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ArribaAbajoCapítulo cincuenta y dos

Comparaciones entre el chino y el otomí


Uno de los primeros escritores que dio noticia sobre el idioma otomí fue Herrera, en sus Décadas de Indias, valiéndose de estas palabras: «El lenguaje de los otomites es muy duro y corto, porque aunque los religiosos han procurado imprimir la doctrina cristiana en esta lengua no han podido salir con ello, porque una cosa diciéndola apriesa o despacio, alto o bajo, tiene diferente significación».

Hervás, leyendo a Herrera, hizo los siguientes comentarios en su Catálogo de las lenguas conocidas: «La breve noticia que da Herrera de la lengua otomite, basta para conocer que se asemeja mucho al chino, en variar la significación de las palabras, con el acento vario de sus sílabas, por lo que la gramática otomite se debe   —394→   escribir como se escribe la china diferenciando la escritura con diversos acentos unas mismas letras».

Más adelante, Adelung, en el Mithridates, calificó de este modo el idioma otomí: «La lengua de los othomíes se hace notable por el monosilabismo o al menos por la brevedad de la mayor parte de sus palabras, por su dureza y su aspiración».

Du Ponceau, lingüista norteamericano, en algunas obras que escribió sobre los idiomas indígenas de los Estados Unidos, asentó la siguiente proposición: «Las formas complicadas, a que he dado el nombre de polisintéticas, parecen existir en todas las lenguas americanas desde Groenlandia hasta el cabo de hornos». Sin embargo, el mismo Du Ponceau en su Memoria (París, 1838) manifiesta que sus relaciones con el mexicano don Manuel Crisóstomo Nájera le proporcionaron la ocasión de renunciar a la generalidad de su aserto, respecto a las lenguas americanas conociendo, por las explicaciones de Nájera, «que el othomí es monosilábico y de estructura semejante al chino». He aquí como se expresa Du Ponceau respecto al resultado de sus conferencias con el padre Nájera: «J'engageai M. Nájera à mettre par écrit ses idées sur ce sujet et leur donner le développement nécessaire, ce qu'il fit dans un mémoire écrit en langue latine que je présentai en son nom à la société philologique américaine, et qui est imprimé dans le cinquième volume de la nouvelle série de ses Transactions. Des exemplaires de ce mémoire ont été envoyés aux académies et a plusieurs savants distingués dans différentes parties de l'Europe.   —395→   Plusieurs journaux scientifiques en ont fait une mention honorable. Dans cet ouvrage, l'auteur prouve évidemment que la langue des othomís est purement monosyllabique».

Efectivamente, el padre Nájera fue quien desarrolló la teoría de que el otomí es un idioma monosilábico puro, describiéndole directamente y comparándole después con el chino, sacando estas consecuencias que se leen a las páginas 85 y 86 de su Disertación tal como se imprimió en México (1845): «No es posible al conocer y juzgar el othomí no reconocer en él muchos vestigios del chino antiguo y moderno. [...] Existe parentesco entre las gramáticas china y othomí».

Desde que escribió Nájera, su opinión sobre el idioma otomí fue adoptada generalmente, tanto en México como en el extranjero.

En 1863 se publicó en París una obra con el título de Elementos de gramática otomí, la cual es un compendio de la gramática de Neve, seguido de algunos extractos de la Disertación de Nájera; pero con observaciones y adiciones dirigidas a ratificar la idea de que el otomí es monosilábico y semejante al chino. En México don Manuel Orozco y Berra, en su Geografía de las lenguas de México (1864), de tal manera se conformó con el sistema de Nájera que se limitó a trascribir algunas hojas suyas, no sólo respecto al otomí sino también respecto al mazahua, admitiendo a estas dos lenguas como monosilábicas.

Empero, aunque según lo indicado, la generalidad de   —396→   las personas ha creído y cree hoy en el monosilabismo del otomí, así como en su procedencia más o menos remota con el chino, no por eso ha dejado de haber escritores que indiquen algo en contra de esa opinión.

Gallatin, en los Estados Unidos, opinó de la manera que explica Latham en su Filología comparativa con las siguientes palabras: «His own opinion evidently being that the relation to the Chinese was one of analogy rather than affinity».

Latham, por su parte, expresó la opinión particular que había formado respecto al otomí, comparado con el chino, de este modo (loco citato, página 431): «In respect to the Chinese the real question is not whether it has more affinities with the othomí but whether it has more affinities with the Othomí than with the Maya or any other American language; a matter which we must most investigate without remembering that some difference in favour of the othomí is to be expected in as much, as two languages with short or monosyllabic words will, from the very fact of the shortness and simplicity of their constituent elements, have more words alike than two polysyllabic forms of speech. The fact, however, which most affects the place of the othomí language is the quasi-monosyllabic character of other American languages».

El historiador César Cantú, hablando de las lenguas mexicanas, ha dicho: «En Nueva España la lengua othomí, que es la más divulgada por ella después de la azteca, por su composición monosilábica y por las radicales   —397→   se asemeja mucho al chino; pero ¿quién se atrevería a suponerla derivada de ésta cuando se encuentra aislada en el corazón de aquel continente?».

Monsieur Aubertin en sus Instrucciones etnológicas sobre México (París, 1862), se expresa de este modo: «Según algunos autores, el othomí es monosilábico como el chino; otros reconociendo en él un lenguaje muy primitivo y de una pronunciación nasal muy extraña, en armonía con la infancia de la civilización, no le admiten entre las lenguas monosilábicas. Estudios locales más profundos podrán acaso ministrarnos nuevos datos que serían interesantes a la ciencia antropológica».

