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Acto III


Escena I

 
Aparecen los miembros de la Junta sentados en sus sillas. ÁVALOS de presidente. LASO a su derecha. LÓPEZ en pie con parte del pueblo. La VIUDA de Padilla en el lado opuesto, con su hijo, MENDOZA, y otra parte del pueblo.

 
ÁVALOS
Pueblo ilustre, corona de Castilla:
con ruina o servidumbre os amenazan
vuestros contrarios: ¡elegid! Mi labio
colorear no sabe las desgracias;
sin temor las refiere el hombre libre, 5
y un pueblo libre es digno de escucharlas.
Oiréis vosotros mismos las propuestas,
que con poder y a nombre del monarca,
os hace el sitiador; vosotros mismos
entre el perdón y duras amenazas 10
podréis optar. La junta que elegisteis,
y veis en vuestro seno congregada,
su poder os devuelve; y os convida
a decidir la suerte de la patria.
Despreciamos la vida; mas tememos 15
tantas aventuras3: no diga España
que la ruina causamos de Toledo,
por hacer más gloriosa y celebrada
nuestra ruina. Morir en un cadalso,
o perecer lidiando en las murallas, 20
son los solos partidos que me quedan:
fácil es mi elección. Pero culparan
justamente mi esfuerzo temerario,
si al correr tras la muerte, os arrastrara
a fenecer conmigo. Toledanos, 25
¡Tremendo es este trance! Una palabra
os arruina por siempre, o para siempre
con vil cadena vuestros cuellos ata.
Esta heroica ciudad, vuestros mayores,
los sacros votos, la adquirida fama, 30
tanta sangre vertida, todo, todo
vuestra virtud, al decidir, reclama:
decidid; libres sois. ¡Habla ante el pueblo,
oh noble mensajero! En él descansa
su suerte; la respuesta ha de ser suya: 35
suyo será el honor, suya la infamia.
LÓPEZ
¿Que hable al pueblo, mandáis?... ¿Será posible,
que al contemplar la ruina de su patria,
mueva la torpe lengua un triste anciano,
por la edad agobiado y la desgracia?... 40
Hablen por mí las míseras viudas,
que aquí me cercan de dolor postradas;
hablen también los infelices padres,
que vieron perecer en las batallas
a sus queridos hijos, al impulso 45
de español brazo, de españolas armas...
Hablad todos por mí; pues que sois todos
víctimas infelices de la larga
guerra civil... ¿Quién hay de entre vosotros,
que no lamente pérdidas infaustas 50
de haciendas y de amigos y de deudos,
sacrificados a la sombra vana
de loca libertad?... Si hay uno, acaso,
que no se vista luto, y que llorara
tan solamente ajenas desventuras, 55
ése la voz levante; ése a las armas
os anime, seguidle a la defensa,
volad tras él... Mas ¿dónde, do se halla
ese español feliz?... Sólo con llanto
me podrá responder la triste España. 60
Dos años de destrozos y de horrores,
muertes, asaltos, lides obstinadas,
hambres, incendios... cuantos crudos males
el cielo airado en su furor derrama,
todos ¡oh España! sobre ti cayeron. 65
Cediste, al fin cediste... ¿Por qué causa
sólo Toledo resistió tan ciega?...
Toledanos, amigos, mis palabras
no os ofendan; son hijas del afecto
que siempre tuve a mi querida patria. 70
Al ver sus muros casi destruídos,
al mirar sus campiñas arrasadas,
