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Acto II


Escena I

 
LASO, LÓPEZ, ÁVALOS.

 
LÓPEZ
Amigos, sostenedme; apenas puedo,
combatido de afectos tan contrarios,
mover la débil planta... Mil memorias
del hijo que perdiera, el triste cuadro
que me ofrece Toledo, sus horrores, 5
su ruina y orfandad, a cada paso
mi pie detienen. Con la faz llorosa,
quién me anuncia la muerte del hermano,
quién la del padre o la de caros hijos,
a guerra tan cruel sacrificados. 10
ÁVALOS
¡Dichosos, pues, murieron por la patria!
Libres vivieron; libres expiraron.
LÓPEZ
¡Dichosos!... sí: no vieron a sus hijos
perecer con infamia en un cadalso,
cual yo, mísero padre...
ÁVALOS
Ni la ruina
15
de la vencida patria presenciaron,
ni su vil servidumbre, ni el orgullo
de su fiero opresor.
LÓPEZ
Hernando, Hernando,
¿Aun no está satisfecha tu venganza
con tanta asolación, con tanto estrago? 20
ÁVALOS
Mi venganza lo está, mas no la patria.


Escena II

 
LASO, LÓPEZ, ÁVALOS, VIUDA, su hijo, MENDOZA.

 
VIUDA
Señor...
LÓPEZ
¡Hija!... mi pecho conturbado
palpita al pronunciar tan dulce nombre...
¡Hija!... ¡nieto del alma!... objetos caros
a Padilla infeliz... una y mil veces 25
dejadme que os estreche entre mis brazos...
¿Mas qué miro?... ¿Rehúsas abrazarme?
¿Desdeñas mis afectos?
VIUDA
Agraviaros
no debe la esquivez, que me es tan propia:
acostumbrada a padecer tan largo, 30
casi insensible a fuerza de desdichas,
los tiernos sentimientos he olvidado.
Los olvidé por siempre: inmóvil, yerta,
sin aliviar mi pena con el llanto,
con quejas ni suspiros, cual estatua 35
escuché de mi esposo el fin aciago.
Desde entonces mi pecho empedernido,
sólo abierto al furor, ha desterrado
cuantos afectos gratos y suaves
templar pudieran mi dolor amargo: 40
la amistad, el amor, la piedad santa,
la ternura materna... Hijo adorado,
si nunca ves mi rostro cariñoso,
culpa, culpa tan sólo a los malvados
que asesinaron a tu padre. ¡Impíos! 45
¡Hasta el ser tierna madre me vedaron!
LÓPEZ
Lo serás, hija mía... ya el momento
de acallar las pasiones es llegado,
y de escuchar a la razón. Unidos,
las pasadas desgracias olvidando, 50
gozaremos de paz...
VIUDA
¿Qué decís? ¿Ceden,
desisten de su empresa los contrarios?...
LÓPEZ
Con la paz brindan, y arruinar pudieran.
VIUDA
Yo desprecio su paz.
LÓPEZ
Vengarse airados,
les fuera fácil...
VIUDA
Vénguense; ¿qué esperan?
55
LÓPEZ
Esperan evitar el fiero estrago
de este pueblo infeliz. Tantas familias
huérfanas ya... los muros arruinados...
Sin vida los caudillos más valientes...
Los tristes moradores empuñando 60
con flaca diestra las cansadas armas,
y ya los vencedores amagando
con el próximo asalto... ¡Oh Dios piadoso,
aleja de mi patria tantos daños!...
Laso, amigos, dejad unos momentos, 65
dejad llorar a un padre desgraciado,
solo, en presencia de sus hijos...


Escena III

 
LÓPEZ, VIUDA y su hijo.