Por último, M. Charencey en su opúsculo Noticia sobre algunas familias de lenguas de México, emite la siguiente opinión:

La structure presqu'entierment monosylabique de l'othomí, avait engagé quelques savants à lui atribuer une origine Asiatique. Nájera lui-même à donné une liste de mots othomis rapprochés des mots chinois correspondants. Tout cela prouve fort peu de chose. Des langues monosylabiques, même appartenant à des souches radicalement distintes, offrent toujours entre elles, du moin sous le rapport lexicographique un certain degré d'affinité que l'on ne peut raisonnablement attribuier qu'au seul hasard.

D'ailleurs, l'othomí se rattache d'une part au Mazahua dejá beaucoup moins monosylabique que lui, et de l'autre au Matlatzinca ou Pirinda idiome à structure ainsi incorparante que n'importe quel autre dialecte de Nouveau monde. Nous pouvons donc, jusqu'a nouvel   —398→   ordre, regarder comme chimérique le lien de parenté que l'on à voulu établir entre l'othomí et les langues de l'extrême Orient.



La opinión de Charencey, tomada sin reserva alguna, admitiendo la analogía del pirinda y el otomí, conduciría a una reacción completa, volveríamos a creer, como llegó a creer Du Ponceau, que todas las lenguas americanas son polisintéticas.

Empero, la analogía entre el otomí y el pirinda es tan infundada como la de aquel idioma y el chino. Consúltese la presente obra en todos los lugares donde hablo del pirinda y del otomí; especialmente las comparaciones del capítulo 54, y el lector quedará fácilmente convencido de que no hay parentesco entre esas lenguas.

Por lo demás, cuál ha sido mi parecer respecto a la cuestión que ventilamos, en el presente capítulo, consta en la primera edición de esta obra, donde se ve que, en parte, admití las opiniones de Nájera, y en parte las rechacé.

Efectivamente, alucinado por la habilidad con que mi compatriota expuso su sistema sobre el otomí, y alucinado también por el consentimiento de Du Ponceau, admití el monosilabismo de aquel idioma; pero le negué resueltamente (tomo 288, páginas 194, 203) respecto al mazahua, reservándome hacer comparaciones en la parte segunda de la obra. Llegado este caso, me he convencido, una vez más, de las razones con que algunos lingüistas sostienen que sólo comparando unos idiomas con otros pueden conocerse bien; la comparación entablada por mí entre el otomí   —399→   y el mazahua, y luego con otras lenguas, me ha hecho palpable que el otomí no es un idioma exactamente como el chino, debiéndose adoptar un medio entre la aserción de que todas las lenguas americanas, sean polisintéticas y la suposición de que el otomí sea monosilábico puro; la verdad es, por una parte, que el otomí solamente aparece cuasi monosilábico, como otros idiomas que ya se conocen en América, y, por otro lado, que respecto al chino solo tiene una analogía limitadamente morfológica y, en manera alguna, genealógica, digo limitadamente en cuanto a la diferencia que supone una lengua que se acerca más al tipo monosilábico y otra que se acerca menos.

Ahora bien, para comprobar mi dictamen, creo que el medio más a propósito es comparar el otomí y el chino, usando especialmente de la misma gramática de Rémusat que usó Nájera, a fin de que no se crea que mis consecuencias resultan de consultar autores de distinto sistema. Por esa comparación se verá claramente que el otomí y el chino sólo tienen, como lo he dicho, alguna analogía morfológica; pero que tocante al sistema gramatical difieren en lo esencial, y sólo se parecen en algunos procedimientos secundarios, que son comunes a lenguas de clases y grupos diversos.


1. Categorías gramaticales

La primera circunstancia de que se ha hecho mérito para igualar el chino con el otomí es la falta de categorías gramaticales. Vamos a ver que se ha exagerado mucho esa falta, y que en lenguas de distintos sistemas se encuentra algo, más o menos,   —400→   de lo que realmente pasa en los dos idiomas que aquí comparo.

En las aclaraciones de Rémusat a la Carta de G. Humboldt sobre el chino (París, 1827, nota 21), dice aquel sinólogo: «Les chinois n'ont pas une idée bien précise et bien complète de ce que nous nommons parties de l'oraison, catégories grammaticales; toutefois on ne doit pas porter trop loin l'idée qu'on se forme de leur ignorance ou de leur indifférence dans cette matière. Il est imposible, ainsi que l'a très bien remarqué M. G. Humboldt de parler ou d'écrire sans être dirigé par un sentiment vague des formes grammaticales des mots, mais il est tout aussi difficile d'écrire sur un sujet quelconque sans arrêter sa pensée sur la valeur grammaticale des mots qu'on emploie. Il est surtout impossible de traiter certains sujets de philosophie, de discourir sur la morale, la métaphysique, l'ontologie, sans avoir des notions assez bien définies des termes abstraits, des qualificatifs, des noms d'agent, d'action, etc. Bienplus: nous nous croyons quelque fois libres d'analiser de deux ou trois manières différentes une même phrase, de déplacer l'idée verbale, de supposer telle on telle ellipse, d'imaginer tel on tel raport: or, je suis persuadé que, dans tous ces cas, la liberté que nous prenons tient à notre ignorance, et que le plus souvent un Chinois instruit ne verrait qu'une seule bonne manière d'analiser ces phrases qui nous paraissent si indéterminées. Ils poussent la précision tout loin que nous, quoique ils aient moins d'ocasions de s'expliquer à se sujet. Ils ont cultivé la practique et non   —401→   la théorie, l'art et non pas la science. Ils ont une grammaire, mais non pas de grammairiens. Voilà, je crois, toute la différence».

Consecuente Rémusat con esta explicación, aún es más explícito en su Gramática, pues allí dice: «Muchas palabras chinas pueden tomarse separadamente, como sustantivos, como adjetivos, como verbos, y alguna vez, como partículas».

