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Memoria histórica, política y económica de la provincia de misiones de indios guaranis

(Continuación)1

Gonzalo de Doblas





  —[274]→  

153. La nacion Guayaná, junta con las demas naciones sus semejantes, es bastante numerosa: viven a una y otra banda del Paraná, desde unas veinte leguas mas arriba del Corpus, hasta el Salto Grande de dicho Paraná, y aun mas arriba2, estendiendose hasta cerca del Uruguay por el rio Yguazú, el de San Antonio, y otros. Su natural es docilisimo, y tan sociable con los yndios de estos pueblos, que no hay noticia les hayan hecho el mas leve daño en los frecuentes viajes que hacen a los yervales: antes vien les ayudan a trabajar, les buscan3 y manifiestan los parajes en donde hay muchos arboles de yerva, y aun les socorren con alimento quando les escasea; contentandose   —275→   con algunas frioleras que se les dá, como son abalorios, espejitos, algunas achas chicas, y algun lienzo de algodon.

154. Estos yndios viven dispersos por los montes; se alimentan de la caza que matan con flechas sin veneno, que no lo usan, ni conocen; comen de todas sabandijas; pero lo principal de su alimento es la miel de avejas de los montes. Tambien siembran algunas chacaras4, pero no las cultivan; lo que hacen es, derramar la semilla en algun paraje, y al tiempo que ya les parece tendrá fruto, buelven por alli, y recogen lo que hallan. Las semillas que tienen son, porotos de varias especies, y que algunos dan fructo todo el año hasta que el frio consume las matas, el mayz, y calabazas o zapallos de varias especies5, algunos de exquisito gusto.

155.6 A doce leguas del pueblo de Corpus acia la parte del este, hay una pequeña reducion7 de la nacion Guayaná, nombrada San Francisco de Paula, que está a cargo de los Religiosos Dominicos; y, aunque ya muchos años8 que se fundó, ni se aumenta, ni hay esperanza pueda permanecer con fruto; pues, aunque los yndios manifiestan mucha inclinacion a ser cristianos, hay muchos estorbos que dificultan el que se consiga el establecerlos a vida civil y cristiana.

156. El numero de personas cristianas de que se compone la reducion9 al presente, son unas cinquenta, entre chicos y grandes: pero estos no siempre asisten en la reducion10 pues, acostumbrados a buscar su alimento en los montes, se entran por ellos a procurarselo, en donde tratan y conversan con sus parientes,   —276→   y amigos los ynfieles, estandose con ellos muchos meses: de lo que resulta el que tal vez no buelben a la reducion11. Tambien los ynfieles frequentan esta a menudo, particularmente quando los reducidos tienen que comer: entonces se llena la reducion12 de ynfieles; y, en consumiendo lo que hay, se retiran, llevandose consigo a muchos de los cristianos que, o aficionados del trato, o obligados de la necesidad, se van con ellos.

157. El paraje en donde está situada la reducion13 es una de las mayores dificultades que hay para que se aumente: la cercania y trato con los suyos no les deja olvidar sus antiguas costumbres e inclinaciones; el poco terreno descubierto de bosques no les permite estender sus chacaras14, y mucho menos el criar animales; pues, ademas de la falta de terreno, abunda tanto de mosquitos, tabanos y begenes15 de diversas especies, que ni aun pueden tener un caballo para el servicio del Religioso Doctrinero.

158. Por el mes de octubre del año proximo pasado de ochenta y quatro16, al tiempo que el Yll.mo S.or D.n Fray Luis de Velasco, Obispo de esa ciudad del Paraguay, visitava los pueblos de su diocesis, estando en el de Corpus, vajaron los yndios Guayanás cristianos a confirmarse en aquel pueblo. Con este motivo tuvo ocasion dicho S.or Yll.mo y la tube yo, de hablar con ellos, y particularmente con el Correjidor que, aunque de nacion Guayaná, fué nacido y criado en el pueblo de Corpus; y, preguntandole por las causas que a el le parecian motibavan el poco adelantamiento   —277→   de su reducion17, dijo que la cortedad de sus terrenos, y la inmediacion a los montes, donde encontraban lo necesario para su alimento, juntamente con no estar havituados al trabajo, eran los motivos que los distraian de la reducion18; y que los ynfieles, aunque todos deseaban ser cristianos, viendo que no tenian que comer en la reducion, no quieren19 venir a ella, y que solo se acercan por alli quando saven que hay que comer; y en consumiendolo se buelven a los montes: y que, solamente que se les diese terrenos buenos en otra parte, se conseguiria el aumento de la reducion20. A lo que les dijo el S.or Obispo que hablasen a sus parientes y amigos, y les persuadiesen a salir de los montes21; que la piedad del Rey les concederia terrenos, y modo de subsistir en otro paraje22 con las comodidades que veian en los de aquel pueblo, y les distinarian ministros que los doctrinasen, y ensenasen el camino del cielo: y que esta diligencia la pusiesen en execucion luego que bolviesen a la reducion23, y que de sus resultas me avisasen a mi para que yo lo participase al S.or Obispo y al Exc.mo S.or Virrey con el informe que tubiese por conveniente: y, aunque quedaron en hacerlo, particularmente el Correxidor, asta ahora nada ha resultado, ni creo que resultará24 por lo que diré a Vm.

