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La terminología canaria de los seres marinos

Manuel Alvar






ArribaAbajo0. Introducción

0.1. Canarias -como las islas portuguesas de Madeira- están incluidas en la llamada región ictiológica mauritana1. Esta ordenación puramente geográfica condiciona los hechos biológicos, pero es -también- una buena hipótesis de trabajo. Las Islas tienen unas especiales características debidas a su situación, pero otras motivadas por su condición geológica -conos volcánicos sin plataforma superficial- y otras, resultado de la historia2. Todo ello vamos a ver en qué medida ha colaborado en la constitución de un léxico ictiológico muy peculiar, y hasta qué punto la situación actual puede ayudar a explicar todo este mundo enmarañado.

0.2. Mis materiales proceden siempre de encuestas in situ: son el resultado de dos obras diferentes, pero que tienen puntos de convergencia. En primer lugar, el Atlas lingüístico y etnográfico de las Islas Canarias, en el que incluí 175 preguntas en relación con los conocimientos de los pescadores3, y, de otra, el Atlas lingüístico de los marineros peninsulares4, con el que formulé casi un millar de cuestiones5, si en ellas incluyo las concernientes a la etnografía. Para las relaciones del léxico canario con el de otras regiones de España y Portugal, aparte la bibliografía que iré citando oportunamente, utilizaré los materiales del ALEA y los inéditos de mis encuestas en Santander, Galicia, Andalucía y Murcia6.

0.3. La mayor parte de la terminología estudiada se refiere a nombres de peces, pero en mis cuestionarios figuran también los de moluscos, crustáceos, aves marinas, colectivos, etc. Doy cabida, pues, a todas estas formas que ayudan a completar la visión de nuestros problemas.

0.4. Sólo tengo en cuenta las palabras que presentan posibilidades de caracterizar el léxico marinero de las Islas desde el punto de vista de sus peculiaridades. No considero otras voces que, sin ser castellanas en su origen, pertenecen al acervo de la lengua común, o las que presentan muy escaso interés. Por eso excluyo bocín, bocina, cazón, curvina, marrajo, mojarra, orchilla, palometa, sama, etc.

0.5. He procurado transcribir la pronunciación insular con los signos de la lengua oficial; en un estudio léxico basta con esto. Por supuesto, v no es sino bilabial (fricativa u oclusiva, según la distribución castellana) y j es la aspirada del dialecto. El seseo alterna, en ocasiones, con una ce postdental y el yeísmo alterna con casos de distinción de ll ~ y.




ArribaAbajo 1. Términos beréberes

1.0. Al estudiar las hablas vivas de las Islas, llama la atención la escasez de términos prehispánicos que subsisten. Tal cual, bestezuela, alguna planta y no muchas más cosas. Por supuesto es harina de otro costal el estudio de la toponimia. Pero términos que persistan con su significado, con su asidero a un contenido inequívoco, apenas si cuentan en un índice numérico7. Ahora, todos estos materiales referentes a ictionimia, vuelven a suscitar idénticas cuestiones, a pesar de la tradición prehispánica de la pesca y a pesar de las relaciones de las Islas con las próximas costas africanas. Bástenos recordar el testimonio de Fr. José de Sosa (1678), que admiraba las técnicas pesqueras de los nativos, tanto en la elaboración de anzuelos de cuerno, como en la confección de redes de junco:

«... las cuales arrojadas a nado, arte en que eran muy diestros, por el común ejercicio del mar, en cuyas dilatadas playas [...] tomaban cantidad de sardinas, arenques, lebranchos, lizas y otros géneros distintos de peces»8.


1.1. En cuanto a las relaciones de las Islas con las costas africanas son constantes desde épocas muy viejas: unas veces por cuestiones mercantiles; otras, para apresar esclavos9. Las piraterías de canarios contra berberiscos y de berberiscos contra canarios, constituyen un capítulo inacabable de miserias y heroísmos10; cuando en el siglo XVIII, Castilla redujo sus pretensiones sobre Mauritania al derecho de pescar en las costas africanas, los marineros canarios pudieron llevar a cabo sus trabajos de una manera pacífica11.

1.2. En la actual terminología ictionímica hay algunas voces que dan fe del carácter beréber de los pobladores prehispánicos de las Islas -suponiendo que se trate de términos patrimoniales- o de las relaciones con las cercanas costas del continente -si los creemos posteriores12. Cierto que no se trata de ninguna larga nómina, pero sí suficiente para merecer algún comentario.

1.3. Como en otros términos prehispánicos, ta- (t prefijo de femenino + a- prefijo de singular)13 aparece en unas cuantas voces, verosímilmente, de carácter beréber14. Así la hembra del Mugil cephalus15 (en Arrecife, Morro Jable), o la del Mugil cespito16 (en Las Palmas y Puerto de Mogán) se conocen por tabaga, mientras que llaman tabaca a la primera de ellas en San Nicolás y Arguineguín.

La voz no ha sido recogida por los ictiólogos españoles, al menos en las obras que manejo, ni siquiera consta en el Diccionario de Historia Natural de las Islas Canarias (1866), del benemérito Viera y Clavijo17. Tampoco ha sido más afortunada entre los lexicógrafos regionales, pues sólo aparece en F. Guerra Navarro con una definición bastante ajustada a mis informes: «especie de lebrancho o cabezote, cuyo color [...] es verde-amarillo. Tiene una pinta de este último sólo en las branquias»18. La voz debe ser relativamente común en las Islas, puesto que la encuentro bastante extendida (Lanzarote, Fuerteventura y Gran Canaria), aunque no figuraba en mi cuestionario; para lo que pueda servir, diré que sólo apareció en la provincia oriental y nunca en la occidental. Por otra parte, estamos ante un término exclusivamente canario, puesto que en Madeira -tan en relación con el mundo que estudio- sólo se conoce tainha19.

A través de los indicios que nos permite descubrir el ta- inicial, podríamos pensar en el acercamiento de la palabra a la raíz bereber bbi «cortar»20, pero no sé si sería suficiente para justificar el étimon.

1.3.1. En la costa atlántica de Marruecos, baybay es el Gobius niger21; la reduplicación de la raíz podría ser ajena al étimon. Entonces bay no estaría lejos de las tabaca / tabaga y tabaque que considero en estas notas. La raíz Caracter consta ya en Edrisi como nombre de un pez del lago Chad22. Podría pensarse, por tanto, en la incorporación de ta- a un nombre extraño a la lengua23.

1.4. En la isla de La Palma (Barlovento y Santa Cruz), llaman tabaque a la Umbrina cirrhosa, Sciaene cirr. o, en español, verrugato. La forma de la palabra parece -también- de estructura beréber. En esta lengua existen abbegug / ibeggan, Caracter «carnero», que se relaciona con el tabaque «reses gordas» del Hierro y la Gomera24, formas por lo demás no fácilmente vinculables -por otra cosa que la semejanza externa- con la nuestra. Cierto que la gordura de los animales terrestres ha servido muchas veces para designar a seres marinos que también participan de ella (cfr. sollo, cerdito de la mar, cochino, cochon, porc, pesce porco, etc.), pero no poseo metáforas en las que intervenga el cordero o el carnero y, mucho menos, veo la posibilidad de que estas condiciones sirvan para vincular el verrugato con un morueco lustroso. En ningún sitio las denominaciones vulgares autorizan a semejante acercamiento25; antes bien, se refieren al color del pez o, como señala Viera:

«... [en la] mandíbula inferior tiene tres hendeduras y por debajo otras tres o cuatro más pequeñas, con una barbilla o verruga rojiza, de línea y media de largo, de la cual ha tomado sin duda este pescado el nombre de "berrugate" conque le conocemos»26.


Pienso, pues, que la designación del pez habrá que buscarla por otros caminos. En las denominaciones occidentales abundan las comparaciones de la Sciaena con el «cuervo» inspiradas en el color negro (cast. corvinata, -o, corballo; ca. corvall, corvina; port. corvina, y habría que añadir a la misma motivación, viuva; it. corvello, ombrina corvo; ingl. sea crow; tunec. Korbus; croata Krb saneri, Kurbelj; dálmata Kerb) u otras motivaciones en relación con la idea de «sombra»27 (fr. ombre, ombrine; it. ombrina; al. Bartumber; gr. skion < sxìa). En bereber, «negro» es aberkan, Caracter, «ser negro», beršen28; «ennegrecerse, negrear», berxen29, formas todas éstas que pueden ser antecedentes del tabeque insular (< ta- berq-) si salvamos la dificultad de la pérdida de la r. Pero el obstáculo no parece insoslayable si pensamos en la debilidad articulatoria de las implosivas en canario, en tantas hablas hispánicas meridionales, y la acción analógica de palabras terminadas en vocal + -que (tabaque, tabique) y otras afines.

1.5. Más conocida que los anteriores parece tasarte, designación de la «albacora» (Thynnus alalunga o TGermo alalunga) en Arrecife y del «listado» (Euthynnus pelamis o Gymnosarda pelamis) en Las Palmas30. Aunque mis notas sólo lo han atestiguado este par de veces, consta en la literatura científica o lexicográfica regional. Es citado por Viera, aunque no descrito31; Berthelot lo consideró como abundante en las Islas y en África32 y la situación se mantiene hoy. Poseo una lista inédita de nombres científicos y vulgares de peces canarios y de las costas africanas en la que el tasarte es la Sarda unicolor33, lo mismo que en la enumeración de una obra hace años impresa34. El léxico de F. Guerra no da ninguna característica del pez, aunque lo considera abundante en la costa oeste y sudoccidental de Gran Canaria (página 407). Suponiendo que los pescadores hayan confundido un pez del género Germo con otro del Euthynnus no resulta de ello ningún grave error, por cuanto uno y otro pertenecen a la familia escombridae, menos aún que el único Orcynopsis (nuestro tasarte) haya podido incorporarse a los otros grupos más numerosos de la misma familia35.