En otomí me parece que las categorías gramaticales se hallan aun mejor determinadas que en chino, pues hay palabras que corresponden independientemente a cada parte de la oración, y además, en los casos de homonismo y homofonismo no sólo se puede aclarar el sentido por los antecedentes y consecuentes, si no que existen partículas las cuales distinguen el sustantivo, el adjetivo, el pronombre, el verbo, el verbal y el adverbio. Véase el capítulo anterior.

Respecto a lo que pasa en nuestros idiomas, relativamente al punto que examinamos, podríamos comenzar por una manifestación de lo que hay de arbitrario en las clasificaciones gramaticales, teniendo en cuenta lo discordes que andan los filósofos y gramáticos desde Platón y Aristóteles; pero esto nos llevaría más bien al terreno de la especulación y no al práctico en que preferimos colocarnos. Nos reduciremos, pues, a presentar varios ejemplos del mismo idioma en que escribimos, y a recordar algunos hechos relativos a lenguas indígenas, las cuales no tienen analogía ni con el chino ni con el otomí.

En las siguientes oraciones se notará que la palabra   —402→   doble es sustantivo, adjetivo, verbo o adverbio. «El doble de las campanas entristece» (sustantivo). «El hombre doble desagrada» (adjetivo). «Cuando el campanero doble iré al templo» (verbo). «Al doble» (modo adverbial).

En las oraciones que siguen, la palabra nada es sustantivo, verbo o adverbio. «Dios hizo al hombre de la nada» (sustantivo). «La ballena nada en el azar» (verbo). «El flojo nada aprende» (adverbio).

La voz haber es verbo o nombre. «He aumentado mi haber» (nombre). «Después de haber hablado» (verbo).

Si en español, lengua de inflexión, lengua que pertenece al grupo europeo, encontramos casos de lo que pasa en chino y en otomí, nada tendrá de extraño hallar eso mismo en idiomas menos perfectos, de yuxtaposición, como el mixteco y el totonaco; en ellos, según vimos al describirlos, hay muchos homónimos de cuyo uso resulta que una misma voz represente varias partes del discurso. También observamos cierta indeterminación gramatical en las lenguas del grupo mexicano-ópata (capítulo 29), muy marcada en tarahumar (capítulo 9).




2. Sistema silábico

Du Ponceau, en su Memoria (página 69, nota), dice: «Je n'entends pas par langue monosyllabique celle dont tous les mots seraient des monosyllabes, je ne crois pas qu'il en existe de semblable, même le chinois. J'appelle de ce nom une langue dont toutes les syllabes sont des mots». El padre Nájera, y otros muchos, entienden por lengua monosilábica lo mismo que Du Ponceau; pero la verdad es que no hay idioma alguno donde todos los monosílabos sean significativos. Rémusat, Jullien y los   —403→   mejores sinólogos convienen en que el chino tiene partículas que nada significan, a las cuales dan el nombre de vacías (vides). Por otra parte, hay voces disílabas en chino que no pueden descomponerse en monosílabos significativos; por lo menos, creo que a esta clase pertenecen ciertas interjecciones y algunas voces imitativas, dependiendo el significado de éstas precisamente de la repetición de una misma sílaba, la cual aislada no tiene valor alguno. Ejemplos: Uha expresando dolor; shini, ¡ah!, ¡en verdad! Kan-kan, el ruido del tambor; kiao-kiao, el canto del gallo. En el mismo idioma chino se encuentran voces compuestas de sílabas, cuyas partes conservan hasta cierto punto su significado; verbi gratia, de çiang, conducir y Kiun, ejército, se forman çiang-kiun, el general, esto es, «el conductor del ejército». Sin embargo, esa analogía de las partes con el todo no se halla, no se comprende fácilmente en otros compuestos, pues expresiones concretas de valor contrario pueden formar unidades abstractas.

Ese mismo Rémusat de que Nájera se valió para comparar el chino con el otomí niega en su Disertación latina que aquel idioma sea rigorosamente monosilábico, y en su nota 13 a G. Humboldt hace la siguiente aclaración: «Je faisais voir que la prétendue nature monosyllabique, comunément atribué à la langue chinoise tenait à l'usage d'affecter un caractère particulier à chaque syllabe, usage qui n'avait pas permis de ramener à l'unité les parties d'un même mot qui concouraient à l'expression d'un sens unique; de sorte qu'on l'écrivait et   —404→   on prononçait en chinois jin-kiaï-tchi, et en latin hominum, quoique ce fût essentiellement et radicalement la même chose, et qu'il eût été possible d'écrire d'un côté jinkiaïtchi, et de l'antre hom-in-um sans rien changer à la nature des idées».

De lo dicho resulta, que el nombre monosilábico que se da al chino es puramente relativo, esto es, no significa el monosilabismo puro que en ningún idioma existe, si no únicamente la circunstancia de que en chino hay más monosílabos significativos que en otros idiomas.

Así, pues, si en otomí todos los monosílabos fuesen significativos resultaría que este idioma es, respecto al chino, pluscuanmonosilábico, archimonosilábico, consecuencia que parece ridícula. La verdad es que sólo el espíritu de sistema puede comunicar al otomí semejante carácter como paso a explicarlo.

El padre Nájera acertó en manifestar que el agregado puesto a algunos verbos en los diccionarios otomíes es una palabra significativa para fijar el sentido, así como que, en ocasiones, la aglomeración de letras con que se ha querido explicar la pronunciación ha desfigurado ciertas palabras.

Empero, el mismo Nájera confiesa en la página 34 de su Disertación que las partículas, los monosílabos de la conjugación, carecen de significado; lo mismo confiesa en la página 33 sobre la partícula xa o ksa propia de los adjetivos. Respecto de otras partículas, no significativas, evita Nájera la dificultad dejando de entrar en explicación,   —405→   como, por ejemplo, la sílaba nu que acompaña los pronombres.