por todas partes destrucción y ruina,
solitarias sus calles y sus plazas;
y a vosotros, que ilesos escapasteis 75
del filo agudo de las recias armas,
arrastrando la mísera existencia,
por el hambre cruel atormentada...
Si a vista de tan graves infortunios,
hablase más prudente, no os amara. 80
¡Ay! con dolor y llanto, en vuestro rostro
la mortal palidez miro estampada,
y el sello del sepulcro... ¡ay! no crueles
queráis morir y sepultar la patria.
La patria por mi boca os lo suplica; 85
la patria moribunda y desmayada,
al borde ya del precipicio horrendo...
Salvadla, sí, corred... Pío el monarca
vuestra pasada ceguedad perdona:
con los brazos abiertos os aguarda, 90
como padre a sus hijos; la clemencia
su justo enojo y su rigor desarma.
Pero si ciegos preferís su ira
al perdón que os ofrece; si cerradas
hallan las puertas sus leales tropas, 95
que ya los flacos muros amenazan;
Entonces... ¡Ay de la infeliz Toledo!
Sólo su nombre existirá mañana.
LASO
¡No será así!... Perdona, pueblo heroico,
si del amor llevado de mi patria 100
osé el primero hablar. Fui el primero
que al ver las santas leyes quebrantadas,
imperturbable ante el excelso trono,
reclamé noblemente su observancia.
Desde entonces mi suerte fue la vuestra: 105
nadie me ha adelantado en las batallas;
ninguno me ha excedido en sacrificios...
Perdonad, si al mirar que está cercana
vuestra ruina, a ninguno ceder quise
el placer y la gloria de estorbarla. 110
No es mengua ya el rendiros, pues en vano
los fueros sostuvimos con las armas;
no es mengua el procurar salvar las vidas,
dejando salvos el honor y fama.
Aun callaba Castilla sus agravios, 115
y el acero Toledo desnudaba;
mientras luchó Castilla, combatimos;
cayó rendida, y con invictas almas
por seis lunas sufrimos el asedio,
horror y muertes, hambres y batallas. 120
¿Qué más, Toledo, falta a tu heroísmo?
A tu gloria inmortal, ¿qué más le falta?
¿Eliges arruinarte?... Yo ante todos,
presentaré mi pecho en la muralla
a los contrarios filos; yo el primero 125
aplicaré las teas incendiarias
a mis propios hogares; y alto ejemplo
os daré de valor entre las llamas.
Pero tantos ancianos respetables,
los tiernos hijos, las esposas caras, 130
los ínclitos guerreros, todos, todos,
sin provecho ni gloria de la patria,
¿Habrán de perecer? ¿En nuestra sangre
anhelamos saciar nuestra venganza?...
¡No, compatricios, no! Lidiar debimos, 135
mientras brillaba un rayo de esperanza;
pero buscar frenéticos la muerte,
arruinar la ciudad en que descansan
las cenizas de padres y de hermanos,
la que nos vio nacer, la que dio a España 140
tantos héroes y triunfos... tal locura,
tanta crueldad no cabe en vuestras almas.
En paz dichosa del perdón gocemos;
en paz dichosa, que las hondas llagas
cure a la patria mísera... En nosotros 145
su vista fija la infeliz España;
y con su mudo ejemplo nos exhorta
a implorar las piedades del monarca.
¿Las imploramos?... Si; ya tu silencio
¡oh noble pueblo! con señales claras 150
tu prudente elección me está anunciando:
¡Feliz silencio que a mi patria salva!
 