159. En el tiempo que el pueblo de la Candelaria estava comprehendido con los de mi cargo25, tenía   —278→   dispuesto que aquellos yndios frequentasen los viajes a los yervales silbestres; y, entre otros puntos que encargava para que se governasen en aquella faena, era el que conservasen la mejor armonia con los ynfieles aficionandolos al trato con ellos; y que, siempre que tubieran oportunidad, les persuadiesen a ser christianos y a salir de los montes, convidandoles con las conveniencias que ellos tenian en sus pueblos; y, para que les fuesen presentes26, vieran si podian persuadir a algunos caciques a que como de paso27 vinieran a ver su pueblo: y en efecto vino uno con otros dos yndios con algunos de Candelaria, a los que agasajé y regalé bastante. Y tratandoles del asunto de su conversion, y reducion28, me respondieron que asi ellos, como todos los demas de aquellos montes, deseavan ser christianos; pero que fuesen allá los Religiosos a enseñarlos, porque ellos no podian salir de alli, porque si venian a los pueblos, se havian de morir; y de esta persuasion, de que no dava29 ninguna causa, no les pude disuadir30. Pero me parece que no seria dificultoso el apartarlos de ella, aunque fuera poco a poco; porque, como llevo dicho, son mas dociles31: y, de querer juntarlos en la reducion32 principiada, o a otra en aquellos parajes, me parece que todos los esfuerzos, y gastos serian inutiles; porque, aunque la piedad del Rey les facilite algunos socorros, al instante que estos llegasen a la reducion vendran a ella33 quantos hay en los montes, y permanecerán alli34 hasta que los consuman, o se los escaseen, y los quisieren35   —279→   obligar a trabajar: lo que no sucederia, si los trasladasen a otra parte.

160. La prueva mayor que tengo para convencerme de la docilidad, y buena disposicion de estos yndios es, que hace tres años que se han mantenido sin Religioso que los doctrine y govierne, y en todo este tiempo, ni han abandonado la reducion36, ni han dejado de cumplir en lo posible con las obligaciones de cristianos. Y lo mas es que, haviendo visto el S.or Obispo la desnudez de algunos, determinó socorrerlos, y en efecto lo hizo; y, haciendoles cargo que porque no trabajaban en hilar, y tejer para vestirse, dijo el Correxidor que en aquel año havian recoxido poco algodon, y que aquel poco lo havian hilado, y texido, y lo tenian guardado para tupambre37 del Padre, y que de modo ninguno havian de gastarlo hasta que el viniera, y dispusiera del38.

161.39 A la vanda del Sur del Uruguay, en los montes que principian desde el pueblo de San Francisco Xavier, havita la nacion nombrados Tupís. Esta parece no es muy numerosa, o andan mui dispersos, porque nunca aparecen muchos juntos: son caribes, y tan feroces, que ni aun los tigres les igualan. Viven siempre en los montes, desnudos enteramente; sus armas son arcos y flechas, que asi aquellos como estas son de mas de dos varas de largo: algunas veces se dejan ver junto al dicho pueblo de San Xavier a la vanda opuesta del Uruguay; y, aunque siempre que esto sucede, se les ha procurado hablar, y atraerlos, ofreciendoles, y mostrandoles cintas, abalorios, gorros colorados, maiz y otras cosas, nunca han querido llegarse ni esperar, correspondiendo con sus flechas,   —280→   con las que han herido a algunos yndios quando han visto que las canoas o balsas se acercava40 acia donde ellos estan, retirandose precipitadamente al monte.