1.5.1. Tasarte es el nombre que dan como oficial las compilaciones ictionímicas que tienen potestad para hacerlo36, pero es denominación exclusivamente canaria37, desconocida en las compilaciones portuguesas (metropolitanas y maderenses) que manejo38, y -por falta de documentación del pez- en las españolas39. Todo esto nos inclina a pensar en el carácter autóctono de la nomenclatura40, que remontará al beréber tanto por su ta- inicial, ya considerado, cuanto por el fin -te, de carácter femenino41. En cuanto al étimon, cabría relacionarlo con el beréber Caracter «engullir, tragar», en cuyo caso tal vez no hiciera falta pensar en el sufijo -te, por cuanto la Caracter enfática podría oírse como -t, o -a lo más- sería lógico pensar en Caracter > t (+ e- de apoyatura42) con la concurrencia de -te frecuente en voces prehispánicas (tagasaste, tajaraste, belete, tamonante, turgaite, tajeste, etc.). Para aceptar la etimología sería necesario poder comprobar que estos peces son especialmente comedores (cfr. voraz, gorá, etc., referido a los Pagelli). De cualquier modo, la certeza del étimon beréber es irrefutable. Ibii Battûta da este texto precioso:

«... los marineros pescaban por la mañana y por la tarde un pez llamado en persa chîr mâhy, y significa "el león del pez". Porque chîr quiere decir "león" y mâhy "pez". Y se parece al pescado que entre nosotros se llama tâzart»43.


De acuerdo con esta referencia, en el Supplément de Dozy se dice «sorte de poisson au Maghrib», y se da la forma beréber, sin vocales. Y por lo que respecta a las palabras persas aducidas, sher-māhī es el pez-león, pez de cuyas espinas se hacen cachas de cuchillo44.

1.6. Para Wölfel45 es bereber o pertenece a una lengua con él emparentada46 el canario claca. Mi documentación es la que sigue: claca es el molusco que suele denominarse «nática» en la Península (Neverita millepunctata); sin embargo, en las encuestas, debió producirse una errónea identificación, pues todos los tratadistas insulares -siguiendo a Viera- le dan el nombre científico de Balanus maritimus. En todos los casos mostré una fotografía de la Neverita que como claca, designaron en Las Palmas, Mogán, San Nicolás (todos en Gran Canaria), La Calera (Gomera) y Fuencaliente (La Palma). A este grupo deben pertenecer las variantes craca (otros pescadores de Las Palmas y Mogán) y cloca (Haría). En la isla de Tenerife, dieron el nombre de claca a la «taraza» o Teredovanalis; documentada en un solo punto (Santa Cruz) y aislada en la bibliografía de que dispongo, tengo dudas de que fuera acertada la identificación.

1.6.1. Viera recogió e identificó la claca como «glande o bellota de mar»47 y dio sobre ella unos informes que merecen tenerse en cuenta:

«Encuéntrase las clacas en los bajíos y arrecifes de nuestras costas marítimas. Su pulpa después de cocida ofrece una comida muy delicada y muy sabrosa, preferible quizá a la de las ostras».


(I, 213)                


Contra el bereberismo de la voz está su documentación en Madeira (craca), so pena que pensemos en una migración del término canario48.




ArribaAbajo2. Lusismos

2.0. La importancia de los portuguesismos en las Islas Canarias se ha convertido en un tópico de nuestros estudios49; por mi parte, intenté la sistematización de las voces de tal origen, obtenidas en varias encuestas in situ50. Lógicamente, los términos marineros no pueden sustraerse a lo que es una constante; antes bien, la proximidad y relaciones con Madeira permiten una penetración más intensa -si cabe- de los términos occidentales.

El carácter portugués de algunas voces se denuncia por algún tratamiento fonético dispar del castellano, aunque la palabra aceptada siga la suerte que una fonética evolutiva ha impuesto a los términos patrimoniales. De este modo se aclimatan -y se convierten en patrimoniales- las voces prestadas.

2.1. Tal es el caso de abade, con su -e final conservada. La forma plena se usó en el Roque de las Bodegas, Santa Cruz de Tenerife, Arico, Los Cristianos, El Médano, San Sebastián de la Gomera y Puerto de la Estaca, referida al Serranus cabrilla o «serrano imperial», mientras que la pérdida de la -d- y el cierre de la -e > -i da lugar a la forma abae, -i con que el mismo pez se identifica en Arrecife, Las Palmas y Mogán, o el Epnephelus guaza (= Serranus gigas, el «mero» de la terminología oficial) en Órzola, Arrecife, Corralejo, Puerto del Carmen, Morro Jable, Las Palmas y Arguineguín. Los ictiólogos identifican el abae con el Serranus alexandrinus (en la nomenclatura oficial «falso abadejo»), que pertenece al mismo género. En San Sebastián de la Gomera, rey de los abades es el Crenilabrus mixtus51. La forma castellana que se corresponde con el término dialectal es la de abadejo52, y no deja de ser curioso que abade, como nombre de pez, falta en los diccionarios portugueses (Figueiredo, Moraes) y en los repertorios ictionímicos (Albuquerque, FAO, Visconde do Porto da Cruz, etc.).

2.2. La pérdida de -n- intervocálica denuncia el origen portugués de bucio, término bajo el que se cobija toda clase de moluscos: el Argonauta argo (Santa Cruz de la Palma; en Barlovento le llaman bucio de cangrejillo), la Neverita millepunctata (San Sebastián de la Gomera), el Chenopus pes pelicani (Santa Cruz de la Palma y Barlovento), el Cerithium vulgatum (ídem, ídem, San Sebastián de la Gomera), el Murex brandaris (Órzola, Corralejo, Las Palmas, Arico, Los Cristianos, El Médano, Puerto Santiago, Calera, San Sebastián; bucio de pico, en Santa Cruz de la Palma), el Murex trunculus (Las Palmas, Los Cristianos, Puerto Santiago, San Sebastián, Puerto Estaca; bocio picudo, en El Médano), el Triton variegatum (Puerto Estaca). Un derivado suyo, busino, designa al Murex brandaris en Fuencaliente. En portugués, búzio «concha univalve, de forma cónica o espiral, perteneciente a molusco gastrópode» (Figueiredo) b u c i n u53. En las Islas hay diversos topónimos de este nombre54.

2.3. A una forma portuguesa con f- inicial remontaría el malfara «peregrino» de Restinga (Cethorhinus maximus), aunque la falta de materiales más abundantes obliga a proceder con suma cautela. No recojo la voz en ningún repertorio regional, ni en el resto de mis materiales. Como en portugués este escualo se llama frade o peixe frade55, aventuro si fara podrá ser una deturpación de este término (frade > * fadre > * fare). No se me oculta lo difícil de la tentativa, pero no sería improcedente pensar en que un pez gigantesco y voraz fuera considerado un «mal fraile». Quede anotada la hipótesis con todas mis dudas.

2.3.1. La misma caracterización (f- inicial conservada), si no hubiera otras, bastaría para justificar el lusismo de las designaciones canarias de la «medusa». En Puerto Estaca, es ferreca y, en Arguineguín, furrieca, una y otra en conexión con las andaluzas alburraca (Ayamonte), borreca (Moguer), alburreca (Estepona, Málaga) y birrueca (Nerja), sin salir de los materiales del ALEA (IV, 1170). Se trata de una serie de derivados del árabe Caracter «ortiga» explicables fácilmente los andaluces y, desde el portugués alforreca, los canarios.

2.3.2. Deben incluirse aquí algunas palabras cuyo origen puede ser portugués, si nos atenemos a la f- inicial. Tal es el caso de la fula «pescado dorado pequeño» en Santa Cruz de la Palma y variedad de «japuta» (Brama raji) según nuestro informante de Arrecife. Berthelot recogió castañeta o fula, como designaciones del Heliazes limbatus (pág. 120), en tanto Viera, sólo la primera56; en otros materiales de que dispongo (Relación, s. v.) se identifica la fula con la «castañeta» y la fula colorada con el «alfonsiño». No poseo documentación de la voz en portugués; sin embargo, creo que se trata de un derivado de f o l l i s, como la fola canaria que -en el Hierro- designa a la campana de las medusas o la planta marina conocida por Fucus vesicolosus (Puerto Estaca)57.

2.4. El grupo inicial cl- convertido en ch acredita que la chopa es de origen portugués (cfr. c l u p e a «sábalo» > port. choupa); la voz se encuentra muy difundida para designar al Spondyliosoma cantharus (en todos los lugares de nuestras encuestas); al Spond. orbicularis (Barlovento), a la Boops salpa (Las Palmas, aunque aquí también nombra a S. cantharus y al Pagellus bogaraveo (San Sebastián de la Gomera). Aunque pueda ser exacto el último de mis informes, lo que no cabe duda es el carácter general que chopa tiene en el Archipiélago; bien que no podamos afirmar tajantemente el carácter de préstamo directo de la voz por cuanto consta en el DRAE y es la nomenclatura española considerada como oficial. Por tanto, podría tratarse de un lusismo en el castellano marinero58. Cfr. salema en el § 4. 13.

2.5. Aunque no sea un rasgo fonético de carácter sistemático, lo es en las formas portuguesas en que p- > b-; por tanto, el tratamiento -lexicalizado en estas palabras- enfrenta a las dos lenguas de que me estoy ocupando. Es lusismo la bicuda de todas mis encuestas (Scomberesox saurus o «paparda») y la de Santa Cruz de Tenerife (Sphyraena sphyraena o «espetón»). Con esta última coincide la designación madereña.

