Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.

ArribaAbajo

Discurso V

Perversas inclinaciones de la Razón. Sistema del hombre; y leyes que debe observar según los designios de la Providencia, que atiende a los remedios de las necesidades humanas.

                                        Vive el Mortal de la apariencia vana(100),
Batilo, y con la insana
locura que le incita,
por hacerse mayor su ser limita.
¿Qué hallaras en el hombre, 5
si hombre se llama el racional? el nombre.
No ya la esencia humana
consiste en la Razón: el ejercicio,
o canoniza el vicio.
o desatadamente 10
la vil inclinación que nos gobierna
en el alma le influye,
que ciega y torpe de su esencia huye.
La Razón eminente,
el don más grande de la Ciencia eterna, 15
dirás que le fue dado
al mísero Mortal para que sea
docto en fraguar maldades.
¿Y su razón vocea(101)
satisfecho el Filósofo insolente, 20
vendiendo por verdades
decretos que deriva
de una potencia que el delito aviva?
De tronco lastimado,
o por injuria de estación maligna, 25
o por golpe severo
de cortador acero,
la mustia, rama ¿cuándo
produjo fruto en el otoño blando
de sazonado gusto, 30
grato a la vista, en lo interior robusto?
Festivo serpeando
el risueño arroyuelo,
gozo del prado en desatado hielo,
retrata cristalino 35
las flores que deleitan su camino,
si debe a puro suelo
su primero nacer. Si boca obscura
de adulterada tierra
cuna le presta; en lastimero paso 40
confuso se apresura,
y con liquido lodo que arrebata,
mas que alhaga los prados, los maltrata.
   ¡Oh perdurable guerra
del caduco Mortal mientras el vaso 45
que su espíritu ciñe le limita!
Sus obras facilita
la pasión que al engaño le dirige.
¿Cuándo austera corrige
sus yerros la Razón(102)? se precipita 50
fácil al mal, que tanto le complace,
que aun le juzga virtud cuando le hace.
Guerrera trompa en lo interior resuena
del sacro Capitolio:
túrbase el pueblo: la Ambición vertiendo 55
su ponzoña mortífera, condena
al llanto la Ciudad; desde su solio
instiga a César, a Pompeyo inflama;
su discordia derrama
en pechos rudos que a morir se arrojan, 60
sin saber por qué mueren o se enojan.
Míseros ¿qué emprendéis? El fuego horrendo
que hará a la patria en trágicas pavesas
desperdicio liviano
de hidrópica ambición ¿tanto os adula, 65
que Héroe aclamáis al que con fiera mano
le alimenta y os hiere; al que a la gula
y ansia de dominar justos suspiros
de la patria pospone,
y os lleva a combatir para oprimiros? 70
Id, infelices, id; y cuando opone
la fuerza a la Razón, al grande César
alzad estatuas, consagrad altares(103).
   ¡Errores peculiares
del linaje mortal! La pompa activa, 75
bien que viciosa, a la virtud prefiere
tímida en su humildad. Si, menos viva
la violencia en la Escuela, no el sosiego
conturba de la patria; nunca espere
gloria presente el moderado Sabio(104). 80
Con la pluma o el labio
fábulas labre, errores apadrine;
dispute, finja, incline
la doctrina a la fama; al nombre y gloria,
no a la verdad o al próvido ejercicio, 85
su saber encamine:
él será Sabio en la moderna Historia.
   ¡ Oh Sociedad benigna! ¿Por qué el vicio
adúltero insolente
tu puro nudo, tus enlaces santos? 90
No bastan los quebrantos
que inquietan tu reposo en el tumulto,
¿sin que de Sabios vanos
padezcas la inquietud? ¿Jamás prudente
verán los hombres al que agudo enseña 95
de la prudencia el ser? Mérito oculto
sin estímulo vive: así desdeña
un Sabio hinchado el solitario empleo
del que en cuantas doctrinas atesora
sólo al Dios busca que humillado adora. 100
¡Ah! perezca el deseo
que la verdad a la ambición sujeta.
Las leyes que decreta
el Artífice eterno ¿las sabremos
sólo para ostentar que las sabemos? 105
El niño apenas llora(105)
la miseria a que nace, simplecillo
ya bebe engaños que en su frente imprime:
sus pesadumbres gime,
y debiera gemir, si él lo alcanzara, 110
las que el civil comercio le prepara:
inocente, sencillo,
la educación su inclinación oprime:
nació para ser hombre, y halla en suma,
con dones eminentes, 115
que es hechura civil de sus parientes.
