de la línea, lleva la ceca de Segisa á Carthago Nova, (Cartagena), después de conquistada por Escipión Emiliano en 540 (214 antes de J. C.), fundándose en que una acuñación tan extensa como lo es la de Segisa y de fábrica tan bella, «no puede atribuirse sino á la misma, Carthago Nova, pues no es tampoco de presumir que habiendo acuñado fortalezas y mansiones de escasa importancia, no haya habido casa de moneda en la que fué cabecera de los cartagineses y segunda capital de los romanos en nuestra Península en aquella época.» (Estudio, etc., t. II, pág. 105).

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Los fundamentos en que descansa la atribución de las monedas de Segisa á tierras meridionales, se reducen á cuatro: 1.º Que las leyendas figuran debajo de una línea. 2.º Que el sufijo imagen lleva una de las variedades numismáticas de esta población, es propio de la baja Celtiberia. 3.º Que la colección del Marqués de las Escalonias de Córdoba poseía diez y seis ejemplares reunidos. 4.º Que Cartagena fue población importante, y por lo tanto no pudo menos de acuñar monedas autónomas.

Veamos qué solidez alcanzan estos argumentos, y no desestimemos las razones que les son contrarias.

El buen número de monedas que continuamente, se nos descubren; la organización sistemática de mis investigaciones que me permite gozar noticias al día con que me favorecen ilustrados coleccionistas de las diversas regiones que fueron centros de acuñación ibérica, vienen proporcionándome nuevos y copiosos datos que depuro y trato de acrecentar con repetidas excursiones. Con estos elementos de estudio nadie me tachará de temerario si afirmo decididamente que las monedas de Segisa no son propias de Sax, ni de Cartagena, y también que la región oriental ibérica ideada por Zobel, necesariamente ha de sujetarse á notables eliminaciones de monedas que hay que llevar á regiones menos inverosímiles. Expondré las razones en que me fundo.

D. Antonio Delgado, á quien sin disputa se debe la mayor suma de esclarecimientos que ha tenido la numismática autónoma de nuestra Iberia, difundió concienzudas reglas de estudio que sirvieron de base á las obras de Heiss y Zobel, y algo más que de base á la del primero. No ayudó al maestro en sus discursos la gran variedad de monedas ibéricas que hoy conocemos, y no disfrutó tampoco de los grandes beneficios que produjeron sus enseñanzas primero y después su libro, haciendo brotar una pléyade de numismáticos que se honran de seguir sus huellas. ¡Facile est inventis addere! Herederos somos, de tantas ventajas con que dotó á la ciencia; y por ello, me es muy grato el encargo que, antes de fallecer me hizo, de publicar cuanto observara que pudiese contribuir á rectificar y amplificar su obra inmortal, pasmosa de erudición y de ingenio.

Modernos estudios quitan el valor al primer argumento. El señor   —33→   Delgado observó que varias monedas que no pudo atribuir con fijeza á pueblo determinado, se parecían entre sí, figurando su leyenda debajo de una línea, y advertido por sus caracteres que denotaban la vecindad de las cecas que los produjeron, formó con ellas una agrupación en los alrededores de Yecla. De aquí nació la región numismática meridional, en la que el esclarecido maestro reunió los epígrafes que atribuyó á las comarcas y poblaciones siguientes: imagen Sax, cerca de Yecla (página 368.). imagen Danusia, cerca de Yecla (p. 112). imagen Yecla (pág. 368). imagen Jumilla (pág. 368); poniendo como comprobante y guión de estas clasificaciones, las monedas con epígrafe imagen Denia (pág. 113)

Mucho me ha dado que meditar esta agrupación. Desde el momento que se formaba un distrito monetario en el Sudoeste de Iberia atendiendo á la disposición en que figuraban los epígrafes en las monedas, parecía una inconsecuencia no agrupar también la región meridional otras leyendas bajo línea, como imagen Caravi (Delg., pág. 63) y imagen Contrebia (página 102). La excepción que se hacía respecto de las monedas de Caravi era muy de notar, pues la pieza publicada por Delgado (Caralovi-ez-I), por sus delfines en el anverso, y su rótulo debajo de una línea en el reverso, la hacían compañera inseparable de las monedas de la referida agrupación, y muy particularmente de los ases de diámetro rebajado que batió Segisa en sus últimas emisiones monetarias. También excluyó Delgado de su grupo meridional las dos leyendas imagen Roa, que sitúa en la provincia de Burgos (pág. 331) y imagen que con probabilidades de acierto fija en Castellón de la Plana en Almedíjar, cerca de Alcalá de Chisvert (pág. 369). En estas monedas la leyenda campea debajo de una línea, pero se apartan de sus congéneres por el arado que en los anversos se dibuja detrás de la cabeza. Quizá, siendo tan marcada su semejanza, se las separó demasiado, llevando una á Burgos, y no moviendo á la otra de Castellón, que es donde creo yo debe estar; pero esta cuestión no es para tratada ahora.