162. El pueblo de San Xavier mantenia en aquel lado41 una estanzuela, y por las ymvasiones de estos yndios les fue preciso abandonarla; pues, aunque no acometian a las casas, buscaban ocasion de encontrar algun yndio solo para acometerle, y no se podian perseguir, porque ganavan el monte, del que jamas se apartavan mucho. En tiempo de los Jesuitas, pudieron los yndios de San Xavier aprisionar uno de estos yndios, y lo trageron al pueblo, en el que procuraron agasajarlo con la suabidad del trato; pero nada bastó para que depusiese su ferocidad, en la que permaneció sin querer tornar alimento ni hablar una palabra hasta que murió.

163. Estos mismos yndios se estienden por aquellos montes, hasta cerca del pueblo de Santo Angel, y por todos los montes que median entre el Uruguay y los pueblos del departamento de San Miguel42, conocidos por los de la Vanda Oriental del Uruguay. Quando los yndios de estos pueblos van a los montes a beneficiar la yerva nombrada del Paraguay, es menester que vivan con la precaucion de no separarse uno solo; porque los Tupís los acehan43 desde el monte a manera de tigres, y el que ven solo, y retirado de los otros, le acometen; y, sino puede escapar, lo matan, lo llevan y lo comen.

164. De estos yndios cuentan los Guaranis algunas patrañas, ocasionadas del miedo que les tienen: una de ellas es, que sus pies no tienen dedos, y que en ellos tienen dos talones, o carcañales, y que asi no   —281→   se puede conocer por las pisadas, si van o vienen.

165.44 En los campos que se dilatan a la Vanda Oriental del Uruguay, desde el Rio Negro hasta el Ybicuy, havitan las dos naciones de Charruas, y Minuanes: la primera acia el lado del Rio Negro, y la otra acia el Ybicuy, y estancias que por alli tienen los pueblos. Estas dos naciones son semejantes en su genio, costumbres, y modo de vestir45; y asi lo que digere de los Minuanes, que son los mas inmediatos a estos pueblos, conviene a los Charruas.

166. Los yndios Minuanes viven en tolderias, compuestas de parcialidades, o cacicazgos; aunque regularmente conocen superioridad en alguno de los caciques de aquellos territorios, ya por tener mayor numero de yndios de su debocion46, o por mas valeroso y abil: aora el que domina es el cacique Miguel Caray. Estos yndios son bastante tratables, guardan fee en sus contratos, castigan a los delinquentes, sin permitir se haga daño a nadie, sino han recivido antes algun agravio; y asi viven en buena armonia con todos los de los pueblos, menos con los de Yapeyú; que, por que estos les han hecho algunos daños, siempre que pueden se vengan de ellos.

167. Estos yndios permiten en sus tolderias, y en todo el terreno en que se estienden, a quantos yndios Guaranís se desertan de sus pueblos y quieren vivir entre ellos; pero han de usar la politica de avisarles, y decirles que van a favorecerse de ellos. Del mismo modo permiten Españoles gauderios changadores47, que andan por aquellos campos matando toros para aprovecharse los cueros; los que extraen llevandolos a la ciudad de Montevideo, introduciendolos en ella clandestinamente, entre los que entran48, con permiso,   —282→   o de otra forma; o pasandolos al Brasil por medio de inteligencia con los portugueses del Viamon49, y Rio Pardo, a cuyos parajes50 introducen los mismos gauderios españoles algunas porciones de ganado de los mismos campos. Pero es mucho mas lo que extraen los mismos portugueses, a los que ayudan y favorecen mucho los Minuanes, por que los regalan con mas franquicia51 dandoles lo que mas apetecen, particularmente el aguardiente, por medio de lo qual consiguen, no tan solamente el que les permitan matar y extraer todo el ganado que quieren, y sus corambres, sino que, en caso de que alguna partida española los encuentre, los favorecen, no permitiendo se les haga ningun mal.

168. Aunque por la buena fee que estos yndios observan con los de estos pueblos se conserva la paz52, son mui perjudiciales: lo primero, por el asilo que dan a los yndios que se desertan de estos pueblos; lo segundo, por el favor que prestan a los españoles, y portugueses changadores que destruyen los ganados de aquellos campos; y por último, porque siempre es preciso contemplar con ellos, regalandolos con yerva, tabaco, y otras cosas, a fin de que con quales quiera pretexto53 no impidan las baquerias, robando las caballadas, y haciendo otras estorciones a los que van a ellos54.