Así, no ya consuma
varón juicioso sus esfuerzos todos
en hermanar con la virtud la ciencia
por sola su conciencia. 120
La vanidad y el interés los modos
son que le circunscriben y limitan:
inútil vine al negocioso mundo
si, rústico Catón, Zenón profundo,
no en ostentar se afana 125
virtud interesada, o ciencia vana.
   Tu, mi Batilo, cuando ardientes gritan
las feroces Escuelas; sosegado
en blanda paz bañado,
de sus contiendas los motivos ríes. 130
No es la verdad quien su coraje mueve.
Permites que se cebe
enhorabuena en lóbregos sofismas
la vanidad del desbocado Sabio:
en tanto tú con humildad te abismas 135
en investigaciones misteriosas,
a la vida y al juicio provechosas.
Porque ¿quién en el labio
de las sectas recientes no percibe
el hinchado resabio 140
del deseo, que a Empédocles buscada(106)
dio en el Etna, y bien digna, sepultura?
Vive admirado, y descontento vive
de la presente fama que le admira.
Veneración futura, 145
debida a un Dios, a su vejez cansada,
que mortal le publica, solo place:
se abandona a la ira
del codicioso fuego en su seno horrendo,
y por Dios pasar quiere pereciendo. 150
Pues tanto satisface
la gloria a los Sofistas que le abonan;
ojalá, o los sofismas moderaran,
o ser como él gloriosos procuraran.
Ahora obstinados el orgullo enconan, 155
y, peso impertinente de la tierra,
de opiniones cubriéndola la ofuscan,
y engañándola más, más gloria buscan.
Indocto el que no hierra(107),
rudo el que al cielo su razón somete, 160
trofeo la verdad de torpes juicios
cede a las agudezas de los vicios.
   Y en fin ¿qué excelsos bienes nos promete
la parlera doctrina
del jactancioso Sabio(108)? Aquí declina 165
la virtud en mil pechos, generosos
quizá si, menos simples, despreciaran
discursos engañosos.
Allí brutales al vivir preparan
desusados caminos, 170
por vivir en su patria peregrinos.
Autorizada la Razón viciosa,
oráculo servil de las pasiones,
todo lo emprende y osa:
de partos monstruosos 175
hecha instrumento, lo que dictan ellas
vende por ricos dones:
nuevos mundos darate en las estrellas;
igualarate a los feroces brutos;
los santos atributos 180
del ánimo inmortal, los que penetran
las cóncavas esferas y en su cima
la posesión del Hacedor impetran,
verás que desestima
depravada Razón que eterna nace, 185
y con ser material se satisface.
La que a tanto se anima,
y así su suerte próspera envilece
¿que autoridad, Batilo,
logrará en tu prudencia recatada? 190
Tú adviertes trastornada
por ella, en opiniones que establece,
la faz de la ancha tierra. Anciano estilo
aprobado por doctos escarmientos,
descrédito es del hombre. Altares, Reyes, 195
dogmas, costumbres, leyes
de nuevos pensamientos
nueva forma reciben... Mas permite,
permite a su poder la gran reforma
encomienda a un Sofista el Universo; 200
tú le veras en todo más perverso.
   ¡Oh excelsa Providencia! quien compite(109)
contigo en la virtud, que te engrandece,
¡cuánto de sus fatigas desmerece!
Tu inexorable norma, 205
ley no caduca de infalible ciencia,
¿quién podrá comprehenderla y admirarla
cuánto más en sus obras reformarla?
En el silencio de tu paso llevas
tras ti los entes que a tu arbitrio riges, 210
destruyes y renuevas,
la ambición del Filósofo burlando,
que te sigue aún tu fuerza averiguando.
Sosegada diriges
el obrar de las cosas, que atraídas 215
a llenar tus decretos por tu mano,
desde el simple gusano
hasta el Angel que canta tus loores,
contentas con servirte te obedecen:
olvidan los rigores 220
de tu inviolable ley Sabios ociosos
que en destruir tu autoridad trabajan
cuando a tanto relajan,
por su mal, los discursos animosos:
de ti triunfan gozosos, 225
y míseros no advierten que su labio
sirve a tu disponer aun en tu agravio.
Así en la tierra el movimiento sigue
del duplicado giro a que se entrega
Astrónomo obstinado que le niega. 230
Así cuando persigue
la civil Sociedad mente atrevida,
cumple en ella las leyes de la vida.
   Ignora a donde llega
su razón el Mortal, y por subirla 235
se divierte o se cansa en deprimirla.