Fué Delgado muy experto en geografía antigua española y no   —34→   se determinó á sacar de tierras de Aragón las monedas atribuidas á Caravi y á Contrebia. Pero esto dió lugar á la formación de dos agrupaciones de monedas semejantes por los dos delfines y leyenda bajo línea, una aragonesa y otra en la provincia de Alicante. Nació esta última del influjo de una moneda que en sus ejemplares más abundantes, rotula el nombre éthnico también debajo línea y cuya lectura imagen DI(a)NIU y su consiguiente atribución á Denia por los autores modernos, ha sido causa de grandes errores.

A mi ilustrado amigo Sr. Zobel, al escribir su obra, debieron ocurrírsele las razones críticas que llevo expuestas, y el rigorismo de su clasificación no le permitió que continuaran esparcidas en distintos puntos de España las leyendas escritas debajo de una línea. Siguiendo las seguras reglas ideadas por nuestro maestro Sr. Delgado, una de las cuales enseña que las monedas que ostentan iguales signos característicos, son indudablemente originarias de una misma región, juntó Zobel todos los epígrafes que he enumerado, y formó con ellos el distrito cartaginense, asignando á la capital las monedas de Segisa. Dos puntos seguros de partida se ofrecían al Sr. Zobel al reunir estas monedas y tener que señalarles patria. Podía llevarlas á la región central, relacionándolas con las piezas de Cavavi y Contrebia, ó bien ponerlas á la sombra de la moneda, en que los autores que le precedieron, leían el nombre de Denia. Zobel optó por lo último; y en mi concepto de aquí nació su disculpable error.

Su distrito cartaginense (Est. hist., t. II, pág. 98) comprende las provincias de Alicante, Albacete y Murcia, y á él lleva todas las leyendas citadas, exceptuando la de Caravi imagen que con sus dos delfines y leyenda en el exergo, sin razón ninguna quedó sola, aislada, al Este de Borja, en el distrito numantino. (Ibid, pág. 98.) No hace igual excepción para las monedas de Contrebia, pues aun cuando «ájuzgar por los asertos del Ravennate, esta población debió estar en dirección Sudoeste de Zaragoza», sin embargo, opina que las monedas que llevan el epígrafe en que se lee Konthr(e)b(i)a, fueron acuñadas en las provincias de Albacete y Murcia. En estas piezas numismáticas aparecen leyendas omonóicas con Carbeca, en que reconoce á Carabaca, y   —35→   esto aconseja á mi estimado amigo separar de Aragón la moneda contrebiense y sospechar «que fué el numerario correspondiente á una vía militar que partía de Illici, y pasando por Carabaca, se internaba probablemente en dirección á Cástulo.» (Est. hist., tomo II, páginas 103 y 105, notas 3 y 5.)

No me propongo en este informe, exponer mi criterio respecto á la atribución de las especies con que forma Zobel su distrito cartaginense. Bástame por de pronto consignar, que mis investigaciones encuentran estas monedas en una gran zona que, partiendo de la provincia de Zaragoza, atraviesa la de Teruel, para acabar en la de Castellón. Tampoco entraré en largas disertaciones acerca de la leyenda imagen. Disto mucho de creer que debe adjudicarse á Denia la moneda en cuestión. Sus tipos bárbaros son más propios de un país agreste y montañoso, que de una ciudad poblada de cultos griegos. La región ibera del golfo de Valencia, ¿había de producir monedas de fábrica tan descuidada? En Denia no se encuentran estas monedas. Interpretar imagen, DI(a)NIUM, es dar á la I el valor de i, y dejar sin respuesta la pregunta sobre el valor de la imagen, ó andarse por las ramas de lo conjeturable é incierto para desechar lo cierto y lo seguro.

La I del supuesto Denia es una forma que parece fue tomada del vau fenicio arcáico, que tenía valor simultáneo de V y de B; letra esta última, á la que no se ha dado representación en el alfabeto ibérico numismático. Oportuno creo yo que será aceptar ese valor, traduciendo la I por B, como lo ha verificado ya el Sr. Sampere y Miquel9; y si adoptando este criterio tocamos por resultado que no puede leerse el nombre de Denia en una moneda no batió esta población, quedaremos sin embargo indemnizados de la pérdida, pues la leyenda que indudablemente es de Baetulo imagen, que hasta hoy se traducía I(a)ITz(o)LE según Delgado, ó I(a)ITz(o)LO siguiendo el método Zobel, podrá leerse más cuerdamente BITz(o)LE ó BITz(u)LO.