2.6. Tiene tratamiento fonético portugués el general cardume «banco de pescado». Me inclino por su carácter portugués y no gallego o leonés habida cuenta de las relaciones de Portugal con Canarias. Corominas dedicó un comentario muy útil a esta palabra59, y sus materiales se pueden ampliar con datos posteriores: en una obra dedicada a los colectivos de seres marinos se recoge cardume en Pontevedra, cardumen en la provincia de Cádiz, cardument en Lanzarote y cardumo en Altea60. Mis encuestas confirman cardumen61 en la localización que se da, pero es imposible cardumnt e importado el castellanismo cardumo62. En Canarias no encuentro ninguna variante -ni siquiera fonética- de la palabra, mientras que en Andalucía recogí cardume, en la provincia de Huelva; gardume, cardumen, en la de Cádiz, y gardumo en Málaga y Almería, sin salir de los materiales ya impresos en el ALEA (IV, 1099). La etimología es c a r d a por comparación de los peces agrupados con las púas espesas de este utensilio.

2.6.1. En algún sitio es sinónimo de la voz anterior arruaje (tal es el caso de Las Palmas), mientras que en la mayor parte de las localidades exploradas63 era la «moralla»» y, en otra, la «cría de anchoas sardinas». Del mismo modo que el final -me(n) se opone al castellano -mbre, la forma arruaje hace pensar en portuguesismos terminados en -agem64. Sin embargo, no encuentro documentación portuguesa para ilustrar los valores de este derivado de rua; no obstante pienso en arruaça «motim nas ruas», arruaçador «o que faz arruaça, barulho», etc., y en alguna acepción de rua, como «plebe, gente inferior». En cuanto a valor colectivo de -agem (< -a t i c.u), es bien conocido65 y tal acepción es válida para el término canario66. Documentado el sentido «suciedad, escurriduras» no es difícil pasar al de «pescado sin valor» el cambio semántico estaría apoyado en rua «calle» + -aje, sufijo despectivo; esto es, «lo que se tira a la calle».

2.6.2. Al mismo étimo, y con un sufijo típicamente portugués - m e > -me), remonta ruame. No encuentro la voz en los diccionarios que manejo, lo que puede hacer pensar que se trate de un «lusismo» creado en las Islas. En Órzola (Lanzarote) y Fuencaliente (La Palma), ruama es la «moralla» y en Barlovento (La Palma), el pez conocido científicamente como Atherina hepsetus (nombre oficial: chucleto). En Ayamonte -y no se desdeñe la precisión geográfica- ruame es «el pescado pequeño que se come el cebo de los anzuelos e impide que piquen los mayores»67. Creo que en todas estas designaciones se impone la idea de colectivo; teniendo en cuenta la pequeñez de estos pececillos (la Atherina tiene unos 10 cm.), sólo son visibles en el mar cuando constituyen conjuntos de cierta importancia, algo así como calles o manchas.

2.7. Caruncho tiene tratamiento fonético portugués (< * c ŭ r i ŭ n c l u < c u r c u l i u n c u l u68 y el significado de la palabra es, en las Islas, el mismo que en la lengua hermana: Teredonavalis. Mis encuestas sólo han recogido el lusismo en Barlovento (La Palma), pues el término más generalizado es traza; sin embargo, Sebastián de Lugo documenta la voz y la anotación que hace Pérez Vidal permite identificar la difusión occidental del término69.

2.8. La presencia de ll (dial. y), donde el castellano tendría j, nos hace pensar en la filiación occidental de pallete «pargo» (Pagrus pagrus) en Mogán. La voz falta en todos los repertorios que manejo y a lo único que puede parecerse es al francés palliet «estera de paja» y al castellano -derivado de él- pallete «tejido que se hace a bordo para defender algunas partes de la embarcación». Pero relacionar este conjunto de significados resulta difícil, por más que los significantes sean idénticos. En Madeira, llaman palhaço a varios Scorpaena (cast. cabrachos, rascacios, etc.), pero pertenece al orden de los scorpeniformes, que no se parece gran cosa al de los perciformes. Entonces hay que volver al portugués común para ver de aclarar las cosas. Según Figueiredo, palhete significa «que tem cor de palha», pero el pargo es un pez rosado y sólo el Sparus annularis (pargo, según Viera), tiene «las aletas amarillentas». En Portugal, nuestro pez recibe el nombre -entre otras designaciones- de parguete, lo que hace pensar si en algún sitio no se habrá dado el cruce -de forma, ya que no de contenido- de palhete + parguete y el testimonio insular es un eco de esas motivaciones. Independientemente del étimo exacto -sin solución definitiva con mis materiales-, todos los caminos apuntan hacia el lusismo.

2.9. Quella (o queya) es el «boquidulce» o Heptranchias cinereus (Arrecife, Morán, Las Palmas, Santa Cruz de Tenerife), es la «cañabota» o Hexanchus griseus (Corralejo, Morro Jable, Mogán, Agaete, San Nicolás, Las Palmas, Arguineguín, Santa Cruz de Tenerife, Roque de las Bodegas, Arico, Puerto Estaca) y es la «tintorera» o Prionace glauca (Las Palmas). La polisemia no afecta gravemente a la comprensión: los tres peces pertenecen al mismo orden y, salvo el último, dudoso por su escasa documentación, a la misma familia. Estamos dentro de los límites en que se mueve la comprensión que hace el pueblo de aquello que el biólogo clasifica70. Como muchas veces ocurre, la voz falta tanto en los repertorios ictionímicos como en los léxicos insulares; sin embargo, en portugués hay quelha para nombrar al Glyphis glaucus71. El étimon es el latín Caracter, derivado de c a n, según consta también en el español caneja «tiburón» (REW 1586), de donde pasó al maderense para designar al Mustelus levis72. Han de ser de origen portugués el caella de Andalucía y Levante73 y el cailón cantábrico74, que designan a escualos feroces, y cuyo fonetismo establece precisos eslabones de carácter arcaico, si los comparamos con el muy evolucionado queya75.

2.10. También la -ll- manifiesta la extranjería de malla (Arico, Fuencaliente, Calera, Restinga), maya (Puerto Santiago), mayita (Santa Cruz de la Palma, Barlovento), designaciones de la «cría del jurel». En portugués, malha se documenta con la acepción de «mancha» y tal es el sentido que tienen los derivados españoles de m a c u l a: majal «banco de peces», mancha «cardumen pequeño», manchón «mancha grande de los bancos de sardina»76. De malha «mancha» (por la que forman los jurelillos juntos) se pasó a designar a la cría del scómbrido, aunque el cambio semántico debe ser canario, pues no lo encuentro documentado en portugués77.

2.11. El sufijo -iño, -iña denuncia el portuguesismo de alfonsiño y alcatriña. El primero se presenta bajo las variantes alfonsiño (Barlovento), alfunsiño (Santa Cruz de la Palma) y alfurciño (Restinga) para designar al pez Anthias anthias. La palabra consta -ya- en Viera, que la identificó con la Trigla hirundo y aún añadió las designaciones insulares de alfonsiño, alfuns- y funsiño, las gallegas alfondega y fondega y la francesa hirondelle de mer78. Probablemente, la forma del sufijo se debe a pseudo-lusismo, pues lo que se documenta en Madeira es Alfonsim tanto para designar al Beryx decadactylus o al B. splendens como al Hoplostethus mediterraneus o al Priacanthus cruentatus79. Por otra parte, en Canarias cuando menos, la etimología popular ha actuado para dar forma a la palabra, de acuerdo con el antropónimo de origen germánico (esp. Alfonso, port. Afonso)80, y es probable que el étimo sea el nombre de persona, pues en catalán hay Anfós referido a numerosos nombres de peces81, alguno de ellos del mismo linaje que los madereños y canarios. Coincidiendo con la polisemia del catalán, mis informes, como tantas otras ocasiones y no sólo en mis encuestas, sino en la terminología vulgar de lingüistas e ictiólogos, dieron el nombre a otros varios seres marinos (Brama raji, Stromateus fiatola), lo que no extraña en este caso concreto, pues Berthelot ya hizo constar que:

«[...] l'Afoncino [sic] ou le pagel des Canaries [Pagellus canariensis], belle et grande espèce que les Isleños devraient distinguer par un nom plus caractéristique, car celui qu'ils donnet à ce poisson est souvent employé aux îles pour en désigner d'autres de différents genres et familles»82.



2.11.1. Alcatriña es el «boquidulce» (Heptranchias cinereus)83 o la «pintarroja» (Scyliorhinus canicula)84. Recogí otras variantes fonéticas como arcatriya85, arcatriña86 y acatriña87, ninguna de ellas documentada, como tampoco encuentro -ni en portugués ni en español- alcatriña. Indudablemente, se trata de un derivado del árabe Caracter «alcatraz, especie de águila marina». El paso de «ave» a «pez» puede estar inspirado por el pliegue que algunas de estas especies tiene bajo el maxilar inferior, y que recordaría el de los pelícanos, o por su ferocidad. De cualquier modo, águila como nombre de seres marinos se documenta referido al Myliobatis aguila, con lo que nuestra metáfora no queda aislada en las designaciones ictionímicas. Como en el caso de alfonsiño tenemos ahora un lusismo sólo caracterizable por la forma del sufijo. Sin embargo, puede darse el caso contrario, que identifiquemos una voz como de origen portugués por serlo la evolución fonética que denuncia, a pesar de que el flujo esté castellanizado: tal es el caso de tonina, al que he dedicado un trabajo aparte88.

2.12. En otros casos, los lusismos son de carácter léxico, por más que no sea fácilmente discernible cuando un proceso fonético se ha lexicalizado. Independientemente de los casos en los que se denuncie el portuguesismo por otros indicios, nos atendremos de momento a las voces que, documentadas en la lengua hermana, faltan -sin embargo- en castellano.