De la Naturaleza(110)
los impulsos abona
al humano linaje, el que a ella debe
el sofístico error con que razona. 240
Tras esto, ¿quién se llega a la certeza
de lo que oculta mueve
en su ciego y confuso laberinto?
Lejana antorcha en tenebrosa cumbre(111)
al caminante que la senda pierde, 245
sólo el círculo muestra que ilumina:
su brillo, aunque distinto,
no la senda le enseña: tal la lumbre
de su naturaleza a los Mortales
en su camino guía: 250
de sí sólo ver deja las señales;
mas no hace clara la perdida vía.
¿Será tiempo que acuerde
de su letargo la engañada turba
que hacia su fin camina? 255
¡Oh cuánto los conturba,
cuanto pagan la gloria de su ciencia!
Al fin del ser humano caminando,
por adalid llevando la conciencia,
búscanle, se extravían, 260
lejana luz les da Naturaleza(112);
mas, dividido el bando,
como ella no le aclara
más del cierto camino se desvían:
éste cae, tropieza 265
aquél, vacila el otro, en, la maraña
de espeso bosque el otro se confunde,
le inquiere, le rodea
sin hallar la salida que desea,
y más y más en confusión se hunde. 270
¡Oh ceguedad extraña
de ridículos juicios,
buscar a tanta costa precipicios!
   ¡Ah! neguemos, neguemos
una vez al amor que nos engaña 275
la inclinación oculta
que el paso a la verdad nos dificulta.
De frágiles extremos
huya resuelta la Razón, y el hombre(113)
restituya al asiento que la mente 280
del Criador le dispuso,
de augusta majestad y preeminente.
Si en lastimeros males nos sepulta
de la vida el abuso,
y máquinas civiles limitamos 285
el espíritu noble
cuando a arbitrarios usos le aplicamos:
libre levante la Razón su vuelo,
y de humanas prisiones desatada,
desde el ínfimo suelo 290
hasta la alta región do, rodeada
de luz inagotable que despide,
la eterna Potestad el mundo mueve
desde el glorioso trono en que reside,
del Universo todo(114) 295
el consorcio visite, y de sus partes
el destino contemple, el uso, el modo;
las portentosas artes
con que a un nudo reduce
indisoluble, entero, 300
el Criador las criaturas que produce;
de causas y de electos sucesivos
la alternación perenne,
y el siempre duradero
progreso que las ata y encadena; 305
la Mano omnipotente que en sí tiene
de la gran trabazón el solo extremo,
que sola rige con poder supremo.
De gozo entonces llena
conocerá el destino de sus dones. 310
En la Naturaleza
verá el poder de Dios, a cuyas obras
sujetas a un prescrito movimiento
aquel nombre se aplica(115). Y la grandeza
de su ser ya alcanzando, 315
hallará que el humano entendimiento
a diverso progreso sometido,
no es eslabón del orbe en que ha nacido.
De inmensas producciones,
efecto de perpetua Omnipotencia, 320
convidado, ceñido,
entre ellas peregrino se detiene
el tiempo que hasta el término conviene.
Tal en la contingencia
del inconstante mar quien se avecina 325
a la rojas entrañas del Oriente,
no es parte de la nave en que camina
por más que el ceño de las olas siente.
Tal habita presente
(si es lícito del Ente soberano 330
a la de un triste humano
trasladar la existencia) en todo el orbe
el Señor que le rige y le recrea
sin que miembro del orbe o parte sea.
   ¿Qué importa que le estorbe(116) 335
la material unión que le encarcela
el suelto rapto a donde ardiente anhela,
si libre y poderoso
puede hacerse con ella venturoso?
Mérito es nuestra vida, 340
o acusación eterna: a este fin goza
el hombre en cuanto abarca el Universo(117)
orden suyo y diverso,
desatado del Todo que le ciñe.
Si llora, si solloza, 345
si de males le aflige combatida
ver su parte caduca; deje el nombre:
los padece cual bruto, no cual hombre.
¡Ignorante! constriñe
su ser en breve límite, pegado 350
al trabajo mortal que le acobarda,
negado al bien eterno que le aguarda.
¡Oh! ya desengañado,
de su gran dignidad el eminente
término reconozca: y cuando solo 355
procede en cuanto abrazan
éste y el otro polo,
no quebrante los próvidos confines,
y al círculo se abrevie de sus fines.
Leyes que le embarazan(118), 360
grillos son que le honoran y engrandecen.