169. El buen natural de estos yndios parece franquearia la entrada a su reducion55, y conversion; pero en nada menos piensan que en reducirse: y, aunque   —283→   no les es repugnante nuestra Religion, les es la sugecion que ven en los yndios reducidos a pueblos56, y precisados a trabajar; lo que a ellos no sucede. Nadie determina sus operaciones, cada uno es dueño de las suyas: en el campo tienen su sustento en el mucho ganado que hay en el: ellos tienen pocas luces57 para conocer lo feliz de la vida civil, y mucha malicia para no dejarse sugetar al yugo de una reducion58. A mi me parece que los Minuanes jamas se reducen59 con sola la persuasion de la predicación evangelica.

170.60 Restame aora dar a Vm. una individual noticia del gobierno eclesiastico, y culto divino de estos pueblos: pues, siendo mi animo el presentar al examen y consideracion de Vm. la idea que me ha ocurrido de mejorar el gobierno temporal de esta provincia, será preciso mudar en parte el que se observa en lo eclesiastico; asi para conformarlo con el temporal, como para que se logren, y tengan efecto las piadosas intenciones de S. M. y Prelados eclesiasticos, y que estos naturales logren la asistencia, doctrina, y sufrajios necesarios a la salvacion de sus almas. En esta narracion tocaré algo de lo que alcanzo con certeza del tiempo de los expatriados, y me estenderé en el presente, como que tengo entera noticia; para que, con conocimiento de lo que ahora se observa, puedan conocerse las ventajas de lo que premedito61.

171. En tiempo de los Jesuitas havia en cada uno de estos pueblos un Cura que presentava el Governador de Buenos Ayres, como vice-patron62 de los treinta pueblos; al que dava la colacion y canonica ynstruccion63   —284→   el Obispo de Buenos Ayres a los de los diez y siete pueblos del Uruguay; y el del Paraguay a los trece del Paraná. Estos Curas tenian de sinodo quatrocientos setenta y seis pesos, señalados en los Reales tributos; los que percivia su Religion, quien señalava los Compañeros y Coadjutores que le parecia, poniendolos y quitandolos a su arvitrio, o pedimento de los Curas64, y a unos y a otros65 les subministrava lo preciso para su comodidad, y decencia. El Cura le hacia cargo66, y cuidava principalmente de las temporalidades, y dava al Compañero el cargo de lo espiritual, sugetandolo en todo a sus disposiciones. Y, como ya dejo dicho del modo que se governavan en lo temporal, diré lo que alcanzo del que practicavan en la espiritual67.

172. Lo primero que se presenta a la vista son los templos: estos, aunque no guardan regularidad en su arquitectura, y son de poca duracion, atendiendo a la pobreza de los pueblos y la de sus naturales, son muy suntuosos, y estan vien adornados interiormente de retablos, los mas de ellos muy toscos, y todos dorados, y los bultos de los Santos68 que ocupan sus nichos, pocos son los que hay de buena escultura. Las pinturas que adornan sus paredes son toscas y desproporcionadas. Las alajas de plata son muchas, y grandes, aunque su obra es poco pulida, a escepcion69 de alguna otra pieza. Los vasos sagrados son tambien muchos, y de mejor obra, y algunos de ellos de oro: ygualmente los ornamentos son muchos, ricos y costosos   —285→   De modo que, aunque para el servicio De70 y culto divino ninguna riqueza puede decirse que es excesiva, con todo, atendiendo á la pobreza de los pueblos, y sus naturales, parece que se excedieron en esto. Las torres o campanarios son de madera, formados de quatro pilares, o orcones71 gruesos, y altos, con dos, o tres entablados que hacen otros tantos cuerpos, y su tejadito. Estos campanarios están en los patios de las casas principales, contiguos a las mismas yglesias, y en ellos muchas campanas de varios tamaños, y algunas bastante grandes, y de buenos sonidos; las mas son fundidas en estos pueblos.