Otras ocasiones tiene que apelar Nájera a etimologías forzadas, de que él mismo no se fiaba, como sucede con las partículas de plural é, , significando la lluvia; lluvia en otomí no es é ni sino , así es que Nájera acaba por decir: «Si la partícula no conserva su significado, tenemos una que carece de sentido». Neve, a quien Nájera consideraba como el gran maestro del idioma otomí, y que escribió imparcialmente sin forzar el idioma a ningún sistema, dice lo siguiente en la página 101 de su Gramática: «Se hallan unas partículas de las cuales unas son significativas, y otras que de por sí nada significan».

Pasando ahora de las partículas otomíes a las palabras propiamente dichas, veremos que las hay aún más largas que en chino. Nájera conviene (página 33) en que se hallan voces hasta de tres sílabas; pero en realidad se encuentran hasta de cuatro en lo común del diccionario como nugāgāhe, nosotros, cuando no se abrevia; ximanehe, también; ztzā-man-thû-hû, hambriento; tzoh-kân-thâh-ti, adulterar. En los adjetivos numerales hay palabras hasta de siete sílabas: goo-ho-rāh-te-mo-rē-ta, noventa; esto en cuanto a la forma material de las palabras. En cuanto a su valor, es más frecuente en otomí que en chino encontrar polisílabos que no pueden descomponerse en partes significativas. ¿Cómo se interpretará, fundada y racionalmente, cada sílaba de los pronombres? ¿Qué quiera decir te y qué ma en la interjección   —406→   tema? Sería preciso ocurrir a verdaderos despropósitos, a interpretaciones risibles para dar significado a todas las sílabas otomíes. No contento yo con pedir explicación a los libros, he ocurrido directamente a los indígenas, algunos de ellos personas ilustradas, les he señalado con el dedo las palabras polisílabas de su idioma, y nada me han explicado, o después de vacilaciones no han dado explicación satisfactoria. Presumir, como presumen algunos, que en otro tiempo todas las sílabas otomíes, como todas las sílabas chinas, tuvieron significado, aunque hoy no se encuentra, es una mera suposición, y las ciencias no pueden fundarse en suposiciones sino en hechos.




3. Sistema de derivación

En el idioma chino para expresar las diversas relaciones y modificaciones de las ideas se usan estos procedimientos: 1.º La posición de la palabra en el discurso. 2.º La composición. 3.º Partículas separadas que no se unen con la radical. 4.º Cambio de acento. De todo esto nos dan idea nuestros idiomas, como consta de los siguientes ejemplos, sin salir del castellano.

En la oración «Las embarcaciones agitan las olas del mar», el nominativo y el acusativo se conocen únicamente por la posición; con sólo invertir cambia el agente y el paciente, esto es: «Las olas del mar agitan las embarcaciones».

Cuando decimos manirroto, barbicano, la composición expresa una relación de ablativo «roto de la mano», «cano de la barba».

  —407→  

En cuanto al uso de partículas bastaría recordar las preposiciones; y además nótese que en castellano el optativo se suple con el imperativo y la partícula ojalá; verbi gratia, ¡ojalá viniera mi amigo! De los idiomas modernos el inglés usa más de partículas que otro alguno.

En las oraciones siguientes el cambio de acento supone diferente modo, y aun tiempo, en el verbo. Yo amaré (futuro de indicativo); yo amare (futuro de subjuntivo). Yo amé (pretérito de indicativo); yo ame (presente de subjuntivo).

La diferencia que hay entre el chino y otros idiomas respecto a los usos indicados consiste en que el chino tiene que valerse de ellos con más frecuencia, para suplir la falta de verdadera derivación, desconocida en ese idioma, y cuya circunstancia es la que esencialmente le distingue de las lenguas de inflexión como la nuestra, y de yuxtaposición como el mexicano.

Efectivamente, por derivación propia se entiende «la descendencia, la deducción de una palabra respecto de otra por medio de un cambio o un agregado». En las lenguas de inflexión domina el sistema de cambios, aunque no faltan casos de simples agregados; en las lenguas de yuxtaposición o aglutinación domina el sistema de agregación, aunque no faltan casos de inflexión. Respecto al mexicano y demás lenguas indígenas hablo largamente en el capítulo 57, consideradas como lenguas de yuxtaposición, y aquí me bastará aclarar lo dicho con los siguientes ejemplos-

De buen-o se deriva buen-a: cambiando la o en a se   —408→   marca el género. De hombre sale hombre-s: el agregado de una s expresa el número plural. De am-ar se forma am-o: el cambio de final indica otro modo y tiempo. De correr viene re-correr: una sílaba prefija yuxtapuesta basta para formar un verbo reiterativo.

Pues bien, el chino no conoce ni el sistema de inflexión o cambio, ni el de yuxtaposición o agregado. Veamos ahora que es lo que pasa con el otomí.

El otomí, como el chino, hace mucho uso de los procedimientos explicados anteriormente, es decir, los emplea más frecuentemente que las lenguas de aglutinación y de inflexión. Empero, no desconoce enteramente, de una manera absoluta, los sistemas de cambios y agregados, los usa poco, apenas los indica en ocasiones; pero no le son completamente ignorados. Voy a comprobarlo, y con esta comprobación resultará especialmente determinada la diferencia de grado que hay entre el chino y el otomí, entre un idioma que se ha convenido en llamar monosilábico y otro que, relativamente, sólo puede calificarse de cuasi monosilábico. En lógica rigorosa esos nombres deberían desterrarse, y sustituirlos con otros que indicasen los diferentes sistemas de derivación, en sus diversos grados, que es lo que realmente distingue a unos idiomas de otros.

En otomí los nombres verbales, esto es, los derivados de verbo no se forman, como en chino, por una simple modificación del acento, sino agregando o cambiando letras iniciales, lo cual explica minuciosamente Neve en el capítulo 4 de su gramática, y yo lo he indicado en el capítulo   —409→   anterior, § 24, donde constan algunos ejemplos a que me remito.