2.12.1. Tal sería el caso de caboso con el que se designan diversas variedades de Gobius (cast. «chaparrudo»). En los repertorios españoles se cita caboso, como castellanismo sin localizar89 o como andalucismo incierto90; nuestra Nomenclatura oficial, tan desafortunada habitualmente, cita como canarismo cala cabot y como voz sahariana cabot, que son catalanismos, nunca registrados en encuestas directas91. En esas mismas colecciones ictiológicas se recoge el nombre portugués cados, que habrá que eliminar por erróneo92. Así, pues, a la vista de todos estos informes hay que dudar que el caboso canario sea de origen español. En efecto, cabozo, -oso no consta en el ALEA y, en las muchas encuestas ictiológicas que he hecho en el sur y sudeste de la Península, sólo encuentro cabozo en Ayamonte, junto a la raya de Portugal (Gobius capito) y, en la provincia de Cádiz, un cabozo de piedra en Algeciras, para designar el mismo pez93. En el Dicc. etim. de Antenor Nascentes se apunta que la voz deriva de c a p u t, lo que parece cierto si pensamos tanto en la nomenclatura latina cuanto en la catalana, y que la cabeza del pez suele llamar la atención94 hasta el extremo de que Viera y Clavijo escribía que su «cabeza [es] grande y desproporcionada a su cuerpo»95.

Cadoz aparece en este historiador («por otro nombre cadoz»), sin más referencias, lo que me hace dudar de que sea forma extendida ni en lo antiguo ni en lo moderno (jamás la he transcrito, ni consta otra cosa que cabozo en los repertorios exclusivamente léxicos o ictionímicos); por otra parte, he de señalar que nuestra venerable naturalista erró en el nombre del pez llamándolo caboz. Cierto que cadoz podría tener apoyo en los informes de Porto da Cruz, que señala el hábitat del pez «nas poças da beira-mar»96, y haría pensar en el port. cadós «madriguera» (¿ár. q ā d û s?). Sin embargo, me parece raro no encontrar cadós como nombre más generalizado97 cuando, precisamente, la palabra tiene vitalidad en la lengua común. Tampoco me parece más convincente pensar que sobre un cadós primitivo (¿por qué su rarísima documentación tratándose de un pez muy corriente?) intervino c a p u t por etimología popular.

2.13. El Physeter catodon o Ph. macrocephalus es chacalote en Caleta del Sebo, Arrecife, Puerto del Rosario, Santa Cruz de la Palma y Barlovento; cachalote en Las Palmas, Santa Cruz de Tenerife, Puerto Santiago y Puerto Estaca. En gallego y portugués, cachola significa «cabeza», y de ahí procede la palabra castellana (Corominas, García de Diego); el término en Canarias es, pues, un lusismo no directo, sino a través de la lengua común. En cuanto a la metátesis recíproca chacal-, chacal-, acaso se pueda pensar en el influjo del nombre del adive, frecuente en el norte de África.

2.14. En el mismo caso que el anterior está choco. La voz, figura en el DRAE como «jibia pequeña» y en Andalucía se documenta choco (Sepia officinalis) en todo el occidente de la región; en tanto que chopo es, fundamentalmente, malagueño98. Así, pues, la geografía confirma el lusismo, que -en andaluz- debe ser directo y no a través del castellano. Probablemente habrá que explicar del mismo modo la presencia general de la palabra en las Islas -andalucismo en Canarias-, que en unos sitios es la Sepiola Rondeletii (general), la Rossia macrossoma (Barlovento, Santa Cruz de la Palma) o la «cría de la sepia» (Santa Cruz de Tenerife, Puerto Estaca). Sólo en Fuencaliente encontré la variante -andaluza por lo demás- chopo. Probablemente, las formas españolas99 son lusismos derivados de chôco, «huero, clueco».

2.15. Portuguesismo es el adjetivo cachero, que se aplica al erizo. En Puerto Estaca se daba este nombre al Echinus microtuberculatus y en Arrecife, Las Palmas y Restinga, al Paracentrotus lividus. En portugués dícese cacheiro al erizo que se esconde bajo sus propias púas (Figueiredo); nada extraño tiene que del animal terrestre pasara la denominación al marítimo100.

2.16. En otra ocasión me he ocupado de la penetración de lula en andaluz101, lo que me evita mayor demora. Sin embargo, las formas canarias parecen proceder directamente: dula es la Sepiola Rondeletii (Las Palmas) o la «cría de la pota» (ib.). La d- inicial procede de un cruce de lula «calamar» con «tanda de riego». El étimon portugués remonta a l u n u l a «lunita», de donde * lunla > * lulla y, de ésta, las formas que comentamos102.

2.17. Creo que debe ser de origen portugués la designación insular de una variedad de Pagellus conocida por garapellu (Caleta de Sebo) o garapeyo ( Puerto del Rosario, Arrecife, Las Palmas, Mogán y Puerto Santiago). En Madeira llaman garapau al Pagellus centrodontus103, voz que corresponde al peninsular carapau (acaso un Trachurus). La adaptación del término portugués se ha hecho en el final -au, poco expresivo para los oídos castellanos, en tanto -ello / -eyo aparece en palabras tan corrientes como cabello, camello, cuello, sello, atropello, etc. El cambio c- > g- es frecuente en canario, por más que contemos con documentación del paso en el dialecto madereño.

2.18. El DRAE da la voz safío como cubanismo para designar a un «pez parecido al congrio». No es necesario ir tan lejos: zafío o safío (téngase en cuenta el ceceo regional) es la designación del Conger conger en toda Andalucía104. García de la Leña recogió la voz (pág. 255) y aunque la considera sinónima de congrio aclara:

«Se diferencia el safío del congrio, según algunos, en sólo el color, pues el de éste es blanco, y el safío negro»105.



Mis encuestas no permiten mantener esta distinción. En Canarias, Viera describió al congrio y, otro pez de ningún parecido con él, la saifía. Los datos que he allegado in situ designan a la mojarra (Diplodus vulgaris) con los siguientes nombres: saifío (Caleta del Sebo, Barlovento, Puerto de la Estaca)106, saifía (San Sebastián, Puerto Santiago, Santa Cruz de la Palma y Restinga), seifío (Arrecife), seifía (Las Palmas), silfío (Puerto del Rosario), sefía (Mogán)107. Vemos, pues, que han venido a coincidir en la terminología vulgar dos seres marinos harto diferentes: el congrio (Andalucía) y la mojarra (Canarias). En portugués, safio es «pequeno congro» (Figueiredo)108, seifia «peixe labróide» (Scarus denticulatus) (íd.) y con sefia, séfia, safia se designa al Diplodus vulgaris en el territorio peninsular109, mientras que en Madeira le dan el nombre de seifia110. Tenemos, pues, que la identificación de dos contenidos con una sola forma se da en portugués con las mismas realizaciones que he señalado para el dominio castellano. Dado el carácter dialectal de estas formas habrá que pensar que proceden de aquellas. En cuanto al étimon, no podemos aclarar las cosas: los lexicógrafos portugueses piensan siempre -y sin convicción siempre- en el árabe s a f i o «lugar profundo»; cierto que la duda es razonable. Corominas -sin mayor motivo, a mi ver- aduce zafio como origen de la voz, y Wölfel111 se inclina hacia un préstamo tomado de los pescadores berberiscos, pero como asiaf «vaste plaine absolument plate» no parece que tenga mucho que ver con nuestro sargo y la voz -queda documentado- no es sólo canaria, tendremos que desechar la hipótesis. Habrá que buscar una aplicación conjunta para las formas peninsulares (Portugal, Andalucía) y las isleñas (Madeira, Canarias).

2.19. Llaman quelme o querme en Canarias a varias clases de escualiformes como el «alitán» (Scylliorhinus stellaris)112, la «bocanegra» (Pristiurus melastomus)113, el «peregrino» (Cetorhinus maximus)114, la «mielga» (Squalus acanthias)115, el «negrito» (Etmopterus spinax)116, el «quelvacho» (Centrophorus granulosus)117. Este último es querma en Arguineguín y Fuencaliente. Se trata del árabe q u e l b «perro», que se continúa en el antiguo y dialectal quelve, quelbe118, y con equivalencia acústica b = m en las formas que transcribo. Derivados de la voz árabe se recogen en portugués y en castellano119, pero si quelve consta en portugués desde el siglo XIII y en español es -al parecer- muy escaso y sin documentación antigua120, habrá que pensar en el lusismo de la voz121.

2.20. Aparte de los casos anteriores -y de ordenación más difícil- están los nombres de unos cuantos peces muy parecidos. Llaman brota al Gadiculus argenteus (cast. faneca plateada) en Santa Cruz de Tenerife y Restinga, al Phycis phycis (cast. brótola de roca) en Santa Cruz de la Palma y al Onos tricirratus (castellano lota) en Puerto Estaca; por último, es brotia el Phycis phycis en Barlovento. Formas éstas que se corresponden con el portugués brota (Phycis blennioides), abrota (Ph. phycis)122. Llama la atención el poco interés que han despertado estas palabras -por lo demás muy difundidas-. En los otros romances peninsulares, se conoce una variante sufijada (cat. bròtola, cast. brótola), que no ha seguido mejor suerte. El DCVB, s. v., remite a mòllera, mejor documentada y conocida. En cuanto al dominio castellano, la voz no figura ni en el DRAE (edic. 1956), ni en el DCELC, ni en el DEEH, a pesar de ser conocida desde antiguo. El benemérito García de la Leña había dicho que era una «especie de pescada y muy parecida a ella» (pág. 211), lo que es cierto, y el término tiene una enorme difusión en la Andalucía de hoy123. La Relación, inédita, de peces canarios que manejo da como isleños brótola de fango (Phycis blennioides) y brótola de roca (Ph. phycis), pero mis materiales no han documentado tales formas124.

2.21. Me inclino a considerar lusismo insular a una voz mozárabe suficientemente conocida: me refiero a cherne (< a c e r n a). En el dominio castellano, consta siempre cherna (DRAE, DCELC, DEEH, ALEA, mapas 1.108-1.109), en tanto el portugués atestigua cherne y con él, todas las Islas, donde la voz designa al Polyprion americanum (cast. cherna) en Caleta del Sebo, Órzola, Arrecife, Puerto del Rosario, Puerto del Carmen, Morro Jable, Arguineguín, Roque de las Bodegas, Arico, Los Cristianos, El Médano, Santa Cruz de Tenerife, San Sebastián de la Gomera, La Calera, Santa Cruz de la Palma, Barlovento, Fuencaliente y Puerto Estaca; al Epinephelus guaza (cast. mero) en Las Palmas, Mogán, Restinga y Puerto Estaca; al Serranus cabrilla (castellano cabrilla), al Serranus scriba (cast. serrano) y al Paracentropristis hepatus (cast. merillo), todos en Santa Cruz de Tenerife.