 
LÓPEZ
Libres
de testigos inútiles, más franco
seré contigo; escucha tú más dócil:
escúchame, hija mía... y no perdamos 70
en recíprocas quejas importunas,
tan preciosos instantes. Si engañado
o prudente seguí las reales armas,
lo decidió el suceso; y es en vano
ventilar si fue justa vuestra causa, 75
pues que la suerte ya la ha condenado.
Quizá fue disculpable, y aun plausible,
vuestro primer ardor; pero dos años
de combates, de incendios y exterminio,
bastan para escarmiento y desengaño. 80
Lidiar sin esperanzas, arruinarse
y no salvar la patria, temerarios
del cielo resistirse a los decretos,
no es fortaleza, es frenesí.
VIUDA
Juramos
ser libres o morir; y el cielo mismo, 85
que dio el injusto triunfo a los tiranos,
nuestro voto aceptó: pues que nos veda
el ser libres, nos manda que muramos.
LÓPEZ
Ten el labio; no insultes imprudente
al cielo con tus voces: irritado 90
de tanta y tanta sangre derramada,
sólo la paz prescribe, que entre hermanos
jamás debió romperse.
VIUDA
No lo eran
los que a la patria mísera cargaron
de cadenas; sus crudos enemigos 95
llámense, y no sus hijos... ¡Castellanos
y ansiar la esclavitud!... No, no lo eran.
LÓPEZ
Cuando yerma la patria y desangrado
el reino en ocho siglos de combates,
apenas respiraban del insano 100
yugo agareno, ¿entonces más furiosos
contra nosotros mismos desnudamos
el acero homicida, de la patria
el afligido seno destrozando?...
Duélete de su mal; y no redoblen 105
sus mismos hijos su mortal quebranto:
duélete, que harta sangre, hartos horrores
le costó sacudir el yugo extraño.
VIUDA
¿Y el propio ha de sufrir?... Por ocho siglos
decís que nuestros padres batallaron, 110
por rescatar la patria; ¿y ahora esclava,
entregada a merced de los tiranos,
la dejarán sus vergonzosos nietos?
LÓPEZ
No te atormente ese recelo vano
de ver morir la libertad querida; 115
mas si su triste fin fuera llegado,
¿Lo evitará Toledo con su ruina?...
Sé cuerda, sé prudente: atropellando
la autoridad del César victorioso,
provocando su cólera, insensatos, 120
mal vuestra causa defendéis. Vencida
cayó la patria; y sólo ya de Carlos
pende su libertad o sus cadenas;
si blasonáis de libres castellanos,
buscad en la clemencia del monarca 125
lo que hallar no pudisteis batallando.
Con sumisión, con súplicas y ruegos,
quizá... tal vez...
VIUDA
Seguid; mas vuestro labio
se niega a proferir falsas promesas:
hacéis bien; la honradez de castellano 130
no debéis desmentir, ni en tanta cuita
con fingidos consuelos insultarnos.
A fondo conocemos la clemencia
del vencedor, y cuanto con el llanto
alcanzan de sus reyes las naciones, 135
cuando yacen sus fueros sepultados.
Lo sabemos; por tanto, arrepentidos
de inútil lloro y de clamores vanos,
por defender las moribundas leyes,
a las inciertas armas apelamos. 140
La fuerza, sí, la fuerza es el escudo
contra la atroz violencia.
LÓPEZ
Afable, humano,
¿No oyó Carlos las quejas y amenazas
de la altiva Castilla, confiando
en su antigua lealtad? ¿Con mil insultos, 145
con muertes de inocentes ciudadanos,
con la inquietud del alterado reino,
¿No se vio a la contienda provocado?
Si recurrió a la fuerza, ya imprudentes
armábanse los pueblos rebelados... 150
VIUDA
¡Nunca es rebelde una nación entera!
LÓPEZ
Lo fue España...
VIUDA
Lo fueron sus tiranos.
LÓPEZ
España juró a Carlos obediencia...
VIUDA
¿Y él nada nos juró?
LÓPEZ

 (Después de una breve pausa.) 