Esta circunstancia no pudo menos de embarazar al padre Nájera en su sistema, y tuvo que confesar por lo menos (página 74) «que eso era una ligerísima diferencia entre othomí y chinos». Bastan diferencias de esta clase para que en las ciencias naturales, como la lingüista, se establezcan clases, órdenes, etc.; además esa diferencia no es la única como vamos a verlo.

Algunos verbos otomíes en las terceras personas de los pretéritos sufren una mutación, como las siguientes:

ādi, pedir; yādi, pidió.

Cotti, serrar; gotti, cerró.

Tzati, quemar; zâti, quemó.

Es decir, que se añade, quita o cambia alguna letra al verbo. Nájera se descartó de esta dificultad diciendo que, según Neve, ese uso del pretérito «no pertenecía a lo material del idioma ni al general uso de los nacidos, sino a la mayor energía con que le hablan los más cultos». Según Nájera los más cultos eran los indios imitadores del lenguaje y costumbres españolas. Esto no pasa de una suposición, mientras que la alteración de los pretéritos es un hecho, y no único, pues ya hemos visto lo mismo respecto a los verbales, y vamos a señalar otros casos.

Además, la alteración fonética de los verbos, no sólo se observa en otomí sino en otro idioma afín suyo, el pame, según puede verse en el capítulo 55, así es que aquella forma se presenta como propia de la familia, y no como   —410→   peculiar de un idioma aislado, circunstancia que hace más improbable la supuesta influencia de los indios llamados ladinos.

El citado Neve, ocupa el capítulo 14 de su Gramática en tratar de lo que él llama síncopa. Nájera, como ya lo dije antes, tuvo mucha razón en observar que los verbos otomíes no se abrevian del imperativo a los otros modos, sino que en todos se conserva el verbo tal cual es, y en el imperativo hay un agregado, según consta en el capítulo anterior, § 22.

Esto es muy cierto, pero no lo es menos que en varios de los casos que Neve llama síncopa hay un cambio de letras, una verdadera alteración eufónica. Para no confundir al lector me limitaré a cuatro ejemplos: de nombre, adverbio, verbo y pronombre.

De , vender, y thêhñâ, carbón, resulta el nombre na thêhñâ, el carbonero. Aquí se ve claramente que no hay una simple abreviación.

Nuguá, aquí; phāxkua, ayuda aquí; no sólo falta la sílaba nu, sino que la g cambia en k.

De phatzi, ayudar viene phax, como en la siguiente oración da phax okhâ, Dios te ayude; en phatzi, respecto de phax, hay una conmutación de tz en x, y éste no es un cambio aislado sino regla general de la gramática otomí. Lo mismo sucede respecto del pronombre, cambiando ga en ka, en las oraciones que enseña el arte del idioma que nos ocupa, así es que nūga, yo, queda en ka, donde no sólo se omite la partícula nu, sino que hay un cambio en lo sustancial de la palabra. Esto es tratándose   —411→   del pronombre en caso recto; pero además hay la circunstancia, muy notable, de que en caso oblicuo cambia de forma, como lo observo más adelante § 6.




4. Género

Ni en chino ni en otomí hay signos para marcar el género, sino las palabras macho o hembra. Esta circunstancia es común a lenguas diversas, como sucede con todas las americanas de que tengo yo noticia.




5. Número

El chino moderno, según el autor que especialmente sigo (Rémusat), distingue el plural del singular con las partículas tchoung, tchou, antepuestas, o tu, hiaï, pospuestas. Los otomites forman el plural usando las partículas ya, e que no tienen semejanza fonética con las partículas chinas, como luego se echa de ver; es sabido que para conceder analogía a dos lenguas no basta que usen una misma clase de signos, sino que es necesario haya semejanza entre ellos. El mexicano, por ejemplo, tiene la final tin para formar plural, y el español la final s, lo cual prueba un mismo procedimiento; pero no habiendo analogía entre tin y s, no se puede inferir la analogía de esos dos idiomas.




6. Caso

El idioma chino no tiene declinación para expresar el caso ni con el nombre ni con el pronombre. En otomí el pronombre cambia de forma del caso recto al oblicuo; nugā, nugui, yo; gui, ki, me; nugué, nûy, tú; y, hi, te; nunū, aquél; bi, ba, ki, le.




7. Pronombre personal

Acabamos de señalar una diferencia entre en el pronombre chino y el otomí; pero además hay otra, y es que en otomí va acompañado generalmente   —412→   de la partícula nu, yuxtapuesta, signo de pronombre. En otomí, se usa el pronombre como afijo del verbo; verbi gratia, di xādigā, yo rezo: ga es el pronombre nugā. Di ztzihka, yo enciendo: ka es el pronombre nugā con el cambio explicado anteriormente. Gui hongué, tú buscas; gué es el afijo. Y mâhnū: , afijo, abreviación de nunū. Del mismo modo se usa el pronombre en caso oblicuo.

En la forma de los pronombres chinos y otomíes sólo se encuentra analogía en la primera persona como consta de la siguiente comparación:

YO

Chino. Ngó, ngu, .

Otomí. Nugāgā, nugui, nugā.

Chino. Eûl, , jo, treú, y en la lengua moderna ni.

Otomí. Nugue, nûy.

ÉL, AQUÉL

Chino. Khi, i, kiuei, tchi, y en el moderno, tha.

Otomí. Nunū.




8. Posesivos

Los chinos carecen de pronombre posesivo; no así los otomíes, según consta del capítulo anterior. Esta diferencia es digna de llamar la atención.