Probado queda que el estar la leyenda bajo una línea, no es razón suficiente para llevar al Sudoeste de España las monedas que   —36→   cuentan con este distintivo, cuando no careciendo de él, las de Caravi y Contrebia quedan en Aragón.

Paso al segundo argumento. Niego que el sufijo imagen, el cual aparece en una variedad de monedas de Segisa, sea propio de la baja Celtiberia. Lo encontramos en leyendas de la cuenca del Ebro, como en la de imagen, Sax, además, no se halla en la Celtiberia, ni por asomo toca en su límite.

Ninguna importancia tiene el tercer argumento. Un numismático cordobés, se nos dice, poseía varios ejemplares de Segisa llegados a sus manos en aquella ciudad. Si no tuviéramos mas dato que este de hallazgos de piezas de Segisa, sería realmente de entidad y de gran peso para inclinarla opinión. Mas otros datos, que he comprobado debidamente, neutralizan la fuerza del argumento.

Muy activa fué la acuñación en Segisa, y sus monedas, como sucede con los bronces de Indika, Cosse é Ilerda, aparecen por todos lados; pues no sólo en época antigua, sino más aún en la moderna, la circulación por ochavos difundió por doquier tan abundante numerario. Razonando sobre esto hecho, Heiss refiere en su libro, que M. de Sauley le regaló varios ejemplares de Segisa hallados en Vicille-Toulouse10.

La procedencia de las monedas sólo es dato concluyente, cuando, los encuentros se repiten sin interrupción y se recogen las monedas de primera mano al salir de la tierra. Cuando con estas condiciones se observan los hallazgos de una misma leyenda en determinado territorio, se evidencia que el epígrafe es propio de los sitios que lo han guardado, pues la moneda de cobre no se apartó á grandes distancias del centro que la produjo. Se emitieron en una época en que pululaban las monedas locales y eran necesarios los conciertos monetarios para ensanchar al dinero la zona de su circulación. Si ningún geógrafo nos hubiese hablado de los cosetanos, la numismática se bastaría sola para descubrirlos dentro de los vetustos muros de Tarraco; así como los indigetes han sido por ella evocados sobre la playa arenosa de San Martín de Ampurias. La enorme suma de monedas indigéticas, halladas   —37→   en el otero de San Martín, fijan la situación de la ciudad antiquísima, que Esteban de Bizancio llamó Indike, y que recrecida con la llegada y asiento de los focenses massaliotas, fué emporio de activo comercio.

Las monedas de Segisa ó Sethisa aparecen más comunmente en la parte baja de la provincia de Zaragoza. En ella el numerario de Bilbilis, Celsa y Segisa, es el que predomina siempre en los hallazgos. Este es un hecho constante y de tal evidencia, que lo han reconocido ya, y sin excepción lo atestiguan todos los coleccionistas aragoneses.

Los monetarios de Zaragoza y de Madrid, centros donde afluyen para su venta las monedas descubiertas en Aragón, poseen las colecciones más numerosas de especies de Segisa. No carecen de ellas los numismáticos catalanes que cuentan con relaciones de sus compañeros zaragozanos ó bilbilitanos. En Calatayud siempre salen á la venta monedas de Segisa que ofrecen á los viajeros los dos revendedores de antigüedades que existen en aquella ciudad, quienes á su vez las adquieren de los lugareños. En las tabernas, en las panaderías, en las tiendas de comestibles y en todos los comercios bilbilitanos, en los cuales venden al por menor, andan de mano en mano monedas de Segisa con tanta profusión que se dan á cuenta de ochavos. Del denario de Segisa, pieza muy rara, no carecen los monetarios de los Sres. Rais y Gil, de Zaragoza. Conozco asimismo la procedencia de otros cuatro ejemplares: dos de ellos, flor de cuño, los compró de primera mano D. Mariano La Hoz, de Calatayud, reteniendo uno para sí y regalando luego el otro á D. Arturo Pedrals de Barcelona; los otros dos procedentes de Aragón, pasaron á poder de D. Rafael Cervera, de Madrid, quien guarda uno de ellos en su preciosa colección ibérica, habiendo el otro, fresco también, pasado á formar parte de la mía. La notable pieza núm. 74 de la lámina, fué comprada en Calatayud por el Sr. Barril, de Zaragoza, en Agosto del pasado año. En Calatayud el Sr. La Hoz posee magníficas colecciones de monedas de Bilbilis y Segisa con muchos y bellos ejemplares flor de cuño: la mayoría proviene de hallazgos realizados en la comarca. En Madrid, D. Francisco Medrano, rico propietario murciano, ha hecho también colección. Para adquirir monedas   —38→   de la región cartaginesa, ideada por Zobel, en balde ha explorado sus terrenos en el país de Murcia: para hacerse con ellas, y singularmente con las de Segisa, ha debido acudir á sus amigos de Aragón.