2.22. Por último -y lo señalo con ciertas dudas- tal vez sea portugués llamar zapata al Puntazzo puntazzo (cast. sargo picudo), como se hace en Barlovento, o zapata morisca al Sparus auratus (cast. dorada) en Caleta del Sebo, Arrecife, Puerto del Rosario, Santa Cruz de la Palma y Barlovento. Me inclino a la vinculación porque en los repertorios castellanos no encuentro zapata en ningún caso, mientras que en portugués designa al Lepidorhinus squamosus (cast. quelvacho), al Acanthidium calceus (cast. sapata)125 y al Centroselachus crepidater (cast. sapata negra)126, aunque no haya demasiada conexión entre las especies canarias y las portuguesas, cuya designación debe estar inspirada en ser «peces de cuero» los tres que se designan con la palabra zapata127.

2.23. En el dominio gallego-portugués aparece manjúa en acepción que podrá relacionarse en otras canarias. Cândido de Figueiredo recoge manjúa como término algarviano que designa «sardinha»; -juba, brasileirismo que tiene la acepción de «peixe muito miúdo» y en relación con ellos manjoada «abando da cana de pesca» y majoeira «armadilha de rede e arcos para pesca»128. En Galicia hay manjúa «cardumen acosado por otros peces y delfines» y pescar a la manjúa «aprovechar su forma y visibilidad para capturar el cardumen con artes de cerco y jareta»129. Con la aceptación de «sardina» habrá que relacionar la maju(g)a canaria: «cría de la sardina» en Las Palmas, Mogán y Santa Cruz de Tenerife; «cría del besugo» en Haría; «jurel joven» en Caleta del Sebo, Puerto del Carmen, Arrecife, Los Cristianos, El Médano y Puerto de la Estaca. En Puerto del Rosario y Santa Cruz de la Palma, para nombrar a la «cría de la sardina» especificaban con maju(g)a de sardina, mientras que en Haría, Arrecife, Arguineguín y Puerto de la Estaca, la palabra era -o además- «pececillos menudos, morralla»: se ve, pues, que la voz es universal, aunque no figura en las compilaciones lexicográficas de los Millares y de Guerra Navarro, ni en obras como las de Wölfel, tan adicto a incluir en sus trabajos -sin ninguna clase de discriminación- todo lo que lograba allegar.

La única dificultad para unir las formas canarias con las peninsulares -y esta es la razón por la que incluyo al final de los lusismos la voz- está en la falta de n en aquellas. En un dialecto donde la nasalización es muy intensa, no he transcrito la consonante nasal ni la vocal nasalizada en ninguna de mis encuestas; tampoco en portugués encuentro sino un caso sin -n-. Ante estos hechos pienso si la palabra canaria -cuya semejanza con las manjúas gallegas y algarviana parece incuestionable- no habrá sufrido la influencia de alguna otra voz. En los enunciados insulares, la idea dominante -si no exclusiva- es la de «pequeño, cría», contenido relacionable con el de majalulo «cría del camello». Los hermanos Millares dieron esta voz como propia de Fuerteventura130, y aún añadieron uno de sus comentarios jocosos, reprobados por Max L. Wagner131. De ellos copió Guerra Navarro, s. v. Las encuestas del ALEICan me han permitido ampliar mucho la información que teníamos sobre majalulo: en Haría y Puerto del Carmen (Lanzarote) es el «camello [= dromedario] recién nacido» (que en el resto de los lugares se llama guelfo) y, en la totalidad de mis materiales (Tiagua, Teguise, Femés, Arrecibe, en Lanzarote, y toda la isla de Fuerteventura) designa al «camello de dos a cuatro años»132.




ArribaAbajo 3. Americanismos y pseudoamericanismos

3.0. Después del muy agudo ensayo de José P. Rona el concepto de americanismo debe interpretarse de manera totalmente distinta a la habitual133. En las líneas que siguen consideraré americanismos las palabras procedentes de lenguas indígenas americanas o los términos españoles que en América tienen un valor ignorado en la Península.

3.1. En dos lugares he encontrado la voz americana guachinango referida al «dentón» (Dentex dentex) en Caleta del Sebo y a la «dorada» (Sparus auratus) en Morro Jable134. El étimon de la voz no está claro135, aunque parece de origen náhuatl. La palabra está extendida por otros países: con la acepción de «pargo», que figura en el DRAE, se documenta en Méjico y Cuba136. Teniendo en cuenta las íntimas relaciones de Canarias con Cuba habrá que pensar que la voz se transmitió desde aquí y no desde Méjico.

3.2. Como voces cubanas da la Academia peto «pez de gran tamaño» y picuda, «pez semejante a la aguja», pero dudo que podamos considerar como castellanismos estos términos. Peto es la Sphyraena sphyraena en Andalucía y otras regiones mal identificadas137 y, en Madeira, aunque poco frecuente, dan este nombre al Tetrapturus belone138. En cuanto a las Islas, llaman así a un «volador» (Cypselurus Rondeletii) en Las Palmas; a la «paparda» (Scomberesox saurus) en Arrecife y Lanzarote; al «espetón» (Sphyraena sphyraena) en Puerto Estaca y Restinga. En el siglo XVIII, Viera y Clavijo reconoció al peto marino (Scomber pelagicus en su nomenclatura científica), contó las excelencias del herreño y lo distinguió de la picuda, por más que tengan parecido139. La etimología debe ser espeto, nombre corriente del pez en varias lenguas140, con tratamiento meridional (ehpeto) y falso análisis de la palabra (epeto = artículo + peto). Esto me hace pensar que el término madereño, poco frecuente, se haya tomado de algún dialecto español (el canario, probablemente) y que la voz en Cuba no sea otra cosa que un término común con Andalucía y Canarias.

3.3. Idéntica situación descubro en la picu(d)a, pretendidamente cubana. Llaman así al «espetón» (Sphyraena sphyraena) en Caleta del Sebo, Santa Cruz de la Palma y Barlovento. La metáfora de la designación -tan fácilmente explicable- no merece la pena que nos detengamos más en ella. Viera recogió nuestro propio nombre141 y como tal figura en los repertorios modernos142; también se atestigua -referida a la propia Sphyraena- la terminación masculina (picudo) en zonas castellanas y andaluzas143. La variante portuguesa (bicu(d)a) está muy generalizada, sea como designación del pez que nos ocupa (Puerto del Rosario, Arrecife, Las Palmas y Mogán), sea del «pez plata» o Argentina sphyraena (Restinga), sea de la «parpada» o Scomberesox saurus (Puerto Estaca), caracterizados todos ellos por el alargamiento de su boca. En portugués, la bicuda es el nombre maderense de la Sphyraena sph.144 y bicudo, el peninsular del Mugil ramada145 (español morragute). Creo descartado el origen americano de picuda como designación de un pez parecido a la aguja, pues se da paralelamente en portugués y, en cuanto a la forma masculina, en un dominio más amplio. Tal vez no sea improcedente pensar al revés: que la voz cubana sea un canarismo (puesto que el término insular aparece inserto en un dominio más amplio). En cuanto a si picuda es una forma originaria o adaptación castellana del portugués bicuda, no podemos resolverlo con nuestros datos: en las dos lenguas se documenta la palabra, en ambas se recoge el masculino y en una y otra el lexema transciende a la propia designación de la Sphyraena.




ArribaAbajo 4. Andalucismos

4.0. En 1965 se publicó la Nomenclatura oficial española de los animales marinos de interés pesquero, obra de F. Lozano, O. Rodríguez y P. Arté. Como en ella se daba la distribución geográfica de las variantes de cada término, podríamos pensar que íbamos a contar con un valioso auxiliar para establecer las vinculaciones léxicas de cada región. Desgraciadamente, el valor de la obra es muy escaso y los errores, contradicciones y faltas de método, constantes. Con la pretensión de establecer una ordenación sistemática desde nuestro campo, redacté mi trabajo Ictionimia y geografía lingüística, que nos evitará ahora reiteraciones146. Con los datos que he conseguido allegar -encuestas directas para el ALEA y para el futuro Atlas de los Marineros Peninsulares, materiales de otra procedencia- puedo registrar como andalucismos canarios una serie de voces que son comunes a las Islas y a las costas meridionales de la Península.

4.1. El «pez espada» (Xiphias gladius) es llamado a(g)uja palagá(r) (Caleta del Sebo, Las Palmas, Mogán, San Nicolás y Arguineguín), aguja (del) paladar (Caleta del Sebo, Arrecife, Puerto Santiago, Santa Cruz de la Palma, Barlovento) y abeja paladar (Santa Cruz de Tenerife), según consta en el DRAE (aguja paladar). Los repertorios de la ictionimia dan aguja paladar como designación vulgar de Belone belone o del Lepidopus caudatus y aguja palá como nombre del Xiphias gladius147. Ahora bien, la localización de esta terminología se limita a Galicia, Santander y -muy extensamente- Andalucía. Hay que eliminar la voz de Galicia, pues allí aguja es castellanismo, y de Santander, pues mis datos de San Vicente, Santander (dos encuestas en lugares distintos), Laredo y Castro Urdiales no registraron paladar en ningún sitio. Quedan, pues, como localizaciones únicas -y bien difundidas- las andaluzas. En efecto, García de la Leña describió las agujas y dio pormenores muy precisos de la paladar (página 206), el ALEA la documenta hasta la saciedad148 y como término malagueño lo registra Salvador Rueda149.