9. Verbo

Ya dimos a conocer anteriormente ciertas diferencias esenciales entre otomí y chino las cuales se   —413→   refieren en parte al verbo, es decir, respecto a la formación de pretéritos y verbales. Ahora marcaremos otras dos diferencias notables confesadas por el padre Nájera, y son las siguientes: el verbo otomí tiene partículas para designar las personas y tiempos, mientras que el chino carece de las primeras. El verbo chino posee una partícula para expresar la voz pasiva, y el otomí no tiene verbos pasivos.

No siendo posible que el padre Nájera dejara de conocer la variedad que presenta el verbo chino, comparado con el otomí, se vio en el caso de explicarse por medio de dos suposiciones igualmente infundadas, en lo sustancial del asunto, 1.ª que en el verbo otomí debe haber influido el latín, el español, el mexicano y el huaxteco; 2.ª que el verbo otomí en lo antiguo, tenía una forma más sencilla.

Respecto de la influencia latina y española parece que se verificó respecto al verbo otomí en un punto, como cree Nájera, y fue en la formación del pretérito pluscuamperfecto y el futuro perfecto; estos tiempos parecen artificiales, formados por la combinación de los otros, y como debida esa combinación a la mano de los gramáticos. Por lo demás, el mecanismo de la conjugación otomí se presenta castiza, muy distinta a la española y latina, así como a la mexicana y huaxteca, según paso a comprobarlo valiéndome de la misma comparación de que se vale Nájera. Desde luego convengo en hacer a un lado el pluscuamperfecto y el futuro perfecto; pero también omito las personas de plural y el imperativo en   —414→   virtud de la siguiente manifestación de Nájera: «El artificio de los plurales es semejante en los verbos mexicanos y huaxtecos, y nada de común tiene con ellos, el de los othomíes. En la formación del imperativo, es tan diverso el estilo conque proceden las tres lenguas que más no puede ser».

En lo que queda por comparar veamos lo que resulta:

Mexicano. Nichihua Yo hago
Huaxteco. Utahjal
Otomí. Di te

«En las tres lenguas -dice Nájera- el pretérito se forma con sólo los pronombres». Esto no es exacto. En mexicano el presente se forma con el pronombre personal prefijo, en huaxteco con el posesivo prefijo, y en otomí con partículas separadas que marcan las personas, partículas que no conoce el mexicano, ni el huaxteco ni el chino, según antes lo dijimos respecto a éste; así, pues, dichas partículas aparecen como forma peculiar del otomí.

Mexicano. Nichihuaya Yo hacía
Huaxteco. Utahjalitz
Otomí. Di te hmā

Según Nájera el imperfecto se forma en mexicano, huaxteco y otomí «con los pronombres y partículas pospuestas». Tampoco esta explicación es buena. El mexicano y el huaxteco usan finales yuxtapuestas; el otomí una partícula separada que implica sistema distinto.

  —415→  

Mexicano. Onichiuh Yo hice
Huaxteco. Utahjamal
Otomí. Da te

«El perfecto -según Nájera- se forma con sólo los pronombres en mexicano y othomí, si bien el primero varía las sílabas de su raíz». Aquí vuelve a confundir Nájera los pronombres prefijos mexicanos con las partículas separadas del otomí. Debe también explicarse la diferencia que presenta el huaxteco, y es el uso de una terminación yuxtapuesta.

Mexicano. Nichihuaz Yo haré
Huaxteco. Kiatahja
Otomí. Ga te

«En el futuro -dice Nájera- no hay semejanza entre estas lenguas, si no es en cuanto a que las tres con sólo pronombres componen un tiempo sin agregar partícula alguna». Explicación inexacta como las anteriores, pues se vuelven a confundir los prefijos del mexicano y huaxteco con las partículas separadas del otomí, y se omite explicar que el futuro mexicano se marca con una terminación z, y el huaxteco suprimiendo la final del imperativo.

Lo dicho es en cuanto a la voz activa; pero además debe hacerse mérito de que en otomí no hay pasiva, mientras que la usan tanto el mexicano como el huaxteco. Esto es sin entrar en pormenores secundarios que aumentarían la serie de diferencias entre los idiomas que   —416→   Nájera no acertó a comparar bien, desconociendo lo que realmente hace diferencia de sistema.

Tocante a la otra suposición de Nájera respecto a que el verbo otomí, en lo antiguo, se presentaba con forma más sencilla observaré lo siguiente.

La historia de las lenguas nos demuestra que éstas han ido siempre de lo compuesto a lo simple, de la síntesis a la análisis como el español respecto al latín. ¿Por qué hemos de hacer una excepción con el otomí? El fundamento racional de Nájera, sobre el punto de que tratamos, lo único que presenta con apariencia de hecho es la circunstancia de que los otomíes tienen hoy tres partículas para designar tiempo ma, ni, na, pasado, futuro y presente. Empero, de esto no se puede inferir que en el uso de las partículas únicamente consistiera antes la conjugación. Por una parte se observa que no hay sustitución de sistema, pues los otomíes usan de su conjugación y al mismo tiempo de las partículas dichas; no es una forma antigua que se ha salvado de los cataclismos lingüísticos como los restos de la época paleozoica en geología. Nada de esto, las partículas referidas tienen hoy un uso particular, y el verbo su sistema de conjugación; cuál es el uso de las partículas en cuestión, nos lo explica Neve, con toda claridad por medio de las siguientes palabras: «Ma, ni, na, son partículas que denotan lo pasado, lo futuro y presente de los tiempos; y así para decir ayer dicen: ma nde; mangundé, mañana; ni hiatzi, a la tarde; hoy na panaya». Las partículas ma, ni, na son, pues, partículas adverbiales de tiempo   —417→   como las hay de lugar, cantidad, etc. ¿Acaso parque en español se dice escribo ahora; escribí antes; escribiré luego, hemos de inferir que la conjugación antigua fue el infinitivo o cualquiera radical con sólo los adverbios?