173. Una de las cosas en que he reparado es que, teniendo las yglesias de estos pueblos tantas alajas de plata, aun para vsos poco necesarios, y muchas de ellas duplicadas en un mismo vso, no hayan empleado parte de esta plata en coronas de las ymagenes de la Madre de Dios, resplandores de Crucifijos, y laureolas de Santos; siendo muy rara la ymagen que en su adorno72 hayan empleado plata alguna. Lo mismo digo de los bultos de Jesus Nazareno73 en los varios pasos de su Pasion, la de la Virgen74, y otros Santos que sacan en las procesiones de Semana Santa: todos estos son unos trozos de madera mal labrados, y peor pintados, sin ningun adorno en sus cuerpos, ni en las andas en que los colocan; siendo estas una especie de pariguelas mal formadas, y parece que devian haber puesto en esto, mas que en otra cosa, su esmero; pues, siendo la representacion de estos pasos quien nos trae a la memoria la obra de nuestra redemcion, es mas combeniente que los bultos de Jesus75, la Virgen, y   —286→   demas Santos sean vien formados, y adornados; mayormente entre estas gentes, que les entran las especies mas por la vista que por el oydo, y pudieran haver empleado parte de las ricas telas que emplearon en los ornamentos, en vestidos decentes de estas ymagenes, y otros adornos de ellas.

174. Las funciones de yglesia correspondientes al culto divino las hacian con mucha solemnidad; pero no ponian tanto cuidado en lo que pertenecia al bien espiritual de las almas de sus feligreses: pues, segun se esplica el S.or D.n Manuel Antonio de la Torre, Obispo que fué de Buenos Ayres, en el informe que dió al Excmo. Señor D.n Francisco Bucarely, Governador de dicha ciudad, tratando del señalamiento de sinodos de los nuevos Curas76 que sostituyeron a los Jesuitas, estos no aplicaban ninguna de las Misas por los difuntos, ni las de los dias de fiesta por el pueblo, ni la que debian cantar los lunes por las almas del purgatorio, ni tampoco llevavan el Santisimo Sacramento a casa de los enfermos; pues a estos, quando se les havia de administrar, los llevavan y ponian en una capilla frente de la misma yglesia, y alli se los administraban, sucediendo algunas veces, el que al llevarlos o bolverlos se morian algunos de frio en el camino. Esta costumbre permaneció algun tiempo despues. Yo alcancé en algunos pueblos de mi cargo77; lo que cesó a una leve insinuacion mia. Lo demas que practicavan era conforme a lo que espresaré adelante, quando trate del culto divino presente. Pues en la mayor parte los Curas actuales han seguido la costumbre que encontraban78, segun lo practicaban los mismos yndios, a excepcion de tal qual cosa de poca   —287→   consideracion que han alterado; y, si tenian alguna otra particularidad, lo ignoro.

175. El lugar que ocupaban los Jesuitas fue sostenido79 por Religiosos de las tres Ordenes, Santo Domingo, San Francisco y La Merced: para cada pueblo fueron nombrados dos Religiosos con titulos de Cura, y Compañero, señalado80 a cada uno distinto sinodo, como ya queda dicho.

176. Para el nombramiento del Religioso que ha de servir el empleo de Cura se guardan las formalidades que previenen las leyes del Real Patronato, haciendo la nominacion el Provincial, la presentacion el Vice-Patrono, y dandole la ynstruccion el Diocesano81; pero a los Compañeros los nombra el Provincial, y con la aprovacion y pase del Vice-Patrono vienen a ocupar su destino, dejando tomada razon en los Tribunales de Real Hacienda para el abono de sus sinodos.

177. Luego que el Cura se presenta al Governador de la provincia o Theniente del departamento en cuyo distrito está el pueblo de su destino, vistos sus titulos despacha orden al Cavildo, y Administrador para que por su parte lo recivan y le acudan con el sustento, segun está mandado en las Ordenanzas. Con esta orden y sus titulos se presenta en el pueblo, y el Cura que cesa le hace entrega formal del curato, libros, yglesia, sacristia, y ornamentos, asistiendo a todo el Cabildo, y Administrador: reconocen si los ornamentos y alajas de la yglesia82 están cabales, segun el primer ymbentario, anotan los que se deven anotar83, y   —288→   dan parte de la execucion al inmediato superior: y los Compañeros84 se presentan con la licencia de su Provincial, y orden del Vice-Patrono, y mediante ella son admitidos sin hacer85 entrega de nada.

(Concluirá en el próximo número.)





 
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