Los árboles que crecen;
los brutos que caminan y perciben;
los astros que no viven,
mas con vida exterior que representan 365
al tiempo los períodos le cuentan,
con paso igual e irrevocable modo
se enderezan al orden del gran Todo
constantemente estables:
las leyes de su fin nunca traspasan. 370
El orden de tu espíritu, Batilo,
no a componer el Todo destinado,
pero a fines más altos y durables,
leyes tiene también que a ellos le guían(119).
Si de ellas se desvían 375
apocados espíritus, que turban(120)
el orden de su esencia; no por eso
la ordenación universal perturban,
constante en su progreso:
argumento eficaz que te demuestra 380
que ignora el orbe la existencia nuestra.
Hierran, hierran sin duda
los que cuando su espíritu examinan
del gran Todo una parte
consideran en él. En vano suda 385
en conformar su estado
con las leyes que el mundo determinan(121)
el que no para el mundo fue creado.
¿Pretendes sujetarte
a la intención de Dios? Entra en ti mismo: 390
abandona el abismo
del orden exterior, y su belleza
solamente admirando,
cumple tu peculiar naturaleza.
Tu juicio, acreditando 395
su vigor generoso,
a la sencilla voluntad unido,
en recíproca unión(122) dará a la vida
la senda que conviene a su reposo.
   Ventura ya perdida, 400
primera creación, benigno origen
del estado del hombre(123), ¿dónde ahora
te hallarán las que afligen
miserias a los tímidos Mortales,
asiento ya forzoso de mil males? 405
¿A dónde tu paz mora,
tu apacible salud, aquel sosiego
de la simple pureza que influías?
¡Oh no gozados días!
¡Oh teatro del mundo convertido, 410
de morada benigna,
en calabozo crudo y abatido!
Inclinación maligna,
libertad temeraria, juicio insano,
entendimiento ciego, 415
¿a cuánta confusión nos entregasteis
cuando el orden primero abandonasteis?
Entonces el humano
linaje(124), a los decretos obediente
que estudiaba en su frente 420
sin largo meditar, puro duraba,
y no en perficionarse se cansaba.
El nombre de virtud en sus acciones
desconocido era(125),
no menos que en la blanda primavera 425
ardiente flor ignora
si es virtud el color con que enamora:
falto de imperfecciones,
la virtud en su obrar no fue excelencia(126),
mas sólo un conformarse con su esencia. 430
En estado tranquilo
sin alterar su ser, cual van los entes
sensibles o vivientes,
de la Razón se acomodaba al mando,
a su fin detrás de ella caminando. 435
Diósela Dios por regla e instrumento
de su felicidad(127): y porque atento
la perfección más fácil mantuviera
de su orden singular; del santo cielo
le indicó los secretos(128), e inclinado 440
le formó a que el desvelo
de aspirar a la patria en él mandara.
Tras esto en nudo justo
de libre Sociedad, que conformara
en un solo querer los hombres todos, 445
ató las diferentes voluntades(129)
sin Reyes, sin edictos, sin ciudades,
sin el imperio adusto
de potestad a la injusticia expuesta,
a las gentes funesta 450
tal vez más que benéfica Tutora.
Así las intenciones
conviniendo entre sí, nadie oprimía
por el bien de que nadie carecía,
   ¡Oh! Cuánto cuánto llora 455
quien sabe meditar, los altos dones
que en pérdida fatal desperdiciaron
los que nuestra miseria ocasionaron.
Los ojos a las gentes(130)
volvamos, oh Batilo, que hoy se afligen 460
en la circunferencia de la tierra.
En climas diferentes
lamentará tu llanto(131)
ver castigos atroces que corrigen
la maldad nunca bien escarmentada. 465
Si en templos infinitos(132),
que la Piedad levanta depravada,
con temoroso y santo
respeto a los altares te avecinas;
de ámbares exquisitos, 470
árabes gomas, y fragantes humos
regalado verás el simulacro
de una sierpe, de un vil facineroso,
o de un Numen quimérico, asqueroso.
Perfecciones divinas, 475
verdad del solo Dios omnipotente
que reside presente(133)
en cuanto el rayo del autor del día
ilustra, si no dora;
en cuanto vaga en el inmenso espacio 480
a humana comprehensión no permitido,
la región del Universo honora;
¿a dónde se desvía
vuestra presencia, que presente en todo,
se oculta a mil naciones que en su mano, 485
que en sí llevan el Ente soberano?
¿Razón un Dios a su criatura diera
para que conocerle no pudiera?