(Silencio general.)

 
VIUDA
¡Calla ahora, calla la inmortal Toledo!...

 (Después de una breve pausa.) 

Carlos triunfó: Castilla es ya su esclava.
Triunfó, mas no de mí: ceded vilmente; 155
mendigad la clemencia del monarca,
que una débil mujer hoy con su ejemplo
vuestra flaqueza insulta y su venganza.
No ofrecimos vencer; pero juramos
perecer con denuedo en la demanda, 160
o alzarnos libres: ¿lo olvidasteis?... Tiempo
no es ya de recordar vuestra palabra:
quien duda entre los hierros y la muerte
no merece guardar la fe jurada.
Dudarais, sí, dudarais en buen hora, 165
cuando Castilla toda vacilaba
entre sufrir el yugo o levantarse;
temblarais ante el trono del monarca;
sufrierais en silencio, como esclavos,
si el temple de hombres libres os faltaba. 170
No entonces tanta sangre se vertiera;
no entonces adquirierais tanta fama,
para mancharla ahora indignamente...
¿A qué lidiar con sin igual constancia,
¿A qué Toledo resistir gloriosa, 175
prometiendo a la faz de toda España
imitar (si el destino le era adverso)
la suerte de Sagunto y de Numancia?...
¡Ah! Toledo tan sólo lo ofrecía;
Medina lo ofrecía y realizaba. 180
No vacilaron, no, sus nobles hijos
entre la ruina y la servil infamia;
no temblaron al ver junto a sus puertas
ardiendo ya las enemigas hachas,
y encenderse los techos, y arruinarse 185
los ricos templos y opulentas casas:
bienes, amigos, deudos, padres, hijos,
veían perecer entre las llamas...
PUEBLO
¡Qué horror!
VIUDA
Y entre el estruendo y los clamores
sólo el grito escuchaban de la patria. 190
Buscad entre las ruinas, que aun humean,
buscad esa clemencia celebrada
del fiero vencedor; ved sus piedades;
y rendíos después. Pero si os falta
hasta para rendiros fortaleza; 195
si teméis que quebranten su palabra
los contrarios, y bárbaros se venguen;
si piden una víctima... miradla,
pronta ya a perecer por redimiros:
cargadme de cadenas, a las plantas 200
del vencedor llevadme; en mí su enojo,
en mí podrá saciar su injusta saña.
No dudéis que él acepte tal ofrenda:
una débil mujer, idolatrada
por su inocente esposo asesinado, 205
a tan fieros verdugos será grata.
Pero más pura aún, menos culpable
la víctima querrán... ¡Hijo del alma!
¡Hijo del gran Padilla!... el tierno cuello
ofrece a la cuchilla que inhumana 210
huérfano te dejó... ¡Sus duros filos
en ti se emboten, y a Toledo salvas!
PUEBLO
¡Padilla!
VIUDA
No; no profanéis su nombre,
al ir a demandar, cual suma gracia,
que os concedan vivir entre cadenas; 215
¡no pronuncie su nombre quien no arda
de libertad en el furor divino!
PUEBLO
¡O muerte o libertad!
VIUDA
Muerte, y no infamia.
¡Libertad! al lidiar en los combates,
el infeliz Padilla apellidaba; 220
¡Libertad! al caer lleno de heridas;
y al cortar la cuchilla su garganta,
de ¡Libertad! el sacrosanto nombre
entre sus yertos labios resonaba.
¡Imitadle! Murió por vuestra gloria: 225
o vengadle, o morir: él os lo manda.
LASO
¿Y os dejaréis llevar de un loco acento,
por el furor dictado y la venganza?
¡No, toledanos! que el peligro apremia;
no es tiempo de ilusión; la muerte amaga... 230
PUEBLO
¡O muerte o libertad!
ÁVALOS
Eterna gloria
vuestra elección magnánima os prepara:
¡a morir o a ser libres! Noble anciano,
la respuesta llevad; y al escucharla,
tiemblen los enemigos de Toledo. 235
LÓPEZ
¡Qué frenesí! Buen Dios, ¿me conservabas
por tantos años la cansada vida,
para ver el destrozo de mi patria?...
Amigos... hijos míos... ¿no hay remedio?
ÁVALOS
La respuesta llevad.
LÓPEZ
¡Ah! cuanto tarda
240
mi labio en pronunciarla, os doy de vida:
mañana, entre el conflicto de las armas,
mañana, en las angustias de la muerte,
recordaréis, ya tarde, mis palabras!...
Seguir no puedo... el llanto y los sollozos 245
Mi pecho oprimen, y mi voz embargan...
¡A Dios, patria infeliz... a Dios por siempre!...


Escena II

 
ÁVALOS, LASO, VIUDA con su hijo, MENDOZA, miembros de la Junta y pueblo.

 
ÁVALOS
El triunfo, toledanos, os aguarda,
apenas luzca el venidero día;
corred a apercíbiros: la constancia, 250
el valor y obediencia han de salvaros,
si el Dios de la justicia nos ampara.
¡Toledanos, al triunfo, a la victoria!
PUEBLO
¡A vencer o morir!
VIUDA
Ilustre patria
del inmortal Padilla: digna eres 255
de que por ti su sangre derramara4.


 
 
FIN DEL ACTO TERCERO
 
 


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