10. Sistema léxico

Omitiendo algunas formas secundarias del otomí y del chino, cuya analogía o diferencia nada probaría en pro ni en contra, paso a tratar del sistema léxico haciendo algunas comparaciones, previas dos advertencias. En lenguas de la naturaleza que el chino y el otomí es más fácil la conservación de analogías casuales que en idiomas complicados, según lo han indicado ya Latham y Charencey, citados al comenzar este capítulo. Hay que tener en cuenta también las onomatopeyas propias del monosilabismo, o cuasi monosilabismo.

No obstante esto, los ejemplos que pongo en seguida indican la diferencia de sistema léxico que existe entre chino y otomí.

Chino Otomí
Hombre Shin, jin, po, lung Yehe
Mujer Niu Behia, dansu
Padre Fou, fu, hu, chu, pe Hta, ta
Hijo Tseu, tse Bahtzi, iso
Hija Niu Ttisu
Cabeza Chin, theou, teu, tu Ñasmu, ña
Ojo Yan, yen, mou, mok Daa, da
Nariz Ni, pei, pi, bi Siñu, siyu, siu
Boca Keu, hou Ne
  —418→  
Lengua Sche, che, schit, chi Khane
Oreja Ol, y Gu
Mano Tscho, scheu, schu Ye
Corazón Seng, sin Mūy
Cielo Thiam, dian, tien, li Mahetzi
Tierra Tu, ti Hay
Sol Zhi, ji, yat, jat Hiadi
Luna Youei, yuet, juet, uet Zana
Estrella King-seng, sing-scheng Ztzé, tzœ
Fuego Ke-kua, kho, cho, ho, fo Ztzibi, tzibi
Aire Hong, fung Ndahi
Agua Tscho, chiu, schuy, shoi, De-he (he significa frío)
Río Toung Dathe
Ave Miao, niao Ztzintzū
Pez Yu Hua
Árbol Mu, mok Bay
Piedra Shi, shap Do
Muerte Ku Du
Yo, tú, etc. (se compararon antes)
Bueno Hao Ma-nho, niza, itza
Malo Ngo Na-ntzo
Uno I, yik, git Na-ra, nra
Dos Eul, gui, ny, y Yo-ho
Tres San, zam Hiu
  —419→  
Cuatro Se, si, szu Go-ho
Cinco Ou, on, ong, in, ngu Ku-tto
Seis Lou, lu, lok Rato
Siete Thsi, tsat, tsi Yoto
Ocho Pa, pat Hiato
Nueve Kieou, kou Guto
Diez Chi, shi, chat, shap Rēta
Amar Hao Ma-di
Poder Te Ztza
Ver Kian Nu
Comer Khi Tzi
Dar Pa Da
Atreverse Ka Rsa
Venir Khiu, lai Ehe, yehe
Sobre Ui Ma-setze, ma-ña
El que, quien Cho, ho To
No, ni Po Yo

La variedad de forma que tienen algunas palabras chinas es de ortografía o de dialecto.







  —[420]→     —[421]→  

ArribaAbajo Capítulo cincuenta y tres

El mazahua o mazahui



Noticias preliminares

«Los principales lugares habitados por los mazahuis -dice Clavijero- estaban en las montañas occidentales del valle de México, y componían la provincia de Mazahuacan, perteneciente a la corona de Tacuba».

En el día, según las noticias que he podido adquirir, parece que sólo quedan algunos restos de la nación mazahua en el distrito de Ixtlahuaca perteneciente al departamento de México.

Ha sido tan pobre de escritores el idioma mazahua, que, según creo, no se ha escrito sobre él más que una doctrina, precedida de algunas breves noticias gramaticales, por el licenciado Diego de Nájera Yanguas, de donde he sacado las pocas noticias que pongo a continuación. También he visto un Vocabulario manuscrito, trunco (anónimo), en la biblioteca del señor don Fernando Ramírez.



  —422→  
Descripción


1. Alfabeto

El alfabeto mazahua consta de las siguientes letras:

a, b, ch, c,h, d, e, g, h, i, k, m, n, ñ, o, p, r, t, u, v, x, y, z, tz89.




2. Pronunciación

La pronunciación de la ch y de la c,h es diferente; pero el autor que me sirve de guía no explica en qué consiste la diferencia.

Según creo, la z suena como s, y la h como j, siendo una aspiración.




3. Combinación de letras

Generalmente es proporcionada la reunión de vocales y consonantes. Abunda la h, es decir, la aspiración, y es frecuente la reunión de dos tt. En algunas palabras se suele ver repetida una misma vocal; verbi gratia, amboo, dentro.




4. Sílabas

El idioma mazahua es cuasi monosilábico90, según explico en el capítulo anterior respecto al otomí. Véase también el capítulo que sigue al presente.




5. Género, número y caso

No encuentro signos peculiares para marcar el género ni el caso. Con la partícula hi, separada, y no como terminación91, se marca el número plural; verbi gratia, nezok, pecado; nezok hi, pecados.

El mazahua tiene el número dual; pero sólo en el verbo, y no en el nombre, siendo su signo la partícula hui, verbi gratia, me hui, idos vosotros dos.



  —423→  
6. Pronombre personal

Según los ejemplos que he podido ver en la Doctrina del licenciado Yanguas, el pronombre mazahua es el siguiente:

Yo, ñuze.

Tú, ñutzkhe, anguezkhe.

Él, aquél, hanguekhe.

Nosotros, anguezguetohi (hi partícula de plural).

Vosotros, anguetzkhehi, matzke.




