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Juan Pérez de Montalbán

Sinopsis de las comedias del primer volumen de Montalbán

Sinopsis de El mariscal de Virón (edición de María Moya García)

Jornada primera

La acción se inicia en la Corte de Enrique IV, Rey de Francia, durante el recibimiento ofrecido por los monarcas al Duque de Saboya, quien llega acompañado por un grupo de soldados y nobles con la intención de firmar la paz con los franceses. El Mariscal, que desde el comienzo manifiesta su soberbia y altivez, en lugar de acompañar a su Monarca con las galas requeridas por el protocolo prefiere quedarse en un segundo plano conversando con su criado Jaques, lo que disgusta a Enrique, que no puede evitar reparar en el desinterés que muestra el Mariscal. El Rey, la Reina y el Duque tratan sobre la paz entre los dos países, que se da por hecha. Mientras tanto, tiene lugar el primer encuentro entre el Mariscal de Virón y el Conde de Fuentes, un soldado español que acompaña al Duque de Saboya, el cual, sin saber que habla con él, le comenta al Mariscal su afán por conocerle, ya que son muchas las alabanzas que sobre él ha escuchado. Tras un breve diálogo en el que tratan de exhibir su superioridad, los dos son requeridos y presentados en la Corte por el Rey y por el Duque de Saboya respectivamente. Acabado el recibimiento, asistimos a una conversación en la que Blanca le confiesa a Belerma (su criada) que ha tenido que abandonar la Corte ante los continuos galanteos del Rey por no enojar al Mariscal y le narra un extraño sueño en el que ha presenciado cómo el de Virón muere a manos de su monarca. En ese momento aparece el Rey e intenta agasajarla mientras ella trata inútilmente de rehusarle. Irrumpe el Mariscal en la sala y confiesa su amor por Blanca. En un gesto de generosidad, Enrique IV no solo desestima su derecho sobre Blanca y da consentimiento a sus amores, sino que además le otorga el título de Duque y Par de Francia. En lugar de mostrarse agradecido, el de Virón vuelve a mostrarse altivo y arrogante, manifestando que su persona se merece mucho más. En la última escena aparece el Duque de Saboya, quien aconsejado por Lafín ofrece al de Virón tierras y la posibilidad de contraer matrimonio con su hermana a cambio de que traicione a su Rey. Este no duda ni un instante y accede a todas sus demandas.

Jornada segunda

La segunda jornada comienza con la guerra entre Francia y Saboya. El Mariscal decide no intervenir en el devenir de la batalla para facilitar la victoria al Duque, observando impasible cómo Saboya gana terreno a Francia. El Conde de Fuentes busca con ahínco al Mariscal para demostrar en el combate quién de los dos es mejor soldado. Cuando le encuentra, le reta a un duelo, pero el Mariscal lo rechaza y le pone al tanto de sus acuerdos con el Duque de Saboya. El Conde de Fuentes se indigna y le acusa de traidor, cobarde y de ser un mal soldado. Con el orgullo herido y movido por su vanidad, el Mariscal decide traicionar al Duque y tomar las riendas de la batalla, para así demostrar su valía al Conde de Fuentes. La guerra prosigue, ahora con el Mariscal de Virón al frente de los franceses, consiguiendo al final del día derrotar a Saboya. Por su parte, Lafín no entiende por qué el Mariscal ha cambiado de bando y decide revelar al Rey sus verdaderas intenciones para quedar libre de toda acusación. Terminada la batalla, Jaques acude al encuentro de Blanca para ponerle al tanto de la victoria del Duque. Esta repara en una carta que lleva, se la quita, la lee y se entera de que su amado está comprometido con otra mujer y de que ha traicionado a su Rey. El Mariscal aparece y ella le increpa por su actitud, sin reparar en que, durante su conversación, el Rey, Lafín y Suisón han entrado en la sala y están escuchando detrás de una cortina. El Rey sale de su escondite y exige a Carlos que confiese su culpa, pero este niega una y otra vez las acusaciones que recaen sobre él. Cuando se marcha el Rey, el Mariscal se plantea el regicidio como su única salida para salir bien parado de la situación, pero en el momento de la verdad se acobarda y se ve incapaz de asesinar a su Rey. La escena termina con la detención del Mariscal y su condena a muerte.

Jornada tercera

El Mariscal recibe la noticia de su sentencia final, y aunque trata de apelar al Rey clemencia en un largo parlamento en el que da cuenta de todas sus hazañas, es demasiado tarde y muere condenado por decapitación. Jaques y Belerma discuten sobre la posibilidad de huir, temerosos de terminar también siendo condenados por su relación con el Mariscal. Llega el Rey acompañado por varios nobles, lamentándose por la muerte del Mariscal. Los criados tratan de escabullirse, pero son interceptados por el Rey, que requiere la presencia de Blanca. Esta aparece y confiesa que ha ido a presenciar la ejecución del Mariscal, describiéndosela al Rey pormenorizadamente en un extenso monólogo. Este le da el pésame y le aconseja que busque otro marido. Ella se niega y anuncia su intención de ingresar en un convento. Belerma y Jaques anuncian que se casarán en el plazo de un mes.

La comedia se basa en un hecho histórico bastante conocido, pues lleva a las tablas la historia de «Birón, ese gran señor del tiempo de Enrique IV de Francia a quien su dudosa actuación le valió el patíbulo»[1]. Efectivamente, Montalbán, utilizando como fuente[2] la versión de Juan Pablo Mártir Rizo (en cuya obra, como veremos, se incluye la propia comedia de Montalbán), se basa en la figura histórica de Charles de Gontaout (1562-1602), Barón y Duque de Virón. Su osadía en el campo de batalla le hizo ganarse el favor de su rey, Enrique IV, por lo que en 1595 fue nombrado Mariscal, y tres años más tarde gobernador de Borgoña. Sin embargo, el Duque de Saboya, Charles Emmanuel I, le ofreció la mano de su hija en matrimonio a cambio de información sobre los planes del ejército francés. Descubierta su traición a la Corona, fue encarcelado, condenado a muerte y finalmente decapitado en La Bastilla en 1602. Básicamente, Montalbán sigue en la comedia con bastante rigor histórico la trama de unos hechos relativamente recientes, si bien es cierto que incluye una intriga amorosa mediante el personaje de doña Blanca, dama admirada por toda la Corte (incluso pretendida por el propio Rey) y enamorada de don Carlos (el Mariscal), a quien, tras prometerle matrimonio, también traicionará al aceptar la mano de la hermana del Duque de Saboya (no de la hija, como en la fuente histórica). No podía faltar la figura del gracioso, Jaques, criado del Mariscal, que, como es habitual en este tipo de comedias, terminará casándose con la criada de doña Blanca, Belerma.

[1] Hurtado y Mata, 2002, p. 165.

[2] Según Dixon, 2013, p. 273, tanto en El Mariscal de Virón como en Amor, privanza y castigo, comedia también de Montalbán, además de las fuentes empleadas por el propio autor, el comportamiento de los dos protagonistas, una vez caídos y condenados, refleja claramente el de don Rodrigo Calderón, noble ejecutado en la Plaza Mayor de Madrid en 1621 y a quien su actitud en el patíbulo le hizo merecedor de integrarse en el refranero español, con la expresión «Tener más orgullo que Don Rodrigo en la horca».

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