Dócil, sin años,
falto de previsión y de experiencia, 155
por consejeros pérfidos guiado...
¿Aun queréis más disculpas?
VIUDA
Más justicia.
LÓPEZ
Él os la hará. Piadoso el desacato
olvidará de su nación querida;
volverá a vuestro seno, ya adornado 160
con la imperial corona de Alemania;
escuchará las quejas, los agravios
de sus pueblos, cual padre bondadoso;
perdón, mercedes, gracias...
VIUDA
Anhelamos
recobrar nuestros fueros, no sus gracias...2 165
LÓPEZ
Fiel guardará las leyes...
VIUDA
¡Qué engañado
vivís, señor!... Humilde, sometida,
adoraba Castilla sus mandatos,
y el monarca las leyes insultaba,
en su poder inmenso confiado. 170
Resistimos, lidiamos, nos vencieron;
¿y ahora será más justo?... ¡Sus agravios
nunca perdona el déspota que triunfa!
Padilla, Pimentel, y Maldonado,
y Bravo, y otras víctimas ilustres 175
en el suplicio atroz lo están mostrando.
LÓPEZ
No te complazcas en doblar mis penas,
recordándome al hijo: bien grabado
tengo en el pecho su fatal destino.
Pero, pues ya no existe, los conatos 180
(como obsequio más grato a su memoria)
a este inocente niño dirijamos.
En él nuestra gloriosa y noble estirpe,
en él la imagen de su padre amado,
nuestra esperanza y único consuelo 185
debemos conservar. Si pide en vano
su salvación la mísera Toledo;
si el clamor no te mueve ni los llantos
de tantos infelices, que ya sienten
de la próxima muerte el crudo amago; 190
si el existir te enoja... ablande al menos
tu duro corazón desapiadado
este inocente huérfano... Afligido,
fijos en ti sus ojos, estrechando
tu mano con sus manos cariñosas, 195
parece te suplica el desgraciado
que preserves su vida... ¿Y quién guardarla,
quién podrá serle escudo en el estrago,
en el incendio y ruina de Toledo?
Entre el confuso horror, cuando mezclados 200
caigan los vencedores y vencidos;
cuando ardiendo los techos, desplomados
sepulten mil víctimas; entonces
querrás salvarle, y lo querrás en vano:
entre escombros y ruinas confundido, 205
oirás su débil voz, a ti clamando
que por piedad la muerte le apresures...
Por siempre en tus oídos con espanto
resonarán sus últimos acentos;
por siempre los derechos ultrajados 210
de madre vengará naturaleza,
tu endurecido seno atormentando.
Madre desventurada... no a tu orgullo
sacrifiques deberes tan sagrados;
¡Salva al hijo infeliz; sálvale o tiembla! 215
VIUDA
¿A qué guardar su vida?... ¿A qué postrado
la pida por merced a los verdugos
de su mísero padre? ¿A qué heredando
la infamia con que manchan su memoria,
miserable, proscrito, en reino extraño 220
un asilo mendigue con su madre?...
Y aun menos infeliz, que si inhumanos
le obligan a pisar el triste suelo,
con la paterna sangre mancillado.
¡Cuánto penara entonces! Abatido, 225
su nombre con vergüenza pronunciando,
quizá oyera decir el inocente,
al pasar junto a indignos castellanos:
«El hijo, el hijo del traidor Padilla...»
¡Traidor!... Mienten los viles que fallaron 230
su injusta muerte... mienten sus verdugos...
Sus asesinos mienten...
LÓPEZ
¡Qué inflamado
tu rostro centellea! Calma, calma
tan ciego frenesí.
VIUDA
Traidor llamaron
al mejor caballero de Castilla... 235
LÓPEZ
Culpa fue del destino, injusto y vario:
por héroe le aclamaran si venciera;
y vencido, traidor le apellidaron.
VIUDA
¡Traidor mi esposo!... Tan horrendo nombre
no sonará en mi oído... ¡Esposo amado! 240
Lo juro por tu sangre derramada
de Villalar en los funestos campos;
¡lo juro por la sangre que vertieras
en el suplicio atroz! Hijo... muramos,
que ya tu padre nos mostró el sendero 245
que debemos seguir, y salpicado
nos le dejó con sangre... ¡Antes la muerte,
que ver a sus verdugos inhumanos!
LÓPEZ
¿Matas al hijo, por vengar al padre?
VIUDA
Juntos pereceremos por vengarlo. 250
LÓPEZ
Mujer cruel... tú sola, tú el verdugo
eres de mi familia; tú al cadalso
llevaste al hijo, por orgullo ciego;
y por ciega venganza, al nieto amado
condenas a morir. Tiembla, que impune 255
no dejarán los cielos sacrosantos
tan bárbara crueldad; tiembla, que nunca
los clamores de un padre desdichado
el cielo desoyó... ¡Su justa ira,
yo su venganza imploro!


Escena IV

 
VIUDA, LÓPEZ, MENDOZA.

 
MENDOZA
Convocados
260
a este alcázar los miembros de la junta
ya llegan; y a las puertas agolpado
el pueblo todo, entre mortales dudas
y de opuestas pasiones agitado,
la decisión espera de su suerte. 265
Allí piden la paz; allá bramando,
¡guerra! ¡guerra! apellidan furibundos;
todo es clamor y confusión y llantos
de mujeres y niños, y amenazas
de la alterada plebe... Con mostraros, 270
quizá se aquietará; venid al punto:
la esposa y padre de Padilla infausto
respetará Toledo, y más tranquila
escuchará de su destino el fallo.
Venid, venid.
LÓPEZ
Corramos, hija mía,
275
a calmar su inquietud; y piensa, en tanto,
que quizá de tu voz pende su suerte.
VIUDA
No sé ceder.
LÓPEZ
Fuerza es ceder al hado.


 
 
FIN DEL ACTO SEGUNDO
 
 


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