4.2. En Canarias, el gobit de roca150 o Gobus capito se llama budione (Caleta del Sebo) o buyón (Puerto del Rosario); buyón de hondura (Las Palmas) es el Crenilabrus pavo y buyona (Santa Cruz de Tenerife), el Blennius gattorugine. En la Nomenclatura de Lozano dan el nombre de bodión a muy variadas especies, pero siempre con localización andaluza o «castellana», mientras que budión vuelve a documentarse en «Castilla», Guipúzcoa y Galicia. Mis datos no registran la voz entre los Labri o los Gobii en las encuestas de Galicia y Santander, y Azkue no trae la voz en su Diccionario. Todo ello me hace reducir «Castilla» a la «costa de Castilla», como aún llaman hoy las gentes del pueblo a ciertas playas onubenses, con lo que la documentación queda reducida a Andalucía y Canarias151, de una parte; a Portugal (bodicão), de otra. Si la etimología es bode «macho cabrío», el término canario tanto podría ser portugués como andaluz; ahora bien, su existencia en las costas españolas de la Península hacen innecesario el extranjerismo.

4.3. Burga(d)os son una serie de moluscos como la Littorina littorea (Órzola), la Neverita millepunctata (Arrecife, Roque de las Bodegas, Santa Cruz de Tenerife), la Haliotis lamellosa (San Sebastián de la Gomera), el Cerithium vulgatum (Puerto Santiago), el Murex trunculus (Morro Jable), el Glycymeris glycymeris (Restinga), el Tapes aureus (Las Palmas) o «un caracol redondito de mar» (Puerto Estaca). En portugués existe burgau (Figueiredo), pero la documentación española antigua y, concretamente, andaluza (vieja y moderna)152 me lleva a creer en el meridionalismo español del término. En cuanto al étimon m u r i c a t u s, propuesto por García de Diego, no encuentro nada fonéticamente objetable, contra el parecer de Corominas: muricatus > * murgado y, con equivalencia acústica m = b, burgado.

4.4. En la Península, tiene localización andaluza el verrugato (Umbrina cirrhosa)153 que en San Nicolás (Gran Canaria) designa al mismo pez. Sobre esta forma, actuó la etimología popular y la convirtió en burrugato (Caleta del Sebo, Corralejo, Puerto del Rosario, Puerto del Carmen, Morro Jable, Arrecife) y tan se sintió el nuevo étimon (burro + gato), que en Órzola y Puerto Estaca se le llama, simplemente, burro. En Las Palmas y Mogán documenté verrugate (o berrugate, según escribía Viera), que es término que aparece en Galicia154 y Santander155.

4.5. Llaman corvinate en Las Palmas a la Cepola rubescens o «cinta», y curvinate, en Mogán, a la Corvina nigra (Johnius nigra) o «corvallo». La palabra no aparece en mis encuestas andaluzas, sí corvinata y curvinato156, coincidiendo con lo que se transcribe en otras obras157. La -e final, estará motivada por tantos nombres de peces como acaban en ella: verrugate, cherne, bode, espadarte, etc.

4.6. Recogí espadarte en San Sebastián de la Gomera como nombre vulgar de Maena smaris y, en Restinga, del Serranus cabrilla. Designaciones éstas que pugnan con la habitual consideración del espadarte como pez provisto de espada: así el francés espaart, espadón, epée, el italiano pesce espada, el alemán Schwerfisch, el flamenco Zwaardvisch, el inglés swordfish, el danés y el noruego svaerfisk, el sueco svärdfisk, el maltés pisci spatu, piscipat, el rumano peçte cu spada, el griego xiphos. Acaso se trate de un error de mis informantes. El DRAE considera nuestra voz como sinónima de «pez espada» y así consta en portugués, donde el espadarte es el Xiphias gladius158 y así lo recoge la Relación inédita, que vengo manejando. Viera y Clavijo identificó bien el espadarte al que dio el nombre científico de Xiphias159. Contra lo que suele decirse, yo no documento la voz en «Castilla», pero sí en Andalucía y en zonas aledañas: ehparte ( < espa(d)arte) es la «cañabota» (Hexanchus griseus) en Melilla y Manilva; esparto en Santiago de la Ribera y ehparté en Málaga son designaciones del mismo pez; en Almuñécar dan ese nombre a una variedad grande del «boquidulce» (Heptranchias perlo) y, en Algeciras, al «tiburón blanco»160.

4.7. En Santa Cruz de la Palma y Barlovento llaman haquetón al Isarus nasus, especie de «marrajo»; dentro de este campo semántico está la definición académica, «tiburón semejante al marrajo». Lozano, en su Nomenclatura (núm. 24), recoge como «castellano» el término referido al Carcharodon carcharias, lo que no es muy disconforme con lo anterior161. Queda -sin embargo - el problema geográfico. No encuentro la voz en ninguna de mis encuestas norteñas, pero sí en Andalucía:

El «solrayo» (Carcharias ferox) es haquetó(n) en Palos, San Fernando, Manilva, y haquetón blanco en Málaga, jaquetón en Águilas.

El «jaquetón» (Carcharodon carcharias) es jaquetón en Melilla, Águilas y Santiago de la Ribera, o haquetón en Málaga, Manilva, Adra.

De acuerdo con esto va la descripción dieciochesca de García de la Leña: «Especie de Marrajo [...], llamado así por la mucha fuerza que tiene, pues es el jaque del mar» (pág. 227). En el conato etimológico hay también su parte de razón, pues no sólo la fuerza, sino la agresividad y tamaño son característicos de estos peces: hasta 4 metros puede alcanzar el solrayo y 6 el jaquetón: los nombres científicos intentan resaltar las peculiaridades de estos colosos. Así carcharias es el «pez de los dientes agudos» y carcharodon «de dientes agudos». Jaque es definido como «rufián» por Juan Hidalgo162 y como «valentón», «perdonavidas» figura en el DRAE. La etimología es bien sabida, x a h «rey».

4.7.1. Regresión de la forma anterior -y con probable etimología asociativa- es haqueta, término canario que designa a la «musola» (Mustelus mustelus)163 o, según mis informes, a la «cañabota» (Hexanchus griseus) en Restinga, y al «cazón» (Galeus galeus) en Puerto Estaca.

4.8. El mozarabismo jurel (< s a u r u s) se perpetúa como designación del Trachurus trachurus (Órzola, Corralejo, Puerto del Carmen, Morro Jable, Agaete, Roque de las Bodegas, Arico, Los Cristianos, El Médano y Puerto Estaca). La voz es hoy un andalucismo lleno de vitalidad164 y de allí irradió hacia las Islas. El término chicharro -más difundido en español que jurel165- también se registra (Caleta del Sebo, Arrecife, Puerto del Rosario, Las Palmas, San Nicolás, Mogán, Arguineguín, Roque de las Bodegas, Arico, Los Cristianos, El Médano, San Sebastián de la Gomera, Santa Cruz de la Palma, Barlovento, Fuencaliente y La Calera)166. La difusión actual de las dos voces hace pensar que jurel sea un andalucismo invasor; hipótesis que tiene su apoyo en Viera y Clavijo, que consideró al jurel distinto del chicharro167, y en Berthelot, que habla del chicharro como «boga de las Canarias» (página 92)168. Por su parte -y valga incluso el yerro- García de la Leña describe muy bien a los jureles y aún añade: «En Galicia los llaman Escribanos o Chicharros [sic (pág. 228).

4.9. Andaluz es llamar boquerón (Mogán, San Sebastián, Restinga) o bocarón (Barlovento) al Engraulis encrasicholus169. La forma se consignó en García de la Leña con esta referencia, anchoa o boquerón:

«Pescadillo muy sabroso, y común en nuestra costa: se hace mucho comercio de ella».


(pág. 211)                


Creo que la voz ha de ser de importación reciente, porque está mucho más difundido longarón y porque Viera la silencia. Lo que el naturalista canario recoge y comenta es el término insular -falta en los repertorios peninsulares y en todos los portugueses-, aunque no podamos asentir a su afirmación de que ésta sea una «voz muy errada» porque los gallegos llamen longorón a unos «mariscos bivalvos»170. La sabiduría del arcediano de Fuerteventura resplandece -sin embargo- en su apostilla humanística:

«Los griegos y latinos hacían con las anchoas desechas en la salmuera o vinagre al fuego, su célebre garum, que llamaban «salsa preciosa», con la que condimentaban los demás pescados y aún las carnes, seguros de que excitaba el apetito, ayudaba a la digestión, atenuaba los humores y fortificaba el estómago»171.


El término regional se presenta bajo las formas longarón (Caleta del Sebo, Arrecife, Puerto del Rosario, Puerto Estaca), longorón (Santa Cruz de la Palma, Barlovento) y longuerón (Santa Cruz de Tenerife)172.

4.10. En Andalucía llaman «mahoma» al picón (Raja oxyrhynchus)173 y su localización se extiende a las costas norteafricanas (Chafarinas, Melilla)174. García de la Leña la describió con precisión:

«Especie de Raya de color negro y el pico más largo que ella».


(pág. 232)                


Probablemente fue el color lo que asoció el nombre del profeta al del ráyido.

4.11. En Canarias, Viera sólo documentó raya, chucho y manta, por más que ésta la identifique que nuestra Raja oxyrhyncus, en lo que no anduvo acertado, pues tal nombre vulgar corresponde en las Islas a la Mobula mobular (cast. manta) o a la Gymnura altavela cast. mantellina). En los materiales que tengo allegados, maroma es el término general de Canarias para designar a la «manta» y, sólo en Restinga, para nombrar al «picón». Así, pues, la información actual hace pensar que el término andaluz emigró a las Islas donde cubrió parcialmente el campo significativo de picón y, totalmente, el de manta. La -r- canaria procede de asociar mahoma con maroma, término familiar entre los marineros.