¿Y a que inclinado a le adorar crearme
si de sí la noticia ha de negarme? 490
   No tal error, no, al cielo le atribuyas
por disculpar imperfecciones tuyas(134),
delitos de tu mente,
y de la libertad que tuya era.
Si de la verdadera 495
noticia de su Numen los Mortales
carecen; más decente
es achacarlo a la flaqueza mía
que a una inmensa inmortal Sabiduría.
Mi ignorancia, mis males 500
de mí y mis semejantes procedieron:
ellos las leyes de su Autor rompieron
rebeldemente osados.
Y dime; desatados
los afectos brutales en el pecho(135) 505
derrotado, deshecho
de la Razón por ellos el dominio,
¿qué pudo dar de sí tal exterminio?
   ¿Qué fuera si al estrecho
de vivir siempre súbditos serviles(136) 510
de bestiales pasiones
un justo Criador nos redujera,
ya que adoptó su furia lisonjera
la humana sinrazón a su albedrío?
Mas, ¡oh inefable, oh pío 515
efecto de bondad: y oh sinrazones
continuas del Mortal terco e ingrato!
Apenas el mal trato
ve el Criador y mortíferas señales
de los ya embrutecidos Racionales: 520
discordias(137), muertes, guerras,
labrar murallas, inventar en tierras
dominios exclusivos,
vivir para hacer presa de los vivos,
a viles servidumbres 525
el hierro sujetar a los que iguales
nacieron para el uso de las cosas,
de perversas costumbres
hacer gala, achacosas
las luces del sagaz entendimiento 530
desconocer su Dios, el fundamento
y fin que dio ocasión a su existencia;
entonces la clemencia
de su Autor desplegó con valentía
el cuidado que un vil no merecía. 535
Primero su influencia
inspiró la razón de los Imperios(138),
civiles ministerios
por quien una caterva moderada(139)
viviese en sociedad modificada. 540
Ánimos superiores
a la tierra envió, que congregando
las tropas divididas,
con robusta elocuencia al seno blando
de la unión sus discordias atrajeran. 545
A las, o ya borradas, o tenidas
en poco o nada naturales leyes,
autorizando Reyes,
substituyó decretos positivos
que expuestos a la vista, mas activos 550
su observancia imprimieran:
y por este camino,
cual suele en todo su saber divino,
de entre el desorden mismo un orden
nuevo dedujo a la malicia conveniente 555
que por toda la tierra dominaba.
   Y si en esto mostraba
majestuosamente
aquella singular beneficencia
con que atiende de un modo 560
al Ángel y al insecto imperceptible;
¿qué voz (bien ya su Febo,
en cítara sonante cuerdas de oro
hiriendo heroicamente,
nos ofrezca la Grecia fabulosa, 565
cantando en el Olimpo al sacro coro
de Dioses a su acento suspendidos)
enérgica la ciencia(140)
dirá inmensa, amorosa,
con que de sí noticia a los Mortales(141) 570
tornó a dar, convertidos
a torpe adoración, sucia y nefanda?
El hombre se desmanda
y a cultos desiguales
sus súplicas retuerce: desfigura 575
de su fin y ventura el instrumento;
y entonces, a él atento
no menos que en su origen, Dios apura
pródigo su bondad, y del profundo
le saca de su hierro voluntario, 580
y le guía al celeste santuario
por no equívoca senda.
¿Qué rebelde, que inmundo
Sofista aquí relajará la rienda
a su inicua razón, y cuando nota 585
la certeza de Dios casi extrañada
del orbe de la tierra, enferma o rota
la santa inclinación al culto cierto;
osará reprobar que un Dios benigno
el culto de sí digno 590
repita y le declare, cual conviene
al que para adorarle al mundo viene?
   Su mismo desacierto
de tormento les sirva, y desatados
vivan(142), bien lo merecen, de las santas 595
leyes que no a Sofistas se destinan
cuando pertinazmente desatinan.
Tú si en tanto, Batilo, los callados
designios de tu Dios atento observas
en el retiramiento de tu pecho, 600
y el ánimo levantas
a agradecer los modos inefables
con que la Providencia a sí te llama;
ardiente del estrecho
sal de las siempre acerbas 605
clausuras con que el hombre se disfama,
limitando a invenciones execrables
los estados que hoy goza en su destino.
Constante en tu camino(143),
al Imperio obediente; 610
al cielo reverente;
de impiedad y de vicios
exento; a los prescritos sacrificios
del cielo y de la patria no con lento
paso acudiendo siempre, quizá hambriento 615
vivirás; mas sin tales atributos
no esperes ser más bueno que los brutos.

Arriba