Otro dato elocuentísimo pude juntar á los anteriores. Mi antiguo y muy querido catedrático D. Vicente de Lafuente, me invitó para que le ayudara á la ordenación de su monetario por las obras de numismática recientemente publicadas. La tarea á que se me convidaba era para mí interesantísima, desde el momento que el ilustre académico me advirtió, que no poseía, ni había querida poseer otras monedas, que las compradas por sí en persona en territorio de su ciudad natal, la noble Calatayud. Desde luego, expuse á mi docto amigo que su colección, formada de esta suerte, sería de gran valor científico y que indispensablemente abundarían en ella los ejemplares de Segisa. A la vista de las monedas quedaron comprobadas mis afirmaciones: las especies de dicha población junto con el cobre celsitano y oscense, estaban en desproporción muy grande con las demás especies ibéricas, llamándome también la atención el encontrar entre un centenar de piezas reunidas por el Sr. Lafuente (descontando las especies de Bilbilis) tres muy bien conservadas de imagen, moneda rara y otra de imagen, gastada, que tampoco es común, y ambas atribuidas á dicha región meridional.

Las monedas de Segisa representan caracteres, que aun sin contar con la repetición de los hallazgos, muestran claramente que nacieron en Aragón. Indicaré algunos:

1.º Las monedas bajo línea son características de Caravi y Contrebia. Segisa las usó, y su numerario más reciente ó sea el de los bronces de diámetro reducido, son sin disputa del mismo estilo que los de Contrebia.

2.º El jinete con enseña militar al hombro, es propio de la región central; Setisacum y Segisa representan estos tipos en las monedas.

3.º El peso sextantal iniciado en las acuñaciones ibérico-catalanas, fué copiado por las poblaciones numismáticas del centro. Segisa es una de ellas y así vemos que el numerario de bronce, de gran diámetro, al propagarse del este al centro, corre de Indica,   —39→   á Iluro, Ausa, Ilerda, imagen Celsa, Segisa, Bilbilis, Aregrad, imagen

4.º En las monedas del centro la forma imagen se suele presentar vuelta a la izquierda en esta disposición imagen así leemos imagen y imagen Segisa no se sustrajo á los cambios paleográficos de la región y volvió la imagen en el ejemplar grabado núm. 74.

Las monedas de Segisa son, pues, sin disputa alguna, oriundas de Aragón, y según los últimos esclarecimientos fueron batidas en la actual provincia de Zaragoza. Los hallazgos de estas especies son frecuentes en la ribera de los Peregiles, habiendo aparecido muchas en el despoblado de Durón. Pero no infiero de ello que las ruinas de Durón lo sean de la perdida Segisa ó Sethisa, sino que en la población que allí se levantó acudían las monedas de este pueblo, que no estaría lejano, como acudían también en gran número al mercado de Bilbilis. Las relaciones económicas entre Bilbilis y Segisa, se deducen de los hallazgos de monedas segisenses en la comarca bilbilitana; y no será inoportuno tener en cuenta que la imagen que llevan en su anverso los bronces de Bilbilis, de buena fábrica, pueden ser la inicial omonóica de imagen, explicación que debe mantenerse mientras no aparezca otra más satisfactoria.

No me atrevo á suponer, repito, que las ruinas de Durón sean despojos de la antigua Segisa, pues no hubiera omitido el nombre de esta población en sus versos geográficos el inmortal vate bilbilitano, á no ser que se diga que cuando escribió Marcial, Segisa estaba asolada.

Los textos de geógrafos é historiadores no ofrecen la determinación concluyente que he buscado: cállase también la Epigrafía lapidaria; la Numismática, es la que hasta ahora nos habla para decirnos que Segisa es aragonesa y que existió al Este de Calalayud, quizá en las orillas del Jalón, antes de la confluencia de este río en el Ebro. Tan extensa fué la acuñación en Segisa, que es imposible no exista un despoblado que, arrojando constantemente de entre sus escombros monedas de esa población, no diga al arqueólogo el sitio donde floreció tan importante ceca. No es conocido aún y no es fácil que lo halle, yo en mis rápidas excursiones:   —40→   á los numismáticos aragoneses invito á descubrirlo, pues habitando la región, pueden con mayor facilidad tener fija la vista en los sitios donde aparecen las monedas, resolviendo de esta suerte un problema que tanto interesa á nuestra antigua geografía.

CELESTINO PUJOL Y CAMPS.

Madrid, 10 Mayo 1885.