4.12. En tres localidades (Caleta del Sebo, Arrecife y Barlovento) llaman robalo (acento sobre la a) al pez que tiene el nombre oficial de «chuela» (Maena maena). Se trata de la adaptación de un nombre andaluz (el del Morone labrax o «lubina») a otra especie distinta, puesto que en las Islas no existen las lubinas. La Academia acentúa róbalo, como en algunos países de América175: sólo documento la forma paroxítona en mis encuestas actuales (Ayamonte, Palos, San Fernando, Algeciras, Melilla, Manilva, Málaga, Almuñécar, Motril, Águilas), en las transcripciones del ALEA (mapa 1.109, adición) y esta acentuación confirma los datos de García de la Leña, que tampoco puso tilde (pág. 254). Justamente todos estos informes refuerzan la etimología de Corominas al hacer inútil una forma hipotética que se proponía en el DCELC. Lobarro (siempre la a tónica) existe, y la transcribí en el puerto murciano de Santiago de la Ribera. Así, pues, de l u p u (como lubina también) saldría la forma sufijada lobarro y, por metátesis recíproca, robalo176. En Santander, sólo recogí lubina y lubineta (en San Vicente de la Barquera), mientras que en Malpica (prov. La Coruña) documenté robaliza, en conexión -ya- con el portugués robalo (una vez más la a acentuada), «carpa» (Cyprinus carpio), «lubina» (Morone labrax) o «baila» (Morone punctata)177. La enorme difusión del término en Andalucía y en Murcia hace inútil la explicación como lusismo.

4.13. También es meridional la designación salema dada a la Sarpa salpa, aunque el portugués conozca la misma palabra178. En todas mis encuestas meridionales, desde San Fernando a Águilas, he recogido la voz, que consta -también- en los materiales canarios de las ocho Islas179. Corominas propone como étimo el árabe h a 11 â m a, que -por influjo de salpa- tomaría la s- inicial180.Wölfel hace una categórica afirmación que resulta inadmisible: «Dieses Wort ist zweifellos berber»181. Por más que aslem / iselmen182 signifique «pez» y pretenda establecer conexiones -no demasiado convincentes ciertamente- con anessalmu «nombre de pez», tizlemt / tizlam «morena». Pero es que Wölfel, como tantas veces, no tiene en cuenta sino los datos canarios, con ignorancia de lo que ocurre fuera de su pequeño dominio: basta pensar en la localización peninsular (portuguesa y andaluza de la voz) para que no resulte convincente su hipótesis. Más bien sería de creer un préstamo del árabe al beréber.

4.14. Consigno muy al final de esta enumeración a la Boops salpa (cast. boga)183, llamada melva en Santa Cruz de Tenerife184. En la Nomenclatura de Lozano, como melva se identifica el Auxis thazard, según consta en muchísimos sitios. La pobreza de mis testimonios insulares y la explicación del marinero herreño, me hace pensar que melva, en Canarias, es una voz muy poco conocida y con débil asidero en cuanto a su contenido: de ahí la pobre documentación, en cuanto a la geografía, y la incierta nomenclatura. Melva es término, pero: aparece en el Oriente y Sur peninsulares185, es desconocido en Portugal186 y como elemento alternante se recogió en la costa cantábrica187. Mis datos directos extiende la información de los ictiólogos, y la derivada de ellos confirma el carácter mediterráneo de la palabra y, para las Islas, nos hace pensar en un nuevo elemento de origen andaluz, cualquiera que sea su origen remoto188.

4.15. Concluyo la lista de los andalucismos con uno nunca registrado en Andalucía. Me refiero a albajar, especie de palometa cuyo nombre científico es Dalatias lichia (Las Palmas, Mogán). Sólo en el portugués de Madeira se documenta albafar189, pero la h no parece que sea una fácil sustitución de f -en nuestra sincronía, no en la historia lingüística-, puesto que hemos visto (parágrafos 2.3, 2.3.1-2) que la f se conserva en los portuguesismos. Por otra parte, no es posible un arabismo directo, así que sólo cabe aceptar que la voz existió -o existe- en andaluz, donde la aspirada se produjo históricamente y se ha conservado como tal190.




ArribaAbajo 5. Catalanismos

5.0. No son muy numerosos los términos que proceden del oriente peninsular. Sin embargo, algunos se encuentran en la terminología ictionímica de las Islas. Dada la escasez de estudios que tenemos sobre la nomenclatura marinera, es posible que no haya podido documentar las formas de una manera inobjetable. Para decidirme por la apreciación de «catalanismo» me apoyo en la evolución fonética propia del dominio lingüístico oriental y en la documentación exclusivamente catalana del lexema (esto es de Cataluña o Valencia o Baleares). En este sentido creo que nos es de singular valor el conjunto de encuestas que he hecho en Murcia y Andalucía: si el presunto catalanismo se documenta en el sur y en el sudeste de España, lo excluyo de mis informes porque pertenece a la lengua común; sólo registro lo que une las Islas con el dominio catalán, sin ese puente intermedio que pueden ser las hablas meridionales.

5.1. Anjova (Pomatomus saltatrix)191 hace pensar en el catalanismo fonético de su -j-192. En efecto, el castellano (desde Nebrija al menos)193 tiene ch- en anchova / anchoa y el portugués, también (anchoa). Sólo el catalán atestigua una -x-, de la que sale, normalmente, una -j- castellana194. Los materiales de que dispongo excluyen todas las costas peninsulares de una vinculación que sólo une el catalán con las hablas canarias195.

5.2. De los nombres del Scorpaena porcus196 me interesa señalar ahora rascae (Órzola y Puerto del Carmen), antecedente inmediato de rascay (Caleta del Sebo y Arrecife). Del catalán rascàs «tiñoso», con pérdida de la -s final, según es normal en canario, se obtendría *rascàs; en tanto la -e final podría explicarse por analogía con el final de otro pez harto conocido, el abae (Serranus alexandrinus, nombre oficial falso abadejo). Único modo de explicar, fonéticamente, la forma insular197.




ArribaAbajo6. Vasquismos

6.0. Es poco abundante la terminología vasca que podemos aducir. No se trata de términos que están en la lengua común, sino de los que han podido migrar directamente de Vasconia a las Islas. En otro sitio me he ocupado de cómo el término tollo «cazón salado y seco», uno de los fundamentos de la alimentación isleña, probablemente procede de las costas vizcaínas o guipuzcoanas198. Quiero ahora señalar la presencia en Canarias de algún término que, documentado en vasco, falta en el resto del dominio castellano, al menos en los materiales que disponemos

6.1. Se llama guelde o guerde al Atherina hepsetus (castellano chucleto)199 en Caleta del Sebo, Arrecife, Puerto del Rosario, Mogán, Santa Cruz de Tenerife, Puerto Santiago, Santa Cruz da la Palma y Barlovento. Teniendo en cuenta la pequeñez del pececillo, llaman guelde a cualquier clase de «morralla» (Restinga). La palabra falta en la Península (tanto en España como en Portugal), pero no se puede separar del canario la denominación madereña quelro (Atherina sp.)200; ahora bien, aun siendo indudablemente idénticos los peces y harto próximas las palabras que los designan, no se puede establecer una mutua derivación. En francés, guelde, gueldre es el «cebo» y tal valor se atestigua para el vasco gueldu y el asturiano gueldu, ieldu. Indudablemente, son importantes las razones que da Corominas para pensar en el origen vasco de la voz, y no es la menor el que exista en vasco vizcaíno y alto-navarro gueldu «pececillo diminuto». Yo no tengo recogida la voz ni en Santander, ni en Galicia, ni -por supuesto- en Andalucía.




ArribaAbajo 7. Creaciones regionales

7.0. Hay una serie de términos sin correspondencia como tales en las zonas de que dispongo de datos fidedignos. Se trata, pues, de unos cambios semánticos no documentados en ninguna otra parte, serían, entonces, canarismos en el sentido más restringido del vocablo.

7.1. Este es el caso de calé (Pagellus acarne, cast. aligote), que se documenta en San Sebastián de la Gomera, pero no en regiones como Andalucía donde podría pensarse que el gitanismo tuviera más arraigo; de chamorrito «cría del bocinegro» (Pagrus pagrus) en Puerto del Rosario, frente al chamorro que en portugués y castellano es «quien tiene la cabeza esquilada»201; de chirre, en Restinga, «golondrina de mar» (Sterna sandwicensis, S. hirundo), así llamada por ser «pájaro vocinglero»202; de diana «hembra del pulpo blanco» (Eledone Aldrovandii), en Las Palmas y Mogán, como fabiana «íd.» (Arrecife, San Sebastián, Santa Cruz de la Palma y Barlovento), «pulpo almizclado» (Caleta del Sebo, Órzola, Puerto del Rosario, Puerto del Carmen, Corralejo, Arguineguín, Los Cristianos, Puerto Santiago y La Calera) y lauriana «hembra del pulpo blanco» en Las Palmas, todos en la misma situación203; lebrancho, designación del «pardete» (Mugil cephalus)204, del «galupe» (M. auratus)205 o de la «galúa» (M. saliens)206, lebranche «pardete»207 y labranche «íd.»208, formas todas en relación con liebre209; de medregal «pez de limón» (Seriola Dumerilii)210, pedregal «íd.»211, bedregal «íd.»212, comparables al aragonés madrilla «boga de río» y al matriculus, citado por Apuleyo; de pámpano de Guinea «japuta» (Brama raji), que nada tiene que ver con la «salpa», según la definición del DRAE213; del rabil «albacora» (Neothunnus albacora)214, pronunciado rabí en otros sitios215 y rabino, por falsa etimología, en algún otro216, o «bonito» (Sarda sarda)217, que remontan a rabo; de sarasa «raya cardadora» (Raja fullonica) en Arrecife, cuyo nombre acaso se deba a la injuria con que los pescadores reciben la aparición de un ser lleno de espinas.