7. Posesivo

Mi significa mío o de mí; verbi gratia, mi nehpueze, mi capote. Ni significa tuyo o suyo; verbi gratia, ni nehpueze, tu capote; ni nehpueze Pedro, capote de Pedro. El posesivo de la primera persona de plural se marca, según parece, con la partícula me, pospuesta; verbi gratia, mi mutze, señor mío; mi mutze me, señor nuestro, así como con el signo de plural hi; ni muin hi, vuestras almas.




8. Relativo y demostrativo

Macho, makhe significa el relativo que, y kocho significa quién.

Mahna, mayna son el demostrativo éste, ésta, éstos, éstas.




9. Verbo

Las personas y tiempos se marcan por medio de partículas separadas, las cuales, en presente de indicativo, son ti, ki, i; verbi gratia:

Ti nuu, yo veo.

Ki nuu, tú ves.

I nuu, aquél ve.

  —424→  

Para el plural se agrega la partícula hi, que hemos visto sirve también para los nombres; verbi gratia, ti nuu hi, nosotros vemos.

Las partículas de pretérito son to, gui, po o pi.

To nuu, yo vi.

Gui nuu, tú viste.

Po nuu, aquel vio.

Las partículas de futuro son ta, te, ta, y para distinguir la tercera de la primera se agrega la partícula pospuesta go.

Ta nuu, yo veré.

Te nuu, tú verás.

Ta nuu go, aquél verá.

La partícula me, que hemos visto al hablar del posesivo, también se usa con los verbos designando la primera persona de plural; toma me, nosotros dijimos.

Las partículas po o pi del pretérito se mudan en mo, mi, si concurre en la oración el adverbio cuando.

Hay algunos verbos que varían cuando se habla de primera o segunda persona, o de segunda o primera; verbi gratia, ti une, yo doy; ti dakke, yo te doy.

Hay ciertas partículas con las cuales se expresa un tiempo semejante al futuro latino terminado en rus, y cuyas partículas son go go, antepuestas, y maha, pospuesta; verbi gratia, to ehe, yo vine; ti go go e maha, aquél había de venir, perdiendo el verbo la sílaba he.

  —425→  

La partícula hi, antes del verbo o nombre, significa no.

La partícula ke, antes del verbo, es interrogativa.




10. Adverbio, preposición y conjunción

Daré ejemplos de algunos adverbios, conjunciones y preposiciones.

Ximueñehe, ximueñetze, y.

Hira, hire, hi, no.

To, ti, dari, sí.

Mamue, cuando después.

Makhuaya, ahora.

Nangueze, por qué, para qué, por.

Nihmi, ante, delante.

Amboo, dentro.

Zomue, aunque.

Anguemue, entonces.

Makhe, para qué, para, de, en.

Xin, también.

Mahkhua, acá, aquí.

Hakhua, adonde.

Niñene, junto, con.

Nanii, abajo.

Daichogue, siempre.

Chinihere, mucho.

Andee, ayer.

Zomue, pero.



  —426→  
11. Ejemplo del Padre nuestro

Mi yho me ki obuihui ahezi tanereho ni chuu,
Padre Nuestro (que) estás (en el) cielo santificado (sea) tu nombre,
ta ehe ni nahmuu ta cha axoñihomue
venga (a nos) tu reino hágase (en la) tierra
cho ni nane makhe anzi ocha
? tu voluntad así como se hace
ahezi. Ti yak me mi bech me choyazmue, ti chotkhe
(en el) cielo. Da nos nuestro pan cuotidiano perdona
me mo huezok me makhe anzi ti gattotpue me macho
nos nuestras culpas así como perdonamos (a) los que
i zokhegue me pêkhecho guegûetme tezoxkheme
ofenden nos no nos dejes caer
yo huezok hi tipe yeziz me macho yoñene
en pecados libra nos de
macho tenxi kigaho.
todo mal.



12. Análisis

Mi yho me: las partículas mi, me significan nuestro, según vimos al tratar del posesivo; yho es padre. Los nombres de parentesco se usan siempre con el posesivo.

  —427→  

Ki obuihui: la partícula ki es propia de la segunda persona de singular de indicativo.

Ahezi: sustantivo sin ningún signo que supla la preposición en, lo cual se nota frecuentemente porque el mazahua es pobre de preposiciones y conjunciones.

Tanereho: parece un adjetivo.

Ni chuu: ni, posesivo.

Ta ehe: ta es signo de futuro, y seguramente con este tiempo se suple el subjuntivo.

Ta cha: la misma observación que en el verbo anterior.

Axoñihomue: sustantivo sin ningún signo ni preposición que marque el caso.

Cho: sospecho que es una partícula reverencial.

Ti yak me: ti es signo de primera persona en el indicativo; pero como no hemos encontrado en las noticias de Yanguas razón ninguna sobre el imperativo, no podemos explicar aquí la existencia de ti: me, hemos visto que equivale al pronombre de segunda persona de plural. (Véase el capítulo siguiente mi aclaración sobre el imperativo mazahua).

Mi bech me: bech es el sustantivo, mi me el posesivo (§ 7 y 9).

Ti chotkhe me: la misma observación que sobre el imperativo da.

Mo, en lugar de mi, tal vez sea una forma para el posesivo de plural.

I zokhegue: i, signo de tercera persona de indicativo.

Pêkhecho guegûetme tezoxkheme: hemos escrito y traducido,   —428→   según Yanguas; pero no podemos analizar esas palabras pues son un circunloquio para suplir nuestro infinitivo, y no hemos encontrado explicaciones sobre esta forma del mazahua.

Huezok hi: aquí se ve la partícula hi que marca el plural.

Tipe yeziz me: ya hemos hablado sobre el imperativo.

Macho yoñene: Yanguas traduce estas palabras por de; pero parece haber un circunloquio, lo mismo que en las dos palabras siguientes.

Higaho: esta palabra se encuentra varias veces traducida en la doctrina por mal; pero creo que literalmente significa no bueno de hi, no, y naho, bueno, con una variación eufónica.







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