7.2. En las líneas precedentes, he señalado algunos nombres que se motivan por asociaciones entre dos palabras (pedregal < medregal + piedra, rabino < rabil + rabino), pero siendo desconocidos en la lengua oficial tanto el término base (medregal, rabil) cuanto los derivados. Ahora voy a señalar algún otro nombre en el que la etimología popular actúa sobre el nombre castellano: camarón (Palaemon serratus) es convertido en camaleón (Caleta del Sebo, Puerto del Rosario, Arrecife, Las Palmas) o camelión (Puerto Santiago), grajo mezclado con carajo da el carajao «cuervo marino» (Phalacrocorax carbo) de Santa Cruz de Tenerife y, por la conocida equivalencia acústica, de k- > g218) si no hubo anaptixis directa de a o cruce con gayareta), garaja(d)o «íd.» (Puerto del Carmen, Morro Jable, San Nicolás, Arguineguín, Roque de las Bodegas, Arico, Los Cristianos), «golondrina de mar» (Sterna)219 y garajeado «cuervo marino» en Fuencaliente220; sacabuche221 condicionado por nariz de nariguche «cuervo marino» (Corralejo) y haribuche «alcatraz» (Fuencaliente), con h- de algún otro origen; zarapito «ave zancuda de pico delgado y curvo»; influida por pico produjo el zarapico «cuervo marino» (Phalacrocorax carbo)222 y el zarapico cachimbero «golondrina de mar» (Sterna sandruricensis)223.




Arriba8. Conclusiones

8.0. Las hablas canarias pertenecen al conjunto de los dialectos meridionales españoles y dentro de ellos a los de carácter occidental. Pero esta sabida afirmación está enriquecida por una variada serie de hechos históricos que han marcado su impronta en la fisonomía regional.

8.1. Desaparecidas a mitad del siglo XVI las lenguas prehispánicas, poco queda de ellas con vitalidad hoy, porque la toponimia no puede equipararse a los términos que persisten con un significado en el léxico vivo y con posibilidades de uso en el comercio lingüístico de cada día y de cada hombre. Poco es lo que de prehispánico ha quedado: en unas encuestas muy amplias hechas en la isla de Tenerife, sólo unas 16 voces224 pertenecían al sustrato. Dado el carácter beréber de las hablas guanches, es difícil saber hasta qué punto los términos que poseemos hoy son resultado del sustrato (pervivencia canaria en el español insular) o del adstrato (términos aprendidos en las costas africanas como resultado del trato comercial). Sabemos que los nativos tenían -en la época de la conquista- un cierto desarrollo en sus técnicas piscatorias, pero no se si esto es bastante para reputar como supervivientes de una época histórica superada los términos beréberes de hoy. Probablemente no. Por más que -y esto no deberá olvidarse nunca- la terminología ictionímica presente la posibilidad de mantener unos cuantos arcaísmos con firmeza mayor que otras parcelas del vocabulario tanto por el carácter marginal que tiene la vida del pescador dentro de la sociedad, cuanto por la peculiaridad de las especies capturadas. Sin embargo, las relaciones pesqueras continuas, y nunca abandonadas, entre Canarias y Mauritania me hacen creer en que se trata de un manojuelo de voces resultado del adstrato. Tabaga, tabeque, tasarte, son para mí bereberismos seguros, otros resultan cuestionables. De cualquier modo, la aportación africana al español insular es -en este caso- de una excepcional pobreza.

8.2. Es importantísima la participación del mundo lusitano en la formación de la sociedad canaria. Descubierto el archipiélago de Madeira en 1418, en 1420 se establecieron en él los primeros portugueses, pues las islas estaban totalmente deshabitadas. Estos portugueses -muchos de ellos algarvianos- llevaron a cabo un tipo de colonización que, lógicamente, sirvió de experiencia para los castellanos -en buena parte andaluces- que vinieron a establecerse en Canarias. Sobre todo, el cultivo y explotación de la caña de azúcar fue decisivo en estas relaciones. No es éste el momento de señalar lo que tantas veces se ha repetido, si hacer ver que la vinculación de canarios y madereños sobre el océano dio ese caudal de lusismos que hemos podido estudiar225. La identificación de los lusismos ha pedido hacerse por el tratamiento fonético de las palabras o por el carácter portugués y no castellano del vocabulario. Al primer grupo pertenecen abade, bucio, malfara, ferreca / furrieca, fula, chopa (acaso portuguesismo tomado del castellano común), bicuda, cardumen, arruaje, ruame, caruncho, pallete, quella, malla, alfonsiño / alfun- / funs-, alcatriña. Dentro del grupo segundo incluyo: caboso, cachalote / chacalote (lusismo a través de la lengua común), choco (probablemente a través de Andalucía), cachero, dula, garapello, saifío (y variantes), quelme, brota, cherne, acaso zapata. Conjunto de unos 25 términos, que vienen a constituir una nómina muy apreciable dentro del conjunto que consideramos.

8.3. Las estrechas relaciones de las Islas con América226 no han dado otros préstamos que guachinango, voz náhuatl al parecer, pero que a Canarias llegaría desde Cuba. Los otros términos que en el DRAE figuran como cubanismos, no lo son de manera exclusiva. Explicable la ausencia porque los canarios emigrantes no se dedican a trabajar como pescadores y, de otra parte, las diferencias entre los seres marinos del Caribe (Antillas, costa de Venezuela son regiones para la emigración canaria) hacen difícil trasvasar el vocabulario de un dominio al otro.

8.4. El andalucismo de las Islas es harto sabido. Del occidente andaluz fueron los conquistadores y adelantados, Sevilla fue el ideal de vida de las ciudades españolas que nacían en el Atlántico, como modalidad sevillana se desarrolló el castellano insular y sigue siendo fiel a la impronta originaria. Por otra parte, el intercambio comercial con Andalucía ha sido muy activo, con lo que la vinculación, lejos de relajarse, se atensa. De procedencia española meridional son aguja paladar, budione / buyón, burga(d)o, verrugato (y variantes), corvinate, espadarte, jurel, haquetón, boquerón, maroma, robalo, salema, melva, acaso albajar. No menos de una docena de nombres de seres marinos que acusan la intensidad de las relaciones.

8.5. Con otros dominios, Canarias ha tenido menos relaciones. El ámbito lingüístico catalán le da dos términos directos (anjova y rascay) y, acaso, otros dos el vasco (tollo y guelde).

8.6. No menos importante que todo lo que hemos comentado es ver cómo el español de Canarias conforma su propia realidad. Entonces, una serie de elementos discrepantes de la norma oficial afloran desde dentro del sistema y aportan una nueva matización a esa serie de valores que tratamos de inventariar. Terminología doblemente canaria: por cuanto es geográficamente insular y nacida -además- en las propias Islas. Dentro de dos apartados en los que estudio estos hechos sitúo la siguiente terminología: calé, chamorrito, chirre, diana / fabiana / lauriana, lebrancho (y variantes), medregal (íd.), pámpano de Guinea, rabil (y variantes) y sarasa (todos ellos caben bajo el denominador de cambios semánticos), camaleón, garajao, nariguche / harib y zarapito.

8.7. Sobre un fondo castellano común he estudiado 47 términos ajenos a la lengua general. He procurado no desdeñar ningún término, salvo en algún caso rarísimo en el que no he podido decidir nada227 o en el que se cruzan procesos que no puedo resolver con mis datos228. Pero salvo este par de excepciones he querido trabajar con todo mi material. Muchas veces el léxico se muestra inestable por la condición de las encuestas y de los intereses de científicos y marineros. No merece la pena insistir en lo ya sabido, pero estos materiales, confrontados con las informaciones de los biólogos, con los datos de otras áreas, con la propia experiencia de encuestador, son de un valor inapreciable para conocer una parcela del mundo hispánico. Entonces los números cobran un especial sentido: de los términos no castellanos (adoptados o adaptados) con que los marineros canarios designan a los seres marinos, nada menos que un 53 por 100 proceden del portugués y otro 30 por 100 del andaluz. Frente a ellos, nada significa el resto (un 6 por 100 el bereber y apenas nada más). Portugués y andaluz han dado sentido a estos préstamos y en él está el valor de las encuestas. No trato de que sean estos los términos que el español de Canarias ha adquirido o ha creado. Habrá otros que no se han documentado en mis encuestas, pero los que viven en la parcela que analizo son los que he estudiado en estas páginas. Tenemos, pues, una certeza. Por otra parte, el cuestionario no se redactó para recoger préstamos, sino para allegar la terminología marinera de un modo bastante completo; el análisis a posteriori es de una implacable objetividad. Aumentada por otro hecho: el cuestionario utilizado ni siquiera se proyectó para este dominio: inspirado en el del Atlante Lingüistico Mediterraneo229 se adaptó para trabajar en España y Portugal230, ni siquiera en Canarias, y sólo después, cuando la recogida de materiales en la Península estaba muy adelantada, se trató de aplicarlo en las Islas. Téngase en cuenta que el hábitat canario difiere del Mediterráneo e incluso del Atlántico peninsular. Hay, por tanto, numerosas cuestiones que no se recogen, porque no pueden recogerse, y otras que sólo llegan escasamente -o nunca- a nuestra documentación. El haber trabajado con cuestionario (y no creo que con rigor se pueda trabajar de otra manera) puede limitar cuantitativamente nuestros informes, pero, cualitativamente, me extrañaría que las cosas fueran de otro modo. Baste pensar que las conclusiones a las que llego coinciden con las que se acreditaron al estudiar todo el vocabulario de una isla: Portugal y Andalucía condicionaron la creación hispánica de Canarias y, durante siglos, Portugal -desde Madeira- estuvo en estrecho contacto con nuestras Islas. También lo estuvo Andalucía, pero fue de manera distinta: para Andalucía -Castilla tras Andalucía- Canarias era el camino de las Indias, un eslabón más en aquella gran cadena que unía continentes; con Portugal, las relaciones de las Islas fueron de tono menor (quehacer cotidiano, entrada en tierra de moros) y se proyectaron en este vocabulario bien preciso y de alcances harto concretos. Eran los colores que daban matices especiales al conjunto del cuadro. El cuadro, entonces y ahora, era exclusivamente castellano.





 
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